SUPLEMENTO GROENLANDIA DIEZ

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Arantza Guinea Pepe Pereza Tomás Rivero Marta Noviembre Patxi Irurzun Begoña Leonardo Rubén Casado Ángel Muñoz Mar Benegas Remisson Aniceto Luisa Fernández Toni Quero Adriana Bañares Camacho Óscar Varona

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Ana Patricia Moya


(Vitoria Gasteiz). Escritora amateur. Colabora con la revista literaria provincial “La botica”. Ha participado en diversos recitales y una muestra de su poesía ha aparecido en el libro “Cinco Voces”. Ha obtenido diversos premios literarios por sus poemas. Mantiene dos blogs y participa en Encuentros de Poetas en Red.

Sal y pimienta en esta vida fraudulenta que protege y desorienta. Ladrona de lágrimas, secuestrando pasiones, languideciendo ilusiones, apagando las llamas. Hoja de doble cara, que sumas y restas, que ante todo, desconciertas; vida traidora y ramera. Envuelta en capa de fango, mostrando la hiel de tu ser, me diste un beso amargo, tu afrenta y tu desdén. 3


Con letras de coral, los deseos en la espuma, y el cielo de cristal. El agua entre los dedos, un beso en el adiós, marchitos los recuerdos, desterrados en un cajón. Palabras que volaron, huyendo del terror, las manos que les dieron la vida y el valor. Por ti la noche en calma, serena como tu voz, los sueños tienen alma; tú les diste la energía, alegría y emoción.

Arantza Guinea 4


(Logroño). Ex – actor, guionista, poeta, escritor y director. Sus relatos han aparecido en diversas revistas y fanzines como “Narrativas”, “Lafanzine”, “Al otro lado del Espejo”, “Agitadoras”, “Cruce de Caminos”, “Deshonoris Causa”, así como en diversos blogs: “Crónicas para decorar un vacío” (de Xen Rabanal), “Hank Over \ Resaca” (Vicente Muñoz Álvarez y Patxi Irurzun), “Esto no es una película, amigo” (David González), etc. Ha publicado el libro de relatos “Putas” (Ediciones Groenlandia; segunda edición, próximamente). En breve, publicará: “Amores Breves” (Editorial Baile del Sol, en prensa). Publicó, hace tiempo, un poemario en una editorial de provincias. Aparece en la antología “Beatitud: Visiones de la Beat Generation” (Ediciones Baladí). En breve, publicará en Groenlandia su segundo libro de relatos, “Momentos extraños”.

Era de noche y llovía. David caminaba por las solitarias calles dejándose calar por la lluvia. Le gustaba salir a esas horas, cuando la ciudad estaba desierta y todas las aceras eran sólo para él. David poseía un don especial que le hacía distinto al resto de la gente. Aunque más que don, era una maldición.

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David absorbía la tristeza de los demás como una servilleta el líquido. Por eso a David le gustaba pasear por la noche, cuando la ciudad dormía y no había gente en las calles. Era entonces cuando se sentía a salvo de la tristeza de los demás. Gracias a ellos, David había experimentado todo tipo de tristezas, desde las más livianas a las más crueles. Penas que tan sólo eran nostalgia y otras tan amargas y dolorosas que tardaba días, a veces semanas, en recuperarse. Esa era la maldición de David: absorber la tristeza de las personas con las que se cruzaba. Le ocurría en cualquier sitio. Caminando por la calle, de pronto se rozaba con alguien y se veía invadido por sus penas. La tristeza no era suya, no le pertenecía, pero igualmente le inundaba y sobrecogía. A veces acumulaba tantas, que enfermaba y se veía obligado a encerrarse en casa. Esconderse de todos y de todo. Ocultarse en su bunker, privándose de cualquier compañía, de cualquier contacto, esperando que llegase la madrugada para salir a por un poco de aire. Tanta tristeza consumida le estaba consumiendo… Apenas caían ya cuatro gotas. David siguió andando, sorteando charcos y bocas de canalones que todavía vertían chorros de agua tibia. Quería llegar hasta el parque y caminar por la orilla del Ebro. Esos paseos nocturnos eran lo que más valoraba de su 6


existencia, por encima de cualquier otra actividad. Durante esos paseos, se recuperaba de las tormentosas sesiones de tristeza adquirida. Sin ellos, hubiera estado perdido, se hubiera dejado morir agazapado en un rincón de su casa. Por fin, llegó a la orilla del río y al sendero que lo custodiaba. Ese era su sitio preferido porque a esas horas nunca había coincidido con nadie. Ese sendero era una extensión de sí mismo, era íntimo y seguro. Se sentía tan a gusto en él cómo en la soledad de su hogar, con la variante de que allí se encontraba más despejado y libre. El cielo negro se fue abriendo a una luna creciente. También se asomaron algunas tímidas estrellas. Llegó a la pasarela que cruzaba el río y se animó a cruzar a la otra orilla, la más apartada de la ciudad, la más alejada de sus habitantes. Al llegar a la mitad de la pasarela, se detuvo para encenderse un cigarrillo y mirar las negras aguas. Al poco, reanudó su camino. A unos treinta metros por delante, bajo una farola apagada, una mujer de unos veinte años se había subido encima de la barandilla y se disponía a saltar. David no reparó en ella hasta que estuvo muy cerca. Enseguida notó cómo su cuerpo absorbía su tristeza. Le había pillado desprevenido y el impacto fue mucho más violento de lo habitual. Se tambaleó, y de no ser porque se agarró con fuerza a la barandilla, se hubiese desplomado en el suelo. La chica se sintió aliviada, como si sus 7


