LA CONFIGURACIÓN HISTÓRICA DE LAS CONDICIONES SOCIALES DEL RIESGO

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LA CONFIGURACIÓN HISTÓRICA DE LAS CONDICIONES SOCIALES DEL RIESGO EN EL TRAMO URBANO DEL RÍO CONSOTA: ESTUDIO DE CASO BARRIO LA DULCERA - PEREIRA SAMUEL OSPINA MARÍN Administrador Público, MsC.

LEÓN FELIPE CUBILLOS QUINTERO Filósofo, PhD.

CAROLINA DÍAZ GIRALDO Administrador del Medio Ambiente, MsC

ALBA MARINA SABOGAL ADUESTA Pedagoga Reeducativa, MsC.

BEATRIZ ELENA ROJAS MÚNERA Administrador del Medio Ambiente, Esp.

NILSON CORREA BEDOYA Administrador del Medio Ambiente

MARTHA CECILIA OCHOA OSORIO Administrador del Medio Ambiente, Esp. UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA Línea de Investigación Gestión del Riesgo y Conflictos Ambientales

Correo electrónico: gestionriesgo02@gmail.com

La presente ponencia es fruto del trabajo de la Línea de Investigación en Gestión del Riesgo y Conflictos Ambientales de la Universidad Tecnológica de Pereira y pretende indagar sobre la construcción histórica de las condiciones de riesgo en el barrio La Dulcera, uno de los asentamientos humanos en proceso de consolidación del tramo urbano del río Consota, en el municipio de Pereira. Esta investigación se realizó durante el periodo 2004 – 2006, gracias al apoyo del Centro de Investigaciones y Extensión de la Universidad Tecnológica de Pereira y contó con la participación de profesionales de diversas disciplinas, desde la administración pública, la administración ambiental, la sociología y por su puesto, con los saberes de la comunidad del barrio La Dulcera.

I. APROXIMACIONES TEÓRICAS Y METODOLÓGICAS Durante los últimos cuarenta años las ideas y los conceptos desarrollados en torno a los desastres han sufrido grandes transformaciones. La concepción de los desastres llamada “fisicalista” (Lavell, 1996), planteada en la década de los años sesenta y setenta, da cuenta de lo que se ha denominado “la visión tecnocrática”, la cual ha sido caracterizada a partir de cuatro actitudes particulares: cotejar los desastres con sus fenómenos asociados (naturales, tecnológicos o antrópicos); concebir los desastres como “impredecibles”, “inmanejables” e “inevitables”; entender los eventos físicos como responsables de la severidad, intensidad o magnitud del daño; y por último, entender los desastres como sucesos aislados, cuyas dimensiones se expresan en “fases” (antes, durante y después) detenidas en el tiempo.

