Bicentenario

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INTRODUCCIÓN La intención del presente trabajo es realizar un análisis bibliográfico de quienes recientemente se han ocupado de la relación y las fracturas entre las prácticas y los discursos y la construcción de nuevas concepciones de la ética en los tiempos posteriores a la ilustración,. Al decir de Certeau esta es una época que nos presenta un divorcio entre religión y moral, y el surgimiento de una nueva razón de estado. Asimismo se presenta la discusión acerca de que en el ámbito rioplatense se hizo creciente un sentimiento antiescolástico y por reducido que fuera también un público que fue absorbiendo los nuevos conceptos en sus prácticas políticas. En una formulación tradicional podría plantearse la siguiente afirmación: La ilustración produjo la Revolución Francesa, sin embargo, para la polémica, sostiene Chartier, que sería oportuno analizar, de que modo la Revolución construyó, inventó y definió la Ilustración. No se pretende la negación de la Ilustración como un importante fenómeno histórico, sino comprender cómo los revolucionarios erigieron un panteón de autores y un corpus de ideas donde leían una anticipación y una legitimación del acontecimiento. La era de la Revolución y la época de las Luces se insertan, ambas, en un proceso a largo plazo que las engloba y las excede y que, con diferentes modalidades, están imbuidas de las mismas finalidades y de las mismas expectativas. El mundo de la Ilustración y el de la Revolución francesa se sitúan como dos manifestaciones de un proceso más completo: el de la definición de una sociedad de hombres, independiente, es decir sin mitos, ni religiones (en el sentido clásico del término), sociedad moderna, es decir, sin pasado, ni tradiciones, actual y totalmente abierta al futuro. Los verdaderos vínculos de causa efecto entre una y otra son los de la dependencia común de un fenómeno histórico, más amplio, más integral que el suyo propio. Los problemas presentados en el presente análisis, deberán ser profundizados oportunamente con el fin de reflexionar cuanto de relación tienen con los procesos locales de formación de una elite capaz de afrontar el reto de constituir una nueva nación en el Río de La Plata. Estos son, a saber, la relación entre Prácticas y Discursos, la Organización de los Territorios, Sacralización y Desacralización del Estado y la Violencia Revolucionaria, también se analizan documentos de Mariano Moreno, tal vez como uno de los paradigmas para estudiar respecto de los temas planteados y su efectiva participación en la institución del imaginario revolucionario, que dio paso a las etapas de formación del Estado Argentino.

RELACIÓN ENTRE PRÁCTICAS Y DISCURSO. La conformación del imaginario de una nación que se crea a si misma: «Los hombres moldean su propia historia, pero no lo hacen libremente, influidos por condiciones que ellos han elegido, sino bajo las circunstancias con que se tropiezan inexorablemente, que están ahí, transmitidas por el pasado. La herencia de todas las generaciones muertas acosa la mente de los vivos como una pesadilla. Y cuando se disponen a sublevarse y sublevar el estado de las cosas, a crear algo inusitado, en estos tiempos de crisis y rebelión es precisamente cuando, con miedo, conjuran en su auxilio los espíritus de antaño, se disfrazan con sus nombres, sus consignas de