penas hubiesen saltado al río por ella. Aun así, se asustó con la presencia de David y huyó cómo alma que lleva el diablo. David apenas podía respirar, una gran presión le aplastaba el pecho mientras un vómito subía por su garganta. Nunca antes se había visto contagiado por una tristeza igual. Ésta sobrepasaba con mucho a todas las anteriores, ésta era una tristeza brutal que le desgarraba por dentro. El legado de la joven se agarraba a cada uno de sus músculos cómo un parásito despiadado que le obligaba a saltar al río. David estuvo a punto de ceder a los impulsos suicidas, pero con gran esfuerzo logró sobreponerse y abandonó deprisa la escena. David huyó del sendero y corrió hasta su casa. Una vez más, tenía que esconderse en su fría y desoladora tumba. Sólo allí estaba a salvo de las penas asesinas, las tristezas parásitas y el sufrimiento ajeno.

Pepe Pereza 8


Representante de la poesía de la ignorancia. Miembro fundador de “Los Inservibles”. Carente de biografía, cicatrices, mujeres y libros. Acérrimo luchador contra el oficialismo poético. Ha publicado sus poemarios (“Claridad Cautivo”, “Quedan inmóviles pendientes”) en la editorial Bubok.

....todos aquellos jirones hechos en la carne de banderas desgarradas la sangre púnica de trágicos fenicios amándonos en la muerte las cenizas del amor que la nieve no sepa de pétalos de rosas vertidos sobre las piedras caídas de tu templo.

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Yo te nombraré pájaro y tú nieve avellanos robles cómo un paisaje sin manos ni estandartes cómo un desnudo oficiado por nadie.

Tomás Rivero 10


(Barcelona, 1976). Poeta. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autonómica de Barcelona (UAB). Tras trabar en prensa diaria y televisión, se especializó en la gestión de gabinetes de prensa para organizaciones no gubernamentales de desarrollo, actividad que ha desempeñado hasta 2009. Ha publicado los poemarios “El código de los heridos” (Ediciones El Primor, 2009) y “Catálogo de lágrimas” (Editorial Poesía eres Tú, 2009).

Era triste añorarte, sentir el tiempo como una brecha separando continentes, engullendo rutinas, reduciendo a polvo los lugares comunes, y el avance de la certidumbre como un animal siseante augurando fines, borrando huellas, presagiando que nada, nadie, volvería a ser, eso era lo más triste de añorarte.

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Nada raro, nada inusual, casi cero de tanta nada, sólo el tiempo que pasa haciéndonos algo más viejos, sin terremotos ni explosiones, sin mudanzas ni vaivenes, moviéndose con sigilo sobre nosotros, sobre las cosas que quedaron por decir, sobre esas palabras tan flacas que son nada.

Marta Noviembre 12


(Pamplona, 1969). Autor de los libros: “Cuentos de color gris”, “Cuentos sanfermineros”, “La polla más grande del mundo”, “Ajuste de cuentos” (relatos y cuentos); “Odio enamorado”, “Cuestión de Supervivencia”, “Ciudad Retrete” (novelas). Ha participado en diversas antologías (“Golpes, Ficciones de la Realidad Social”, “Tripulantes”, etc), ha coordinado algunas (como “Hank Over \ Resaca”) y también ha colaborado en diferentes medios (“El País”, “ADN”, “Vinalia Trippers”, “Fábula”, etc). Ha obtenido diversos premios literarios por sus relatos.

Fue como en aquella novela de Raúl Núñez, "La rubia del bar" , creo que se llamaba, o tal vez "A solas con Betti Hoop" , no recuerdo; el caso es que el protagonista era un tipo que se enamoraba de la presentadora del telediario y hacía un viaje, una odisea alcohólica hasta Prado del Rey, en busca de su Penélope catódica, que esperaba su llegada tejiendo los hilos de guerras y goles, bodas reales y cochesbomba, aquellos hilos podridos que siempre se desanudaban para volver a comenzar la misma y miserable historia. A mí me pasó lo mismo con la chica del tiempo de la ETB. En cuanto la vi. Su ropa ajustada a un cuerpo como una carretera de montaña, sinuosa y recién asfaltada, con ese olor a brea que se te introduce en el cuerpo y hace florecer dentro un campo de amapolas, y provoca un aleteo de mariposas entre ellas, a la altura del estómago, y en el escroto un zumbido de abejas... No era, de todas maneras, una sensación nueva. Tiempo atrás me volví loco por la chica del informativo local. Cada vez que la veía leer las noticias tenía la sensación de que ella clavaba sus ojos almendrados y