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2 Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES Esta concepción de los desastres ha sido paulatinamente complementada o, en otras palabras, reemplazada por una visión más integral gracias a los aportes hechos desde las ciencias sociales pues han permitido entender que el problema de fondo no son los “desastres” pues éstos son el resultado final de condiciones sociales ya existentes que se pueden manifestar en condiciones de desastre. Entendido como un fenómeno de carácter preponderantemente social, América Latina considera a los factores de la vulnerabilidad como uno de los principales detonantes para que se produzcan los desastres. Condiciones estructurales de orden histórico, político y económico deben ser consideradas como las causas principales a ser atendidas para llevar a cabo procesos de prevención hacia la gestión integral del riesgo. La gestión del riesgo sitúa el tema de los riesgos y desastres en los procesos de desarrollo; sus implicaciones en diferentes ámbitos políticos, económicos, sociales y culturales reconocen al conjunto de la sociedad como responsables tanto de la construcción de condiciones de riesgo y, del mismo modo, como gestores claves en los procesos de intervención y transformación. Una recomendación expresa de la propia Red Estudios Sociales en Prevención de Desastres de América Latina, sugiere el empleo de teorías y metodologías de las ciencias sociales para analizar la construcción social del riesgo. Una de las pretensiones teóricametodológicas sostenida en la presente investigación, deduce que los principios conceptuales metodológicos de una propuesta como la antropología de la modernidad de Arturo Escobar (1996) pueden brindar elementos de explicación en el ámbito histórico, político, institucional y comunitario frente a los procesos integrales de gestión del riesgo. Esta fue la idea guía que finalmente orientó el alcance de los objetivos para el barrio La Dulcera en el contexto de la cuenca del río Consota. La propuesta de investigación se fundamentó en dos marcos teóricos diferentes, pero que pretenden ser complementarios: 1. La Antropología de la Modernidad, cuyo expositor es Arturo Escobar (1996) y 2. El Enfoque Social de las Desastres, propuesto por la Red Latinoamericana de Estudios Sociales en Prevención de Desastres, LA RED. Es necesario destacar, además, el trabajo de campo que se realizó con las comunidades pertenecientes al barrio. Diferentes enfoques, técnicas, e instrumentos como actividades grupales (talleres y mapas parlantes), técnicas de percepción ambiental y la aplicación de instrumentos cuantitativos y cualitativos (encuestas, entrevistas e historias de vida). Su aplicación metodológica quiso revelar las condiciones sociales del riesgo de acuerdo a la vivencia y el sentir cultural de los habitantes del asentamiento. En términos metodológicos, el primer momento de la investigación, que corresponde al orden del discurso describe los procesos de vulnerabilidad ocasionados por la materialización del pretendido desarrollo desde una mirada que relaciona los dos modelos imperantes en América Latina desde la década de los años cincuenta hasta nuestros días (el Desarrollo Hacia Dentro y la Apertura Económica). A la vez menciona, críticamente, estudios que, como el informe Currie (1950) y el documento Lebret (1958), inauguraron, los discursos del desarrollo en Colombia. Destaca, además, los imaginarios que

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3 Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES históricamente rodearon la vocación del desarrollo en el tramo urbano de la cuenca del río Consota. La institucionalización del desarrollo se analizó en los contenidos del segundo momento de la investigación. Su principal énfasis está circunscrito a los Planes de Desarrollo que han agenciado los procesos de modernización económica y social para la ciudad de Pereira. Vale la pena destacar que el municipio de Pereira fue el primero en el ámbito nacional en realizar un plan de desarrollo. Sus resultados, nos permiten reconocer la relación histórica que ha existido entre los procesos de reubicación y las políticas ambientales tanto para el caso del río Otún como para el río Consota. El tercer momento, las dinámicas de acción colectiva, presenta la construcción histórica de las condiciones de riesgo a los ojos de los líderes y miembros de la comunidad del barrio La Dulcera. Las historias de vida recrearon los diferentes procesos sociales a la luz de las tres últimas décadas. Es de destacar la aplicación del método de percepción del riesgo (Puy, 1995; Slovic, 1985, 1992; Viveros, 1993) que nos permitió inferir como uno de los mayores riesgos en el asentamiento, además del temor frente a los deslizamientos y sismos, los riesgos antrópicos producidos por los accidentes de transito. Esta visión comunitaria contrasta con los datos objetivos señalados por las fuentes institucionales y técnicas; usualmente escritas allende a los contextos culturales y, en el mismo orden, las percepciones de las propias comunidades afectadas. Las conclusiones de este proceso investigativo destacan el desarrollo teórico y metodológico a partir de sus tres momentos de realización. Del mismo modo, sus limitaciones y alcances se realizan a las luces del aporte que puede brindar el enfoque metodológico de la antropología de la modernidad y LA RED frente al estudio social del riesgo en América Latina.

