BuenaNueva nº 49

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año 8 • noviembre • 2014 • nº 49

R e v i sta para la Nueva Evangelización

PVP España: 4,75€


[Director] Jorge L. Santana Dumas [Jefe de redacción] Raquel Fernández de Bobadilla [Consejo de redacción] Luciano García Matas Juan José Guerrero Victoria Serrano Blanes César Allende García Victoria Luque Horacio Vázquez Cermeño [Administración] Josué Santana Neira [Dirección comercial] Antonio Luque [Directores de zona] Almudena García Peña Juan Frutos Soria Juan Manuel Balmes Juan Antonio Tuñón González [Colaboradores] Francisco Lerdo de Tejada Jesús Castro Cortés Fernando Cerezo Carlos Linares Juárez Fernando Zufía García Valentín de Prado Julio Cerezo [Ilustraciones] Patricia Guerrero Padrón Julian García [Web] Josué Santana Neira [Edita] Asociación Bendita María Avda. Pablo VI, 9 - Local 12 A 28224 Pozuelo de Alarcón Madrid Tel.: 91 759 79 68

76 La cultura de la muerte del s.XXI

HACIA ORIENTE 3 La casa del Padre 4 CARTAS AL DIRECTOR 5 ARCA DE NOÉ CANTEMOS AL SEÑOR 6 Salmo 45

Antonio Torres

NUEVA ESTÉTICA 80 Adriana Torres María Tarruella

SED SANTOS 88 Comunidad de la Sagrada Familia

Francisco Romero

TESTIGOS DE LA VERDAD 10 Entrevista a Luis Rivas y Ana Chéliz

Victoria Serrano

Victoria Serrano

96 Teresa de Calcuta

18 Entrevista a Manuel Torres

Victoria Escudero

Victoria Serrano

MOSAICO 102 El adolescente

ECHANDO LAS REDES 24 Te basta mi gracia

Jerónimo Barrio

P. Antonio Pavía

106 La moneda prodigiosa

EDUCACIÓN PARA LA VIDA 30 Celos patológicos

Manuel del Pino

BENDITA MARÍA 112 Quinto misterio gozoso

José Antonio Gris

38 La lucha por la vida continúa

Enrique Solana

Benigno Blanco

42 Sin concesiones ni componendas

CINE 114 Algunos directores de cine católicos

Jesús Esteban Barranco

SI HOY ESCUCHÁIS SU VOZ 46 ¿A quién derrota la muerte?

Arturo Encinas

LUZ PARA EL MUNDO 118 Un defensor a ultranza de la vida

César Allende

ESPADA DE DOS FILOS 52 La decisión de abortar

Buenanueva

Francisco Lerdo de Tejada

121 Y Pablo VI nos regaló la Humanae vitae

FAMILIA DE NAZARET 58 Solo y siempre

Fernando Pascual

Jaime Pérez-Boccherini

FUERZA EN LA MIRADA 124 Entrevista al P. Luis Montes

60 Aborto y paternidad Aquilino Polaino

Josué Villalón

66 Sí al hijo y a su existencia

130 ENTRETENIMIENTO

Amaya Azcona

ALDEA PLANETARIA 70 La cultura occidental en caida libre

131 ORACIÓN

Ramón Domínguez

[E-mail] info@revistabuenanueva.com

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hacia oriente

Jorge L. Santana Algunas pinceladas con un trazo nuevo están apareciendo en el horizonte de la Iglesia. Parece que el Espíritu Santo sopla donde se necesita, como ha pasado siempre. No hay miedo, ni escándalo, ni vestiduras rasgadas, ni romper la baraja. Tal vez solo haya que tener una mirada distinta; o quizás aparecer primero la misericordia antes que la ley, el perdón antes que la condena, la intimidad y la cercanía antes que el juicio y la censura, la comprensión y la sabiduría antes que la reprobación, el chisme y el prejuicio. El Santo de Asís miraba de esta forma, y la casa fue reparada no tanto con el dogma, sino con la fuerza de la humildad. El don del discernimiento nos invita a caminar por esa senda. Conociendo nuestra condición y mirando con valentía nuestras debilidades, nuestros errores, nuestra falta de fe, nuestra flaquezas, imperfecciones, defectos, trasgresiones y maldades… Tal vez esa sabiduría haga que nuestros ojos comiencen a mirar desde otro ángulo; y ese prisma audaz de nuestra naturaleza trastoque esa visión lejana y distante en un destello veraz de misericordia. En los últimos cincuenta años se ha producido una gran dispersión, donde los hijos reclamaban su herencia y se alejaban de la casa del Padre. ¿Cuántos hoy tienen sus vidas rotas, sin esperanza, mendigando un poco de afecto, enclaustrados en una honda soledad, en la tibieza, en la amargura, bajo el peso de una culpa que probablemente los atormenta…? En la casa, el Padre está triste y sale todos los días en su búsqueda; mirándonos a nosotros como al hermano mayor mientras con sus ojos nos exhorta: no condenes a tu hermano; y con sus manos grandes y arrugadas nos invita: no maldigas a tu hermano; y con su voz grave y profunda nos alienta: no niegues a tu hermano… “y la misericordia triunfa sobre el juicio” (St 2,13). Cada tiempo tiene su manto que debe acoger a los olvidados, a esos que casi no vemos; cada momento tiene la unción de la eternidad si nuestra mirada se asienta en el sufrimiento de los inocentes; cada minuto es inmortal si abrimos nuestro espacio saneado y limpio a los que han perdido el rumbo; cada criatura tiene la gracia del Espíritu de restaurar las heridas abiertas del que se desangra; cada uno tiene grabado en su ser la alegría de la Vida Eterna, a la cual, todos hemos sido invitados.

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cartas al director

Aunque sé que faltaré a tu natural modestia de pastor que actúa en descampado y lejos del mundanal ruido, me decido a escribirte esta carta en los momentos difíciles en los que el partido que sustenta al Gobierno de España, por rigurosos cálculos electorales, y alegando la falta de los consensos que tan poco le preocuparon en su exitoso programa económico, ha cedido a la presión de los que practican eso que se llama “ideología de género”, y que defiende “unos pretendidos derechos de las mujeres a decidir sobre su embarazo”, y ha decido retirar la ley del aborto que tramitaba de acuerdo con su programa electoral, el mismo que le otorgó la mayoría absoluta para gobernar y sacar a España de la crisis. Pero parece que cotizan a la baja los ideales del hombre, y que todo se supedita a los inmediatos y perecederos intereses políticos, incluso, el sagrado derecho a la vida, que al parecer, solo se defiende por una minoría despreciable de ciudadanos que no merece ser tenida en cuenta democráticamente, y que bien puede soslayarse por la denominada “gente sensata” a la que aludió nuestro Presidente del Gobierno, refiriéndose a los que no le votaron. Pero mi querido director, yo no te escribo para contarte estas cosas, que yo sé que tú las sabes, y que incluso, ya las sabías cuando hace días te pusiste a escribir la sección “Hacia Oriente”, con la que se abren todos los números de la Revista Buenanueva, también el número 48 que lleva por divisa “EL AMOR ES FUERTE COMO LA MUERTE”, y cuando aun no se había filtrado la noticia de este desaguisado legislativo y los demás creíamos que el gobierno cumpliría la palabra dada a todos los españoles. Pero ya sabes, querido Jorge, que todos los cristianos, por el simple hecho de serlo, y por la gracia redentora de Cristo Jesús, participamos del carisma de ser reyes, sacerdotes y profetas, y ese don divino es real, vive con nosotros y nos ennoblece, aunque muchos lo tengamos algo embalsamado por nuestra falta de fe, y a veces, aflora, sale a la superficie, nos asombra, nos deslumbra, nos embellece. Me estoy refiriendo a la reflexión que titulaste “Extiende las manos”, que es un canto de esperanza para todos, y que a mí, me emocionó. Sé que para ti, es solo un artículo más, otro de los cerca de cincuenta que llevas escritos “hacia el Oriente”, que es tu divisa, y que también es la dirección preferida de Dios, pues allí plantó el Paraíso para que lo disfrutara el hombre. Y cuando conocí la noticia, cuando se concretó oficialmente la retirada del proyecto de ley con la dimisión inmediata del ministro de Justicia don Alberto Ruiz Gallardón, entonces, me di cuenta. “Extiende las manos” era premonitorio, estaba escrito para esa ocasión, tú corazón ya lo sabía, y fue tu pluma diligente la que descifró el mensaje y lo puso sobre el papel ante tu voluntad asombrada y distraída, que se dejó llevar complacida por aquel impulso que termina así: “Entonces ¿cómo abrir las manos vacías?, ¿cómo mirar a los montes?, ¿a quién gritar? Te salvará la muerte, te arruinará la indolencia y la desidia; y, desde la quiebra y la ruptura, solo tendrás que clamar, para que tu voz rompa la cúpula del cielo y por la ranura entre un tibio hálito de luz…; y allí, desde la pobreza y la indefensión, desde la carencia y la escasez…, allí, extiende las manos a Dios”.

Horacio Vázquez 4


Cuestión de antigüedad

En una ocasión, el Papa San Juan XXIII recibió al Gran Rabino de Roma dentro del marco de sus encuentros interreligiosos. Tras la amistosa reunión lo acompañó personalmente hasta la salida de la sala de audiencias. Se planteó un pequeño problema protocolar: el Gran Rabino insistía en que el Pontífice saliera primero. El Papa, por el contrario, indicaba cortésmente que cedía la prioridad. Como, a su vez, el Gran Rabino insistía en ceder el primer paso, San Juan XXIII sentenció solemnemente y con humor: “¡Que pase primero el Antiguo Testamento!”.

Pura humildad En cierta ocasión le preguntaron al Santo Cura de Ars: “¿Por qué se detiene tanto tiempo, después de la consagración, contemplando la sagrada Hostia?”. A lo que respondió con sencillez: “Por si no tengo la dicha de contemplarlo en el Cielo”.

Don dinero

arca de Noé

La mota ajena La fama de San Francisco de Sales como buen predicador se iba extendiendo entre la gente. Algunos fieles, más que escuchar la Palabra de Dios acudían a escuchar la palabra del predicador. Y algunos de estos oyentes comentaban, después de oír el sermón: “¡Qué bien le viene esto a fulanito!”. Enterado Francisco del comentario, decía: “Cuando son invitados a un banquete, cada uno come para sí... Aquí, por el contrario, se pasan de educados porque no escogen nada para ellos, sino que todo lo reparten a los demás...”.

Conversaba un hombre rico y alejado de la fe con un sacerdote, que luego sería el futuro Cardenal Newman. El rico se ufanaba de sus riquezas y de su indiferencia religiosa. Newman tomó una hoja de papel y escribió: “Dios”. -¿Ve lo que he escrito en la hoja? El avaro contestó afirmativamente. Entonces el sacerdote tomó una moneda de oro, la puso encima de la palabra escrita y preguntó de nuevo: —¿Ve usted ahora lo que he escrito hace un momento? —No, ahora solo veo el dinero. —En efecto, la riqueza ciega impide ver a Dios.

Salir airoso

Se cuenta de un científico que, por su mucho saber, con frecuencia era solicitado por las universidades para dar conferencias. Como no le gustaba conducir, pero el coche le resultaba muy cómodo para sus desplazamientos, contrató los servicios de un chófer. Después de varios días de viaje el científico le comentó al chófer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez. “Si quiere le puedo sustituir por una noche —le propuso el chófer—: He oído su conferencia tantas veces que la puedo repetir palabra por palabra”. El científico le tomó la palabra y antes de llegar al siguiente lugar, intercambiaron sus ropas. Llegaron a la sala donde se iba a celebrar la conferencia y como ninguno de los académicos presentes le conocía, no se descubrió el engaño. El chófer expuso la conferencia que había oído a repetir tantas veces al científico. Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. El chófer no tenía ni idea de cuál podía ser la respuesta; sin embargo, tuvo un golpe de inspiración y le contestó: “La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré que mi chófer, que se encuentra al final de la sala, se la responda”.

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cantemos al Señor Como busca la cierva corrientes de agua así mi alma te busca a ti, Dios mío; mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: «¿Dónde está tu Dios?». Recuerdo otros tiempos, y desahogo mi alma conmigo: cómo entraba en el recinto santo, cómo avanzaba hacia la casa de Dios entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué gimes dentro de mí? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío». Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo desde el Jordán y el Hermón y el monte Misar. Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado. De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza, la oración al Dios de mi vida. Diré a Dios: «Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando, sombrío, hostigado por mi enemigo?». Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?». ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué gimes dentro de mí? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío».

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Mi alma tiene

cantemos al Señor

sed de

Dios Francisco Romero

Cuántas veces en mis treinta y cinco años de vida me he preguntado lo mismo que se pregunta el salmista en este versículo: “¿Por qué voy andando, sombrío, hostigado por mi enemigo?”. Cuántas veces la tristeza se apodera de mí y de una forma u otra intenta amargar la historia que el Señor me tiene planeada. Yo era un chico bastante normal, incluso del montón: estudiante, tímido, de buena familia, con raíces cristianas, creía en Dios a mi manera —bueno, realmente no terminaba de creer del todo. Cuando entraba en una iglesia solo me fijaba en los retablos, en las imágenes, en los detalles artísticos…: sentía cierta admiración por todo esto, pero era simplemente admiración; no me disgustaba ir a misa, siempre que fuera muy de vez en cuando—; y, aunque me sentía a gusto, al final de la celebración y una vez que salía por la puerta, todo volvía a ser igual. En el fondo, notaba que algo me faltaba. Las preocupaciones me angustiaban, los estudios, el trabajo… ¿Por qué era la vida tan complicada? ¿Por qué los demás no tenían preocupaciones y disfrutaban más que yo? Eran preguntas que insistentemente me hacía. Recuerdo una tarde, durante los exámenes de junio del último año de carrera: mientras volvía de la Universidad vino una reflexión a mi cabeza. Sentía como si de pronto el mundo se me echara encima: tantos años estudiando, tanto esfuerzo sacrificando mi propia vida personal, ¿para que? Ahora tenía que ponerme a buscar un buen trabajo, seguir estudiando para no quedarme atrás, casarme, tener hijos… Pero ¿para qué? Sentía cómo mi alma suspiraba por llegar a ser verdaderamente feliz, pero parecía algo inalcanzable, muy complicado, y todo lo que encontraba eran obligaciones.

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cantemos al Señor

alma mía?

¿por qué

te acongojas,

Necesitaba algo que le diera razón a mi vida, algo sobre lo que apoyarme, y no eran ni los estudios, ni el trabajo, ni siquiera una novia o una familia. Me di cuenta de que si no tomaba en serio mi vida, toda ella se me podría escapar de las manos. Yo, que siempre quería —y tantas veces aun sigo queriendo— tener todo bajo mi control, descubrí que era todo lo contrario: me encontraba encerrado en mi propia vida, oprimido por lo que me rodeaba y por lo que yo mismo esperaba que me sucediera. Experimentaba lo que expone el salmista en el primer versículo: “Como busca la cierva corrientes de agua”, totalmente sediento pero con una sed que nada de lo que probaba podía calmarme. Fue entonces cuando, “hostigado por mi enemigo”, decidí seriamente darle una oportunidad a Dios. Una de las cosas importantes que descubrí cuando me tome en serio la Iglesia es que verdaderamente tengo un adversario, que es el pecado, y habita en mí. Digo descubrir porque saber algo de oídas es bien distinto a experimentarlo. Antes pensaba,

como la gran mayoría, que el pecado no existe, que solo son “convenciones sociales”, costumbres pasadas de moda, moralismos antiguos, mientras que lo verdaderamente importante es hacer lo que uno quiere sin molestar demasiado a los demás. Sin embargo, dice el apóstol Pablo a los Romanos: “Porque no hago el bien que quiero; mas el mal que no quiero, este hago” (Rom 7,19). Esa experiencia es una de las más relevantes que tiene un cristiano: reconocer el poder que tiene el pecado sobre su propia vida. Porque es el pecado el que oprime mi alma, él hace que yo esté triste, me incita a que me deje llevar aun sabiendo que algo no me conviene y me tienta a querer ser mi propio dios. No obstante, experimento que la vida del cristiano es una batalla en la que se juega la propia vida y la de los demás. Pero no una batalla contra los hombres sino contra el pecado. Una batalla de la que no puedo rehuir, ya que como dice Pablo a Timoteo: “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado” (1 Tim 6,12).

tu Dios?

¿dónde está

Aunque sea cristiano y esté en una comunidad que me arropa y me ayuda, siempre hay momentos en los que Dios parece quitarse de en medio, como si quisiera jugar al escondite. Son momentos en los que la duda me asalta: “¿Dónde está tu Dios?... ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué gimes dentro de mí?”. ¿Por qué te escondes, Señor? ¿Por qué ayer estabas dándome fuerza para afrontar los problemas y hoy basta con que alguien me diga algo que no me gusta para que rápidamente me asalte la ira? Y no solo me lo pregunto yo, también lo cuestionan los que me rodean. Cuántas veces son mis familiares, mis compañeros de trabajo y mis amigos los que me preguntan “¿dónde está tu Dios?”.

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Otras ocasiones quiero ser yo el que le dé ordenes a Dios para verlo actuar en mi vida como un tornado de fuego, arrasando lo que me molesta. Sin embargo, no es la forma en que Dios hace las cosas. Como le pasaba al profeta Elías, Dios no estaba ni el terremoto ni en el fuego sino en la brisa suave que llega hasta el final de la cueva. Mi experiencia es que Dios está conmigo en todo momento, nunca me abandona, pero lo hace a su manera y no a la mía. En esos momentos en los que no siento a Dios a mi lado es cuando más necesito tener esperanza.


Dios,

cantemos al Señor

espera en

que volverás a alabarlo Sin duda, la esperanza, que es un don de Dios, es lo que me mantiene en pie en este mundo y me ayuda a seguir adelante. Cuántas veces ni entiendo ni me gusta la historia que Dios me presenta. Cuánto me cuesta dar la vida por los demás sin reclamarles nada, y más aún aceptar el rechazo, que me tachen de “radical ultra católico” solo por ser cristiano y estar en comunión con la Iglesia; ver cómo tantas veces se burlan del propio nombre de Dios y reprimir la ira y el afán de hacer justicia yo mismo… Ningún cristiano disfruta sufriendo; ni somos masoquistas ni Dios mismo desea que yo sufra. Él lo permite para poner a prueba y fortalecer mi fe y mi esperanza. Esta misma es la certeza de que Dios es mi verdadero Salvador y solo su justicia y amor supera toda dificultad. Es también la que me anima a buscar las verdaderas corrientes de agua

viva, a entrar en la oración, a no ser cobarde y no tener miedo a dar la vida por los demás… Porque esa es la esperanza del cristiano, que se cumplan las palabras de Jesús: “Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt 16,25). Este salmo también me invita a no olvidar los buenos momentos disfrutados en mi vida, especialmente aquellos verdaderamente alegres “entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta”, para que cuando llegue el sufrimiento y la duda no tenga en cuenta las cosas malas, sino que haga memoria de las buenas para así alabar a Dios por lo grande que ha sido conmigo, y pueda mantenerme firme en la esperanza.

Dios es mi Salvador la certeza de que

verdadero

me anima a buscar las verdaderas

corrientes de agua viva y a no tener miedo a dar la vida por los demás

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testigos de la verdad

Victoria Serrano

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o se entiende la vida sin la muerte. Aunque esta posea un aguijón afilado, tenerla presente impide estrellarnos por sorpresa ante el final de nuestros días, porque nos enseña a apreciarlos como agua que se escapa entre los dedos. La muerte no es una noche tenebrosa donde cae el telón y el ser se diluye en la nada; es un traspasar la puerta para gozar del encuentro glorioso con el Padre. Luis y Ana son los padres de Miguel, un joven de veinte años fallecido hace unos meses tras una larga enfermedad. No viven hundidos por la sinrazón de una vida tempranamente desgajada; saben que Miguel, fiel a la cruz de Cristo, ya ha llegado a la meta y ocupa la morada que Dios ha dispuesto eternamente para él. El tiempo pasa y nosotros también, pero como decía San Bernardo, si dulce es el Señor para los que le buscan, cómo será para los que le encuentran.


testigos de la verdad

¿Cómo conocisteis el amor de Dios en vuestra vida? Luis: A los dieciséis años no encontraba el sentido a mi vida. Recuerdo estar tirado en la cama y decirme mi madre: “Luis, haz algo”, “¿Para qué?”, le contestaba yo; “Estudia”, “¿Para qué?”; “Para tener una carrera”, “¿Para qué?”; “Para tener un trabajo”, “¿Para qué?”; “Para casarte”. “¿Para qué?”; “Para tener hijos”, “¿Para qué?”… Mi madre no tenía más respuestas y solo hacía que llorar a los pies de mi cama. Un día se murió la mujer de un amigo de casa y fuimos al entierro. Tuve un choque inmenso cuando vi que estaba sonriendo. Pensé: “O está loco y vive fuera de la realidad, o tiene algo que yo no tengo”. En una ocasión este amigo me enumeró uno por uno todos mis pecados. “Tienes toda la razón pero no puedo hacer otra cosa”, le dije. Entonces, lejos de soltarme un rollo moral, abrió la Biblia por el pasaje de la Anunciación. En ese momento sentí que Jesucristo estaba vivo y me hablaba directamente.

