LA VIVIENDA DE USO MIXTO

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LA VIVIENDA DE USO MIXTO: UN MODELO DE DESARROLLO A ESCALA HUMANA CARLOS EDUARDO RINCON G. MIGUEL ANGEL VELA R. Arquitecto. Especialista en Pedagogía y Desarrollo Humano Arquitecto. Especialista en Pedagogía y Desarrollo Candidato a Magíster en Hábitat. carlosrincon@ucpr.edu.co Humano. arqvela@.edu.co Docentes Programa de Arquitectura, Facultad de Artes, Universidad Católica Popular del Risaralda UCPR.

SÍNTESIS La Vivienda de Uso Mixto VUM entendida como el hábitat en el que se combinan simultáneamente los usos de vivienda y producción económica, existe en las ciudades y metrópolis latinoamericanas como una respuesta local a los fenómenos de pobreza y exclusión social. Las VUM, si bien emergen como un proceso urbano informal, constituyen un modelo alternativo de desarrollo endógeno para las sociedades del tercer mundo, que demanda ser estudiado, reconocido y promovido por los organismos de cooperación, las instituciones públicas y por la academia, en virtud de su condición de satisfactor sinérgico, apropiado a las necesidades, hábitos y potencialidades del ser humano.

“No hay razón para diseñar “vivienda social” como tal. Necesitamos diseñar y construir tejido urbano complejo, de uso mixto, y estar seguros de que encaja en el tejido urbano mixto y complejo existente. La vivienda social y la vivienda en general necesitan ser parte de un proceso sano (y socialmente incluyente). La sola noción de vivienda monofuncional es anticuada y está desacreditada porque nunca logra conectar a los residentes con su ambiente” (Salingaros, 2006, 12)

La vivienda es un derecho inalienable reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sin embargo la realidad evidencia otra cosa: día tras día crece el déficit cuantitativo y cualitativo de vivienda en los países en vías de desarrollo; los fenómenos incontrolados de urbanización y metropolización sumados a la ineficacia administrativa y la fragilidad económica acentúan las inequidades sociales, la pobreza y la exclusión en los centros urbanos. Se transforma la configuración de las ciudades a partir de complejas formas de asentamiento informal que constituyen los denominados cordones de miseria o barrios marginales. Además de las limitaciones mencionadas, la falta de reconocimiento y valoración de dinámicas urbanas informales así como de la diversidad cultural y la capacidad local de respuesta a las condiciones adversas, dificultan la adopción de políticas adecuadas y el emprendimiento de acciones concretas en pro del desarrollo integral y la calidad de vida urbana. Mediante esta ponencia se pretende resaltar el valor que tiene para la cultura urbana y el desarrollo territorial la existencia de las Viviendas de Uso Mixto VUM como proceso urbano natural o espontáneo que se presenta tanto en la ciudad informal como en la formal. Las VUM contienen el germen para llegar a constituirse en un modelo alternativo


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de desarrollo endógeno para las ciudades del tercer mundo, pues más que artefactos o bienes económicos, son satisfactores sinérgicos de necesidades de protección (moradas) y de subsistencia (lugares de producción), al servicio de miles de creativas familias excluidas de las oportunidades formales de trabajo, del acceso al crédito y de los programas estatales de subsidios para mejoramiento de vivienda y desarrollo de las Pymes (Max-Neef, 1986). Se intenta sistematizar reflexiones teóricas, resultados investigativos y procesos académicos proyectuales en torno a la vivienda, desarrollados en el seno del Programa de Arquitectura de la UCPR y recogidas por miembros de su grupo de investigación denominado Hábitat Cultura y Región, lo que imprime un rasgo singular al contexto teórico y empírico de referencia. La disertación se presenta organizada de la siguiente manera: primero se efectúan unas precisiones sobre la pobreza como fenómeno, su relación con la vivienda y la manera como los gobiernos suelen enfrentar dicho “problema”; a continuación se realiza una síntesis estadística del fenómeno del VUM en Colombia y en el contexto del Área Metropolitana del Centro Occidente (AMCO); se efectúa una aproximación teórica al concepto de vivienda para dar paso a una revisión crítica de los resultados de la investigación citada y los aprendizajes derivados de las aplicaciones proyectuales de los conceptos, para concluir esbozando una propuesta de implementación de la VUM como modelo alternativo de desarrollo a escala humana que involucra a todos los agentes que participan en el proceso de la generación, construcción y sustentabilidad de la vivienda urbana, formal e informal. Para empezar es necesario dejar sentado que en las ciudades coexisten dos tipos de sistemas urbanos, los cuales son agenciados por distintas fuerzas sociales: los asentamientos informales y los asentamientos de vivienda social subsidiada por el gobierno, en ambos lugares habitan las personas más pobres del mundo. Para comprender mejor el fenómeno de la pobreza y la exclusión conviene abordar las reflexiones de Sen (1989) y Max-Neef (1986), porque por una parte, clarifican su naturaleza como fenómeno complejo y diverso, pero sobre todo porque las conciben como oportunidades o condiciones potenciadoras del desarrollo humano. Para Sen (1989), la pobreza es “un agregado de condiciones de malestar, es una característica de los pobres, causada por las relaciones de los pobres y los no pobres.” Max-Neef (1986), por su parte prefiere referirse no a la pobreza en singular, sino a las pobrezas, entendidas como “necesidades humanas que no son adecuadamente satisfechas”. Por consiguiente, puede afirmarse que en el caso de la ausencia o baja calidad de la vivienda urbana, se encuentran varias pobrezas o carencias. Hay una pobreza de subsistencia, pues el abrigo se presenta incierto, insuficiente o inexistente, lo cual afecta otras dimensiones de la vida familiar, cuyos satisfactores se ven reducidos o limitados, como lo son la alimentación, la socialización y el descanso; así mismo puede decirse que hay una pobreza de protección debido a la exposición de los miembros de la familia a factores negativos del entorno, bien sean las inclemencias climáticas o los peligros de la calle. La necesidad de afecto es insatisfecha por la inexistencia o precariedad de los espacios de encuentro; y existe una pobreza de identidad pues la familia no puede transformar y apropiar la vivienda a sus propios gustos y preferencias, todo lo cual redunda en una pobreza de libertad, al estar menguado el derecho fundamental a la vivienda.


