Cuentos raros e inquietantes

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retomaron aliento, Gonsuké y su haori se divisaron desprendidos de la rama, y luego... y luego... Pero, ¿qué es eso? ¡Gonsuké se detuvo! ¡Se detuvo! en medio del aire, en vez de caer como un ladrillo, y allá arriba quedó, en plena luz del mediodía, suspendido como una marioneta. –Les estoy agradecido a los dos, desde lo más profundo de mi corazón. Ustedes me han hecho un Sennin –dijo Gonsuké desde lo alto.


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