Natural de Jaén. Luis Berges Roldán. Arquitecto

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EDICIÓN: Servicio de Publicaciones, © 2014. Universidad de Jaén Colección Natural de Jaén - Fundaciones Culturales, Vicerrectorado de Extensión Universitaria, Deportes y Proyección Institucional. Universidad de Jaén EDITOR COORDINADOR: José Ángel Marín Gámez TEXTOS: Manuel Parras Rosa Jacobo Berges Torres Miguel Ángel Berges Casas Luis Berges Roldán ENTREVISTA: Manuel Mateo Pérez TRANSCRIPCIÓN ENTREVISTA: Manuel Mateo Pérez IMÁGENES PORTADA, CONTRAPORTADA, INTERIOR Y GUARDAS: Luis Berges Roldán, colección de dibujos y acuarelas del autor FOTOGRAFÍAS ENTREVISTA: Studiosur Producciones S. L. DISEÑO: Luis Berges Roldán, Manuel Mateo Pérez y José Ángel Marín Gámez IMPRESIÓN: Gráficas La Paz de Torredonjimeno, S. L. ISBN: 978-84-8439-817-2 Depósito legal: J-3-2014 © De los textos sus autores © De las ilustraciones, planos y dibujos: Luis Berges Roldán Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, sus ilustraciones o distintos contenidos, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna por ningún medio o procedimiento, sin la autorización escrita de los titulares del copyright y sin el permiso previo del editor.


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Luis Berges Roldán

La Universidad de Jaén y el Proyecto Natural de Jaén

Continuamos con esta obra la andadura del Proyecto Natural de Jaén, que como es sabido tiene como objetivo, en primer término, el reconocimiento de personas destacadas por su trayectoria en alguno de los ámbitos del conocimiento, la ciencia, las artes o las letras. Bien es cierto que el reconocimiento no es un fin en sí mismo, sino una consecuencia que a veces tiene lugar felizmente como fruto del trabajo continuado y del esfuerzo sostenido a lo largo del tiempo. Por otro lado, el reconocimiento puede ser una valiosa herramienta estratégica. A su través los cambios de mentalidad no parecen imposibles y el derrotismo puede ser vencido, como es el caso, apreciando que otros semejantes nuestros y pertenecientes a nuestra comunidad han logrado cotas de excelencia armados de formación y tenacidad. Para mi tengo que quizá se podría hablar de la cultura del reconocimiento como un indicador del avance colectivo a través del devenir individual. El Rectorado de la Universidad de Jaén comenzó a impulsar esta idea desde la lógica del compromiso

decidido con nuestra provincia y con su desarrollo, y hoy el Proyecto Natural de Jaén es una realidad que tras adquirir la cualidad de Marca Nacional distingue al arquitecto Luis Berges Roldán (Jaén, 1925). Persona de indiscutible trayectoria en el campo de la arquitectura y también de la plástica dibujística, como podrá apreciarse en las páginas de este libro. Luis Berges Roldán marcha en 1944 a Madrid, donde alterna su trabajo como delineante con los estudios de preparación para el ingreso en la Escuela Superior de Arquitectura. Obtiene su título en 1960 y el doctorado en 1964. Tras regresar a su ciudad natal, gana en 1968 por oposición la plaza de arquitecto municipal jefe, cargo que desempeñó hasta 1977. Se reintegra en 1985, jubilándose en 1990. En este mismo año obtiene el máster en intervención y restauración arquitectónicas por el Centro Superior de Arquitectura de Madrid. Ha alternado la arquitectura urbana con la restauración de monumentos. En 1984 recibió la Medalla de Honor de Europa Nostra por los trabajos de res-

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tauración del conjunto de los Baños Árabes y del Palacio de Villardompardo en Jaén. La Diputación Provincial de Jaén le encargó después la restauración y rehabilitación del Hospital de San Juan de Dios. Es académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En su calidad de pintor y dibujante es autor de varias obras: Dibujando en Jaén (1967), con prólogo de Fernando Chueca Goítia, Caserías de Jaén. Arquitectura del Olivar (1997), Arquitectura rural de la Sierra de las Cuatro Villas (1978-80), Dibujando en el Camino de Santiago (2004), Arquitecto

Berges, 1891-1939 (2006), y Dibujando en Baeza (2008). El Proyecto Natural de Jaén cuenta con el patrocinio de la empresa Gráficas La Paz de Torredonjimeno, con cuyo apoyo la Universidad distingue a personas de mérito vinculadas a Jaén y su provincia. Se trata, pues, de un reconocimiento desde el ámbito universitario aunque con alcance general, pues tendrá también un efecto tangible y una repercusión en la sociedad de nuestra tierra y en las generaciones futuras.

Manuel Parras Rosa Rector de la Universidad de Jaén


Introducción a la arquitectura

Enérgico, solitario, mudo y locuaz a la vez, serio, también socarrón y risueño a veces, poseedor de un profundo y complejo mundo interior, Luis Berges Roldán, el segundo de seis hermanos, nació el 17 de junio de 1925 en el seno de una familia burguesa ilustrada donde respiró un ambiente de amor por la cultura. Sus padres conocían ampliamente el resto de Europa y en su casa se escuchaba a Wagner, F.J. Haydn, Gluck, Mozart, Beethoven y por encima de todos a J. S. Bach. La huella de la guerra en su infancia y la temprana muerte de sus padres forjaron su recia y directa personalidad que, soldada a su actitud quasi genética de esquivar el camino fácil, -per áspera ad astra-, ha modelado, incluso a hachazos, el andar de su vida como una “quijotesca” cruzada interna, una senda animada con batallas en aquellos recodos donde no habían aflorado o se habían diluido los ideales que ha perseguido. Este particular modo de encarar la vida le ha situado como un outsider, algo así como en el autorretrato de Richard Strauss en “Una Vida de Héroe”, además de un referente de sabiduría a quien merece la pena escuchar. Ha grabado su impronta exprimiéndose de modo silencioso para intentar mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos y tratando de preservar y transmitir el valor del legado patrimonial y el amor por esa


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herencia plasmándolo en dibujos y, donde pudo, recuperándolo para entregarle una nueva vida. Luis, trabajador más allá de los límites de la fatiga, ha procurado siempre,- aunque el resultado no colmara sus expectativas -, que el servicio, la calidad y la coherencia del trabajo fueran los pilares de su empeño profesional, en oposición a uno de los cánceres de las ciudades en las tres últimas décadas, la producción seriada desenfocada, sin belleza ni pasión, en la cual el abuso del rendimiento y el lucro económico primaban sin más consideraciones sobre todo lo demás y denigrando como superfluo lo verdaderamente importante, construyendo así una herencia seca, sin nada que decir a las generaciones futuras. Su obra es extensa y también intensa durante largos periodos de su vida. Tiene catalogados 928 proyectos de arquitectura, amen de los miles de dibujos, acuarelas, pasteles, los bellísimos cuadernos de viaje, los libros y su labor de investigación y divulgación del patrimonio arquitectónico jiennense. Se encuentra ahora inmerso en la elaboración de nuevos dibujos de Jaén y de una amplísima serie de dibujos y escritos autobiográficos empapados de fina ironía. Se muestran en este libro algunas pinceladas de varias de sus obras, la mayoría apenas conocidas, sobre todo de sus primeros proyectos, que destilan el deslumbramiento de lo nuevo, de lo contemporáneo, marcados por la experiencia que, junto a sus compañeros del curso de ingreso - a los que él mismo reclutó para la ocasión- tuviera con

Richard Neutra en el estudio de Federico Faci y Migeul Ángel Ruiz Larrea, en el que trabajaba ya como postulante.