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El desarrollo a escala humana se define como un proceso de liberación de posibilidades creativas de todos los integrantes de una sociedad para la realización de las necesidades humanas. Más que una meta o pretensión de crecimiento económico que permita elevar los niveles materiales de vida, la realización de las necesidades, es el motor del desarrollo, puesto que puede darse desde el comienzo y durante todo el proceso (MaxNeef, 1986). Ahora bien, la manera como los gobiernos y otras instituciones han tratado de mitigar el problema, no ha sido la más adecuada y lamentablemente en muchos casos la problemática se ha acentuado. Ejemplo de ello es la difícil situación que se configura cuando los desplazados o afectados por una catástrofe natural, ubicados en albergues transitorios se niegan a ocupar las viviendas definitivas construidas para ellos, alegando haber sido victimas de engaños pues las nuevas casas no cumplen sus expectativas en cuanto a dimensiones y condiciones mínimas de calidad. Los agentes estatales, de manera bien intencionada, suelen partir de un interés de eficiencia y economía, expresadas en la especialización y la estandarización de la vivienda social, al querer construir masivamente casas monofuncionales en barrios residenciales periféricos para suplir el déficit cuantitativo. Esta concepción y práctica deviene del modelo industrial surgido en los años 20 adoptado en el periodo siguiente a la Segunda Guerra Mundial, con la difusión del Planeamiento Moderno a través de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), que propendían por la especialización de las funciones urbanas mediante la zonificacion de usos del suelo (zonning), separando el habitar del trabajar. Diversos autores (Alexander et. al., 1977; Jacobs, 1961; Turner, 1976) han documentado como dicho modelo de planificación inspirado en la analogía mecanicista de la ciudad ha fracasado pues no da cuenta de la complejidad física y social de los sistemas urbanos. Los proyectos de vivienda derivados de este modelo suelen ser concebidos desde oficinas centralizadas cuyos planificadores, arquitectos e ingenieros operan con una lógica vertical “de arriba hacia abajo”, imponiendo su racionalidad instrumental sobre las diversidad de las condiciones de las localidades. La generación de viviendas monofuncionales, concebidas solo para vivir, anula o relega los factores culturales, sociales e incluso ambientales a un último plano. Cuando se analizan los proyectos planteados por el sector privado, el desacierto se explica en parte en el hecho de que la vivienda ha llegado a convertirse en la sociedad moderna en un bien económico o artefacto de consumo que se convierte en un fin en si mismo. Así que la oferta de unidades habitacionales por parte de agentes públicos o privados para un perfil de usuarios anónimos (target), constituye una enajenación e imposición de esquemas y tipologías que, a la postre, generan “hostilidad para el tejido urbano de vivienda social por sus ocupantes” (Salingaros, 2006, 5). Simultáneamente y en contraste, producto de la necesidad y la creatividad de las comunidades locales de los barrios tradicionales y marginales, emerge en múltiples ciudades y metrópolis latinoamericanas la Vivienda de Uso Mixto –VUM- no como un hecho aislado sino como fenómeno recurrente, por ello puede entenderse como un


