Aportes andinos a nuestra diversidad cultural

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Aportes andinos a nuestra diversidad cultural. Capítulo 1. La civilización andina

indígenas, desde el Pop Wuj de los Quiché en adelante. La principal novela de Miguel Ángel Asturias, el escritor guatemalteco premiado con el Nobel, se titula justamente Hombres de maíz. El período clásico tardío de esta civilización (800-1200 d. C.) corresponde a su fase V. El surgimiento en dicho período de otro centro urbano, Huari, emplazado a 725 km al noroeste de Tiahuanaco, y a sólo 25 de la actual ciudad peruana de Ayacucho, dio lugar a la conquista de territorios vecinos, que llegó a unir políticamente a las culturas regionales del clásico. Hacia el siglo IX, Tiahuanaco-Huari había uniformado ya a gran parte de los Andes Centrales. Tanto en la cerámica como en los tejidos se repiten los motivos de la Puerta del Sol. Si bien esta expansión fue en buena medida cultural y comercial, sin rechazo a las creencias religiosas de los otros pueblos, cuyos dioses eran sumados a su panteón, no se puede menoscabar el plano militar Hoy se estima que el poderío de Huari debió afirmarse en un fuerte ejército, que le permitió extenderse hacia la costa y el norte cuando la presión demográfica lo impulsó a ello. Pero aún se preguntan los arqueólogos si Tihuanaco-Huari llegó a conformar un imperio, y de ser así, qué ciudad fue su capital. Por lo pronto, la total ausencia de fortalezas avala el hecho de que Tiahuanaco y Huari no fueron Estados rivales, sino asociados, y por eso se los une con un guión. A través de Huari, Tiahuanaco influyó culturalmente sobre gran parte de los Andes Centrales, convirtiendo a las aldeas que se movían en un universo mágico-religioso en centros urbanos con un marcado sello secular. En lo técnico, entre otros aportes, difundió el uso del bronce en los Andes Centrales. Pachacamac, en las cercanías de Lima, y Cajamarca, en el valle de Marañón, parecen haber alcanzado el nivel de Huari, como provincias cabeceras de este proceso civilizatorio.

8. Las culturas del Posclásico

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Los Chimú La última etapa del desarrollo evolutivo en los Andes Centrales va desde la ruptura del llamado horizonte Tiahuanaco hasta la conquista española, o sea, de 1200 a 1533. En la fase temprana de este período se observa un lento alejamiento de la influencia de Tiahuanaco en las culturas regionales, que van de a poco recuperando sus antiguos estilos y tomando el control político pleno de su territorio, lo que provocó numerosas guerras entre los señoríos. La fase tardía corresponde a la expansión y afianzamiento del Estado Inca. En la fase temprana, los intercambios comerciales alcanzaron un gran desarrollo. Se sabe que buena parte de los caminos hoy englobados bajo el nombre de “Caminos del Inca” comenzaron en este tiempo. En dicha fase, entre los años 1000 y 1200 de la era cristiana, se desarrolló en la Costa Norte del Perú el reino Chimú, cuya prestigiosa capital fue Chan Chan. A los rasgos locales, añade la vieja herencia mochica y la más reciente influencia Tiahuanaco-Huari. De un simple conjunto de aldeas, los Chimú se convirtieron en un Estado poderoso, que se expandió hacia el norte y el sur del Valle de Moche. El centro cívico de Chan Chan ocupa 2 km2, mientras que sus construcciones aledañas

La llamada “Huaca del Dragón”, uno de los más importantes templos de Chan Chan, donde se observan sus frisos ornamentados.

cubren un área de 18 km2. En el plano urbano, representa la más grande ciudad del Perú antiguo, construida con adobes. Cada una de las diez o doce divisiones de su trazado contaba con un recinto ceremonial, un mercado, talleres, depósitos de agua y jardines públicos. En muchos de sus muros se observa todavía una decoración en bajorrelieve, confeccionada al parecer con moldes. La ciudad en sí no estaba fortificada, aunque se montaron fortalezas importantes en la frontera sur del reino, así como numerosas instalaciones militares, destinadas por lo común a proteger las tomas de los canales de riego, para resguardar la distribución del agua, una llave fundamental de poder de los señores sobre la población campesina. Se supone que este reino tomó su dimensión imperial hacia el año 1370, extendiéndose desde Tumbes a Lima. Los orfebres de Chan Chan fundían el oro, la plata, el cobre y el bronce, produciendo con dichos metales recipientes, utensilios, máscaras, joyas y otras obras de arte, a las que se considera lo más representativas de esta civilización y las más célebres del Perú antiguo. Cabe señalar que los Chimú heredaron la metalurgia de

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