Propuso una arquitectura con nuevos aires en Jaén que, desde el respeto al pasado, se basaba en el rigor de la función, el difuminado de la relación entre el exterior y el interior, el énfasis sobre los planos horizontales y los grandes voladizos, la presencia de importantes muros directrices, la atención al detalle, el control de la escala y la reducción de los medios expresivos a lo indispensable. Su talento natural para el dibujo se manifestó desde muy joven, apenas un niño, cuando con la curiosidad natural de la edad, aunque desprovista de la ingenuidad propia de la misma, se atrevía con cualquier tema, por complicado que pudiera parecer. Guarda con especial cariño algunos dibujos de aquella época, como aquel de la vaca Margarita agonizando, o un magistral retrato de su padre,


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Luis Berges Martinez, que sabedor del talento de su hijo, probablemente no tuvo ningún reparo en posar para él el tiempo que fuera necesario. El dibujo como vehículo de expresión se refuerza en Luis Berges por su natural timidez, que le impide, la mayoría de las veces, utilizar cualquier otro medio de comunicación que fuerce hacia él la mirada o atención del interlocutor. Él prefiere que éste reciba el mensaje “en diferido”, habiendo tenido el tiempo suficiente para desaparecer de la escena. Talento de dibujante, introspección, curiosidad. Parecen los ingredientes perfectos para que el Luis Berges niño orientara su vocación hacia aquella profesión que convivía con él bajo el mismo techo, y no es difícil imaginarlo, con doce o trece años, trasteando con los tiralíneas en planos que probablemente luego tuvieran que ser retocados. Se vivían tiempos crueles. Y para la casa de los Berges Roldán no iban a ser menos. Pero en este caso no sería la Guerra, sino la enfermedad, la que hiciera que en muy poco tiempo los seis hermanos se vieran privados de sus progenitores. Luis tendría 14 años tras la muerte de su padre. El patrimonio del profesional liberal es el rendimiento de su trabajo, y por tanto los recursos para mantener la unidad de la familia tras la muerte de su padre, escasos. No tardaron mucho en tener que separarse tras la muerte de su madre, acogidos por familiares o instituciones aquí y allá. La imposibilidad de focalizar el estupor hacia uno u otro bando probablemente les hiciera mucho más difícil entender la nueva situación.

Luis era el segundo, y a su edad, lo aprendido en casa le faculta para comenzar a trabajar de delineante en el servicio de Arquitectura de la Diputación Provincial de Jaén, que hubiera dirigido su padre. Con la determinación de alguien de mayor edad, y ante lo exiguo de los emolumentos, finalmente toma la decisión de viajar a Madrid para ganarse la vida. En su mente la idea de convertirse él también en arquitecto. Largos años de preparación para conseguir el Ingreso en Arquitectura, durante los cuales se sucederán las vivencias de las que guarda más grato recuerdo, y curiosamente, todas ellas derivadas del placer de dibujar. Hace pocos meses tuvo la emoción de recordar una especialmente grata para él junto al protagonista de la misma, en un acto de la universidad de Navarra al que ambos fueron invitados. Al parecer, el entusiasta grupo de aspirantes a ingresar en Arquitectura (que aparecían en la fotografía junto a Richard Neutra), se encontraban una tarde dibujando bajorrelieves en El Casón del Buen Retiro de Madrid cuando uno de ellos llamó la atención del resto hacia un chaval, en pantalones cortos, que dibujaba una impresionante Victoria de Samotracia. No pudieron resistirse a abandonar sus propias obras y acercarse para observar de cerca y felicitar a aquel joven portento: Antonio López. Una vez salvado el escollo del Ingreso en la carrera de Arquitectura- no sin antes haber sido número uno en la prueba de dibujo-, finalmente todo parece empezar a ser más fácil, casi un mero trámite,

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lo que le permite compaginar sus estudios como alumno de profesores como Alejandro de la Sota o Francisco Javier Sainz de Oíza, con el trabajo que le genera el sustento para él y su esposa, ya Licenciada en Filosofía y Letras cuando él comienza Arquitectura, y terminarla con Sobresaliente en el Proyecto Fin de Carrera, y tres hijos: Mónica, Luis y Carlos. Lástima de aquella mala nota en Formación del Espíritu Nacional que le privó del Premio Extraordinario. Las razones por las cuales aquel joven, de tan prometedora valía, rechaza la oferta de su estudio de

dirigir una sucursal en la Costa del Sol para volver a su ciudad, Jaén, solo se explica desde el convencimiento de que para hacer algo por Jaén había que hacerlo desde Jaén. Es muy gratificante para toda su familia que Luis Berges reciba este hermoso reconocimiento por el desarrollo de su carrera profesional en Jaén. Su nieta María, entusiasta estudiante de primero de Arquitectura, no lo pudo expresar más gráficamente: “Si el abuelo Luis se hubiera quedado en Madrid, ahora lo estaría estudiando en la Escuela.” Quien sabe… Jacobo Berges Torres Miguel Ángel Berges Casas Arquitectos


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Del dibujo y el viaje

“Basta un lapicero para expresar todo cuanto en la naturaleza existe, incluidas las pasiones humanas”, frase que puede encontrarse en el volumen que la Colección Skira editó con el título de Historia de un Arte, dedicado al dibujo. Con ella presente se puede recorrer el mundo al encuentro con la belleza y después dibujarla. Enfrentados a ella, lo que se puede captar no es su propia realidad, sino su imagen, la que el cerebro elabora en un proceso que concluye cuando la mano del dibujante recibe la orden de dibujar, instante que suele cogerlo desprevenido, anticipándose unos segundos a su decisión. En esta elaboración mental y emocional se inserta lo que se denomina personalidad artística, ausente cuando a la imagen conforma un mecanismo sin alma, el de la cámara fotográfica. Hecha así, podrá convencer al iluso, pero a nadie más. Sabemos dibujar antes de aprender a escribir. Seremos capaces de seguir haciéndolo con tal de mantenernos en los límites de nuestra capacidad. Si así no fuese, tras los techos de Altamira y de la Capilla Sixtina, nadie debería de decir que dibuja. Y el que sin dibujar se lanza a la osadía de pintar, ignora que pintar es seguir dibujando con el pincel. Dibujar cuando se viaja es, dentro de un particular estado de ánimo, captar lo que emociona, sin sometimiento a mayor acomodo o tiempo disponible, condicionantes que el dibujo mostrará sin duda como propios. Concluido este hemos de alejarnos en silencio interior para no caer en apreciaciones que desdibujen el propio dibujo, o conduzcan a la insatisfacción o duda. Pasado el tiempo dibujo y viaje se harán una misma cosa, una valiosa y mutua evocación. Luis Berges Roldán

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Diciembre 1960 Edificio de viviendas subvencionadas. Cooperativa Avícola Giennense y Caja Rural. Calle La Luna. Jaén.