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proceso urbano informal de respuesta a los fenómenos de pobreza y exclusión social. Las familias encaradas a precarias condiciones de vida, transforman sus viviendas en bienes de producción para desarrollar actividades económicas, desplazando espacios necesarios para vivir dignamente. A pesar de lo cual, las VUM se perfilan como un modelo alternativo de desarrollo endógeno, pues emergen de los elementos culturales y tecnológicos propios de la cultura autónoma. Veamos algunas aproximaciones teóricas a la vivienda, antes de revisar la definición técnica de las VUM y los resultados investigativos. Hace 56 años Héidegger (1951), en una Alemania devastada por la guerra, planteaba ante un auditorio de constructores y urbanizadores una reflexión esencial sobre la vivienda, que hoy sigue teniendo plena vigencia: “En la actual falta de viviendas, tener donde alojarse es ciertamente algo tranquilizador y reconfortante; las construcciones destinadas a servir de vivienda proporcionan ciertamente alojamiento; hoy en día pueden incluso tener una buena distribución, facilitar la vida práctica, tener precios asequibles, estar abiertas al aire, la luz y el sol; pero: ¿albergan ya en sí la garantía de que acontezca un habitar?”

El cuestionamiento invita a trascender la preocupación por el mero hecho de alojarse en una construcción con unas condiciones mínimas de habitabilidad y plantea que lo importante es cuestionarse sobre el habitar como un acontecimiento y sobre el sentido del construir. Surge como respuesta a una excesiva aunque razonable preocupación por la vivienda en tanto objeto material. La reflexión lleva a comprender que la vivienda es más que un bien económico y un artefacto de uso y la eleva a una categoría ontológica, pues su concepción, construcción y habitación son momentos de un mismo proceso, fenómeno o acontecimiento, inherentes a la naturaleza humana: el habitar, “Porque construir no es sólo medio y camino para el habitar, el construir es en sí mismo ya el habitar. (…) El construir como el habitar, es decir, estar en la tierra, para la experiencia cotidiana del ser humano es desde siempre, como lo dice tan bellamente la lengua, lo habitual” (Heidegger, 1951). Así que la vivienda es el hábitat humano fundamental pues es el lugar en donde transcurre su existencia y su vida adquiere sentido al convivir con el otro. La vivienda además puede ser concebida como un “bien meritorio, es decir, aquel derecho social propio del ser humano. Espacio donde se aloja (…) y medio para la satisfacción de sus necesidades vitales y existenciales. Es condición fundamental para el desarrollo de la persona, la familia y para la socialización” (CEHAP, 2005, 9). Como lo anuncia Héidegger, la vivienda además de ser un artefacto material producto del saber técnico, se construye socialmente en un entorno cultural que le confiere significado y por tanto puede ser entendida como un sistema socio-técnico (Bijker, 1999) que involucra artefactos físicos (edificación, mobiliario y entorno), aspectos sociales (técnicas constructivas, necesidades insatisfechas, pobrezas) y relaciones entre sus componentes, por lo cual es multidimensional. El sistema socio-técnico puede ser definido como “un dispositivo complejo compuesto de entidades físicas y de agentes humanos, cuya función es transformar algún tipo de cosas para obtener determinados resultados característicos del sistema.” (Quintanilla, 1989, 20). Un sistema socio-técnico es un producto de la cultura técnica y por tanto está compuesto por elementos culturales, es decir “todos los recursos de una cultura que resulta necesario


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poner en juego para formular y realizar un propósito social.” (Bonfil, 1991) Pueden distinguirse, al menos, cinco clases de elementos culturales que componen los sistemas socio-técnicos (Cuadro 1. Componentes de los sistemas socio-técnicos): Componentes Materiales Recursos naturales materias primas Artefactos Energía

Cuadro 1. Componentes de los sistemas socio-técnicos Componentes Componentes Componentes de organización de conocimiento simbólicos Gestores Información Códigos de comunicación y representación Operadores Componentes Signos y científicos Símbolos Usuarios Artefactos legales

