Cuentos de Navidad

Page 1

1


Cuento de Navidad

O

bservé como poco a poco el cielo se teñía de un rojo pasión, de un rojo fuego y parecía estar enfurecido. Me encantaba mirar el cielo y más ese día, que parecía estar más hermoso que nunca… Todo acaecía un año antes, justo, un año antes. Me encontraba allí sentado, en la orilla de esa playa de blanquecina arena y cristalinas aguas. Allí, en esa desierta isla donde di a parar un año antes. Solitario y desolado, pasé allí un largo tiempo, hasta un maravilloso día en el que aconteció algo de lo que nunca me voy a olvidar. Pero esto, es el final de la historia, historia que sólo acaba de empezar. En aquella época, era un simple marinerillo todavía aprendiz, en el mundo relacionado con el mar. Me acuerdo perfectamente, que era navidad, esa hermosa época de esperanza, cuando embarqué en un pequeño navío de pocos tripulantes. Ocurrió por desgracia que varios piratas, con endiabladas armas de fuego se apoderaron del pequeño barco y nos arrojaron a todos al mar, como si de trapos o desperdicios nos tratáramos. Próximamente, lagunas de olvido se apoderaron de mi mente y no dieron de sí hasta mi fortuita llegada a la isla. Una vez allí, le di las gracias a Dios, por anteponerla a mi camino. Para que mentir, en esa época, era un joven rebelde, solía decir todo lo que pensaba y aunque exponer mis argumentos me trajo en ocasiones problemas con las autoridades, seguía siéndome fiel a mí mismo, seguía expresándome abiertamente. Pero en realidad, nada de esto importa, lo que importa es que en aquel entonces era un joven ateo, que no creía en nada ni nadie, solo en lo que yo conseguía por mis propios medios. Todo esto me hizo cambiar totalmente, cada día comencé a rezar por mis desaparecidos compañeros, por que hubieran sobrevivido a ese largo baño, por que estuvieran totalmente sanos y a salvo, o aunque sea, vivos. Yo mismo observaba cómo mi mente iba cambiando, cómo cada minuto que permanecía más en esa isla enloquecía, pero aun

2


así, daba las gracias por seguir vivo y seguía con la esperanza de que algún día todo cambiara. En ese año que pasó, no ocurrió nada peculiar, examiné exhaustivamente aquella isla, pero no pude encontrar señal de vida humana, solo exóticos animales, toda clase de insectos, y una hermosa vegetación adornada de grandes cascadas de agua dulce. Pasado ese año, nos encontramos de nuevo como al principio, en ese día con sublime atardecer, donde como loco solitario me felicitaba a mi mismo por ese nuevo año. Me levante de la orilla y me dirigí a tomar agua de una cascada. Una vez allí, algo me atrajo y sentí la necesidad de darme un baño en esas nítidas aguas. Me sumergí y buceé, sin pensar en los raros animales que allí se podrían encontrar, inicié una larga ruta por aquellas aguas de la cascada. No solía ser un joven aventurero, pero ese día estaba distinto y traspasé la cascada por uno de sus extremos. Una gigantesca cueva encontré, con raros dibujos de gente y animales, que nunca había visto en ningún lugar. Me adentré, alumbrado tan solo por el suave brillo que aún aportaba el cielo, aunque no sé por qué en esa cueva había más luminosidad de la que debería de haber habido. Encontré en ella poco más que rocas desgastadas por el tiempo, pero de repente, observé un gran baúl de madera vieja y oscura. No me atreví a abrirlo, y quise marcharme, pero parecía que mis piernas me pesaban más que nunca, entonces, observé de nuevo la pared y… ¡Los dibujos raros de la cueva habían desaparecido por arte de magia! Creí que fue fruto de mi imaginación el ver esas pinturas ancestrales, pero no fue así, volví de nuevo la cabeza y pude observar al lado de ese obsoleto baúl unas pequeñas figurillas de hombres con flechas que me miraban intimidándome y se acercaban poco a poco a mí. Quise salir de allí como una exhalación, pero una parte de mí se negaba y me decía que si me quedaba iba a acontecer algo bueno… En la batalla de las dos partes de mi mente, ganó la que quería permanecer… En un abrir y cerrar de ojos, los pequeños hombres estaban alrededor mía y noté que me querían decir algo. Cogí al más pequeño de ellos, lo puse cerca de mi oído y dejé que se expresara. Y esa diminuta voz chillona me decía:

3


-No me mire con esa cara, sí, soy pequeño, el más pequeño de todos, pero tengo muchísimos años… y dicen, que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Pero bueno, eso no importa ahora, lo que le quería decir es que si abre ese baúl se llevará una grata sorpresa -Pero… ¿cómo se yo que no me engañas?¿ Y si al abrirlo me pasa algo?… -Yo solo le aconsejo, haga lo que quiera, pero si se va ahora, ya no hay vuelta atrás… ese baúl desaparecerá para siempre… Nunca sabrá, lo que se habría podido encontrar. Soy un joven cabezota, pero estaba muy intrigado, así que bajé al pequeño hombre y fui y lo abrí. En él, polvo a doquier encontré, pero cuando este se desvaneció con el aire, pude otear al fondo una foto algo peculiar. Me quedé estupefacto al ver a mis seres queridos llorando por mi desaparición y no solo era una simple foto, también tenía movimiento… De súbito, sentí pequeñas gotas frías y heladas en mi rostro, pero asombrosamente, no eran de agua, eran de nieve, blanca y bella nieve. No sé si esa fastuosa nevada y que esas figuras cobraran vida fue fruto de mi imaginación. No lo sé, pero tampoco me importa, esa nevada y el poder ver a mis seres queridos hizo que me llenaron de euforia, por la alegría. Y entonces, salí de la cascada dirigiéndome no sé por qué hacia la orilla, miré a ese horizonte, testigo de mi llegada, declarante de mi ida. Puesto que allí en la playa pude otear a lo lejos, luces y luces, de una gran nave, de mi rescate, de mi libertad. Al llegar, me esperaban mi familia y amigos, todos vestidos de gala. Puede que durante dos años no recibiera majestuosos regalos, pero en realidad recibí el mejor, comprobé el amor que tenían hacia mí mi familia, comprobé que todos me echaban de menos. Antes era un joven que no que no valoraba la presencia de la gente que me acompañaría en todo el camino de mi vida. Tras esa experiencia seguí siendo iluso, soñador, pero valoraba todo lo que me rodeaba. Aprendí que la Navidad, no es solo una época en la que recibir regalos… fundamentalmente es esa época en la que todos

4


deberíamos pasarla con todos nuestros seres queridos, es una época de reflexionar, en la que tendríamos que darnos cuenta que en esta vida solo estamos de paso y valorar todo lo que tengamos. Y lo sé, puede que no sea una historia enteramente de navidad, puede que no sea las típicas historias de “Papá Noel” o de “Los Reyes Magos”, puede que no sea la típica historia de un hombre al que se le aparecen tres fantasmas…Pero esta es mi historia, la historia en la que yo, Tomas Leyton, descubrí el verdadero significado de la Navidad. Y hoy en día ya anciano por el paso del tiempo, puedo decir que sigo creyendo en mi mismo, en lo que yo consigo por mis propios medios, pero ahora, sé que yo solo conseguiré atravesar el camino de la vida, pero aprendí que si para algo están los seres queridos es para acompañarnos en esa larga travesía de la vida, hacerla más liviana y para ayudarnos a franquear todos los obstáculos con los que nos encontremos.

Carmen Gil (3º ESO A) 1er Premio del Nivel 2 del Concurso de Cuentos de Navidad organizado por el Dpto. de Lengua Castellana y Literatura.

5


6


La sonrisa del ángel.

L

a plaza Cibeles estaba abarrotada, yo me mezclaba con el tránsito de las personas, las cuales iban de un lado para otro con prisa sin apreciar la cantidad de estampas que aquella plaza difundía. Me dirigía a una tienda de coleccionistas situada en la otra calle de donde yo me encontraba, tendría que dar la vuelta completa a la plaza hasta llegar a la tienda , no me supondría gran problema si no fuera por la cantidad de gente que allí había. Era mediados de diciembre solo faltaban algunos días para navidad la razón por la que la gente tuvieran tanta prisa. Los grandes almacenes estaban llenos, sus ofertas ya puestas los días previos a navidad habían hecho que la gente se retrasara en sus compras, como siempre. Me detuve a ojear un escaparate porque me llamó la atención un gran cartel que había, el escaparate estaba extraordinariamente decorado de grandes artículos navideños pero todo resultó ser una fachada para simplemente vender unas cuantas chaquetas y unos abrigos. El interior de la tienda estaba llena de gente como todas las demás, desde fuera se olía el ambiente de estrés que había. La gente estaba tan metida en sus asuntos que no vieron como en la plaza Cibeles se habían encendido las luces del gran árbol de navidad, solo a una pequeña niña que estaba en la tienda le llamo la atención. Tendría unos 5 años era rubia y con un color de piel blanca con unas mejillas sonrosadas a juego con su abrigo azul marino, llevaba una pequeña mochila abierta de la que salía un pequeño osito, deduje que se llamaba Carla por la costura con el nombre en su abrigo. Estaba de compras con su madre la cual ignoró por completo el gesto que su hija le hizo para que viera el árbol de navidad, Carla al ver que su madre no le prestaba atención se puso triste. En aquellos momentos para su madre era mejor comprar unos simples abrigos antes que prestar atención a su hija. Tenía prisa, deje aquella particular tienda y me dirigí a cruzar la calle pensando todavía en la carita que a aquel pequeño ángel se le había quedado al ver el desprecio de su madre. Me encontraba delante de un gran edificio, viejo por el paso de los

