XXXI Pregón de la Semana Santa de Rociana del Condado

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XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Cuando se escribe desde el sentimiento y sobre lo vivido, todo fluye más fácilmente, desde los talones hasta la cabeza, dejándolo luego escurrir por la pluma que sostiene la mano…

Permítanme. A mi padre se lo debo. A mi padre se lo dedico. Jamás pensé que a este estrado subiría a pregonar, a cantar a los cuatro vientos, de la Semana Santa de mi pueblo. Y, mira tú por dónde, ha llegado el día. Y no puedo por menos que tenerte como guía. Como referencia cofrade, ¡qué digo!, como referencia de vida. Y brinca en mi corazón una mezcla de pasión y algarabía, de responsabilidad, de respeto... ¿por qué no? De miedo, casi diría. Te pido, a ti, que sin duda hoy aquí que yo sé que estás conmigo que me dictes este texto, que guíes este pregón, cual palio hubiera sido. Que tu mano, tu voz poderosa, tu porte de hombre sencillo sirvan como lazarillo a este humilde pregonero. A éste, tu humilde hijo. Sí, capataz de capataces, Maestro del martillo. Porque por tu memoria hoy aquí me haces metido en este inmenso lío. Con las entrañas hechas un revoltillo, un nudo en la garganta, un pañuelo, presto, en el bolsillo, y el alma dispuesta a volcar en este ratillo. Hoy cumplo un sueño secreto, casi con nadie compartido. ¿verdad, cariño, madre de mis hijos, que sabes bien lo que digo?


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Un sueño, un anhelo: derramar mis versos, mis desvelos, por la Semana Santa de mi pueblo. En esta empresa me embarco que no sé si saldré airoso puesto que jamás me he visto, de largo, en asunto más dificultoso que este que hoy afronto. Por eso te tengo presente, querido capataz del cielo, y con tu recuerdo y mi gente, esa gente que yo tanto quiero, confío en dar la talla, confío en ser valiente, en terminar esta proclama que hoy me estreno como pregonero. ¡Mira, que estamos todos! Que nadie piense que faltas, porque el primero en este hermoso templo yo sé que estarás animando con tu alma. ¡Isabel, que aquí también está Manolo! ¿o es que acaso lo dudabas? Rocío, que tu padre no ha faltado. Rosabel, dile a los niños que oigan. Porque hoy, otra vez, como tantos días del pasado, hoy volvemos a juntarnos todos. Volvemos a disfrutar con la Semana Santa. Ruego a este auditorio, Sepan disculpar mis torpezas, mis titubeos y mi poca destreza. Es posible, no lo dudo, fruto de mi poca valía suplida, lo aseguro, con mucha ilusión y presteza y no pocas dosis de osadía. Para plantarme aquí, ante mi pueblo, y soñar con ser poeta sin ser yo, lo acepto, más que un simple enamorado de estas fechas.


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Yo te pido, papá, como hijo yo te pido igual que tantas veces que me ayudes, que me apoyes. Que le digas a tu virgen, a tu señora de los Dolores, que me lleve en volandas como yo la porté otras tantas ocasiones. Que yo sé que tú lo puedes, que sé que con ella departes y que habláis de llamadores, de flores y de costales. Háblale hoy, Manolo, de tu hijo el pregonero y que ella me ayude y me guíe, que me llene con su aliento. Y me dé fuerzas y temple para llevar este pregón, para llevarlo a buen puerto. Así que pongo el cuello en el palo, Tenso los músculos, la espalda recta. Que suenan los tres golpes (TOC, TOC, TOC) QUE A ESTA ES... ¡A ÉSTA!


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Reverendo Señor Cura Párroco de la Parroquia de San Bartolomé. Excelentísimo Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Rociana del Condado. Queridísimos representantes de las Hermandades de Penitencia de nuestro pueblo: Borriquita, Cautivo y Hermandad Sacramental. Admiradas Hermandades y Asociaciones Parroquiales de nuestra localidad, especialmente, por los lazos que me unen a ellas, las Hermandades de Nuestra Señora del Socorro y de Nuestra Señora del Rocío. Amigos, familiares y hermanos en Cristo. GRACIAS POR ESTAR AQUÍ. Gracias especialmente a ti, José Manuel, por tu presentación de hoy. Sin duda tu presencia en este acto le da más categoría y solemnidad si cabe. Gracias también por tu hermosísimo regalo, en forma de pregón, que nos ofreciste en la pasada Cuaresma. Ya he tenido ocasión de felicitarte personalmente, pero aprovecho este foro y lo hago públicamente. ¡Enhorabuena, pregonero! Por supuesto, quiero agradecer a la Unión de Cofradías de Penitencia de la Semana Santa de Rociana, especialmente a ti, Mª José, auténtica valedora de este humilde pregón, la arriesgada apuesta que habéis hecho al confiar en mi persona para cantar y exaltar a nuestra Semana Grande. Espero que no os tengáis que arrepentir. Y, eternamente agradecido a mi mujer, sobre todo, que aguanta estoicamente (aunque a veces, con razón, proteste) los ensayos, las igualás, los años de montajes y desmontajes a horas intempestivas, las horas a pie derecho viendo pasar nazarenos esperando a un paso y todo lo que conlleva estar enganchado a esta pasión que es la Semana Santa. Doy gracias a Dios y a la Santísima Virgen por haberme hecho un hombre afortunado a su lado.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO PREGONAR. Se me pide pregonar, exaltar, la Semana Santa de nuestro pueblo. Cuando se me comunicó que yo había sido el elegido para tan magna responsabilidad, en un primer momento pensé: - ¿Yo? Dios Santo. Si yo no estoy a la altura. Si no tengo experiencia. Luego, más sereno, me acordé de aquella locución latina que dice “Pectus est quod disertas facit” y desde esa óptica enfoqué este humilde pregón: El sentimiento hace los discursos. Y en manos del sentimiento me puse. Tras aceptar el encargo, me puse a pensar qué era la Semana Santa. Y me surgió la siguiente duda: ¿Por qué todo esto? ¿Por qué estamos ahora mismo aquí todos reunidos? Meditando sobre ello, me vino a la mente algo que mi buen amigo Gerardo y yo habíamos hablado alguna vez: que nada de todo esto tendría sentido si Cristo, tras tanto padecimiento, tras ser vejado, ultrajado, golpeado y crucificado no hubiera resucitado. Y por ello quise que éste fuese el punto de partida de mi pregón:

LA RESURRECCIÓN. A esto, a la Resurrección, se refería, muy acertadamente, mi antecesor como pregonero en el final de su magnífica exaltación del año pasado. Y añado yo, hemos de mirar más allá de la corteza barroca de las cofradías. Si Cristo no hubiera resucitado nada de esto tendría sentido. Ni las flores, ni los pasos, ni la música. Incluso estar hoy aquí, uno hablando y otros escuchando, carecería de todo sentido. Sería absurdo sin la Resurrección. Tengamos eso en cuenta. Por tanto, ahora sí, partiendo de la Resurrección, de la Victoria de Cristo sobre la muerte, que nos brinda la esperanza de la Vida Eterna, podremos vivir una Semana Santa plena y llena de significado.

¡Aleluya, Cristo ha resucitado! Él no está muerto. Cristo vive. Que suenen vítores, que se alegren las gentes. Jesús, El Nazareno, sí, el de María y el carpintero, ha vencido a la muerte. Por eso en primavera, cuando el sol se hace más presente, se llenan las calles de cera, la Cuaresma inunda el ambiente. Y entre Via Crucis y besamanos va calando en la mente que ya se acerca, hermanos, que cada vez es más inminente


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esa Semana Grande, esa Pasión y Muerte, que cada año conmemoramos. Triduos y Quinarios, ensayos de costaleros, comienzan los priostes, comienzan con sus desvelos. Y se preparan incensarios con su olor tan penetrante se dan puntadas, más puntadas. Todo es necesario. Y ya se piensa en flores, en velas y en exornos, se limpia un poco la plata y se repasan muchos tornos. Las madres buscan túnicas para sus hijos más pequeños y las bandas ensayan y ensayan para que todo salga perfecto, que este año es muy bueno que este año tocan mucho que este año hacen pleno. Comienzan las mudás, se hacen retranqueos, que el día de la igualá mira que queda lejos. Y la mente puesta está en ese día de salida, que sigue la desvelá porque nadie es capaz de averiguar si este año lloverá o si el sol iluminará el día. Ya espera la calle, ansiosa, a su Cristo o a su palio que se emocione la gente, que se entere el mundo entero que nada de esto hubiera pasado si Jesús, el de María y el carpintero, no hubiera resucitado.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Guardo un gran recuerdo de la Semana Santa de mi infancia. Aunque bien es cierto que , en mi casa, siempre se respiró un ambiente cofrade en cualquier época del año. Pero era pasar la Navidad y ya se respiraba distinto. El ambiente bullía y ya sólo y exclusivamente se pensaba en la Semana Grande. Preparativos de ensayos, listas de costaleros (con esa peculiaridad de mi padre de poner los apodos junto al nombre). Diego, el Platanito; Juan Carlos, el Molino; Manolo, Cañamazo; José Antonio, el Abuelo; José Mª, el Pescaero. Pero también el Cachojo, el Brey, Manolito Rejé, Diego Higuera y tantos tantos otros. Todo ello lo viví con mi padre, al que se lo debo todo, y fue calando poco a poco en mi interior. Si cierro los ojos, resuenan en mi cabeza los sonidos de la Semana Santa que desde tan pequeñito comencé a oír. Sí, porque la Semana Santa es devoción, es liturgia, es emoción. Es expresión artística. Pero también son sonidos. La Semana Santa suena. En Semana Santa suena el lamento seco, desgarrador, de una saeta cantada con sentimiento, casi con dolor, en cualquier balcón de la calle Hinojos. Incluso en cualquier esquina. La Semana Santa suena a corneta, a corneta de llave, con su sonido agudo y penetrante apoyada por un bombo y una caja, que le da sustento, que le da apoyo, que le marca los tiempos y que resuena a lo largo de la calle Amargura. La Semana Santa suena a llamada, a golpes de llamador, a voz del capataz, a arenga, a un “al cielo, valientes”. Y suena a racheo de pies, a resoplidos, mientras se enfila el dintel de la puerta de la Parroquia de San Bartolomé. Suena a llanto. A llanto de niño pequeño en su carrito, despertado por el sonido de una banda de música. A llanto de una madre de costalero la primera vez que su hijo sale de un paso sudoroso y cansado. A llanto de personas sencillas conmovidas mirando fijamente a su Cristo o a su Virgen. A llanto tras los respiraderos. Se llora, y mucho, tras un respiradero. Quien lo probó lo sabe. Y suena a aplauso, a aplauso sincero de la gente emocionada ante el trabajo bien hecho de costaleros y costaleras, de priostes, de músicos, de capataces...