Componentes emotivos Sentimientos

Valores Motivaciones compartidas

Ahora, se entiende por VUM aquella vivienda que cuenta con “espacio independiente y separado, habitado o destinado a ser habitado por una o más personas, donde simultáneamente se combinan los usos de vivienda y de actividad económica, sin tener independencia ninguno de los dos” (DANE, 2004), accediendo por la misma puerta; lo cual le confiere una cualidad polivalente, pues constituye tanto el hábitat residencial esencial de la familia, como el lugar de trabajo para muchos de sus integrantes, además del sistema técnico de producción en el que se sustenta la misma economía doméstica. La VUM es fenómeno contemporáneo complejo que también puede ser visto en perspectiva histórica. Dicha condición polifuncional de la vivienda no es nueva y por el contrario el uso mixto es una característica histórica recurrente de la vivienda premoderna en todas las épocas y latitudes, para ilustrarlo baste citar la descripción de un proceso de adaptación de un patrón de vivienda en un contexto próximo: “el colono trae de las laderas el modelo de la casa rural con espacios de trabajo, de secado o de almacenaje en el corredor bajo amplio alero, convertible a la hora del descanso en galería para sentarse, charlar o divisar; llegando al pueblo, con cambios menores, la adapta y transforma en modelo urbano” (Aprile-Gniset, 1991).

Tanto la vivienda tradicional como la vivienda informal contemporánea encarnan una esencia del habitar al potenciar sinergicamente la satisfacción de múltiples necesidades humanas. Las Viviendas de Uso Mixto VUM constituyen un fenómeno de amplia magnitud a nivel nacional, pues se reporta que de los 4.8 millones de trabajadores informales contabilizados en las zonas urbanas en Colombia en 2005, un poco más de 900 mil laboran en su vivienda y 760 mil trabajan en otras viviendas. Lo que sumado equivale a una tercera parte de la población trabajadores informales. Así mismo a nivel local en el AMCO se cuenta con 7.111 unidades económicas con emplazamiento en las viviendas, lo que constituye el 30% del total de establecimientos económicos del territorio, de las cuales más del 85% están ubicadas en estratos 1, 2 ó 3 (Cuadro 2).


Seminario Internacional PROCESOS URBANOS INFORMALES Cuadro 2. Síntesis de indicadores de VUM en el AMCO INDICADOR NUMERO Total población AMCO (2004) 507.927 Población en VUM en el AMCO 43.092 Total viviendas 114.604 Número de VUM 7.111 VUM en estratos 1,2 y 3 6.954

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PORCENTAJE 100% 8.5% 100% 6% 85%

Partiendo de ciertos resultados inquietantes del recuento de hogares del DANE, respecto al alto numero de VUM en el AMCO, la UCPR desarrolló una investigación en asocio con otras instituciones, la cual fue financiada por Colciencias, que indagó sobre los efectos e impactos económicos, sociales y ambientales de los hogares que habitan la Viviendas de Uso Mixto -VUM- en el AMCO- (Arango, 2006), a fin de plantear recomendaciones para una política integral de vivienda de interés social y desarrollo territorial. En la investigación realizada se recurrió a la aplicación de 600 encuestas a familias ubicadas en los estratos 1,2 y 3 de Pereira, Dosquebradas y la Virginia, partiendo del soporte metodológico de las encuestas sociales y de hogares que realiza el DANE; además se efectuaron 28 estudios de caso en familias con unidades económicas en sus viviendas. Se empleó una metodología de análisis por variables, para identificar algunos de los impactos ambientales, socioeconómicos y territoriales de las VUM, clarificar el origen de las viviendas y las unidades económicas, los motivos de las familias para habitarlas y los niveles de satisfacción. Paralelamente se realizaron diferentes talleres de trabajo contando con la participación de voceros de la comunidad, instituciones encargadas de la vivienda, ONGs y otros académicos, para realimentar la investigación. Una mirada crítica de los resultados investigativos permite concebir la VUM como un sistema socio-técnico abierto, con ciertas condiciones o atributos característicos el cual genera salidas, externalidades e impactos ambientales, socioeconómicos y territoriales en el entorno y cuyas dinámicas y relaciones urbanas dan cuenta de un proceso de construcción social. Algunos de los resultados obtenidos más relevantes son: La emergencia de las VUM es un proceso urbano informal. Al constatar el tipo y origen de las VUM se concluye que son construcciones sociales, producto de la propia iniciativa de las familias más que de ofertas privadas e intervenciones estatales planificadas. Sus raíces están relacionadas con formas de autoconstrucción y procesos de invasión. El 80% de estas viviendas se han construido sin la participación del Estado y solo el 17% ha tenido origen en procesos de urbanización o de planes de vivienda con oferta del sector privado. Respecto a su carácter informal es significativo además que el 85% de las unidades económicas establecidas en las viviendas no poseen registro mercantil, así mismo el 96% no pertenece a gremios ni esta interesado en hacerlo. Es notable que las VUM surgen recurrentemente en la medida en que tengan un contacto directo con el espacio público, especialmente la calle, lo cual indica que es justamente en el tejido urbano tradicional de predio a predio y manzana donde pueden surgir de manera natural, pues en nuevas formas de agrupación como los condominios y conjuntos cerrados, no se da la vitalidad urbana necesaria para que dicho modelo pueda surgir y


