Jaime Torres Bodet

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resultados. En diecisiete meses de realización, hasta fines de 1946,  1 440 000 analfabetos son incorporados al aprendizaje de la lectura y de la escritura. De ellos la mitad,  708 000, ha aprobado el examen último, y los 732 000 que restan continúan en el proceso de enseñanza. Los extremos, las diferencias económicas, sociales, culturales, preocupan a Jaime Torres Bodet y orientan sus decisiones. Se empeña en ofrecer instrumentos de mejoría a los profesores no titulados. Convence al presidente Ávila Camacho, y el 30 de diciembre de 1944 se publica el decreto que crea el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, cuyas labores principian en el siguiente mes de marzo. Preparar y graduar a los maestros es su fin esencial, y en forma innovadora, mediante cursos por correspondencia, auxiDurante la campaña de alfabetización (1944-1946), las cartillas sirvieron de apoyo a la enseñanza de las primeras letras. Algunas liados por la enseñanza directa, fueron publicadas en lenguas indígenas. pretende dignificar a los millares de docentes inmóviles y frustrados porque reciben una mínima retribución: tres pesos diarios. La condición rural de México perdura al inicio de los años cuarenta. Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas defendieron la autonomía de los planes de estudio para los campesinos, mestizos o indígenas, y Torres Bodet no se aparta de ellos. A pesar de la recordada decisión de extender los planes de estudio citadinos a todas las regiones del país, él reconoce los valores de la escuela rural y la urgencia de enaltecerla: [En Oaxaca] visité algunas escuelas. Reinaba en todas una pobreza desgarradora: puertas desvencijadas, muros en agonía, pizarrones cansados por el trazo insistente de toscos gises; muebles cojos, insuficientes, rotos o paralíticos. Pero las caras 100


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