Cristo es nuestra Paz

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Como aprovechar las oportunidades que nos brindan los conflictos Al hablar de conlictos, estos normalmente nos recuerdan cosas negativas: decepciones, fracasos, injusticias y luchas por el poder. Esto se debe en primer lugar a los sentimientos poco agradables que se presentan en cada conlicto, que no nos ayudan en nada para solucionarlos. La mayoría de las iglesias no tiene una fundamentada postura teológica en cuanto a conlictos, por lo que muchos se dejan llevar por sus emociones. Pero una verdadera solución al conlicto debe tener fundamento bíblico, requiere madurez espiritual y humildad. La Biblia nos enseña a tomar los siguientes pasos:

1. Aceptar el conlicto como un desaío que nos brinda una oportunidad Los conlictos no son pecado sino algo que resulta del hecho de que Dios creó a las personas muy diferentes una de la otra. Surgen frecuentemente cuando hay necesidad de algún cambio en nuestra organización, actitud, conducta etc. Por consecuencia, el objetivo de un creyente no será evitar conlictos a toda costa, sino cuidarse de no caer en pecado mientras busca formas de aprovechar la oportunidad inherente de cambiar hacia algo mejor, hacia algo conforme a la voluntad de Dios.

2. Ver que la reconciliación es misión esencial de la iglesia Cristo nos reconcilió con Dios, por medio de su muerte en la cruz (Colosenses 1:1520). La iglesia es el cuerpo de Cristo y su representante en la tierra, lo que nos hace embajadores de la reconciliación (2 Corintios 5:18-20). Según Efesios 2:11 al 22 la iglesia se constituye desde su inicio a través de una doble reconciliación, no sólo entre los hombres y Dios, sino al mismo tiempo y esencialmente entre seres humanos que anteriormente eran enemigos.

3. Tener un profundo amor por la iglesia Teniendo en cuenta el carácter de la iglesia como cuerpo de Cristo, no podrá existir creyente que no ame profundamente a la iglesia y ponga el bien de la iglesia

encima de sus intereses personales. Si los miembros de este cuerpo aprenden a reconocer a Dios en la cara de su hermano (Génesis 33:10), buscarán más servir al otro con sus respectivos dones, que imponer su propia voluntad (Marcos 10:42 al 45). Esto exigirá especialmente de los líderes mucha humildad. Pero para todos es importante subrayar, que nadie ama a Dios, sino ama a su hermano (1 Juan 4:20).

4. Entender que la unidad de la iglesia es crucial para su testimonio Jesús menciona en Juan 17:23 la unidad entre los creyentes como condición para que el mundo pueda aceptar el evangelio. Tenemos que admitir, que muchas veces nuestros emprendimientos evangelísticos han fallado en este punto. Unidad no signiica que todos debamos ser iguales, sino apunta a usar justamente nuestras diferencias para el bien del otro y del organismo en general (1 Corintios 12).

5. Aplicar los procesos bíblicos (Mateo 18; Hechos 15) En Mateo 18:15 al 17 Jesús nos dio una detallada descripción de cómo deberíamos proceder en la iglesia ante cualquier situación donde el otro pecó o donde yo pienso que él haya pecado. Esto entonces incluye también cualquier ofensa o roce, cualquier conlicto que se vuelve complicado. El problema es, que casi no existe congregación obediente a este mandamiento de Jesús. Los 4 pasos son muy simples, pero nos cuesta demasiado tomarlos, por lo cual normalmente preferimos los chismes y resentimientos, los “ajustes de cuentas” y el juzgar a los que no están presentes. ¿Será por esto, que no experimentamos con frecuencia el cumplimiento de las promesas en los versículos 18 al 20? De igual manera Hechos 15 nos da un tremendo ejemplo bien diversiicado de cómo proceder para tomar las decisiones más diíciles y cruciales en la iglesia.

6. Aprender a escuchar y decir la verdad con amor Justo en Hechos 15 llama la atención, cómo el escuchar repetidamente y el

silencio forman parte de una buena solución de conflictos, lo que también afirma Santiago 1:19. Y cuando nos toca hablar, debemos aprender que la verdad sin amor tendrá muy poco efecto positivo, al igual que un “amor” que oculta la verdad. El gran desafío es, que misericordia y verdad se encuentren, que paz y justicia se besen (Salmo 85:10).

7. Permitir que en decisiones congregacionales obre la “trinidad” de Palabra, Espíritu Santo y congregación También en Hechos 15 vemos, que hay tres elementos que cooperan y se complementan en cada buena decisión congregacional. Los hermanos se reúnen y se escuchan. La Palabra de Dios es consultada, no para fundamentar sólo la propia posición, sino más bien en busca de argumentos para un acuerdo equilibrado. Y se llega a testificar, que el Espíritu Santo ha obrado (Hechos 15:28).

8. Buscar capacitación y aprender de profesionales Cuando Pablo nos manda a atender a todo lo que ediica (Filipenses 4:8), nos da también el permiso para aprender de los profesionales de la Resolución de Conlictos, de la Mediación y de la Justicia Restaurativa. Sería importante tener en cada congregación hermanos y hermanas capacitadas en tales materias. Como vemos, tenemos muchos recursos bíblicos para aprovechar los conlictos para el bien de todos y transformarlos en cambios hacia algo mejor. Por otro lado, todo esto exige mucha madurez de las iglesias y sus miembros. Si todos los involucrados buscan más al reino de Dios que sus propias ventajas, si tenemos como prioridad dejarnos transformar cada vez más según la imagen que la Biblia nos muestra de Cristo, si damos al Espíritu Santo el derecho de hablarnos y criticarnos a través de nuestros hermanos, entonces Dios transformará nuestros conlictos en bendiciones. Roberto Wiens


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