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sostenerse en el tiempo, a pesar de lo cual, también se encuentran algunas tipologias de VUM. Gran parte del as VUM se ubican en casas aunque ya se cuenta con un 28% de unidades ubicadas en apartamentos. La actividad económica prima sobre la función de vivienda. Respecto a la mezcla de usos pudo constatarse que las viviendas se transforman para dar cabida a la actividad económica, sacrificando los espacios sociales. Así, la sala es el espacio que más se transforma en el sitio para dar cabida a la unidad económica (59%); el 43% de las VUM carecen del segundo espacio social: el comedora, adicionalmente, del 57% de las viviendas que si cuentan con este espacio, el 7% lo destinan para la actividad económica, generando unas condiciones inadecuadas para la convivencia y la sociabilidad de la familia. El 52% de las VUM cuentan con uno o dos cuartos. De ellas el 4% destinan el único cuarto disponible para atender la unidad económica. Si se trata de viviendas que no disponen de cuarto para dormir porque lo han desplazado por necesidades de orden económico. El 10% de los hogares que habitan VUM se encuentran en condiciones de hacinamiento. En los establecimientos en donde se procesan alimentos, la cocina cumple una doble función tanto para de elaboración de alimentos para el hogar, como para satisfacer la demanda de la actividad económica. Aun así las familias que las habitan deciden mantener el doble uso, a costo de menores espacios para las relaciones familiares, para la privacidad o el esparcimiento, en otras palabras, aun a costa de su propia calidad de vida. Las VUM son parte constitutiva de la economía, no marginales. Se pudo constatar que existe una unidad doméstica de economía popular (Coraggio, 1993) presente en la VUM. Las unidades económicas emplazadas en las viviendas del AMCO pueden concebirse no como formas premodernas marginales a la economía, sino como un subsistema económico (economía popular) vinculado a la economía global. Además de sus relaciones con el resto de la economía, fundamentalmente como mercado para sus productos, la economía de las VUM tiene dos niveles de intercambio internos: la compraventa de bienes y servicios y la contratación del fondo de trabajo de los hogares que habitan esas viviendas. Sin embargo, enfrenta problemas de estabilidad, informalidad, escasa asociatividad, capacidad de gestión y productividad, entre otras. Predominio de actividades económicas terciarias. En lo que respecta a la clasificación por actividad económica, predominan las actividades terciarias pues según el recuento, el 64% de las unidades económicas emplazadas en las viviendas del AMCO, desarrolla actividades comerciales, el 21% se dedica a la prestación de servicios y el 15% a actividades de tipo industrial. Limitado aporte a la economía familiar. Respecto a su aporte a la economía familiar, el 65% de las unidades comerciales obtienen ganancias superiores a un salario mínimo; mientras que solo el 46% de las unidades industriales y de servicios obtienen dicha ganancia.


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Bajo uso del sistema crediticio. Se presenta aversión o restricción de acceso al crédito tradicional pues el 82% utilizó recursos propios para el montaje del negocio y solo el 3% contó con el sistema bancario. Inexistencia de redes sociales formales Las VUM se relacionan poco o nada entre ellas. No conforman redes de intereses comunes y tampoco comparten iniciativas para la construcción de bienes públicos. Ausencia de oferta. No se encontraron ofertas gubernamentales o privadas de vivienda que permitan el funcionamiento de establecimientos económicos en su interior o que lo empleen como una estrategia de mercadeo. Ante la evidencia histórica y empírica se debe reconocer la condición natural de la vivienda popular como unidad productiva o lugar para habitar y trabajar, lo cual demanda de los agentes gubernamentales la generación de políticas habitacionales integrales para las VUM y la implementación de estrategias para impulsar su generación, desarrollo y mejoramiento en condiciones de calidad.