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Enero 1966 Apenas conocía algo del sur de Andalucía. A falta de otro medio, dibujo con la pluma estilográfica tras años de no hacerlo al aire libre.


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Enero 1961 Edificio de vivienda subvencionada familiar. Arroyo de Valparaíso. Jaén.


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Julio 1967 En Checoslovaquia tras el Telón de Acero, se celebró un congreso de la UIA, Unión Internacional de Arquitectos. Praga impresionante y bella ciudad, sin turismo ni coches, a excepción de los del Partido. Dibujo con rotulador negro edding 1200. Un año después la ciudad es tomada por los tanques rusos.


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Febrero 1961 Chalet. Carretera Bailén-Motril. Jaén.


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Noviembre 1971 Para los ojos occidentales, Tokio es una silenciosa locura de hormigas humanas que van de un lado para otro y trenes por vĂ­as tendidas encima de la ciudad. Imposible dibujar en la calle. Lo hago desde la ventana de la habitaciĂłn del hotel, empleando por vez primera rotuladores edding color 1300.


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Abril 1962 Taisa. Instalación Comercial. Calle Roldán y Marín. Jaén.


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Octubre 1972 Yugoslavia del Mariscal Tito, camino de Varna, Bulgaria, donde se celebraría otro congreso de la UIA. Dubrovnik, preciosa ciudad al borde del Mediterráneo. En una zona del puerto hay un pub dentro de un submarino pintado de amarillo. Dibujo con los edding color 1300.


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Junio 1962 Viviendas subvencionadas unifamiliares para mineros. Llano del Real. Cartagena (Murcia).


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Noviembre 1973 Tras la catedral de Bogotá se adivinan edificios que aguantaron el tiempo. Nos colamos en uno de ellos a través del portal a la calle hasta el patio central, rodeado de galerías porticadas, adivinándose otro patio más por un hueco de paso. Es la Real Sociedad Económica de Amigos del País, fundada por Carlos III. Desde la galería superior alguien me descubre dibujando y nos dice: “¿Les provoca un tinto?”. Nos dan un café solo.


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Julio 1962 Viviendas subvencionadas unifamiliares. Paraje Los Garre, Rincón de San Ginés. Cartagena (Murcia).


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Junio-Julio 1975 Como ciudad inglesa, Exeter tiene calle principal, cuidado y lleno de color patrimonio arquitectónico y aburridos week-ends sin gente. Aprovecho para dibujar por todos lados con calma, calles, casas, plazas, jardines, iglesia y la catedral, que emerge su hermoso volumen en una pradera verde. Dibujo con los edding color 1300. Cuando me vine compré tintas y acuarelas Windsor and Newton. Los pinceles de pelo de marta roja, carísimos.


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Septiembre 1962 Chalet. Carretera Madrid-Cádiz. Bailén (Jaén).


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Marzo 1978 Llegamos caminando. Hace frío y me siento a tomar el sol. Allá abajo frente a mí, Conway se extiende al otro lado de una pequeña bahía, en fangosa bajamar. Dibujo desde el borde izquierdo al derecho del block, sin levantar el rapidograf del papel, como si lo fuese describiendo a media voz. Gales es un país modesto, tranquilo en su forma de odiar a Inglaterra.


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Octubre 1962 Edificio de vivienda subvencionada familiar. Carretera de Córdoba. Jaén.


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Agosto 1978 Inolvidable viaje por las dos Castillas sin parar de dibujar, de un lado para otro y durmiendo en el LandRover donde todo cabía, con baño y colada en los arroyos de los solitarios pueblos. Sigo dibujando con los edding color, en Buendía, Cuenca.


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Diciembre 1962 Edificio de viviendas de renta limitada, grupo 1º. Calle Martínez Montañés, nº 4. Jaén,


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1978 Viajo unos días en un barco asfaltero, con su carga negra y ardiente. Dibujo en su interior y en algunos puertos con los pantones color. Un día bajé a las entrañas del barco, al cuarto de máquinas, y entre vibraciones y ruidos dibujé toda la maquinaria.


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Enero 1963 Refinería de aceites vegetales. Villacarrillo (Jaén).


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Agosto 1982 CĂĄceres tiene la belleza de la arquitectura de los siglos gloriosos, cuando los conquistadores de otros imperios de niĂąos guardaron cerdos en su aldea.


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Julio 1963 Edificio Sanitario Médico-Quirúrgico “Clínica Cristo Rey”. Paseo de la Estación. Jaén.


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Junio 1981 Otro congreso de la UIA y de nuevo tras el Telón de Acero. Hay tanto que dibujar que opto por hacerlo a línea con el rotulador sobre las hojas de color del block. Al siguiente año se subleva el Sindicato Solidaridad y de nuevo los tanques rusos.


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Marzo 1964 Edificio de viviendas subvencionadas y local. Calle Gómez Villa c/v calle Eras. Bailén (Jaén).


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Octubre 1983 Tras el monzón en el sur del Nepal los ríos rugen, la humedad y el calor es lo que hace duro el caminar. Arrozales, cultivos, huertas, frágiles casas que se protegen agrupándose.


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Diciembre 1964 Edificio de viviendas y locales comerciales. Cooperativa de viviendas. Avenida de Andalucía. Jaén.


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Octubre 1983 Para alcanzar el norte del Nepal no hay otros caminos que subir y subir por interminables y estrechos senderos abruptos, toscamente peldañeados. Frío, nieve y poblados tibetanos de interesantes arquitecturas de madera en casas abrigadas y acogedoras. En sus cubiertas planas cosechas y leña se ponen a secar. Más arriba, la barrera del Himalaya.


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Enero 1965 Vivienda unifamiliar. Calle Esteban Solís s/n. Santisteban del Puerto (Jaén).


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Septiembre 1991 Tras conocer el Panteón de Roma y con ello el problema que resolvió su cubrición, se hace preciso conocer Santa Sofía de Constantinopla y lo que supuso su construcción en la historia de la arquitectura antigua, un problema mucho más complejo que el del Templo romano. Su visión impresiona.


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Diciembre 1965 Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos “José Nogué”. Calle Martínez Molina. Jaén.


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Septiembre 1992 El paĂ­s de la reina de Saba, Yemen, se deja conocer tras la guerra del Norte contra el Sur. De arquitectura singular por su manera de resolver una construcciĂłn en altura empleando simplemente barro sin encofrar en sus muros, el color rojo de la tierra crea un bello juego con el blanco del yeso de las jambas de los huecos. Empleo la barra de sanguina y el grafito.


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Diciembre 1965 Sección Delegada de Segunda Enseñanza para 640 alumnos. Martos (Jaén).


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Mayo 1995 La playa es un escenario frente al mar del que pueden extraerse muchas cosas que dibujar. La presencia del ser humano como actor puede dar escala a la playa y definir los primeros planos. Aquí dibujé con un Pilot.


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Enero 1966 Mesón “Río Chico”. Calle Nueva. Jaén.


