Historia 3er. Grado Volumen I

Page 316

secue n c i a d e a n ál i s i s y r e f l e x i ó n verdad: somos cosmopolitas, vivimos donde se gana, y que ruede la bola… ¡ja!, ¡ja! ¡ja! —Pero hay cosas superiores a toda ganancia, a todo interés. —Si exceptúa usted a Magdalenita, que me trae a las vueltas y por quién daría toda mi fortuna, no conozco otra. —La libertad, el derecho. —Si no valen dinero, no deben ser gran cosa. —Señor don Leandro, usted me ha dicho que sirvió muchos años como dependiente. —Veinte, señor mío. —¿Y para qué trabajó usted tanto tiempo? —¡Toma! Para llegar a tener independencia, para que un día pudiese yo decir, comodito ahora, no tengo amo. —¿Y esa independencia que ha comprado usted con media vida, cree usted que vale algo? —Mucho vale, señor don Andrés, machismo. —Pues esa independencia es la misma libertad, y nada valdrá desde el momento en que no se respete el derecho que a ella tiene usted muy justamente adquirido. —Don Andrés, yo no soy fuerte en estas cosas; si le he de decir la usted la verdad, me inclino a los liberales, porque siempre que han mandado he hecho mis mejores negocios, y ¡diablo! Tienen unas palabritas tan suaves, que no sé por qué atraen, ¡libertad! ¡derecho! ¡justicia! Mientras que los otros ¡palo! Y tente tieso. La Alameda en Veracruz Al día siguiente, más temprano que lo de costumbre, se levantó Iturbide, fatigado de la mala noche y […] se fue a la Alameda […] Iturbide se dirigió allí buscando fresco y esperando disipar las locas imágenes que en la noche le habían quitado el acostumbrado reposo; pero su estrella hizo que lo primero que encontrarse al pasar la puerta de Merced, fuese lo mismo de que huía; a Magdalena, que iba acompañada de la señora Valle […] —Muy temprano ha salido usted —le dijo la señora, después del saludo de costumbre. —Ha pasado una noche inquieta —contestó Iturbide—, aunque sin tener causa para ello. Le ofreció el brazo a la señora, quien desde luego lo aceptó. —Lo mismo me ha sucedido —dijo Magdalena— y, por esto fui a importunar a mamátía para que saliésemos temprano. […] Magdalena era siempre constante para acompañar aun a sus más severas expresiones con algún halago, (Andrés) no se dio por entendido […] lo que produjo el resultado de que la joven hiciese terminar el paseo con presteza, diciéndole a su tía, que quería oír la misa que a la sazón llamaban. —¡Gracias a Dios, niña, que te viene tan buen pensamiento, porque hace algunos días 314

HIST2 B3 Sana.indd 314

6/18/08 7:56:44 PM


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.