APLICACION DE LA EXPERIENCIA EN LA ACADEMIA El hecho de haber caracterizado las VUM en el AMCO, y la convicción de que los arquitectos así como otros profesionales y técnicos vinculados con la vivienda como objeto de estudio tienen mucho que aportar en la generación de propuestas viables, se comenzó en el Programa de Arquitectura de la UCPR a implementar en los procesos de enseñanza una mirada multidimensional de la vivienda y se abordó en la tercera fase de formación el encargo explícito de diseñar VUM para diversos estratos, llegando al final a la creación de un colectivo académico interdisciplinario, denominado “Laboratorio de vivienda y tecnologías apropiadas”, cuya operación ha permitido el desarrollo proyectual y la articulación de los saberes de la Arquitectura con los del Diseño Industrial. Como base teórica se ha recurrido a los desarrollos del Movimiento del Nuevo Urbanismo y los conceptos de apropiación y transferencia tecnológica, protoarquitectura, flexibilidad y apropiación, entre otros. Protoarquitectura. La protoarquitectura se entiende como la intención proyectual “de atinar con lo primordial como condición necesaria del habitar” (Serrano, 2003), para permitir que el proyecto, en este caso la vivienda, pueda adecuarse en el tiempo a las requerimientos de los habitantes, uno de las cuales, es la incorporación de espacios económicamente productivos. La protoarquitectura, dentro de la concepción del hábitat, equivale a dejar hacer, lo cual lleva consigo además de la conciencia social y cultural, una conciencia ambiental, “implica un proceso indefinido que no concluye cuando lo construido se pone en servicio; por ello es fundamental considerar la vida útil de los materiales y elementos utilizados: duración, modo de envejecimiento, mantenimiento, limpieza, reparación o reposición, reutilización, reciclaje (...)” (Serrano, 2003).


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El concepto de protoarquitectura apunta a generar viviendas que reconozcan la diversidad de los futuros usuarios, así como las condiciones cambiantes de las familias que habrán de habitarlas, por ello incorporan los conceptos de flexibilidad y adaptabilidad que, en muchos casos, se traduce en proyectos arquitectónicos inacabados por parte de los agentes inmobiliarios, para dar paso a la personalización y apropiación cultural por parte de los habitantes. Se espera que los nuevos profesionales involucren en sus conocimientos y actitudes profesionales la preocupación por la vivienda como un hecho complejo multidimensional que debe ser pertinente con las condiciones socioeconómicas y culturales del país.

CARACTERIZACION DE UN MODELO DE DESARROLLO A ESCALA HUMANA En discursos dominantes del desarrollo se asocia la eficiencia a “la conversión del trabajo en capital, a la formalización de las actividades económicas, a la incorporación indiscriminada de tecnologías de punta y, por supuesto, a la maximización de las tasas de crecimiento”. El desarrollo consiste para muchos en alcanzar los niveles materiales de vida de los países más industrializados, para tener acceso a una gama creciente de bienes (artefactos) cada vez más diversificados. La pregunta por el desarrollo y su invariante relación con la calidad de vida se responde en estos términos: “el mejor proceso de desarrollo será aquel que permita elevar más la calidad de vida de las personas. (…) La calidad de vida dependerá de las posibilidades que tengan las personas de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamentales.” (Max-Neef, 1986, 25) Los modelos tradicionales de desarrollo se centran en el crecimiento, y sus indicadores son externalidades de los procesos y fenómenos sociales pues suelen referirse a la acumulación de objetos y artefactos. Así que Max-Neef (1986) emprendió la búsqueda de un modelo alternativo de desarrollo centrado en las personas: “La persona es un ser de necesidades múltiples e interdependientes. Las necesidades humanas deben entenderse como un sistema en el que ellas se interrelacionan e interactúan. Simultaneidades, complementariedades y compensaciones son características propias del proceso de satisfacción de las necesidades.” El desarrollo a escala humana se sustenta en tres pilares fundamentales: satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, generación de niveles crecientes de autodependencia y articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza. Partiendo de las premisas de que “las necesidades humanas fundamentales son pocas, delimitadas y clasificables”, y que “las necesidades humanas fundamentales son las mismas en todas las culturas y en todos los períodos históricos. Lo que cambia a través del tiempo y de las culturas es la manera o los medios utilizados para la satisfacción de las necesidades”, Max-Neef (1986) combina dos criterios para dividir las necesidades humanas: según categorías existenciales y según categorías axiológicas, esto deriva en


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la elaboración de una matriz genérica de necesidades que permita reconocer los satisfactores para cada cultura (ver Cuadro 3):

Necesidad Subsistencia Protección Afecto Entendimiento Participación Ocio Creación Identidad Libertad