guerra, sus vestimentas, para interpretar una nueva escena de la historia universal con ese traje de vejez respetables y esas palabras prestadas »... Marx Karl «El dieciocho brumario de Luis Bonaparte» Bs.As: Need, 1998 pag.13 La nación es una morfología, afirma Baechler en su trabajo sobre la universalidad de la Nación, analizando el surgiento de la nación europea, sostiene que cada nación: tiene una esencia propia como otras morfologías y como todos los productos humanos que pueden ser interpretados como soluciones de problemas. Desde el momento en que una solución es buena, recibe validez universal en tanto es justa y racional.El mismo autor se pregunta, para completar la teoría, qué debe suceder cuando una población se ve o se cree en el caso de tener que adoptar la nación, sin haber comenzado por reunir en su historia las condiciones de posibilidad, su pregunta parece oportuna para tratar de comprender el surgimiento de la nación en América y muy especialmente en Hispanoamérica. Si la salida a tal cuestión es ideológica, lo que implica, el desarrollo de un sistema cerrado de representaciones y encontrar una población que pueda convertirse en portadora del sistema y de animarlo con pasiones colectivas, es posible aplicar esa lógica para experimentar una respuesta a nuestro cuestionamiento local. La nación, en su sentido moderno, no es un ser atemporal, que existe siempre y en todas partes, sino un nuevo modelo de comunidad política. En primer término como arquetipo, como algo de orden ideal, que sirve de referencia para el pensamiento y para la acción en tentativas siempre inacabadas para inscribirlo en lo real. En segundo término, como un conjunto complejo de elementos vinculados entre sí, una combinatoria inédita de ideas, imaginarios y valores y, por consiguiente, de comportamientos, que conciernen a la manera de concebir una colectividad humana: su estructura íntima, el vínculo social, el fundamento de la obligación política, su relación con la historia, sus derechos. Ante el proceso de acefalía del poder político en España, prácticamente en un solo golpe la representación pasaba del rey a la nación, haciendo que sobre las naciones americanas en formación, recayera el poder de sus soberanías.Debe buscarse allí los puntos de partida de la revolución hispánica. Dice Guerra respondiendo al imaginario político tradicional, el primer reflejo de los insurgentes consistió en convocar a una Junta de las ciudades, luego a un Congreso o a Cortes , Este proceso sólo podía apoyarse en los pueblos, por medio de pactos y negociaciones entre Estados o cuerpos políticos. Por esto queda claro que los sujetos que intervienen en la constitución de un cuerpo de nación no son los individuos sino los estados, las provincias o los pueblos. La nación en América, será pues, el resultado de un pacto entre los pueblos. Para considerar las condiciones que hicieron pensable el acontecimiento de la emancipación americana del viejo orden colonial, no debe suponerse que este tuvo un origen cultural sino, esencialmente político, el imperio colonial era una realidad existente, que a través de los virreinatos, sin demasiados descalabros territoriales, heredarán en las naciones americanas esa realidad política y espacial preexistente. Según Guerra estas naciones serán el resultado frágil y, en parte aleatorio, de los pactos entre los pueblos, en una primera fase y en una segunda, de la unidad impuesta a los pueblos por los ejércitos de los Libertadores. Resta a los pueblos construir los demás aspectos que componen el concepto de nación: el político, romper la sociedad corporativa para obtener individuos y transformar a los vasallos en ciudadanos, y el cultural, hacer que todos compartan una memoria y un imaginario comunes, incluso míticos.


LA ORGANIZACIÓN DE LOS TERRITORIOS

Los campesinos parcelarios de Francia a mediados del siglo XIX, según la descripción de Marx, constituyen una gran masa pero sin establecer relaciones entre ellos. Los inadecuados medios de comunicación y la pobreza campesina contribuye a este aislamiento. Su espacio productivo, la parcela, no admite división del trabajo ni aplicación de ningún método científico para su cultivo, por lo tanto, no permite desarrollar una multiplicidad de talentos, ni un entramado de relaciones sociales. Generalmente cada familia se autoabastece a si misma, produciendo la mayoría de los productos que consume y consiguiendo así del intercambio con la naturaleza, no con la sociedad, lo que necesita para mantenerse. Solo está la parcela, el campesino y otra familia, y al lado, otra parcela, otro campesino y otra familia. Varias unidades como estas conforman una aldea y varias aldeas, un departamento. De este modo se conforma la gran masa de la nación francesa, con la suma de simples unidades que llevan el mismo nombre. Millones de familias forman una clase cuando viven en condiciones económicas determinadas que las distinguen por sus costumbres, sus intereses y su cultura, de otras clases y se oponen a éstas hostilmente. Pero si entre los campesinos parcelarios existe una unión puramente local y sus idénticos intereses no generan un sentido de comunidad, ni de unión nacional o de organización política, entonces no forman una clase. Por lo tanto, no tienen capacidad de legitimar su interés de clase en nombre propio, ni con un Parlamento ni a través de una Convención. No pueden representarse, sino que deben ser representados. ...«Pero no creo que pueda llamarse sentimiento nacional a ese regionalismo natural, aliado por lo demás a la fidelidad a la Monarquía Española» ... A la hora de sentar las bases de la nueva autoridad en los territorios durante los distintos procesos de independencia, se observa como uno de los principales legados hispanos, el reconocimiento de dos vertientes legítimas: La primera es de nuestros soberanos, y la segunda de los ayuntamientos . El pacto entre las comunidades fue esencial para afrontar la construcción de un nuevo concepto de espacio territorial. ...«La delimitación administrativa del territorio colonial es un o de esos legados que se han estimado siempre como básicos al establecimiento de las nuevas naciones hispanoamericanas, dado que el espacio ocupado por esas naciones correspondió, al menos parcialmente a alguna antigua división administrativa» ....


