Revista Saigón 9

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2005. O-160Legal: C o it z. s ó De p 55. Martíne lle Porras, 699-51 avarro a ISSN: 1 Emilio José N osé Manuel V osa y R J r: : o ro n d e ió a c m ac Cre i Ro de Red ra, Luc Consejo uerrero Cabre ínez. rt lG arro Ma Manue sé Nav o J io il Em sión: e impre Diseño Patrocin

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La revista vuelve a sus páginas habituales, con nuevo material y nuevas secciones que lo acogen. Y qué mejor modo de hacerlo que enfocarlo hacia la lucha cotidiana por la cultura y su difusión libre: «Abrimos fuego con poesía», un arma necesaria; «Relatos para una ciudad perdida», donde la narrativa es nuestro mejor refugio ante la cotidianeidad; «Análisis en la retaguardia», para profundizar y comedir ante los temas que nos proponen nuestros colaboradores (en esta ocasión, filosofía, cine, opinión y literatura); y, por último, «Alto el fuego», hasta que se libre el próximo número, nuestra batalla particular en pro de la cultura y, como todas, y como la vida, imprevisible y llena de accidentes, cuando ya hemos perdido a tres saigonistas Primero fue Fernando Díaz de la Guardia Pérez-Valiente en 2006. Pero el annus horribilis ha sido el siguiente. En invierno nos apuñaló a traición la noticia de una enfermedad que arrastraba a Rafa ManjónCabeza Guzmán, nuestro Rafa, nuestro audaz poeta, nuestro especialista y crítico de heavy metal, nuestra sonrisa, nuestro novio perfecto, el hombre feliz en el que varios de nosotros queríamos reflejarnos. En primavera, la carretera cortó los proyectos de Mamen Abad Martín, heterogénea y polémica colaboradora granadina. En verano, la naturaleza que tanto amó se llevó consigo a Rafa. Hemos visto, con Borges, que no existen laberintos que descifrar ni hilo de Ariadna que buscar. En el reino de lo contingente, lo que resulta comprensible y dotado de sentido es un mero divertimento entre hombres. Fuera de esto, lo absurdo. Y, con esto, las ironías de la vida. Baltasar Gracián dijo que «La muerte para los jóvenes es el naufragio…» y corroboramos sus palabras, al comprender hasta qué punto nuestros ausentes amigos se han identificado con Naufragio, la Asociación Cultural tras la que está Saigón.

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editorial

Imprevisible y accidentada es la vida. Tras un año sin publicación, su resurrección, gracias al Ayuntamiento de Lucena, al Concejal de Juventud y al estudio de diseño gráfico e impresión Ática, nos deparó sorpresas inimaginables para nuestras modestas páginas: el apadrinamiento de Luis Alberto de Cuenca, la asistencia de numeroso público a la presentación, los trescientos primeros ejemplares agotados en unas horas, dando lugar a la publicación de una segunda tirada… No hay palabras para agradecer tanto. Debido a la asombrosa acogida del anterior número, nos sentimos más seguros con el que tenéis entre manos.


sumario

saigon 05 Editorial 08 Entrevista a José Luis Casas Sánchez 19 Abrimos fuego con poesía 21 MARROQUINERÍA. Ignacio Gago 22 I’M YOURS. Manuel Guerrero Cabrera 23 ECLIPSE. Rubén Martín 24 UNO. Julio Higueras 25 EL LIBRO. Rosa Pérez Repullo 27 LUNA LLENA. María Jesús Soler Arteaga 28 RECUERDO AYER, RECUERDO HOY. Rafael Manjón-Cabeza Guzman 29 Relatos para la ciudad perdida 31 EL PAN Y LA SAL. Luz María Moralo 35 LA JUSTIFICACIÓN. Julián Valle Rivas 41 UNICORNIO. Sliu Sagrav 45 Análisis en la retaguradia 47 LA VERDAD INTUITIVA. Rubén Sánchez Rivera 52 ¿INTEGRACIÓN FRENTE A INCLUSIÓN?. Elena Díaz Fernández 54 ENIGMAS, MALENTENDIDOS Y CRÍMENES PELICULEROS. José Manuel Ventura Rojas 58 REFLEXIÓN. María Engracia Gómez Ruiz 59 FANTASÍA Y VARIACIONES. José Manuel Valle Porras 65 Alto el fuego 67 DISCOVERY EXPLORER 6.1. Luis Alberto Fernández 70 PUBLICACIONES RECIBIDAS 72 PRESENTACIÓN DEL NÚMERO 8 DE SAIGÓN

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[0] entrevista


joséluis casassánchez


laentrevista JoséAntonioVillalbaMuñoz Realizada en septiembre de 2006

El egabrense José Luis Casas Sánchez es profesor en el IES Marqués de Comares de Lucena. Doctorado en Historia Contemporánea, ha impartido clases en la Universidad de Córdoba. Ha sido uno de los impulsores de la moderna historiografía local en esta provincia, con sus obras sobre la ciudad de Cabra en los siglos XVIII, XIX y XX, realizadas al alimón con el doctor José Calvo Poyato. Entre sus publicaciones podemos citar Conflictividad social en Andalucía: los sucesos de Montilla 1873 (1981), Niceto Alcalá-Zamora (1992) y Olvido y recuerdo de la II República Española (2002). Además, ha coordinado los congresos sobre el republicanismo celebrados regularmente en Priego de Córdoba. 1. ¿Qué opina sobre los movimientos del gobierno español en torno a ETA? Me parece que es la única salida que había en este momento. ETA está en una situación de debilidad, naturalmente, pero se trata de un problema que estaba enquistado y la única vía posible que la Historia nos demuestra que hay en este tipo de conflictos entre grupos terroristas –sean nacionalistas o no sean nacionalistas, sean más importantes o menos– es llegar a alguna vía de negociación. Por otro lado, el gobierno español actual no inventa nada con esto, es algo que, prácticamente desde los inicios de la Transición democrática, se ha estado intentando por parte de distintos gobiernos. Una vía de negociación con ETA que, en un momento determinado, dio paso a la desaparición de ETA Político-Militar, por ejemplo, y a su desaparición como organización terrorista y al mantenimiento de ETA sólo militar; se han dado distintos pasos; ha habido gobiernos que han intentado llegar a acuerdos y que no han fructificado y ahora se estaba en una situación en la que parece que se puede llegar a algún tipo de acuerdo, de compromiso. En todos los procesos de diálogo y de negociación, me imagino que las dos partes tendrán que ceder en algo y lo que habrá que valorar siempre será en función del resultado final, si ese resultado final compensa con respecto a que ETA deje de matar definitivamente. Yo creo que esa es la valoración final que habrá que hacer, es decir: ¿Nos interesa mantener enquistado un problema con una organización terrorista pequeña pero que siga matando o interesa algún tipo de acercamiento o de diálogo a cambio de que ETA deje de matar definitivamente y desaparezca ese problema del País Vasco? A mi me parece que así es como está planteado el problema y yo creo que era en este momento la única salida que había. La salida estrictamente policial en el País

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Vasco ya se ha demostrado desde hace mucho tiempo que no es válida. Yo llevo mucho tiempo viendo en el periódico titulares de prensa, libros en los que se habla de que ETA se ha quedado sola, que está aislada, pero, sin embargo, la realidad social del País Vasco, cuando uno ve esa situación, los pueblos pequeños del País Vasco, uno se da cuenta de que ETA no está sola. Por lo tanto, no es un problema de una organización terrorista pequeña y aislada, sino que es un problema que tiene unas ramificaciones sociales. Nos pueden gustar o no, esa es otra cuestión, pero la realidad es que existen y hay que acercarse a una negociación y resolver el problema. A mi me parece que se está siguiendo una línea adecuada, en ese sentido. 2. Machado venía a decir que desconfiaba de aquellos que se llaman andaluces o asturianos antes que españoles. ¿Usted se siente español primero y andaluz después o viceversa? ¿Estado español o España? ¿«Nación de naciones» o sólo Nación? Yo no me siento especialmente ni más andaluz que español, ni más español que andaluz. Para mí hay valores universales, que son los que tienen que ver con los derechos fundamentales y con los derechos humanos, que están siempre por encima de la consideración de ser andaluz o de ser español. Yo creo más en la condición de ciudadano, de ciudadano portador de derechos y que debe tener derechos, sea de la parte del mundo que sea, antes que cualquier otra cosa. Me parece que los valores universales, que son valores que llevamos descubriendo desde la época de la Ilustración, son los valores que tienen que predominar. Luego, por necesidad de organización política, administrativa, por tradición histórica, nos agrupamos en Estados, etc. Pero bueno, esa es una cuestión que la Historia nos demuestra que, con el paso del tiempo, ha cambiado y se han modificado fronteras, se han modificado territorios, Estados y se siguen modificando todavía. Hoy día lo importante es que en esos cambios intervenga la voluntad pacífica de los ciudadanos y no sea por la fuerza. Entre que hablemos de Estado español o de España, yo siempre prefiero el término España. Si estamos ahora en España y digo «el Estado ha tomado tal medida», todo el mundo sabe que estamos hablando del Estado español, me parece innecesario. Es más, me imagino que cualquiera de nosotros, cuando sale al extranjero y está en Francia, no dice «estoy en el Estado francés», dice «estoy en Francia». Por lo tanto, me parece ridículo que, cuando estamos en España digamos Estado español. Es un término que se impuso en un determinado momento, por cuestiones políticas, fundamentalmente, que ya se utilizó mucho en el Franquismo y que luego se mantuvo en un uso perverso –me parece a mí– del término: no es necesario hablar de Estado español; hablamos de Estado –y ya sabemos, cuando estamos en España, de qué Estado hablamos– y hablamos de España, que es un término perfectamente asumible por todos. Ahora, en el caso de España concreto, el término de «nación de naciones» a mí me parece un tanto redundante e innecesario, pero tampoco me parece que haya que

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rasgarse las vestiduras porque alguien o un grupo determinado quiera considerarse una nación. Si hay una voluntad colectiva que quiera denominarse a sí misma como nación, pues me parece bien. Desde el punto de vista lingüístico me parece un error hablar de «nación de naciones». O la fórmula de la reforma del Estatuto andaluz de autonomía sobre Andalucía como «realidad nacional» me parece completamente innecesaria. No entiendo, por otra parte, que, por ejemplo, en el caso de Andalucía haya a quien le moleste que ésta se pueda llamar «nación» o «nación de naciones», cuando en el Estatuto se ha hablado de Blas Infante como «padre de la patria andaluza» y nadie se ha rasgado las vestiduras porque se hable de una «patria andaluza», cuando originariamente el término patria nace vinculado al término «nación». Entonces, si Andalucía es la patria de los andaluces, no sé por qué va a haber un problema en que Andalucía sea la nación de los andaluces. A mí me parece una cuestión puramente terminológica. La cuestión grave sería, en torno a la Constitución, que Andalucía quisiera llamarse Estado andaluz. Ahí sí tendríamos un conflicto político y, además, no cabría dentro de la Constitución. 3. Ese sería el siguiente paso, entonces: ya que nos hemos denominado nación y, si toda nación necesita un Estado… No tiene por qué. Las naciones dentro de España se articulan dentro de un solo Estado y llegan a un pacto político que es el que establece la Constitución. 4. Pero, ¿las naciones o los ciudadanos que forman esas naciones? De siempre es una decisión de los ciudadanos. Por eso las reformas estatutarias, en algunos casos, se someten a la decisión del Parlamente y los del artículo 151 a referéndum. Porque, en última instancia, es la voluntad expresada a través de los representantes o la voluntad expresada directamente por el cuerpo electoral. Otra cosa es que pasemos a discutir la cuestión de la participación en esos referendos, por qué participan más o participan menos, qué mínimo es necesario… Esa sería otra cuestión. 5. ¿Cómo puede explicar entonces la bilateralidad gobierno español (central)gobiernos autonómicos? Los ciudadanos están representados por los parlamentarios y el gobierno es un órgano ejecutivo. Entonces, el gobierno, naturalmente, tiene que ser un gobierno de y para todos los ciudadanos. ¿Con quién negocia el gobierno? El gobierno, puesto que es una instancia política, no puede negociar directamente con una asamblea de ciudadanos, tiene que negociar con otra instancia política. En una

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comunidad, ¿cuál es la instancia política? O es su Parlamento o es su gobierno. ¿Con quién va a negociar si no el gobierno? Tendrá que negociar con quien estatutariamente, constitucionalmente tiene las competencias. 6. Si los ciudadanos votan en el Parlamento nacional y en el autonómico, se supone que, en teoría, ambos tienen igual representatividad. Sin embargo, los gobiernos autonómicos que salen de esas comunidades autónomas se consideran únicos representantes, cuando también existen en el Parlamento nacional representantes de esas mismas autonomías. No, no es que se consideren únicos representantes. Son representantes a los efectos de las competencias que les asigna el Estatuto de autonomía y la Constitución, exclusivamente. Y son representantes en tanto que representan al cuerpo electoral. Es como si tú dices «es que los concejales de mi pueblo se consideran los únicos representantes de mi pueblo». En el ámbito municipal efectivamente. 7. ¿Y qué ocurre cuando los gobiernos autonómicos se arrogan competencias que no les son propias, como ha ocurrido, por ejemplo, con el gobierno autonómico del País Vasco respecto a la reforma de su estatuto, el conocido como «Plan Ibarretxe»? Lo llevaron a la práctica, ¿a que sí? ¿Y qué pasó? Que fue a la instancia que tiene capacidad para decidir eso. ¿Y qué ocurrió? Que se le rechazó. Y que no se tramitó y volvió atrás. ¿Por qué? Porque hay unos mecanismos jurídico-políticos que son los que están establecidos. El sistema funcionó. Y, en última instancia, está el Tribunal Constitucional, que es el que tiene la última palabra, no el gobierno. Hombre, sí, es un problema político, de organización y a la hora de armonizar un Estado descentralizado. Ahora, de ahí a pensar que España se rompe, se parte, se hunde… Me parece que hay un abismo. 8. La cuestión es que la desintegración de España, en definitiva, puede ocurrir. Y si ocurre, ¿cuáles serían las consecuencias? Pues no lo sé. Ya sabéis que la Historia se ocupa del pasado, no del futuro. Una cosa que digo con mucha frecuencia es que el historiador tiene siempre una ventaja y es que analiza aquello que ha pasado e interpreta aquello que ha pasado, pero futuribles no debemos hacer nunca, no podemos hacerlos. De todas formas, si los ciudadanos, en un momento determinado, deciden algo, son libres de equivocarse, la libertad de equivocarse está ahí. No pasaría tampoco nada grave.