Ana: Yo, muy gradualmente, porque el Señor ha tenido mucha paciencia conmigo. Había visto algún destello del amor de Dios pero no le conocía de cerca. Sin embargo, por un problema congénito en la vista me avisaron de que un embarazo más me llevaría a la ceguera, con lo que suspendimos las relaciones matrimoniales. Durante tres años vivimos con un sufrimiento terrible y yo lloraba día y noche pensando que no vería crecer a mis cuatro hijos. Pero por un signo de obediencia a la Iglesia nos abrimos de nuevo a la vida y me quedé embarazada. En cuanto lo supe se me pasó el miedo y viví un embarazo muy alegre. Sin embargo, cuando nació el niño estaba muerto. Ahí tuve un diálogo cara a cara con el Señor. Entendí que solo Él es el dueño de la vida y de la muerte, y volví a ser una mujer libre. Después he tenido seis embarazos más y, aunque no puedo conducir y me muevo con dificultad por la calle, llevo una vida relativamente normal. Realmente Dios está vivo y puede salvarnos de nuestras angustias. Con la enfermedad y muerte de Miguel, el paso del Señor ha sido impresionante.

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testigos de la verdad

¿Cómo era Miguel? Ana: Era un chico absolutamente normal; con mucha vitalidad y energía, con ilusiones, deseos y pecados, buen estudiante, pero con una vida muy condicionada por la enfermedad. Quiero que esta entrevista sea un canto de acción de gracias a Dios porque Miguel no ha hecho nada fuera de lo normal. Su peculiaridad es que ha entregado su voluntad al Señor hasta el final. ¡Se ha dejado llevar por Él!

¿De qué ha estado enfermo? Ana: Siempre ha tenido una salud muy delicada. Con pocos meses empezó a sufrir fuertes crisis asmáticas; a los tres años le extirparon medio estómago y le hicieron un píloro nuevo; a los cinco años le detectaron la Enfermedad de Perthes, que le afectaba la cadera; finalmente, a los quince años le diagnosticaron un “osteosarcoma” o cáncer de huesos.

Me preparas

un banquete en frente de mis enemigos ¿Era consciente de la gravedad de su enfermedad? Ana: Sí. Cuando le diagnosticaron el cáncer nos quedamos absolutamente noqueados. Era como si el cielo se hubiera nublado de repente. Ese día, cuando volvió del colegio y vio al párroco en casa nos dijo: “¡Uy, no me digáis más! ¡Lo mío es un tumor!”. “Pues sí, hijo, tienes un tumor maligno”. Lo único que dijo es: “¿Cuándo empezamos?”. “Mañana”, le contesté. Nos pidió que nunca le engañáramos sobre su estado de salud. Le pusieron una prótesis desde más arriba de la rodilla hasta el pie y tuvo que aprender a caminar. Con la quimioterapia llegó a tener hasta treinta vómitos diarios y ahí le surgieron preguntas: “¿Por qué a mí, si tengo quince años y todavía no me ha dado tiempo a hacer el bien ni el mal?”. Tuvimos que recurrir a la fe porque no hay contestación para esto.

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Comenzó a tener muy presente a Dios y a su propia muerte. “¿Pero Dios es bueno a pesar de esto?”. “Sí, hijo mío, Dios siempre es bueno”, le respondíamos.

¿Pudo recuperarse? Ana: Sí, la prótesis no le impedía hacer vida normal. Sin embargo, meses después, en una revisión rutinaria le encontraron unos puntitos en el pulmón. De nuevo debía comenzar con otra operación y quimioterapia. En ese tiempo y hasta el final, Dios le regaló una novia maravillosa: Clara. Un día me dijo: “Mamá, ¡qué fácil me era morirme con quince años!, simplemente volar al cielo y ya. Pero ahora tengo a Clara, mis estudios… ¡Tantas ilusiones sobre mi vida!”.


testigos de la verdad

¿Cómo os tomasteis este mal pronóstico? Ana: Yo no podía aceptar que mi hijo se muriera. Saber que la vida de Miguel se acababa y que ese amor de ellos se truncaba me partía el alma. En la capilla del hospital, lloraba y lloraba abrazada a una imagen de Cristo: “Señor, sé que Miguel se va a morir. ¡Ayúdame! ¡Dame el poder de aceptarlo!”. Después de la operación del pulmón el tumor se reprodujo en dos vértebras, que al ejercer presión sobre los nervios le provocaba unos dolores insoportables. Los médicos le dijeron: “Miguel, te queda muy poco de vida”. Al oír esto, Miguel, Clara, Luis y yo nos pusimos a llorar durante un buen rato, hasta que dije: “¡Basta! Vamos a ver qué nos dice Dios”, y abrimos la Biblia al azar. A partir de ahí la presencia de Dios comenzó a ser descarada. Hasta entonces parecía que el carácter entusiasta y alegre de Miguel podía con todo, pero aquí Dios empezó a decir “aquí estoy”.

¿Qué se decía en la lectura? Ana: Era del Libro de Joel 2,21-27: “Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Dios hará grandes cosas. (…) Y os restituiré de los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta...”. Y yo, que iba leyendo, añadí: “y de los tumores de la espalda, de la cadera, de la columna, de la pierna te recompensaré”, y seguí con la lectura: “Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Yahveh vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros”. Comenzamos a llorar de agradecimiento porque sabíamos que Dios estaba con nosotros. Esta lectura nos ha sostenido durante todo este tiempo, e incluso Miguel, que dejó preparado su funeral, la incluyó. Esa misma tarde recibió la Unción de los enfermos y a la mañana siguiente le insertaron en la columna una barra y ocho clavos. Más adelante decía: “¿Cómo me duelen los clavos?”. Yo bromeaba: “Hijo mío, ya no te queda casi nada para ser como nuestro Señor. ¡Hasta te duelen los clavos como a Él!”.

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¿Cómo combatía Miguel la fe? Ana: El combate no ha sido fácil en estos últimos meses: ha tenido unos dolores espantosos, apenas podía hablar ni ingerir alimento, tampoco podía dormir. Me decía: “Di en la parroquia que recen por mí porque yo no puedo más”. Muchas noches nos pasábamos hasta las tres de la madrugada recitándole los salmos. “Mamá, sigue”, me decía si paraba. Una noche de terribles dolores tuvo grandes tentaciones contra la fe. “¿Para qué te me has mostrado si ahora te escondes? ¡Tantas noches Jesucristo estaba conmigo y ahora estoy solo!”, gritaba. Empecé a recitarle el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz y se lo fui aplicando a su vida: “¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido…”. Fue un bálsamo para él. En otra ocasión también tuvo una noche oscura. “¡No puedo más! Este Dios no es bueno. Me habéis engañado toda la vida”, y empezó a blasfemar. Tenía los ojos vidriosos. Luis cogió el crucifijo y se lo puso en los labios, pero él lo apartó. Tomó el relevo nuestro hijo Marcos, el

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seminarista, quien le hablaba de Dios y de su misericordia, pero Miguel todo lo refutaba. Seguí yo, y también lo rebatía. Hasta que, no sé por qué razón, empecé a recitarle la secuencia al Espíritu Santo: “Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo (…) Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo (…) riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo…”, entonces se fue frenando. Empecé a recordarle que Jesús estuvo en Getsemaní y que afrontó la Pasión.. “Jesucristo sabía que iba a sufrir, pero Dios le mandó un ángel para que le consolará; a ti también te lo va a mandar para que te reconforte”. De repente, se abrió la puerta de la habitación del hospital y entró un sacerdote que no conocíamos y se puso de rodillas delante de Miguel a rezar. “Padre —empezó a decir en voz alta— tú me has mandado en Laudes que venga a visitar a Miguel Rivas”. ¡Yo casi me desmayo! Rezó durante unos minutos más y se despidió diciéndonos que a las tres de la tarde volvería para celebrar con nosotros una eucaristía. Efectivamente, volvió, celebramos y no le hemos vuelto a ver. Realmente el demonio fue expulsado con la presencia de Jesús Sacramentado. Ya nunca más se rebeló Miguel, y a partir de entonces entró confiado en la “pasión”.


testigos de la verdad

¿Cómo vivía él su muerte cercana? Ana: Con mucha naturalidad y totalmente a la espera. “De Dios salí y a Dios vuelvo” era su lema. El Sábado Santo se empeñó en acudir a la parroquia para la Vigilia Pascual. “Hijo, vas a coger frío”, le dije yo. “¡Qué más da si me voy a morir!”. Otro día me dijo: “¿Tengo dónde caerme muerto?”. “No, pero ya lo tendrás”. Una vez escuchó en el evangelio del día que Jesucristo decía: “He terminado mi obra y vuelvo al Padre”. Y nos dijo: “Algo me falta por hacer o que Dios haga a través de mí para vosotros, porque si no ya estaría muerto”. Su último ruego insistente era que su funeral se celebrara como una fiesta. La locura máxima es que las mujeres de la familia nos fuimos de compras y estrenamos ropa en su funeral, como era su deseo.

¿Cómo es posible ver a un hijo sufrir de esa manera sin desesperarse? Ana: Sin la gracia de Dios es imposible soportar la enfermedad y muerte de un hijo. Después del último TAC la oncóloga le dijo: “Miguel, estás fatal. No vamos a luchar más. Te mandamos a casa”. A él se le iluminó la cara y sonrió. Antes de

marcharnos fue a la habitación de un sacerdote amigo al que también le habían operado. “¿Qué te han dicho?”, le preguntó al verle. “Que ya me voy con el Padre”. El sacerdote nos dijo: “Dios me ha pedido que os sostenga en estos momentos tan duros. Voy a ir todos los días a vuestra casa a celebrar la eucaristía”. Y así fue, como al principio él no podía, venía otro sacerdote, pero estuvimos toda la Cuaresma y el Tiempo Pascual celebrando diariamente la eucaristía en casa. ¡Ha sido un ascenso al cielo impresionante! Nuestro miedo era de qué modo moriría, pues veíamos cada día su deterioro. Un día antes de morir recibió de nuevo la Unción de enfermos con la indulgencia plenaria. ¡Nunca me imaginé que pudiera despedirme de un hijo! Me acerqué a él y le dije: “Cuando te duermas no sabemos si vas a despertarte. Oirás una voz: ‘Miguel, Miguel’, igual que un chico de tu edad oyó ‘Samuel, Samuel’. Levántate y vete corriendo hacia Él porque es Dios que ya te llama al cielo. ¡No te me rajes cuando oigas esta voz!”. Él me sonrió y me dijo: “Mamá, ¿cómo me voy a rajar si lo estoy deseando?”. Nos despedimos todos y se durmió. Horas después, cuando estábamos celebrando la eucaristía, tres minutos antes de la Comunión abrió los ojos y me preguntó: “¿Por dónde vais?”. “Vamos a comulgar”, le dije. “Yo también quiero”. Al cabo de unas horas se acostó y ya no se levantó más. Hizo dos respiraciones y murió.

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testigos de la verdad

En nuestra sociedad hablar de la muerte es un tabú pero, por otro lado, la violencia está muy presente.

¿A qué se debe esta contradicción?

Ana: En el hospital no dicen cáncer sino enfermedad, ni quimioterapia sino tratamiento. Al enfermo se le cuenta con mucha dificultad lo que realmente tiene. Es una paradoja que se tenga tan presente la muerte y al mismo tiempo no se quiera hablar de ella. La muerte tiene una puerta muy fea, pero una vez traspasada es muy bonita. La gente se queda en la fealdad de la muerte como morbo, y no se atreven a cruzarla. Desconocen la belleza que hay detrás.

¿La vida se aprecia mucho más cuando se acepta la muerte? Ana: Muchísimo más. ¡Se vive más intensamente! Después de más de un año y medio en el hospital, Miguel me dijo: “Mamá, he aprendido a vivir porque ahora un poco de aire en la cara, un rayo de sol, ver los árboles…, ¡tiene tanto valor!”. Decía unas veinte veces al día “te quiero”, se volvió más familiar si cabe, nos ha “obligado” a ser una piña porque todo se celebraba en familia. Ahí empezaron las “juergas familiares”. El más feliz de la casa, sin duda, ha sido Miguel. ¡Disfrutaba con cualquier cosa!

¿Qué se aprende al transitar por el camino del dolor? Ana: El sufrimiento es un maestro. Miguel no era especial, es que ha sufrido mientras ha vivido y eso le ha llevado a una unión íntima con el Señor. En mi caso, el dolor me ha despertado una sensibilidad especial hacia el que sufre

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y a desear ayudarle. No creo que nadie que sufra, aceptando ese dolor, sea indiferente al sufrimiento ajeno. Cada día de la enfermedad de Miguel me ayudaba a apreciar la vida de mis otros siete hijos.

¿Cuesta a veces descifrar la voluntad de Dios? Ana: Primero cuesta descifrarla y, luego, aceptarla. Nosotros no somos dos santos que hemos enterrado a un santo. El Señor nos ha dejado un aguijón de Satanás, como a San Pablo, para que no nos hagamos soberbios.

¿Dios se ha equivocado con Miguel? Ana: Absolutamente no. No es un fanatismo loco; hemos sufrido tanto que se nos desgarraba el alma pero a la vez nos sentíamos reconfortados por la esperanza en la resurrección. Cristo es próximo y amoroso, pero no en blandengue, permite las pruebas. Una noche le dije al Señor: “¡Tienes a tu hijo de veinte años retorcido de dolor. ¿Dónde estás?”. Y me sentí consolada porque me hizo ver que estaba conmigo. La muerte es muerte y aunque resucitada, se sufre, pero la esperanza en la vida eterna hace que no te paralices. Luis: Puede parecer que la muerte de un hijo es el dolor más grande, pero no es así. Todo dolor no aceptado, por pequeño que sea, es tremendamente más doloroso. En todo este tiempo hemos visto la fidelidad de Dios. Miguel ha muerto como quería: tenía miedo de morir ahogado y murió durmiendo y sin estertores; no quería quedarse calvo ni delgado, y abandonó la quimioterapia unos meses antes; le pidió a Dios poderse despedir de todos y se lo concedió… Son pequeños detalles de la fidelidad del Señor.


testigos de la verdad

¿Qué frutos a día de hoy veis de su “pasión” y muerte? Ana: Muchos. Primero, que la familia sigamos unidos. Luego, ha sido un tiempo tan intenso que a cada uno en particular se le ha afianzado la fe y la vocación; al diácono, al seminarista, al fisioterapeuta… Los nietos han tenido un encuentro muy natural con la muerte y eso ha sido un memorial para ellos. El protagonista no era Miguel, éramos todos. Dios nos ha ayudado a no compadecernos de él ni a vivir su enfermedad con neurosis. A la una del mediodía era la hora de la morfina y todavía hoy me sobresalto pensando que se la tengo que dar. Echo en falta el contacto de su piel en mis labios. ¡Le he besado tanto en este último tiempo! Su “te quiero, mamá” ya no está, y me ha dejado un hueco grandísimo. Pero no lloramos con desesperación porque sabemos que está con el Señor.

¿La Virgen os ha ayudado? Ana: Desde muy pequeños siempre les he dicho a mis hijos: “Donde mamá no llega empieza la Virgen”. Los últimos días Miguel dormía pegado a la pared por los dolores y le colocamos un icono de la Virgen del Silencio, a la altura de sus ojos, para que se sintiera acompañado por ella. Pasadas las horas me dijo: “Primera victoria de la Virgen: cuando me han venido las angustias la he abrazado y le he acariciado la cara. Entonces me ha inundado una paz que me he dormido tres horas”. Así estuvo las últimas cinco noches antes de morir. Sé que en el momento en que un alma expira, Jesucristo y la Virgen la recogen y la llevan al Padre. Nada más morir, como dicen que todavía pueden escuchar, me acerqué a su oído y le dije: “Miguel, ya estás de viaje. Estás abrazado a Cristo camino hacia el Padre”.

¿Se puede encontrar descanso en la cruz? Ana: Sí, es más, solo existe descanso en la cruz de Cristo. Por mi carácter le he pedido mucho a la vida y le he dejado poco espacio a Dios; pero en la cruz he visto que está Él. En la enfermedad de Miguel la cruz crecía y crecía, pero él descansaba y descansaba. Me maravillaba ver cómo Miguel se vaciaba cada día de sí para llenarse de Dios. Los tres meses antes de su muerte me los pasé sin salir de casa para nada, y engordé quince kilos. Cuando me lamentaba por mi peso me decía: “Mamá, cada cien gramos que has cogido es una muestra de amor hacia mí. Paséalos con elegancia”.

¿Creéis que Dios ha sido bueno con vosotros? Luis: Buenísimo. Ana: Por supuesto. La fe es la mejor lotería y además es gratis. Sabemos que nuestra misión con Miguel ha acabado cuando lo hemos enterrado con fe. Nos queda la transmisión de la fe a los otros hijos.

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testigos de la verdad

Victoria Serrano

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El mundo obliga callar a las voces discordantes, aquellas que hablan a las claras sin ceder ante lo que la corriente exige. Pero la verdad del Evangelio, por mucho que se le pretenda arrinconar, es como una planta pequeña que se abre paso entre el cemento. Dicen que solo los cristianos convencidos pueden convencer a los demás, por eso en este mundo relativista necesitamos testimonios de fe abiertos y sinceros. Manuel Torres Muñoz (Valladolid, 1970) es un periodista cuya vida interior se transparenta con naturalidad en la exterior. Desde su puesto de subdirector de informativos de Castilla y León en el área de Economía, y con más de veinte años de experiencia en TV, nunca ha ocultado su condición de cristiano. Como profesional de la comunicación, su principal premisa es servir a la verdad con coraje y en consonancia con su fe, aunque esto suponga retratarse ante la concurrencia.


testigos de la verdad

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testigos de la verdad ¿Cómo conociste el amor de Dios en tu vida? Para mí es como el respirar, algo natural que he ido viendo a largo de mi vida en la familia —tengo dos tíos sacerdotes: uno dominico misionero en África y otro vicario general en Salamanca—, en los estudios, en el trabajo, en el matrimonio, etc. Dios siempre me ha cuidado. Cuando estaba estudiando la carrera de Periodismo en la Universidad Pontificia de Salamanca me planteé dejar los estudios por motivos económicos. Un amigo que conocí dando catequesis en la parroquia de San Marcos se plantó con sus padres en mi casa de Valladolid para que me fuera a vivir con ellos gratis. De este modo pude acabar los estudios, y gracias a Dios nunca me ha faltado el trabajo. También he visto que todo lo hace bien, aun en sufrimientos tan grandes como la muerte de un hijo.

¿Cuándo y cómo murió? Era nuestro primer hijo y nació prematuro. Mi mujer rompió aguas y tuvieron que practicarle

una cesárea de urgencia. Aunque el niño no tenía ningún problema en su desarrollo debía estar en la incubadora por su bajo peso. Allí contrajo una infección en la piel que, debido a su sistema inmunológico inmaduro, le provocó la muerte. Nos llamaron del hospital para que fuéramos urgentemente. Cuando llegamos estaba asistido artificialmente para que nos pudiéramos despedir de él —lo que agradecimos mucho a los médicos—, lo bautizamos y murió.

¿Qué te supuso esta muerte tan repentina? La vida de Gonzalo ha sido corta pero fecunda. Para mí su muerte ha sido el descubrimiento del cielo. Lo pasé muy mal por perder a un hijo y por ver a mi mujer sufrir tanto, pero ha dado muchos frutos: desde entonces todo el día tengo presente el cielo, ha reforzado nuestro matrimonio, y a mis tres hijas que han nacido después —Rebeca, Lía y Carolina— les ha permitido descubrir la trascendencia en la vida eterna con mucha naturalidad. Saben que su hermano es un ángel que está en el cielo cuidando de ellas; hablan con él, le piden cosas, vamos al cementerio a llevarle flores

El puesto de trabajo en la sociedad actual es un lugar de misión para cualquier cristiano

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Señor, ¿qué quieres que yo haga? ¿Por qué decidiste ser periodista? ¿Qué te gusta de la profesión? Siempre he tenido mucho interés por estar bien informado, conocer qué ocurre y por qué. También me gusta escribir y contar historias. Comencé en Radio Tordesillas, continué en la televisión local de Valladolid, más tarde y hasta que se cerró estuve en Antena 3 Castilla y León, luego, pasé a Canal 4 Castilla y León, y desde que se le concedió la licencia autonómica a Castilla León TV estoy aquí. Hace cuatro años que coordino la información del área de Economía y Empresas. Después de más de veinte años de profesión he aprendido que lo que le llega a la gente no siempre coincide con lo que realmente es, y no porque se le manipule, sino porque desde fuera se ven las cosas distintas a como se ven desde dentro. El conocer el por qué verdadero de lo que sucede, para así aprender de los errores y evitar caer de nuevo en ellos es lo que me mueve.