II. CONFIGURACIÓN HISTÓRICA DE LAS CONDICIONES SOCIALES DEL RIESGO EN EL TRAMO URBANO DE LA CUENCA DEL RÍO CONSOTA: ESTUDIO DE CASO BARRIO LA DULCERA Podemos afirmar que el enfoque de la antropología de la modernidad brinda elementos teóricos y metodológicos que ayudan a darle una base histórica, sociológica, antropológica e institucional a las propuestas de gestión integral del riesgo propuestas por la RED. Si para la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres de América Latina los desastres son un problema no resuelto del desarrollo, el enfoque de Escobar permite analizar las causas estructurales en la configuración de las condiciones de riesgo tal como lo recomiendan varios de los pensadores de la RED, entre otros: Blaikie et al (1996), Ramírez (1992), Gurevich y Herzer (citados por Arguello, 2001), Lavell (2002) El orden del discurso permite comprender los desastres como una construcción histórica lo que impide analizar el riesgo desde posiciones fisicalistas, neutrales y estáticas que aíslan las causas sociales y las responsabilidades políticas de los diferentes agentes sociales. Los procesos de vulnerabilidad social, política e institucional que se representan en el tramo urbano de la Cuenca del río Consota, son el resultado de la ingerencia directa

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4 Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES e indirecta de planes de desarrollo a escala internacional y nacional que desde el estudio Currie (1950), el informe Lebret (1958), la “Alianza para el progreso” (1961) y la misma consultoría del CEDE (1967), incentivaron el poblamiento acelerado de la zona sin la asistencia social adecuada lo que finalmente contribuyó a la proliferación de procesos de exclusión al interior de la misma ciudad y, colateralmente, al deterioro de la fuente hídrica. Otro tanto podríamos decir frente a los imaginarios y prácticas sociales implementadas desde los planes de desarrollo municipales. La vulnerabilidad global, de la que habla Wiches Chaux (1988) es, en este panorama, una construcción social no únicamente de quienes habitan ilegalmente los barrios marginales del tramo urbano del Consota, pues incluye a quienes, al tenor del desarrollo hacia dentro, fomentaron los procesos de industrialización, urbanización y conurbación en el municipio de Pereira. También, se ven involucrados quienes idearon la estrategia de hacer de la ciudad un “centro comercial regional”; a aquellos partidos políticos quienes con promesas y prebendas han incentivado procesos de invasión, sin dejar de mencionar los responsables en los años 70 de una planificación rentística “predio a predio” que crearon desigualdades y fragmentaciones sociales entre los diversos territorios del municipio. Finalmente, es necesario destacar, además, la responsabilidad de las instituciones que al privilegiar al rió Otún dejaron de lado al Consota, por ser la segunda cuenca en importancia. No es gratuito, entonces, pensar en una metáfora que erige a Pereira como la “Perla del Otún” y al Consota como solo receptor natural de desechos. En síntesis, la RED comparte con la antropología de la modernidad el interés de entender la exclusión social como causa inherente al desarrollo, lo que lo convierte en detonador, desde su origen, de cada factor integral de vulnerabilidad. En los estudios de la RED autores como Blaikei et al (1996) y Fernando Ramírez (1992) analizan, tanto a partir del modelo de presiones dinámicas, como desde el estudio social de los desastres, el papel que desempeña la organización social del Estado frente a las posibles causas sociales y frente la capacidad de respuesta en un proceso de gestión de riesgo. Para los primeros autores, la gestión integral del riesgo es un proceso de carácter político pues las causas profundas de cada vulnerabilidad están arraigadas en factores, económicos, demográficos y políticos que al traducirse en planes, programas o proyectos incrementan los factores de vulnerabilidad social en territorios expuesto al riesgo. En la visión social de los desastres explicada por Fernando Ramírez (1992) los procesos de respuesta ante situaciones de desastre contemplan aspectos sociales que tienen que ver con las políticas de desarrollo, la organización del Estado, la participación ciudadana, los conflictos, como, finalmente, con los imaginarios culturales que ante la producción de los desastres posean las comunidades afectadas. No obstante, el hincapié que la RED ofrece frente al tema del desarrollo y su materialización estatal, la institucionalización del desarrollo, desde la antropología de la modernidad, confiere una complementariedad necesaria al modelo social de la RED al posibilitarle metodologías e instrumentos investigativos para entender ese vínculo entre las causas profundas de los desastres y las presiones dinámicas existentes en las regiones siniestradas.

