XIVJORNADASDELAAFRUC

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¿CÚANDO LLEGARÁ EL MOMENTO?... CARTERA DE SERVICIOS FARMACÉUTICOS Hace más ó menos un año, participé como ponente en unas Jornadas organizadas por el COF de Sevilla donde uno de los temas a tratar era exactamente éste, el de la cartera de servicios y el cambio de modelo retributivo. Entonces, y a modo de reflexión, escribí un artículo que se titulaba: ¿Cuándo llegará el momento? y es que el tema está ya de por sí muy “manido” ante la falta de concreción del mismo. Nada es inmutable, todo evoluciona, y la propia profesión farmacéutica no puede ser menos. Nuestra profesión surgió en la Edad Media por delegación de una de las funciones que realizaban los médicos -ya sea por desinterés ó comodidad suya-, la elaboración de medicamentos. Tras un aprendizaje tutelado en todo momento por los médicos se reglaron los estudios hasta introducirlos en la Universidad. A principios del S. XX, superamos uno de los momentos más convulsos de nuestra historia más reciente, la disputa con los drogueros por la exclusividad de la venta y distribución de las “drogas” y de los productos necesarios para su fabricación, de la que surgió el término dispensación como garantía adicional al acto de entrega del medicamento y que contribuyó a la creación de las cooperativas de distribución que permitieron abastecer los medicamentos, en condiciones de igualdad, a todas las OF, dando lugar posteriormente a la principal base sobre la que se asienta este Modelo de Farmacia, su CAPILARIDAD. Salimos victoriosos de esta disputa y reforzados como profesionales expertos en el medicamento pero de nuevo nos temblaron las piernas cuando los primeros medicamentos comenzaron a ser fabricados a nivel industrial, lo que de nuevo fue considerado como una amenaza porque usurpaba la labor principal del farmacéutico hasta entonces. Si algo podemos extraer de estos momentos convulsos es, por un lado, que para llegar hasta lo que hoy es la profesión farmacéutica fue necesario sobreponerse a las adversidades y para ello hubo que cambiar las condiciones naturales ó las reglas del juego vigentes. Por otro que esta evolución siempre se apoyó en nuestro principal valor, el conocimiento que nos faculta como agentes de salud expertos en el medicamento.


La Historia más reciente ha coincidido en el tiempo con logros sociales como la Seguridad Social y su universalidad en el acceso a las prestaciones, a lo que añadiremos la regulación de establecimiento del sector, estimulada desde las Administraciones con el objetivo de extender la asistencia del servicio farmacéutico y que hizo accesible el medicamento a cualquier persona con independencia de donde ésta viviera. Estos circunstancias han generado unas condiciones ventajosas que se vieron alimentadas durante unos años con incrementos en el gasto farmacéutico a ritmo de dos dígitos anuales que han contribuido a generar en el colectivo una apatía que bebe de una idílica fuente cuyas aguas nos decían que nada cambiaría, y que conste que no lo critico porque nadie piensa en cambiar nada cuando le va bien, es más, nadie suele pensar cuando está enamorado ó se encuentra embriagado de felicidad. Pero hemos despertado de este sueño plácido, ya hemos visto que los fondos no son infinitos y la Administración comenzó también hace ahora ya diez años a “cuadrar las cuentas” aplicando medidas de contención de gasto en un intento por darle freno. Una serie de medidas de contención centradas en la disminución del precio de los medicamentos que, si bien eran justificables entonces, a día de hoy, merecerían un riguroso análisis para intentar buscar vías que permitan realizarlas de forma proporcional sin poner en riesgo el servicio que actualmente se presta, ya que, no todas las OF somos iguales y muchas de ellas, las que mejor servicio suelen prestar, se encuentran ya al límite, si no lo ha pasado ya. Aún así, siempre me gusta mirar las cosas desde diferentes puntos de vista y realizar diferentes enfoques con idea de analizar todas las perspectivas, y en este sentido, en el de los recortes, quiero lanzar una reflexión, ya que, podemos entender la actitud de la Administración como un ataque frontal a un “estilo de vida ó de trabajo” ó podemos entenderlo como una “invitación” al cambio y una oportunidad de construir un nuevo futuro, algo que como hemos visto, no es nuevo porque ya lo hemos hecho en otras ocasiones a lo largo de la Historia. Todo esto bien podría resumirse en la frase de Miguel de Unamuno:

El progreso consiste en el cambio Miguel de Unamuno (escritor y filósofo)

Aún así, todavía habrá quien se pregunte: ¿Por qué hemos de cambiar? Desde un punto de vista estrictamente económico debería ser suficiente echar la mirada atrás y ver cómo han disminuido nuestros ingresos y cómo se prevee que disminuyan más.