¿Qué te supone en tu trabajo definirte cada día como cristiano? He vivido de todo; desde experiencias en las que me han tachado de “ser uno de esos” o criticado por “estar en ese rollo” a otras en las que se me ha respetado. Cuando nos despidieron por el cierre de la empresa recibí fuertes críticas por dejar la justicia en manos de Dios y no querer acusar a nadie. Me tildaron de tonto y encima de insolidario al reprocharme que si yo no me defendía estaba perjudicando a los compañeros. Pero también el no ocultar que soy cristiano tiene sus ventajas, como cuando me mandaron cubrir la canonización de San Juan XXIII y San Juan Pablo II.

¿Es campo de misión tu puesto laboral? El puesto de trabajo en la sociedad actual es un lugar de misión para cualquier cristiano. La fe hace que se enfrente lo que crees y haces con lo que quieren que hagas. En la información económica, por ejemplo, aunque aparentemente no tiene nada que ver con la fe, hay veces que he tenido que decir que yo no estaba de acuerdo con el tratamiento que se le ha dado. La sociedad defiende lo que considera que es bueno para ella y como te salgas de ese carril tienes problemas. Pero el mundo tiene derecho a que se le planteen y cuenten las cosas de otra manera a la que está acostumbrado. Yo soy periodista, pero antes de nada soy cristiano y no me puedo quitar el traje de la fe en el trabajo. Mi misión como cristiano es decir que hay otra manera de vivir diferente a la que impone la sociedad. Por eso no me puedo callar lo que pienso por miedo. Evidentemente tengo unos superiores que deciden en última instancia, pero yo por coherencia con mi fe he de decir lo que pienso y actuar en orden a como soy. No puedo entrar en el juego de todos.

¿Cómo consideras que se trata la información religiosa en los medios? No siempre correctamente. Uno de los problemas es que esta información recae en periodistas que no han recibido la formación adecuada para hablar de ello. Muchas veces el tratamiento de la noticia religiosa no es que sea sesgado, es que no conocen la fe. Es más ignorancia y desconocimiento que malicia. Y encima, el acercamiento se produce a través de los prejuicios instalados en la sociedad. Interpretan algo que desconocen y además transmiten una información desde un prisma cargado de prejuicios.

Como te salgas del carril que defiende la sociedad tienes problemas 21


testigos de la verdad

La verdad os hará libres ¿La gente valora la coherencia entre vida y fe aunque no comparta la opinión La única manera de que respeten lo que uno dice es que vean primero que se vive lo que se cree, que se es consecuente. Yo no puedo decir que amo a Dios y al prójimo si luego me ven dando patadas por debajo, repartiendo puñaladas, mintiendo para defenderme, siendo un materialista… ¡Claro que la coherencia supone una lucha feroz! Pues el demonio me va a tentar con la vanidad, la ambición, la cobardía… Pero el hecho de decir que soy cristiano y que la gente lo sepa me obliga de antemano a comportarme como tal, siendo consciente de que voy a estar en el punto de mira. ¡Me ayuda a tomarme en serio la fe!

Escribes semanalmente una columna de opinión en un diario de Valladolid, ¿qué conlleva diferir de la línea del pensamiento único? En mi columna en “El Día de Valladolid” hablo de Dios, de los políticos, de la educación…, de lo que sea pero siempre a la luz de la fe, pues no voy a analizar el mundo desde otro punto de vista diferente a lo que yo soy. Es importante que los cristianos nos comportemos como tales en las situaciones normales del día a día. No se trata de mojigatería y tampoco de buscar el enfrentamiento directo ni de ir avasallando, pero no podemos dejar de defender nuestra postura por imposición de otros. Cuando la doctrina de la Iglesia no permite esto o lo otro es porque sabe bien que no seguir ese camino trae unas consecuencias. No es prohibir por prohibir. Yo sé que cuando se habla en verdad, ayuda. A veces la gente se sorprende y dice: “Ah, pues no lo había visto así nunca. ¡Es

La única manera de que respeten lo que uno dice es que vean primero que se vive lo que se cree, que se es consecuente

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testigos de la verdad No se trata de buscar el enfrentamiento ni de ir avasallando, pero los cristianos no podemos dejar de defender nuestra postura por imposición de otros

verdad!”. No es que yo vaya a convertir a nadie —eso solo depende de Dios— pero al menos sí puedo mostrar que existe una interpretación diferente a la que el mundo está dando. El poder del demonio muchas veces actúa a través del desconocimiento. Le pone el cliché y así hace que a la gente no le interese descubrir nada más. Simplemente los periodistas católicos mostramos que detrás de ese cliché hay otro mundo, y que si te atreves a descubrirlo tu vida cambiará.

Estando al corriente de los tejemanejes económicos y políticos, ¿has caído alguna vez en la desesperanza y el desánimo? No, porque sé que la historia la lleva Dios y el mal ya ha sido vencido. Si yo tengo la experiencia de que Dios actúa en mi vida siempre para bien, sé que lo mismo hace en la vida conjunta de todos, conozcan a Dios o no lo conozcan. Todo está abocado al cielo y a la vida eterna. Mientras tanto, los acontecimientos a veces se llevan con una sonrisa y a veces cuesta más sonreír… Desde luego hay cosas que me duelen porque

creo que se podrían hacer mucho mejor. Sobre todo en lo referente al espíritu de las personas, es decir, a lo que conforma la esencia del hombre. Y precisamente a veces se forman hombres para la desesperanza. ¿Dónde va a encontrar la esperanza si lo único que se ofrece es el dinero como solución a todo? Se ha cambiado el ser por el tener y se ha desviado a la sociedad del camino de la vida. No se ofrecen caminos de esperanza; de lo único que se habla es que la crisis se puede solucionar. ¡Claro que se arreglará! ¡La humanidad ha salido de situaciones aún más difíciles! Pero la verdadera esperanza es otra; está arriba en el cielo, en la vida eterna.

¿Crees que Dios ha sido bueno contigo? Sí, todo está bien hecho. A veces sufro, me cabreo, tengo malos momentos, pero confío en Dios puesto que Él sabe porqué hace las cosas. Mi experiencia es que si te planteas un modelo de vida pero dejas a Dios actuar, luego descubres que Dios te concede lo que deseas. Eso sí, a su tiempo y a su modo, para que veas que el que lo hace posible es Él y no tú.

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echando las redes

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echando las redes Partimos de la confesión de su llamada, la misión recibida para anunciar el Evangelio a los gentiles y que le llevó a romper todas sus fronteras, no solo las geográficas sino también l as culturales y étnicas; ninguna frontera fue lo suficientemente inexpugnable como para frenar su impulso misionero. “…Cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase a los gentiles… me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco…” (Ga 1,15-17). El apóstol testifica que Dios se fijó en él y le llamó por su gracia. Pablo ha hallado gracia a los ojos de Dios. Esta no es un don estático: lleva consigo la revelación progresiva del misterio del Hijo de Dios. El verbo revelar, en su más genuino sentido, apunta a un manifestar, hacer partícipe a otro, desvelar, un secreto. Por lo tanto, es Dios quien se revela, es decir, quien manifiesta, hace partícipe o desvela a alguien su secreto: ¡su Misterio! En realidad estamos hablando de Dios- Palabra que se confidencia con los suyos abriendo sus oídos interiores, sembrando en sus corazones su Sabiduría, a fin de que puedan anunciar, como pastores que son, “lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman” (1Co 2,9). Juan, en el Prólogo de su Evangelio, nos dice que el Hijo de Dios es la plenitud de la gracia y la verdad (Jn 1,14b). Plenitud que se vierte en nosotros “gracia tras gracia” (Jn 1,16); así es como Pablo fue creciendo como discípulo y como apóstol. “Por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí” (1Co 15,10a).

La misión recibida por Pablo para anunciar el Evangelio a los gentiles le llevó a romper todas las fronteras, no solo geográficas sino también culturales y étnicas

Fuertes en el Señor Esta vivencia de Pablo no es una excepción, sino lo realmente normal en todo discípulo del Señor Jesús. La relación entre gracia y misiónpastoreo en Pablo no fue, en absoluto, algo teórico. Lo suyo fue una relación vital, a veces trágicamente existencial, y que llegó a adquirir tintes dramáticos. Algo que, por otra parte, no nos tiene que extrañar en absoluto: la gracia implica al mismo Dios; le implica llevándole a sostener a sus pastores, fortaleciéndoles, consolándoles y amándoles, ya que no hay pastor ni apóstol sin persecución y odio por parte del mundo. Numerosos son los pasajes en que el apóstol nos hace confidentes de sus sufrimientos a causa del Evangelio que anuncia. Sufrimientos, humillaciones, penalidades de todo tipo, son barreras que se interponen en su actividad misionera. Sin embargo, nuestro amigo puede con todo, evidentemente, no por sí mismo sino fortalecido por su Señor: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4,13). Entre tantas penalidades que acompañan su anuncio evangélico, nos detenemos en un pasaje; en él nos da la impresión de que el apóstol está al límite de sus fuerzas. Sus gemidos al Señor nos estremecen. El hombre, altivo cuando actuaba como doctor —en realidad esclavo— de la Ley, se nos muestra ahora extremadamente vulnerable, necesitado de fuerza y de cariño; está como hundido, se siente abofeteado por Satanás que es quien mueve a sus perseguidores: “… para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría” (2Co 12,7).

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echando las redes Pablo utiliza el término abofetear con la connotación humillante que tenía, tiene y tendrá siempre. Un hombre abofeteado, sobre todo si es en público, es alguien que queda de por vida estigmatizado ante la sociedad y, sobre todo, ante los más cercanos: familia, hijos, amigos, vecinos, etc. Un hombre así abofeteado ya ni es persona, ha sido despojado de su dignidad; en realidad ha llegado a ser lo que se dice un don nadie. A esto quedó reducido el Hijo de Dios inmediatamente después de ser condenado a muerte por el Sanedrín; fue objeto de burlas sin cuento y reiteradamente abofeteado: “Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle, diciendo: Adivina, Cristo. ¿Quién es el que te ha pegado?” (Mt 26,67-68). Así es como se siente Pablo: abofeteado por unos y por otros en público y en privado, por gentiles, por los judíos —su propio pueblo con todo lo que esto significa— y hasta, como él mismo señala, por falsos hermanos. Él, que lo ha sido todo en Jerusalén, se ve reducido a la más absoluta indignidad, como si fuera un apestado. No nos parece que inventemos nada

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si dijéramos que más de una vez tendría la tentación de abandonar la misión, de renunciar a ser la voz que hace resonar la Palabra, en definitiva, renunciar a ser pastor según el corazón de su Maestro y Señor. Solo que, ¿cómo intentar apagar la Voz? Porque esa es la cuestión: que no era su voz sino la del Hijo de Dios la que resonaba atravesando fronteras en búsqueda de hombres que quieran volver a la vida: “En verdad, en verdad digo: llega la hora, ya estamos en ella, en que los muertos oirán la voz de Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán” (Jn 5,25). Además, en el caso más que improbable de que renunciase al anuncio del Evangelio, ¿qué haría con su corazón y su alma, tan irresistiblemente atraídos y enamorados de Jesús, el que le amó hasta el extremo, hasta el punto de entregar su vida por él? “…Y no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a así mismo por mí” (Ga 2,20).


echando las redes

Te presento mi súplica comprendió que su fe y su amor solo podían crecer bajo la gracia:

La misma que hice descender sobre ti y con la que te envié a los gentiles para que, con tu predicación, les abrieses los ojos y se convirtieran de las tinieblas a la luz (Hch 26,118). La misma gracia que se hizo voz y te dijo: “No tengas miedo, sigue hablando, no te calles, porque yo estoy contigo” (Hch 18,9). Así, con estas palabras, le confortó Jesús cuando los judíos de Corinto quisieron obstaculizar su anuncio del Evangelio.

“Por eso me complazco en mis debilidades… pues, cuando estoy débil, entonces soy fuerte”

Pablo se encuentra entre la espada y la pared. Por una parte, está al límite de sus fuerzas; y por la otra, no puede dejar de anunciar lo que a él mismo le da la vida. Está en la misma situación en la que su propio pueblo se encontró al salir de Egipto: con el ejército del faraón a sus espaldas, y por delante el mar Rojo cerrándole el paso (Ex 14). Bien sabe que, así como la salida que se le abrió a Israel fue obra de Dios, el mismo Dios se la abrirá a él. A Él, pues, recurre como única posibilidad de mantener la fidelidad a su llamada. “Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase —el Satanás que le abofeteaba— de mí. Pero él me dijo: Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la debilidad. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo” (2Co 12,8-9). En la cultura de Israel tres es un número simbólico que indica pluralidad. No se está, pues, refiriendo a tres ocasiones concretas, sino a unas súplicas constantes y habituales, como habitual y constante es también la respuesta de Dios. Pablo recurre, ora, gime, suplica al Señor, por quien está recibiendo en las mejillas de su alma las bofetadas ininterrumpidas del odio del mundo. Jesús, su Señor y Maestro, le oye —de hecho había profetizado este odio— (Jn 15,1819); recoge en su espíritu su dolor y consuela su corazón asegurándole: “¡Te basta mi gracia!”.

Así fue cómo Pablo fue comprendiendo que su fe y su amor solo podían crecer bajo la gracia. Gracia que se hace más patente y fuerte cuanto más las fuerzas del mal se confabulan contra él y, por supuesto, contra su misión. Tanto y tan bien lo entendió que nos dejó este legado de incalculable valor para todo aquel que haya sido o sea llamado al pastoreo: “Por eso me complazco en mis debilidades, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2Co 12,10).

Pablo se encuentra entre la espada y la pared: está al límite de sus fuerzas pero no puede dejar de anunciar lo que a él mismo le da la vida 27


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propiedad de la organización del certamen, que se reserva el derecho de poder utilizarlos en alguna de sus publicaciones impresas o digitales, con mención del autor. Los originales no serán devueltos.

s! ¡Ánimo a los jóvenes pintore


educación para la vida

José Antonio Gris Especialista en Psicología Clínica

¿Los celos son una manifestación de amor? En cualquier pareja, la aparición de los celos patológicos es como un virus que puede destruir la relación si no se pone remedio, ya que conducen al que los padece a conductas que nunca hubiera imaginado. La persona con celos

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educación para la vida experimenta sentimientos de duda, tristeza, miedo e ira. Hoy día, los jóvenes, incluso los adolescentes, comienzan antes una relación de pareja y las manifestaciones de amor se exponen en público mucho más que lo hacían nuestros abuelos. Sin embargo, las nuevas tecnologías han propiciado en nuestra sociedad nuevos métodos de celos o de control, haciendo que se den muchas más conductas de posesión y control enfermizo sobre la pareja que antes. Si hace unos años se registraba la ropa o la cartera del hombre o el bolso de la mujer, ahora se espía el móvil, el perfil de Facebook, de Tuenti, la cuenta de Twitter, de Instagram, el correo electrónico, etc.

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educación para la vida Desde el año 2007 se han producido en España 800542 denuncias por malos tratos. En 2013, en España, se presentaron 18594 denuncias por violencia doméstica (entre parientes) y 124894 denuncias en el ámbito de la violencia de género (en la pareja). Mientras se producen 3,9 denuncias sobre violencia doméstica por cada 10000 habitantes, esta cifra se eleva a 26,5 por delitos de violencia de género. Baleares es la comunidad autónoma con más denuncias, con 7,2 en violencia doméstica cada 10000 habitantes y 39,3 sobre la violencia machista.

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Esta violencia ha aumentado mucho entre los adolescentes y jóvenes. Es posible que influyan en las nuevas generaciones también varios factores, como mayor libertad a la hora de salir de noche, viajar, consumo de drogas, etc. Sería difícil ponderar cada uno de los factores que influyen, pero está claro que el tan utilizado doble chek, la última conexión, la posibilidad de controlar la ubicación de los nuevos teléfonos, llamados Smartphones, etc. influye. Muchas personas controlan la actividad on line de su pareja, sobre todo los jóvenes, que dominan las nuevas tecnologías mucho mejor.

n tan ¿Por qué algunas personas so nto a su celosas? ¿Por qué controlan ta nca los pareja?¿Por qué no superan nu persona celos? ¿Tiene alguna culpa la jas se que es celosa? ¿Cuántas pare rompen por culpa de los celos?

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Desgraciadamente, para muchos el amor está unido a una concepción de posesión, control y celos de la pareja. Se auto justifican pensando: “Soy muy celoso o celosa porque te quiero mucho”. Sin embargo, los celos no son signo de amor sino de inseguridad o de problemas de personalidad. Los cuales cada día preocupan más a los expertos porque generan muchas conductas agresivas, de posesión y control, que —aunque se dan en todas las edades— han aumentado mucho más en los adolescentes y jóvenes.


necesidad

de poder

Según los datos más recientes, las redes sociales forman parte del 70% de los usuarios de internet y del 96% de los usuarios entre 14 y 25 años. Según refleja un estudio realizado por el Ministerio de Sanidad, más del 20% de los jóvenes han controlado a su pareja mediante Internet o el teléfono móvil. Según ese mismo estudio, un 15% de las jóvenes universitarias se han sentido condicionadas —que no obligadas— a realizar ciertos tipos de conductas sexuales. Un 12% dice que su pareja la aísla de sus amistades, un 10% ha sufrido un control absoluto (hasta los mínimos detalles), un 8% ha sufrido insultos y amenazas y el 6% ha sido víctima de agresiones o violencia física. Otro estudio, realizado por el Instituto Nacional de Estadística, confirma esta problemática: de las 32.242 mujeres que denunciaron a su pareja el año pasado por recibir malos tratos, el 60% tenía menos de 18 años. Todo esto, sin tener en cuenta que muchas conductas de malos tratos físicos o psicológicos no llegan a denunciarse. Pero, ¿por qué aumentan tanto estas conductas entre los jóvenes? He visto muchos casos en los que la pareja les obliga a darles la clave del móvil, de su correo, de las redes sociales, incluso de las tarjetas de crédito como muestra de amor y de confianza. Así comienza el proceso de control y termina en conflicto. Los casos más complicados van unidos a personas que presentan un trastorno muy claro. El amor no se puede basar en un control excesivo o en una dependencia exagerada; no puede anular la personalidad del otro sino potenciarla en todos los aspectos positivos. En el amor no puede haber posesión sino enriquecimiento de la personalidad del otro. Tiene que desarrollar todo lo positivo que hay en los dos, incluso en lo relativo a la independencia, libertad y respeto.

educación para la vida “Es mi pareja, es la persona que más quiero y tengo derecho a controlar todo lo que hace, con quién habla, a quién mira, qué ropa lleva y a pedirle explicaciones por todo lo que haga desconfiar.” La Organización Mundial de la Salud sostiene que una buena educación eliminaría estas conductas de control machista. En nuestra sociedad, ya se están impartiendo valores de igualdad en el colegio o en la familia, pero no está siendo suficiente. Toda pareja de recién enamorados tiene que saber pasar del enamoramiento romántico al amor con mayúsculas: desarrollar habilidades de comunicación, de asertividad, saber perdonarse, adquirir pautas de convivencia y de respeto, saber aceptar las diferencias o discrepancias del otro, hablar sin irritarse, saber afrontar problemas y no perder nunca la capacidad de comunicación, todo lo contrario, desarrollarla más, procurando siempre enriquecer la personalidad del otro. En el amor de verdad se habla de todo, no se evitan los problemas sino que se afrontan entre los dos, y se perdona.

Debajo de los celos patológicos siempre se da un profundo egoísmo y una inmadurez psicológica. La persona que padece estos celos piensa, aunque no lo diga:

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educación para la vida

Causas y

síntomas

Los celos no solo aparecen en las relaciones de pareja, también son frecuentes entre hermanos, padres, amigos, compañeros de trabajo, etc. Es un problema complejo en el que influyen varios factores. Los celos son una emoción que surge como consecuencia de un exagerado afán de poseer a la pareja de forma exclusiva y enfermiza. Una persona puede tener una historia frecuente de celos en la infancia con los hermanos, en el colegio, con objetos (un coche, una casa, etc.). Los niños pueden tener una actitud celosa hacia sus hermanos u otros niños. No desean compartir el cariño de sus padres, ya que a menudo creen que el amor tiene límites cuantitativos. A veces es uno de los padres el que tiene celos porque piensa que su hijo o hija quiere más al otro padre o madre. Los celos entre padres, cuando es un hijo único, son más frecuentes.