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5 Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES Escobar (1996) recomienda la realización de etnografías institucionales que den cuenta del entramado de la administración del Estado frente a la concreción de los designios signados por los diferentes planes de desarrollo. Si bien el modelo de presiones dinámicas contempla este aspecto, no se detalla en los diferentes volúmenes e investigaciones de la RED como este reconocimiento institucional debe retomarse en los planes, programas o proyectos de gestión prospectiva y, aún, en los planes de gestión compensatoria. Si las vulnerabilidades, riesgos y desastres son construcciones sociales, serán las propias restricciones y potencialidades que brinden las relaciones tradicionales entre los diferentes agentes sociales, incluidas allí las instituciones, las que posibiliten o impiden la sostenibilidad de sus políticas públicas. La experiencia de la Cuenca del Río Consota muestra, verbi gracia, la incidencia del Estado colombiano frente al tema del Riesgo, sin dejar de anotar las recomendaciones de la banca multilateral que han dado origen a los sistemas nacionales de prevención y atención de desastres en el continente. Del mismo modo, ayuda a rastrear como fenómeno histórico la cooperación internacional en manos de los gobiernos de Estados Unidos, Holanda y Canadá; la labor desarrollada por instituciones como el Departamento Nacional de Planeación, la Gobernación de Risaralda, la Alcaldía de Pereira e instituciones regionales como el Área Metropolitana de Centro Occidente y la Carder. Hasta de instituciones académicas como la Universidad de Los Andes, la Universidad Católica Popular de Risaralda y la misma Universidad Tecnológica de Pereira han hecho presencia deseando aportar soluciones a la problemática ambiental en mención. Preguntarse, entonces, por el entramado institucional permite entender la manera como cada institución se ha acoplado o resistido a los modelos de desarrollo; pregunta que, a la vez, destaca las posibles alianzas, conflictos y rupturas en dicha red gubernamental. Las dinámicas de acción colectiva también facilitan distinguir diferentes posiciones que han asumido las comunidades a lo largo de su experiencia en el tramo urbano del río Consota. Desde una organización comunitaria que se distinguiría en sus comienzos por trabajos reivindicativos en pro de las mínimas condiciones dignas para vivir en sus nuevos asentamientos (agua, energía, infraestructura vial, mejoramiento de la vivienda) hasta una comunidad instrumentalizada por los procesos de autogestión como los fomentados en “los Planes de Habilitación Integral en Zonas Subnormales”, o en “Consejos de Planeación Participativa”. Procesos estos que no respondieron a sus expectativas; pero sirvieron como un ágil mecanismo para legitimar socialmente las actividades desempeñadas por el marco institucional y gubernamental; para no hablar de los mecanismos de coptación de los que han sido objeto por el clientelismo político de los partidos tradicionales, aún con el beneplácito de algunas juntas de acción comunal. En comunidades marginadas en el contexto urbano conformadas, a la vez, por personas que han intentando huir de las situaciones de penuria cotidiana, es muy difícil descubrir lazos de cohesión social al no poseer historias, raigambres y prácticas comunes que favorezcan el surgimiento de verdaderos movimientos populares. Esta debilidad les impide anteponer la fuerza de sus elementos culturales ante propuestas de desarrollo que, la mayoría de las veces, los desconoce y excluye. Conflictos entre las versiones institucionales y comunitarias del riesgo y el desarrollo salen a relucir cuando se analizan desde su configuración histórica. La indagación realizada sobre el terreno evidencia que la vulnerabilidad general de las comunidades no ha tenido

