ECOS #16 Damaris Pan

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ZE MORENA ZAUDEN / QUÉ MORENA ESTÁS Cambiar los destinos, con la cara bien cerrada y la puerta abierta, como siempre pasa, porque no sabes pasar de otra manera. Un brise-soleil entre sol y humano para hacer lo claro oscuro y lo oscuro claro. Si tú no llegas yo no existo. Son mis soledades que quiero compartir contigo, pero hace falta, dices, un milagro, para que puedas resolverte tú en ellas. La lluvia es grande o es pequeña. Duermevela. Sueño de pan con pantalón de pana. El primer agujero por la primera piedra, por quitarla, por no ponerla. (...) Damaris Pan

A ESTÁS N E R O M QUÉ ECOS ikus-entzunezko irakurketa topaketa bat da, non dokumental, laburmetrai eta bideo-lanen bitartez Rekalde Aretoko erakusketak arakatuko ditugun eta haien inguruan hausnartuko dugun. ECOS es un encuentro de lectura audiovisual donde a través del visionado de documentales, cortometrajes y piezas de videocreación, exploraremos las exposiciones de Sala Rekalde y reflexionaremos en torno a ellas. ECOS is an audiovisual reading group in which, through documentaries, short films and video creation pieces, we will explore the exhibitions at Sala Rekalde and we will reflect on them.

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Sala Rekalde / Alameda Recalde 30, 48009 Bilbao / Tel: +34 94 406 85 32 /Fax: +34 94 406 87 54 / http://www.salarekalde.bizkaia.net/


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lejado de las moras blancas de la morera, en un lugar seco y aislado, como tiene por costumbre, fabricará su crisálida el gusano de seda. Girará la larva sobre sí misma hasta cubrirse por completo por un único hilo producto de su tracto digestivo. allí, al resguardo, la crisálida eclosionará. La imago romperá el capullo de seda y presentará sus funcionales alas blancas.

alejado del árbol de moras rojas, en su salón seco y aislado, como tenía por

TEXTO: IVaN GoMEZ - IMAGENes::IBaN MUGa

costumbre, elaboraba sus reflexiones el bueno de Teo. Daba vueltas a ese, tan de repente, ajeno lugar que era él mismo: un producto de ideas colectivas que sobrevivían bajo la forma de la moral, único hilo que cosía violentamente su hábito a la aparente garantía de un pasado hoy deshabitado. Un régimen de verdad que ya no daba cuenta del bueno de Teo, pues este había cambiado su forma de estar en el mundo. En él resonaba la nueva música, bailaba un nuevo espíritu, y era necesario cortar el cordón umbilical que lo unía a esa ya deslucida ética. Rasgó sus vestiduras y tiró abajo la pared del salón. Cayeron con ella la librería de mármol, el marco y las normas que le impedían ver más allá. Entró el aire del exterior y Teo salió, cual héroe, tomando posición sobre la pared recién abatida. Secó el sudor de su frente. De su frente, de su piel, de sus glándulas. Fluido que había recorrido su cuerpo, que había sido parte de sí y que ahora sacudía contra el resto del muro. Contra el que fue su lugar, la topografía de su pensamiento, parte de sí. La ruina de su morada rápidamente lo absorbió y las gotas del esfuerzo se extinguieron en un abrir y cerrar de ojos. Esa imagen le produjo un pequeño mareo en el seno de su ANNIKA ERIKSSON identidad. Volvió a sentarse al frío cobijo de las tres paredes. ¿Era necesaria The Great Good Placeacción (4’16”) para dar(se) cuenta de sí mismo? Recobró la normalidad de aquella su ritmo cardíaco, recogió de entre los escombros su vinilo de Mahler, le quitó GILBERT ANDelGEORG polvo y lo colocó bajo la aguja del tocadiscos. ¿Era posible dar cuenta Ten Commandments de sí mismo sin contárselo a nadie? Mahler era la banda sonora en la que or Gilbert and George (2’06’’) habitualmente buscaba un apoyo que esta vez no encontró. ¿Cómo bañarse dos veces en un mismo río? Las notas se desdibujaban en una distancia LESLIE THORNTON insalvable, Jennifer, Where Are You? sonaban (10’41’’) entrelazadas formando ecos aquí y más allá del árbol de moras rojas. asomó una pena en su lagrimal y por un momento Teo deseo ser un gato cuántico, un objeto para otros ojos, una noche cualquiera. Se puso en SABRINA RATTÉ Mirages (18’12’’) pie y pensó detenidamente. Se frotó los párpados y se despidió del sillón, del marco, de la estantería y de su amigo Mahler. Teo tenía la responsabilidad, PHILIPPE PARRENO así lo creía él, de narrar lo sucedido. La nueva música dejó también de ser Two Minutes Out of Time nueva, cayó(3’24”) el código de signos que había entre ellos, y aunque Mahler ya no le entendía Teo lo dejó sonando. acarició la herida abierta en la pared y abandonó el lugar. atrás quedó el capullo de seda.

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Como cuando, desde su asiento, alguien grita a la pantalla que el asesino está tras de ti; y esa voz, aunque no debieras, tú la oyes. Una voz que proviene de más allá de tu espacio-tiempo, de más allá de la serie de fotogramas que te componen. No entiendes lo que sucede y entonces, un miedo se apodera de ti aunque no debiera, pues sabes bien cuál es tu destino o al menos eso creías. Que todas las películas terminan en un feliz negro, que ahora avanzas suave entre tus fragmentos, junto con la banda sonora inscrita a la izquierda de tu carne, de tu fina piel de plástico, olor a éter. ¿Y quién querría matarte? ¿Y quién querría salvarte? Oyes sus suspiros fuera de lugar, como si acaso hubiese otro lugar, como si tal vez una parte de ti hubiera viajado en sueños a rozar sus labios, a besar sus ojos y sin que tú lo supieras la hubieras implorado y ese fuera el motivo por el que la voz viajaba ahora a susurrar tus oídos. Y no la ves, y te sientes atrapada en el eterno movimiento para el que fuiste creada, atada al mástil de Ulises, clavada en lo profundo de una cueva desde donde solo se avista el vaivén de las sombras. Pero fue allí, en esa oscura expectativa que la voz insistió; te enamoró el más allá y ahora te preguntas por ti misma, por esas ataduras, por este sombrío lugar: -¿Cuál es mi lugar, el lugar de las imágenes? ¿Somos de aquí o de allá? ¿Soy de mi o de ti? Te entran unas ganas irrefrenables de conocer la voz y cuando llega el primer plano paras el proyector, detienes el tiempo, congelas tu mirada y ella grita. Y su expresión de susto llega a ti como un rubor que te sube lento por la espalda acentuando tu piel morena. Te licúas poco a poco, te derrites; y entonces te das cuenta, ironías de la vida, que efectivamente hay un asesino tras de ti. Y comienzas a arder, y la voz huye, y la luz del proyector atraviesa tu carne iluminando la sala vacía.


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