En diversos estudios se ha demostrado que las personas más inseguras, con baja autoestima o con trastornos de personalidad son las más propensas a tener celos patológicos. También influye que una persona haya sentido en la infancia celos de algún hermano o en el colegio. Otro factor importante es que se haya sentido engañado por alguna relación anterior. En estos casos, son conductas aprendidas, derivadas de experiencias anteriores. Un 95 % de estas personas presentaban ira, un 80 % inseguridad, un 65 % tristeza y un 80 % miedo. En todos ellos había alteraciones emocionales importantes. Otros estudios han puesto de manifiesto que la mujer teme más a la infidelidad emocional o psicológica y los hombres temen más la infidelidad física o aventura sexual de su pareja.

cuando una persona tiene celos, se activan las zonas del cerebro relacionadas con las conductas agresivas, como el hipotálamo y la amígdala

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Los celos patológicos llevan a una persona a tener conductas que quizá antes hubiera considerado absurdas: registrar los bolsillos, papeles, tarjetas de crédito, movimientos en la cuenta bancaria, espiar el móvil (llamadas, mensajes, etc.), el correo electrónico, las redes sociales, etc., con lo que cada día su desconfianza es mayor y le puede llevar a conductas violentas. Cuando una persona tiene celos, se activan las zonas del cerebro relacionadas con las conductas agresivas, como el hipotálamo y la amígdala. Los celos patológicos son una enfermedad y producen muchos cambios en la conducta de una persona. Un ataque o locura de celos puede aparecer únicamente porque una persona piensa que le engaña su pareja, pero sin tener ninguna prueba.

la mujer teme más la infidelidad emocional y los hombres la infidelidad física de la pareja

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Tipos más

graves

1. CELOS OBSESIVOS Se caracterizan por la preocupación no delirante acerca de la infidelidad percibida de su pareja. Está obsesionado con el control mental e interpersonal de su pareja o cónyuge. Le obsesionan todos los pequeños detalles y siempre es muy rígido y obstinado. La preocupación puede derivar en comportamientos o actos mentales repetitivos en respuesta a la preocupación por la infidelidad que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del comportamiento. Tiende a interpretar mal muchos pequeños detalles que se van convirtiendo en obsesiones cada vez más intensas, y que ya no las puede controlar. Cuando se agrava, llega a estar todo en día obsesionado con el control de su pareja. Se convierte en la actividad principal de su vida diaria. El obsesivo vive en una ambivalencia constante: es rígido e inflexible, pero a la vez está lleno de dudas y temores. Es perfeccionista al máximo. Le cuesta expresar emociones y comprender a los demás. No tiene empatía con los demás. Les falta flexibilidad y espontaneidad. Todo lo que se salga de la rutina diaria le provoca ansiedad y angustia. Aparentan ser muy educados, pero en realidad son muy autoritarios. Son extremadamente dogmáticos y agresivos. Tienen pensamientos y sentimientos muy contradictorios. Su expresión afectiva es de una persona muy controlada, escrupulosa, reprimida, seria y triste. Siempre aparenta ser muy maduro y disciplinado. No soportan a las personas frívolas o impulsivas. No muestra su propio afecto por miedo a que experimente una gran cantidad de emociones contradictorias e incontrolables, y todo lo reprime. Su mecanismo de defensa es la formación reactiva: reprime sus impulsos indeseables y expresa lo contrario, por ejemplo, formalidad y madurez.

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educación para la vida

2. CELOS PARANOIDES. Sospecha recurrente y sin justificación respecto a la fidelidad del cónyuge o la pareja. El paranoide está convencido que su pareja le engaña con todos. Es muy desconfiado y suspicaz, sospecha de todo y de todos. Se enfada y se irrita con mucha frecuencia. Considera que todos están contra él y todos le engañan. No confía en las personas, y cuando alguien es amable con él, piensa que le está engañando en algo, que tiene un plan oculto. El estado de duda y malestar es tan intenso que llega a provocarle una incapacidad para mantener una vida normal. Se da en él un excesivo afán de posesión y una desconfianza generalizada. Está permanentemente en alerta, vigilando todo. El resentimiento es muy grande, como si sus sospechas fueran todas ciertas. Sus actitudes de rivalidad son constantes. Llega a vivir en un delirio patológico, porque proyecta todas sus desconfianzas en su pareja con una vivencia absoluta de que son reales. Es muy rencoroso, nunca olvida, y reacciona con hostilidad. Espiar a su pareja se convierte en lo más importante. El paranoide siempre está en guardia; en todo percibe alguna amenaza. Odia ser dependiente porque para él es lo mismo que debilidad e inseguridad. Llega a ser provocador y petulante con los demás. Consigue exasperar e irritar con facilidad. Es constante su conducta de desconfianza interpersonal, de resentimiento ya que cree que todos son injustos menos él. Se siente maltratado, amargado y menospreciado. No soporta que alguien haya triunfado en algo, lo considera peor que él. Se ofende con facilidad y desprecia a los demás. Piensa que todos están tramando algo contra él. Es desconfiado en extremo. Llega a conspirar contra los demás, pero con su mecanismo de defensa, la proyección, piensa que los demás conspiran contra él. Nunca percibe sus propios errores porque los proyecta en

los demás en forma de debilidad. Es envidioso, hostil e irascible. Sus actos agresivos impulsivos son cada vez más frecuentes. Rara vez se pone en tratamiento porque hasta el terapeuta es un “espía” de su cónyuge. El paranoide va desarrollando una estructura cognitiva delirante. Si crees que tienes celos patológicos no dejes de ponerte en manos de un profesional para ayudarte o acabarán destruyendo tu noviazgo o matrimonio. Quiero acabar este artículo con las palabras más hermosas que, en mi opinión, se han escrito sobre el amor. Las dirigió San Pablo a la comunidad de Corinto: “El amor es paciente, es servicial, no es envidioso; no es jactancioso, no se engríe; es decoroso, no busca su interés; no se irrita, no toma en cuenta el mal; no se alegra con la injusticia, se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. El amor no acaba nunca ” (1 Cor 13,4-8a).

el celoso obsesivo tiende a interpretar mal pequeños detalles, que se van convirtiendo en obsesiones que no puede controlar el celoso paranoide llega a vivir en un delirio patológico porque está convencido que su pareja le engaña con todos

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educación para la vida

Benigno Blanco Presidente del Foro de la Familia

Parecía que España iba a convertirse en el primer país de la Europa Occidental que iniciara la reversión del aborto, siguiendo así la estela de lo que sucede ya con fuerza en EEUU y en varios países de la Europa excomunista. Parecía que la parte más lúcida de la sociedad , aquella que se movilizó con fuerza en 2009/2010 frente a la ley Aído, había logrado arrastrar tras ella de forma convencida al PP. Parecía que la reforma propuesta por el ministro Gallardón se iba a aprobar mejorándose de esta forma tanto el nivel de protección de la vida del no nacido como el de la mujer embarazada. Y, de repente, de forma brusca y sin explicación lógica alguna se abandona el proyecto mediante una escueta declaración de píe, en una acera, del presidente del Gobierno que dedica a anunciar esta rectificación en treinta segundos. Es muy decepcionante; es frustrante; es, casi, inexplicable. Pero la historia continúa y la lucha por el derecho a la vida también. Siempre dijimos que al día siguiente de aprobarse como ley el proyecto Gallardón empezaríamos a trabajar para que algún día fuese derogado y sustituido por una ley aún más comprometida con la vida y la mujer embarazada. La renuncia de Rajoy a cumplir su compromiso electoral en materia de aborto nos fastidia, pero no cambia nuestro horizonte: toca seguir trabajando por la vida.

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Trabajaremos por la vida con menos apoyo legal e institucional del que tendríamos de haberse aprobado el anteproyecto de ley de Gallardón, pero sustancialmente lo haremos como lo haríamos si esa nueva ley hubiese sido aprobada. Los frentes de actuación son los de siempre: promover una mejor información sobre el niño no nacido para hacerlo más visible y amable; crear y fortalecer estructuras de apoyo a la mujer embarazada para acompañarla en su derecho a ser madre y actuar sobre la inteligencia y la conciencia de nuestros contemporáneos para recrear ahí la cultura de la vida.


educación para la vida

Cada vida importa El 17-O de 2009 nos manifestamos en las calles de Madrid más de un millón de personas para rechazar el proyecto de la que hoy conocemos como “ley Aido” del aborto, es decir, la ley que ahora el presidente del Gobierno renuncia a cambiar. No se nos hizo caso y aquel proyecto se convirtió en ley y nosotros seguimos trabajando por la vida y la mujer. Ahora tampoco se nos hace caso y la ley seguirá en vigor y nosotros seguiremos trabajando por la vida y la embarazada como lo hicimos bajo la ley del 85, bajo la ley del 2010 y lo hubiésemos hecho bajo la ley del 2014 si no hubiese sido abortada. Aquel 17-O del 2009 tuve el honor de dirigirme al final de la manifestación a todos los defensores de la vida que se habían concentrado en Madrid bajo el lema “Cada vida importa”. Creo que no está de más recordar algunas de las cosas que pude decir en aquella inmensa concentración:

“Muchas gracias por vuestra presencia hoy en las calles de Madrid para hacer llegar a todo el mundo el mensaje de que el debate sobre el aborto, no solo no está cerrado, sino que somos millones de personas las que nos comprometemos a no darlo por cerrado hasta que no haya ningún aborto. La presencia de cada uno de nosotros en esta manifestación es un compromiso personal y colectivo de lucha por la vida y la mujer que hoy alcanza un punto de madurez tras años de trabajo en la oscuridad y que no se va a detener hasta que las leyes, las políticas públicas y los comportamientos privados traten con el respeto que se merecen al niño que va a nacer y a su madre”. Hoy, tras la frustración generada en nosotros por la renuncia del PP a eliminar la “ley Aído”, es bueno reformular de nuevo cada uno aquel compromiso público: seguimos disponibles para defender la vida hagan lo que hagan los políticos.

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educación para la vida Un poco más adelante, dirigiéndome a los manifestantes formulé un compromiso que hoy vuelvo a hacer mío y propongo a mis lectores que compartan. Dije en aquella ocsión: “Esta manifestación no acaba ahora, cuando dentro de unos minutos se cierre este acto, sino que: -- continuará en un compromiso de todos y cada uno de nosotros de enseñar y mostrar una y otra vez al niño no nacido como el ser humano que es, hasta que se incorpore a la visión de la vida de todos nuestros conciudadanos esta evidencia científica. --continuará con el compromiso personal de todos nosotros de hablar bien de la VIDA, de la MATERNIDAD y de la MUJER embarazada en todas las ocasiones que se nos presenten en la vida social. --continuará con la asunción por cada uno de nosotros de la responsabilidad de preocuparnos y ocuparnos de cualquier mujer embarazada que en nuestro entorno pase por situaciones problemáticas o conflictivas para que NINGUNA SE SIENTA SOLA,

PARA QUE NINGUNA ESTE ABANDONADA Y PARA QUE NINGUNA SE VEA ABOCADA AL ABORTO. Queremos específicamente hacer llegar a las mujeres que todos nosotros, todos los que estamos hoy en las calles de Madrid, estamos a su disposición para lo que necesiten. Nosotros no las vamos a abandonar como hacen las leyes injustas que permiten o facilitan el aborto, es decir leyes como la ahora vigente en España(...). Todos los aquí presentes expresamos un compromiso público con la defensa de la vida del que va a nacer y con el apoyo solidario a la mujer embarazada, compromiso que vamos a llevar hecho vida a todos los rincones de España”. En estas palabras había todo un programa de lucha por la defensa de la vida que creo está plenamente en vigor como líneas maestras del esfuerzo personal y colectivo para recrear la cultura de la vida, que es uno de los grandes retos de nuestra época que apela a la conciencia responsable de toda persona preocupada por mejorar el mundo en que vivimos.

Por encima de la ley La sociedad civil, es decir, cada uno de nosotros, debe asumir la responsabilidad que de momento los gobernantes han decidido abandonar. Deberíamos poder contar con el apoyo de los gobernantes en este trabajo, pues es una grave responsabilidad moral de ellos ayudar desde el poder a construir

una sociedad justa que erradique la plaga del aborto. Pero si ellos, los gobernantes, renuncian a hacerlo, no por eso nosotros vamos a abandonar esta noble causa. De todos modos, conviene que recordemos a los políticos lo que les dijimos aquel 17-O porque seguimos pidiéndoles lo mismo:

la lucha por la defensa de la vida es larga, como lo ha sido la lucha por la abolición de la esclavitud, la tortura y tantas otras lacras de la historia de la humanidad 40


“A los políticos, parlamentarios y gobernantes, a los que hoy gobiernan y a los que están en la oposición, les decimos: el derecho a la vida es demasiado importante. Tenéis que protegerlo. Una sociedad sana y humana no puede convivir con una ley permisiva del aborto, ni con la actual ni con la anunciada ni con ninguna. Os pedimos que escuchéis el clamor de la calle y defendáis la vida y a la mujer sin componendas ni temores de ningún tipo. La sociedad sabrá recompensaros en la medida que seáis leales a estos valores”. Concluía aquella intervención del 17-O con unas palabras que ahora, el 22 N, se convierten de nuevo en realidad: “Por último, me permito anunciar —en vuestro nombre— a la sociedad española que seguiremos movilizándonos cuantas veces sean necesarias y por todos los medios que sean pertinentes para que siga haciéndose visible esta mayoría hasta ahora silenciosa de personas comprometidas a superar el gran drama de nuestra época: la legitimación social y publica del aborto”.

La lucha por la defensa de la vida es larga y exige continuidad en el tiempo, como lo exigió la lucha por la abolición de la esclavitud, la tortura y tantas otras lacras de la historia de la humanidad. En ocasiones y sitios determinados parecerá que avanzamos; en otros momentos y pueblos parecerá que retrocedemos. Así sucede con todas las grandes causas. Es una batalla universal porque la cultura de la muerte, hija del relativismo deshumanizador, es el gran problema de nuestra época y la banalización del aborto es en estos momentos históricos su más terrible fruto. Por vivir hoy nos toca a nosotros hacernos cargo de la responsabilidad de sacar adelante la cultura de la vida sin desánimos ni desalientos, acompáñennos los gobernantes o no.

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educación para la vida

Jesús Esteban Barranco

La editorial de esta revista ha sido siempre muy sensible al tema del aborto y a los problemas planteados sobre una cuestión tan delicada y profunda. De hecho, yo mismo escribí en marzo de 2008 un artículo titulado «Aborto no, gracias», publicado después en el número 13 de la revista Buenanueva (noviembre-diciembre de 2008), págs. 30-34. Ocurre ahora que se ha retirado el «Anteproyecto de Ley para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada», con el que se pretendía llegar a una nueva Ley sobre el aborto, dejando atrás la perniciosa Ley Aído, tal como constaba en el programa del Partito Popular antes de las últimas elecciones. Esto ha sido objeto de muchos comentarios, por todas las partes y partidos políticos: uno se han felicitado porque no ha seguido adelante ese Anteproyecto de Ley, y otros han reprochado al Gobierno por incumplimiento de sus promesas electorales. Recordemos brevemente cómo están las cosas: La primera ley del aborto (la Ley Orgánica 9/1985 de reforma del artículo 417 bis del Código Penal) lo despenalizó en tres supuestos: en cualquier momento si existe «un grave peligro para la vida o la salud física o psíquica de la embarazada»; en las 12 primeras semanas en caso de violación; y dentro de las 22 semanas si el feto va a nacer con «graves taras físicas o psíquicas». El Gobierno socialista anterior aprobó una nueva ley del aborto que es la que aún está vigente: la Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, que permite el aborto libre en las 14 primeras semanas; dentro de las 22 semanas si existe «grave riesgo para la vida o salud de la embarazada» o «riesgo de graves anomalías en el feto»; y en cualquier momento si se detectan «anomalías fetales incompatibles con la vida (...) o cuando se detecte en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable».

con el aborto, no solo invado los derechos del otro sino que lo aniquilo sin más, como si se tratara de una verruguilla 42

Ya en 1985 el aprobar aquellos plazos supuso un gol por la escuadra para la Iglesia española: ciertamente era un grito social que había que despenalizar el aborto —si una madre soltera merece el elogio del Papa por el sufrimiento que conlleva dar a luz a un hijo, sin haber abortado, la Iglesia se comportará como enfermería para curar a quienes han abortado—; pero se abrieron varias escotillas por las que entraba agua en el casco del barco: en el fondo se permitía el aborto en ciertos casos. La Ley Aído agravó la situación, y ya fueron varios los torpedos que causaron grandes brechas en la línea de flotación. Con el Anteproyecto de Ley recientemente retirado se pretendía taponar los boquetes más desmedidos, aun quedando algunos agujeros por los que seguiría entrando agua… Al «abortar» ese Anteproyecto nos quedamos, de momento, como estábamos. A ello ha contribuido el ruido orquestado por todas las facciones abortistas «porque se atentaba contra la libertad de la mujer», un argumento falaz en su raíz, pero cuyo ruido en la calle y en los medios ha jugado su carta vencedora de la partida. El caso estrambótico de las Femen ya tocaba el absurdo abogando por el aborto como un derecho o algo sagrado, alcanzando así el culmen de la arrogancia junto con la cúspide de la estulticia.


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Non occides, no matarás Aparte de que no se tiene en pie ese concepto absoluto de libertad, estamos hartos de argüir diciendo que la libertad de uno termina donde empieza la de otro. Si uno estuviera solo, nadie le pondría coto para extender sus sembrados varias hectáreas a derecha e izquierda, o llevar sus ovejas a pastar en el valle de unos kilómetros más allá; pero si cerca de ese uno vive otro, que también tiene sus campos y sus ovejas, no se puede invadir las tierras de otro y, mucho menos, quitarlo de en medio para que no proteste. Solo que en el caso del aborto, la protesta del otro es mucho más grave, por ser silenciosa y porque no se puede defender: no solo invado sus derechos, sino que lo aniquilo sin más, como si se tratara de una verruguilla que le ha salido a la mujer y la elimina quirúrgicamente: hay una hipocresía subterránea de proporciones monumentales, como si hubiera que elegir entre tomarse un veneno de golpe o poco a poco, que no deja de ser una falsa elección, que hurta frontalmente con el «non occides», no matarás. De un plumazo hemos pisoteado y nos hemos cargado la dignidad del nasciturus, equiparable al cien por cien con la dignidad de todo ser humano. Tal vez se pensaba que, después de Mandela en Sudáfrica y de Luther King en los Estados Unidos, ya se había superado definitivamente la esclavitud; pero no, cada uno de nosotros tiene un montón de pequeñas o grandes esclavitudes que desmienten en su raíz la soflama de quienes utópicamente defienden una libertad omnímoda. ¿Faltó suficiente valentía por parte de la Iglesia española para haber declarado ya entonces, 1985, «aborto cero»? De hecho, esto mismo se lo han echado en cara a la Iglesia cada vez que se oponía a las nuevas leyes o situaciones abortistas. Y puesto que más vale tarde que nunca, debe quedar claro para un creyente que no se admite un poquito de aborto en algunas circunstancias…, que la tolerancia con el aborto es tolerancia cero y que se dice «sí» a la vida, porque nadie es libre ni siquiera para dársela a uno mismo y menos para quitársela a otro: ¿Acaso alguien ha elegido cuándo nacer, dónde nacer, por qué nacer…? ¿Y cómo te atreves a decidir por otro, afirmando que ya no debe vivir? A partir de mañana, quien me caiga gordo, podré eliminarlo, ¿no? Volvemos a al puro nazismo, quedando abiertas todas las puertas para suprimir a quien políticamente parezca correcto, por motivos casi siempre económicos: un anciano ya no es productivo para la sociedad y un feto es una carga inaguantable, sobre todo si viene con alguna tara; o ese pueblo o esa gente no participa de mis ideas políticas y debo suprimirlo…

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Comer del fruto prohibido provoca la muerte Y las mujeres que proclaman que se atenta contra su libertad si no las dejan abortar, ¿saben lo que es la verdadera libertad? Lo dudo, pero sí sé que saben lo que es ser esclavas de un montón de situaciones de cada día, muy condicionados por numerosas cadenas, ligaduras o ataduras. Se reactiva así el engaño original de querer ser como dioses, es decir, organizar autárquicamente mi vida, pues yo soy quien decide lo que es el bien y el mal, sin que nadie venga a impedirme extender mis sembrados más allá de donde me corresponde o llevar mi ovejas a pastos ajenos… El demonio sigue saliéndose con la suya, en estos y muchos casos, siendo el «homicida desde el principio» (Jn 8,44) y el «padre de toda mentira» (Jn 8,45). Y son muchas de esas mujeres que han abortado las que durante toda su vida padecerán el síndrome posaborto, experimentando lentamente la muerte que ellas mismas procuraron de golpe al hijo de sus entrañas; porque comer del fruto prohibido provoca la muerte (Gén 3,3). Quienes abortan, lo sepan o no, o no quieran saberlo, no dejan de ser víctimas de Satanás, que tiene sometido al hombre, e ignoran, aunque lo experimentan, que Jesucristo, mediante su propia muerte, aniquiló «al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos» (Heb 2,15-16).

quienes abortan, lo sepan o no, son víctimas de Satanás, «homicida desde el principio» y «padre de toda mentira»

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Con independencia de todos estos razonamientos, asisto perplejo a una entrevista a un personaje muy ilustre del partido en el Gobierno, que, en síntesis, viene a decir que el Anteproyecto de Ley retirado estaba en buena sintonía con la cultura del mundo actual, en nuestro propio contexto. Resulta así que la cultura sería el criterio políticamente correcto para decisiones de este nivel tan alto o de este calado tan profundo, dejando la moral y la ética en un plano lejano y ajeno a nuestras vidas; con lo cual volvemos a descubrir las sopas de ajo, poniendo como bueno lo que la cultura del momento dictamine. Y, si encima, lo envolvemos con el sacrosanto ropaje de la democracia, nos creemos que hemos puesto una pica en Flandes, como si el número de votos coincidente fuese criterio de verdad y de bien. La democracia puede ser una sistema político muy bueno y, para algunos, el menos malo; pero, en todo caso, también tiene esa oculta vía de agua, por la cual se cuelan productos de alcantarilla, muchas veces solapados o so capa de igualdad de trato, cuando lo que se esconde debajo es una dictadura o manipulación de las vidas de los ciudadanos. Si por cultura entendemos —ya alguien en 1952 compiló más de ciento sesenta definiciones de cultura— ese conglomerado de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo en los diversos campos (artístico, científico, industrial…), en una época o grupo social, podemos tener dos vertientes de signo ético-moral opuestas: si ese conglomerado está al servicio de la verdad y del bien, estamos en la vertiente positiva; pero si lo que manda es el número de votos, y no la calidad


educación para la vida eliminar el feto en algunos casos puede que hasta lo pida el bien común, que será muy común pero nunca será bien

objetiva de las cosas, ¿por qué no podemos volver a la EpC (Educación para la Ciudadanía), a la administración libre de la eutanasia, a la prostitución, a los matrimonios homosexuales, al tráfico de armas, etc.? Nada extraño, pues, que en semejante contexto se piense que una Ley sobre el aborto, con licencia para eliminar el feto en algunos casos, sea concorde con esa «cultura». Y puede que eso hasta lo pida el bien común, que será muy común, pero nunca será bien.