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tristes en los míos, que era capaz de verlos al otro lado de la cámara, que eran los únicos que veía, y también que su sonrisa era a mí a quien reconfortaba, y que sólo yo era capaz de adivinar en el contraste de aquellas dos expresiones la niña que fue, y de comprender que de la suma de las dos resultaba otra, al tiempo asustada y curiosa, soñadora y retraída que indicaba para mí, solo para mí, en las pequeñas patas de gallo que comenzaban a esbozársele como el mapa abrupto de su geografía interior, el recorrido correcto hasta su corazón. Todo se acabó entre ella y yo, sin embargo, cuando conseguí verla al otro lado de la pantalla. Tampoco entonces, cuando la encaré, rehuyó mi mirada, como si realmente durante todo aquel tiempo hubiera estado mirándome a mí, solo a mí, sentado en mitad de mi cuarto de estar, observándola boquiabierto. Fue en una manifestación, a lo que yo había acudido a revolver un poco y ella a cubrir la noticia; o sea, a lo mismo que yo. Me sentí estafado. Era como si a lo largo de todo aquel tiempo ella me estuviera ocultando algo, una mitad de sí misma, todas aquellas arrugas en sus pantalones, y aquellos dedos de los pies que asomaban en sus sandalias y se sobreponían unos sobre otros como pequeñas morcillitas descentradas. Con la chica del tiempo de la ETB era distinto, porque conseguía verla de cuerpo entero, y su ropa era como asfalto caliente, ajustada como un

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guante a su cuerpo curvilíneo de carretera de montaña, y los pedazos de piel que asomaban bajo ella frondosas laderas, en las que uno encontraba longuis, y se los comía, y se revolcaba loco de amor sobre la hierba húmeda. Ella era una diosa, que manejaba el tiempo, las mareas a su antojo. Me excitaba la manera en que sostenía el bolígrafo, o en que el Boli sostenía sus manos nerviosas, y oírle decir "isobaras", y "mar

arbolada" , y "las temperaturas sufrirán un leve ascenso en todo Euskal Herria". La amaba. Por eso estoy aquí, en los estudios de Miramar, como el protagonista de la novela de Raúl Núñez, y que, ahora que lo pienso, tal vez se titulara "Sinatra". Sentado dentro de mi coche y mirando malencarado al guarda jurado, el mismo que me ha echado el alto hace unos minutos. Él no comprende nada. Lo único que quiero es que la chica del tiempo dibuje para mí, solo para mí, unos cuantos soles; que se abra un poco de luz entre las nubes negras que anidan en mi pecho de lobo hambriento y solitario. Por eso estoy aquí, odiando a ese guarda jurado. Por amor. Dispuesto a todo. Incluso a que otra chica a la que también amé una vez en secreto pronuncie mi nombre por vez primera. Mañana, en las noticias del informativo local. Por eso estoy aquí, agarrando cada vez con más fuerza la palanca antirrobos. Por amor. Por puro amor. Sólo por eso.

15 Patxi Irurzun


(Zamora). Trabajadora de la palabra, poeta siempre y sin opción, autónoma a ratos, madre a tiempo completo. Escribe para diferentes medios como freelance y colabora en revistas literarias, impresas y digitales, de España e Hispanoamérica. Participa en eventos literarios (lecturas, presentaciones, recitales, etc) y tiene su espacio en Las Afinidades Electivas. Es miembro del REMES y sus letras aparecen en las antologías “Esnifando Letras” y “Des-amor”; ha prologado el libro “Cosas que nunca te diré” y ha sido finalista del primer premio de poesía Gertrudis Gómez de Avellaneda. Ha publicado los libros de poesía: “Respira, y luego dime que estás vivo”, “Nadie dirige las palabras” y “No frenes la lengua de los pájaros”.

No perder la ilusión no perder la alegría no perder la paciencia no perder el humor no perder el sentido común no perder las ganas de gritar no perder las ganas de arrancar sonrisas, no perder el tiempo preguntando a las margaritas si alguien la quería... El día de la primera 16


de la comuni贸n con 茅l supo que su camino estaba pintado en el suelo de la iglesia. Primero esposa luego madre luego... Afortunadamente, viuda.

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Abrazada a una duda se colgaba de su vida en un día gris rosa y púrpura o sea, en el día del tiempo susurrado... La vi la oí la contemplé, vivíamos entonces frente a su jardín repleto de madreselvas y nomeolvides... Él, amorataba a su antojo la posibilidad de dicha, luego abrigaba su cuello 18


le ponía cristales oscuros a su ceguera... Cuando se marchó de repente todo en el jardín estaba muerto...

Begoña Leonardo 19


(Ceuta). Poeta. Ha publicado la plaquette “Cacagénesis” (editorial Alea Blanca). Ha escrito el poemario inédito “Urbe desta Historia”.

Pruebas con el crepúsculo. Lo sintonizas. Intentas apreciar su gama de naranjas, los tonos del azul del cielo, una nube solitaria, a ver si con eso, aunque sólo sea un poquito, se te roza el corazón. Pruebas con la brisa, los recuerdos. Pruebas con aquellos a los que quieres, a los que siempre has querido, alguna vez, cosa que a ti, al menos, siempre te dio resultado. Tanteas la posibilidad de una lágrima, un escalofrío, una imagen que resulte más que mil palabras. Pero eso ya no te funciona. Lo de la imagen, digo. En cuanto a las palabras, que baje Dios y lo vea.

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No hablar parece una postura inteligente. Observar, mantenerse al margen de la conversación. No intervenir más que para pedir fuego, la hora, un cigarrillo, que te repitan esa última frase que se dijo… Pequeños gestos imperceptibles que hacen que no se te vea el plumero, que hacen que el resto no piense, o lo que es peor, no vea que no te enteras de la misa la mitad.

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…ese fraude que se ha dado en llamar Literatura.