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6 Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES una disminución representativa a pesar de la existencia de nueva normatividad frente a la atención de riesgo y desastres. Por ello no creemos pertinente restringir la gestión prospectiva del riesgo, ni mucho menos los procesos de gestión compensatoria, a lo que Masckrey (1993) denomina los procesos de “mitigación popular” pues estas comunidades fragmentadas necesitan de la presencia del Estado para incorporarse mínimamente a las políticas sociales de la ciudad en su conjunto. En síntesis, el manejo que Arturo Escobar ofrece frente a la antropología de la modernidad ayuda a entender estructuralmente la configuración histórica de la gestión del riesgo, a distinguir, así mismo, etapas de su construcción social a la luz de la participación de los diferentes agentes sociales, y a brindar metodologías de carácter cualitativo que permiten entender la gestión integral del riesgo desde un contexto político, social y cultural. Partiendo de los resultados de la aproximación diagnóstica de la realidad socioambiental de la cuenca media del río Consota, así como de la caracterización del barrio y los aportes de los demás elementos desarrollados, es posible identificar cuáles son los principales procesos generadores de condiciones de riesgo en La Dulcera. En principio, los procesos identificados son los siguientes: Apropiación de la tierra Adecuación del terreno Construcción de vivienda Densificación de vivienda Adecuación de servicios públicos Adecuación de vías Equipamiento Reubicaciones Legalización de predios

Las secciones anteriores han permitido identificar una serie de organizaciones sociales generadoras de riesgo, pero cuyas motivaciones están dadas por factores heterogéneos. El peso que cada agente tiene en la construcción del riesgo es distinto, así como el impacto que sus actividades o decisiones tienen sobre los diferentes componentes del riesgo. Pero, en la práctica la mezcla resulta explosiva e imbuye a la sociedad en un círculo vicioso, en el cual las decisiones sobre gestión de riesgo se vuelven cada vez más complejas al requerir un manejo holístico del problema que necesariamente afectará múltiples intereses (Mansilla, 2000). Existe así un conjunto de agentes sociales que toman decisiones que contribuyen al incremento del riesgo, sin considerar los efectos que éstas puedan tener sobre la sociedad, bajo la forma de desastres (agentes generadores del riesgo); y por otra parte, existen organizaciones que han asumido, de una u otra manera, la gestión del riesgo, a través de instrumentos políticos e intervenciones puntuales que regulan la construcción de los escenarios de riesgo (agentes reguladores del riesgo) (Mansilla, 2000)

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Partiendo del hecho que en cada uno de los procesos generadores de riesgo, intervienen una serie de agentes sociales, es posible identificar cuáles son las que mayores vinculaciones han tenido en la configuración de condiciones de riesgo. Como un comentario general frente a la participación de las organizaciones sociales en la configuración de condiciones de riesgo, se nos hace inevitable realizar un análisis sobre el papel que han cumplido tradicionalmente tales organizaciones sociales en la construcción cultural de los fenómenos de vulnerabilidad en dicho territorio. Una primera aproximación a la configuración de las condiciones de riesgo en el tramo urbano del río Consota - el barrio La Dulcera - ilustra un conjunto de situaciones que delatan la acumulación de vulnerabilidades y, por tanto, la construcción de condiciones de riesgo. La aplicación de ejercicios de planeación asociadas a esta cuenca ha estado mediada por la utilización de un discurso caracterizado por el adjetivo del “desarrollo regional”, en una territorio transformado no sólo por un cambio en la dinámica poblacional sino, además, por las externalidades sociales, económicas, políticas, culturales y ambientales que expresan las irregularidades del “desarrollo” en algunos sectores de la ciudad. La intervención Estatal en la cuenca del río Consota en la década del 50 se consideró de interés para el desarrollo de proyectos de carácter nacional y regional; sus repercusiones con el devenir del tiempo configuraron escenarios de riesgo, los cuales han acumulado procesos de vulnerabilidad social. Si bien es cierto que en el barrio La Dulcera no han ocurrido “grandes desastres”, el impacto acumulativo de los pequeños desastres manifestados casi de manera paralela con el establecimiento de las primeras viviendas en el sector, denota una serie de características y especificidades propias que no han sido consideradas por la mayoría de los agentes institucionales a lo largo de la historia de Pereira. Muestra de ello es la transformación del barrio desde sus inicios, el paso de tenencia de la tierra de unos terrenos agrícolas a la consolidación de un asentamiento que alteró su territorio. Todo lo anterior ha evidenciado distintos intereses frente al aprovechamiento de la zona: desde la proyección de vías, y la construcción de avenidas que más que conectar al barrio con el interior de la ciudad lo ha aislado. Paralela a esta situación el barrio La Dulcera ha sido intervenido de manera directa e indirecta tanto por sus habitantes como por agentes sociales que representan la institucionalidad en la ciudad. Las condiciones de riesgo actuales trascienden la visión técnica, aún así las razones por la cuales existe riesgo en La Dulcera aluden a escenarios de riesgo creados históricamente de acuerdo a razones contextuales. Indudablemente, existen factores de orden natural que hacen a un territorio susceptible a la ocurrencia de fenómenos potencialmente dañinos; pero son las formas de ocupación, la distribución de los recursos económicos, las políticas de desarrollo en sus diferentes niveles, entre otras, las que acumulan vulnerabilidades y, por ende, las que consolidan condiciones de riesgo e, incluso, las que han provocado, numerosas veces, la generación de nuevos fenómenos de amenaza.