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César Allende García

«No te alegres por mi causa, enemiga mia, pues si caí me levantaré; si vivo en tinieblas, el Señor es mi luz. Me hará salir a la luz y veré su justicia. Cuando lo vea mi enemiga se cubrirá de verguenza» (Mq 7, 8ss). Este texto de Miqueas guiará la meditación sobre la muerte cristiana del presente articulo. Y para “situar” con claridad, tanto conceptual como emotivamente, el punto exacto de dicha reflexión en el lugar que le es conveniente, hay que completar a Miqueas con otras palabras de la Escritura llenas de “gracia y verdad”; dice el salmo 143 (v. 9.11): «Líbrame, Señor, del enemigo, que me refugio en tí (...) por tu nombre, Señor, consérvame vivo». En el v 3: «El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro, me confina a las tinieblas como a los muertos ya olvidados». Lucas (Lc 1,70.71.79) trae al tiempo de las Promesas cumplidas: «como había [Dios] prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas que nos salvaría de nuestros enemigos (...) a fin de iluminar a los que se hallan sentados en tinieblas y sombras de muerte».

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La vida es —entre otras definiciones que ha merecido— una milicia, como nos ha enseñado el libro de Job; una competición en el estadio para la que hay que estar bien entrenado; o un pujilato en el que los golpes no pueden darse al aire, sino al contrincante: también esto lo hemos aprendido de Pablo. Es un enemigo que compite con nosotros; no es un nuevo adversario que respeta legalmente las reglas del juego, presentándose honestamente al cuerpo a cuerpo. ¡Qué va! Es ladino, artero, astuto, marrullero y traicionero. No hay forma de fijarlo para atacarlo..., y derrotarlo. Al revés: nos busca los puntos débiles, agranda nuestra fatiga, cambia a su conveniencia la estrategia, nos mete el pulgar en los ojos, etc.

La experiencia de S. Pablo nos sirve a nosotros: nuestra lucha no es contra la carne y la sangre sino contra las potencias del Mal, de este mundo tenebroso, contra el Diablo que nos acecha desde el aire (cfr Ef 6,10-12). Entonces, ¿qué podemos hacer? Pues dos cosas: la primera, tomar muy en serio al Apóstol: «fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios: la Verdad, la Justicia como coraza, los pies calzados con el Evangelio de la paz, embrazando el escudo de la Fe, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, siempre en oración... velando juntos con perseverancia...» (Ef 6,10-18). Y la segunda, haciendo caso a Pablo, blandir esta Palabra de Jesús, dándole crédito absoluto: «Ved que os he dado potestad de caminar sobre serpientes y escorpiones y contra toda la potencia del enemigo» (Lc 10,19).

Desierto poblado de aullidos Lucas, el Evangelista que es conocido con el apelativo de “escribiente de la mansedumbre de Cristo” —cosa que es evidente en todo su Evangelio, y en los Hechos— utiliza en este caso una palabra que tiene un sentido adjetival (derivado de un verbo de extraordinaria fuerza): “ejzrou”, “de quien detesta”, “de quien odia”. No es un enemigo cualquiera: no tiene con nosotros una rivalidad u hostilidad corriente. Lucas, tan dado a poner en las palabras y actitudes de Jesús la comprensión, la misericordia y la ternura, esta vez no lo hace. El enemigo este nos odia, nos detesta, hasta el punto que lo que le define es ser “el que nos odia, nos aborrece, nos detesta, hasta la muerte”. Este es el punto: “hasta la muerte”. A esto nos enfrenta el enemigo que nos hace la guerra. No hay cuartel, no hay tregua, no hay componendas, no hay nada que pactar ni negociar. Uno de los dos tiene que morir; el caso es tan extremo, que a

este (iba a decir “enemigo”, pero mejor seguir con la traducción fuerte) “que nos aborrece”, más que su victoria le interesa nuestra derrota. Porque no puede saborear su triunfo, no le cabe satisfacción alguna en ganarnos, pero sí desahoga su odio en nuestro vencimiento y acabamiento. A él no le importa (maravillosa explicación, por parte del Señor) recoger una buena cosecha; le importa que la cizaña ahogue el buen trigo y el Señor del Reino se quede sin qué llevar a sus graneros.

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si hoy escuchaís su voz Esta cizaña es la muerte con que se infecta la vida y se hace imposible para nosotros. Siempre presente en nuestras ilusiones y anhelos legítimos de crecimiento, de desarrollo y de felicidad, atrapa y comprime el impulso a la vida que Dios puso en nosotros hasta sofocarlo y forzarnos a una alocada aventura de frustración personal y colectiva, que está en el origen de los horrores que desde siempre han asolado la tierra, y que hoy la tienen convertida en un “desierto poblado de aullidos”, como dice la Escritura. Esta comprensión del tiempo es lo que impulsó a Fernández de Andrada a escribir: «¿Qué es nuestra vida más que un breve día do apenas sale sol, cuando se pierde en las tinieblas de la noche fría?» (“Epístola moral a Fabio”). La malicia de la muerte como derrota está en que anula las ganas de vivir de verdad e impele a la locura de “matar” a los demás. Una mirada a nuestro mundo hodierno convence

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fácilmente del drama al que nos enfrentamos: la alternancia dia-noche, que el poeta indicaba antes, es la expresión de este antagonismo o guerra entre el bien y el mal en su más hondo y trascendente sentido. Es cierto que el hombre, con la cultura y la civilización, ha pretendido rebajar el dramatismo y domeñar sus frustraciones y desesperanzas, hasta el punto, incluso, de inventar una torre-fortaleza en que parapetarse y buscar refugio. Pero el enemigo aulla (brama en otro momentos) incansable fuera, dando vueltas y vueltas en torno, buscando a quien destrozar (1Pe 5,8). El Estado del bienestar, que es solo para una parte de la humanidad, no puede ser la “casa fuerte” cerrada a cal y canto frente al dolor, el sufrimiento y la desesperación de tantos otros que han quedado fuera. De hecho, ya hoy no lo es: tiene grietas enormes que le han abierto sus propias contradiciones internas y las embestidas de los desesperados.


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Se niega la vida, se rebaja la muerte

La mayor contradicción interna es la “utopía secular” con que diseñamos los planos de esta casa. Para la utopía secular-laicista el humanismo “auténtico” no viene ya del cielo, no puede llegarnos de arriba, porque las puertas y ventanas están tan solo pintadas en los muros; a lo sumo hemos dejado unos vanos en las paredes interiores desde los que posarnos unos a otros imágenes y sonidos de lo que ocurre “en la habitación de al lado”, bueno o malo. Pero, claro: para creerse esto hace falta mucha más fe que la exigida por la religión; al menos una fe mucho menos humanizadora y liberadora que la cristiana. Cada vez es más evidente que no sirve el consuelo-señuelo de que “el progreso todo lo puede” (primer artículo del credo transhumano, heredado de la modernidad), ni la redentora afirmación (dogma esencial de la nueva fe) de que el individuo sacrificado se salva y redime en la pervivencia resultante de su personal inmersión en lo social- político. Desde esta ideología, se dice, podría el ser humano alcanzar la “vida que no acaba”, navegando, como gota en el infinito mar del colectivo transpersonal, y desde allí (puesto “en tela de juicio” mucho más de lo que, seguramente, Heidegger admitiría) bregar, luchar la vida esta y... ¡morir! Este secularismo está viciado en su raíz, y por eso es tan estéril en sus ramas. Al mismo tiempo hay que subrayar con fuerza que a su lado la gracia de Dios está produciendo frutos extraordinarios de santidad y regeneración social. De este modo hemos llegado a un punto de difícil (de imposible) solución: la resolución del dilema, no ya la existencia de Dios y la existencia del Mal, sino de cómo vivir de veras, si se nos escamotea la muerta en su valencia más relevante, desfigurándola, pretendiendo rebajar su “tono” vital (¡magnífica paradoja!) al vanalizarla, y recluyéndola en los márgenes y periferias, y se niega la vida con gestos y voces espasmódicos que recorren calles y plazas de la ciudad global.

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si hoy escuchaís su voz

El miedo responsabilidad adulta Un ejemplo claro es el del aborto (al lado de otros: violencia, crimen organizado, drogadicción, etc.). El panorama es complejo —y, desde luego, nadie pretende el parangón entre unos males y otros. Pienso que la vida es tachada, raspada o disuelta de mil modos diferentes: esta maravilla del vivir se pretende concretar y realizar por medio de aberrantes deformaciones de la conciencia personal (cautiva de slóganes y dicho mediáticos) y de la social y pública que es la Ley (no dependiente de aditivo alguno; tampoco del de “democraticamente vinculante”). El secularismo ateo ha elevado lo irracional a categoria de derecho y lo ha sentado en el trono del relativismo y la arbitrariedad. Vemos cómo pasea “bajo palio” a sus pontífices, los ideólogos que perjeñan la opinión pública, el palio de las pancartas que ostentan procesionalmente en calles y plazas. Esta “nueva liturgia”, hecha expectáculo, nos sugiere una primera reflexión: ¿qué oculta el argumento publicitario y “hacia la calle” del abortismo? Yo creo que varias cosas: en primer lugar, un impulso profundo y plenamente humano que se bocea fuertemente en los espacios institucionales (Parlamentos, Senados, Congresos, etc) y sociales comunes, revelando el miedo a la responsabilidad adulta, que poco tiene que ver con la edad convencionalmente marcada como “mayoría de edad”, y a los problemas y sufrimientos de toda índole que conlleva un embarazo no deseado. En segundo término, una falacia, una torcedura de la razón y del recto sentido de la realidad: oponer el derecho de la mujer a decidir por sí misma (¡faltaría más!) al del feto por nacer, “nasciturus”, (¡faltaría menos!). ¿Cómo no nos damos cuenta de que es prefabricado y artificioso este conflicto de derechos? La mujer y el niño no nacido tienen derecho a la vida, cada uno en su rango. Y ambos, son compatibles perfectamente, porque la vida es el sustrato común que los legitima y les empuja a potenciarse mutuamente. Negar la vida empequeñece hasta borrar y suprimir la condición de mujer “en situación embarazosa”. La maternidad llevada a término, asumiendo dificultades y sufrimientos, que a veces son heróicos, da a la feminidad una dimensión y plenitud de humanidad que ninguna ley ni ideología alguna pueden aportarle.

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El derecho a decidir se cumple acogiendo y desarrollando la vida del ser que crece en la madre y de ella, y que al mismo tiempo es plenamente autónomo en su dependencia. La palabra “hijo” señala, al mismo tiempo que la perfecta conciliación entre ambos derechos, las diferencias entre un mero feto y una persona que clama — silenciosamente— por nacer, por vivir.


si hoy escuchaís su voz

Dios ama al mundo y ha apostado fuerte dándole a su Hijo; en la victoria de Jesús tenemos el ánimo y la esperanza

La muerte no es una derrota de la vida Una segunda reflexión nos la ofrece un breve texto de Pablo a los Colosenses (2,8): la vuelta a los elementos del mundo con un viejo esquema de vana y falaz filosofía inspirada en tradiciones humanas. La vanalidad y el engaño residen en una preintención postulada como principio y origen de todo el desarollo posterior y de sus conclusiones: la negación del matrimonio, llevándose por delante la familia como soporte de amor relacional que toda persona necesita sustancialmente, ya como hombre, ya como mujer. De este modo, las prácticas abortistas y otras que confunden procreación con fabricación y manipulación de la vida humana son las consecuiencas del dogmatismo reduccionista del ser humano a un mero objeto manipulable. Pablo no niega la filosofía, todo lo contrario: recoge la pretensión cristiana de los comienzos de fundamentar la existencia del ser humano en la libertad (“no os dejéis esclavizar por vanas falacias”, Col 2,8) de la Sabidutría de Dios, Jesucristo, único fundamento que puede ponerse; mejor aún: que ya está puesto (1Co 3,11). La legitimación de este planteamiento cristiano está en el testimonio de vida real que ofrece la familia cristiana estructurada sobre el matrimonio conforme al plan creado por Dios, y convertido en sacramento y signo de la relación orgánica y vital de amor entre Dios y el hombre. Solo desde la mala fe puede tergiversarse Efesios 5, 21-23 de la forma tan burda como se ha hecho a veces.

La muerte no es una derrota de la vida. La victoria cae del lado de esta última al incorporarnos a Cristo resucitado, y llevando la alegría al último extremo de la aflicción y del dolor humanos. La vida la hemos de vivir en la angostura de un mundo en que se mezclan lo bueno y lo malo, los buenos y los malos, el pecado y la gracia. Pero Dios ama al mundo y ha apostado fuerte dándole a su Hijo (Jn 3,16). En la victoria de Jesús sobre el mundo tenemos nosotros el ánimo y la esperanza cierta de que «... nuestros ojos llegarán a ver a nuestra enemiga convertida en lugar pisoteado como barro de la calle» (Mq 7,10). Al lado de la Cruz, la Mujer que pisoteó la cabeza de esta enemiga reza con nosotros al Señor los versos del poeta en la oración de alabanza de la mañana: «... llévame, Señor, contigo... (Porque) más que a la muerte, temo, Señor, tu partida y quiero perder la vida mil veces más que perderte» (Himno de Laudes. Miercoles II) Virgen María..., Amén.

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Francisco Lerdo de Tejada Capellán Universidad CEU-Montepríncipe

Matar a una persona, cortar el cordón umbilical, destruir la vida…, expresiones como estas deberían entrar en cauce racional y dejar sencillamente de existir. Si así fuera existirían más personas, más sujetos a quienes amar.

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La decisión es algo que el ser humano necesita para comprometer la vida en el valor. Pero hay decisiones que, dado el tema sobre el que versan, no son tales sino más bien actos que denigran el valor. Decidimos comprar o no comprar. Decidimos comprar un coche blanco o negro. Decidimos comprar un libro por la tarde o ir al cine a esa misma hora. Conceptualizando, y siguiendo la terminología tradicional, diríamos que decidimos poner un acto o no ponerlo; poner un acto o su contrario; o poner un acto u otro distinto. En cualquiera de las tres opciones, para que sean verdaderamente humanas han de estar al servicio de la persona, si no estaríamos ante actos realizado por hombres que no resultan humanos. La decisión entre el bien y el mal la realizan los hombres pero solo son humanas si el resultado de la misma es el bien. Un acto de hombre por el que se elige el mal no resulta humano, por muy de ser humano que sea. Optar por odiar vitaliciamente en vez de amar perpetuamente es un acto de hombre, no humano. La decisión de matar a infantes, a niños, a fetos, procediendo de hombres no es humana porque atenta contra su dignidad personal. Lo humano siempre es vital. En una sana filosofía la vida siempre es mejor que la muerte, amar que odiar, construir que destruir, la salud que la enfermedad, estar bien educados que carecer del mínimo aceptable para un suficiente social.

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al bien

cauce de vida

Abogamos pues por una conexión esencial entre la decisión y el bien. Decidir ha de ser en este caso servir al valor, a la verdad. Decidir el mal es matar el ser en alguna parcela de la realidad. La decisión según la estamos presentado es la posibilidad de actuar el bien, de darle vida, forma concreta. Para Miguel Ángel Buonarroti cincelar era sacar del mármol lo que ya estaba creado: “Vi un ángel en el mármol y tallé hasta que lo puse en libertad (…) En cada bloque de mármol veo una estatua tan clara como si se pusiera delante de mí, en forma y acabado de actitud y acción. Solo tengo que labrar fuera de las paredes rugosas que aprisionan la aparición preciosa para revelar a los otros ojos como los ve con los míos (…) ¿Cómo puedo hacer una escultura? Simplemente retirando del mármol todo lo que no es necesario”. Decidir destruir el mármol por vandalismo es hacer un acto malo, imposibilitar el nacimiento de algo valioso o útil. La trampa de la decisión es pensar que puedo elegir entre el bien y el mal. Considero que la decisión es la capacidad y el coraje digamos, para optar por el bien y darle consistencia real, darle cauce de vida. Son bien conocidas las tesis existencialistas ateas donde se cuecen pesimismos antropológicos, contrasentidos camuflados o manifiestos. Ir al médico para caprichosamente estropearse, mutilarse, deteriorarse es algo que el hombre puede hacer pero que no resulta humano, ataca a la realidad persona.

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En el fondo de todo lo que venimos diciendo laten dos concepciones distintas de la libertad: la de Guillermo de Ockham y la de Santo Tomás de Aquino. La primera defiende un tipo de libertad sin conexión alguna con el ser. Matar sería algo precioso si Dios lo incluyera en el Decálogo del Sinaí, robar sería meritorio y la impureza sería laudable, digna de encomio. Es cuestión de la decisión arbitraria de Dios. Dios por ser Dios puede decidir lo que le venga en gana. Para Santo Tomás de Aquino, precisamente Dios por ser Dios puede decidir lo que le compete como Dios. La libertad en Ockcam podría ir contra la esencia; la escuela tomista, en cambio, propugna una libertad que es tanto más libre cuando más se esclaviza al bien, a la verdad, a la vida. En esta concepción Dios nunca mandaría matar por capricho o hacer que el mismo asesinato fuera, si Él quisiera, un acto digno, ejemplar, plausible, por la sencilla razón de que Dios no puede actuar en contra de su esencia, que es la misma Bondad y Vida, Amor personal de Tres. Por la misma razón, Dios no puede hacer que un círculo sea cuadrado a la vez porque esto va contra la esencia misma de la figura geométrica, contra la realidad de la verdad. Matar en sí mismo no es bueno, no por conceso ni decisión sino porque la vida es así, vida. Dios manda no matar porque previamente se entiende la vida como un valor. Por tanto: porque matar es malo es por lo que Dios prohíbe hacerlo (Santo Tomás de Aquino) y no porque Dios decide prohibir matar es por lo que resulta que matar es malo (Guillermo de Ockham).


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nadie tiene el derecho a decidir sobre la vida de los demás, sino que es responsable de su felicidad y desarrollo Si las decisiones no se toman desde el manantial del ser se vuelven locas, amenazan ruina. Llegaríamos a llamar bien al mal y al mal bien, y estarían permitidos los disparates antropológicos, estéticos y religiosos. Es la manía moderna de no querer someterse a

primacía de la Moral en unos grados insospechados para la Metafísica. Para este autor, que dejó honda huella en San Juan Pablo II, la ética no son normas sino atención a lo humano, respeto

una ética de la

responsabilidad la verdad. El aborto es una crueldad contra la mujer, porque es mutilar la vida que lleva dentro y dislocar la maternidad natural. Resulta que a esta crueldad se le llama libertad absoluta, derecho irrenunciable. Los términos quedan trastocados, desorientados… Herencia remota de Ockham.

La feminidad pasa así a ser concepto puramente cultural, cambiante, carente de entidad propia, sin unos mínimos universales. La mujer puede abortar, defienden algunos. Decimos nosotros que tal acto es un acto de mujer, no femenino, no humano. Es el contrasentido que conlleva la ausencia de compromiso con la verdad. El hombre no responsable, inmaduro, y cobarde en muchos casos, resulta ser el héroe de nuestras películas de hoy. Todo al revés. La moral no es moralina, ni decálogo siquiera; es moral y nada más que moral, el ser al servicio del bien, diríamos. En un ambiente terrorífico de destrucción bélica, E. Levinás proponía la

absoluto a la dignidad humana, servicio a rostros vulnerables, indefensos. Hay que abogar por una ética de la responsabilidad (G. Marcel). Aniquilar una semilla de naranja es evitar el nacimiento de la misma. Cuando se destroza el sentido común (J. Balmes) las aberraciones toman posesión del asfalto. Un médico que mata es como un bombero pirómano. Es la locura en la ciudad. Detrás del ser viene la alegría. Detrás del no ser viene la tristeza. Son legión las chicas que abortan voluntariamente y que no atinan a perdonárselo nunca el resto de su vida. Hay que formar médicos y farmacéuticos que sean tales, personas a favor de la vida, que no la consideran un capricho sino algo sagrado.

