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2.2. El americano formado. Anonimato y mayordomía La ciudadanía americana se corresponde con un ideal por el que la conducta debe ser regulada. En la práctica, se trataba de comprobar la transformación del inmigrante en ciudadano. Pero esa transformación no es un proceso teórico ni un adoctrinamiento; obedecía, como hemos visto, a un cúmulo de experiencias. En este sentido, para Riis la asimilación ha de entenderse como una manera de tomarse en serio el sentido de la ciudadanía —Steffens hablaría de tomarse “la ciudadanía adoptada literalmente”; Roosevelt del “americanismo del espíritu”—. Tomarse en serio el sentido de la ciudadanía implicaba luchar por una vida digna en la ciudad. Por ello, tanto la vida como la obra de Riis son la mejor prueba de su americanización. “El americano formado” (“The American Made”) es el título que Riis dio al último capítulo de su autobiografía. En él explica cómo supo que por fin había alcanzado la condición de ciudadano en cuerpo y alma. Lo averiguó en uno de sus viajes de regreso a Dinamarca, en que cayó enfermo, cuando, al avistar un barco que ondeaba la bandera americana, se dio cuenta de que el mal que padecía era en realidad la añoranza de su verdadera patria, que había psicosomatizado: Olvidadas quedaban la enfermedad y el sufrimiento, las advertencias del médico y de la enfermera. Me senté en la cama y me puse a vitorear, a reír y a llorar alternadamente, saludando con la mano a la bandera que pasaba allí afuera. Pensaron los que me rodeaban que había perdido la cabeza, pero yo les dije que no, que por el contrario, gracias a Dios, por fin la había encontrado, y también mi corazón. Supe entonces que esa enseña era la mía, que la patria de mis hijos era también, ciertamente, la mía, y que yo igualmente me había convertido en un norteamericano de verdad. Y di las gracias a Dios y, como aquel hombre enfermo de parálisis, me levanté de mi lecho y volví a mi hogar, curado106.

En parte, podemos convenir en que la americanización de Riis resultó tan efectiva —más allá de la contribución a su formación y carácter— por los atributos asociados a la propia identidad americana. Del mismo modo que la Constitución de los Estados Unidos no anulaba la identidad política de cada Estado, sino que se servía de ella para incrementar la de los 106

Véase Jacob A. Riis (1965). La formación de un americano, op. cit., p. 318.

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