Roger Wolfe

Rebanarse los sesos pensando cómo enfocar tu obra para que perdure, al menos, entre tus seres más allegados; tales como: padres, hermanos, posibles hijos y amigos. Es como rebanarse literalmente el cerebro para repartir un trozo de tu pensamiento a gentes que les importa un zurullo eso que se ha dado en llamar: LITERATURA.

Rubén Casado 22


(Leganés, Madrid, 1977). Licenciado en Historia del Arte. Poeta, narrador, fotógrafo. Autor de: “Ya no leo Tebeos de Wonderwoman” (Groenlandia, 2010) y “Como Ulises en una cacharrería” (Bohodón Ediciones, 2010). Sus textos han aparecido en diversas revistas literarias, así como en blogs y páginas webs. Tiene su espacio en Las Afinidades Narrativas. Ha participado en multitud de recitales y exposiciones. En breve, sus poemas aparecerán en distintas antologías poéticas. Impulsor del proyecto poético “Poetrastros”.

hablar es gratis aún no existen impuestos por ello pero amigo o amiga dejar caer palabras pringadas de mierda en oídos ajenos jodiendo por un momento a un verdadero y con mayúsculas AMIGO O AMIGA te va a llevar

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a un camino complicado sin retorno y sin salida el de mi puño dispuesto a vaciar tu boca de dientes sin anestesia ¡ah!, por si acaso lo dudas tengo valor suficiente para deletrearte mi nombre A-N-G-E-L M-U-Ñ-O-Z y decirte que nunca me gusta usar la violencia pero contigo hablar sería estéril

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Despertó igual que todas las mañanas de los últimos meses, tembloroso, empapado en sudor, tanto, que los pantalones del pijama se quedaban adheridos a sus piernas. Mecánicamente trazó el plan matutino. Lavado de flequillo a pies en la palangana, afeitado presuroso pero apurado, un toque de colonia y el único traje, sin planchar, beige, por falta de electricidad. El café iba escaseando en la despensa, por ello, hacía bastante tiempo que decidió tomar una cucharadilla agitada en un poco de agua turbia, con la intención de restarle el mínimo de intensidad al sabor. Debería acudir a Porvoo para aprovisionarse. Su despensa, a gritos, pedía ser llenada.

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Agarró el maletín mientras masticaba una dura rebanada de pan. Cuando plantó el pie en la calle tuvo que apartar, con la punta del zapato, los juguetes de los críos, los cadáveres descompuestos de los gorriones que hacía tiempo se habían ido precipitando del cielo y restos de escombros, sus escombros. A lo lejos, las llamas seguían consumiendo Helsinki. Seis días con sus seis noches, totalmente bombardeada. No quiso recordar fechas pasadas, rostros, sentimientos. Plantado ante su antigua oficina, en medio de la calle, decidió sentarse en el suelo y desenvolver el sándwich de manteca de cacahuete que llevaba. Otra vez tuvo que interrumpir su almuerzo. La sirena recorrió como un relámpago el cielo filtrándose por cada trozo de muro o tabique que aún quedaba en pie, anunciando la llegada de los bombarderos enemigos. Esta vez sí se comería entero su emparedado. Sentado.

26 Ángel Muñoz Rodríguez


(Ribarroja, Valencia, 1975). Poeta, grafóloga y perito caligráfico, estudiante de Ciencias Laborales. Sus poemas han aparecido en distintas revistas de poesía. Ha formado parte de la publicación conjunta de los pliegos “Manual de Instrucciones para abrir una caja fuerte” (Fundación Inquietudes y Caudal, poetas de El Dorado, 2010). Ha publicado el poemario “Niña Pluma Niña Nadie” (Amargord Ediciones, 2010). Ha colaborado en proyectos de videoarte y montajes poético-teatrales. Pertenece a la Asociación Poética Caudal y participa en el blog corporativo contra la violencia de Género (Cien Autores contra el maltrato).

a veces los niños hacemos el amor sobre una barra de pan por debajo de la espalda se extiende un campo aunque no haya suelo y sólo una hogaza nos sostenga amasar sin ropa las pieles que tiemblan dedos, ojos y boca se mezclan con las migas

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levadura y agua tibia fermentan despacio en un rito alquĂ­mico de masticar aquello reciĂŠn horneado es la metamorfosis del trigo la que deja las manos manchadas: harina y media medida de miedo nos sujetamos el uno al otro porque tememos caernos por cualquiera de los bordes

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¿Tememos los gusanos, rosados como el vino, o al sonido hueco que dejan sus túneles? Horadando la carne con bocas imperturbables, y el acantilado del nicho festejando el encuentro. ¿Qué otro universo cifrado de mandíbulas y mármol adecenta la podredumbre dejándola inmaculada? ¿Cabrá tanto, nuestro miedo y la caja? La muerte es una jaula: se ha de existir en el temor como se existe en un espejo.

Mar Benegas 29


Nova Era (Brasil). Ha publicado “Poesia para o mundo” (Bubok, 2009), “Todo dia é dia de poesia” (iG Editores, 2002), “Palavras de poetas” (Physis Editora, 1997), “Novos talentos da poesia brasileria” (Forever Editora, 1995), “Escrevo nos espaços que me restam” (Editora Bauhaus, 1982). Sus poemas han aparecido en distintas páginas webs y revistas, tales como “Revista Internacional de Poesía de Rosario”, “Partes”, “Bacamarte”, “Revista Remolinos”, “Revista cultural Ámsterdam”, etc. Ha obtenido premios en géneros de cuento y poesía. Mantiene un blog abierto a la publicación de poemas, noticias, artículos, etc.