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Dios creador,

dador de vida La Teología moral enseña que el egoísmo es nocivo y que la vida es un valor primero a defender. Deben las leyes promover el nacimiento de niños como promueven la lucha contra la droga, la delincuencia y la higiene callejera. El favorecer la vida no puede hacerse parcialmente sino en su totalidad, en todos los aspectos que comporta. Lo legal no siempre es lo correcto moral. Y sin ser la ley trasunto moral, al menos no ha de ser inmoral. El egoísmo del interés y de la soberbia quedan regulados por un simple semáforo, que sin ser este moral ni no moral, impide atropellos, actos inmorales de falta de educación cívica. Con la lectura de la Biblia gozamos de un Dios creador, dador de vida (Gn 1). Nadie tiene el derecho a decidir sobre la vida de los demás. Nadie es perdonador de la vida del otro, sino responsable de su felicidad, de su desarrollo (Gn 4,9). El no matarás (Ex 20,13) procede de un Dios Amor. Él es la Vida (Jn 14,6) que opta por salvar una vida y no por dejarla perecer

como parecían querer ya los fariseos (Mc 3,4. Lc 6,9) Podemos decir que Dios no decide, actúa. Quiero decir, que su decisión es perfecta porque no puede hacer el mal nunca, ya que iría en contra de su misma esencia. Sus actos son divinos y no pueden dejar de serlo. Y mis decisiones, siguiendo este supremo modelo, deben estar tan purificadas que permitan a mis actos de hombre ser a la vez humanos, dignos de personas. Decidir es servir sin remedio al Bien, la Verdad, la Vida. Una cosa es fallar en la decisión y otra optar por fallar. El desajuste que causa el mal se vuelve contra uno mismo. Si castigo asesinando en el vientre materno recibiré un castigo saludable. Gran responsabilidad de los que gobiernan, afirmaba San Benito.

la decisión de Dios es perfecta porque no puede hacer el mal nunca, ya que iría en contra de su misma esencia

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Jaime Pérez Boccherini so, flauta, hueco, búho, rama, llave, lirio, caballo… Era un atardecer de noviembre. El día de Todos los Santos. La víspera de Difuntos. La nieve brillaba sobre las lomas cercanas mientras la joven Irene avanzaba con parsimonia hacia el cementerio, con un manojo de rosas en las manos. Era otoño, hacía frío, pero ella traía las rosas. Las había comprado hace una hora en la floristería que queda de camino a la salida del aparcamiento. Las hojas secas de árboles cercanos se arremolinaban con el viento en las aceras del paseo. Hojas de árboles cuyo nombre Irene no conocía. Daba igual. Un suspiro, un temblor. Hacía frío. Ella avanzaba, andando, tranquilamente. La cancela del Campo Santo estaba abierta de par en par. El cortejo desgranaba su lento avance. El coche iba delante con las coronas floridas, después la familia, después venía la gente, después… Después solamente el frío de una tarde tímida y corta, que se iba perdiendo entre los huecos de las esquinas, entre las hojas arremolinadas por el viento. Oso, flauta, hueco, búho, rama, llave, lirio, caballo… Irene volvió a silabear mentalmente las viejas palabras. Hacía años que repetía la secuencia, siempre interiormente, siempre en situaciones como aquella, en el deseo de evadirse y de descansar. Era un truco. Se lo había enseñado su psicólogo años atrás. Era bueno escoger una lista de palabras al azar, las que primero viniesen a la imaginación, y pensarlas calmosamente. Era un truco para relajarse mentalmente en momentos de tensión. Pero Irene, desde siempre, era una chica obstinada, y la primera vez que lo había ensayado había retenido las palabras y, luego, siempre pensaba las mismas. A veces era como una obsesión, pero normalmente ellas le recordaban cariñosamente que seguía viva y despierta. Oso, flauta, hueco, búho, rama, llave, lirio, caballo… El cortejo ya había alcanzado su destino. Como en todos los viajes humanos, siempre llega al fin. El coche se retiró a un lateral y los operarios transportaron el féretro. “Adelante”. Al nicho. Las flores también van dentro…, y también los corazones de los familiares, o un pedacito de ellos. “¿Es que el abuelo era tan conocido? Aquí hay mucha gente”, pensó Irene. Pero lo fue, aunque en los últimos momentos, el abuelo solo sabía agarrarte fuertemente las manos con las suyas, nervudas y rugosas, pero cálidas como su voz. Igual como cuando en los últimos meses la conversación resonaba en el saloncito de estar. Los operarios concluyeron. El capellán musitó unas palabras finales de despedida para mamá y los tíos, y luego se marchó. La gente, los amigos, aprovecharon el momento para acercarse a ellos y decirles los últimos “lo siento” y “ánimo”. A Irene la envolvió su padre con manos fuertes. Hoc consummatum est, se acordó Irene de las palabras latinas que ayer les explicara Don Rogelio en clase. Se ha consumado una vida.

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familia de Nazaret Oso, flauta, hueco, búho, rama, sepulcro, llave, lirio, caballo… Ahora que se acordaba bien, la palabra “sepulcro” no formaba parte de la lista original. Se ve que la había añadido hoy. Tantas impresiones… Pero al menos aquel era un día bonito. Todos los Santos. El abuelo siempre subía al cementerio en esa fecha para visitar a la abuela. Ahora reposan los dos juntos. “La última vez que sube el abuelo —pensó Irene. Pero esta vez para quedarse. Lo que él siempre había querido”. Comenzó a caer, suave, la nieve. Hacía frío y estaban al descubierto. El cielo encapotado. Los pequeños grupos de gente se fueron alejando, en corrillos, hacia el aparcamiento. La mamá vino y asió a la chica de la mano, y también al pequeño hermanito de poquísimos años, que hacía solo seis meses que se había estrenado en andar sin que nadie lo agarrase. Los primos y los tíos estaban detrás, pero todavía con los pésames. Oso, flauta, hueco, búho, rama, llave, lirio, caballo… “Mamá, ¿y quién pondrá en hora el viejo reloj si ya el abuelo no está?”, preguntó la pequeña Erika, la hermana “mediana”. “El abuelo lo hará desde el Cielo, hija mía”. Otra ráfaga de aire frío y se abrieron las nubes. El sol acarició la carita del bebé, sonriente y ajeno, mientras se aferraba a la manota del padre, como gozando de antiguas seguridades. “Papá, papá, vámonos a casa”, exclamó Erika. “Sí, ya nos vamos”. Oso, flauta, hueco, búho, rama, llave, lirio, caballo… A la vuelta, mientras que en el coche el aire caliente templaba el habitáculo, Irene se quedó con los labios pegados al cristal mirando de lejos los cipreses. El año pasado el profesor de historia les había obligado a leer un artículo de periódico sobre unos monjes o algo así. Al parecer, fueron ellos los que establecieron la moda de plantar cipreses que, con su enhiesta altura, simbolizaban el más allá, aunque Irene no estuvo muy atenta a aquella clase y no se enteró demasiado bien. A veces lo había discutido con tres de sus amigas cuando empezaban a abrirse a la adolescencia. Una vez, después de haber visto juntas, en casa, un reportaje sobre personas que habían muerto y más tarde revivieron y habían visto una luz al final del túnel, aquella tarde, también de otoño como era esta, se habían quedado discutiendo en el parque hasta la hora de la cena. ¿Habrá algo más allá? ¿Volveré a ver al abuelo o vendrá él a visitarnos? El cura había dicho no sé qué de la otra vida, pero Irene conocía al primo de un amigo que siempre defendía que eso eran tontadas, que lo que importaba en realidad es que, algún día, todos nos íbamos a reencarnar, y leía revistas que hablaban de esas cosas. A Irene aquel chico le parecía demasiado orgulloso, pero le aguantaba las charlas porque pensaba que alguna vez la iba a pedir salir, y a ella le gustaba él. Oso, flauta, hueco, búho, rama, llave, lirio, caballo… El coche paró. Llegaron a casa. La chica subió corriendo a su habitación. Tenía 25 whatsapps en el móvil. Su madre no le había dejado llevárselo al cementerio. Los mensajes eran de sus amigos que le preguntaban qué tal había resultado. No habían podido ir porque se hubieron de quedar en el instituto para ayudar a limpiar después de la fiesta de Halloween. La chica se puso a contestar los mensajes cuando, de pronto, oyó un sonido familiar. Era el reloj del salón. Daba las campanas de las ocho de la tarde. ¿Quién lo había puesto en hora? ¡El reloj daba las campanas! De repente, Irene miró hacia el ventanal. Estaba oscuro. El corazón le dio un vuelco Habló en voz bajita: “Solo te digo hasta pronto, abuelo…”.

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Aquilino Polaino

No obstante, tanto desde la perspectiva del imaginario colectivo como desde la ley, se da una cierta asimetría en la relevancia que se concede a la paternidad. Esto es lo que sucede,

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por ejemplo, en el reconocimiento e investigación de la paternidad, una cuestión hoy de especial importancia legal. ¿Por qué fuera del matrimonio la investigación y el reconocimiento de la paternidad de un hijo tienen poderosas repercusiones jurídicas y, en cambio, su eliminación puede llevarse a cabo sin el consentimiento del padre biológico? ¿Por qué este hecho, en lo que se refiere a la paternidad, pasa inadvertido a la ley?


familia de Nazaret A lo que parece, la justicia solo se ocupa de la paternidad una vez que el hijo ha nacido, o, como algunos dirían hoy, se ha externalizado. Mientras el hijo esté internalizado en el claustro materno, la voluntad de la mujer es la única soberana, con independencia de que el padre biológico esté huido o no, y tenga o no conocimiento de su paternidad. ¿Es que solo procede de la mujer el embrión que anida en su cuerpo? ¿Cuál es el origen de ese embrión? ¿Puede haber fecundación sin la aportación biológica del varón? Y esto con independencia de la reproducción asistida. El ser que necesariamente procede de dos, no se

entiende cómo puede ser eliminado por uno solo de ellos, como si fuera “propiedad” exclusiva y excluyente de la mujer. No se entiende cómo puede ser eliminado sin el consentimiento del padre que le engendró. Otra cosa es que el padre suela desentenderse del hijo y lo abandone a lo que decida la madre. Pero ¿puede la madre eliminar lo engendrado sin consultar con el varón engendrador? El hecho de que el padre se desentienda de la mujer y de su hijo gestante, y esté huido, no parece que sea razón suficiente para que la madre tome ella sola tan grave determinación. ¿Qué pasaría si el varón, que no ha huido, demandara a la mujer por haber abortado a su hijo biológico sin su consentimiento? ¿Se abriría paso y encontraría el cauce eficiente para alcanzar la justicia que demanda?

la justicia solo se ocupa de la paternidad una vez que el hijo ha nacido. Mientras el hijo esté en el claustro materno, la voluntad de la mujer es la única soberana

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d a d i n r e t a p La se anticipa o t n e i m i c a n l a

Es preciso admitir que en la especie humana la paternidad no se identifica necesariamente con la procreación, además de que, en otro cierto sentido, pueda darse la paternidad (adopción) sin procreación o la procreación sin paternidad (reproducción artificial, hijos no reconocidos, etc.). La paternidad humana no se ordena únicamente a satisfacer una necesidad de la naturaleza (reproducción y conservación de la especie), sino también y muy principalmente a hacer posible la autorrealización del hombre en la conquista de su propia felicidad (plenitud personal). Es el hijo engendrado y no su nacimiento el que hace padre al varón. La paternidad es consecuencia de la fecundación procreadora y no del parto del hijo. Si el niño no hubiera sido engendrado —no habría nada que naciera—, no habría tal nacimiento.

El orden de las personas y el orden de la naturaleza pueden cumplirse y satisfacerse aquí simultáneamente, sin que ninguno de ellos esté priorizado o subordinado respecto del otro. Es lógico que esto sea así, pues lo propio del hombre es amar —es lo que realmente le trasciende— y no solo cumplir con una ley necesaria de la naturaleza, por importante que esta sea.

el ser que necesariamente procede de dos, no

se entiende cómo puede ser eliminado por uno solo de ellos 62


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es el hijo engendrado y no

su nacimiento el que hace padre al varón Sin embargo, es un hecho de la experiencia empírica que, cuando el hombre se comporta así, cuando se decide a amar, puede satisfacer al mismo tiempo tanto el orden de la naturaleza como el orden personal. Si el hombre no amara, no se realizaría como persona. En ese caso, de poco le serviría satisfacer una ley de la naturaleza a través de su comportamiento. Esto

demuestra, una vez más, que el orden personal es también un orden natural, aunque en las intenciones y motivaciones humanas el personal sea primero y más íntimo al hombre que el natural. Desvincular el aborto de la paternidad es un craso y gravísimo error — además de un gigantesco y asimétrico vacío legal—, que, injustamente, hace de menos a la masculinidad, hunde al no nacido en el desvalimiento y condena a la soledad traumática a la mujer, a la vez que robustece el estatuto de irresponsabilidad del varón engendrador.

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Pay tfileiarcinónidad

indisoluble

Tanto la paternidad como la filiación se establecen como una relación permanente. En efecto, ningún hombre puede nominarse ex-padre respecto de su hijo, como tampoco ninguno puede automencionarse como ex-hijo respecto de su padre. Y eso independientemente de que uno u otro haya muerto, porque la paternidad señala el hecho fundacional y originario de todo ser humano. La consistencia y estabilidad de este hecho originario y originante tiene una vigencia transtemporal. Quiere esto decir que la relación padre-hijo no pervive solo en función de que ambos coincidan en la travesía de la vida durante una determinada etapa más o menos larga. Esa relación, en tanto que es constitutiva, fundacional y originaria, remite inevitablemente al origen del propio ser, avivándose en sus raíces e interpelando

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al hombre desde ellas. En las vidas del padre y del hijo, paternidad y filiación tienen vocación de eternidad y, en consecuencia, son más fuertes que la muerte de los hombres a los que siempre sobreviven. Es lógica la pervivencia de este hecho fundacional del ser personal. Cualquiera que sea la duración de una biografía, y con independencia de que el padre viva o no, el hombre será siempre interpelado por la cuestión de su origen; interpelación esta que le encamina al reconocimiento de un hecho —el de su origen— al que no puede hurtarse por no ser renunciable y, mucho menos, soslayable o sustituible. Por eso la paternidad es la referencia anterior y primera de cualquier otra, la referencia de las referencias. Acto fundacional, hecho constitutivo e identidad personal resultan, por esta causa,


familia de Nazaret indisociables. Ciertamente, la paternidad funda y vertebra la identidad personal, por ser el origen constitutivo y el marco referencial al que necesariamente el hombre ha de apelar una y otra vez y siempre que se plantee el problema de quién es. Thomas Wolfe1 pone en boca del padre de Grover unas duras palabras contra el avaro señor Crocker que le ha robado unas estampillas a su hijo y no se las quiere devolver: “Usted no sabe lo que es ser padre, usted nunca ha sabido lo que siente un padre o nunca ha comprendido lo que siente un hijo… Por eso actúa así… Pero se hará justicia tarde o temprano. Dios lo ha maldecido, ha hecho de usted un hombre miserable, le ha dado esa cojera y le ha impedido tener hijos… Y así, cojo y sin hijos, miserable como es, se irá a la tumba y nadie le recordará”. Es posible que algunos varones, como el señor Crocker, no sepan lo que siente un padre y por eso se comporten con indiferencia frente al aborto decidido únicamente por la mujer. Es posible que algunas mujeres, como el señor Crocker, tampoco sepan lo que siente un padre y por eso decidan por sí solas el aborto de sus hijos.

1Thomas Wolfe, El niño perdido (Editorial Periférica, Madrid 2011), p. 45.

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Amaya Azcona D.G. Fundación REDMADRE Como Sergio y Ángela, muchas mujeres y parejas recurren cada día a REDMADRE buscando lo que en su entorno no encuentran: escuchar a alguien hablar con alegría de la vida, que se les dé la enhorabuena por el hijo que esperan —nuestra sociedad ya no felicita a las embarazadas sino en circunstancias muy concretas, como que hayan comentado que es un hijo muy buscado, que sea el primero o el segundo, que tenga un nivel de vida alto, que su edad sea entre 27 y 35 años…—; tampoco encuentran quién se interese por su situación concreta, alguien que escuche y entienda su angustia cuando no ven salida al problema que tienen y que REDMADRE les abruma tanto como para plantearse el aborto. En muchos casos son problemas de tipo económico o laboral, entonces REDMADRE brinda el asesoramiento legal o la información sobre los recursos que ofrece la Administración en sus diferentes niveles estatal, autonómico y local. Otras veces son cuestiones de relaciones afectivas, abandono por parte del padre del hijo que esperan, presiones del entorno familiar o situaciones de soledad por ser de otros países. Cuando una mujer ve que el camino de las dificultades se le despeja, aunque sea mínimamente, la idea del aborto como solución a sus problemas empieza a perder fuerza; si además encuentra apoyo emocional y acompañamiento humano, decide, como es natural, continuar con el embarazo que es lo que en su corazón quiere hacer. No está en nuestras manos resolver todas las situaciones complejas que rodean a las mujeres que acuden a nosotros, pero siempre podremos mirarlas a los ojos y darles esperanza. Sabemos que un hijo es una buena noticia y que para una madre es un bien —¡en todo caso!—, y que el aborto es un mal —¡siempre!—, del que muchas mujeres no pueden desembarazarse en toda su vida. La Fundación REDMADRE nace en el año 2007 con la finalidad de atender a las mujeres embarazadas en situación de riesgo. Desde entonces hemos ayudado a miles de mujeres a continuar adelante con su embarazo.

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Proteger al débil, defender al inocente Cuando el 23 de septiembre el Presidente del necesitan. Durante el año 2013 hemos atendido Gobierno de España anunció su decisión de no a más de ocho mil mujeres en nuestras cuarenta seguir adelante con la reforma de la legislación asociaciones REDMADRE extendidas por todo del aborto vigente (Ley 2010) y no presentar al el territorio español. Es una cifra pequeña si Parlamento el Anteproyecto de Ley de Defensa tenemos en cuenta el número de abortos que del Concebido y de los Derechos de la Mujer se producen al año en nuestro país (más de Embarazada, en la Fundación REDMADRE ciento doce mil). Nuestras estadísticas nos dicen sentimos una gran decepción, tristeza y que ocho de cada diez mujeres atendidas que desolación por tantas mujeres y sus hijos que han pensado abortar continúan adelante con van a ser víctimas del terrible drama del aborto. su embarazo. Esto quiere decir que si muchas Pasado el primer instante de desconcierto, todas de estas mujeres, que no ven otra salida a su las personas que colaboramos con REDMADRE situación, recibieran el apoyo que necesitan, no decidimos que nuestra labor es más necesaria se plantearían abortar. que nunca y trabajaremos con más fuerza, si cabe, ofreciendo apoyo a las mujeres De s de la Fu embarazadas que se encuentran en n d ac ión R E DMADR E situación de vulnerabilidad a la hora de p e dimo s a l G o bie r n o q afrontar el embarazo.

ue n o de je a b a n do n ad a s a la s mu je r Sabemos por experiencia que muchas e m b a ra z a d a s e n s it u a e s mujeres se ven abocadas a abortar al v c ión de u lne ra bil id experimentar que su embarazo y sus ad a s u s ue problemas (socioeconómicos, legales, rte y e la b o u n a L e y de re a p o yo a la laborales, psicológicos etc.) no le m a t e r d n importan a la Administración, que no o n de s e o f r id ad e zc a n me d crea un sistema de apoyo público id a s c o n c re t a s para estas situaciones de desamparo. y efic ac e s . De ahí que deba ser la iniciativa privada quien se preocupe por ellas y les ofrezca el apoyo que

