El Ameriñol

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82 no debe ser un atoyadero que nos obligue a reflexionar sobre cada palabra que bamos utilisando para ber si está bien o no. O si el berbo es transitibo o no; o si esta o aqueya preposisión concuerda con este o aquel sustantibo. Ay que ablar como los niños, a los que poco les inporta la concordansia, el tienpo berbal o la persona. Para eyos solo existe una urjensia: aserse entender con la mayor claridad posible. Los profesores y maestros de español deben actuar como asen las madres, que se desentienden del asunto formal del lenguaje de sus niños y se consentran en el “qué quieren”. Y de esa manera salban el enorme espasio que ay entre su mente y la de sus hijos. Es un mecanismo instantáneo e infalible de comunicasión. Es quizás por eso, que al idioma se le yama “lengua materna”. Y aquí podríamos agregar el biejo chiste de un profesor de español que les desía a sus alunnos: “Si una madre le dise a su niño que está en peligro de un acsidente: chiquito, cuidado se cae, el niño ya abrá caído. Pero si lo conmina: ¡cuasequé!, es probable que logre salbarlo del sopapo”. Y esa es la funsión de la lengua: comunicarse con prontitud, claridad y en forma fasil. Pero esta no debe estar tan yena de reglas como el español, en el uso del cual, nos bemos obligados a ablar lento, casi con pereza, meditando con mucho cuidado sobre cada bocablo que bamos a enplear para no “meter la pata” y ebitar que todos se rían y se den cuenta de qué tan burros somos. Es seguro que este no es el primero ni el único intento que se a echo para tratar de aser una reforma al español que ablamos en América. Tanbién es probable que muchas personas se ayan preguntado cuál es el objetibo de tantas reglas que asen casi inposible que alguien pueda dominarlas con alguna propiedad. Cuando bemos que incluso autoridades que escriben libros de Gramática o temas espesializados de esta incurren en fayas de bulto, tenemos derecho a preguntarnos: ¿qué objetibo a tenido la bida de esta persona que pese a la profundidad de sus estudios sigue cometiendo “errores”? Ay un famoso escritor que a publicado muchos libros sobre el idioma, pero que a alcanzado la cunbre en un texto yamado “Curso de redacción”, el cual es utilizado en muchas escuelas de periodismo. Pero pese a toda su sabiduría, nos regala en las páginas de este libro la expresión “Con o sin ella”, lo cual es, según los puristas del idioma, una barbaridad. Debe desirse: “Con razón o sin eya”, “con bentaja o sin eya”, y no con o sin bentaja, porque según una regla que alguien inbentó, esas dos preposisiones no deben ir juntas. En esto de la Gramática podemos aplicar aquel prinsipio ebanjélico que dise: “El que esté libre de pecado...” Esta conpromete y obliga a todos los usuarios a una lucha que no debe descuidarse jamás; escribir es un eterno thriller del que no escapan ni los más pintados. El Ameriñol tiene la pretensión de acabar con eso, o por lo menos, redusirlo a un mínimo; nuestra lengua debe aser que esas tonterías formales desaparezcan en benefisio de una


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