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sí, es un problema político, de organización y a la hora de armonizar un Estado descentralizado. Ahora, de ahí a pensar que España se rompe, se parte, se hunde… Me parece que hay un abismo. 9. La cuestión es que la desintegración de España, en definitiva, puede ocurrir. Y si ocurre, ¿cuáles serían las consecuencias? Pues no lo sé. Ya sabéis que la Historia se ocupa del pasado, no del futuro. Una cosa que digo con mucha frecuencia es que el historiador tiene siempre una ventaja y es que analiza aquello que ha pasado e interpreta aquello que ha pasado, pero futuribles no debemos hacer nunca, no podemos hacerlos. De todas formas, si los ciudadanos, en un momento determinado, deciden algo, son libres de equivocarse, la libertad de equivocarse está ahí. No pasaría tampoco nada grave. 10. ¿Qué faceta en su vida como historiador le ha dado más satisfacciones: la de enseñante o la de investigador? Enseñante o investigador, es que son dos vertientes muy distintas. Son dos tipos de actividades que para mí han sido igualmente satisfactorias y yo no sabría decir cuál de las dos ha sido más importante. Son satisfacciones diferentes porque son procesos totalmente distintos. En el caso de la docencia la satisfacción viene, fundamentalmente, de que veas personas que, después de haber estado con ellos varios años, ves que han aprendido algo y que saben interpretar alguna cosa. O cuando te encuentras a un alumno después de quince o veinte años y te hace algún comentario acerca de determinadas cosas o te dice «yo discrepaba de usted en esto, pero entonces no me atrevía a decírselo y ahora se lo digo», y puedes establecer con él un diálogo; todo eso es satisfactorio, desde el punto de vista de la enseñanza. Y el tipo de satisfacción de la investigación es completamente distinto, porque la investigación tiene muchos trámites: desde que uno piensa un tema, que te parece que es interesante, hasta la etapa en que va recogiendo información y luego redactas. Es decir, que tiene muchos procesos distintos y cada uno posee su satisfacción y su insatisfacción. Porque los dos tienen satisfacciones, pero también insatisfacciones. Cuando uno ha estado en clase y ha puesto mucho interés en un tema y ve que luego, en el examen, la gente deja la pregunta en blanco, eso te produce insatisfacción. O cuando uno ha estado estudiando un tema y empiezas a manejar un legajo, pensando que tienes allí mucha información y, después de diez horas trabajando, el resultado son diez líneas, eso da también una insatisfacción muy grande, porque piensas que vas a encontrar mucha información y luego no la encuentras. El problema del trabajo de investigador es que tiene muchísimas horas de trabajo que nadie ve. La gente ve el resultado, un libro, unas páginas, pero hay muchas veces en que una sola página ha necesitado muchas horas de trabajo previas y eso, normalmente,

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la gente no lo sabe, pero la labor del investigador o del buen historiador se nota ahí; aquel que es capaz de utilizar mucha documentación, que ha sabido contrastar distintas fuentes y que, luego, es capaz de sintetizarte algo en muy poco, pero que tú sabes que realmente ha consultado lo que tenía que consultar, sin necesidad de que lo explicite todo. Bueno, a mí me siguen satisfaciendo los dos. Yo no soy de los enseñantes que están en crisis y la investigación me sigue gustando, o sea que no tengo problema. 11. ¿Qué historiador español es o ha sido para usted el más importante? ¿El historiador español más importante? La verdad es que no sabría cómo catalogar al más importante, porque cómo lo medimos, lo medimos por su producción… Yo, particularmente, tuve siempre mucha devoción por Manuel Tuñón de Lara, pero reconozco que era por una cuestión coyuntural, desde el punto de vista político, por un lado, el hecho de que estuviera en el exilio, el que, en un momento determinado, hiciera los Coloquios de Pau, que eran un tipo de actividad historiográfica muy distinta a la que se hacía en la España del momento y entonces, pues bueno, yo le tenía especial devoción, si se puede utilizar esa palabra. Y, bueno, creo que tengo buena parte de su obra y luego, cuando se ofreció para hacer el Prólogo de un libro mío [Conflictividad social en Andalucía: los sucesos de Montilla 1873, Córdoba, 1981], fue un momento muy satisfactorio. Fue entonces la segunda vez que yo tuve oportunidad de hablar con Tuñón. La primera vez que lo ví fue en el Primer Congreso de Historia de Andalucía, en el año 1976. 12. ¿Qué investigaciones está realizando en este momento? Estoy haciendo varias cosas. Aunque hay dos más significativas. Por una parte, estoy investigando acerca de un canónigo cordobés, que se llamaba José Manuel Gallego Rocaful, que murió en el exilio, en México, en los años 60, y que, a lo largo de la Guerra Civil, estuvo participando en diversos países europeos tratando de captar un movimiento católico a favor de la República. Estoy recopilando datos biográficos, fundamentalmente. He recopilado ya una parte de lo que hay aquí, en la Biblioteca Nacional; acaba de salir un libro suyo en México, que son sus experiencias durante la Guerra Civil. En México está considerado como una figura relevante en el ámbito de la Filosofía, con aportaciones para el conocimiento de los filósofos y la filosofía mexicana en un momento determinado, pero en España ha sido una figura bastante desconocida. Y dentro de unos días voy a Salamanca, a ver el archivo microfilmado que hay de Gallego Rocaful. A su muerte lo cedió a la universidad mexicana, pero se ha microfilmado y ya está en España, así que voy a ver su contenido.

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Eso es una cosa. Y la otra cuestión es que formó parte de un grupo en toda Andalucía y estamos poniendo en marcha, probablemente con el apoyo de la Consejería de Justicia, una investigación sobre el Tribunal de Responsabilidades Políticas en Andalucía, que se forma en el año 1939 y juzga a muchísimas personas en casos de incautación de bienes y de otros asuntos. Hasta ahora no se ha hecho nunca un estudio de carácter global de cuantificación de lo que aquello fue, ni cuántos individuos se vieron afectados, ni que cantidad de bienes. Entonces, hemos creado una base de datos para reunir a todos los que se vieron afectados en Andalucía, primero por la Comisión de Incautación de Bienes, en 1936, y luego por el Tribunal de Responsabilidades Políticas en 1939. Esto está ahora mismo en una fase inicial. Luego, hemos terminado, un grupo de investigación de varias universidades, un atlas electoral de Andalucía, de comportamiento político y electoral, de todo el siglo XIX y el XX. Estas son las cuestiones más significativas en las que ando ahora. 13. ¿Qué le parece el actual término de «memoria histórica»? ¿Le parece bien, le parece apropiado? Sí. Memoria histórica es la memoria que una sociedad tiene acerca de sí misma, como colectivo. Desde mi punto de vista la memoria histórica debe ser el resultado de la investigación histórica. La Historia es una producción intelectual, y como tal producción intelectual es muy diversa y muy amplia. De toda esa producción intelectual, ¿qué partes son aquellas que nosotros consideramos colectivamente que debemos mantener y que deben formar parte del patrimonio común? Eso es la memoria histórica, aquella parte de la producción histórica que debe ser patrimonio común y colectivo. Eso es lo que debe constituir la memoria histórica. Lo que ocurre es que algunas veces la memoria histórica se construye sobre elementos que no son realmente Historia. Por ejemplo, la manipulación que hubo de la Historia durante el Franquismo configuró una memoria histórica que se basaba sobre datos falsos. La memoria histórica lo que tiene que hacer es construir a partir de la realidad histórica aquello que nos interesa colectivamente. 14. ¿Entonces también se puede hablar de memoria histórica de la época isabelina, o de Fernando VII o de Carlos I? Claro que se puede hablar. No es incompatible una cosa con la otra. Lo que ocurre es que, ahora mismo, lo que se está estableciendo es una recuperación de la memoria histórica de aquello que se consideraba que estaba olvidado, postergado; que es una parte reciente que ha estado oculta. Entonces, hablamos de memoria histórica, ahora, para recuperar partes que no se habían tenido en cuenta en nuestra sociedad. En ese sentido, la memoria histórica se está construyendo sobre un

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pasado más reciente, pero siempre ha estado presente. 15. ¿Pero por qué se habla de «memoria» y no directamente de Historia? La Historia es la producción que nosotros hacemos a partir de algo, a partir de documentos, y eso no puede llegar íntegramente a todos los ciudadanos. Todo no puede llegar a todos los ciudadanos, todo lo que traducimos. Pero hay una parte que consideramos que sí debe estar presente en la memoria colectiva. Entonces, aquello que debe estar presente en la memoria colectiva es lo que hay que procurar transmitir y conservar. Otras veces hay fenómenos de destrucción de la memoria. Es decir, ¿por qué consideramos que en una casa hay que conservar los escudos? Pues porque, aunque esa casa se transforme, forma parte también de la memoria histórica de ese lugar. Eso es memoria histórica también. Aquello que forma parte de la identidad de la comunidad, que ha tenido un papel relevante en su Historia, es lo que consideramos que debe integrarse dentro de la memoria histórica. Lo que ocurre es que, ahora mismo, el uso que se está haciendo de la memoria histórica es un uso parcial, relacionado con recuperar aquella parte de la Historia a la que, hasta este momento, no se le había concedido atención.

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[1] abrimosfuego conpoesĂ­a 19


ERÍA OQUIN MARR ago G Ignacio era URS I’M YO uerrero Cabr G l e Manu SE ECLIP artín M n é Rub UNO igueras Julio H RO EL LIB ez Repullo ér P a s o R LLENA ler Arteaga LUNA o esús S HOY María J ERDO , RECU man R E Y A Guz RDO RECUE anjón-Cabeza M l e Rafa

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IGNACIO GAGO MARROQUINERÍA Nada vengo a pedirte. Quisiera –por si acaso– el brillo de unos ojos muy cerca de la costa y asirme de su luz si el mar me desorienta. ¿No ves cómo se agrieta mi piel de cuero ahumado, no te espanta este olor a sangre y gasolina?

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MANUEL GUERRERO CABRERA I’M YOURS Hoy he comenzado el libro de Hamlet que me regalaste. La primera página contiene sorpresas duraderas desde el tiempo pasado al presente. Tu letra surge. Tu letra dice «I’m yours», que eres mía, como lo es el libro y tu letra. Ahora mismo, al escribir este verso, tengo el libro, tengo tu letra que dice «I’m yours», que eres mía, mintiéndome, porque no te tengo aquí.

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RUBÉNMARTÍN ECLIPSE La lentitud del alba aquí, en tu cuerpo. Crece en la noche, y no para abolirla sino para que brillen más hondos sus contornos: la cerámica negra de sus horas, el sueño entre los muros, el peso de unos pasos a través de mis párpados. Mira: en tu piel oscuridad y luz se abrazan, como hermanas a solas y desnudas, trazando con su éxtasis los signos del eclipse.

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JULIOHIGUERAS UNO Y mucho antes de llegar Comenc茅 a quererte, S贸lo un momento, un instante Pasajero y perdido en el tiempo Me hizo de ti, uno. S贸lo una mirada Una sonrisa solitaria y sencilla en tu cara. Quisiera enamorarme de ti un segundo. Silencio. Ahora que todos duermen Sue帽a.