¡Es tan frío el hueco, tan oscuro el huerto donde depositan mi cuerpo doliente! -¿Cómo el hueco es frío si el cuerpo está muerto? A partir de ahora sólo el alma siente... ¡Ah! ¡Esta cama tosca donde estoy echado y este cuarto oscuro y tan bien cerrado! Quiero levantarme, pero estoy cansado... ¿Que rumor es ese en el cuarto al lado? Hay un jardín cerca: siento aroma a flores. Quiero levantarme, pero estoy cansado... Estoy tan cansado pero sin dolores. Y el rumor aumenta en el cuarto al lado. -¡Bajen el cajón! - dice alguno ahora. ¿Quién murió en tanto estuve durmiendo? Cercano a la puerta oigo alguien que llora, lamenta la suerte de quien va partiendo. 30


Quiero levantarme, con fuerza tamaña inertes mis manos y mi cuerpo duro. Reza el sacerdote en una lengua extraña, mientras quedo preso de este cuarto oscuro. Va cayendo tierra sobre mi tejado. Parece que el mundo se está derrumbando... El aire me falta del cuarto cerrado y una multitud fuera está llorando. Siento un temblor leve, un escalofrío... Casi nada escucho; nada estoy sintiendo. ¿Por qué no me sacan de este cuarto frío? Alguien murió mientras estuve durmiendo. ¡Es tan frío el hueco, tan oscuro el huerto donde depositan mi cuerpo doliente! -¿Cómo el hueco es frío si el cuerpo está muerto? A partir de ahora sólo el alma siente.

Remisson Aniceto 31


(Madrid). Ha obtenido diversas menciones en diversos certámenes literarios gracias a sus relatos. Ha sido incluida en diversas antologías y sus poemas e ilustraciones han aparecido en revistas literarias, digitales e impresas, (“Groenlandia”, “Al otro lado del espejo”, etc) así como en distintos blogs. Ha escrito tres novelas, dos novelas cortas y cuatro poemarios (inéditos). Pertenece a la Asociación Literaria Mesa de Escritores (Fuenlabrada, Madrid). Administra el blog literario y personal Tierras de Alquimia (http://tierras-de-alquimia.blogspot.com).

En el Galway Irish nada era lo que aparentaba ser. Ni el halo añejo, ni las pátinas de sus paredes, ni la luz mortecina que imitaba un pub irlandés brumoso; incluso el suelo, que parecía tener mil años, era nuevo. Lo único viejo, viejísimo, era Manolo el encargado y el whisky de malta. Pero algo en el bar sí era auténtico; ella, Cora. Tenía apenas veinte años, pero una arruga gestual en su entrecejo le hacía parecer mayor, confiriéndole ese aire indolente de las mujeres que conocen ya demasiados secretos de la vida y a las que resultaría difícil sorprender. Era morena. Sus labios hacían juego con la sombra de sus párpados oscuros. Y sus ojos… ¿cómo eran sus ojos? En los minutos de descanso que nos daba Manolo, solía sentarse al fondo del almacén en unas cajas de cerveza. Se encendía un cigarrillo y no hablaba con nadie. Casi siempre leía un libro. De vez en cuando enarcaba una ceja y otras torcía el gesto, sin levantar la vista de las páginas. Las pocas veces que me atreví a dirigirle la palabra ella me respondía como temiendo que su voz fuera a salir volando de su garganta, y nunca me miraba. - ¿Qué lees? - le pregunté, armándome de valor una vez más. - Absurdas historias de vampiros. - Si son absurdas, ¿por qué las lees?

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- Porque la vida también es absurda y, sin embargo, aquí estamos; respirando como imbéciles. Me dijo aquello sin despegar los ojos de su lectura. Y yo no supe que responder. Me dejó clavado. Luego la reclamaron desde la cocina. Cerró su libro y lo dejó junto al paquete de tabaco, marchándose sin más. Seguí su recorrido hasta perderla tras la puerta del almacén, tal vez esperando un pequeño gesto de atención por su parte; un adiós, un hasta luego, pero no llegó. Sacudí la cabeza, decepcionado. Manolo, que ya volvía también a su puesto, me pasó el brazo por el hombro y chasqueó la lengua. - No te lo tomes a mal. Es así con todos. - Sonrió mientras me daba varias palmaditas en la espalda -. Pero te aseguro que detrás de todo ese escaparate de autosuficiencia, hay una guapísima mujer esperando ser rescatada de ella misma. Me guiñó un ojo con gesto procaz y se marchó. Cuando llegué a la barra, uno de los camareros forcejeaba con un borracho que estaba molestando a unos clientes pidiéndoles dinero. Manolo y un asiduo del bar acudieron en su ayuda y entre todos le sacaron de allí. El hombre la emprendió a patadas con la puerta. Fue cuando Cora se acercó a mí con gesto urgente. Llevaba en la mano una botella de coñac. - ¿Te importaría salir y darle esto? - me preguntó mientras me tendía la botella -. Sólo dásela y se marchará sin armar bronca. - ¿Le conoces? - pregunté sorprendido por su petición. - Dásela, por favor, y no me hagas más preguntas. Y puede ver al fin aquellos ojos que escondía detrás de todos esos libros. Eran tan sinceros como la súplica silenciosa que encerraban.