Cuadro 3. Matriz de necesidades y satisfactores Ser Tener Hacer

Estar

Desde su concepción, el autor ha aplicado su metodología en diversas localidades y ante distintos grupos humanos, diligenciando la matriz con la comunidad, para identificar sus potencialidades y temores, lo que en últimas permite caracterizar su cultura, puesto que “cada sistema económico, social y político adopta diferentes estilos para la satisfacción de las mismas necesidades humanas fundamentales”, constatando que según la cultura, las necesidades son las mismas, pero lo que cambia es la cantidad y calidad de los satisfactores elegidos así como las posibilidades reales de tener acceso a los mismos. Los satisfactores no deben confundirse con los bienes económicos disponibles, más bien pueden ser definidos como representaciones o formas de ser, tener, hacer y estar que contribuyen a la satisfacción, realización, o actualización de las necesidades humanas. Los satisfactores pueden incluir, entre otros, “formas de organización, estructuras políticas, prácticas sociales, condiciones subjetivas, valores y normas, espacios, comportamientos y actitudes; todas en una tensión permanente entre consolidación y cambio”. Por su parte, los bienes económicos “son objetos y artefactos que permiten afectar la eficiencia de un satisfactor, alterando así el umbral de actualización de una necesidad, ya sea en sentido positivo o negativo”. (Max-Neef, 1986, 35, 41) Max-Neef (1986, 26) sostiene que “no existe una correspondencia biunívoca entre necesidades y satisfactores”, lo que quiere decir que un satisfactor puede contribuir simultáneamente a la satisfacción de diversas necesidades, y así mismo, una necesidad puede requerir de diversos satisfactores para ser satisfecha. Esto da lugar al concepto de satisfactores sinérgicos, los cuales como aquellos que, “por la forma en que satisfacen una necesidad determinada, estimulan y contribuyen a la satisfacción simultánea de otras necesidades” (Max-Neef, 1986, 45), uno de cuyos atributos es el de ser contrahegemónicos pues revierten racionalidades y procesos de dominación y enajenación como la competencia y la coacción. La VUM es un satisfactor sinérgico, pues además de satisfacer naturalmente las necesidad de subsistencia y protección en el ser, en el tener, en el hacer y en el estar, estimula la satisfacción de las necesidades de afecto, ocio, creación e identidad, pues constituye el lugar en donde se tejen los vínculos familiares, se generan espacios lúdicos, se trabaja y se produce creativamente y además permite reafirmar la identidad al expresar


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los propios gustos y preferencias estéticas. Esta por verse como puede además potenciar la realización de las necesidades de entendimiento, participación y libertad. La ausencia de políticas y estrategias claras, sumado a las condiciones de precariedad, lleva a las familias que habitan las VUM en conjunto y a los miembros que las componen a buscar respuestas en seudo- satisfactores y satisfactores destructores como la drogadicción, el pandillismo, el contrabando, la delincuencia organizada, las milicias urbanas entre otros. En el caso de la vivienda y en especial de la VUM, los patrones son evidencia de cómo satisfacer necesidades. “La gente, actuando como agentes locales inteligentes, debe aplicar métodos que han evolucionado exitosamente por milenios desarrollando casas que sean propiedad del usuario – como parte de la producción de comunidades sanas construidas por los residentes.” (Salingaros, 2006, 6) No es realista pensar en una transformación radical del sistema de producción de viviendas, pero se puede intentar desarrollar una estrategia que combine aspectos del trabajo dentro del sistema y su reforma del sistema desde el exterior. En armonía con los planeamientos de Max-Neef (1986), se propone adoptar unos criterios de referencia para abordar la VUM como modelo alternativo de desarrollo. Humanización. En las sociedades formalizadas moderna y contemporánea, inmersas en un discurso dominante eficientista en el que la racionalidad económica es lo fundamental, la vivienda se entiende como un artefacto, un bien económico de consumo, producido por agentes especializados (urbanizadores formales y constructores) y diversificado en virtud de las demandas de un grupo objetivo de mercado (target), desdibujando su función como satisfactor de necesidades genuinas y adquiriendo un carácter de objeto alienante en tanto fin en si mismo. Se pretende trascender dicha racionalidad económica convencional, para comprometer al ser humano en su totalidad y “construir una filosofía y una política de desarrollo auténticamente humanistas.” (Max-Neef, 1986) La humanización consiste en la superación de los fines productivos y utilitarios propios de la eficiencia centrada en los artefactos y aproximarse a la generación de las sinergias que permite la subordinación de satisfactores y bienes económicos a la actualización y potenciación de las necesidades humanas; pasar de la preocupación central por el objeto, a la preocupación esencial por la persona, el ser humano; y pasar de la lógica del producto a la lógica del proceso en el que el usuario y futuro habitante participa activamente.

Sinergia económica. Es necesario dar un paso de la autogestión a la cogestión, pues los limitados recursos a los que suelen acceder lo propietarios suelen ser insuficientes para cualificar la vivienda a unos niveles admisibles de habitabilidad. Entonces la cogestión se perfila como el mecanismo apropiado para generar sinergia económica, se requiere un modelo que permita multiplicar los recursos, garantizando que cada cual aporte o se desempeñe en lo que hace mejor.