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8 Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES La acumulación de vulnerabilidades en La Dulcera, caracterizado por fuertes restricciones en términos biofísicos, se inició con el origen mismo del barrio en la década de los 70. Ligado a procesos de invasión, gracias al apoyo de diferentes líderes políticos, ha permitido a la población de La Dulcera encontrar ciertas ventajas comparativas en ese sector en contraste con las restricciones del terreno y con la ocupación de zonas no urbanizables. En ese mismo momento se vivía en la ciudad de Pereira, una gran demanda de vivienda asociada al acelerado crecimiento urbano. Un 38% fue satisfecho por urbanizaciones piratas y por la invasión de terrenos de propiedad del Estado o de agentes privados; notables diferencias se produjeron entre sectores donde estaban actuando instituciones como el Instituto de Crédito Territorial (posteriormente Inurbe) y el Fondo de Vivienda Popular frente a los otros sectores excluidos de la ciudad. En confluencia con estas características se llevaron a cabo procesos de intervención para la ocupación del territorio predominando, para La Dulcera, la adecuación de taludes y llenos sin el cumplimiento de especificaciones técnicas, así como las gestiones por parte de la Junta de Acción Comunal para acceder a la cobertura de servicios públicos y la proyección de un centro educativo. Estas situaciones están demostrando la permisividad y el apoyo del gobierno local que ayudaron a legitimar la consolidación de grupos de viviendas bajo estas condiciones. Las Secretarías de Planeación, el Área Metropolitana Centro Occidente AMCO y la Corporación Autónoma Regional de Risaralda CARDER, reorientaron su accionar por disposiciones legales; no podría dilucidarse a partir de los resultados del presente proyecto una incidencia focalizada e intencionada de estas instituciones en la construcción de condiciones de riesgo para el barrio, mas sí es preciso resaltar que los grandes “proyectos” considerados de interés para el desarrollo urbano de la ciudad de Pereira, han tenido impactos directos sobre la cuenca del río Consota, de allí que la falta de integralidad y articulación institucional frente a su quehacer como planificadores y ejecutores del desarrollo. No podría entenderse el rápido crecimiento y expansión urbana hacia este sector tanto de manera formal como informal sino es por los intereses que se manejaron en cada uno de los períodos. La priorización de las acciones sobre la cuenca del río Otún por encima de la segunda fuente hídrica más importante del municipio de Pereira generó descuido por parte de las instituciones y facilitaron las condiciones para el desarrollo no planificado y espontáneo: asentamientos marginales, proyectos de construcción de viviendas y de edificaciones por fuera de la normatividad y recomendaciones ambientales fueron recurrentes durante la década del 80 y 90. Condicionados por el acelerado proceso de urbanización, el déficit de vivienda, los flujos migratorios (asociados a la violencia y el desempleo rural), así como por un movimiento interno de población (relacionado con factores económicos, principalmente por los bajos costos de la vivienda), el barrio La Dulcera logra estabilizar su dinámica de construcción de vivienda y su dinámica de población a mediados de la década de los 80, con un promedio de 130 viviendas y no más de 800 habitantes, cifras que se han mantenido constantes hasta la actualidad y que podría obedecer a que las condiciones físicoespaciales de la zona no permiten su expansión, en que los únicos incrementos registrados pueden asociarse más a procesos de densificación. Sin embargo, a medida que fue avanzando el proceso de consolidación del barrio, la legalización de los terrenos, la conformación de nuevas familias y la proporción de arrendatarios también se fue