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- Está bien, Cora, pero así no le haces ningún favor. Es un pobre diablo. Hundió de nuevo la mirada en el suelo antes de responderme con una voz extrañamente dura. - Te equivocas. Quiero que siga siendo un pobre diablo y que esté tan borracho que no recuerde ni cómo me llamo.

34 Luisa Fernández


(Sabadell, 1978). Licenciado en Filología Hispánica. Actualmente trabaja como editor. Su primera obra, “Los adolescentes furtivos”, fue galardonada con el Premio Internacional de Literatura Antonio Machado 2009, traducida al francés y prologada por Pere Gimferrer. Página Web: www.toniquero.com.

En mi veintiocho aniversario

Si yo fuera Kurt Cobain ya estaría muerto. Un manto de flores amarillas ornaría mi tumba y frágiles adolescentes, desnudos en una húmeda tarde de otoño, entonarían mis versos con un estertor de ira en su mirada.

En esos días, en algún lugar ignoto, alguien alabaría mi obra, un diario local celebraría la efeméride de un paso perdido y una chiquilla, con la gélida belleza de aquel que lleva la muerte consigo, tatuaría en su cuaderno dos nombres imposibles. Esa noche, aquel que fue idolatrado y pasea aberrante su juventud impostada, escribirá graves ofensas - incipiente y sobrevalorado-, mientras un joven asiático hilvane ajeno un rostro de ceniza.

Si yo fuese él, nada diría.

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El blanco encalaría un pequeño pueblo escarpado, el azur irrumpiría en el sueño de un muchacho huidizo, y al atardecer, frente al rumor del oleaje, todo habría acabado.

Toni Quero 36


(Logroño, 1988). Estudiante de Filosofía. Directora del fanzine independiente LaFanzine. Sus textos han aparecido en diversas publicaciones, digitales e impresas, así como en blogs. Ha participado en recitales poéticos y ha obtenido diversas menciones por sus poemas y relatos. Ha publicado “El movimiento de la lagartija” (Bubok), “La soledad del café” y “La niña de las naranjas” (Ediciones Emilianenses). Próximamente, sus poemas y relatos aparecerán en distintas antologías. Su blog: http://awixumayita.blogspot.com

Se ha acabado la vida porque ya no queda apenas aire en el aula se repite una vez más el isomorfismo entre los dos Pepes y marías sustituidos por αyβ [alfas y betas] y la niña repelente andrógina admiradora de Boikot firma un te quiero, profesor en la pizarra.

[modelos.

Escribe con retórica propia adquirida aprendida de manual de fotolog gótico. Bajo el título cold beer

I’m Anarchist

Escribe abreviada su teoría sobre el tiempo y la memoria.

Adriana Bañares 37


(Madrid). Bibliotecario. Fumador empedernido. Escritor y dibujante. Responsable de la publicación artística “Delirio”. Ha publicado los libros “Síntesis” (compilación de relatos) y “Cómo” (novela), ambos en la editorial Bubok. Algunos de sus relatos han sido traducidos al inglés.

¿Me encuentras atractiva? No me lo digas, no necesito saberlo. Sólo quiero que me trates con delicadeza, que no rompas mis huesos, que no golpees mi rostro, que… Lo sé, soy la princesa drogada cuyos harapos huelen a semen seco. La piel curtida a base de puñetazos sin sentido, bofetadas paridas de la ira y la violencia ahogadas en el día a día. Me clavas tu monotonía con fiera crueldad, intentando hacerme sangrar, convertirme en algo tan insignificante que apenas respira, percibir en mis propias carnes el dolor y la incomprensión que almacenas en tu lengua oscura. Tu pene es un apéndice de la frustración que te caracteriza, con el cual intentas que tu autoestima no se hunda en el fango que me trago todos los días desde que abrí las piernas por primera vez, desde que te vi, hace mucho tiempo, pues siempre has sido tú, pese a presentarte ante mi con diferentes rostros. Y puedo oler tu aliento infecto mientras resbala por mi rostro frío. No me queda sitio para el asco. Apenas puedo sentir.

Óscar Varona 38


(Córdoba, 1982). Licenciada en Humanidades y Master en Textos, Documentación e Intervención Cultural (especialidad en Edición). Pluriempleada. Sus textos poemas y relatos – han aparecido en distintas publicaciones (revistas, fanzines, panfletos literarios), digitales e impresas, de España e Hispanoamérica, así como en distintas páginas webs, blogs, plaquettes y antologías (“Heterogéneos”, “Anuncios

(Des)Clasificados II”, “Póker de Reinas”, “Esnifando Letras”; “Poetrastros”, “Nocturnos”, ambos en prensa). Tiene su espacio en Las Afinidades Narrativas y Las Afinidades Electivas. Ha publicado el poemario “Bocaditos de Realidad” (segunda edición del 2010) y “Cuentos de la Carne”, su primer libro de relatos. Sus

poemas han sido traducidos al catalán, italiano, inglés, francés, portugués y alemán. Misántropa, huraña, ermitaña: entrañable.