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ROSA PÉREZREPULLO EL LIBRO Tú me das conocimiento. Con tus hojas vivo soñando un mundo mucho más perfecto. Cada letra tiene un sentido, cada página tiene una misión: Hacerte llegar poco a poco, hasta el final del libro. De día o de noche en cualquier sitio, allí estás tú, ilustrando al mundo. Tienes el universo dentro. A lo largo de los años, me has aportado tanto: Alegrías, suspense, misterio. Todo puede pasar contigo. Cada vez que leo un nuevo libro, en mi mente surge la imaginación. Por ti leo y escribo, gracias por todo lo que me has dado. Os lo debo todo.

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MARÍAJESÚS SOLER ARTEAGA LUNA LLENA Estaba de pie en medio de la sala buscaba con sus ojos la mirada de la complicidad, que tantas veces había encontrado en el pasillo, entre sus libros o al otro lado del café, buscaba con sus ojos la mirada que estaba por encima de las cifras, de los datos, de las fechas inútiles. Encontró la mirada tendida como una mano en el camino dispuesta a la caricia o al abrazo. La tarde caía en la sala y en el patio, en el cielo se insinuaba la luna llena como una promesa de bondades derramadas sobre su frente, que esperaba el plenilunio como respuesta a todas sus plegarias.

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RAFAEL MANJÓN-CABEZA GUZMÁN RECUERDO AYER, RECUERDO HOY La alegría de aquellos días se ha olvidado miradas de complicidad en la cansina luz del atardecer; y velas perfumadas con el anhelo posible del amor inmortal. Recuerdo bolsillos manchados de sombras y horizontes de escaparates infranqueables. Néctar de besos extraviados en las cuevas de la noche. Lo recuerdo perfectamente porque sé que ese ayer es hoy.

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[2] relatosparala ciudadperdida

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AL Y LA S EL PAN Moralo ría Luz Ma CIÓN TIFICA LA JUS lle Rivas Va Julián RNIO UNICO av gr a Sliu S

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LUZMªMORALO

El pan y la sal Ha cerrado los ojos. Los ha cerrado muy fuerte y ha inclinado la cabeza para protegerse con la chaqueta. A partir de ahora no querrá ver nada más. Atrás quedan tres días esperando esta oportunidad. Tres días en que vivió en medio del desierto, con otros veinte hombres como él, escondidos bajo unos arbustos, alimentándose de pan duro y agua sucia. Tuvo fiebre todas las noches y no dejó de dolerle al estómago. Mientras los otros se ayudaron unos a otros y compartieron lo que tenían, protegiéndose y animándose casi como una familia, a él le costó confiar. Pero cuando llegaba la noche y todos se sentaban en círculo sobre la arena; cuando se contaban las historias de sus pueblos y sus planes para el futuro, ahí sí se unía al grupo. Era la única forma de espantar la idea de abandonar y volver. Por fin una noche les trajeron la barca y los llevaron a todos hasta la orilla del mar. Él apenas escuchó las instrucciones que les daban para realizar el viaje. Se quedó mudo una vez más contemplando el mar de noche. El océano se movía y respiraba como un inmenso animal dormido. Tuvo la seguridad de que le esperaba. En su hechizo apenas se dio cuenta de que ya los habían dejado solos y el viaje comenzaba. Fue de los últimos en subir a la barca y se sentó entre un muchacho y la única mujer del grupo. Entonces fue cuando cerró los ojos. Ahora huele el mar: sus algas, sus animales despiertos allá abajo. Ese olor ya está en su propia camisa, en la chaqueta vieja del chico y en el pelo de la mujer. Ella debe estar mirando atrás, al desierto, porque siente su espalda en vez de su costado.

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Le dan ganas de vomitar, de empujar al muchacho y alejarse de la mujer, para no sentir ese olor que se ha pegado a ellos y que se parece tanto al olor a podrido de los peces. Levanta la cabeza, con los ojos bien cerrados, para respirar mejor. La barca sube y baja muy suavemente, muy lenta y silenciosa. Comienza a llegar el viento. La barca se deja engullir por él. Un viento que va creciendo y afilándose a medida que ellos avanzan, que acaricia las caras de todos, pero a él le corta los labios. Prefiere ese viento al olor estancado del interior del bote y de sus compañeros de viaje. Por un instante duda, quiere abrir los ojos. Lo haría si el cielo y las estrellas le ayudaran a pensar que todo va a ir bien. Le han despertado unas voces oscuras que vienen de proa. Alguien discute, quizá son tres o cuatro, o quizá sólo dos: reconoce una de las voces, es el hombre pequeño y de ojos brillantes al que le tocó llevar el timón. Recuerda cómo agarraba desesperado la brújula que les dieron, su único y precioso talismán para todo el viaje. Sabe que se está enfrentando a alguien, a otra voz más ronca y más tranquila. No entiende nada, apenas lo suficiente como para estar seguro de que los dos hombres discuten y se odian. En ese momento se están odiando, como el mar los odia a todos y él a sí mismo. De pronto se oyen unos golpes sordos y una respiración ahogada. Siente que el bote comienza a tambalearse y que todos contienen la respiración, dejan escapar en silencio el temblor de su miedo mientras llegan más golpes sordos del otro lado de la barca. La mujer ha empezado a temblar, y ese tiritar frágil de ella ha espantado su propio frío. Vuelve el silencio y la calma. Alguien gime, pero no es la voz de un dolor grave. La barca cambia de rumbo. ¿Cuántas horas han pasado? ¿Hay alguien que duerme? Ella sí, seguro, siente su respiración muy cerca, rodeándole en la oscuridad de sus párpados cerrados. En ese momento comienza a sentir un frío hondo como el silencio de la noche. Sólo percibe el débil oleaje, el chapoteo suave de la lancha avanzando, la respiración quieta de todos los demás. Él también quiere dormir y despertar sólo al final, cuando sienta el sol sobre los ojos, el calor de la luz blanca en los pies y las manos. Pero aquel viento de acero se ha quedado dentro de su pecho desde el principio del viaje, invade su cuerpo, se clava y lastima su carne. Restriega las manos contra los brazos y se arrima a su invisible compañera de viaje. El cuerpo de ella es grande y fuerte, su corazón palpita bajo la carne suave y blanda, tan delicada bajo esas viejas ropas de hombre pobre. Parece rezar en sueños y también se frota sin fuerzas las manos y los brazos para soportar el frío. La mano de él se desliza debajo de la blusa, ha rozado unos pechos temblorosos y ahora busca el vientre de la mujer entre la ropa húmeda, enreda los dedos en el calor milagroso de su sexo. Ella casi

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no respira y deja que su mano la acaricie. Quizás todos les están mirando, quizás nadie ve nada en la soledad del océano. Pero todo termina en un suspiro, ella no le deja seguir y lo aparta de sí sin decir nada. Una oración. Muchos otros deben estar rezando también para espantar el frío y la noche. Pero él no puede porque lloraría, lloraría allí mismo como un niño, perdería toda su fuerza de hombre, toda la que necesita para atravesar ese mar que nunca va a mirar de frente. Un grito le salva de su vergüenza. Alguien en su lengua avisa que el agua entra cada vez más rápido en el bote, y nota los cuerpos a su alrededor moviéndose angustiados y torpes, sacando el agua como pueden. Está a punto de abrir los ojos pero consigue mantenerlos cerrados. No los necesita para hundir sus manos en el agua helada y recogerla desesperado. Cuántas veces hizo lo mismo cuando bebía inocentemente, pero ahora la arroja con furia a la oscuridad, con una voluntad ciega de echar el mar de su lado, de no dejarle acercarse más. Ya nota el agua llegando hasta su rodilla cuando un viento más terrible azota la lancha. Los gritos y el temblor convulso de todos los que van con él agitan la barca, que sube y baja perdida en un oleaje violento. Se oyen las maldiciones de alguien. Y más cerca, la respiración de la mujer, siente la fuerza de ella agarrándose al borde de la lancha. Alguien ha caído a sus pies, otros le empujan, una mano se aferra a su chaqueta, resbala y desaparece. No va a abrir los ojos, no les quiere ver. Sólo sus dedos agarrotados, sus manos heladas como la muerte, sólo ellas se clavan llenas de rabia y de odio al borde del bote. Mientras, el mar lo acaricia, lo lame, lo engulle, se ríe, intenta comérselo con toda la ira y el poder de su capricho. Le habla en un susurro secreto y caliente, le cuenta un secreto: los peces dorados nos esperan allá abajo, ven conmigo, ven a la profundidad de mi sexo inmenso que sí te desea. Casi nunca fue importante el tiempo, pero hoy sí. Ahora el tiempo es el que decide: te doy dos segundos, te doy una vida, no te doy más. No sé qué hacer contigo. Él intenta retener el tiempo con un rezo desesperado. Una súplica que le ofrenda al mar feroz y al tiempo que los observa. Una oración donde entrega toda su memoria y sus palabras: el sol, la arena, la tierra, el arroz, el aire caliente, el hambre, el placer, el sueño, el descanso, mi cobardía, mi fuerza, toda para ti por mi vida desde ahora. No sabe si durmió de nuevo en medio de la tempestad o es que ya no recuerda. Sólo nota que alguien le arrastra, que tiran de su chaqueta empapada. Quienquiera que sea, tira sin fuerzas pero consigue sacarle de la lancha. Alguien que no le habla ni intenta despertar su letargo, que le deja refugiarse en su ceguera pero que sabe

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que todavía está vivo. Alguien que debe ser la mujer, o quizá no, porque ya no siente su olor cerca. Sea quien sea, lo ha sacado del bote y lo arrastra por el agua. Agua casi cálida, casi amiga, que le acerca el tacto de la arena bajo sus pies. ¿Dónde perdió los zapatos? ¿Dónde se le cayeron? Las manos desconocidas lo han soltado poco a poco. Ya no se oye ningún viento, sólo le llega el murmullo de una brisa caliente y de unos cuerpos que se mueven no lejos de él. No quiere abrir los ojos todavía. No quiere pero ahora sí tendrá que hacerlo, porque siente cómo la luz entra por sus párpados, entra libre en sus manos paralizadas y empieza a secar sus cejas mojadas. Aprieta los ojos muy fuerte, está a punto de llorar y piensa que quizá la luz le engaña, quizá con ella no va empezar una vida porque todavía no sabe si anoche convenció al tiempo. Siente los granos de arena en la mejilla. Recuerda que la arena es dorada, como el pan. Así debe ser. Entonces abre los ojos.

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JULIÁN VALLERIVAS

La justificación SINOPSIS En las iglesias de la ciudad de Lucena se cometen una serie de brutales asesinatos. El ejecutor es un oscuro y enigmático líder sectario. Él sólo es un nombre: Zoilo. Sólo tiene un objetivo: destruir los cimientos de la fe cristiana. ¿Sólo? Si es así, ¿Por qué odia, acosa y amenaza a Arsenio? Y, sobre todo, ¿cómo ha logrado que sea éste el condenado por sus crímenes? Arsenio tratará de justificarse. El lector, en una tensa cuenta atrás, buscará las respuestas a la vez que realiza un recorrido por una Lucena conocida y otra oculta. Pero, halladas esas respuestas, ¿será capaz de comprenderlas?

