PRODIGY 2

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CAP 1: EDWARD CULLEN — ¡Dios mío! Bella supongo que es una broma — No Alice como crees. El Maestro Saint me hizo la propuesta ayer. — Cariño ¿Estás conciente de que eres probablemente la mujer más afortunada del mundo? — No lo sé, esto me preocupa un poco — No digas bobadas Bella. Tienes la oportunidad de tener al hombre perfecto. ¡ Escogerlo tú misma!. Cielos, si eso para ti no es suerte no se que maldito concepto lo será. — Cálmate Alice. Recuerda que todo esto es confidencial. Digamos que esto es algo así como "un experimento" — Está bien, está bien, pero vamos asume que te encanta la idea. ¿Puedes escogerle el color de ojos? — Si Alice, los ojos, el cabello, la altura y su personalidad que en realidad es lo que más me interesa. — Ehh claro… — Alice — OK. Te creo. Sin embargo debes reconocer que pudiendo escoger todo en aquel hombre ABSOLUTAMENTE TODO ¡Dios!. No se como podrás dormir está noche pensando en lo que te espera mañana. — Yo tampoco lo sé … — Bella tengo una duda. El bombón que crearán para ti. ¿Será tuyo? Digo, no existirá l posibilidad de que te lo quiten… Ya sabes, es como cuando eres pequeña y te encuentras un cachorrito. Te encariñas con él, le das comida, amor y hasta le pones un nombre. Y de pronto llega tu mamá y te dice que no hay espacio en casa para una mascota… Dios esa sensación es horrible. — Bueno Alice, de partida este "bombón" como tu le llamas. Dios, ni siquiera le he escogido un nombre. Bueno el caso es que no se si lo has notado pero, es un hombre del que estamos hablando, no una mascota. Y no Alice, no me lo vana quitar. Lo que sucede es que están experimentando. El objetivo de este proyecto es crear humanos pero con características autoimpuestas. El maestro Saint siempre me ha tenido gran aprecio y la verdad es que el cree que nadie es lo suficientemente bueno para mí, creo que ese es el motivo real por el cual me ofreció esto. — Sí, ahora que lo dices yo opino lo mismo. Eso de que tienes excelentes notas no es suficiente. Aparte el ha sido lo más cercano que has tenido a un padre. Oye Bella, y no te asusta digo… ¡Tendrás un novio único en el la historia mundo! — No, no me asusta…Aún — ¿ Te excita? — ¡No Alice! No me excita — ¿Te pone nerviosa? — Sí, demasiado. — Entonces Bella ¿Estás lista? — No — Tranquila pequeña. Es bastante fácil, En la computadora te mostraran una serie de datos. Tú básicamente deberás ir escogiendo los ojos, forma y color. Nariz, cabello, color de pelo, liso, rizado. Altura, masa muscular, medidas corporales. Luego te centrarás en la personalidad, para saber que genes corresponder a tu prototipo de hombre idea. Cariño en menos de una semana tendrás al hombre perfecto para ti. — Muchas gracias Dr. Saint. En serio gracias, no solo por esto sino que en general todas su preocupación por mi persona, sus gestos, su cariño incondicional.


— No hay por qué tú sabes que eres lo más cercano a una hija para mí. Tal vez si en mi época la homosexualidad no hubiera sido un tabú hubiese podido hacer mi vida, quién sabe… Adoptar, no lo sé Bella, pero si tengo en claro que tú eres la oportunidad que la vida me dio para desbordar todo el cariño que mantuve contenido por años— dicho esto depositó un casto beso en mi frente. Le debía más de lo que podría algún día llegar a pagarle. Durante toda mi adolescencia. Crecí en un internado, mis padres fallecieron cuando yo era muy pequeña, por lo que no tengo recuerdos de ellos. Charlie y Reneé Swan, sus nombres, era todo lo que sabía de ellos. El Dr Saint, no sólo era mi maestro en la universidad, sino también había estado conmigo. A sus 65 años gozaba de buena salud y gran prestigio entre sus pares. Sus avances en la genética, él era el principal motivo por el cual me había decidido a estudiar medicina. Él era mi ejemplo a seguir, le admiraba y deseaba ser tan exitosa como él algún día. Anhelaba que él se sintiese orgulloso de mí, tanto como yo de él. — Muchas Gracias, algún día le pagaré todo lo que usted hace por mi. — No Bella, no tienes nada que agradecerme ni mucho menos pagarme. Sé feliz pequeña, sólo quiero verte feliz. Entonces ¿Estás lista? — Si — Entonces ¡Manos a la obra! Frente a mi había una hermosa computadora. En ella se veían toda clase de mandíbulas, unas casi cuadras otras redondeadas, unas más ovaladas. Algunas anchas mientras que otras eran tan delgadas que llegaban a verse un tanto femeninas. Entonces la vi y supe que esa sería la que quería. Se veía fuerte y marcada. No vacilé un segundo. Escogí una nariz recta. Escoger los pómulos fue más complejo, no pensé que sería tan complejo construir un rostro. Soy médico conozco el cuerpo humano a la perfección, pero aún así escoger cada detalle era una ardua labor. Al final opté por unos pómulos prominentes. Llegó el momento de concentrarme en sus labios. Dios ¡eran miles de labios! Creí que nunca encontraría los que deseaba, pero la suerte estaba de mi lado por una vez en mi vida. Labios perfectamente formados, redondeados y cuyos borden estaban asombrosamente bien definidos. Eran increíblemente atrayentes y… besables. Cuando su rostro estaba casi completo caí en cuenta de que no existirían ojos dignos de estar en aquel rostro inmaculado. Busqué y busqué hasta que me dí por vencida. Pensé en dejar todo hasta acá, pero esta era mi única y gran oportunidad de conseguir una persona especial, alguien que me despertase en las mañanas con un te quiero. Un hombre para el cual yo fuese la mujer más hermosa en la tierra, un hombre que me desearía sólo a mi. No estaría bajo la constante amenaza de que mi novio decidiera buscar a otro. No, este no sería mi caso, entonces decidí que no importaba a estas alturas daba igual. Escogería un por de ojos al azar mal que mal no había pasado por tanto para nada. Además aquello le daría una nota de intriga y emoción al asunto. Definitivamente aquello no sería mala idea. Anoté el código al azar en la computadora, sin importarme a cual de los miles de ojos pertenecería. Escribí en la computadora los primeros números que se me ocurrieron en ese momento. Estaba harta de tipos perfectamente arreglados, con kilos de gel en su cabello, por lo que escogí un peinado casual, sus cabellos eran extremadamente finos y desordenados, dándole un aire rebelde y sensual. El tono de su piel lo dejé de una palidez extrema. Era egoísta lo sé, pero así no me sentiría con cara de enferma. El que tu novio sea más blanco que tu era agradable y sí en este caso podía escoger su tonalidad de piel debía sacarle provecho. Por ultimo decidí que su cabello quedaría de una tonalidad cobriza, contrastarían a la perfección con su níveo rostro otorgándole así un aspecto más angelical.