Cristina está convencida de que la terapia con el psiquiatra no funciona. Lleva meses esforzándose, y las sesiones con el loquero sólo le han servido para gastar una suma considerable de dinero al mes, cantidad que podría haber utilizado para comprar una cosa más útil, como por ejemplo, un ordenador portátil nuevo, un vestido decente con zapatos a juego para asistir a la boda de su prima Matilde o para afrontar un préstamo que tiene pendiente. Y así, acostada en el diván, se lo confirma a su terapeuta, alterada, en los primeros quince minutos de la consulta. El especialista soporta los despotriques y le reprocha – como confesor, no como profesional – que, realmente, no pone nada de su parte. El particular problema de Cristina puede parecer algo tonto, pero no lo es: le cuesta horrores decir “te quiero”. Sí, que su garganta no se atreve a articular esas dos sencillas palabras, ocho letras que se atascan en su cerebro y que están enquistadas en su corazón a raíz de cuatro horribles y desastrosas experiencias amorosas: su primer novio la dejó por una mujer más

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atractiva, una modelo de pasarela que conoció en un viaje de negocios; su segundo novio la utilizó durante unos meses para olvidar a la chica de la que realmente estaba enamorado; el tercero, un extranjero, la engatusó – es lo que tiene ser de fuera, el acento dulce, casi pegajoso, lo distinto que atrae a las mujeres – y todo para conseguir los papeles de la nacionalidad española (y Cristina desconocía que, en su país, tenía varias amantes y se dedicaba al parasitismo para “sobrevivir”); y su cuarta pareja, que vivía en la otra punta del país, acabó abandonándola por otra mujer de una ciudad cercana. Pero la situación ha cambiado radicalmente: Cristina ha conocido al hombre de su vida. Sí. Y están enamorados. Y viven bajo el mismo techo desde hace años… pero la desconfianza y la inseguridad son dos losas pesadas que ella había arrastrado desde siempre, y le impedía manifestarle a su chico lo que realmente sentía utilizando esa simple frase… por eso, a pesar de que pidió consejos a sus amistades (dando como resultado opiniones contrapuestas, lo que hizo que el estado mental de la muchacha quedara más confuso), al final optó por quemar el último cartucho: malgastar los euros de su bolsillo roto en un psicoanalista que, desde el principio, y en todas las citas, le repite: “el amor puede

demostrarse de mil maneras, no sólo con palabras”. Pero Cristina está obsesionada porque no comprende como algo tan fácil de decir, puede costar tanto, tanto trabajo; sus labios jamás han pronunciado esas palabras malditas, ni siquiera delante de esos cuatro cabrones gilipollas y crápulas. ¿Por qué ahora no salían, con naturalidad, frente al que realmente la amaba? Y se siente culpable porque no puede corresponder a los mensajes tiernos y sinceros de su chico. El médico, al principio fascinado por la peculiar patología de la mujer, ahora se encontraba algo hastiado; le recuerda la frasecita de marras (y que Cristina farfulla entre

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dientes, burlona) y se muestra preocupado por no encontrar el origen de tan irracional temor. Ella se levanta, con rabia, le arroja unos billetes – la cantidad justa del precio de la cita – y se marcha de allí, dando un tremendo portazo, indignada. Al salir a la calle, camina a pasos acelerados, con destino a su apartamento. Es hora de coger al toro por los cuernos, es hora de decir “te quiero” a su novio, a ese que se desvivía por ella. Si el jodido loquero no le había ayudado, a pesar de haber invertido en él un pastón, ella se iba a ayudar a sí misma, ¡y que le dieran por culo al ilustre colegio mundial de psiquiatría! Se planta en su piso, jadeando; se prepara para el momento decisivo, respira profundo, intenta calmarse; música rock, a todo volumen, en el cuarto compartido, al fondo del pasillo. Su chico ha regresado del curro más pronto de lo habitual. La situación no podría ser mejor; se acerca al lugar, y cuando entra en la habitación dispuesta a gritarle a todo pulmón y con toda su alma “¡TE QUIERO!”… se encuentra una espalda femenina, agitada, sudorosa, montada sobre el cuerpo de su novio. Y, en ese instante, Cristina lo comprende todo…

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Vetan a las herederas de las Venus de Willendorf: aspiramos a la ausencia de carne - la lĂ­nea curva es decadente -, se conspira contra la imperfecciĂłn natural. PĂĄnico y golpes a la autoestima al mirar prendas - bonitas, talla inadecuada - y la pantalla del televisor, escaparate de escobas 42


lustrosas - huesos decorados con telas -; un reflejo del pasado que me angustia: escasa confianza en la piel, diez kilos menos, mi torpe deambular de zombie y mi memoria anestesiada por la química. Todo me hace reflexionar sobre el sentido de ser mujer en este planeta, corsé apretado para las formas redondas,

vivas

llenas

colmadas

rebosantes

de belleza, el que tú me arrancaste, más pendiente del peso de mi corazón por cicatrizar que de lo que marca la puta báscula.