PREFACIO Eran las diecisiete y treinta y dos de un martes otoñal y, en ese instante, el padre Jesús Calo, párroco de Santiago Apóstol, no podía imaginar que en veintiocho minutos habría muerto. Padre Jesús, como gustaba que lo llamasen, se encontraba en la sacristía retirando una inexistente pelusa de su inmaculado albo. Le agradaba que su vestimenta estuviese impecable, pura, en consonancia con la trascendencia y delicadeza del acto para la que estaba destinada. La consagración del Cuerpo de Cristo, la Comunión con Dios, el acercamiento de su devoto rebaño y de él, su humilde pastor, a un mundo de amor, paz y hermandad. Dios, durante unos momentos, lo acogía en su cálido seno cada día y la virginidad de sus prendas debía estar en consonancia con la virginidad de su alma. Colocó en el armario, con el esmero debido, su inmaculado albo, su firme cíngulo y su ornamentado amito donde aguardarían, pacientes, su momento. Cerró el mueble. Se aproximó a la mesa, recogió de ella el libro de los Evangelios y salió de

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la habitación dispuesto a realizar la íntima y especial purificación de su espíritu ante su confesora personal: la Virgen. Este acto se había convertido para él en un inflexible hábito que le permitía disponer su mente y su alma a la confesión de su grey, sólo así sentiría cómo a través de él el poder de Dios absolvía a las descarriadas ovejas de su parroquia. No se había tomado aquel acto como una forma de juicio. Sólo el Altísimo podría juzgar sus acciones y su espíritu. Lo consideraba más bien como una forma de armonizar sus aptitudes, de pacificar su conciencia ante las barbaridades que frecuentemente, cargado de una amorosa humildad, perdonaba. Había que perdonar. Todo hombre comete errores. Todo hombre tiene derecho a una segunda oportunidad. Todo hombre podrá ser recibido por los brazos de Dios. La ira sólo generaba ira. La venganza sólo provocaba venganza. A la violencia se respondía con más violencia. La lucha era defendida con más lucha. Sólo el Amor engendraba Amor. Sólo la Compasión procreaba Compasión. Sólo el Perdón propagaba Perdón. Eso lo sabía demasiado bien Padre Jesús. A sus setenta y dos años había vivido demasiado como para no saber cuáles debían ser las máximas a aplicar. Con esa mentalidad y gracias, por supuesto, a Dios y a la Virgen, había logrado despertar los ojos del alma a muchos que estaban ciegos. Y, aunque no podía identificar a todos ellos con neófitos, sí podía enorgullecerse de que el Señor había encarrilado el paso de todos. Laus Deo!. Ya en la capilla mayor de su parroquia se situó ante el retablo alternando la mirada entre el Cristo Crucificado y la imagen de su titular. Este último mostraba siempre una sonrisa tan cándida, tan confiada, que Padre Jesús no podía sino ampararse, cobijarse, en la protección y la amistad que le ofrecía el Apóstol. Realizó una genuflexión y se santiguó. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Las tres esencias divinas. Se incorporó. Besó el sagrario dorado que contenía los sagrados objetos. Se giró y apoyando las manos sobre el altar mayor –una de ellas entorpecida por la sujeción del libro-, dobló el tronco hasta besar con sus labios la piedra ritual. El frío inerte del mármol le llegó apagado por la tela que lo cubría. Se retiró. Antes de bajar del presbiterio comprobó que el Libro Sagrado que se hallaba sobre el atril estuviese abierto por Job. El viejo Job. Era, de los que conformaban el Antiguo Testamento, su favorito. Ciertamente, Eclesiastés decía verdades como puños, pero no cabía duda que la enseñanza moral de Job merecía cierta preferencia. Bajó del presbiterio y le envolvió la semipenumbra. Ya estaba acostumbrado. Era prácticamente nula la luz natural procedente del exterior por lo que se veía obligado a mantener constantemente luz artificial en el interior del templo. Tarea costosa para una pobre parroquia, así que procuraba mantener la luminosidad justa. Ni demasiado fulgurante que elevase el importe, ni demasiado sombrío que no permitiese distinguir las figuras interiores. Además, el resultado lo satisfacía. La tenue claridad confería una sensación de intimidad que facilitaba, que perfeccionaba, la comunicación, la

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unión, con Dios. Se dirigió hacia la capilla de su confesora: Nuestra Señora de la Soledad. Sólo aquélla que había sufrido el auténtico dolor y lo había superado, habría podido alcanzar la plena armonía con Dios. Llegar hasta el Señor no era un camino fácil, exigía sacrificios. No siempre era posible hacer imperar el Amor, la Compasión o el Perdón. A veces, nos dejamos llevar por pasiones, emociones, que siguen un camino contrario al marcado por la divinidad. María, Madre de Dios, había padecido la pena más grande para una madre: la pérdida de un hijo. Ella había sabido aceptar y perdonar. En ella había prevalecido la Palabra de Dios sobre sus propios estímulos. Si había una Virgen que reflejara esa decisión esa era Nuestra Señora de la Soledad. Como su gracia indicaba, había quedado sola, huérfana de hijo. Sus facciones marcaban esa soledad, esa pena, ese sufrimiento, pero, al mismo tiempo, reflejaban la paz, el sosiego; no la ira, no la venganza. Padre Jesús no era un místico no se dedicaba en plenitud a la contemplación espiritual. Él prefería ayudar en los problemas mundanos, colaborar con su parroquia, enseñar al que no sabe, guiar al que no ve. Esos habían sido los designios de Dios para con él. Pero necesitaba ese tiempo de meditación con la Sagrada Mujer. Ese tiempo de recogimiento en el que le abría el espíritu para que Ella pudiese acceder a él llenándolo de luz, ensanchando su alma. Él perdonaba, pero antes requería el perdón de Ella. El perdón de la Madre era el camino hacia el Hijo. Antes de hundirse en ese juicioso recogimiento espiritual a través del rezo, gustaba Padre Jesús de leer algún pasaje de los Evangelios. Por ello portaba su Libro. Como siempre, lo abrió por una página indeterminada, al azar. Lucas. El médico colaborador del Apóstol Pablo. Su obra presentaba a Jesús como un Libertador dedicado, incansablemente, a la altruista labor de preocuparse por los pobres y marginados. Capítulo ocho, versículo veinticinco: Después les dijo: «¿Dónde está vuestra fe?» Los discípulos quedaron llenos de temor y admiración, y se decían entre ellos: «¿Quién es éste, que puede mandar incluso a los vientos y a las olas, y le obedecen?» Era el Hijo de Dios. Era Dios. Como creador puede decidir sobre aquello que ha creado, sobre su creación. Una prueba de su poder. Un paso más en el camino del convencimiento, de mostrar la luz, a sus discípulos. Padre Jesús no necesitaba de esa muestra tan ostentosa de poder por parte de Dios. Le bastaba con culminar cada obra en nombre de Dios. Él creía en Dios. ¿Por qué entonces los discípulos precisaron de dicha muestra? ¿Por qué necesitaron asentar su fe sobre acontecimientos de tal envergadura?.

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Cerró su libro. Se arrodilló en el reclinatorio, ante la Virgen, soltando la obra a un lado; dejó caer los codos en el apoyo, unió sus manos y entrelazó los dedos situándolas ante su boca y cerró los ojos sumiéndose en su aislamiento interior. Súbitamente abrió los párpados. Le había parecido escuchar un débil eco de voces en la distancia. «Debe haber procedido del exterior del templo». De nuevo unió sus párpados concentrándose. Volvió a abrir los ojos. Un ruido sordo a su espalda. Inició la maniobra instintiva de girar la cabeza para mirar por encima de su hombro. No hubo tiempo. Inopinadamente alguien o algo lo agarró de los cabellos y tiró con fuerza hacia atrás. En esa postura podía contemplar el rostro lloroso de la imagen virginal, que estaba más elevada de su nivel. Sintió un frío metálico sobre la parte derecha de su cuello, al que le siguió un intenso dolor que se extendió hasta la zona izquierda del mismo. Abrió la boca para gritar, para expulsar aquel dolor que le había recorrido todo el cuerpo, pero sólo pudo exhalar un aire insonoro. Sus cuerdas vocales habían sido seccionadas. Un líquido cálido le fluía por la base del cuello. Cuando se percató de que lo habían degollado yacía ya en el suelo y se había llevado las manos a la garganta en un intento por detener el líquido vital que se le escapaba entre ellas. Comenzó a sentir un potente frío gélido mientras notaba como la vida huía irremediablemente. Comprendió que estaba muriendo en el momento en que dejó de sentir su cuerpo, dejó de sentir el dolor, los espasmos de su agonía, el sudor que lo empapaba; hasta que su vista se fue nublando, cegando su despedida. No estaba dispuesto a que su última imagen del mundo fuese el techo de la capilla, así que paseó la mirada a su alrededor en un desesperado intento por captar el rostro de la Virgen y anunciarle su inminente llegada. Había perdido la noción del espacio, no sabía en la posición en la que se encontraba y no podía divisar a la Madre del Señor. Sin embargo, en esa exasperada lucha, sus dilatadas pupilas apreciaron, a través de una intensa distorsión, un rostro. Era el rostro de su agresor. Le pareció distinguir en él una sonrisa diabólica. El atacante, sintiéndose observado, acercó sus facciones a la mirada moribunda de Padre Jesús. Lo que éste vio lo llenó de desconcierto, sorpresa y espanto. Intentó decir algo, pero ya era demasiado tarde y su boca abierta sólo acertó a emitir un gutural ruido carente de todo sentido y sonoridad. Murió, y la última imagen que quedó grabada en su mente fue la de alguien al que creía conocer bien. El ser que lo había asesinado resultó ser, ironías de la vida, el Diablo. Aquél al que durante toda su vida había tratado de combatir, al final, había vencido. No había temido a la muerte. Por fin podría ver a Dios y conversar frente a frente con María. Por fin obtendría su descanso eterno en el Paraíso. Pero morir de aquella forma y en manos de aquél... Dios nos conducía a veces por caminos tortuosos. Dios sabe. Si Él había decidido que de tal modo debía abandonar el mundo terreno Padre Jesús, sit. Fiat Voluntas Tua!.

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NOTA DEL AUTOR No es fácil escribir cuando indicios vehementes me acusan de asesino y lo que se pretende es lograr una favorable argumentación sobre la inocencia y bondad de mi persona. Todas las pruebas están en mi contra. Por ellas he sido condenado por asesinato y por ellas estoy ahora en prisión. Pero ello no importa, lo que realmente importa es que voy a morir. Ya estoy muriendo. Y lo estoy haciendo poco a poco, de quedo, tal y como me aseguró Zoilo. Zoilo. Él es la verdadera causa por la que me hallo en esta situación. Por su culpa estoy en la cárcel. Por su culpa estoy muriendo. Él es el verdadero asesino, él es el que debería encontrarse en mi lugar. Pero ya no importa, mi fin es irremediable. Mi único deseo es, a la hora de mi último aliento, quedar en paz con la sociedad, demostrar mi inocencia ante el mundo y, en especial, ante mis vecinos, los ciudadanos de mi ciudad levítica. La idea no partió de mi voluntad, me fue propuesta por el subinspector Henares. Él es el único que me cree, sabe que soy inocente. Que de aquellas muertes, bueno, que de aquella muerte, pues sólo se me condenó por un asesinato, no fui yo es responsable. Fue Zoilo –de la que se me condenó y del resto. Mas éste lo planeó metódicamente, con gran astucia. Unió cada eslabón, ató cada cabo, para que su proyecto fuese perfecto, para que su maquinación resultara un éxito. Lo consiguió. Yo no soy escritor, así que no sé si sabré servirme de esta pluma y si mi mano podrá guiarla hacia el destino con anhelo esperado. Lo haré lo mejor que pueda, lo mejor que sepa. En cualquier caso, es inevitable que ciertos retazos de mi historia no los pueda cubrir yo, pues no fui el protagonista directo de los mismos. Por eso, cuando acordé llevar a cabo esta labor, tuve que acudir, no sin cierta animadversión, al único que podía completar aquellas partes de cuyo conocimiento directo yo carecía. Tuve que acudir a aquél que intervino en ellas, aquél que actuó en ellas, aquél que las realizó. Tuve que acudir a Zoilo. Zoilo me visitaba, con gran regocijo por su parte, frecuentemente y se despachaba a gusto poniendo de manifiesto su victoria y burlándose de mi miserable suerte. Yo me limitaba a callar y a intentar ignorarlo, pues me sentía demasiado débil –yo estoy muriendo poco a poco– y Zoilo era cada vez más fuerte. Mi continua agonía era su incesante dicha. Tal y como me advirtió. Cuando le propuse mi objetivo soltó una sonora carcajada. –¿Crees que te va a servir de algo, imbécil? –preguntó en tono jovial. ¿Acaso piensas que vas a salir de aquí? –ironizó. ¿Qué vas a dejar de perder la vida? –Si logro convencer a alguien de mi inocencia me habrá servido de algo –repliqué tajante.

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–Pobre Arsenio. No dejarás de ser un jodido ingenuo, un maldito infeliz. No te das cuenta de que, por mucho que digas, por mucha gente a la que convenzas, las pruebas te metieron en la cárcel, las pruebas te han hecho prisionero, y que yo estoy libre porque ninguna prueba hay contra mí. Lo planeé todo demasiado bien para culparte y no vas a conseguir lo contrario. Además, a la gente no le interesa la verdad. Sólo le interesa un culpable, una carnaza sobre la que dejar caer su odio y rencor. Y ya lo han conseguido contigo. –No me importa salir de aquí o no –reconvine. Ya sé que, dentro o fuera voy a morir, tú me estás matando –una mueca sonriente afloró en sus labios. Sólo quiero contar lo que pasó para intentar presentar al mundo una justificación de mi exculpación por los crímenes. Todavía confío en la racionalidad humana. Así que, ¿vas a hacerlo o no? –ya estaba exasperado por aquella charla inútil. –Claro que lo haré, aunque sólo sea para ver cómo te hundes más en tu desdicha y yo me hago más fuerte. –Pero, ten presente que puedes incriminarte –le recalqué. Volvió a emitir una risotada. –Arsenio, ¿y quién te va a creer? Los hechos son los probados y punto. Tenía razón, mas ya estaba decidido. Le hice partícipe del inicio del relato. Lo manipuló a su antojo. No lo modifiqué pero tampoco le informaré de nada más de lo que escriba hasta el final –que seguro volverá a manipular. Me limitaré a ir incorporando, en el mejor orden cronológico que pueda, los retazos que me vaya entregando. Nada más. Yo a lo mío y él, pues, a lo suyo. Espero que el subinspector se sienta satisfecho por el resultado, al fin y al cabo ha sido idea suya. Cuando le pregunté por qué me creía mientras los demás estaban todos en mi contra, se limitó a decir: «Yo sé lo que sé y lo que he vivido; además, a estas alturas, es lo único que puedo hacer por ayudarlo». También tenía razón. Yo estaba perdiendo la vida y él lo sabía. Durante mi relato, estimado lector, me circunscribiré a los hechos concretos y evitaré inservibles divagaciones que nada tienen que ver con la historia, a no ser que sea necesario o durante los acontecimientos me remitiese a hechos anteriores; lo que no incluye posibles referencias necesarias para que tú, lector, puedas introducirte en la compresión de la historia. Por último, sólo quiero anotar que no busco de ti, lector, tu lástima, sólo busco tu comprensión y que confíes en mi inocencia aunque la realidad te pueda llevar a adoptar una postura contraria.