SACRALIZACIÓN Y DESACRALIZACIÓN DEL ESTADO ¿Fe en la Patria o reemplazo de una liturgia por otra? En el prólogo a la traducción del Contrato Social de Rousseau, Moreno se jacta de no haber mirado con indiferencia una obligación tan sagrada, de que ningún ciudadano está exceptuado, y en esta materia creo haber merecido más bien la censura de temerario, que las de insensible o indiferente: pero el fruto de mis tareas es muy pequeño para que pueda llenar la grandeza de mis deseos, y siendo mis conocimientos muy inferiores a mi celo, no he encontrado otro medio de satisfacer éste, que reimprimir aquellos libros de política, que se han mirado siempre como el catecismo de los pueblos libres y que por su rareza en estos países son acreedores a igual consideración que los pensamientos nuevos y originales. Sostiene que los pueblos aprendieron a buscar en el pacto social la raíz y único origen de la obediencia, no reconociendo a sus jefes como emisarios de la divinidad, mientras no mostrasen las patentes del cielo en que se les destinaba para imperar entre sus semejantes, pero estas patentes no se han manifestado hasta ahora, ni es posible combinarlas con los medios que frecuentemente conducen al trono y a los gobiernos. El fundador de la Gaceta, diría sin el menor desparpajo que, como el autor del Contrato Social, tuvo la desgracia de delirar en materias religiosas, suprimió el capítulo y principales pasajes, donde ha tratado de ellas. ¿Cuál es la preocupación de Moreno? ¿Censurar o al menos retrasar la publicación de los conceptos sacrílegos de Rousseau, en torno a la relación Estado y Religión? Lo que amerita, para los tiempos revolucionarios de mayo, es el aporte o la restricción, según se evalúe, de elementos que contribuyan o impidan, la conformación de un imaginario doctrinal, que basado en la sustitución de una liturgia por otra siente las bases de la nueva nación. Los que deseen ilustrarse, dice Moreno, encontrarán modelos para encender su imaginación y rectificar su juicio. En el mundo cultural rioplatense, se va gestando un rechazo a la escolástica y se adoptan las “las novedades” del pensamiento ilustrado que señala en algún aspecto el rumbo de la intelectualidad local. Bien entrado el siglo XVIII, se censura desde el consejo de Castilla a los autores que se caratula como “jansenistas”, entre ellos Montesquieu, Smith, Holback, Voltaire y la lista sobre pasa los quinientos, pero paulatinamente se promueve una mayor libertad de expresión que aumenta hacia los años próximos a la revolución. En el Río de la Plata toma fuerza el pensamiento del Presbítero Juan Baltazar Maziel, Cancelario y regente del Real Colegio de San Carlos. La Ilustración local promueve el impulso a la educación, la experimentación científica, la reforma de los estudios teológicos y filosóficos, la circulación de libros contestatarios de las visiones escolásticas, y el periodismo crítico. Se puede afirmar que por reducido que fuera existía un público ilustrado en proyecto de formación que contribuyó a la invención de una ciudad letrada. «Descristianización no significa desacralización»...«El Jansenismo( dentro de la doctrina cristiana de C.Jansen, que ha sido comparada con el puritanismo Inglés por influencia en los procesos políticos) acostumbró a las personas a desconfiar de las autoridades constituidas», debido, según sostiene Chartier, a la primacía dada a la independencia moral sobre las decisiones de la autoridad, y el surgimiento de nuevos valores basados en la virtud cívica (Chartier pag.192). Analizando la participación de los intelectuales frustrados en el proceso revolucionario francés del siglo XVIII Chartier afirma que de las universidades salían clérigos diplomados en cantidades muy superiores a las que podía absorber la Iglesia. Todos estaban resentidos con una sociedad que les había dado una


