Elke McDonald, "H2O - Homenaje al Agua"

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El don de la impregnación: una mirada a través de los ojos de

Elke McDonald por Vania Portugal

Su próxima individual, H2O Homenaje al Agua, propuesta que pone de manifiesto un tema perentorio para la vida humana, la presenta a manera de una celebración en la galería John Harriman del Centro Cultural Peruano Británico en el mes de octubre 2010.

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Transito en el mar. Óleo sobre lienzo, 70 x 70 cm


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ue un verdadero placer conocerla. De pronto había usado, acaso por primera vez en mi vida, esa fórmula. Casi palpé mis labios con los dedos de la sorpresa, no fuera a salir una mariposa o un ave de mi boca. Elke Mc Donald es promotora cultural, a través de su consabida labor de siete años en radio Filarmonía, a cargo del programa Pentagrama Británico, quizá su faceta más popular. Sin embargo es artista innata y maestra por vocación; fue profesora de artes en el colegio Humboldt durante treinta y tres años. Pero sus inicios en el arte datan de tiempos anteriores, cuando sus dibujos hechos en las aulas de primaria llamaban la atención de propios y extraños. Incluso una vez, luego de ser injustamente descalificada de una evaluación por un jurado del ministerio como se estilaba entonces, se vio demostrando sus dotes in situ, a pedido de sus profesores para convencer al jurado de que el dibujo había salido efectivamente de sus manos y no de manos adultas. Luego, dos años de dibujo y pintura en el taller de Germán Suarez Vertiz, le inclinaron por la arquitectura, que hubiera significado su postulación a la UNI, no obstante, las distancias que habría de recorrer para realizar sus estudios y posiblemente los rigores de esos tiempos, hicieron que su padre le persuadiera de continuar en la senda de las artes plásticas. Así, una jovencita de ojos centelleantes, realizó un viaje muy especial, habiendo terminado el colegio. Iría a conocer Hamburgo, la tierra de sus ancestros. Por supuesto, una vez allá siguió pintando: se hizo alumna libre en Lerchenfeld, donde le introdujeron en el arte abstracto, y simultáneamente en la Kunsthalle aprendió a pintar a la manera de Fragonard; luego viajó a Roma donde pasaba su tiempo en plazas, iglesias y museos retratando fontanas, madonnas, querubines, y todo aquello que cautivara sus ojos.

Marina I. Óleo sobre lienzo, 100 x 100 cm

Marina II. Óleo sobre lienzo, 100 x 100 cm

Marina III. Óleo sobre lienzo, 100 x 100 cm

De regreso en Lima, integraría las filas de la Escuela de Bellas Artes, en tiempos de la gestión de Juan Manuel Ugarte Eléspuru. -Fueron años hermosos- recuerda, sin un ápice de melancolía, Elke Mc Donald. A la par que se formaba en el taller del pintor del Action Painting, Alberto Dávila, se frecuentaba con personas que sin duda dejaron en ella una impronta significativa, tales como el pintor Lajos D’Ebneth y su esposa Maria Sholten. Lajos D’Ebneth fue un integrante de la escuela

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Peces, unidad 3 de Poliptico de 6 cuadros, óleo sobre lienzo, 50 x 50 cm

Ola, unidad 6 de Poliptico, óleo sobre lienzo, 50 x 50 cm

Bauhaus, y su inquietante personalidad discurría entre la filosofía y las artes a través de intensas conversaciones que hicieron las delicias de esta jovencita despierta y llena de curiosidad por el mundo al cual se sentía llamada a transformar a través de sus manos. Luego, esta grácil chiquilla a quien sus compañeros amaban retratar, fue alcanzada, literalmente por la saeta de uno de sus propios querubines. James Mc Donald y ella contraerían matrimonio en 1964 y partirían, poco tiempo después rumbo a Piura, donde se afincarían y formarían una familia. Sus ocupaciones en la logística de la hacienda y el dedicado ejercicio materno, no le impidieron pintar durante sus ratos libres. De entonces datan los cuadros Algodoneras, Lavandera, paisaje Cerro Vicus. Un cuadro de gran formato horizontal, ilustra perfectamente esta temporada tan significativa de su vida. En este, un triciclo y un columpio están casualmente dispuestos en torno de su amada familia, enmarcada por un gran caucho y una buganvilia a la sombra del umbral de casa. Una vez que se produjo la Reforma Agraria de Velasco, los Mc Donald tuvieron que volver a empezar en Lima. Eso sí, la casa pronto se llenó de recuerdos piuranos, y debió expandirse como un cuerpo vivo para adaptarse además a las nuevas necesidades de la familia. Siempre entre plantas exuberantes continuó su vida rodeada de belleza, haciéndose cargo amorosamente de los objetos que generaciones anteriores eligieron confiarle. De ahí, me es fácil imaginar que nació su vocación por todas las expresiones de la cultura humana. Las cosas no fueron sencillas en Lima, vinieron tiempos acres, plagados de pruebas familiares. La guerra interna en el Perú, gatilló un intenso movimiento migratorio hacia el exterior. El miedo era la moneda del día, no obstante los Mc Donald decidieron permanecer en esta tierra. De ahí resultó su exhibición individual La violencia en la galería Ivonne Briceño -la misma que tanto gustara a Manuel “Mañé”

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Checa Solari- recuerda James McDonald. Esta y otras experiencias acuñaron su particular temple de espíritu, y también su alegría virtuosa. La “niña” casada se había convertido en una madre y mujer emprendedora, el mismo movimiento que le permitió descubrir un nuevo y profundo amor: la enseñanza. En el Humboldt formó por lo menos a tres generaciones de pupilos, que aún le siguen el paso a su Frau Elke. En el interín, su pintura llegaba justo a tiempo para plasmar todo aquello que se echara en falta; la reproducción de retratos de ancestros familiares y pronto retratos de personajes cuya memoria era el alma de una institución, como el retrato del fundador del Fenix Club, Señor Philip Munn o la fiel reproducción del único retrato de Almirante Guisse, hecho por Gil de Castro, que hoy en día exhibe la Marina de Guerra del Perú. Elke y James tuvieron ocasión de regresar a su querida Piura, donde en uno de sus periplos por pueblos donde les tenían muy a bien, aceptó la petición del padre Walter que consistía en realizar un Cristo Cautivo de Ayabaca, para una iglesia desnuda como templo iconoclasta. Luego el padre encantado con el resultado, le encargó también un Cristo de Pachamamilla. Ambas imágenes salen en procesión rodeadas de flores y velas, desde entonces en sendas fiestas patronales. Quizá este fue el germen de la muestra Fiesta de Fe, una serie costumbrista en la cual Elke recrea con libertad y colorido las fiestas populares más importantes, sin excluir visos oníricos como el cuarto de las niñas, en el cual Sarita Colonia se ve refractada en los rostros de muchas “hermanas” entre brumas de color rosa. “Busco, a través de mi pintura, trasmitir alegría”, dice Elke y esa convicción personal reverbera en sus ojos azules. Cada cuadro debe tener un equilibrio ideal de elementos, texturas, color y luz. Camino a casa, experimento un profundo agradecimiento, pues tengo la impresión de haber aprendido algo muy importante a su lado. Malaguas, unidad 2 de Poliptico, óleo sobre lienzo, 50 x 50 cm

Fondo marino, unidad 6 de Poliptico, óleo sobre lienzo, 50 x 50 cm

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