Sandokán.Los tigres de la Malasia

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LOS TIGRES DE LA MALASIA

conmigo donde quisiera para que me explicase los motivos de su odio, y prometiéndole que nadie atentaría a su vida. -Y él se habrá guardado muy bien de obedecer. -Me contestó en cambio que fuese yo a entregarle mi cabeza juntamente con la de mi hija. -¿Ha tenido tanta audacia ese miserable?- exclamó indignado Yáñez-. Veamos; ¿has ofendido a algún jefe de los dayakos? Porque estos cortacabezas son ferozmente vengativos. -Yo no he hecho nunca mal a ninguno: además, ese hombre no es dayako- contestó el indio. -Entonces, ¿qué es? -Algunos dicen que es un árabe viejo y fanático; otros dicen que es un negro; y otros, que es un indio. -Debe tener algún motivo muy grande para odiarte de ese modo. -Ciertamente que sí; pero, cuanto más pienso en ello, menos acierto a descubrir la causa; en vano me devano los sesos para acertar. Sin embargo, he tenido una sospecha. -¿Cuál? -Pero es tan absurda, que te reirías si te la dijese dijo Tremal-Naik. 123


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