formación demasiado avanzada y no era capaz de proporcionarles un empleo. Como es natural muchos de ellos fueron arrastrados al radicalismo religioso y político. Existe pues una vínculo estrecho entre la formación de una elite intelectual y el crecimiento de una ideología crítica, contraria al Estado y a la Iglesia. Frente a esta problemática Michel de Certeau, instala que pese a las diferencias de enfoque que Jansenistas y Jesuitas observan en torno a los problemas sociales y políticos de la época, se cruzan permanentemente aún cuando los Jansenistas se fijan en las prácticas culturales y recomiendan concentrarse en las observaciones litúrgicas o sacramentales, luchan especialmente contra las institutciones sociales que más amenanzan a la observancia y que los Jesuitas se colocan deliberadamente en el campo de las prácticas civiles, son los principales introductores de la urbanidad, de la honestidad, del deber de estado. Ambas tendencias se verán involucradas en la constitución de nuevos imaginarios frente al tema de lo político, la conciencia y el progreso.

LA VIOLENCIA REVOLUCIONARIA «Las revoluciones burguesas, como la del siglo XVIII, avanzan en forma devastadora obteniendo éxito tras éxito, sus consecuencias dramáticas se confunden, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos artificiales, el placer agita el espíritu cada día, pero estas revoluciones son de corta vida, enseguida alcanzan su apogeo y una gran depresión se apodera de la sociedad, antes de haber asimilado con serenidad los efectos de su periodo impulsivo y violento»... Marx Karl «El dieciocho brumario de Luis Bonaparte» La Revolución Francesa reinstala la violencia a gran escala, cuando desde hacía más de un siglo, los avances del proceso de civilización la habían reducido a su mínima expresión y la habían aislado severamente, Chartier llama la doble violencia, es decir la espontánea de los motines y la institucionalizada del Terror. Por su lado la Revolución de Mayo, emparentada con los modelos revolucionarios del siglo XVIII, no debe ser considerada, como consecuencia del comercio libre y el mercantilismo británico, o como eco de la Revolución Francesa, o menos aun como una mera copia de la Independencia de las colonias del norte, sino que debe analizarse como un proceso desarrollado simultaneo y dialéctico entre España y América Hispánica, con aspectos espontáneamente violentos y orgánicamente violentos. El Plan de Operaciones atribuido a Moreno, fuera de la discusión de apocricidad, lleva el sello inconfundible de la etapa más decidida y hasta temeraria, que se enmarca, como lo ha sostenido Puiggros, en el discurso violento de otros miembros de la Junta, prueba de ello puede citarse el bando fijado el 1 de agosto de 1810 «Por cuanto la moderación y la templanza n o producen fruto alguno y son repetidos los desengaños de esta Junta Gubernativa que ve convertidas en desprecio de las leyes las medidas suaves con que ha procurado reducir a los díscolos a su deber, y que algunos hombres que deberían avergonzarse de su origen y sus principios han huido asombrados de sus propios delitos, y para hallar protección de nuestros hermanos de la Banda Oriental...esta Superioridad hace las siguientes prevenciones en cuya ejecución será inexorable:1ero. A todo individuo que se ausente de esta ciudad sin licencia del gobierno le serán confiscado sus bienes, sin


necesidad de otro proceso que la sola constancia de su salida 2do. A todo patrón de buque que conduzca pasajeros sin licencia del gobierno irá a la cadena por cuatro años y el barco quedará confiscado. 3ero.Toda persona a quién se encuentren armas del Rey, contra los bandos en que se ha ordenado su entrega, será castigada con todo género de penas sin exceptuar el último suplicio, según las circunstancias. Lo que se ha dado en llamar el terror revolucionario se desprende de las propias palabras enérgicas de Moreno: «Jamás en ningún tiempo de revolución, se vio adoptada por los gobernantes la moderación ni la tolerancia, el menor pensamiento de un hombre que sea contrario a un nuevo sistema, es un delito, y su castigo es irremediable...si no se dirige bien una revolución, si el espíritu de intriga, ambición y egoísmo sofoca el de la defensa de la patria, en una palabra: si el interés privado se prefiere al bien general, el noble sacudimiento de una nación es la fuente más fecunda de todos los excesos y del trastorno del orden social» (Plan de Operaciones)

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