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SLIUSAGRAV

Unicornio Solía caminar por las vegas del campo, mientras el suave trino de los jilgueros acompañaba mi andar, pero un día de madrugada el alba aún dormía, mi caña de pescar era mi compañera y un cigarrillo alumbraba aquella noche que terminaba, cuando entre las zarzas algo se movía, se quejaba, como un lamento. Fui pensado que podía ser algún animal de la finca, pero era el más bello ser, que jamás las historias habían contado, blanco impoluto, con ojos como el mar; un relinche captó más aún mi atención, estaba trabado entre unas zarzas y un trozo de hierro. Le ayudé a salir con más cuidado que nunca, el sol aún no aparecía; él me ve y agradece con una mirada cordial, le ayudo a incorporarse, estaba débil, pero aún con fuerzas para ponerse de pie. Comenzó a caminar y yo como inercia iba pegado a él, a esta hermosa y mítica criatura. Fuimos hasta el remanso del río y bebimos agua, cada mañana antes del alba él aparece y comenzamos a andar, pero unos minutos antes de la salida del sol él se va, quizá el sol y la luz en demasía hacen que corra más peligro, de personas que no verían lo que yo. Han pasado dos meses desde este sutil y mágico encuentro donde ha dejado que caminara yo junto a él, pero las cosas bellas acaban. Me tengo que volver a la universidad, mis estudios me esperan; nadie creería que encontré un unicornio, pero uno de verdad uno de cuento, pero que no lees. Ayer mi padrastro mi riñó, porque no entiende el hecho de que salga a pescar cada mañana. Lo que él no sabe que tengo una cita con mi amigo. Ahora me deja montarlo y juntos saltamos al son de la luna, un tibio galope y una frenética carrera, nunca pensé que podría encontrar un ser que despertara tanta ternura.

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Seis meses de estudio y ansío volver a aquella vega, me levanto temprano y busco mi caña, mi excusa para ver a mi mágica criatura, camino pero el sendero es diferente, el bosque está más pequeño. Me siento, le silbo y espero como muchas mañanas de sombra de luz dada por la luna, que reflejaba el blanco de su ser. No aparece. No apareció. Vuelvo a casa consternado, pero con la esperanza que aparezca al día siguiente, una semana y nada. No sé qué pasa. Busco por el pequeño bosque alguna huella, que me lleve a él, pero nada. Ese día no lo olvidaré: llegué triste a casa porque no encontraba la razón de que mi mágica criatura no apareciera, cuando de improviso, mi padrastro aparece cubierto de blanco delante de mucha gente, con una piel blanca y sonríe y me dice: «He descubierto tu secreto, pero nada que un 22 no haga sucumbir». Los percutores del arma tronaron mis oídos, como si oyera el momento en que impactaban la piel de mi amigo, sentí como cayó, como se desplomó delante de sus captores, buscándome, porque lo habían aniquilado en el lugar donde nos juntábamos, me habían seguido, él confió en mí y yo le traicioné, al llevarles hasta él. Siento una tristeza y una culpa, un ser que solo me dio amor y ternura, había sido vapuleado por la imbecilidad del ser humano, él sólo quería ser libre en su vega, dejó que me acercara y me gané su confianza, amistad, me quiso y lo mataron por confiar, por entregar su corazón. Han pasado 20 años y ahora entiendo que los seres mágicos existieron, pero cada vez que aparecen nos encargamos de vapulearles, ¿por qué alguien que nos entrega amor incondicional y ternura sin límite, debe pagar por ser un ente mágico, un ser que aún confía…?

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RUBÉN SÁNCHEZRIVERA

La verdad intuitiva La verdad, ésa es la cuestión: ¿qué es la verdad? Hay muchas verdades, y la filosofía debe desenmascararlas. Pero: hay tantas verdades como personas –me dirán– a lo que yo responderé: y tantos filósofos como personas. Ya que todos llevamos un pequeño gran filósofo en nuestro interior y no es encontrar la verdad lo más emocionante, sino el camino hacia ella. Hay verdades que son, cómo decirlo, acomodaticias. Verdades adventicias, es decir, impuestas desde fuera. De éstas verdades son las primeras de las que hay que prescindir si queremos llegar al fondo de la cuestión. También hay verdades analíticas, procesales, digamos, derivadas del método que sigamos, es decir, prejuicios metodológicos. Una vez superadas también de ellas deberemos prescindir. Luego están las verdades sintéticas, es decir, aquellas que nuestra cabeza acepta a modo de resumen para no complicarse demasiado la vida. Son verdades compendiadas, es decir, una especie de conjunto de generalizaciones. Ya lo dijo Voltaire: «Toda generalización es falsa, incluida esta». Por último están las verdades intuitivas, sentimentales, lo que se viene conociendo como «inteligencia emocional» o lo que de toda la vida se ha llamado el sexto sentido, el olfato. Es en esta verdad donde se hallará la dicha más reconfortante y certera. Y no es por otra particularidad sino por su grado de certeza, por su evidencia cercana. Descartes diría que este tipo de ideas son «claras y distintas» si pudieran llamarse ‘ideas’, es decir, evidentes, lo que viene a significar «que se ven». De hecho ‘intuición’ proviene del latín tardío (intuitio,-onis<intuire: literalmente: «ver rápidamente hacia adentro», «adivinación, comprensión rápida y penetrante de una idea»)1. Es curioso que el sustantivo ‘intuición’ no aparezca en lengua castellana hasta el año 1734, una época tardía, estamos hablando de principios del S. XVIII, época en que comenzaba la Ilustración en Europa. Es curioso que el verbo ‘intuir’ no se utilice en castellano hasta el año 1925. Pero la palabra ‘intuición’ es un término que incomoda a filósofos y científicos hoy en día, y, no entiendo por qué, ya que la intuición suele ser el inicio de los más 1. Joan

Corominas, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Madrid, Gredos.

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importantes descubrimientos en ambas disciplinas. No olvidemos que el método que se usa hoy en día para elaborar teorías científicas no es el newtoniano o inductivo (partir de la acumulación de hechos observables para llegar a la teoría), sino el de Galileo o hipotético-deductivo, que, por tanto, implica la elaboración previa de una hipótesis (la parte creativa previa a la tesis que se quiere demostrar, etimológicamente, ‘lo que subyace o está debajo de la tesis’). Lo que ocurre es que el término ‘intuición es difícil de definir: ¿Qué es la intuición? ¿Es una facultad, una potencialidad del alma, de la mente, del espíritu, de la razón incluso? ¿Puede existir una intuición racional o la intuición es siempre irracional? Veamos, vayamos por pasos. En cuanto a la definición del término ‘intuición’ digamos que hay algunas definiciones clásicas en Aristóteles, Spinoza (p.e. la famosa intuición intelectual) o en Kant (habla de ella en la Crítica de la Razón Pura como parte del proceso subjetivo en la elaboración de los conceptos del conocimiento). Pero las definiciones clásicas del término tienen en común verla como un proceso pre-racional, es decir, previo a la razón. Es por ello que la intuición se considera tradicionalmente como algo irracional, es decir, subjetivo, escurridizo, y esta la causa de que a los pensadores occidentales les incomode tanto el término. No hemos de confundir su status pre-racional con caracterizar el término como i-racional. Pero en Oriente no es igual, de hecho, tanto en la Psicología Budista, como en el Taoísmo, así como en el Confucianismo, y en los Vedas indios la intuición juega un papel importante en el ser humano ya que es uno de los elementos que forman su personalidad, es decir, su psyché, su alma, su mente, su espíritu, su psicología o conciencia hablando grosso modo; porque si tuviéramos que escoger entre alguno de los términos precedentes nos encontraríamos de pronto con un erudito debate en torno a qué es la mente, o qué es la conciencia o qué es la psique, o qué es al alma, tarea ardua que compete definir a disciplinas o como la Filosofía de la Mente, la Psiquiatría y/o la Psicología y las distintas religiones. Por tanto nos encontramos ante un escollo grande a la hora de definir lo que es la intuición. Podríamos decir, en general,, que la intuición es una parte integrante del ser humano, lo mismo que la inteligencia. El ser humano es un homo intuitivus, un hombre que intuye, un animale intuitivus. Yo diría que es un animale rationale et intuitivo, para ser más correctos. Incluso un animale rationale et intuitivus sive natura y ahora explicaré el sive natura (o la naturaleza). El «Sive natura» viene a significar la relación panteísta que el ser humano tiene con el cosmos. El cosmos como ‘orden’, frente al chaos ‘desórden’. Es importante tener claros los términos. Benedictus Spinoza solía decir que la Sustancia, o sea Dios, pues era panteísta, era sive natura, es decir, hablaba del Deus sive natura 2, a saber, Dios o la Naturaleza. Esto quiere decir que Dios es toda la Naturaleza, lo que cuadra muy 2

Spinoza, Ética, Madrid, Alianza Editorial.

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bien con la Espiritualidad Global de la Nueva Era en términos generales, por ejemplo, cuadraría con la Teoría de Gaia, que es una teoría que considera al planeta Tierra como un ser vivo más. Por tanto nuestro viejo judío, el pulidor de lentes, ése que escribió su Ethica more geometrico demonstrata como un consuelo filosófico, no está tan pasado de moda. Es más, me atrevería a decir, su obra es una fuente constante de inspiración para lasa corrientes espirituales contemporáneas en general. Spinoza habla de una «ciencia intuitiva» que «procede de una idea adecuada de la esencia formal de ciertos atributos de Dios al conocimiento adecuado de la esencia de las cosas»3. Por otro lado John Locke distinguió entre el conocimiento intuitivo y el demostrativo, argumentando que el segundo es más imperfecto que el primero 4 . Según el Diccionario de Filosofía de J. Ferrater Mora 5, «el vocablo ‘intuición designa por lo general la visión directa e inmediata de una realidad o comprensión directa e inmediata de una verdad. Condición para que haya intuición en ambos casos es que no haya elementos intermediarios que se interpongan en tal «visión directa». Ha sido común por ello contraponer el pensar intuitivo al pensar discursivo, pero varios autores prefieren contraponer la intuición a la deducción (Descartes) o al concepto (Kant). Ciertos filósofos consideran la intuición como un modo de conocimiento primario y fundamental, y subordinan a ella las otras formas de conocimiento o inclusive llegan a negar la legitimidad de ellas. Otros filósofos, en cambio, estiman que la intuición es la fuente de muchas falacias y que conviene sustituirla siempre que se pueda por el razonamiento discursivo, el concepto o la deducción». Sigamos con el estudio del término ‘intuición’. ¿Qué es ése escurridizo olfato? ¿Ese sexto sentido? ¿Esa visión directa? Pongamos algunos ejemplos: Cuando a Newton le cayó una manzana en la cabeza en el jardín de su College de Oxford se le ocurrió que la tierra podría tener una fuerza que atrajera los objetos hacia ella. Así surgió la hipótesis que le llevó a formular la Teoría de la Gravitación Universal. No procedió a la mera acumulación de datos, sino que además tuvo una intuición genial que revolucionó la ciencia. No olvidemos tampoco que en el caso de Newton, que, por cierto, era masón, sus obras están repletas de referencias y pasajes esotéricos y alquímicos ya que newton era un gran aficionado a la alquimia. Este es un dato que nos suelen ocultar en el colegio y el instituto normalmente por ignorancia y por el espíritu positivista imperante hoy día. Spinoza, Op. Cit., Parte II, prop. XL, schol. 2. John, Locke, Essay on Human Understanding, IV, i, 9. 5 J. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Madrid, Alianza, 1994, p. 1895 ss. 3 4