El cuerpo fue más simple. Lo tenía claro, él debía ser lo suficientemente gran para brindarme protección, pero no en extremo como para asemejarse a un tipo de la lucha libre. Lo quería con un cuerpo esbelto, musculoso y sexy. Con sus abdominales perfectamente marcados. En la altura me gustaban altos, muy altos, de preferencia 1.85 Su voz, me gustaba una voz dulce, pero no aguda. Sino con la capacidad de ser tan suave como el terciopelo y a la vez fuerte y varonil. El carácter fue la parte que más había estado esperando, este era el principal motivo por el cual había aceptado este proyecto. Un hombre que no se aburriera con mis hobbies, con mis horas de lectura. Un hombre que disfrutase más de una tarde al aire libre que de una maldita noche en un pub. Continué anotando mis demandas, escribí con mayúsculas las palabras TIERNO y PROTECTOR. Cuando pedí que fuese un buen amante no lo subrayé ni nada, no quería verme desesperada. Por ultimo faltaba el nombre, entonces recordé que el protagonista de la ultima novela que leí se llamaba "Edward mi guardián". El protagonista de la historia era el guardaespaldas de una doncella, el debía velar por su seguridad y vigilar que ningún hombre se le acercase ya que ella era la escogida para ser la esposa de uno de los generales más importantes de la región. El final de la novela fue horrible, lloré durante semanas. ¡Maldita novela! En fin, el nombre era lindo, además era masculino y su significado me fascinaba "guardián". El apellido sería Cullen, en honor a el Dr. Carlise Cullen, quién murió sin llegar a ver su obra hecha realidad, el había sido la mente maestra detrás de este gran avance para la ciencia. Ahora que observaba la pantalla sentí como mi pecho se hinchaba producto del aire acumulado, suspiré con fuerza y una sonrisa de suficiencia se dibujó en mi rostro. Era un hecho mi hombre ideal estaba listo, ahora sólo me quedaba esperar. — Entonces Bella ¿Muy nerviosa? — ¡Callate Alice! — Tranquila mujer… Recuerda "Todo está bajo control" Serás la novia perfecta Estaba lista para responderle cuando el sonido del timbre me interrumpió. Ambas nos observamos con los ojos abiertos como platos producto del asombro durante aproximadamente diez segundos los que posiblemente fueron los más largos de mi vida. Era un hecho él estaba aquí. — Creo que mejor te dejo… y así aprovecho de ver quien es. — ¡No Alice! No te vayas, por favor… Yo abriré— ella simplemente asintió y fue hacia la cocina en busca de algo para tomar. Sólo esperaba que fuese algo fuerte, en verdad lo necesitaba. Con una lentitud imposible me dirigí hacia la puerta, prologando lo más posible el momento. Sabía muy bien que estaba siendo ridícula, yo quería esto, de hecho yo misma lo escogí ¡demonios! Me estaba comportando como una adolescente. Quité el cerrojo de la puerta para luego abrirla. Entonces sucedió. Edward Cullen frente a mi puerta. Insoportablemente hermoso, sus ojos… Dios. Me perdí en ese mar esmeralda. Aquellos orbes hipnóticos e irresistibles. Al momento en que le vi lo supe, estaba perdida, había caído bajo su hechizo. Un hermoso rubor inundó sus mejillas dándole un aspecto increíblemente sensual. ¡Cielos! ¿Todo en el tenía que ser tan atrayente? — ¡Jesus! — gritó Alice. Era un hecho Edward causaría gran impresión en la población femenina.


— Me permites entrar mi amor— dijo el dios griego que continuaba en la puerta. Mientras me entregaba un hermoso ramo de rosas, perfectas sin una sola falla, de un perfecto rojo sangre. Y cuyo verde solo era superado por los fieros ojos de mi perfecto novio. — ..ro— dije en un pobre intento de articular palabra. Iba a decirle algo más para no sonar tan idiota, pero a Edward le pareció que sería mejor idea adueñarse de mis labios de forma bastante sugerente.


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