Y, por supuesto, la Semana Santa suena a SILENCIO. Me atrevería a decir que el sonido más característico de la Semana Santa, paradójicamente, es el silencio. Silencio súbito y sobrecogedor al paso de un Nazareno, o de un Crucificado agonizante, o de una Dolorosa rota por el sufrimiento. Silencio un Jueves Santo de madrugada ante el Monumento, orando y reflexionando. Silencio.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Y resulta que llegó un día en que me propusieron, siendo un adolescente barbilampiño, formar parte de la Junta de Gobierno de la Hermandad Sacramental, a la que nunca podré agradecer lo suficiente todo lo bueno que viví. Fueron años de trabajo, de rifas, revistas, montajes y desmontajes, muchos sinsabores y no pocas alegrías. Años de ver crecer poco a poco, muy poco a poco, a esta Hermandad que me ha dado tanto. Y hoy contemplo orgulloso, desde el alféizar de la imaginaria ventana que me proporciona el haberme echado a un lado, cómo la Semana Santa de Rociana ha crecido en patrimonio, en hermandades, en saber hacer. En lo que yo llamo cultura cofrade. Se ha hecho mayor, gracias a la labor encomiable de esos hombres y mujeres que se dejan la piel de una manera totalmente desinteresada.

Labor sorda, ciega, desagradecía pero labor efectiva, en cambio. ¡cuántas horas, cuántos días! Cuántas quejas, cuantos desengaños. Viajes y más viajes, llamadas y más llamadas, ¿has llamado al de las flores? hay que cerrar ya las bandas, encarga los carteles, las revistas, ¿dónde andan? Ya está Amparo imaginando a su Cautivo en las andas, pensando que sólo las flores le faltan. Y Genaro ya lleva un mes ensayando marchas, creedme lo que diga, preguntadle a Natalia. Mª José ya ha ofrecido docenas de medallas, y no para de pensar en el Cristo y en su saya. Y qué decir de Manolo, Rodríguez por más señas, que el pobre ya está loco con la plata, con las rifas, con las velas. Y los ensayos de su Nazareno, los viernes de Cuaresma, que tiene desatendidos a su hijo, a su mujer y a su nena.


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Personas con familia, amigos y trabajo Que lo dan todo por sus hermandades trabajando duro y a destajo. Y muchas veces no pensamos, ante la belleza de un paso, las horas que le echamos, los sacrificios y los desánimos. Parra, Juan Carlos, Los Cortada y Amparo, Mª José, Miguel Ángel, Juan y Genaro. Jose, Juan Márquez, Manolito, Manolo y Gerardo. Y tantos otros que en el tintero me haya ido dejando. Vaya desde aquí un abrazo, Mi sincero reconocimiento y mi más humilde aplauso.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO La Semana Santa es tan amplia, tiene tantas facetas, tantos puntos de vista. Tantas maneras diferentes de vivirla. De participarla. Me gustaría ser saetero, y romper mi garganta cantándole a esas primorosas y bellísimas imágenes que procesionan en Rociana. Podría ser saetero y rezar cantando. Cantar rezando. Pero mi garganta no ha tenido ese privilegio. Quisiera ser orfebre. Y dar forma a la plata, el oro o la alpaca. Y, siendo orfebre, mi huella quedaría en respiraderos y cartelas, en varas, medallas y peanas. En candelabros de cola. Pero no me llamó Dios por los caminos de ese arte. Pero si yo fuera prioste me sentiría orgulloso del brillo de la plata, de la rectitud y perpendicularidad de la candelería, del cimbrear de las bambalinas del palio. Sería música para mí, un regalo para los oídos, el sonido de los borlones del palio al rozar con el varal, al son de la mecida provocada por la cintura del costalero. Pero no, tampoco soy prioste. Ay, si fuera vestidor. ¡Cómo lucirían las imágenes! Pondría cada alfiler, haría cada doblez de paños y ropas con todo el cariño y el esmero de que fuera capaz. Vestidor. Ay, si yo fuera vestidor. Pero no nací con esa sensibilidad. Realmente querría haber sido imaginero. Que mis manos dieran vida a las más hermosas figuras. Tallar una Dolorosa, un crucificado. Conseguir emocionar a través de ese arte grandioso que dominan como pocos nuestros paisanos Elías Rodríguez y Juan Manuel Parra. Pero es a ellos a quien Dios les obsequió con el don de dar vida a la materia inerte: al barro, a la madera, al bronce... No. Imaginero no soy. También podría ser nazareno. Penitente en silencio, orando a cada paso que diese con el cirio encendido en mi estación de penitencia, expiar mis culpas tras el antifaz. Nazareno de capirote rojo o morado, del Amor o de Padre Jesús. Da igual. Siempre con devoción, con recogimiento. Orando a cada paso. Pero nunca tuve la oportunidad de serlo. Quizá algún día. Incluso hubiera sido acólito. Portar el incienso, balanceando a izquierda y derecha, perfumando, purificando, al paso de nuestra Madre de los Dolores. O portar un cirial, anunciador, en una esquina o a lo lejos, que se acerca el paso del Nazareno. Nunca lo fui. ¿Y si fuera capataz? Mi voz resonaría fuerte, segura, confundida con el sonido del llamador. Mandando, animando, dirigiendo el arte de mis costaleros. Soy consciente de que ganas de que yo sea capataz no faltan en algunos círculos de opinión. Pero precisamente eso, ganas de serlo, es lo que a este humilde cofrade le faltan. En cambio, soy contraguía. Ahí me encuentro cómodo y ahí, por ahora y si Dios quiere, seguiré.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Y costalero. Me gustaría ser costalero. Habitar en ese “sótano del cielo” como oí una vez a un costalero del palio de la Virgen de las Aguas de la Hermandad del Museo, de la Semana Santa sevillana, denominar a ese espacio oscuro y claustrofóbico que se ubica bajo los faldones de un paso. Sótano del cielo. No hay forma más gráfica para definirlo. Y para ello hay que haberlo vivido y sufrido. Cargar, sufrir, hacer estación de penitencia sintiendo el peso de la trabajadera. ¿Y si fuera costalero? Eso sí que lo fui. ¿Lo fui, o lo soy? Lo soy, más bien. Nunca se deja de ser costalero. Aunque cambien los tiempos, las formas, las personas. El que es costalero una vez, siempre será costalero. Y yo, personalmente, profeso admiración por esos costaleros del día a día, de los que no llevan costal ni faja, sino ganas de vivir. Esos y esas que soportan el peso más difícil de cargar, el peso de la enfermedad, de los hospitales y tratamientos médicos agresivos. Ojalá su chicotá, por larga y penosa que sea, y su sufrimiento sirvan para llegar a terminar su particular estación de penitencia de la mejor manera. Hago, ahora, un llamamiento a los nuevos costaleros, jóvenes e impetuosos, pero precisamente por esa juventud e impetuosidad, a veces faltos de responsabilidad y compromiso. Amigos, tomáoslo en serio. Comprometeos. Es bonito el día de la salida, que se nos vea bien con nuestra ropa, nuestro costal bien puesto. Bien puesto. En la frente, por encima de las cejas. Bien puesto. Lucirnos con el trabajo bien hecho. Pero el costalero no lo es sólo para el día de la salida. Hay que comprometerse en los ensayos, hay que ser solidario en el trabajo con el compañero de trabajadera. Hay que dar un relevo al que está cansado. Quien quiera serlo, que sea honrado y se comprometa.

