Siguieron comiendo en silencio. Diego terminó su mango, se levantó y acercándose a su abuelo lo abrazó y le dijo: —Qué bueno que tienes muchas arrugas; así tendré más historias que escuchar. Al terminar de comer el mango, con una sonrisa, y sin prestar atención a la camisa y la mejilla ahora pintadas de amarillo, el abuelo se levantó para seguir bajando los frutos del limonero.
arrocha. Vara que en la extremidad tiene G un hierro pequeño con un arpón para que agarre y no se desprenda.
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