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1997 El Castillo de la Mota desde pequeño me atraía en la colección de estampas bajo el título de Castillos españoles para el album azul de Nestlé, en pleno sol de poniente. Decepciona el hecho de lo urbano de su emplazamiento, al final de un parque municipal de Medina del Campo.


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Octubre 1967 Edificio de vivienda unifamiliar. Calle Cañizares, nº 6. Jaén


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Julio 1997 Al borde de la ciudad surge el potente volumen de la torre. Las pequeñas edificaciones del entorno lo amplían a nuestra atención curiosa y nos obliga a dibujarla de inmediato. Fuimos allí con ocasión de una exposición sobre las Edades del Hombre.


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Octubre 1967 Ordenación de la Plaza Mayor. Mengíbar (Jaén).


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Octubre 1999 A veces dibujar una sombra y no el árbol o un reflejo y no el agua significa en el dibujo que quien lo contempla está capacitado para completarlo. Dibujé el resto con el rotulador Pilot.


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Febrero 1968 Chalet. Carretera Bailén-Motril. Jaén.


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Abril 2000 La ciudad vieja de Valparaíso ocupa una elevada colina que se asoma a la mar océana. Las casas son de madera y de anarquía constructiva, dando lugar a un laberinto de rampas de fuertes pendientes para acceder a ellas. La afrancesada iglesia ocupa la coronación.


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Marzo 1968 Chalet. Puente de la Sierra. Jaén.


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Abril 2000 Conocí esta ciudad muchos años antes, bajo la fría lluvia de otoño de 1978. En tal ocasión, tras dibujar bajo el soportal de su gran plaza, me adentré caída la tarde recorriendo las solitarias calles de Cuzco asomándome a los patios de sus casonas con galerías sobre madera y columnas. El olor a piedra vieja mojada, me transportó a mi niñez. Ahora, nada me ha emocionado y para poder dibujar en la calle precisé un nativo que me guardó las espaldas.


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Mayo 1968 Biblioteca Pública Municipal de Martos. Avda. de Pierre Cibie. Martos (Jaén).


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Agosto 2002 Es grave error el que se cometió en Andalucía asomando por doquier al mar la avaricia urbana, destruyéndose el rumor del agua como fondo de la batalla entre el viento y la arena. Así para lo ya desaparecido, no quedan más que vestigios, que dibujé sobre el papel de color.


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Noviembre 1969 Apartamentos “Puente Sierra”. Puente de la Sierra. Jaén.


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Marzo 2005 Amsterdam. En el pequeĂąo cuaderno de viaje a la palabra le va bien el dibujo y viceversa. La brevedad de ambos da paso al concepto de lo elaborado como recuerdo con lo que se consigue lo mucho con poco.


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Julio 1975 Iglesia Parroquial de San Eufrasio. Plaza de San Félix. Jaén.


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Septiembre 2005 Alemania es ordenada y admirable, pero no emociona. Algo huyรณ de ella y el refrรกn dice que a veces, en el pecado se lleva la penitencia.

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Mayo 1983 Reparación del Centro educativo “Santísima Trinidad”. Úbeda (Jaén).


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Septiembre 2006 Albania, un poco occidental y otro poco oriental. Ha salido de la esfera comunista con mucho retraso en relación con otros países, lo cual se manifiesta en su modestia economía. Del pasado queda algo entre sus castillos y monasterios. Dibujé mucho utilizando principalmente grafito y pastel.


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Febrero 1993 Centro de Enseñanza Media. Santiago de la Espada (Jaén).


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Marzo 2007 Una exposición Le Maroc des oasis y otra excusa como la de Amsterdam para un corto viaje de fin de semana con la AAHA, Asociación de Amistad Hispano Árabe, para conocer ciudades como Gante, Amberes, Bruselas, llenas de arte, historia y arquitectura con que rellenar el cuaderno de viaje


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Mayo 2001 Restauración del edificio de las Escribanías y adecuación de la Oficina de Turismo. Baeza (Jaén).


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Abril 2008 En la sierra de la Axarquía malagueña donde vivieron los moriscos huidos de Granada es fácil encontrar en su arquitectura evidencias del pasado hispano-musulmán. Perdura en las iglesias que se levantaron sobre las mezquitas, y campanarios en los que se convirtieron los alminares.


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Entrevista con Luis Berges Roldán

realizada por Manuel Mateo Pérez

LUIS BERGES ROLDÁN, EL RIGOR DE LA LÍNEA Luis Berges Roldán ha sido uno de los arquitectos más brillantes y respetados nacidos en Jaén. A su caudalosa obra, a sus proyectos de nueva planta y a su labor como restaurador de edificios históricos –el antiguo Hospital San Juan de Dios o los Baños Árabes son solo dos ejemplos entre muchos–, ha sumado su dedicación por el dibujo y la pintura. No se sabe si Luis Berges es más arquitecto que dibujante. Él cree que ambas cosas son, en realidad, la misma. Y puede que sea cierto a la vista de los planos que atesora en su casa, de los cuadernos de viaje, las libretas de papel de distinto gramaje, los pliegos donde trazó la disciplina de la línea recta y la curva que obliga la arquitectura junto al dibujo y la acuarela donde dejó expresa estampa de lo que ya no existe, además de su particular modo de ver y comprender el mundo. Luis Berges Roldán es un hombre riguroso y de frases afiladas. No es sencillo aproximarse a él.

Cuando lo consigues hallas en él un mundo interior, una suerte de espiritualidad que todos querríamos poseer. Hay un deseo por imantarlo, por desear vivir lo que él ha vivido. He conocido a pocas personas tan fieles a sí mismas, tan honestas y sinceras, tan decididas al sacrificio, al trabajo bien hecho, tan acostumbradas a la vez a entender y disfrutar de la belleza, a buscarla sin cesar y a imbuirse de ella llegado el caso. Ha cumplido los ochenta y ocho años, tiene problemas de vista y le cuesta más dibujar. Pero es capaz de subir la cumbre de Jabalcuz con la fuerza

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de un joven, tan acostumbrado está al deporte, al esfuerzo, al camino y la montaña.

Manuel Mateo Pérez – Hay una frase que leí hace muchos años y que se atribuye a un arquitecto que tú admiras mucho. Creo que es de Mies van der Rohe y dice: “Solo desde el rigor es posible la libertad del hombre”. La primera vez que oí hablar de ti, que comencé a conocer tu trabajo, uno de los adjetivos que más identifiqué con tu personalidad fue rigurosidad. Veía rigurosidad en tu obra y en esas otras facetas ligadas a ti como el dibujo, la pintura, la cultura, la educación, el humanismo… Creo que a lo largo de la conversación tendremos ocasión de poner adjetivos a cada uno de los trabajos que has hecho. Pero por lo pronto quiero saber por qué te hiciste arquitecto.

un niño cualquiera. Tampoco nadie me dijo cuáles eran las intenciones que mi padre había albergado para mi. Nadie me dijo: ‘Es que tu padre quiere que seas arquitecto’. Lo cierto es que hubo un par de puntos de apoyo que me hicieron me decidiese por la arquitectura. En aquellos tiempos era condición fundamental para estudiar arquitectura saber dibujar. Y yo dibujo desde que tenía cinco o seis años. Lo sé porque mi padre me iba quitando de enmedio las cosas que yo iba haciendo, y al cabo de los años me encontré con aquel legado. Hay algo, además, muy emotivo y secreto: Mi padre murió en el 39 y en un rato que me quedé a solas con su cadáver en casa antes del entierro, con esa franqueza que se tiene a los catorce años, le juré que sería arquitecto. Luego, es verdad, que hubo otro puntal, la ayuda inesperada que me prestó mi hermana mayor, una ayuda muy peculiar. Ella era muy inteligente, muy buena estudiante y me dijo que yo no tenía ni tendría capacidad alguna para llegar a ser arquitecto. Primero porque no tenía medios económicos y segundo porque no tenía cabeza para eso. Aquellas palabras suyas me dolieron en el alma y para mis adentros le dije: ‘¿Eso crees? ¡Pues te vas a enterar!’.