Amigo, ¿quieres ser costalero? Yo te presto mi faja y mi costal. Pero has de hacerlo con esmero, con ganas, con fuerza y responsabilidad. No te agobies, compañero, si tus fuerzas ves fallar, porque yo te paso mi mano por la cintura y te ayudo el peso a soportar. Poco a poco, mi valiente. Poco a poco, cintura na más. Vamos siempre de frente no le dejes nunca de ganar, que es arte puro lo que desprende cuando tu paso en la calle está. Arrastrando los pies, un racheo valdrá, que si levantas las plantas muy feo se verá. Y recuerda que al hacer la levantá tus piernas deben amortiguar,


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que cuando el paso va al cielo con el golpe del llamador tiras pa arriba, compañero, y aprietas los dientes contra el dolor. Amigo, ¿quieres ser costalero? Yo te enseño a hacerte el costal que tiene que quedar en las cejas, ni una arruga detrás, y no ha de apretar la cabeza, y la morcilla no tiene que bailar, tiene que caer en el cuello, justo donde se debe cargar, ni muy alta que moleste ni muy baja que no hagas ná. Amigo, ¿quieres ser costalero? Yo te presto mi costal y te enseño a enfajá, y me pongo a tu lado en tu primera levantá. Amigo, ¿quieres ser costalero? Yo te enseño, compañero. Sólo te pido buen hacer y voluntad, y que te tomes en serio esto de las levantás.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Y así, como el que no quiere la cosa, entre preparativos, cultos y mudás nos plantamos en la luminosa mañana del Domingo de Ramos. El día de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén. Del Evangelio según San Mateo: Cuando se aproximaban a Jerusalén Jesús envió a dos de sus discípulos diciéndoles: «Vayan a ese pueblo que ven enfrente; apenas entren encontrarán un burro amarrado, que ningún hombre ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Trajeron el burro a Jesús, le pusieron sus capas encima y Jesús montó en él. Muchas personas extendían sus capas a lo largo del camino, mientras otras lo cubrían con ramas cortadas en el campo. Y tanto los que iban delante como los que seguían a Jesús gritaban:”¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” Esa mañana de nervios, de preparativos. De estrenos. En mi casa, siempre se estrenaba algo el Domingo de Ramos. Decía mi abuela Isabel, con sus chascarrillos que tanto me gustaban, que “el Domingo de Ramos quien no estrena nada se queda sin manos”. Y allí que íbamos estrenando un pantalón, una camisa, una chaqueta. Una muda, siquiera. Domingo de ramitas de olivo, que traíamos a casa de vuelta de la misa de 12 y colocábamos en la mesita de noche. Y, durante un tiempo, Domingo también de costal y trabajadera. Y yo, el Domingo de Ramos, me acuerdo especialmente de una persona: mi amiga del alma, mi “tercera hermana”, como a ella le gustaba que la llamase, que ya no está entre nosotros porque emprendió un largo viaje, pero que se encarga de velar por la Hermandad de la Borriquita a la que vigila y proteje desde allí, desde su asiento privilegiado en la eternidad.

En Rociana, decir Domingo de Ramos significa decir Amor. Amor de sus gentes por esa talla única, bellísima obra de Juan Manuel Parra. Cristo de tez morena, imponente, majestuoso. La viva imagen del Cordero de Dios, que sabe que va a ser sacrificado por la salvación del mundo. Qué nombre tan bello, tan significativo, tan acertado para el Cristo del Domingo de Ramos de Rociana. CRISTO DEL AMOR. Porque, ¿existe un acto de Amor mayor que dar la vida por los demás? También nosotros, los que nos hacemos llamar cristianos, precisamente porque seguimos a Cristo, debemos tomar el ejemplo y hacernos humildes como él y dar la vida por los demás. Sí, DAR LA VIDA.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Dar la vida. No significa que haya que morir físicamente, como Él lo hizo por nosotros. Dar la vida es volcarse en el necesitado, en el enfermo, en el débil. Hacer el Amor a los demás, a tu vecino, a tu compañero de trabajo, a tu amigo. Incluso a tu enemigo, al que te lastima por algún motivo. Dar Amor. Vivir el Evangelio en nuestras vidas, día a día. Atravesamos una época difícil y en cada esquina, en cada banco de la plaza, en cada puerta del supermercado, en cada oficina, en cada colegio... encontramos momentos y personas necesitadas de nuestro Amor, nuestra comprensión, nuestra solidaridad, nuestra humildad. Demos Amor a los demás, demos la vida por ellos. Y ÉL, el Señor del Amor, elige la sencillez de un pollino. Él, el Rey de Reyes, el Soberano Poder, el que todo lo puede, entra en Jerusalén a lomos de un simple asno. El cristo del Amor, en Rociana, nos pide entrar de manera triunfal en nuestros corazones, para instalarse, para inundarnos de ese Amor incondicional hasta las últimas consecuencias. Tanto, que hasta dio su vida por nosotros.