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Veamos otro ejemplo histórico concreto: Cristóbal Colón (el supuesto descubridor de América, que en realidad fue descubierta y poblada desde el paleolítico por parte de poblaciones asiáticas que entraron por la Península de Kamchatka hacia lo que hoy en día es Alaska y, descubierta posteriormente, por los vikingos). Bueno, Cristóbal Colón lo que tuvo fue una intuición, creía que la tierra era redonda y que, por tanto, podría descubrir otra ruta comercial alternativa para el comercio con las Indias que estuviera a salvo de la influencia de los enemigos de España, ya que la ruta usual, es decir, la ruta de la seda, descubierta previamente por Marco Polo, era demasiado peligrosa y llena de avatares y problemas. Colón tuvo en este caso una intuición errónea, pero que le llevó a navegar hasta lo que hoy se conoce como América, ya que él, murió en la miseria y pensando que lo que había descubierto eran las Indias Orientales. A veces la historia es caprichosa y curiosa. En lo que estaba Colón acertado era en lo de que la tierra es esférica, pero esa idea no es suya, es de Aristarco de Samos, un griego del S. II. d.c., pese a que se le atribuye a Nicolás Copérnico usualmente. Pero hay más ejemplos. Pensemos en otro curioso evento de la Historia de la Ciencia: el caso de Darwin y Wallace. La idea fue simultánea, la gloria, de Darwin. Darwin tuvo la idea, por una serie de descubrimientos previos como por ejemplo la teoría geológica de Charles Lyell, o el evolucionismo previamente defendido por su abuelo o por Lamarck, de que las especies más sencillas evolucionaban hacia especies más complejas hasta culminar con la aparición del hombre. A Darwin se le caricaturizó como un mono en numerosas ocasiones y, la Iglesia Católica, aún no admite su teoría de la evolución natural pese a que hoy en día haya consenso sobre la misma en la comunidad científica. Este tipo de incidencias históricas no resueltas tienen como consecuencia en nuestros días que en ciertos Estados de los EE.UU. se explique todavía la Teoría Creacionista en Universidades e Institutos en detrimento de la Teoría Evolucionista. Esto es un problema porque supone manipulación ideológica en detrimento de la verdad por parte de la religión y esto es algo que ninguna religión respetuosa y razonable debe cometer si aspira a seguir ahondando y prosperando en su espiritualidad hoy en día. Bueno volvamos a los orígenes de la teoría. A pesar de que Darwin en sus libros utiliza y hace alarde del método inductivo, en la génesis histórica de la teoría utilizó el hipotético-deductivo. Veamos, el joven Charles Darwin se embarcó en el Beagle con la intención de ver mundo y aumentar su experiencia como naturalista. Estando en las Islas Galápagos observó los estratos geológicos de los que hablaba Charles Lyell, así como la exuberante biodiversidad de este singular archipiélago. Allí le surgió la hipótesis, luego se dedicó hasta 1859 a demostrarla inductivamente a partir de la acumulación de observaciones de hechos empíricos. Es muy curioso leer El orígen de las especies o El orígen del hombre ya que el detalle y lo rocambolesco de los ejemplos roza el esperpento.

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Pero esto es así porque Darwin tenía que demostrar su Teoría científica ante una sociedad victoriana muy conservadora. Y este es un escollo que siempre nos encontramos en toda revolución de toda índole: una clase dominante que quiere conservar el poder que tiene. El conocimiento es también poder, no lo olvidemos, y ya dijo hace mucho un tal Iesus Nazarenus que «la verdad os hará libres», frase que sus llamados «devotos» suelen omitir por completo de sus vastos y monolíticos conocimientos religiosos. Recapitulando, hemos visto algunos ejemplos de cómo la intuición ha contribuido al avance de la ciencia y el conocimiento humanos. ¿Por qué no aceptar entonces verdades intuitivas? ¿Por qué no darle a la intuición más importancia y aceptarla como categoría epistemológica? ¿Por qué no abordar el estudio científico de la intuición? ¿Por qué no considerarla como el comienzo y el fundamento de la razón más que como un molesto impedimento?

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ELENA DÍAZFERNÁNDEZ

¿Integración frente a inclusión? Con la actual Ley Orgánica de 2/2006, de 3 de Mayo, de Educación se ha producido un cambio del concepto de integración por el de inclusión, puesto que la presenta como uno de sus principios básicos junto al de normalización. Por tanto, le da un punto más de legalidad a lo que antes eran simples intenciones y algo más utópico de conseguir. La palabra «inclusión» significa un paso más normalizador para atender a todos aquellos alumnos con necesidades educativas. El motivo de este cambio es la búsqueda de escuelas en la que no haga falta integrar a los niños porque ningún niño será excluido sino que formará parte de la comunidad que forma nuestro centro. El objetivo básico consistiría en no dejar a nadie fuera de la vida escolar, tanto en el plano educativo como en el físico y social; el centro de atención de las escuelas inclusivas consiste en como construir un sistema que incluya y esté estructurado para satisfacer las necesidades de cada uno. La ventaja es que todo el mundo se beneficia de unas escuelas inclusivas preocupadas por el modo de establecer comunidades que apoyen y atiendan a todos los alumnos y no sólo a determinadas categorías seleccionadas; otra consiste en que todos los recursos y esfuerzos del personal escolar se dedican a evaluar las necesidades docentes a adaptar la enseñanza y a dar apoyo a los alumnos. En las escuelas inclusivas todos los alumnos están en aulas ordinarias durante todo el tiempo, en consecuencia, todo el personal y todos los recursos pueden dedicarse por entero a la educación general. Los educadores generales y los antiguos educadores especiales pueden dedicarse a proporcionar a cada alumno los

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programas educativos estimulantes y adecuados a sus propias necesidades y capacidad; la posibilidad de proporcionar apoyos sociales y docentes a todo el alumnado. En ellas, el aula es la unidad básica de atención. Las clases se organizan de forma heterogénea y se estimula e impulsa a alumnos y maestros para que se apoyen mutuamente. Se valora la diversidad, se cree que la diversidad refuerza la clase y ofrece mayores oportunidades de aprendizaje a todos sus miembros. Desde mi punto de vista, está muy bien el decir que todos debemos luchar por una escuela inclusiva, una escuela en la que no se hable de integración puesto que no hará falta integrarlos, ya que todo el alumnado estará incluido en su aula ordinaria. Se dice que es difícil conseguirlo y que se requerirá la colaboración por parte de todos la comunidad educativa, implicación de los padres, además de una buenas actitudes para conseguir esta iniciativa, pero todavía no se explicita de forma coherente como responder de manera adecuada a todas las necesidades, muy bien el «no segregar» hasta ahí de acuerdo pero será todo esto posible sólo con buenas actitudes sin tener unas bases sólidas de cómo hacerlo. No hará falta muchos más profesionales, cambios radicales de metodología,… etc. Para poder atender a sus necesidades desde el aula común, nos los proporcionarán o sólo es una palabra bonita que por mucha actitud que tengamos sea imposible de realizar, yo tengo una buena actitud y ganas de conseguir una escuela para todos ¿seré capaz de conseguir una escuela inclusiva?

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JOSÉMANUEL VENTURAROJAS

Enigmas, malentendidos y crímenes peliculeros

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Un enigma complejo contiene a veces otro más complejo. Esta tan repetida premisa, básica en el género detectivesco, constituye, cómo no, el eje central de Los crímenes de Oxford, la adaptación cinematográfica de la novela de Guillermo Martínez, realizada por Álex de la Iglesia. Más allá de sus aspectos técnicos (que ya habrán sido y serán abordados más detalladamente por los especialistas) y de sus defectos, sus imperfecciones en el ritmo narrativo, fruto del montaje, de algunos gestos de los actores (ese Elijah Wood que pone la misma cara de ojos atónitos como Frodo Bolsón o como Martin) y detalles (el más risible que sensual delantalito de «pornochacha»), más allá de todo ello, la película tiene un puñado de ideas muy sugerentes. Lo primero que cualquier espectador pensaría al acabar la película, como buena parte de nuestros coetáneos espacio-temporales, es en hacer caso de la premisa vital de Lorna (el personaje interpretado por Leonor Watling): «mejor no leer libros ni pensar, porque con eso se acaba cometiendo crímenes y otros espantos». Flaco favor nos hace con ello Álex de la Iglesia, pues, superando la truculenta frase «no leas chorradas, mira la tele» del doctor Gregory House, le encontraríamos unido al muy poderoso e influyente coro (tácito a veces y vocinglero e intimidante en no Los crímenes de Oxford (España, 2008) Dir.: Álex de la Iglesia. Int.: Elijah Wood, John Hurt, Leonor Watling, Julie Cox, Anna Massey, Alex Cox, Dominique Pinon, Jim Carter. 1

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pocas ocasiones) de quienes en nuestro tiempo han hecho de la curiosidad por la ciencia y la cultura algo rechazable, temible lo de «pensar demasiado» o manifestar interés en la profundización filosófica y especulativa, resonando con ello en nuestros oídos la frase wittgensteniana de «¡la filosofía ha muerto!» pronunciada por el profesor Seldom y seguida de un «¡vivan las pornochachas y los espaguetis a lo Leonor Watling!» que suscribiríamos casi todos (los amantes de la cultura y quienes la rechazan). Más flaco favor todavía nos hacen esas estampas de matemáticos de atuendos, pelambreras, rostros y gestos extravagantes, de enfermos o de «frikis». Terrible. El mismo Álex de la Iglesia muestra su propio interés por lo grotesco (no sabemos si personal, comercial o artístico) en esas composiciones «silueta desnuda de la Watling / cara de matemático feo embobado en una conferencia» que se repite, o en la escena del mutilado-lobotomizado, toques que nos recuerdan las raíces del cine de este realizador para todos aquellos que lo hubieran olvidado o que no conocieran más que esta ecléctica producción, en parte mimetizable entre otras hollywoodienses. Aunque a veces resulta algo hueca o impersonal, también destaca por sus innegables logros, desde una trama mucho mejor construida que la mayoría de thrillers que pasan por las salas actuales, a la sugerente fotografía de tonos oscuros y acerados o la música eficientemente compuesta por el veterano Roque Baños. Lejos del ensañamiento contra el director y la obra que podría deducirse de estas líneas, «honestas e inmisericordes» como diría Lester Bangs, también conviene romper una lanza en su favor. No es este el momento de desarrollar el tema con la amplitud que merecería, pero tampoco podemos dejar pasar la ocasión de recordar los votos de confianza que han de concederse a iniciativas de este tipo en el cine español. Una película estadounidense mediocre o mala no cuestionan la calidad de este género u otros de orientación comercial (sean terror, cienciaficción o histórico), pero cuando se estrena una película española como la presente, parece que el director no sólo pone en juego el éxito de taquilla y crítica de la misma, sino también su filmografía, su futuro y hasta el del cine español en general. El antiintelectualismo arriba expuesto como presunto mensaje central de Los crímenes de Oxford no es todo lo que se puede decir de la misma. La película también arremete contra ciertos tópicos como, por ejemplo, el tan querido actualmente de la inocencia de las buenas intenciones, que bastarían para arreglarlo todo. Por el contrario, se sigue aquella sugestiva idea de «el poder de las palabras», como en el relato de Poe, así como el tan popularizado «efecto mariposa» mencionado por el profesor Seldom en su discurso. Los protagonistas y el público recapacitan sobre cómo lo ínfimo puede tener una gran influencia, la importancia de los detalles. Eso sí, al finalizar la película, el director se ha limitado (con buen tino, nos parece) a mostrarnos unos hechos y el espectador deberá fabricarse solito sus propias conclusiones. Y, aunque está lejos de nosotros la voluntad de manipular lo que

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piense cada cual, estimamos que el público no debería errar a la hora de sintetizar el mensaje: se debe remarcar la importancia de no hablar tan a la ligera (recuérdese la cita de Wittgenstein pronunciada al comienzo de la película), mas tampoco ha de olvidarse la distinción entre la palabra involuntaria y el acto voluntario, cuerdo o enajenado. Abordando alguno de los secretos del film (dejen de leer y sáltense el párrafo quienes no deseen que se les revele), quienes pronuncian palabras que involuntariamente conducen al asesinato serían negligentes, pero no asesinos. Quienes perpetraron los crímenes no serían autómatas, sino que conservarían su libre albedrío, aunque su juicio se viera nublado por la deseración, circunstancia que puede constituir un atenuante, más no un eximente de su acción. Es verdad que, a la postre, se trata de una película comercial, desprovista de mensaje intencionado, pero, ya que aborda un tema que hoy como siempre resulta importante y actual, conviene hacer estas puntualizaciones. También la del confusionismo entre el problema de la objetividad y los juicios de valor, en el cual nos parece que incurre el profesor Seldom en su discurso, cuando pasa, en su respuesta pública a Martin, de la discusión sobre la matemática como lenguaje y estructura inherente a la del mundo natural, a la de asuntos como la belleza matemática u otros aspectos con un componente claramente subjetivo. Convendría que el profesor hubiese explicado cómo se llega a saltar de una cuestión a otra y por qué conviene recordarlo para no incurrir en errores o manipulaciones. Pero no olvidemos que, al cabo, el personaje del profesor Seldom es calificado en alguna ocasión como un poco charlatán, más cerca del showman que del conferenciante académico y autor de best-sellers más que de rigurosas obras científicas. Caos y azar están muy presentes en la vida, pero ello no significa que entre ellos no puedan distinguirse patrones susceptibles de cierta modelización. Importante papel juega en todo ello el principio de contigüidad, de forma que el mundo no es tan grande, los problemas convergen con otros problemas diferentes y lo mismo pasa con los crímenes. Así, como dice una inteligente sentencia, al ser humano no le ocurre lo que se merece, sino lo que se le asemeja (algo patente, por ejemplo, en lo que le sucede a Martin, que no puede evitar, no su destino, sino su naturaleza inquisitiva). La ficción nos permite ocuparnos con comodidad de juegos como éste sin demasiadas preocupaciones, pero no olvidemos que, en la vida real, jugar puede costar vidas, aunque, por lo general, no suele figurar como un móvil fundamental el cultivo de «el arte (del asesinato) por el arte», sino motivaciones más prosaicas. O casualidades que, bien miradas, pueden ser hechos aislados, conectados por una trama surgida de forma natural o expontánea que da nuevo sentido a la idea original (recuérdense las especulaciones de los crímenes en El nombre de la rosa, por ejemplo). Al cabo, la vida tiene mucho de improvisaciones, de imposturas y de malentendidos. En este caso, no se equivoquen y vayan un poco más allá de las apariencias, de los espaguetis y de los delantalitos.

