Jaime Torres Bodet

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Jaime Torres Bodet • Realidad y Destino

y menores de sesenta, residentes en el país, que sepan leer y escribir en español, quedan obligados a enseñar el alfabeto cuando menos a otro habitante de la República. Los analfabetos mayores de seis años y menores de cuarenta adquieren, como derecho y obligación, esa enseñanza fundamental. Son objeto de la ley 5 940 000 iletrados, además de los indígenas monolingües, que requieren del aprendizaje de la lectura y la escritura en su lengua materna y, después, del castellano. El proyecto legal intitula la acción como Campaña Nacional contra el Analfabetismo y establece tres etapas: de preparación, de realización y de evaluación. Ordena la impresión de diez millones de cartillas, útiles para enseñar y para aprender, y señala las funciones auxiliares de la propia secretaria y de todos los maestros de la nación. La campaña propicia, también, el interés político por unir al país en una tarea común, seguramente aceptada, que destruya rencores y polémicas nacidas en la etapa anterior, lo cual se demostraría en el contenido de las cartillas sin orientación ideológica. Torres Bodet encarga a las profesoras Dolores Uribe y Carmen Cosgaya Rivas su elaboración, y él participa, sin conocer los artificios pedagógicos, en las lecciones que guían el inicio de la lectura. A principios de agosto de 1944 lleva el proyecto de ley emergente al general Ávila Camacho:

Al terminar de leer [el] texto, don Manuel estaba radiante. Parecía haber-  se descubierto a sí mismo en el espejo de aquella iniciativa —tan difícil de realizar. […] El fervor ingenuo del general Ávila Camacho y su espontánea alegría de hombre de bien me inquietaron profundamente.53

La iniciativa legal demuestra su cuidadosa elaboración. Es consecuencia armónica de la intención de sus autores, que desde los considerandos y la estructura de la institución, hasta las disposiciones del proceso elegido, construyen peldaños para alcanzar una meta. La destrucción de los privilegios y las desigualdades es motivo reiterado y esencial; se manifiesta en la obligación de los letrados para dignificar a sus semejantes privados de la enseñanza, a quienes se ofrece un tránsito liberador. Jaime Torres Bodet expresa el valor moral de la campaña, el fruto deseado:

Ir a los más humildes, a los más pobres, tocar sus problemas con nuestras manos, y asociarlos a nuestra vida por la enseñanza. Inclinarnos, sin reticencias y sin recelos, 97


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