7


años, por sus grandes ventanales apenas se veía la suave luz de su interior pues estos estaban llenos de polvo. De los muchos carteles que en ellos había solo se distinguía uno que llevaba poco tiempo en aquel lugar y por el cual yo me encontraba allí "liquidación por cierre". Frecuentaba poco por aquel sitio puesto que nunca encontré gran interés por las cosas viejas ni por sus historias. Al entrar no tardé en encontrar lo que estaba buscando: una carta escrita por alguien que sin duda quería mostrar el verdadero significado de la navidad. Se encontraba en el mismo lugar de donde yo la recordaba, nadie se fijó en ella pero su contenido me atravesó por completo aquel año que por estas mismas fechas la encontré: 25 de diciembre, Londres. Emma Tonson de 81 años de edad residía en una residencia para ancianos de la calle "Ferest", estaba esperando la llegada de su hijo para ir a pasar la noche de Navidad con su familia. Emma aquel día radiaba de felicidad, en su maleta llevaba regalos para todos, que días antes había pedido comprar a las personas de la residencia. Al llegar a casa de su hijo todos la estaban esperando, Emma se emocionó al ver a toda su familia reunida. Aquella noche fue especial para ella, pocas veces veía a sus nietos y estos estaban muy contentos con la presencia de su abuela, los cuales le habían preparado unos villancicos para cantárselos esa noche. Emma sin duda besó uno por uno a todos sus nietos y acto seguido les dio los regalos que tanto esfuerzo le había costado conseguir puesto que las personas de la residencia le negaron muchas veces sus suplicas. Emma veía la felicidad en las caritas de sus nietos y deseó que aquel momento no terminara nunca. Mientras terminaba de leer la frase recordé la parte que venía ahora, la que nunca llegué a creer posible, la que se clavó en mi mente y la que nunca llegue a olvidar. A la mañana siguiente, ya pasada la navidad, Emma se encontraba en la cama de la habitación de su residencia observando la foto que sus hijos le regalaron, era una foto sacada en la cena de navidad y en ella aparecían Emma con sus nietos los cuales tenían una

8


sonrisa de oreja a oreja. Ella murió sola, había enfermado por gripe. Los médicos de la residencia informaron a sus hijos de su estado pero estos lo tomaron como un simple catarro y no vieron oportuno dejar sus trabajos para ir un día a ver a su madre. Emma murió a los pocos días después de aquella llamada, agarró fuertemente la foto que tenía con sus nietos y antes de que su corazón dejara de latir se le escapó una lágrima, la cual reflejaba el dolor por la soledad que en aquellos momentos sufría. Gracias a aquella carta entendí el verdadero significado de la navidad: esta fecha es una fecha para reunirse con nuestros seres queridos y celebrar todos los momentos que pasamos juntos porque sin ellos nunca lograríamos ser felices. Sin duda aquella carta debía ser sacada a la luz. Pero ¿esta historia haría recapacitar a la gente? Mis pensamientos de escribir este relato se iban desvaneciendo a cada paso que daba, pero ya una vez fuera de la tienda alguien me hizo cambiar de opinión. Carla aquel ángel con abrigo azul estaba enfrente mía, ella estaba en brazos de su madre y las dos miraban el árbol de navidad de la plaza Cibeles, de pronto el pequeño ángel me miró y esbozó una gran sonrisa, gracias a aquello agarré fuerte la carta y me encaminé hacia mi casa dispuesto a escribir este relato cuanto antes, sin dejar de pensar en aquella sonrisa de ángel que nunca más volvería a ver, o tal vez sí. Ismael Ruiz González 3ºA. 2º Premio del Nivel 2 de Concurso de Cuentos de Navidad organizado por el Dpto. de Lengua Castellana y Literatura.

9


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.