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MARÍAENGRACIA GÓMEZRUIZ

Reflexión Una joven profesora de literatura rusa, enamorada de la literatura romántica inglesa, no paraba de leer los poemas de Don Juan escritos por Lord Byron. Era una época oscura en Rusia y de conflictos con Inglaterra; debido a esta afición a la joven profesora se la tachó de espía en favor de los ingleses. Fue encarcelada en una mazmorra durante 30 años a pan y agua, en una minúscula habitación oscura, sin un ápice de luz. Esta joven, para no caer en la locura al estar encerrada durante 30 años sola en una habitación tan pequeña, oscura y fría, lo que hizo fue reconfortarse con los versos de su libro favorito (Lord Byron, Don Juan) que se sabía perfectamente de memoria. Cuando acabó de recitarlos al cabo del tiempo, su pasatiempo fue el traducirlos al ruso y así fue, con unos trozos de papel y un lápiz, en plena oscuridad empezó su traducción. Al cabo de los 30 años, una vez cumplida su condena, salió del calabozo completamente ciega, debido a esa falta de luz durante tantos años atrás. Luego comenzó una ardua tarea consistente en publicar esos versos de Lord Byron traducidos al ruso, casi todo redactado de memoria, ya que de tanto recitarlos llegó a aprendérselos, pero esta vez en ruso. Hoy en día se trata de una de las mejores y más extraordinarias traducciones que hay en ruso. Hay que tener en cuenta que el hombre es capaz de combatir las situaciones más difíciles gracias a que, ocurra lo que ocurra, la mente es indestructible. La creatividad, el arte, etc. pueden salvar al hombre de la situación más precaria y angustiosa, hay que buscar algo que nos motive para encontrar esa pequeña felicidad que nos incite a querer seguir viviendo, ya sea en un libro, en alguien o en nosotros mismos. Esta joven pudo sobrevivir en las circunstancias más horribles, incomunicada con el exterior, sola en una mazmorra fría y oscura que hace que los pensamientos se llenen de miedos y de tormentos, que te llevan a la locura o al suicidio, pero supo superarlos gracias a sus pasiones y al amor por la literatura y mantener la mente ocupada en plena creatividad que le hacía no pensar en el estado en el cual se encontraba inmersa; las ilusiones y pasiones hacen crear un camino esperanzador y más confortable para uno mismo a pesar de estar rodeado de un mundo de tinieblas que te acechan para caer en la tristeza.

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JOSÉMANUEL VALLEPORRAS

Una biblioteca en la Conchinchina: Fantasías y variaciones Y nadie sabe… Mientras tanto déjame divagar, coger bayas silvestres por tus senderos, oh tierra, para apagar el amor hacia ti. Hölderlin, «Tierra nativa»

V.V.A.A. (Edición de José Javier FUENTE DEL PILAR): Antología del cuento fantástico hispanoamericano del siglo XIX, Madrid, Miraguano, 2003, 265 pp. La historia de la literatura hispanoamericana tiene en el siglo XX un episodio de máximo interés, justificado por la alta valía de las obras que, desde Río Grande al Cono Sur, sus autores han ofrendado en el altar de las letras. Pero toda gran época tiene su explicación y sus raíces. De igual forma que la magnífica presencia de la catedral de Chartres no sería posible sin sus cimientos, tampoco la prosa de un García Márquez, Cortázar, Bioy Casares o Borges sería completamente comprensible sin la existencia de una tradición literaria anterior. He aquí uno de los atractivos de este conjunto de relatos, precedente de la literatura fantástica posterior. Aunque, como toda obra de arte, su principal valor reside en ellos mismos; en su lectura. La edición de Miraguano muestra, por orden cronológico, una selección de autores

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hispanoamericanos nacidos en el siglo XIX, en la que destaca la aportación mexicana, con seis de los trece comparecientes. Sigue en importancia la procedencia argentina –tres–, mientras que Ecuador, Perú, Venezuela y Nicaragua son representados con una sola pluma cada uno de ellos. De cada uno de los autores se presenta uno o dos cuentos, precedidos de una introducción de su vida y obra. Leyendo estas presentaciones, comprobamos que suelen ser individuos de familia burguesa y que, frecuentemente, la literatura era para ellos una dedicación secundaria, relegada por la política, la diplomacia o el comercio. Por supuesto, no en todos los casos es así: un buen ejemplo es el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, que consagró su corta vida a la producción periodística, poética y narrativa, con una dedicación stajanovista que nos recuerda a la de su contemporáneo de otras latitudes, Antón Chéjov. Los relatos –entre los cuales figura el «Gaspar Blondin» de Juan Montalvo, considerado como el más antiguo cuento fantástico de la literatura hispanoamericana–, ninguno muy extenso, son temáticamente variados. Se percibe la influencia del espíritu romántico en el contenido de muchos de ellos: fantasmas, milagros, ángeles, demonios o escenas de terror que entroncan con la literatura fantástica europea del mismo siglo –las Leyendas de Bécquer representan bien lo que decimos. El cristiano tema del demonio aparece en la divertida historia «Dónde y cómo el diablo perdió el poncho», donde el peruano Ricardo Palma se sirve de una larga secuencia de apelativos para, sin repetirse, designar al Maligno, Cornudo, Carrampempe, Rabudo, Tiñoso… diablo. Otras apariciones de este ser presenciamos en «Coincidencias», de la argentina Juana Manuela Gorriti o en «El número 111», del venezolano Eduardo Blanco, donde la existencia en el teatro de un asiento reservado a Satanás sirve para replantear el viejo mito del pacto con él para conseguir conocimiento: Abandonad ese anhelo insensato; resistid a la tentación de penetrarlo todo. ¡Ay!, no sabéis cuánto se llora luego la pérdida de la cándida ignorancia y de la inocente credulidad. También aquí, será la pureza de la mujer amada la que salve al desdichado ocupante del asiento número 111. Pero entre tanto diablo, también hay sitio para historias angelicales, como «La Pasión de Pasionaria» de Gutiérrez Nájera y «El ángel caído» de Amado Nervo, donde los niños se convierten en protagonistas que reciben las atenciones de seres celestiales, bien sea la madre difunta, bien un dulce angelito que ha de pasar unos días en la Tierra, en casa de una acogedora familia, porque

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tiene un ala rota. El final de esta historia, a lo «Marcelino pan y vino», será un ángel recuperado del que los niños no se quieren separar –pero tampoco de su madre–, cuando éste les diga que ha llegado el momento de volver a su hogar. En esta competición de criaturas celestiales e infernales, no faltan los hombres de iglesia, como el padre Lanzas o el milagrero fray Gómez, quien socorre a un necesitado con un alacrán metamorfoseado en oro y piedras preciosas; también el terror hace aparición, con sendos «encuentros pavorosos» (gracias a las plumas de Manuel José Othón y Rubén Darío), con un jinete cadavérico en una solitaria noche campestre y –en el segundo caso–, en tu propia casa, con el muerto viviente en que se ha convertido la que fuera tu dulcemente recordada madre. Entre los escasos relatos que se avienen íntegramente con el calificativo de fantástico –sin complementos pavorosos–, está el del mexicano Vicente Riva Palacio, cuyos dos párrafos finales constituyen uno de los momentos culminantes de la lectura de esta antología. Otro es «El caso de la señorita Amelia» (Rubén Darío) que, junto con el claustrofóbico «Rip-Rip el aparecido» (una reelaboración del Rip Van Winkle de Washington Irving, por parte de Gutiérrez Nájera), presentan el viejo lugar del individuo para quien, sin él haberse dado cuenta, se ha detenido el tiempo, mientras seguía con normalidad para el resto del mundo. En el caso de Amelia, el tiempo se ha detenido tanto para su mente como para su cuerpo; en el de Rip, creer que sólo ha estado durmiendo una noche no impide que su cuerpo haya envejecido y cambiado hasta hacerle irreconocible. Además, mientras Amelia parece vivir en un eterno instante, sin darse cuenta de cómo los seres de su alrededor envejecen, la criatura de Gutiérrez Nájera percibe que su hija ha crecido y que su mujer está ahora con otro hombre, aunque no puede comprender que ello se debe al largo tiempo que ha pasado desaparecido y durmiendo. El final de esta segunda historia, tras el trágico suicidio de un perseguido Rip, es una reflexión del narrador, a modo de moraleja, en la que concluye la inevitabilidad del daño que unos hombres nos causamos a otros, por muy buenas que sean nuestras intenciones: ¿Cuánto tiempo durmió? ¿Cuánto tiempo se necesita para que los seres que amamos y que nos aman nos olviden? ¿Olvidar es delito? ¿Los que olvidan son malos? Ya veis qué buenos fueron Luz y Juan cuando socorrieron al pobre Rip que se moría. La niña se asustó; pero no podemos culparla: no se acordaba de su padre. Todos eran inocentes, todos eran buenos… y, sin embargo, todo esto da mucha tristeza. Otros dos hermosos relatos, también de corte fundamentalmente fabuloso y que, igualmente, abordan un tema de tradición milenaria, son los que el mexicano Justo

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Sierra y el argentino Miguel Cané dedican a las sirenas. Ambos responden al espíritu romántico, aunque lo hacen de distinta manera: mientras el primero traslada la acción al siglo XVIII y habla de una vieja más que centenaria y de su transformación en sirena, con unas descripciones y lenguaje de enorme belleza, el argentino trata el misterio con más sutilidad, sin introducir elementos maravillosos o de otra época, contándonos la historia de un antiguo compañero de estudios, gran violonchelista, al que admiraba por su superior inteligencia. Éste, tras leerle el protagonista una cita contenida en un cuento de Edgar Allan Poe, se obsesiona con la idea de que es posible conocer cómo es el canto de las sirenas, consagrando, desde ese momento, toda su sabiduría y su esfuerzo a lograr esta meta. El final de este relato es también de los más logrados, dándose en él cita el magnetismo de lo enigmático y el elevado podio al que el Romanticismo había subido al arte: ya maduro, el narrador visita un manicomio en Alemania (sorprendente y chocante visita, por cierto), donde le atrae el sonido de una hermosa melodía sacada de un violonchelo. En efecto, es el viejo amigo, quien sólo articula unas breves palabras: «¡Callad, callad por Dios! ¡Es el canto de la Sirena!» La exquisita e ingeniosa resolución del tema de la búsqueda de las sirenas, de manera elusiva (frente a la alusiva de Justo Sierra), no impiden que nosotros tomemos las palabras del violonchelista como una hermosa metáfora de lo que es la música. Hemos dejado para el final dos relatos que figuran entre los favoritos de nuestra lectura. El primero, el más breve de todos los aquí recogidos, tiene más méritos para figurar en una antología de temática amorosa que en una de fantasías, si no fuera porque toma de manera literal la expresión de que el ser amado «nos roba el alma». El argentino Eduardo Wilde traza, con gran lirismo, la fuga nocturna –mientras su propietario dormía– del alma de un enamorado, describiendo su callejero recorrido hasta llegar al interior de la mujer amada, de donde ya no ha de volver. Del seno donde se halla no se moverá nunca; y yo, sin alma, me levantaré cada mañana para pasear mis ojos muertos sobre las indiferencias de la vida y gestionar mi pan por puro instinto. Hermoso cierre con el que damos paso al último cuento que aquí comentaremos. Se trata de «La última guerra», considerado, según parece, como el primer ejemplo, en español, del género conocido como «ciencia ficción». Su autor, Amado Nervo, nos relata, por boca de un superviviente, una guerra del futuro entre los humanos y los demás mamíferos, mediante la cual éstos se sacuden el yugo de los primeros. Este cuento constituye, por otra parte, un sugestivo entretenimiento intelectual para los amantes de la historia y de su filosofía, pues no otra cosa es sino una interpretación