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9 Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES incrementando (37% escritura pública – 20% arrendatarios), en estrecha relación con el tiempo que ha trascurrido desde su origen. Catalogado como un barrio “subnormal”, viviendas en estrato 1 y 2, familias con condiciones de vida precarias, débil acceso a recursos económicos, altos índices de desempleo y actividades informales, niveles educativos bajos, sin infraestructura de centros de salud y un estado deficitario de las vías y el espacio público, han ayudado a amplificar los factores de vulnerabilidad, con un nivel de interdependencia tal, que las condiciones de riesgo se incrementan en la medida que disminuye la calidad de vida y nivel socioeconómico de la población. Bajo los factores de vulnerabilidad mencionados, los rasgos físico- espaciales de la zona y los procesos de intervención, aparecen los materiales transitorios con una tipología de construcción característica: viviendas construidas con guadua, caña, esterilla, lata y cartón y con una fuerte tendencia por el reemplazo de estos materiales con mampostería no estructurada, que van generando tipologías mixtas altamente vulnerables, especialmente frente a la ocurrencia de sismos, así como una sobrecarga en las coronas de los taludes, y ,por tanto, una mayor vulnerabilidad física frente a los deslizamientos. Además de estas particularidades en términos físicos, espaciales y socioeconómicos, habría que considerar que existen algunas diferencias importantes entre la percepción que tienen los habitantes del barrio frente a las situaciones de los riesgo, los desastres y los resultados que arrojan las instituciones desde su visión “objetiva”, que influencian de manera directa la vulnerabilidad y las decisiones que se tomen para intervenirla. Los habitantes de La Dulcera tienen una mayor conciencia de su exposición ante los sismos y, en menor grado, a la ocurrencia de deslizamientos, valoraciones que se pueden asociar con la afectación que se ha generado en la ciudad por la ocurrencia de diferentes eventos sísmicos a lo largo de la historia y, en particular, por el sismo del 25 de enero de 1999. Sin embargo, para la población existe un tipo de riesgo antrópico – los accidentes de tránsito – cuya gravedad, desde su percepción, es mayor que los demás riesgos a los que están expuestos. Este tipo de resultados indica que la población tiene una mayor percepción de los riesgos que ocurren con mayor frecuencia y de manera cotidiana, en tanto los sismos y los deslizamientos son asociados con situaciones inevitables e incontrolables y, por tanto, con poca gobernabilidad. En general, podría decirse que la configuración de condiciones de riesgo y especialmente la acumulación de la vulnerabilidad se encuentra estrechamente vinculada a las decisiones y a las acciones de cada agente social, en la medida que éstas tienen diferentes niveles de impacto en cada uno de los factores de riesgo. Se presume que el desarrollo en sí mismo es generador de condiciones de riesgo: grupos hegemónicos, proyectos de desarrollo, segregación socioespacial, especulación del mercado del suelo, distribución inequitativa de recursos, partidos políticos y sus mecanismos de “negociación” de votos, así como toda serie de decisiones políticas, internacionales, nacionales y locales que se manifiestan en un territorio. Sin embargo, en un contexto local y con las particularidades específicas de un asentamiento, aún queda el reto de auscultar relaciones de causalidad directa entre las actuaciones puntuales de los diferentes agentes sociales y su responsabilidad frente a la configuración de condiciones de riesgo.

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