Luis Berges – Porque me dio la gana (risas). Bueno, la gana te la matizo. Aparentemente, como soy hijo de arquitecto podría parecer que mi padre me había encauzado o arreglado el camino de la subsistencia y los estudios. Pero no fue así. Con mi padre no tuve la suerte de hablar ni una sola palabra de arquitectura. Yo tenía catorce años cuando él murió. Mi relación con él hasta ese momento fue la de

Para entrar en Arquitectura las pruebas eran mucho más duras de lo que son hoy. Entonces había que aprobar un duro ingreso previo. Recuerdo que cuando nos examinábamos yo miraba a la clase donde estábamos dibujando cuatrocientas personas. Yo pensaba: ‘¿Cómo puede ser que un día me toque a mí?’ Mi padre muere y mi madre se queda a cargo de seis críos. Mi hermana tenía entonces

Nos recibe una mañana de otoño con la chimenea encendida, junto a la galería que mira al jardín y por donde entra una deliciosa luz. Taly, su esposa, anda cerca. Además de los técnicos de la productora Studio Sur nos acompaña José Ángel Marín que participará de la conversación cuando las cámaras dejen de rodar. Yo tomo asiento al lado suyo y dos amigos comienzan a charlar.


Luis Berges Roldán

ras que incluso más tarde algunas de ellas dibujé. Recuerdo a mis padres llegando de Sevilla de la Exposición Iberoamericana de 1929… MMP –De hecho tu padre hizo el Pabellón de Jaén.

quince años y no había medios. Era una época en que no existía la Hermandad Nacional de Arquitectos ni préstamos ni ayudas de algún tipo. Mi familia contaba con lo que la Diputación Provincial le dejó a mi madre, la paga de mi padre. Mi padre ganaba entonces 870 pesetas; el resto era del trabajo libre. Fueron tiempos duros después. MMP –Naciste en el año 1925 ¿Cómo era el Jaén de aquel entonces? ¿Cómo fue tu infancia? LB –Jaén era una ciudad muy pequeña. No es que hoy sea muy grande, pero estos años se ha extendido por el norte y lo que ahora es el casco antiguo antes era la ciudad entera. Yo nací muy cerca del barrio de la Magdalena, a la entrada de aquel lugar, donde termina la calle Martínez Molina, en la plaza que se empezó a llamar Campillejo del Hospicio, plaza del Hospicio y después plaza Santa Luisa de Marillac. Hoy es mejor no pasar por aquel lugar después de un par de actuaciones que llevó a cabo la Junta de Andalucía y la Diputación. De aquellos años tengo recuerdos de escenas ente-

LB –Sí. Así es. Mi padre hizo el Pabellón de Jaén. Recuerdo a los dos cargados de carteles traídos de Sevilla y cómo algunos de ellos acabaron en nuestro cuarto de juegos. A partir de ahí todos mis recuerdos tienen como punto de partida la Catedral, porque vivíamos muy cerca de ella. Yo siempre dije que viví a la sombra de la Catedral. Entonces mi Jaén era muy limitado, había prácticamente tres cosas: una era la calle donde jugábamos, un lugar precioso que lo recuerdo con edificios con fachadas austeras y muros por donde a veces se derramaba el jazmín. Hoy me pregunto dónde habrá quedado aquel mundo, dónde habrá ido el espíritu de aquel tiempo. Otra era la plaza Santa María. Allí acudíamos la patulea de niños y recuerdo subir unas escaleras muy bonitas hechas de piedra de Jabalcuz, una piedra que admitía pulimento, por las que se accedía al edificio del Ayuntamiento, de una arquitectura afrancesada muy severa, pero muy acertada. Había un guardia de la porra en la puerta que no nos quitaba ojo en cuanto aparecíamos en la plaza. Y había además tres farolas preciosas, con una base de tres grifos. Incluso si te subías a una de ella te daba calambre. El tercer espacio de aquella niñez era un campillejo, la salida de Jaén al campo hacia el Puente de la Sierra. Era un espacio ideal para jugar. Allí vi montar su caballete a Rufino Martos y a Serrano Cuesta. Luego

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estuve una temporada en el colegio de los Maristas que entonces estaba en el edificio del Palacio Episcopal. También tengo unas secuencias muy bonitas cuando empecé a estudiar bachillerato, en lo que hoy es Conservatorio de Música. MMP –Hay un momento en el que decides trasladarte a Madrid y tiempo después en esa ciudad inicias los estudios de Arquitectura. ¿Es así? LB –Me fui a Madrid porque mi familia me encontró un trabajo de delineante en un estudio de arquitectura propiedad de un conocido de mis padres. Trabajé allí unos cuantos años y aquello me animó una vez más a estudiar arquitectura. Fueron tiempos muy duros, años muy difíciles, de pensión en pensión, dibujando constantemente, trabajando sin descanso. Un buen día me vi ingresado en la Escuela de Arquitectura. En mi curso éramos cuarenta y ocho compañeros. LOS INICIOS Y LOS RECUERDOS MMP –¿Cómo fueron aquellos inicios? ¿Qué recuerdos guardas de tu carrera? LB –El mismo año en que ingresé decidí casarme. Tenía en Jaén una novia que era hermana de un compañero que también se estaba preparando.

Los dos ingresamos juntos y fuimos compañeros de curso. Un amigo común de Taly fue el primero que me habló de ella. Yo la conocí en 1948. Fue un noviazgo de esos largos, de toda la vida. Al fin ingresé en la escuela en 1956. Ella se fue a vivir a Madrid conmigo, primero en una pensión y luego en un pequeño piso. Aunque es verdad que todo se complicó recuerdo aquel tiempo como el mejor de mi vida. Todas las mañanas debía bajar a la Escuela y después de comer trabajaba en el estudio hasta las diez o las once de la noche en que me ponía a estudiar. Cuando terminé la carrera tenía tres críos, de modo que había noches que los niños no me dejaban dormir. Te voy a contar una anécdota que retrata la situación de aquellos tiempos. Tenía un compañero que era de Sevilla y un día desayunando en la cafetería de la Escuela se me queda mirando y me dice: ‘Luis, yo no se cuáles son las ventajas de haberte casado porque te falta un botón en la camisa, no te ha dado tiempo a desayunar en tu casa y además tienes cara de sueño. ¿Por qué no estás soltero?’ (risas). Cuando ingresé en la Escuela ya estaba formado. Los arquitectos con los que trabajaba en aquel estudio fueron los que planificaron Puerta de Hierro. Empecé a trabajar con ellos como deli-


