La entidad donde vivo Tabasco

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Nuevas palabras Cochinilla. Insecto del que se obtiene un colorante rojo, como producto de la trituración de su cuerpo. Añil. Arbusto de cuyo tallo y hojas se extrae un colorante azul oscuro. Carracas. Barcos especializados en el transporte de grandes cargas.

Para obtener más cacao, los españoles exigieron a los indígenas el pago del tributo en granos de ese fruto. Esta disposición los obligó a ocupar las tierras que dedicaban a otros cultivos, como maíz, frijol, calabaza, chile y tomate, para el cacao. Además, fue preciso ampliar los terrenos de sus plantaciones, modificando los paisajes, pues se requirió limpiar áreas de selva y talar sus árboles originales para plantar los del cacao y los que le dan sombra.

La explotación del palo de tinte Los españoles también explotaron el recurso maderero que existía en la región, principalmente el árbol conocido como tinto o palo de tinte, ya que de su tronco y ramas extraían una sustancia que permitía teñir de rojo las telas. El teñido de textiles es un proceso muy antiguo, que consiste en añadir colorantes a las telas. Cuando los españoles llegaron a América conocieron nuevos productos que contribuían a este fin, como la cochinilla, el añil y el palo de tinte. Los productos americanos para teñir textiles llegaron a ser muy cotizados en Europa. Para fortuna de los españoles, en la mayor parte de la península de Yucatán y Tabasco existían enormes bosques de palo de tinte. Así lo declaraba en 1565 al rey de España, Diego de Quijada, alcalde de Yucatán. También se ha dado a Vuestra Majestad noticia del palo de los tintes… Hay de esto tanta cantidad que todas las costas de estas provincias (Yucatán) y en la de Tabasco y Nueva España que se pueden cargar cada año todas las carracas del mundo.

Rama de un árbol de tinto en la que se observa su colorante rojo.

“Don Diego Quijada, alcalde de Yucatán, 1561-1565”, en Carlos Enrique Ruiz Abreu, Señores de la tierra y el agua. Propiedad, comercio y trabajo en el Tabasco colonial, Villahermosa, uiat, 1994.

Los españoles pensaban que los recursos naturales de Nueva España, en general, y de Tabasco, en particular, estaban allí para que ellos los explotaran a su gusto, sin considerar su agotamiento y los daños ecológicos que ese proceder implicaba. Por ello, obligaron a los indígenas a talar enormes extensiones de bosque de palo de tinte, con lo que provocaron una rápida deforestación. Tan grandes llegaron a ser las ganancias que generaba esta especie vegetal, que pronto los piratas se interesaron en ella, y comenzaron a realizar desembarcos en las costas tabasqueñas, para talar estos árboles.

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