Boletín Salesiano Julio 2012

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Perfiles de Santidad

María Troncatti La monja cirujano

S

olo, solo la inquietud es sabia. Y de inquietud se habla, cuando se nombra a María Troncatti.

Nacida en Corteno (Brescia, Italia), el 12 de febrero de 1883, se hizo Hija de María Auxiliadora el 12 de febrero de 1908, y en esta ocasión escribió: “Señor, he dejado todo por venir a servirte, santificarme y salvar almas”. “Colada por Dios” marchó al Ecuador. Fue la primera mujer blanca que, en enero de 1926, penetrara en la selva ecuatoriana para evangelizar a los shuar. Los shuar, los jíbaros. La comunidad jíbara fue siempre rebelde a cualquier yugo. Ni los conquistadores incas, ni los españoles pudieron someterlos. Estos últimos, tras algún asentamiento, fueron eliminados en 1559. Tan solo a partir de 1850 los shuar, picados por la viruela del tiempo, comienzan a conectar con los blancos. Troncatti funda en la selva casas, escuelas, dispensarios y hasta un hospital en Sucúa. Un hospital. Todo un hospital. Y durante mucho tiempo fue ella solita, el único e insustituible médico. Me parece que el Instituto de las salesianas no ha dado una monja tan intrépida, tan gloriosamente entregada, tan brutal y dulce como Troncatti. A veces nos quedamos con la médica y nos olvidamos de la monja. Troncatti es una médica regular y eso le da más gratuidad y morbo a su violenta inquietud.

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Troncatti, cara de Virgen italiana, guapa y sana, crea confortables espacios de convivencia para todos, en el desgarro de la selva ecuatoriana. Todos conocen los milagros de su mano cirujana. Troncatti ya había materializado su ternura en los hospitales militares de Italia, durante la primera guerra mundial. Ahora, en Ecuador madura su inteligencia y su fe, un resplandor femenino en su rostro y su figura que dan magia, aura, encanto a todo lo que ella dice y hace. En 1969 estalla la lucha entre blancos y shuar. Troncatti deja, perfumadas de convento y flor, las manos, sus manos de monja-cirujano, en el quirófano, al servicio de todos. Ella quiere a todos. Troncatti es de todos. - “Si hace falta una víctima –recita ante el altar- heme aquí, Señor”.

Días después, el pequeño avión que debe conducirla a Quito, se estrella contra el suelo. Troncatti muere en el acto. Es el 25 de agosto de 1969. Todo Ecuador habló en quejido. Todo Ecuador se puso de luto y aplauso. María Troncatti era una “santa”, su santa. La Iglesia católica introduce la causa de beatificación. Las pequeñas manos de Troncatti, con tendencia a buscarse la una a la otra para usar, se abren de par en par, para operar y operar, para abrazar y abrazar. Sin María Troncatti el Instituto sería menos, indudablemente. También Ecuador.

i Francisco Rodríguez de Coro


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