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neante y un día me sacaron de la sala de delineación y me pusieron otro tablero junto a ellos tres. Estuve proyectando antes de ingresar en la Escuela. Lo que pasa es que yo no podía firmar nada. MMP –¿Por qué no te quedaste en Madrid? LB –Me di cuenta de que Madrid iba a ser una ciudad donde lo acabaría pasando mal, de un lado para otro, con tiempos incómodos de desplazamientos. No veía a Madrid como una ciudad donde ser feliz, donde el individuo se puede sentir como un ciudadano. No quería que mis hijos crecieran allí. Y luego, la verdad, echaba de menos Jaén. Me fui enamorado de mi ciudad y decidí volver a ella. MMP –¿Te arrepientes de haber vuelto a Jaén? LB –Fue una encrucijada en mi vida. Me quedo o no me quedo. Tenía que tomar una decisión. Hoy de nada sirve comparar, arrepentirse. Hice lo que creía correcto hacer. MMP –Vuelves a Jaén y montas estudio. Quiero saber cómo era el Jaén de esos años y cómo fueron tus inicios profesionales, tus primeros trabajos. LB –Muy duros. Yo me encontré aquí un compañero y durante un par de años trabajamos juntos, pero nuestra relación no fue buena. Él ya estaba situado y no quería trabajar tanto y yo le presionaba para terminar las cosas, ya que yo no tenía nada. Fue entonces cuando me independicé. Me encontré un Jaén rarísimo en todos los aspectos. Estaba desapareciendo la arquitectura que

yo había conocido antes de marcharme, desaparecía día a día, había una fiebre de demolición, los edificios empezaron a desaparecer, todo eran solares por todos lados. Jaén tenía una arquitectura preciosa, muy particular, y la piqueta hizo que desaparecieran para siempre todos aquellos invariantes arquitectónicos. En el Colegio de Arquitectos no había control de visado de los proyectos. Me nombraron secretario del Colegio y lo primero que hice fue reunir a mis compañeros y decir: ‘Tenemos que redactar unas ordenanzas porque así no podemos seguir’. En efecto redactamos unas ordenanzas que el Ayuntamiento aprobó y a partir de ese momento comenzamos a trabajar dentro de un orden, de una disciplina. Pero nada fue fácil. Estaba muy asentada en la población el desorden y la anarquía en la arquitectura. Fueron los años en que muchos jiennenses emigraron a Francia y Alemania y cuando volvieron a sus pueblos y ciudades acabaron con la arquitectura tradicional, importando patrones rarísimos que destrozaron aquello que de bueno tenían. Ellos mismos se cargaron la arquitectura típica de su pueblo, se perdió aquella arquitectura humana heredada de abuelos y bisabuelos, esos edificios maravillosos de dos plantas y una cámara superior. ¡Cómo me dolió todo aquello! Y al final Jaén perdió toda su gracia porque todos los edificios nuevos eran insustanciales, anodinos, feos. Recuerdo a Fernando Chueca Goitia decirme aquellos días: ‘En España se está haciendo una arquitectura cajonuda’.

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MMP –Fuiste arquitecto municipal. ¿Pudiste desde ese puesto de responsabilidad frenar la degradación de la ciudad? LB –No y te voy a decir por qué. No le entraba en la cabeza a los concejales que el arquitecto fuera el que pusiera las normas de crecimiento o de ampliación de la ciudad. Ellos consideraban que esa potestad era solo suya. Desde mi puesto menudeaban mis informes negativos, tratando de evitar que se cometieran tropelías. La gente creía que el arquitecto era algo que se compraba. Era una situación muy desagradable. Un día explotó cuando el secretario se puso muy mal conmigo, reunió a media corporación y el alcalde me llamó para que me explicara. Lo mandé a hacer puñetas. Salí ese día de allí cesante de empleo y sueldo. Y todo por tratar de defender una ordenanza y ser honesto conmigo y con la ciudad para la que trabajaba. Estuve un mes escaso fuera de mi puesto y cuando volví fui yo quien les dijo: ‘Ahora me voy’. Me fui a mi casa y a mi estudio. MMP –Eso es un gesto de honestidad. LB –No se dieran cuenta que el arquitecto servía para algo. Luego llegó un tiempo en que la situación del país cambió. Volví y Andalucía entera bailaba por sevillanas. Fueron los años en que imperaba el ‘quítate tú para ponerme yo’. MMP –Me gustaría descender a esferas más personales de tu vida. Quiero que me hagas un dibujo de Taly, de Catalina, de tu esposa.

LB –La conocí en 1948. Ella empezó a estudiar Comunes porque quería hacer Filosofía y Letras y cuando aprobó se fue a estudiar a una residencia en Madrid, las Javerianas, que estaban en la calle Ferraz. Yo me enamoré de ella en cuanto la conocí en Jaén. Nos veíamos muy poco en Madrid porque yo trabajaba todo el día y estudiaba por la noche. Algunos sábados paseábamos e íbamos a un café de la calle Ferraz. Antes de que dieran las diez ella debía estar de vuelta en la residencia. Cuando íbamos al cine nos salíamos sin ver el final de la película. Y así hasta el sábado siguiente. Durante la semana trabajaba sin cesar y los domingos hacía montañismo. Me había apuntado a un club de montaña y subíamos a La Pedriza. En cuanto ingresé en la Escuela me casé con ella. Gracias a ella aquellos años tan difíciles lo fueron menos. Le debo tanto… Trajo al mundo siete hijos. Consiguió superar dos cánceres. Tiene una fortaleza física y mental enorme. Llevo con ella cincuenta y siete años y ella conmigo. Seguimos siendo aquellos amigos que comenzaron siéndolo y nos queremos. LOS VALORES Y LA MEMORIA MMP –¿Qué valores transmitisteis Taly y tú a vuestros siete hijos? LB –Los mismos valores. Unos los aceptaron mejor que otros. Pero sobre todo la honradez, además con uno mismo. Otro valor fue el trabajo y el sacrificio. Había que labrarse un futuro. Con todo y con eso mis hijos siempre gozaron de bastante liber-


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tad. Yo no me metí en cómo eran sus amistades, dónde vas y de dónde vienes. Traté de inculcarle la necesidad de ser libres en este mundo.

hecha. ¿Cuántas veces has visto frustrado tu trabajo, tu herencia, tu memoria ante la cantidad de imposturas arquitectónicas que padece esta ciudad?

MMP –Hace unos años tuvimos el placer de trabajar juntos en un libro que nos dejó muy satisfechos. Recordarás que fue un libro coeditado por tres instituciones públicas que contó con sendos trabajos de los profesores Galera y Casuso. El libro se tituló Arquitecto Berges.