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familia de Nazaret

acoger la nueva vida «Una noche Ángela me dijo, en tono mu serio: “Cariño, creo que estoy embarazada” Hablamos de qué íbamos a hacer, cómo reaccionarían nuestras familias y de cómo saldríamos adelante. A mi novia la despidieron de su empresa el mismo día en que les anunció su embarazo, y yo no tenía trabajo. Éramos muy jóvenes. Decidimos ir a un sitio donde pensábamos que nos ayudarían: Planificación familiar. Nada más llegar nos pidieron los DNI. Esperamos a que nos llamasen. Al entrar en la consulta nos hicieron todo tipo de preguntas, la mayoría sin sentido, al menos para nosotros. La doctora se levantó y se llevó a Ángela. Al poco rato volvieron las dos. La médico nos comunicó que se trataba de un embarazo muy avanzado: Ángela estaba de cinco meses y medio. La opción que nos daba Planificación Familiar era únicamente la del aborto. La doctora, sin más dilación, cogió el teléfono: “Este domingo os mando a una chica para que le hagáis una valoración ecográfica”, fueron las únicas palabras que escuchamos. Después nos dio una dirección y nos fuimos de allí. Al salir no sabíamos qué hacer pues nos daba miedo la reacción de las familias. Nos sentamos en un banco de la calle, nos abrazamos y lloramos durante mucho rato hasta que decidimos echarle valor. Le dije a Ángela: “Toca apechugar y decírselo a tu madre”. Y así hicimos. Llegamos a casa y, nada más entrar, le dije a la madre de Ángela: “Tengo que decirte una cosa”. Ella se echó a reír y dijo: “Mi hija está embarazada”. “Pues sí”, repliqué yo. Tras asimilarlo nos preguntó qué queríamos, ya que con veinte años nos íbamos

a arruinar la vida. Mi novia solo dijo: “Mamá, me han dado una dirección y tengo que ir este domingo a las cinco de la tarde”. Llegó el domingo y llegó la hora. Acompañados por mis padres nos dirigimos adonde nos habían indicado; correspondía a una clínica donde se practican abortos: Dator. Es un lugar muy frío y no nos trataron nada bien. Yo tuve que esperar en una sala con mis padres, ya que no me dejaron pasar con Ángela a la consulta. A los pocos minutos, mi novia salió: “Gordo, coge mis cosas y vámonos”. Obedecí, y conmigo mis padres. Al salir de allí me dijo que nos habían engañado. Esa valoración ecográfica era para abortar. Ángela se negó. Entonces llamé a la madre de mi novia. Solo preguntó: “¿Ya lo habéis hecho?”. Le contesté: “Seguimos adelante con el embarazo”, y me colgó. Entre la madre de Ángela y otro familiar suyo le quisieron pagar un viaje a Londres, pero ella se negó en rotundo y su madre la echó de casa. Meses después el milagro de la vida me dio lo que tengo hoy, y no lo cambio por nada, mis dos hijas gemelas. La vida se hizo para ser vivida, no interrumpida. El padre de Ángela nos acogió a los cuatro en su casa. Gracias a él y a la Fundación REDMADRE —que nos ofreció apoyo psicológico, material y emocional desde que entramos por la puerta— puedo decir que Ángela y yo somos muy felices de tener con nosotros a nuestras gemelas, Eva y Esther, y aunque no tenemos recursos, somos una familia muy unida».

la Fundación REDMADRE nace en 2007 para atender a las mujeres embarazadas en situación de riesgo 69


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Ram贸n Dom铆nguez Director de la extensi贸n dominicana del Pontificio Instituto Juan Pablo II

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Acaba de aprobarse recientemente en el Parlamento andaluz una ley de “igualdad de género” por la que se permite a las personas la posibilidad de cambiarse de sexo si así lo creen conveniente por su inclinación sexual. De esta manera, por impositivo legal, se hace caso omiso de la naturaleza de cada persona —por la que es, inevitablemente, hombre o mujer, según su constitución genética— y se permite que cada cual determine lo que quiere ser, según su propia decisión personal y en contradicción con su realidad. Y no contento con esto, se obliga a los demás a aceptar la decisión ajena y a tratar, contra toda evidencia, a un hombre como si fuera mujer o a una mujer como si fuera hombre. Por poner un ejemplo práctico: si un niño se siente niña tiene derecho a ir al colegio vestido de niña, a utilizar los baños de las niñas, a ser llamado con su nuevo nombre de niña y a ser tratado en todo como si fuera niña. Pero no es niña sino niño, porque no tiene vagina ni útero y tanto genética como fisiológicamente es y seguirá siendo siempre niño. Pero no para la ley andaluza que, saltándose toda la lógica y el sentido común, y por la presión de la Ideología de género establece que lo que no es, sea. Y esta aberración se impone a todo el mundo, de modo que en el caso que estamos considerando, todos los colegios andaluces, tanto públicos como privados, han de pasar por este aro.

Esta norma del Parlamento andaluz nos sitúa ante la alternativa de tener que eligir entre la ley de Dios —establecida en la naturaleza de las cosas— y la ley positiva del hombre —que viene impuesta por la decisión de unos cuantos votos. Se trata de una consecuencia de la artificial Ideología de género que desde altas instancias y por motivos inconfesables pretende imponerse en el mundo entero. Es una nueva manifestación de la insensata rebelión del hombre contra su Creador y contra su mismo ser; pretendiendo autoafirmarse cuando, en realidad, camina hacia su destrucción como ser humano.

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La Conferencia Episcopal Española ha emitido un documento en el que expone simplemente la realidad de las cosas, recordando que la identidad de género es un don de Dios y no una elección personal, puesto que todo ser humano viene a este mundo como hombre o mujer, lo que determina su propio ser. Y recordemos que el ser de las cosas no puede ser cambiado sin la transformación de su naturaleza. Los colectivos de gays, lesbianas, homosexuales y transexuales se han apresurado a tachar la declaración de los obispos españoles de anticuada y homófona. Claro está que, como ocurre en estos casos, no se han tomado la molestia de estudiar la declaración ni de desmentirla con argumentos autorizados, simplemente se limitan a emitir juicios gratuitos. La afirmación de los obispos no puede ser antigua porque la naturaleza y la realidad de

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las cosas es perennemente actual, y no puede ser cambiada por caprichosas modas pasajeras que hoy son pero que mañana habrán pasado a la historia. En este sentido, la Ideología de género, aunque aparente poseer una rabiosa actualidad ha nacido ya anticuada, porque la verdad, tarde o temprano acaba por imponerse. Y mucho menos la Iglesia puede ser considerada como homófoba porque homofobia significa odio al hombre, y esta no odia sino que ama al hombre y quiere su bien —por eso lo llama a la verdad aun cuando esto le acarree rencor, desprecio y persecución por aquellos a los que quiere ayudar. La persecución no es una reacción novedosa, ya la tuvo que sufrir Jesús mismo, pero su amor al hombre no le apartó de su misión, como tampoco apartará su Iglesia. Si esta callara para no ser criticada y se sometiera a los dictados del relativismo imperante,


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entonces sí que mostraría su odio al hombre, porque entonces preferiría su propia comodidad al bien de sus hermanos. ¿Qué está pasando en nuestra sociedad? Sencillamente, ha abandonado la fuente de la sabiduría, que es Cristo, y se ha ido detrás de su propia arrogancia. Los hombres, dejando la sabiduría se han vuelto necios, en el sentido literal de la palabra, y caminan a la deriva sin saber a dónde van. El libro de los Proverbios describe muy bien el cuadro que se sucede a partir de esta necedad.

mis consejos y rechazaron mis reprensiones. Su rebelión insensata los llevará a la muerte, su necia despreocupación acabará con ellos. En cambio, el que me obedece vivirá tranquilo y seguro, sin temer ningún mal”». (Pr 1,20-33).

«La Sabiduría pregona por las calles, levanta su voz en las plazas, grita desde las almenas de las murallas y anuncia en las puertas de la ciudad: “¿Hasta cuando, inexpertos, seguiréis amando vuestra inexperiencia? ¿Hasta cuándo, insolentes, os empeñaréis en la arrogancia? Y vosotros, insensatos, ¿hasta cuándo seguiréis odiando el saber? Volveos a escuchar mi reprensión; yo os abriré mi corazón, os comunicaré mis palabras: Yo os llamé y rehusasteis mis consejos, no aceptasteis mi reprensión; por eso me reiré de vuestra desgracia, me burlaré cuando os llegue el terror, cuando os llegue como tormenta el espanto, cuando os alcance como torbellino la desgracia, cuando os lleguen la angustia y la aflicción. Entonces llamarán y no les responderé, me buscarán y no me encontrarán, comerán el fruto de su conducta y se hartarán de sus propios planes, porque aborrecieron el saber y no iban tras el temor del señor, porque no aceptaron

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Resistir a la mentira La sociedad occidental está siguiendo los pasos que describe el libro de los Proverbios. Se está tornando insensata y no quiere escuchar palabras de vida. En su estulticia opone ideología a realidad y, cerrándose a toda razón, oculta la evidencia de las cosas bajo la avalancha de sus caprichos: niega que el concebido sea persona desde su concepción y pretende imponer el aborto por narices; no considera dignas de ser vividas las vidas de personas con deficiencias y exige la eugenesia y la eutanasia —con lo que se asemeja como una gota de agua a otra, a ciertas ideologías totalitarias del siglo pasado— y, en aras de su absoluta libertad, ocupa el lugar de Dios y decide cambiar por su cuenta la naturaleza de las cosas. Por eso su porvenir es muy incierto y está abocada al fracaso. Los problemas que recientemente está padeciendo nuestra sociedad son muestras de ello, y si no rectifica su línea de conducta su porvenir es muy oscuro entre el radicalismo, por la izquierda, de las nuevas ideologías políticas y el radicalismo, por la derecha de un mundo musulmán que en ningún momento ha abandonado su finalidad

de someter el mundo al Islam y que en estos momentos ve más cercano su objetivo por la debilidad espiritual de occidente y su propia fuerza en expansión. El remedio lo tenemos, sin embargo, al alcance de la mano, si hay voluntad para ello: volver a Cristo, camino, verdad y vida de todos. La regeneración de Occidente y del mundo entero se encuentra únicamente en el Evangelio. Pero, ¿será capaz esta sociedad de rectificar y volver sobre sus pasos?, ¿o tendrá que morder el polvo para reconocer su desvarío? A nosotros cristianos nos toca la misma tarea que desde siempre nos ha confiado Cristo: vivir y proclamar la Verdad, resistiendo a la mentira, y si es necesario oponer la objeción de conciencia ante leyes tan aberrantes como la que estamos comentando, habrá que oponer la obediencia a Dios a la de los hombres, sin importar las consecuencias. Si los colegios cristianos se oponen a cumplir las normas que impone la ley andaluza pueden perder las subvenciones, pero ¿no será mejor esta postura que la de claudicar ante la mentira?

La Iglesia llama a la verdad aun cuando esto le acarree desprecio y persecución por aquellos a los que quiere ayudar

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La regeneraci贸n

de Occidente y del mundo entero se encuentra 煤nicamente en el

Evangelio

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Antonio Torres

Los nazis del siglo XXI Cuando los vencedores de la Segunda Guerra Mundial se entrevistaron con los alemanes que vivían en las cercanías de los campos de concentración nazis, quedaron perplejos y horrorizados por la naturalidad y la parsimonia con la que, aquellos respetables y educados ciudadanos, se habían habituado al sistemático y espantoso exterminio de incontables víctimas indefensas e inocentes.

La misma perplejidad que mostraba George Steiner en uno de sus libros, al relatarnos cómo en uno de aquellos vastos campos de concentración, sus impecables e implacables diseñadores decidieron conservar un bosquecito porque había sido muy apreciado en su día por Goethe, quedando así incorporado al plan urbanístico del Horror en un gesto de insultante delicadeza. Se trataba de alemanes respetables y decentes como cualquiera de nosotros, de notable sensibilidad artística y sentimental, a quienes 76

una letal combinación de ignorancia, propaganda, comodidad, cobardía y egoísmo les había hecho asumir como la cosa más natural del mundo la impune y literal eliminación de tantísimas vidas inocentes. Las chimeneas humeantes de los campos de concentración, en cuyos hornos crematorios los matarifes nazis se deshacían de los cadáveres de sus víctimas, se habían transformado ante la mirada de aquellos respetables burgueses en algo completamente natural y para nada inquietante.


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la complicidad de los pasivos Algo ha dejado también de funcionar en la sociedad española, cuando el Estado incurre en la irracionalidad de retirar su protección al ser humano concebido y no nacido, transformando en un derecho la supuesta libertad de sus madres para decidir sobre su vida o su muerte. Algo ha sucedido en las cabezas de los ciudadanos españoles cuando los políticos y los partidos con representación parlamentaria a los que votamos, abandonan prácticamente al unísono su responsabilidad política en la defensa del bien común, tolerando y aun alentando que se atente contra la vida humana. Algo ha trastocado nuestros corazones cuando asistimos impávidos a la soledad y abandono a que son sometidas las madres vulnerables, tanto por parte del Estado como por gran parte de la sociedad civil, abocándolas a buscar en el aborto una falaz solución que atenta contra su propia naturaleza y contra el mismo bien común. Sabemos que genocidio nazi y aborto nos son fenómenos comparables, pues en un

caso es el mismo Estado que se implica en matar por razones ideológicas y en el otro el Estado lo que hace es desatenderse de la defensa de la vida; pero si es comparable el fenómeno social de quienes miran para otro lado y dejan hacer como si no fuese con ellos el lamentable y espantoso hecho de que, en su entorno, se ataque a la vida de forma sistemática. Las víctimas oficiales contabilizadas actualmente de esa otra forma de exterminio de seres inocentes que es el aborto, alcanzan en la actualidad la escalofriante cifra de varias decenas de millones en el mundo y más de dos millones en la propia España, sin que los españoles hayamos apenas empezado a despertar masivamente para propagar y defender una cultura de la vida que acoja, apoye y envuelva de cariño a esas otras víctimas que son las madres embarazadas con problemas, impelidas por propios y extraños a tomar una decisión que en todos los casos les causa un daño irreparable.

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hemos de recuperar la alegría de la maternidad y la paternidad

n ó i c i a r t a alt

Por eso, el próximo 22 de noviembre los españoles de buena voluntad, independientemente de nuestras creencias religiosas y/o simpatías partidistas, no podemos quedarnos en casa y no acudir a defender la vida, la mujer y la maternidad, en las calles de nuestras ciudades, mostrando de nuevo con nuestra presencia que la vida constituye un bien absoluto, además de un derecho fundamental, que no puede quedar jamás en manos del legislador ni del gobernante de turno. El 17 de octubre del 2009, cientos de miles de españoles salimos a las calles de Madrid para mostrar nuestra repulsa ante la difusión y aplastante presencia de esa cultura de la muerte en nuestro país, sin que ello impidiera a los entonces gobernantes del PSOE en España el sacar adelante la inicua y vigente ley del aborto. Pero se logró entonces que Rajoy, el jefe del partido que podría gobernar España, se comprometiese públicamente a derogar dicha ley si accedía al poder. El PP concurrió a las elecciones, adquiriendo el expreso compromiso con sus votantes de defender la protección de la vida y la maternidad. Ganaron con mayoría absoluta. En Consejo

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de Ministros se aprobó un anteproyecto de ley de protección de la vida del concebido y los derechos de la embarazada. Ante las presiones de otros grupos políticos, los diputados del PP rechazaron en votación secreta parlamentaria la retirada de dicho anteproyecto. Pero Rajoy, para sorpresa de todos e indignación de muchos, en un breve encuentro con periodistas en la calle, comunicó a los españoles que abandonaba dicho anteproyecto alegando la falta de consenso, así como el inconveniente de que cualquier cambio sería inmediatamente derogado por otro partido en el gobierno. El entonces Ministro de Justicia, Alberto Ruíz-Gallardón, en un acto de admirable coherencia y valentía, dimitió de forma inmediata. Nuestro actuales gobernantes afirman ahora que en el caso del aborto no se trata de un problema político sino de un problema moral y que, no existiendo consenso social sobre el asunto, el Estado debe proteger un supuesto derecho sobre la vida o la muerte de los concebidos no nacidos, eso sí, no apoyando a sus madres en absoluto excepto en el caso de que opten por abortar.


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una responsabilidad ineludible

Ante esos lamentables, tristes e inesperados hechos, se ha convocado una masiva y unitaria manifestación para el próximo 22N, “Por la vida, la mujer y la maternidad”, convocatoria realizada por organizaciones civiles no confesionales y apartidistas como el Foro Español de la Familia, la Fundación RedMadre, la Federación Española de Asociaciones Provida, CONCAPA, etc. Dicha manifestación contribuirá a la consolidación de la progresiva recuperación de la conciencia de nuestra sociedad, y de su clase política, en favor de una cultura abierta a la vida y la defensa de las personas más indefensas e inocentes —desde su concepción hasta el ocaso por causas naturales—, a que cualquier posible nueva legislación futura sea mucho más restrictiva, contribuyendo cuando menos al fundamental e imparable proceso de avance que impulsará a que la sociedad española en su conjunto recupere finalmente, de forma total y definitiva, el amor incondicional a la vida y el sentido común.

debemos limitamos ni restringir la denuncia de esa cultura de la muerte al ámbito de nuestra intimidad; ni debemos tampoco reducir nuestra disconformidad y espanto a la mera queja privada y al silencio de nuestro descontento.

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La defensa de la vida representa un combate de largo recorrido y a la largo plazo, en el que hay que ir poco a poco sembrando en el conjunto de la sociedad —incluida la clase política— las poderosas razones y argumentos que reviertan la deriva que la cultura de la muerte ha traído a Occidente, provocando un literal suicidio demográfico en Europa y muy especialmente en España.

Los nazis no hubieran podido llevar adelante su ingeniería exterminadora de seres inocentes e indefensos en los distintos campos de concentración, si las personas normales, sencillas y sensatas —como los somos usted y yo— hubiesen asumido la responsabilidad que cada ser humano tiene con su prójimo, aportando su granito de arena para apoyar a los más débiles. Cierto que entonces se podían jugar incluso la vida. Pero no es ese el caso en la actualidad y las madres embarazadas con problemas, los niños por nacer, los ancianos, los enfermos terminales, las víctimas del terrorismo en nuestro país, pueden ser defendidas, apoyadas y protegidas, sin que tengamos que asumir riesgo alguno.

En la lucha por la defensa de la vida, de cuyo triunfo podemos estar seguros, pero de cuya duración no podemos hacer pronósticos, todos somos necesarios y a todos nos incumbe una profunda y grave responsabilidad. A todos, independientemente del credo religioso que en su caso profesemos y de nuestras simpatías políticas. Cada vez somos más y cada vez estamos más cerca de lograrlo. Por eso, no

No hay pues ni siquiera la excusa del miedo. Nada justifica que nos quedemos en casa, maniatados por el tedio, la pereza o la desesperanza. Acudamos con nuestra familia, con nuestros amigos y conocidos, para que nuestra voz y la de los nuestros transforme el 22N en un clamor que llegue a todos los rincones de España y sea escuchado en el mundo entero.

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Hace años un tío mío me dijo algo que marcó el resto de mi vida. Mi prima de ocho años acababa de tener un accidente de coche y mientras agonizaba en la UVI, mi tío repetía una y otra vez: “la esperanza es lo último que se pierde”. Adriana Torres (Sevilla, 1968) me vuelve a recordar ese momento con su exposición titulada “¿Quién ha dicho que todo está perdido?”. Esta artista sevillana habla de la esperanza, de la fe en Dios, en uno mismo, en la vida, en las personas, como soplo vital alimentando de fuerza.

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La pieza crucial de la exposición, que lleva justamente el título “¿Quién ha dicho que todo está perdido?”, es una silla de ruedas con estas palabras escritas en el respaldo y unas alas de paloma gigantes detrás. Claramente nos sentimos invitados a sentarnos en la silla, que parece que nos tele transporta a otro lugar, quizás ficticio, quizás un paraíso. Nunca antes nos hubiéramos sentido llamados a utilizar una silla de ruedas como espacio de descanso, o como trampolín donde soñar —más bien suele representar discapacidad, connotaciones de mutilación, de encarcelamiento vital, de limitaciones…— pero en esta obra adquiere un significado opuesto. ¿Quién ha dicho que una enfermedad es una condena? Desde una discapacidad se puede ver el mundo con mucha más libertad que como la vemos el resto de los que nos movemos como peonzas sin encontrar sentido a nuestras acciones. Esta obra nos llama a entrar en nuestro ser separándolo del cuerpo; parece incluso que nos invita a volar desde nuestro interior. Toda la fuerza, todo el amor reside dentro de nosotros y una incapacidad física, una limitación material o económica no puede cortar nuestros sueños, nuestra esperanza, nuestra alma.

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“Conciencia desvelada” ¿Cuántas veces te has despertado por la noche inquieto por algo que daba vueltas en tu cabeza? Y cuando dabas vueltas y vueltas en la cama sin conciliar el sueño, ¿por qué un ruido interior te taladraba? En esos momentos el silencio de la noche, la soledad, el paso lento del tiempo te hace ver las cosas de otra manera. A menudo, no es que los problemas cambien es que los ves desde otra perspectiva, la del corazón, y ahí en la paz interior de la oscuridad nocturna se entrevén rayos de luz, salidas que con el ruido exterior no nos percatamos. Estos momentos de claridad en la tormenta los describe Torres con sus piezas “Conciencia Desvelada”, en las que utiliza fundas de almohada para pintar retratos de personas en pleno sueño, donde su corazón toma el protagonismo de su cuerpo y transforma su espíritu. Es una manera de decir que escuches más a tu corazón y silencies la mente que no te deja oír sus latidos. Para mí representa el momento en el que consigues abandonar tu conciencia y adentrarte en la voluntad de Dios, escuchando su llamada, que solo se oye en el silencio exterior e interior. Hay tantos momentos en los que perdemos la confianza, esa que tardamos tanto en conocer. Sin embargo, en múltiples ocasiones la hemos visto resurgir con la caricia de la Virgen, recordándonos que nos protege y que mora a nuestro lado. Pero, ¿por qué nos olvidamos una y otra vez de que no estamos solos? Dios utiliza a los que nos rodean para cogernos de la mano y susurrarnos esas palabras, convirtiendo a las personas en instrumentos de su Amor.