Mi Señor del Amor, Señor del Domingo de Ramos a lomos de un pollino, Señor, en tu paso ya estás plantado. ¡Que abran las puertas del templo! Que Rociana, sus gentes, están esperando. Domingo de luz y color, Domingo de capirotes colorados, de niños inquietos y nerviosos, de madres sofocadas, suspirando, de ramas de olivo y de palmas que tantas veces hemos soñado. La plaza bulle con fuerza ya la gente se está agolpando a las puertas de su iglesia que se abren, el murmullo apagando. Y ya la cofradía se está formando.

Suenan los golpes del martillo, suena la primera levantá. Las mujeres, ¡mis mujeres! hasta la misma plaza te traerán.


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Y avanza lentamente, enfilando la calle Amargura con los sones de tu Agrupación Musical “Al Rey de la Gloria”, en la tesitura. Y ese humilde pollino camina con soltura mecido por esas veinte almas, esas graciosas veinte cinturas. Un costero, un patero, un pasito na más. Y no hay estampa más hermosa que ante la patrona, cuando hace la revirá. Cara a cara, el Amor y el Socorro que no importa que se pare el tiempo ya que estando bajo su amparo nada nos puede pasar. Que es tu hijo, Socorro, quien su Amor derramará para que tú, como madre, el Viernes tengas que llorar. Pero hoy es día de alegría, El Amor en la calle está, es Domingo de Ramos, brilla la luz del día, es Cristo mismo quien nos viene a visitar. Abramos nuestros corazones, acojámoslo en su Entrada Triunfal.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Y, por supuesto, en Rociana tenemos la inmensa suerte de que el Domingo de Ramos sea un día muy especial. La mujer es protagonista. La mujer, que, digámoslo claro y sin ambages, tantas y tantas veces ha sido ninguneada, apartada, menospreciada en la Semana Santa. La mujer, el pilar básico de la humanidad. Pobres de nosotros si no existiera la mujer. Desde aquí, desde este púlpito, lanzo mi humilde proclama para que la mujer tenga el sitio que merece. Necesitamos más mujeres en puestos directivos de grandes empresas, más mujeres en cargos de responsabilidad. Cuántas y cuántas mujeres tenemos en nuestro pueblo sosteniendo con su sudor, con sus deshoras en almacenes y campos de fresa, sosteniendo a sus familias. Hoy yo, aquí, quiero romper una lanza en favor de la mujer. De la fuente de la vida, pero también fuente de pundonor, de crianza, de amor, de entrega por y para su familia. La mujer es madre, es hermana, es compañera, es consejera, es novia, es luz, es felicidad, es fortaleza, es consuelo, es refugio... ES VIDA. Y, en Rociana, el Domingo de Ramos es COSTALERA. Ole, ole y ole por esa cuadrilla de costaleras que tenemos la suerte de disfrutar, portando a su Señor del Amor. En Rociana, el Domingo de Ramos, la mujer es chicotá, la mujer es costal, es emoción, es sufrimiento, es trabajo bien hecho. Es arte puro paseando por sus calles.

Costalera del Amor que portas con arte y sabiduría avanza, despacio, casi con rubor teniendo coraje y valentía. Meciendo a tu Señor por las calles rocianeras, mojan las lágrimas mis mejillas al verte andar, ¡COSTALERA! Qué envidia tengo, amiga, de no poder cargar junto a ti, ser costalero de la burrita aprender de tu arte, aprender así.


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Esas caderas que acogen la vida en los meses de su incubación este día de olivos y palmas acogen con gracia, con dulzura, a su Señor y lo mecen con devoción. Qué cuadrilla más flamenca, qué gozada cuando hacéis la Estación. Ole las mujeres con fuerza, con arte, con gracia, con pundonor. Y pueden pasar los años, que pasen el tiempo y las cuadrillas que mis mujeres de Rociana, las costaleras, las del Señor del Amor, serán las pioneras, serán mis chiquillas, me harán siempre temblar de emoción. Qué contento estoy, mujer, cómo se me llena el pecho, que yo presumo de saber hacer que de vosotras yo me enorgullezco, que demuestra mi cuadrilla coraje y honradez valentía, humildad y recogimiento. Y ese Cristo del Amor, llevado, levitando, por ti mujer que parece que va sonriendo porque sabe que debajo, por doquier, veinte corazones a compás están latiendo. Y tienen muy claro su quehacer enfilando a su Señor hasta el Templo.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Y se recoge la Borriquita. Ya Jesús del Amor ha entrado triunfalmente. Pasó ese Domingo de la Alegría y todo, poco a poco, comienza a tornarse gris.

¡Van a apresar a Jesús.! Es Miércoles Santo y Rociana se estremece ante la imagen de un Jesús atado y humillado. Un rostro congestionado por el dolor, el sufrimiento, la constancia de saber lo que le espera. Incluso tiene un momento de debilidad, de miedo, de angustia, de lógica humanidad. De soledad ante la muerte y el sufrimiento.