LB –La palabra compromiso no la entiendo. No entiendo cuando se dice ‘estoy comprometido con esto o con lo otro’. No hay compromiso. No hay ningún contrato que me comprometa para hacer arquitectura de una forma u otra. Ha habido encargos y yo los he desarrollado según mi entender. Lo que pasa es que siempre he querido hacer las cosas bien hechas. Cuando llegué a Jaén los clientes me decían: ‘Pero don Luis, ¿esto vamos a hacer en Jaén? Pero si en Jaén cualquier cosa vale’. Mi forma de trabajar era despiezar el edificio a través de detalles constructivos que se dibujaban a escala 1:20. Los proyectos me los dibujé todos, es decir había una labor de diseño muy importante en la forma de trabajar. Me encontré con unos oficios que les costó aceptarlo y unos contratistas que veían que se le iba de las manos porque no sabían que las cosas las tenían que hacer perfectamente. Hubo además un choque muy grande con

LB –Bueno, lo que el tiempo dejó o el hombre no ha demolido de cuanto mi padre hizo. MMP –¿Qué significó el arquitecto Berges en tu trayectoria profesional? LB –Yo te diría que no ha habido mucha influencia en mi trayectoria profesional. Yo no conocía a mi padre como arquitecto, solo como padre. Además sus obras representan un momento que no tiene nada que ver con mi formación en la Escuela de Arquitectura, aunque tuviéramos el mismo plan de estudio. Se inicia la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid en 1840 y aquel plan de estudios llegó hasta mi como la última promoción sujeta a él. Lo que más he admirado de mi padre es la limpieza en la mirada de las cosas. La cantería, la estereotomía, estaba muy presente en su obra. En realidad yo partí de otros parámetros y otros planteamientos como los que puso en pie Richard Neutra, con el que tuve la suerte de trabajar un par de meses. MMP –Has mantenido a lo largo de tu obra un compromiso muy firme por la arquitectura bien

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ellos y cuando se aliaba el propietario con el contratista me encontraba con un muro muy difícil de traspasar. Incluso tuve muchas obras que debí abandonar por el giro que tomaron. El promotor al principio se fía de lo que tu le haces pero luego cuando la obra empieza a crecer quiere meter la cuchara, meter a las amistades, sin entender que la arquitectura es un interior que se transmite a la propia fachada. Detrás del fachadismo hay una arquitectura de interior. Pocos edificios he podido gozar completamente. Siempre lo que se hace es un híbrido que te duele toda la vida y que naturalmente no es buena del todo. MMP –Podríamos dividir tu trabajo en dos partes muy diferentes. Por un lado la arquitectura nueva, de nueva planta y luego tu vocación como restaurador. Me gustaría que me hablaras de ambas disciplinas, de cómo las has aunado y cómo te han marcado. LB –La diferencia entre ambas tiene que ver con un planteamiento emocional. Proyectar un edificio y verlo crecer en un terreno apela directamente a la creación, a tu propia creatividad. Juega en ello la orientación, el soleamiento, el aprovechamiento de la parcela, en fin, una serie de conceptos que te los da el plan parcial. Cuando tienes que construir en la ciudad vieja, en el casco antiguo, se parte de un trauma, la certeza de que el edificio que allí existía se demuele. Se olvida que aquello fue una solución arquitectónica con unos materiales que por lo general son nobles y acabarán en el vertedero. Entre esos materiales está la energía urbana

de los habitantes del propio edificio. En la rehabilitación que hice en el Hospital de San Juan de Dios, terminada la obra, se hicieron unas pruebas de psicofonía y en las salas donde habían estado los niños, el hospital de niños, se captaron voces de los críos llamando a sus madres. En la demolición se lleva al vertedero la energía que había allí y que no sabemos dónde irá. En mi trabajo ha estado siempre muy presente ese respeto por una arquitectura que formó parte de la vida de las personas. Demolerla era demoler la memoria de las personas que la habitaron. Por eso he respetado tanto lo que hizo el arquitecto que no conoces. Has de saber que lo que haces tú es prolongar la vida de ese edificio histórico. Lo que la restauración hace es permitir que durante otros tantos siglos siga aquel elemento arquitectónico heredado del pasado. EL LENGUAJE DE LA ARQUITECTURA MMP –¿Qué has tratado de transmitir con tu obra, con tu arquitectura? LB –Nada. Lo que transmita es lo que la persona sienta ante ella. Simplemente me he limitado a resolver un problema que me han encomendado de la mejor manera. Nunca he pensado lo que aquello podía ser para los demás. MMP –Hay obras emblemáticas en tu carrera profesional que todos recordamos. Está la rehabilitación del antiguo Hospital San Juan de Dios, están las obras en la iglesia de la Magdalena, en el Arco


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de San Lorenzo, en las murallas, en el Museo Provincial… Si salimos de la capital encontramos que en pueblos y ciudades de la provincia de Jaén están las rehabilitaciones en los castillos de La Guardia, Hornos, Cazorla, incluso intervenciones en el cámara sepulcral íbera de Peal de Becerro. Obras que además, en el año 1984, merecieron el Premio Europa Nostra por la rehabilitación de los Baños Árabes. De todas aquellas obras ¿qué recuerdo guardas y de cuál de ellas tienes un especial cariño? LB –En las obras de restauración hay que ser muy respetuoso. Tu misión simplemente es prolongarle la vida. Hay siempre que apoyarse en las cartas de conservación, en la normativa que se dicta en ese momento. El buen restaurador no debe dejar sello personal en su trabajo. Tiene que ser un puente en la vida al monumento. No puede inventar, no puede tomarse libertades, tiene que respetar cualquier cosa que encuentre y ponerla en valor. La restauración se mezcla mucho con lo que hoy se llama rehabilitación. Rehabilitar es tratar de que el edificio pueda utilizarse, que sea hábil o útil a uno u otro uso. MMP –¿Los Baños Árabes, situados en los sótanos del Palacio de Villardompardo, son la síntesis de ese modo tuyo de entender la restauración y la rehabilitación? LB –El primer contacto que tuve con la arquitectura del patrimonio fue cuando se recuperó el Museo Provincial, ocupado por las fuerzas del ejército republicano y después por lo que se llamó

el ejército nacional . En el año 62, prácticamente terminada la carrera, me encargaron sacarlo de la ruina y diseñar todo su interior, la disposición de las piezas y las vitrinas, y aquello me dio un cierto nombre en la Dirección General de Bellas Artes. En el 69 llevé la dirección de obra de un proyecto que había redactado Prieto Moreno sobre la iglesia de la Magdalena. Llevaba muchos años cerrada al culto, estaba en estado de ruina, construida sin saberlo sobre una mezquita. Tras esos trabajos me enfrenté al reto de los Baños Árabes. No había documentación alguna. Lo único que había era lo que recogió en su día don Leopoldo Torres Balbás en su obra conocida como ‘Obra Dispersa’, en la revista al-Andalus. No había ningún antecedente de restauración y allí me encontré trabajando en una condiciones inhumanas. Encima estaba todavía el Hospicio de mujeres, me hicieron firmar un documento por el que me hacía responsable de cualquier grieta que surgiera en el edificio. Trabajamos como topos y fuimos descubriendo las cosas por sentido común. Cuando me di cuenta había hecho un obrón, entre otras razones porque entre los Baños y el Palacio –parte del Palacio está en el aire– sin cimientos al tener que darle continuidad a las salas del hammam. Todo aquello fue un compendio de respecto, de saber cómo había que tratar lo que existía, de meter una estructura metálica encima de los Baños sobre el que se descarga el Palacio… En fin, una serie de cosas que al final lo hicieron merecedor del Europa Nostra que se dio no solo a los Baños sino al conjunto con el Palacio.