Ana Patricia Moya 43


ARANTZA GUINEA Doble hoja (poema) Las manos que les dieron (poema)

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PEPE PEREZA La tristeza (relato)

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TOMÁS RIVERO El cuerpo (poema) Yo te nombraré pájaro (poema)

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MARTA NOVIEMBRE Cisma (poema) Domingo (poema)

11 12

PATXI IRURZUN La chica del tiempo (relato)

13

BEGOÑA LEONARDO Preguntando a las margaritas (poema) No me olvides (poema)

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RUBÉN CASADO Cuando ya no tienes donde (poema) Lo propio es callar (poema) A modo de testamento (poema)

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ÁNGEL MUÑOZ 20 (poema) Emparedado (relato)

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MAR BENEGAS A veces los niños… (poema) De la muerte (poema)

27 29

REMISSON ANICETO Transición (poema)

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LUISA FERNÁNDEZ Tus ojos (relato)

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TONI QUERO Si yo fuera Kurt Cobain (poema)

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ADRIANA BAÑARES CAMACHO Se ha acabado la vida… (poema)

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ÓSCAR VARONA Muñeca (relato)

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ANA PATRICIA MOYA Instinto (relato) Las líneas generosas de mi cuerpo… (poema)

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SUPLEMENTO DE GROENLANDIA NÚMERO DIEZ (Enero \ Abril 2011) Diseño: Ana Patricia Moya Rodríguez Directora: Ana Patricia Moya Rodríguez Edita: Revista Groenlandia Han participado en este número: Ana Patricia Moya Rodríguez, Pepe Pereza, Patxi Irurzun, Arantza Guinea, Tomás Rivero, Marta Noviembre, Begoña Leonardo, Rubén Casado, Mar Benegas, Remisson Aniceto, Luisa Fernández, Toni Quero, Adriana Bañares Camacho, Óscar Varona, Óscar Cardeñosa (portada y contraportada), Luis Sevilla (página 28) Ricardo Bórnez (21, 25, 34 y 38) y Ángel Muñoz Rodríguez (2, 3, 5, 10, 12, 15, 17, 31, 36, 37, 42 y 45). Todas las obras – relatos, poemas y fotografías – pertenecen a sus respectivos autores. Todos los contenidos de esta publicación, desde el número cero, están protegidos. Este suplemento \ especial se presenta junto a la revista de número correspondiente. Groenlandia expresa que, para proteger nuestra cultura, es esencial proteger las ideas originales de sus autores porque las mismas son un trabajo de imaginación y esfuerzo únicos. Groenlandia aboga por la total libertad de expresión sin censuras. Groenlandia es una publicación gratuita que no busca lucro: defiende la cultura gratuita. Todas las publicaciones son de descarga gratuita desde las distintas plataformas disponibles (página Web, ISSUU, SCRIBD). ISSN: 1989-7405 45 DEPÓSITO LEGAL: CO-686-2008


SUPLEMENTOS \ ESPECIALES DE GROENLANDIA

Cada número de Groenlandia va acompañado de un suplemento o especial (temático). En estas publicaciones encontraréis

poemas,

relatos,

aforismos,

fotografías,

ilustraciones, etc, de Rafael Infantes, David González, Gustavo M. Galliano, Ana Patricia Moya, Luna Miguel, David Morán, Ana Pérez Cañamares, Escandar Algeet, Manuel Guerrero Cabrera, Luis Sevilla, Alejandro Serna Rodríguez, Patxi Irurzun, Juan José Romero, Luna Miguel, Yamila Greco, Silvia Loustau, Javier Das, Pepe Pereza, Andrés Ramón Pérez Blanco, Adolfo Marchena, Raúlo Cáceres, Ulises Varsovia, Amarande Guzmán, Antonio J. Rodríguez, Ángel Muñoz Rodríguez, Pablo Morales de los Ríos, Carmen Guillen, Óscar Varona, Rolando Revagliatti, Luis Amézaga, María del Carmen Serrano, Roberto Arévalo, Jorge Santana, Luisa Fernández, José Ángel Conde, Felipe Solano, Juarma López, Francisco Parra, Jesús Suárez Fernández, etc. Los podéis descargar en: www.revistagroenlandia.com http://www.scribd.com/RevistaGroenlandia

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PUBLICACIONES DE GROENLANDIA Poesía La reconstrucción de la memoria (Adolfo Marchena) Bocaditos de Realidad (Ana Patricia Moya) El Gotero (Luis Amézaga) Las aguas y las horas (Saúl Ariza) Autorretrato sin óleo (Pablo Morales de los Ríos) La conspiración de la sirena (David Morán) Ya no leo tebeos de Wonderwoman (Ángel Muñoz) Cosas que nunca te diré (Eva Márquez) Te lo verso a la cara (Ada Menéndez) Transeúntes del olvido (Velpister) Apología de la muñeca de Bellmer (Jorge Heras García) Narrativa Putas (Pepe Pereza) Realidad Paralela (Ana Vega) Cuentos de la Carne (Ana Patricia Moya) Antologías Los rincones más oscuros: antología del miedo Poetas Guerreros (antología jóvenes poetas mexicanos) Un poema siempre será nada más que un poema Lo que habita en el cristal (antología poetas españoles) Des-amor: antología literaria groenlandesa PRÓXIMAMENTE Poesía No hay prosa (Andrés Pérez y Carmelita Contreras) Bocaditos de Realidad, 2ª Edición (Ana Patricia Moya) Escupí Sangre (Isaac Contreras) En el invierno de la lluvia (Helena Ortiz) Los pasos del neonato (Danilac) Feto Oscuro (José Ángel Conde Blanco) Urbe Desta Historia (Rubén Casado) Carne (Daniel Rojas Pachas) Emisión analógica (Tomás Illescas) Narrativa Putas, 2ª Edición (Pepe Pereza) Contrafábulas (Franco Dimerda) 47 Momentos extraños (Pepe Pereza)


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