Presidencialismo, parlamentarismo y sistema político

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58 parlamento Delegación Legislativa Transición de gobierno

No hay delegación legislativa Transición no existe (solo cambio Presidencial)

Ver propuesta de reforma al artículo 117 No hay delegación legislativa Transición: entre Censura Gabinete y sustitución o nuevas elecciones legislativas Ver propuesta de reforma al artículo 121 inciso 125 y a los artículos 141 y 144

absoluta Delegación legislativa limitada Transición: entre Censura Gabinete y nuevas elecciones

Viabilidad del cambio de modelo político en Costa Rica ¿Estaremos preparados cultural y políticamente para el cambio? En la base de las preguntas esenciales sobre la viabilidad del cambio (al menos de la viabilidad política), subyace un temor general al cambio, a cualquier cambio en la vida social y personal, lo que se traduce en una aprensión general respecto de los cambios constitucionales y políticos. Maquiavelo nos había advertido sobre los mismos, al recordarnos que “…no hay nada más difícil de emprender, más peligroso de llevar a cabo y con menos garantías de éxito, que tomar la iniciativa en la introducción de un nuevo orden de cosas, porque la innovación tiene como enemigos a todos aquéllos que se beneficiaron de las condiciones antiguas. La gente teme y desconfía de la persona que promueve el cambio y no cree en nuevas ideas hasta que no tiene una larga experiencia con ellas”. Es obvio, entonces, que cualquier propuesta de reforma, debe sortear ese temor y minimizarlo, ajustando únicamente lo que sea indispensable para lograr lo que se propone y garantizando la pervivencia de aspectos esenciales del modelo que se pretende cambiar (la figura del Presidente de la República, por ejemplo). Es verdad que el cambio de modelo no supone cambios que puedan afectar los intereses esenciales de los ciudadanos y habitantes (ni sus derechos fundamentales), pero conviene recalcarlo y garantizarlo para evitar resquemores o rechazos infundados. Por ello, no deben reformarse más artículos constitucionales que los estrictamente indispensables para lograr los objetivos (pasar a un modelo más parlamentario), pero siempre que se incorporen todos los que darían coherencia y sentido a la propuesta. Permitir la censura de ministros y/o del Primer Ministro, por ejemplo (como en Argentina y Ecuador), sin permitir mecanismos de elecciones anticipadas donde los legisladores que censuren se jueguen también su puesto, daría lugar a un desequilibrio del sistema político y, a la postre, la construcción de un modelo menos gobernable y que no adelante nada en materia de democracia. La experiencia enseña que otorgar nuevos poderes sin contrapartidas (es decir, más garantías o más responsabilidades para quienes lo ejercen), daría lugar a un uso irresponsable e ilimitado del poder. En efecto, otorgarle el poder al parlamento de censurar obligatoriamente a un gabinete, sin obligarlo a confrontar a sus miembros (los diputados) con sus representados, en unas elecciones legislativas anticipadas,


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