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EL DIBUJO Y LA PINTURA MMP –Has sido un viajero empedernido y no te dio pereza ninguna hacer cuantos kilómetros fueran necesarios en busca de la belleza. En esos viajes te ha acompañado tu cuaderno de dibujo. Esta es otra de las facetas de tu vida, el dibujo y la pintura. Me gustaría que habláramos de esa otra manera de entender el arte. LB –Hablar de dibujo es estar cuarenta horas hablando (risas). Voy a intentar resumirlo en una frase muy bonita que encontré en un libro que leí hace mucho tiempo y que dice: “Basta un lapicero para representar todo lo que la naturaleza encierra, incluidas las pasiones humanas” MMP –¿Eso es lo que tu has tratado de transmitir con tus dibujos, la pasión humana? LB –Yo he tratado de llevarme a mi casa algo muy valioso sin que nadie me diga nada, de robar la belleza que a mi me ha impresionado. Los arquitectos de mi promoción y todos los anteriores sabíamos dibujar y utilizar la acuarela. Eran nuestros medios de trabajo, no teníamos ordenador como después surgió. Lo que dibujásemos o coloreásemos podíamos presentárselo al cliente. La acuarela y el dibujo eran herramientas de trabajo. Lo que sucede es que luego se convirtió en un pasión. Yo no he viajado por dibujar, he dibujado frente a algo que me he topado y que me ha impresionado. Y en lugar de perder el tiempo escuchando a un señor soltando su discurso en un congreso de ar-

quitectura yo dediqué el tiempo a dibujar. Dibujé en Checoslovaquia cuando estaba detrás del telón de acero, en Yugoslavia y en Polonia. He estado en Japón y en muchos otros países. He dibujado cosas que no podía dejar que se quedaran allí. Y eso ha hecho que yo siga dibujando. Hoy cuando camino sigo teniendo esa necesidad de plasmar en el papel lo que me emociona. MMP –¿Qué ha de decirnos el dibujo y la pintura? LB –Sinceridad. Hoy en día se ha caído en el error de dibujar a través de fotos y ya no es necesario que el arquitecto dibuje porque tiene su ordenador, sus programas para proyectar. Mi trabajo es sincero y está hecho con el tiempo necesario. Yo no he querido transmitir nada, he tratado de reflejar con toda fidelidad lo que he visto con líneas que en la naturaleza no existen. Yo dibujo tu cara con unos trazos y esos trazos no están ahí. Me los estoy inventando o lo hago para diferenciar planos de luz. Eso es lo que yo te puedo decir que mis dibujos pueden emanar, emanar sinceridad y que están hechos colocándome delante del tema, con silla plegable y con el tiempo que sea necesario. MMP –Nos has recibido hoy en tu casa de Jaén, una obra tuya, en una mañana de otoño y vemos que junto a la chimenea hay un muchos dibujos tuyos enmarcados. ¿Recuerdas tus primeros dibujos de niño? LB –Sí. Los recuerdo. Yo dibujaba en mi casa en verano, en uno de los peldaños del portal que daba al patio. Tenía la altura suficiente para que yo me


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sentara y en el de arriba me apoyara. Mi padre me daba de vez en cuando una colilla de lápiz. Yo andaba siempre detrás de la cocinera para que me sacara punta. Conseguía unas hojas de papel de barba que antes se utilizaban en mecanografía, de esas que se estropeaban cuando mi padre hacía la memoria de sus proyectos. Y con todo aquello me pasaba las horas dibujando. Cuando se me partía la punta me ponía a llorar. ¿Qué dibujaba? Los toros a los que me llevaba mi padre, los carnavales que yo veía pasar, la cabalgata de los reyes desde la reja cuando pasaba cerca de la plaza de la Magdalena… No sé de dónde me salía tanta imaginación. Esos dibujos son reflejo de cómo era yo cuando era pequeño. Y cuando encontré la carpeta fue un vuelco lo que me dio el corazón, me devolvió a mi infancia más primitiva. MMP –Dibujas desde que eras un niño. Como es lógico ese dibujo ha pasado por diferentes fases. En relación a tus facultades actuales ¿cómo te sientes ahora al dibujar? LB –Ahora estoy peleado con mis propios ojos porque no veo las cosas como las veía antes. Ahora tengo que utilizar el grafito que tiene más amplitud, trazos. Ahora me ayudo del claroscuro que antes lo hacía a punta de rotulador. Lo que sí he hecho con el dibujo es hacer dibujo documento. Si hoy se conocen cómo eran las caserías desaparecidas o se conocen rincones de Jaén que ya no están es gracias a mis dibujos. Si se conoce un paisaje de Jaén sin la brutalidad de las casas de hoy es porque antes lo he dibujado. Para mi el dibujo ha sido

una herramienta para plasmar lo que el tiempo o el hombre han hecho desaparecer. MMP –¿Qué eres más arquitecto o dibujante? LB –Yo creo que soy arquitecto porque dibujaba y dibujo porque soy arquitecto. Es simbiosis. EL DEPORTE, EL CAMINO, LA MONTAÑA MMP –Eres arquitecto y dibujante. Pero eres muchas más cosas. Eres deportista, también. LB –Una vez sentí curiosidad por subir a cierto cerro, por saber qué había detrás. Y ese detrás resultó que era el paisaje de Otiñar, los pinares y las rocas. Detrás de ese horizonte montañoso y de ese paisaje había más montañas. La montaña me enamoró desde pequeño. Cuando estuve en Madrid y empecé a trabajar jugaba al rugby con el equipo de arquitectura, en la delantera. Un día un compañero me dijo que se había hecho de un club de montañismo y le dije que me iba con él. Era el

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club Alpino Guadarrama y me formé allí. A partir de ese momento me pude meter en profundidad en la montaña y mi pasión por el dibujo frente a la naturaleza se multiplicó. Ya no tengo facultades para hacer montañismo y me dedico a caminar. El andar, aparte de todo lo que significa para el organismo, te ayuda a equilibrar la mente. Es parte de la meditación zen que se puede practicar caminando para que ser consciente de que pisas la tierra, consciente de todo lo que te rodea, que eres parte de algo, de un mundo interior. Hay unión en el caminar con la espiritualidad del ser humano.

MMP –Has tenido una vida larga, caudalosa y fascinante. Pero me pregunto: ¿Qué se siente cuando se camina? LB –Hay gente que se queda en casa y evita el contacto con el mundo que hay ahí fuera. Caminar es llegar a donde tú quieres, es meterte en un paisaje, desmenuzarlo y recorrerlo paso a paso. Es vivir. Vivir con los pies en el suelo, caminar sin propósito de llegar a alguna parte como meta.


Luis Berges Roldรกn

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Índice

La Universidad de Jaén y el Proyecto Natural de Jaén.................. Manuel Parras Rosa

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Introducción a la arquitectura ......................................................... Jacobo Berges Torres y Miguel Ángel Berges Casas

9

Del dibujo y el viaje............................................................................ 13 Luis Berges Roldán Entrevista a Luis Berges Roldán ..................................................... 123 por Manuel Mateo Pérez







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