Desde un punto de vista estrictamente profesional, porque nuestra labor profesional se ha quedado estancada en la mera dispensación. Porque nos hemos apartado tanto de los médicos que al final hemos quedado confinados en nuestras boticas, ahogados en trámites burocráticos y con la única función de gestionar un stock de medicamentos al quedar liberados de tener que fabricarlos. Dependemos de sus prescripciones y se ha generado un recelo profesional en lugar de ser copartícipes a la hora de trabajar de forma conjunta por y para mejorar la salud de nuestros pacientes. Porque el actual sistema retributivo contribuye a frenar nuestro desarrollo profesional porque hace ganar más a los mejor ubicados, lo que sumado a las medidas de contención de gasto en medicamentos empujan a estos compañeros a explorar nuevas vías de obtención de ingresos que se alejan de lo que debería ser nuestra labor profesional. Porque en definitiva, las condiciones han cambiado, y entre ellas cómo se gestiona la salud. Los fondos son limitados, la esperanza de vida ha aumentado y con ella los pacientes polimedicados. Éstas y otras cuestiones más exigen una respuesta profesional mediante nuestra adaptación a las nuevas exigencias de la sociedad y de las Administraciones. Nuestra principal amenaza para no afrontar este reto del que depende nuestro futuro profesional es continuar manteniendo la venda en los ojos, pensar que esta situación es coyuntural y que, una vez pase la crisis, todo volverá a ser como antes, porque cuando nos demos de bruces con la realidad descubriremos que ya es demasiado tarde y el colectivo, la profesión en definitiva, tendrá sus días contados. Necesitamos reinventarnos, dar respuesta a estos nuevos retos que la Sociedad y las Administraciones nos reclaman, de forma que seamos capaces de configurar un conjunto de actividades, atractivas a la sociedad y por supuesto a las Administraciones para que decidan que es conveniente pagarlas. Este conjunto de actividades ó labores profesionales es lo que constituiría la tan traída y llevada cartera de servicios, el futuro profesional de la farmacia. Existen aún nichos de actuación profesional que han de ser explorados y que, si nosotros no lo ocupamos, otros vendrán a hacerlo, porque la necesidad del servicio está ahí. Obviamente, implantar una cartera de servicios, exige demostrar que son útiles y deseables y tarificarlos, retribuirlos, y visto el escenario económico actual y hablando claro, esto ha de conllevar una reforma del sistema de retribución del farmacéutico que conduzca a una redistribución de lo que hasta ahora se paga. El futuro del farmacéutico pasa por apoyarse en nuestro principal aval, el conocimiento, y retomar su senda profesional y potenciarla en detrimento de su faceta comercial.


La interrelación con el resto de agentes de primaria será fundamental y conllevará la potenciación del primer eslabón de acceso a la sanidad, pero para esto también se necesita el compromiso y la apuesta de las Administraciones por la atención primaria, no como una barrera de acceso a la Sanidad y un lugar donde se despilfarran los fondos sino como la puerta de entrada al sistema sanitario que puede funcionar actuando en actividades de prevención de la salud, evitando ingresos hospitalarios y visitas innecesarias a los centros hospitalarios donde el gasto se incrementa al intervenir un mayor número de profesionales y de pruebas diagnósticas. Quizás la mejor frase que puede definir esta reflexión sería:

“Invertir” en primaria es “ahorrar” en hospitalaria algo difícil de asimilar pero que permitiría avanzar en este terreno. Pero para llegar a hacer todo esto, los que primero tenemos que ponernos de acuerdo somos nosotros los farmacéuticos, sería deseable y necesario realizar una nueva Concordia a imagen y semejanza de la que tuvo lugar en Barcelona y que celebrará en octubre su 500 aniversario. Este hito histórico constituyó un ejemplo de visión colectiva de la profesión y de apuesta de futuro, los compañeros de Barcelona primero, y luego los del resto de Cataluña, hace 500 años y por propia decisión llegaron al acuerdo de que había que consensuar y homogeneizar la composición y los métodos de fabricación de los remedios que cada uno elaboraba como Dios le dió a entender. En aquel momento, aunque hace mucho tiempo y lógicamente ninguno de los aquí presentes estábamos allí, no sería muy complicado imaginar que los más famosos ó reconocidos no tendrían mucho interés en compartir la “fórmula” que les daba prestigio, clientela y por supuesto, beneficios, pero entendieron que era mucho mejor para el prestigio de la profesión, de todo el colectivo, llegar a ese acuerdo porque al final ganarían todos.

En un mundo superior, puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir es cambiar, y ser perfecto es haber cambiado muchas veces. John H. Newman, cardenal y escritor británico (1801-1890) Hay que buscar cada día la excelencia a nivel profesional porque es nuestra garantía de futuro y experiencias como las desarrolladas por la AFRUC a lo largo de estos 14 años dan buena muestra de ello. A los que empezamos en esto y aspiramos a crear una corriente de opinión que


empuje a la profesión a seguir este camino vuestro trabajo nos ilustra y constituye el mejor de los ejemplos. Ha sido todo un honor para mí recibir vuestra invitación a participar en estas Jornadas y sin más, quedo a vuestra disposición para cualquier pregunta que estiméis oportuna. Moltes graciès per la vostra atenció


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