“¡Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz!” Esa boca entreabierta, esos hombros caídos, esa mirada perdida. Hermosa obra que tallara nuestro insigne paisano Elías Rodríguez. Me llaman la atención sus manos. Sus manos... Dedos largos, huesudos. Dedos que dentro de muy poco se aferrarán fuertemente al madero, en su ignominioso y fatigado camino al Calvario. Manos que curaron al leproso, que dieron de comer a los hambrientos a base de panes y de peces. Manos que abrazaron a Pedro. Y, en este Miércoles Santo de noche oscura, de recogimiento, de parihuela y Via Crucis son manos atadas, inutilizadas, marcadas en sus muñecas por la rudeza de una soga áspera y sucia. La noche del Miércoles Santo, en mi pueblo, es especial. Se respira un ambiente distinto. Silencio, recogimiento, respeto. Me impresiona esa figura de Jesús en su Cautiverio, ligeramente inclinada hacia delante, avanzando lentamente, en silencio, en sus andas. Resignado. Aceptando, humilde, su destino. Me gusta verlo en la distancia, desde detrás, cómo se aleja poco a poco que parece que arrastra los pies, callado, sumiso, humilde intentando mantener el equilibrio para no caer con sus manos atadas. Y, he de reconocerlo, es uno de los momentos más impresionantes de nuestra Semana Santa. Habéis sabido, queridos hermanos responsables del Cautivo, encontrar vuestro sitio en esta Semana Grande. Poco a poco, sin hacer mucho ruido, pero dando pasos certeros y seguros. Lo vemos, al Señor Cautivo, y nos estremecemos. Un escalofrío nos recorre el cuerpo. Sabemos lo que va a pasar con Él.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Y, sin embargo, seguimos entregando a Jesús. Seguimos siendo Judas. Sí, nosotros. También nosotros. También lo hemos entregado. Lo entregamos cuando nos apartamos de Él, cuando no amamos al prójimo, cuando no somos solidarios con el que sufre, cuando no respetamos a nuestras parejas, a nuestros hijos, a nuestros vecinos, a nuestros semejantes. Seguimos entregando a Jesús, hoy, cuando no vivimos nuestra vida acorde con el Evangelio, con sus Mandamientos. Le hemos atado las manos, lo vamos a entregar. Pero nosotros podemos ser sus manos, sus manos libres. ¡Seamos sus manos libres! Demos de comer al hambriento, abracemos al afligido, acompañemos a los enfermos. Sus manos, seamos nosotros sus manos desatadas.

¡Ay, mi Jesús Cautivo! que por un puñado de plata Tú fuiste vendido por ese Judas malnacido. Yo también Judas a veces he sido y, al verte en tus andas, yo te pido Misericordia, Señor, perdón por lo que has sufrido. Noche oscura, gris y fría aquella en la que fuiste prendido. En la calle Amargura podría allí, seguramente, podría haber sucedido. Que ni hay olivos ni montes en tal calle que he referido pero Amargura, la llaman, y amargura sería tras ese beso furtivo la que tú, sin duda, sentirías. Y prosigues tu caminar, tu caminar vencido. Y Rociana se torna silencio a tu paso, sin poderte mirar, el corazón encogido.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO

¡Ay, mi Jesús Cautivo! Ay, que un grito me parece haber oído ¿no serán los soldados, que por ti han venido? Y se te ve por la calle Sevilla, casi llegando al Casino, y noto lágrimas en mi mejilla al verte, de frente, cabizbajo y hundido. ¡Ay, mi Jesús Cautivo! Qué humilde tú has sido que no has querido luchar, que tranquilo has sido reducido porque usar la espada no has permitido. Ya quisiera yo afrontar los cautiverios que en mi vida he tenido con esa tu misma humildad y así todo tendría más sentido. ¡Ay, mi Jesús Cautivo! Que sabes que te van a matar y sin embargo aceptas del Padre la voluntad con dolor, con sufrimiento, pero tranquilo. ¡Ay, mi Jesús Cautivo! Que vuelves ya a la plaza a llegar y nos arrepentimos aquellos que te prendimos porque hemos visto que te van a sacrificar. Sí, porque yo también soy culpable con mis pecados y mis desatinos. Yo también lo soy, Padre, yo también ayudé tus manos a atar.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Y Jesús, irremediablemente, es condenado a muerte. A una muerte de cruz. Del Evangelio según San Lucas: Al amanecer, todos los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías celebraron una reunión para decidir la manera de hacer morir a Jesús. Luego lo ataron y lo llevaron para entregárselo a Pilato, el gobernador. Pilato mandó entonces azotar a Jesús. Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo, y acercándose, le decían: «¡Salud, rey de los judíos!», y lo abofeteaban. Así es como amanece el Jueves Santo. Con la espera tensa, agobiante, del martirio de Jesús. Se prepara el Santo Triduo Pascual, que culminará con la hermosa luz que resplandecerá la noche del sábado en la Vigilia Pascual. Pero antes de esto, antes, Jesús ha de ser ejecutado. Es una agonía insoportable. Hasta su apóstol, la piedra sobre la que edificará su Iglesia, sucumbe al desamparo, al miedo, a la tentación y reniega de Él. ¿Y su madre? ¡Cuánto sufren las madres por sus hijos! No iba a ser menos María, la madre del Hijo de Dios. Ella lo acompaña, lo sigue, sufre con él. Estará al pie de la cruz, cuando llegue el momento fatídico, con el alma desgarrada por el dolor. En la mañana del Viernes Santo ella, su Madre, amanece plantada en su paso de palio con su plata, su candelería y sus flores de cera. ELLA, la dolorosa más bella que jamás hayamos contemplado. La Señora del Viernes Santo rocianero. ELLA, la de los Siete Dolores. La que tuvo que escuchar la profecía del viejo Simeón.