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La dificultad radica en que “los bancos, el gobierno y las compañías constructoras se encuentran cautivas por las economías de escala y son menos sensibles a las economías del lugar y a la diferenciación necesaria para reparar un vecindario” (Salingaros, 2006, 40). Por ello se requiere un cambio en las representaciones sociales de los agentes públicos sobre el valor que tiene en el desarrollo local la generación de proyectos de pequeña escala en contraposición con los macro-proyectos aparentemente eficientes desde el punto de vista de la gestión y ejecución. Contribuye a ello el reconocimiento de los factores de ganancia social como un valor superior al lucro económico individual de los dueños de la tierra, los banqueros, los urbanizadores y los constructores. Para generar sinergia económica podrán adoptarse las siguientes estrategias: •

Conformación de sociedades de economía mixta, como el modelo FOREC, para agilizar los trámites burocráticos propios del sector público. Involucrar a las Ong’s, para garantizar la conformación de tejido de redes sociales laborales y productivas. Así como redes de cooperación cívica.

Emisión de políticas y reglamentación estatal para promover sistemas de financiamiento que permitan operar los micro-créditos, como respuestas diferenciadas adaptadas a las capacidades y necesidades de cada familia. Ej ong italiana.

Así mismo es necesaria una educación financiera, la cual consistente en generar espacio socio-académicos de aproximación y negociación de agentes locales y nacionales, de la economía informal y formal, para valorar las practicas económicas tradicionales de intercambio o trueque de bienes y servicios, referidos a materiales de construcción, mano de obra, honor.

Construcción social y adaptabilidad. Ha quedado probado el desenfoque y a la postre, la ineficacia de los planes, programas y proyectos estatales de vivienda, concebidos de arriba hacia abajo con enfoques asistencialitas y a veces politiqueros. La vivienda, como el hábitat es un proceso de construcción colectiva, y en la medida en que el usuario habitante participe mas ampliamente en su concepción y construcción, se garantiza su topofilia o pertenencia, para que finalmente se teja una relación socio-afectiva y que ame su casa y su vivienda como su hábitat esencial. La noción de adaptabilidad parte del reconocimiento de la dimensión temporal y la condición cambiante de la familia y sus miembros para hacer de ello una condición de diseño. “De este modo, los procesos “de abajo hacia arriba” permiten el desarrollo orgánicamente, aunque dirigidas por ciertas restricciones basadas en experiencias previas. Por otro lado, las intervenciones “de arriba hacia abajo” deben realizarse cuidadosa y experimentalmente (esto es, con retroalimentación), permitiendo más interacción con los procesos “de abajo hacia arriba” de menor escala.” (Salingaros, 2006, 5). La estrategia de construcción social y adaptabilidad demanda dos estrategias adicionales para garantizar su realización: Conformación de redes y la valoración de tipos y patrones. Conformación de redes.


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Un desarrollo humano integral implica el desarrollo comunitario, por ello debe potenciarse la conformación de redes, sean estas gremiales (de constructores o de artesanos), o territoriales por vecindad (la calle, la cuadra, el barrio o el sector). Se trata de fortalecer los vínculos sociales a partir de la identificación de condiciones culturales, económicas o étnicas comunes de los habitantes y trabajadores, sumada a la localización en un territorio común. Urbanismo social. Ante la precariedad e insuficiencia de área disponible para desarrollar las funciones vitales al interior de las viviendas se impone la necesidad de cualificar el entorno inmediato, así que tanto en los nuevos proyectos de vivienda social como en la actuaciones urbanísticas mediante tratamientos de consolidación, redesarrollo y renovación urbana es necesario, además de cualificar la infraestructura de servicios básicos -tradicional preocupación de lo gobiernos-, generar mas y mejores espacios públicos, equipamientos colectivos y sistemas de transporte. Replicabilidad. Un modelo es mejor si puede ser adoptado en o adaptado para otro contexto espaciotemporal, por ello, es deseable una condición de replicabilidad o transferibilidad del mismo, para su amplificar su efecto en favor del desarrollo y la calidad de vida para el ser humano. Esto es especialmente cierto en el mundo contemporáneo en el que las situaciones son cambiantes, lo cual demanda de unas condiciones amplias de flexibilidad. Se plantea hasta aquí un primer esbozo de propuesta, que integra los aciertos propios de las VUM tradicionalmente conformadas con las posibilidades que abren los paradigmas contemporáneos del constructivismo social y la complejidad de los sistemas. Corresponde a las comunidades académicas interesadas en el desarrollo, generar redes de trabajo e investigación sobre las múltiples dimensiones de las VUM, que involucren a las organizaciones populares de vivienda y otros actores locales, para constatar que la vivienda de uso mixto es un modelo de desarrollo a escala humana.

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