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sus efectos sociales), hasta la aparición de la obra de Newhall no se articuló una visión global de la historia de la fotografía entendida como arte visual que prestara atención a su especificidad estética y que abordase el recorrido o progreso cronológico de la fotografía (sus modos de representación) en tanto que “medio comunicativo y expresivo”: “Es la historia de un medio expresivo más que de una técnica, y ese medio aparece visto con los ojos de quienes a través de los años han luchado para dominarlo, comprenderlo y amoldarlo a su propia visión. La fotografía es a la vez una ciencia y un arte, y ambos aspectos aparecen inseparablemente ligados a lo largo de su asombroso ascenso, desde ser un sustituto para la habilidad manual hasta ser una forma artística independiente. La tecnología de la fotografía aparece considerada en este libro hasta donde afecta al fotógrafo”73. En el género que nos ocupa, Newhall incluyó un capítulo en la primera edición de 1949 de su historia, “Documentary”, que introducía lo que ha de entenderse por documental y, en relación con la definición propuesta, sugería una cadena de fotógrafos norteamericanos que arrancaba en Riis, continuaba con Hine, Dorothea Lange y Walker Evans, seguía con el proyecto de la FSA, enlazaba con Margaret Bourke-White y la representación de la ciudad de Berenice Abbott, y finalizaba extrayendo conclusiones sobre un supuesto estilo documental presente en todos ellos. Su definición inicial del término hacía referencia a “la cualidad de autenticidad que una fotografía supone implícitamente, [que] puede darle un valor especial como testimonio”. Para sentar las bases del “estilo documental”, hacia el final del capítulo se apoya en una definición de Stryker (el sociólogo que dirigió la FSA) que habla “de un enfoque y no de una técnica”, y de que las cuestiones plásticas de la imagen deben estar siempre “puestas al servicio de un fin”: la transmisión de información. Más allá de Stryker, las sucesivas citas de Abbot y Talbot a las que también recurre Newhall subrayan igualmente la idea del comienzo, “que el documento [id. est, la imagen] ha de ser abundante en detalles y rico en información”. Y advierte de que “por reveladora o hermosa que pueda ser una foto documental, no se puede sostener solo con su imagen. Paradójicamente, antes de que una fotografía pueda ser aceptada como documento, debe a su vez estar documentada: situada en el tiempo y en el espacio”. La contextualización a la que se refiere Newhall la argumenta recurriendo 73

Véase Beaumont Newhall (2002). Historia de la fotografía, op. cit., p. 7.

Las dos mitades de Jacob Riis

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