“Un puñal atravesará tu corazón...” La que tuvo que emprender la Huída a Egipto, escapando de la masacre y de la muerte. María, la Madre que perdió a su Hijo en el Templo y lo buscó con agobio y desconsuelo hasta recuperarlo. La que se encontró con Jesús, golpeado y sucio, cargando con la Cruz hacia el Calvario. La que pasó por el trance doloroso de presenciar el sufrimiento y la muerte de su Hijo en la Cruz. ELLA, la que recibió en su regazo el cuerpo sin vida de su Hijo tras el descendimiento de la cruz. ELLA, la que lo acompañó hasta que lo depositaron en el sepulcro. MARÍA, la de los Siete Dolores,

MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO ELLA, como madre, contempla a Jesús frente a frente, cargado con la cruz, soportando el dolor y el sufrimiento a la misma vez que su hijo. Llenando su hermosísima mirada de lágrimas que se asemejan a las pequeñas gotas del rocío mañanero que mojan los pétalos de las flores en los amaneceres primaverales, y que caen por su sonrosada mejilla. ELLA, siempre esperando. Esperando, hoy, este Viernes Santo, que suene el llamador. Que Miguel Ángel y su cuadrilla la levanten y la mezan, tras su Hijo, paseándola por Rociana como sólo ellos saben hacerlo.

María de los Dolores, que por Rociana paseas siguiendo al Nazareno sufriendo, llorando, derramando lágrimas cual si fuese cera. ¡Qué dolorosa más bella, qué mecida con más solera! Cómo se oyen desde la puerta tus bambalinas, contra el varal, mientras rachean. Ya te acercas al Ayuntamiento ya tu bello rostro se asoma que ni las lágrimas, ni el sufrimiento evitan que revolotees, cual paloma, por la plaza, tu plaza, por el pavimento. Que es la Reina de Rociana la Reina del Viernes Santo la que por la botica ya proclama que ya ha revirado con tiento, que ya ha salido de la plaza y enfila, hermosa, en su tormento. Y yo me pierdo en tu mirada, en esos ojos tan bellos que ni encharcados en lágrimas, ni rotos por el sufrimiento dejan de dar consuelo. No cesan de mirar a su pueblo porque en Rociana sabemos que eres refugio, que eres anhelo, que eres tú, Madre, la del pelo moreno, eres la flor más bella del jardín rocianero. Que eres Virgen y Madre, Y aunque de luto te han vestido, acoges en tu talle a todo el que a ti ha recurrido.


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Consuelo del afligido, refugio del que la salud le falte que por mucho que tú has sufrido siempre que alguien en tu frentura se plante allí estarás tú, Dolores, para tenerlo acogido. Y te llueve, todos los años te llueve. Pero no es agua lo que cae son pétalos, son lágrimas, son rezos y son oles que siempre te mojas, Dolores, a veces de fervor, siempre de cariño, que yo sé muy bien lo que digo porque lo viví desde niño. Todos los años te mojas, calle Hinojos o Sevilla, en Amargura o en la Ermita, donde se encuentran frente a frente de Rociana las dos más bonitas. Y llueven rosas y claveles Socorro, que Dolores te visita acompañando a tu Hijo al que sigue muy cerquita con el corazón encogío y lágrimas en las mejillas. Pero se para un momento y te hace esa visita que luego en verano, Socorro, siempre te ocupas que se repita. Ese verano que Rociana con ansia siempre espera porque en tu casa, Dolores, Socorro tiene su novena. Y su palio sigue adelante, poco a poco, como ellos han aprendido de un capataz, Miguel Ángel, que bebió de la fuente del que se ha ido. Que seguro que tú, Dolores, igual que hiciste con tu Hijo, seguro que tú lo tienes allí, muy cerquita, contigo.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Y, claro está, a nadie se le escapa que para mí decir Viernes Santo, decir María Santísima de los Dolores, es decir costal. Es decir trabajadera. ES decir infancia de noches de ensayo en invierno. ES evocar en la memoria a un niño, casi un adolescente, cargando con el botijo del agua para calmar la sed de los costaleros. ES sentir mariposas en el estómago la primera vez que me metí. ES recordar los consejos que él, mi padre, mi capataz, me daba para enseñarme cómo enfajarme, cómo hacer el costal, cómo meterme en el palo. Por todo esto, para mí, decir Viernes Santo en Rociana es decir MANOLO TRIGUERA.

Si yo fuera paso, él sería mi capataz. Que su mano firme golpee que llame tres veces ya. Y yo me pongo, me tenso, dispuesto a levantar. Y su voz resuena en el silencio ¡vámonos de frente, va! Andando poco a poco, obedeciendo, llamando despacito a esa izquierda atrás. Que si yo fuera paso, él sería mi capataz. Que su estela hubiera seguido yo sé que él se atrevía a soñar y, lo que son las cosas amigo, en lugar de darle al martillo salgo en la parte de atrás. Pero no dejaré la oportunidad pasar desde este púlpito que he osado ocupar de a los cuatro vientos gritar que si yo fuera paso, él sería mi capataz.


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Y yo me dejaría guiar a golpe de voz y martillo de costero, de patero, en una arriá. Que lo mamé desde chiquillo y que este gusanillo nunca morirá que siempre lo seguiré viviendo porque te lo debo a ti, PAPÁ. Porque si yo fuera paso, tú serías mi capataz.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Pero el Viernes Santo en mi pueblo, en Rociana, no sería tal sin Él. Sin esa imponente figura que saliera de la esplendorosa gubia del imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci:

NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO Padre Jesús, como es conocido en Rociana, impone nada más mirarlo. Máxime cuando uno ha tenido la suerte, como es mi caso, de poder tenerlo cerca y tocarlo. Tener su rostro a pocos centímetros del tuyo es una experiencia única. Al verlo en su paso, impresionante, flanqueado por los cuatro faroles de plata y cargado con la cruz, es el momento de darse cuenta de lo pequeño que es uno. De lo insignificantes que somos. La cruz. ¿Por qué la cruz? La muerte por crucifixión era una muerte lenta y dolorosa. De las formas más crueles de morir que existían. Y Él, además, fue obligado a cargar con su propia cruz. Aquélla en la que moriría. Esa cruz que, hoy día, sigue cargando. La cruz de los enfermos, los desvalidos, los sintecho, los desahuciados, los pobres, los desfavorecidos... Él carga con su cruz para morir por nosotros. Por nuestra salvación. Pero nosotros no queremos ayudarlo con su carga. Vivimos cómodamente sentados en nuestros sofás, mirando por la ventana, con nuestras ilusiones, nuestras preocupaciones. Nuestra vida. Y no nos paramos a pensar en la carga que el Nazareno lleva. Hoy día también existen, a nuestro alrededor, Nazarenos de carne y hueso que cargan una pesada cruz. Y que necesitan de un cireneo que les ayude a soportar la carga. Cargan con la cruz de la enfermedad, cargan con las estrecheces económicas que tanto están haciendo sufrir a muchas personas de nuestro pueblo. Cargan con la cruz del odio, de la envidia, de las malas relaciones con nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo... Podemos ser sus cireneos. Seámoslo.

Hoy quiero ser tu cireneo, Padre Jesús rocianero, que aunque sea pequeño y pecador te prometo que lo haré con esmero. En Rociana, Viernes Santo, yo seré el primero que no quiero perderme cuando se eche a tierra tu costero y aparezcas, imponente, por esa puerta, que es la del Cielo. Ya se apagan los murmullos, ya aparecen los ciriales,


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ya está levantado tu paso, ya sujetan tu cruz dos ángeles. Y a la estrellada noche rocianera ya se asoman tus potencias, ya tu saya se bambolea que parece que vienes temblando, que tu sudor parece que gotea, que tu esfuerzo no es en vano. ¡Ay, pobre de aquel que no crea cuando al madero se aferran tus manos! A lo lejos se escuchan saetas allí, en la calle Hinojos, “¿quién me presta una escalera...?” se desgarra de una garganta presta mientras los cirios consumen su cera. Padre Jesús Nazareno, Padre Jesús rocianero, avanzando por la calle, avanzando de costero, no te pares, Padre mío, que en la acera yo te espero. Y al pasar se hace el silencio todo es fervor y recogimiento, sólo el crujir de tu madero y el rachear de tus costaleros. Y al hacer la revirá, giras tu cabeza hacia atrás y ves a tu Madre llorando, y muchas mujeres más que también les está pasando. “¡No lloréis por mí mujeres!”, les dices susurrando, que ya ni hablar puedes que el madero está pesando. “No lloréis por mí”, les dices, “no lloréis, yo os lo pido, que todo este sacrificio por vosotros lo he sufrido”. Ya te acercas a tu templo y sigue tu Madre detrás. No tengas prisa, capataz, que este año no está lloviendo.


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Y ya ha hecho la revirรก, y se ha puesto frente al pueblo en la puerta, para entrar, ese Cristo que estรก sufriendo.


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO Entrando el palio de María Santísima de los Dolores y cerrando la puertas de la Parroquia podría decirse que termina la Semana Santa en Rociana. Cualquiera que dé un paseo por sus calles el Sábado Santo por la mañana notará cómo ya todo es un recuerdo. A no ser por la cera derramada por sus calles, que parece incluso que brillan al darles el sol; o por alguna colgadura que todavía ondea en algún balcón de las calles Amargura, Hinojos o Sevilla. Incluso, si el paseante es observador y pasa por la Plaza de la Constitución, podrá notar cómo se afanan las Hermandades en sus trabajos de priostía para, lentamente y con extrema delicadeza y pulcritud, recoger pasos y enseres y que queden embalados de la mejor manera posible. Trabajos, dicho sea de paso, mucho más desagradecidos que los trabajos de montaje que se llevan a cabo en los días previos a la Semana Santa. En realidad, si el paseante agudiza sus sentidos y es paciente en sus observaciones se dará cuenta de que lo que ha terminado en Rociana son las Estaciones de Penitencia, que no la Semana Santa. Todavía nos queda lo más importante: cerrar el círculo. Nos queda la RESURRECCIÓN. Comenzaba el pregonero esta exaltación haciendo hincapié en que lo verdaderamente importante de la Pasión y Muerte de Jesús es lo que ocurrió tres días después. QUE RESUCITÓ. Y por eso estamos aquí, porque resucitó. Por ello, recuerdo ahora que la Semana Santa continúa con la Vigilia Pascual del sábado, esa fiesta de luz y esperanza. Esa espera que no desespera, en la que nos mantenemos despiertos, expectantes, esperando porque confiamos en que Cristo vencerá a la muerte. Una celebración que deberíamos cada uno de nosotros vivir y sentir. Participar. Y termina, la Semana Santa, con el Domingo de Resurrección, día grande para los cristianos. En palabras del Papa Francisco el pasado Domingo de Resurrección:

“El Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte”

¡Vivámoslo en primera persona!


XXXI PREGÓN SEMANA SANTA 21 de marzo de 2015 ROCIANA DEL CONDADO

Ha llegado el momento, ese que siempre llega aunque uno no quiera, de terminar mi parlamento. Con mucho miedo empecé diré, mejor, respeto y poco a poco me encontré más cómodo, más sereno, más suelto. Y vuelvo a implorar perdón por haberme atrevido a hacerlo que como ya dije en otro verso, yo no soy un poeta, sólo un simple maestro que ha tenido la suerte de ser un enamorado de esto. De esta Semana Grande de la Pasión y Muerte de Cristo, sin olvidar que lo más importante es que volvió del sepulcro. Orgulloso de ser trovador de ti, Dolores, y de tu Hijo si es Nazareno, como si es Amor, lo mismo que si es Cautivo. Gracias a mi pueblo entero por este orgullo que yo siento de tu Semana Santa, Rociana, haber sido el pregonero.

AHÍ QUEDÓ.


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