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general de la historia del hombre (y aún más, pues el relato llega a afirmar una permanente finalidad biogenésica del Universo). El narrador explica que en el pasado hubo tres revoluciones mediante las cuales se alcanzó una igualdad y justicia plenas entre los seres humanos: la Revolución cristiana, la francesa y la socialista, ocurrida en el año 2030 (no olvidemos que Nervo publicó este relato en 1906)… Se conjugan aquí una visión lineal –el progreso acumulado revolución tras revolución– con otra cíclica –las recurrentes revoluciones– de la historia, si bien esta última es la que parece imponerse: los mamíferos, con una inteligencia acrecentada en el futuro, se enfrentan a sus amos humanos, venciéndolos y logrando su inminente desaparición. Estaba escrito así… Los autóctonos de Europa desaparecieron ante el vigor latino; desapareció el vigor latino ante el vigor sajón, que se enseñoreó del mundo… y el vigor sajón desapareció ante la invasión eslava; ésta ante la invasión amarilla, que a su vez fue arrollada por la invasión negra; y así, de raza en raza, de hegemonía en hegemonía, de preeminencia en preeminencia, de dominación en dominación, el hombre llegó perfecto y augusto a los límites de la historia… Su misión se cifraba en desaparecer, puesto que ya no era susceptible, por lo absoluto de su perfección, de perfeccionarse más… Pese a sus imprecisiones y simplificaciones, las ideas que expone Nervo en «La última guerra» no carecen de atractivo, combinándose en su lectura el deleite con la reflexión. Es así como, si al iniciar este texto hablábamos de llegar a la literatura a través de la historia, descubrimos ahora que, navegando por la literatura, y tras toparnos con la filosofía, hemos vuelto a recalar en las siempre acogedoras playas de Clío.

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[4] altoelfuego 6537


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LUISALBERTO FERNÁNDEZ

Discovery Explorer 6.1 ¡Desde antes,a hora y luego que admiro este mundo en el que vivo! Aunque deba reconocer mi resquemor dependiendo de si me encandila, pero siempre me queda regalar el ticket y consolarme en un tiovivo, y disfrutar doblemente de esa entrada sin taquilla. Y es aquí donde quiero llegar porque el ocaso del taquillero no se hará demorar, lo digo conmovido por un sello que agoniza, un cartero que día tras día trabaja con menos prisa, y una ilusión destinataria que perece frente a la fugacidad de una carta electrizada. Puede ser que mis chapas están cromadas a la antigua, pero hay emociones condenadas a la extinción, que carecen de un «Greenpeace» neuronal que vele por su perpetuación, pues no exagero si afirmo que una cámara Web no e eriza el bello, que una Afrodita en el «Chat» puede resultar tu novia tomándote el pelo, que el «Cibersexo» sea sinónimo de un placer meramente autónomo, que el «ciberespacio» no ocupe espacio o que una firma digital sea imposible de autografiar a un fanático de lo propio. Así que puestos a debatir, sáquenme de dudas, si no es mucho pedir, y métanme en costura sin agujas que taladren mi razón, porque de haber sido yo el cura Internet sería el abrevio de una criatura bautizada Internación. Y lo digo por un verano, que en mi cuerpo poca melanina motivó, suplida por cuantioso café negro, para destapar mi cama con la salida del Sol. Además, de tanto platicar con mis cuerdas dactilares, una calva repentina a mis hilos vocales sorprendió, evolucionando a meras fibras prescindibles, puesto que la red es muda y todo sobra excepto el módem que es fungible. También quedó mi vista moribunda, enmarcada con patas de gallo atrincheradas por no decir profundas, un socavón en la cartera por excesos de franja horaria, la espalda peor que la Torre de Pisa embriagada y la cara ionizada por los que al cátodo viajan. Y porque no quiero entrar en lo trivial que resulta un buzón, anes de hierro amarillo, ahora invisibles como la voz. Pero a pesar de todas mis críticas defenderé con tesón, la «Piña colada» de todo esto, que es la velocidad «megabite» en cuestión. Por ahora veinte megas con ADSL como hilo conductor, pero nada como galopar en Viuda Negra amenazado por un caníbal motor.

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Perdónenme si hallar no puedo una palabra de aliento, para este militar invento que ha cautivado nuestro corazón, y dejo a la duda sin techo pues considero un trasfondo belicoso camuflado por televisión. Sin embargo, me autoconsuelo o Rocco-móvil, sabiendo que las «las Nuevas Tecnologías» seguirán carentes de satisfacción, como las que ofrece un beso robado en el cachete de ese primer amor de juguete, al que llamabas guayabón. Y hoy deseo cerrar mi sesión, disculpándome antes sin pedir perdón, por mis errores de métrica en esto de la poesía, pues desconozco cualquier regla de estilo: octosílabos, de arte mayor o recién nacido, sonetos, prosa, lírica, romance, épicos, «acheteemeele» o simplemente historietas de un tarado producto de tantas horas de doctorado. Lo digo como filatélico afligido, compilador de sellos discotequeros, que la última obra que leyó fue el Lazarillo de Tormes en La Pantera Rosa como colegio. Sin embargo, soy un apasionado de los libros con orquesta, pues condensan un sentimiento en un par de estrofas como letras, sin rendir cuentas a la imaginación que resulta ser lo que menos cuesta. Y como siempre tuve claro que el sumatorio de tantas personas tiene más conocimientos que yo, defino desde mi humildad estos momentos que escribo coo Textos con Peculiaridad. Por tanto, para no herir la sensibilidad de ningún poeta aniversario, recomiendo mis lecturas a aquellos que carecen de escrúpulo literario. Grassiass por vuestra indelicadeza literaria y, por supuesto, por vuestro momentito.

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PUBLICACIONES RECIBIDAS José Luis Morante, Reencuentros. Madrid, If ediciones, 2007. El autor nos dedicó en el café Gijón de Madrid este libro que desde aquí recomendamos a nuestros lectores. En él, encontraremos vivencias, reflexiones y proyectos del autor nacido en El Bohodón (Ávila), a modo de diario, con una prosa fácil y fragmentaria, entre los años 2002 y 2006: los atentados del 11 de marzo de Madrid, intercambio de ideas con Luis Alberto de Cuenca, algunos actos del centenario de Francisco Ayala… Y, para el interés local, sus visitas a Lucena, el Congreso de Bohemios, Raros y Olvidados (2004) o sus encuentros con Lara Cantizani. Ágora. Revista Literaria, 16. Sevilla, 2007. A.C.R.A. edita esta publicación que procede de Sevilla. La sencilla portada, que representa una mirada, nos introduce en una revista principalmente creada para la expresión literaria, de la que predominan los poemas de varios autores (destacándose los que firman las que forman la dirección: Rocío Hernández, Ana M. Saldaña, Virginia y Lorena Salas y María Jesús Soler Arteaga –esta última colaboradora de Saigón. También hallamos relatos breves y un artículo que evoca la figura de Carmen Conde, debido al centenario de su nacimiento, que escribe de forma correcta y precisa la citada María Jesús Soler.

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Aldaba. Revista de creación literaria y plástica, 4, Sevilla, 2007. La Asociación Artístico-literaria Itimad de Sevilla, que preside D. Agustín Pérez González, ha estado en contacto con nosotros desde el primer número de esta revista, que hemos visto crecer, mientras Saigón dormitaba durante todo 2007. Nos atrae la amplia cantidad de poemas y narraciones, lo más llamativo de esta publicación. Pero, también, dedican un espacio considerable a actividades culturales de la capital hispalense, a la crítica literaria y a las noticias relacionadas con esta asociación.

Azul. Revista de la Biblioteca Pública Municipal, Cultura. Lucena, 2008. Esta reciente publicación del Ayuntamiento de Lucena nos ofrece la lectura de destacadas plumas, como Luis Alberto de Cuenca, Luis García Montero o Jesús Aguado, entre otros. Desde la creación –poesía y relato– hasta la crítica, con varias reseñas. Además posee la originalidad de ser la única revista que cambiará de nombre y de color cada vez que se salga a la luz.

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presentando el número 8 de Saigón... El pasado 8 de enero de este año de 2008, a las ocho y media de la tarde, se presentó el número 8 de Saigón en la Biblioteca Municipal de Lucena. Nuestro presentador fue Luis Alberto de Cuenca, poeta y exsecretario de Cultura, que nos animó a continuar en la nueva línea que hemos emprendido desde la Concejalía de Juventud de Lucena, cuyo concejal, y poeta, Manuel Lara Cantizani, también participó en el acto, además del miembro del Consejo de redacción Manuel Guerrero Cabrera. La presentación contó con numeroso público, entre los que figuraban poetas como Juan Antonio Bernier, Jacob Lorenzo y Juan Beret, que vieron sus poemas publicados en este número. La revista inicia su segunda etapa, con un cambio de imagen y estética: encuadernación en rústica, nueva tipografía de Saigón y mayor número de páginas.

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y preparando el número 9. Detrás de toda buena publicación hay un trabajo que sólo se ve cuando un nuevo número sale a la calle y llega a las manos del lector. Son horas de preparación de textos e imágenes, de maquetación y diseño, de correcciones y pruebas de imprenta. Un trabajo en equipo en el que participa el equipo de redacción de la revista, el estudio encargado de su diseño, maquetación e impresión y, en este caso, las instituciones que hacen posible esta revista de creación. En la foto, Manuel Lara Cantinzani, poeta y concejal de Cultura del Ayuntamiento de Lucena, que junto al de Cabra, patrocinan Saigón, Manuel Guerrero Cabrera, redactor de la revista, y José María García, miembro del área creativa del estudio Ática Comunicación, que diseña la revista en esta nueva etapa, revisando las últimas pruebas del número que tienes en tus manos.

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PREMIO SAIGÓN DELITERATURA La revista cultural Saigón convoca el

Premio Saigón de Literatura n PRIMERA Podrán participar en este concurso escritores que tuviesen entre 16 y 38 años el 31 de diciembre de 2008 y de cualquier nacionalidad, siempre que los trabajos presentados estén escritos en castellano y sean originales. n SEGUNDA Se establecen dos modalidades: A) Premio para poesía erótica. B) Premio para relato erótico. Para la modalidad A, el trabajo deberá tener una extensión mínima de 14 versos y máxima de 48, y, para la modalidad B, una extensión máxima de 8 folios. Ambas atienden a lo expuesto en la PRIMERA disposición de estas bases. n TERCERA Se establece un premio de un lote de libros tanto para la modalidad A como para la modalidad B, de acuerdo con la SEGUNDA disposición. El premio conlleva la publicación de la obra en el número Saigón especial de erotismo que la Asociación Cultural Naufragio editará en 2009. La entrega del premio tendrá lugar en el acto de presentación del mencionado especial de erotismo. n CUARTA Los originales se presentarán por duplicado, mecanografiados o en letra impresa, en papel de tamaño DIN A-4, espaciado a 1.5 sólo por el anverso. No es necesario que se presenten encuadernados. n QUINTA Los trabajos se entregarán sin firma y sin identificación alguna. En el interior de un sobre cerrado, que acompañará al trabajo, se detallará el nombre, apellidos, dirección,

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teléfono y dirección de correo electrónico del autor y en el exterior de dicho sobre se indicará el título del trabajo, el lema bajo el que se identifica y la modalidad a la que se presenta. n SEXTA Los trabajos se entregarán por correo certificado a las siguientes direcciones: Revista Saigón Plaza de Aguilar, 7 14900 Lucena (Córdoba) Avenida José Solís, 141 14940 Cabra (Córdoba) El plazo de presentación comenzará el 1 de enero y concluirá el 30 de junio de 2008. Cerrado el plazo de presentación, en la página web de la revista (www.iespana.es/saigon) se dará la relación de trabajos que participan en el Premio. n SÉPTIMA El jurado estará compuesto por escritores y estudiosos de la literatura, que mantienen una fuerte relación con Saigón. El jurado leerá los trabajos presentados que reúnan los requisitos formales establecidos en esta convocatoria, produciéndose el fallo en consideración del mérito absoluto de los mismos. El Premio se podrá declarar desierto en cualquiera de las modalidades. n OCTAVA Tras el fallo del jurado, se publicará en la web de la revista Saigón el nombre de los ganadores y de las obras premiadas y se avisará por carta o teléfono a los ganadores. n NOVENA La participación en el concurso implica la aceptación y conformidad con estas bases y, en lo no previsto en las mismas, se estará a lo que dictamine el jurado. n DÉCIMA Una de las copias de los trabajos ganadores quedará en el archivo de la publicación Saigón, mientras que la otra será destruida al entregarse el premio.

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