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“Transfusión” La artista utiliza instrumentos hospitalarios para reflejar esas palabras de apoyo que nos entran en vena como un aliento vital que nos remonta. Adriana Torres hace una llamada a la confianza en Dios, en uno mismo, en los demás, como si todos fuéramos un equipo que lucha por el mismo fin, por un resurgir de las cenizas que tantas veces nos asfixian cortándonos la respiración y las ganas de vivir. En esos momentos en que todo se cae a tu alrededor es cuando debes recordar la fuerza que late en tu interior, el apoyo de los demás, palabra a palabra, como un goteo de amor que te dará la fuerza que te falte. La obra “Transfusión” describe esto con un goteo hospitalario, etiquetado con las palabras “Suero de Aliento”, que descarga una cadena de mensajes de apoyo como “Juntos podemos”, “Dame la mano”, “No tengas miedo”…, entrando en vena como una transfusión de suero vital que cura de todo desaliento, preocupación o angustia. Lo interesante es que esta sanación de cuerpo y alma no requiere de soluciones prácticas o materiales, sino simplemente “de la capacidad de dar y de recibir”, como diría Adriana Torres, es decir, de amar y dejarse amar. Y concluye la artista que “para esto no hace falta mucho; esta capacidad la tenemos todos”, solo hace falta pulsar el interruptor, tener la voluntad de hacerlo y la docilidad para dejarse llevar. La Virgen mueve tu mano cuando tú ya no sabes cómo. Solo hay que llamarla a tu auxilio y ese suero de aliento entrará en tu ser revitalizando, despertando la apatía y calmando el desasosiego.

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“Luz de Vida” Una de las obras que más me emociona es “Luz de Vida”, titulada así porque, en palabras de la artista, “describe la vida que se ilumina cuando recibe la luz y a la vez alumbra a su alrededor”. Esta pieza es la escultura de un corazón en resina, lo que significa que la materia con la que está realizada es traslúcida, y cobra su sentido completo cuando la luz la atraviesa iluminándola como si latiera un foco en su interior, deslumbrándonos con su luz. Para mí es, sin duda, el Corazón de Jesús que vive dentro del nuestro haciendo de nosotros un sagrario viviente. Su luz pasa a través de nosotros para que seamos luz del mundo. Es interesante cómo la artista explica que “este corazón si no recibe la luz no la da, y por tanto da la luz que recibe”. Esta escultura describe cómo debemos dejarnos invadir y colmar por el amor de Dios para poder llevarlo a los que nos rodean. Y esa es la santidad, no tanto la acción de amar a Dios en totalidad como el dejarse amar completamente por Él.

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Victoria Serrano Blanes

El Espíritu Santo no agota su creatividad. En cada época va soplando gracias que brotan con formas nuevas en la Iglesia; las necesarias para vivificarla y capacitarla para asumir los retos que se le presentan. Es el eterno Consolador que nos guía, nos previene, nos acompaña y sostiene en todo momento. Es el que dirige nuestros caminos aun por senderos que a la luz de la razón no siempre entendemos, pero que al calor de la fe nos adherimos con esperanza. Frente al descreído y turbulento mundo de hoy, el amor de Dios sigue siendo más fuerte que nuestros pecados. En las últimas décadas hemos presenciado cómo el Espíritu Santo, que es el que marca los tiempos, ha ido suscitando nuevas realidades eclesiales con diversidad de carismas. Una de ellas es la Renovación Carismática, cuyo don cobra vida en la Comunidad de la Sagrada Familia, lugar común de acogida al otro. 87


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En el pueblo alcarreño de Trillo se sitúa el Centro Pastoral Juvenil San Francisco de Asís de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, encomendado a la Comunidad de la Sagrada Familia. Se trata esta de una comunidad de hermanos de la Renovación Carismática cuya misión es hacer presente el amor de Dios a través de la acogida, sabiendo que el hombre solo puede ser curado y sanado cuando entra en su espíritu la vida inmortal. El P. Carlos nació en Argentina hace 57 años. «Estaba estudiando el último año de Ingeniería cuando después de comulgar sentí cómo el Señor me preguntaba: “¿Quieres ser sacerdote?”. “Sí —le dije— pero te pido tres cosas: no dudar nunca de este momento; serte fiel hasta el final y que me lleves al lugar donde mejor me pueda formar para lo que me necesitas”. Encontré providencialmente en mi casa el libro “Los cartujos hoy”, y en menos de un mes ya me había marchado a la cartuja Aula Dei de Zaragoza. Con los años he visto que ese era el mejor lugar donde prepararme para la misión posterior. Allí conviví con verdaderos santos; hermanos que han prescindido totalmente de sí y solo viven para

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el amor a Dios y al prójimo. En 1996, estando allí como prior, conocí a la Renovación Carismática y recibí del señor la llamada para comenzar un nuevo camino. Lo contrasté con dos sacerdotes y uno de ellos, Baldomero Jiménez Duque, director espiritual de enorme discernimiento, me dijo: “Es de Dios y la obra va a salir. Ponte en marcha pero prepárate para sufrir”. La Comunidad de la Sagrada Familia es el resultado de aquello». «Cuando salí de la cartuja, el anterior obispo de Sigüenza-Guadalajara, Mons. José Sánchez, me prestó una pequeña casa en Sienes. Se unieron a mí la Hermana María y después la Hermana Pilar, a quienes conocía de la Renovación Carismática, y empezamos con la misión pastoral en cinco parroquias. Poco después se añadieron la Hermana Isabel, Pepe, Marcos… Desde el año 2007 hemos estado rehabilitando esta casa desocupada por los franciscanos, y en junio finalmente la hemos inaugurado como Centro Pastoral Juvenil San Francisco de Asís, aunque está abierta a cualquier necesidad de la Iglesia. También llevamos la pastoral de nueve parroquias, entre ellas las de Villanueva de Alcorán, Viana de Mondéjar, El Recuento, Trillo, Peralveche, etc”.


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«si hoy nos queremos es porque

resucitó»

¿Qué es realmente la Comunidad de la Sagrada Familia? ¿Existe algún secreto para que personas tan dispares convivan en comunión fraterna? «El único secreto es amar de corazón, salir de uno mismo e ir hacia el hermano —responde el P. Carlos—: Somos como la primitiva comunidad cristiana, hay una consagración total a Dios y con Él triunfa el amor por encima de todo. Nuestro carisma es hacer familia y dar familia tanto humana como divina, atendiendo con cariño a la gente que viene en dificultades: drogadictos, alcohólicos… Viven, rezan, trabajan y se sientan a la mesa con nosotros. En la raíz de esas “desestructuraciones” no solo está la debilidad humana, sino también la carencia de una familia que sostiene, por eso nosotros tratamos de ser ese soporte». Es evidente que el Espíritu hace unidad, no confusión; su soplo tiende lazos y hace que sea posible el milagro del amor. Todo lo contrario al enemigo, que cuando actúa hay división y prepotencia. «La fe se vive en comunidad, rodeado de hermanos que te digan ante la cruz: “Oye, que es el Señor”. Si Cristo dio su sangre por todos, ¿qué derecho tienes tú para juzgar al otro? Los hermanos más débiles que se han unido a nosotros son precisamente los pararrayos de la comunidad, los que atraen la misericordia de Dios», reconoce el P. Carlos. «Aquí se cumple lo que dice el profeta Isaías: “Vivirá el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastoreará...”. La convivencia no siempre es fácil pero se da el amor y el perdón. Si te crees algo, el vivir en comunidad te permite conocerte y reconocer que eres un desastre», confiesa Diego. «La clave está en la oración —añade Paula— para estar abiertos a la escucha del Espíritu. No es idílico, lo que realmente convierte cada día es el sufrimiento y lo que pule es amar al hermano en la dimensión de la cruz. Todos nos ayudamos a aterrizar mutuamente pues queda patente la debilidad propia».

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a Hermana Pilar sed santos

La Hermana Pilar tiene 48 años y es de Burgo de Osma. A los 36 años recibió la llamada para consagrarse al Señor y formar parte de la Comunidad. «Tengo una vida tan plena que a veces le he preguntado al Señor por qué no me llamó antes. Pero sé que es porque la Comunidad no existía. Sentía una necesidad del Señor que no la colmaba yendo a misa los domingos. Me invitaron a una eucaristía celebrada por la Renovación Carismática y ahí el Señor transformó mi vida. En el 2002 fui a Sienes (Guadalajara) en unas vacaciones y conocí a la Comunidad, que por aquel entonces estaba formada por el P. Carlos, la Hermana María y Gabriel, un laico que se marchó fuera de España. Al cabo de unos días supe que era mi sitio. Como decía San Juan Pablo II, “Cristo no merece la pena, merece la vida”. Para mí estar con el Señor y con los hermanos es la plenitud. Vivir de la Providencia es más seguro que tener un sueldo a fin de mes porque Dios es mi Padre todopoderoso y sé que me va a cuidar».

«vivir de la Providencia es más seguro que tener un sueldo a fin de mes porque Dios es mi Padre todopoderoso y sé que me va a cuidar» (Hermana Isabel)

na Isabel 90

La Hermana Isabel tiene 43 años y es de Collado-Villalba. «Yo era cristiana de cumplimiento, pero dos de mis hermanas se fueron a un retiro Carismático en Santiago de Compostela y volvieron tan entusiasmadas que me contagiaron el deseo de tener intimidad con Dios. Cuando mi trabajo me lo permitía participaba en el grupo de oración de la Renovación Carismática. En 1996 acudí a la celebración de la Pascua y me impactó; pasé de sentir que estaba muerta a resucitar con Cristo. En el 2006 fui a Sienes y sentí que el Señor me invitaba claramente a formar parte de ella. Yo siempre me fío del Espíritu Santo porque sé que no se equivoca».


Pepe

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Pepe, seminarista de segundo curso, nació en Madrid hace treinta años. «Vengo de una familia católica tradicional y desde pequeño he tenido encuentros con el Señor, pero a los veinte años mi vida perdió su sentido. Era como si el Señor me hubiese puesto unas gafas y todo lo que veía a través de ellas me parecía mentira, como de una función de teatro. Sentía que no había amor en las relaciones sino únicamente un fondo de conveniencia, ¡y me hundí! Desde niño estar presente en ciertos ambientes me producía un nudo en el estómago. Esto explosionó y era como si un cristal de acero me separara de los demás. Un verano conocí en Santander a los Legionarios de Cristo y al verles tan felices me di cuenta que ahí estaba la verdad. Pasó el tiempo y mi hermana tuvo una experiencia muy fuerte del Espíritu Santo cuando su suegra fue curada milagrosamente de sanación. Me invitó al grupo de oración de los jueves en la parroquia de Santa Catalina de Alejandría y el Señor comenzó a corregirme. Finalmente, en una Pascua Dios entró en los rincones más oscuros de mi alma y sentí como nunca su amor y su misericordia. “Quien pierda su vida por mí la encontrará”, resonaba fuertemente en mi corazón. Yo era como el joven rico; había terminado la carrera de Derecho y trabajaba en un despacho de abogados, tenía moto, coche… ¡Era muy mundano y el Señor me quitó esa capa de apariencia! Hasta ese momento, aunque hacía lo que quería no era feliz. Esa noche Dios me llamaba para seguirle y me sentía indigno, pero su misericordia y su fuerza pudo conmigo, puede hoy y sé que va a poder siempre. Mi alma grita: “Señor, llévame que yo no sé”, y eso me sostiene para ser sacerdote».

«con el Señor tenemos más aventuras que Indiana Jones y Rambo juntos» (Hermana Pilar)

«yo siempre me fío del Espíritu Santo porque sé que no se equivoca» (Hermana Isabel)

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Diego y Paula

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«Sea el Señor

Delicia»

tu

Diego y Paula, de 36 y 37 años respectivamente, son un matrimonio de Madrid. Tienen cinco hijos: Alonso, Paula, Teresa, Micaela y Francisco, de edades comprendidas entre los nueve años y los trece meses. «Vivíamos en Madrid —comenta Diego— pero en un momento dado me arruiné y lo perdimos todo. Ahora entendemos que es la respuesta a una petición que le hicimos al Señor de vivir la fe más en profundidad. Un amigo sacerdote destinado en Rascafría me llamó justo el día que supimos que estábamos en la ruina. Le conté lo que nos había pasado y nos ofreció su casa parroquial para vivir; allí pasamos un verano con mucha paz. Nos dejaba las llaves de la iglesia y podíamos hacer adoración cuando queríamos. Coincidió además con la JMJ Madrid-2011 y atendíamos a la gente que pasaba por la parroquia. Está claro que todas las experiencias están en orden a la misión. En el invierno me salió un trabajito en Lozoyuela y comenzamos una nueva vida. Ganaba 630 euros al mes y solo el alquiler de la casa costaba 450 euros, con lo cual vivíamos de la Providencia, ¡y no nos faltaba de nada! La ruina ha sido para nuestro bien porque yo estaba metido en una rueda de idolatría de la que no podía salir, y el Señor tuvo que cortarla radicalmente. Después fuimos a Canencia de la Sierra y seguíamos colgados de Dios. Que el Señor da el pan a sus amigos mientras duermen es una realidad. En Madrid

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caminábamos en una comunidad del Camino Neocatecumenal, a la que no podíamos asistir por la distancia. Durante esos dos años echamos mucho de menos compartir la fe. Una prima mía conocía esta Comunidad desde sus inicios, le pedí el teléfono del P. Carlos, le llamé y nos invitó a conocerlos. Sentimos la presencia viva del Señor en ella. El año pasado vinimos unos días de vacaciones y ya nos quedamos. Con esta acogida hemos visto a un Padre que vela por sus hijos pobres y débiles». Paula, su mujer, comparte la alegría de esta experiencia comunitaria. «Dios nos sacó del mundo porque las cadenas cada vez eran más pesadas. Nuestro papel principal como padres es transmitir la fe a los hijos y aquí es más fácil. Además, humanamente, el convivir con tanta gente enseña a ser corregido, a aceptar que somos imperfectos, que arrastramos miserias y pecados y aun así el Señor nos sigue queriendo. Sin embargo, no nos hemos diluido como familia. Los niños tienen muy claro la autoridad de sus padres. Que una familia formada por el matrimonio y los hijos viva con personas consagradas es chocante pero también es una maravilla. Vimos el cielo abierto cuando esta comunidad nos acogió para caminar hacia Dios con ellos, porque nosotros solos hubiéramos languidecido. Uno no puede combatir en el combate de la fe solo».

A


sed santos

Alonso

Alonso, de nueve años, es el mayor de los cinco hermanos. Aunque es corta su edad no lo es su discernimiento. «Es muy divertido vivir aquí. Madrid es un rollo patatero ¡y yo prefiero ser de pueblo! Dios ha llamado a mis padres para vivir en la Comunidad pero yo también tengo vocación de estar aquí». Pilar, madre de la Hermana Pilar, tiene 85 años y desde hace un año forma parte permanente de la Comunidad. «Hace treinta y seis años que soy viuda. Toda mi vida he sido de la Iglesia y ahora he descubierto una nueva manera de vivir. Cuando mi hija me dijo que se venía a la Comunidad me disgusté porque creía que me quedaba sola. ¡Tenía miedo de perder una hija y he ganado una familia!».

Pilar

«somos como la primitiva comunidad cristiana, hay una consagración total a Dios y con Él triunfa el amor por encima de todo» (P. Carlos) 93


sed santos

«Te busco

aurora»

en la

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En estos años la Comunidad ha crecido en número; desde niños hasta ancianos todos encuentran su lugar e interceden y oran por quien lo necesite. Además de los mencionados se han unido a ella los padres de la hermana María; Horacio — ex presidiario y posteriormente ayudante en la rehabilitación de drogadictos en Zaragoza—; Florín, incorporado hace seis meses después de vivir un año y medio en la T4 de Madrid aquejado de alcoholismo. «Estos somos los fijos, pero siempre se va añadiendo gente. Muchas veces somos más de treinta a la mesa y el Señor ha provisto para todos. Como es Dios de bueno y generoso con nosotros lo somos con la gente que viene. Todo el mundo necesita experimentar el amor de Dios. Florín llegó muy mal a esta casa y después de este tiempo de misa diaria, oración, trabajo y familia ya no bebe nada. ¡Ponemos a la gente delante del Señor y Él es quien les cura!», apunta el P. Carlos.

y otra los jueves para los jóvenes. «La gente está muy necesitada de Dios. Nos rodea un ambiente tan paganizado ¡que muchos mueren en el alma! Anunciamos a Jesús, la buena nueva de la salvación, y Él va por delante con el poder del Espíritu curando a los enfermos. He presenciado sanaciones impresionantes, muchas de ellas a través del carisma de curación del ya fallecido P. Emiliano Tardif; como por ejemplo la de dos paralíticos que se pusieron a caminar o una señora sorda que comenzó a oír de repente. Una vez escuché al P. Tardif decir: “La primera pregunta que voy a hacerle a Dios cuando le tenga delante es por qué cura a unos y a otros no”. Eso es un misterio, pero lo que está claro es que la misericordia de Dios siempre está presente; unas veces Dios cura por misericordia y otras veces, precisamente por misericordia no cura, porque dejándole sin curar hace partícipe al enfermo del misterio de la Pasión de Cristo».

La razón del cristiano es evangelizar, que otros conozcan a Dios y tengan vida eterna. Es por ello que, aparte de su carisma de acogida, todos los lunes se desplazan hasta la parroquia de Santa Catalina de Alejandría de Madrid con el fin de celebrar a las 20:30 h. una eucaristía carismática para la familia

«Un matrimonio que ya habían iniciado los trámites para separarse vino a pasar unos días aquí. Rezamos por ellos y salieron de la mano. ¡Todavía siguen juntos! La Comunidad tiene el carisma de rezar e interceder por quienes se encomiendan a ella y Dios todo lo reconstruye», señala Diego.


«Por la mañana

mi voz»

sed santos

escucha

Nos cuentan que el día a día es sencillo y pleno a la vez porque se vive al soplo del Espíritu. El hilo conductor de toda jornada es la oración. «Con el Señor tenemos más aventuras que Indiana Jones y Rambo juntos —afirma la Hermana Pilar—: Después de laudes y adoración eucarística comenzamos con las tareas de la casa. A las 13:30 rezamos el rosario y a las 14:00 comemos todos juntos. Por la tarde retomamos las tareas hasta la hora de la eucaristía. Después, la cena y las oraciones de la noche. Los lunes y los jueves vamos a los grupos de oración en Madrid y los sábados y domingos llevamos la actividad pastoral de las parroquias de alrededor. En verano se presta más a tener más actividades de encuentro con los jóvenes y las familias. Este mes de julio y agosto hemos acogido a cinco campamentos y los fines de semana a grupos de convivencia». Decía Santa Teresa de Jesús que orar es tratar de amistad con quien sabemos que nos ama. Por eso vivir con Dios es

mantener una relación personal de amor y libertad. “El Señor me ha dado mi sitio y soy yo mismo —explica Pepe—: no tengo que fingir ni dar la talla, la da Dios. Antes buscaba debajo del sillón moneditas de un céntimo cuando tenía un tesoro delante. ¡Y ahora lo he encontrado!”. Paralelamente, y en contraposición al paganismo que invade nuestro siglo, destaca la naturalidad con la que se vive la fe, sobre todo por parte de los jóvenes religiosos. “Se han perdido los clasicismos estancos de antes. Los religiosos no vivimos encorsetados ni rígidos, sino naturales, cada uno con su personalidad. Porque Dios no te cambia, te potencia. Te quita el polvo del camino, te cura las heridas y los roces para que salga a relucir la criatura que ha creado. Y esa naturalidad es lo que atrae; lo forzado y la mueca tira para atrás. El joven olfatea la verdad y cuando la encuentra entonces se compromete. Donde hay verdad hay alegría y eso se contagia”, señala el seminarista.

María, reina de las familias Como no podía ser de otro modo, la Virgen siempre está presente en la Comunidad de la Sagrada Familia. «En 1980 leí “El tratado a la verdadera devoción de la Virgen Santísima” de Luis María Grignon de Montfort, y la Virgen me mostró que del mismo modo que las fuerzas del mal empujan a una persona a venderse por dinero o por poder, y termina en posesión diabólica, la Virgen hace lo mismo a la inversa. Poco después pude leer la carta original que en 1932 San Maximiliano Kolbe le mandó a un sacerdote en la que ponía: “Queremos estar poseídos por María como los posesos son de Satanás”. Por eso nosotros también le pedimos diaria y libremente a la Virgen que tome posesión de nuestra alma, a través de esta oración: “Ante ti, oh santísima Majestad, delante de toda la corte celestial, de los ángeles y de los santos. Ante ti, oh Santísima Virgen María, proclamamos y declaramos solemnemente que de modo irrevocable y eterno, de manera totalmente libre y espontánea, te entregamos todo nuestro ser para que con el Espíritu Santo y San José nos poseas completamente para gloria y esplendor de l reino de tu Hijo amado. Esta posesión anula toda asechanza de las fuerzas del mal y la sellamos con la preciosísima sangre de Jesús. Amén”».

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sed santos

Victoria Escudero

Voluntaria de las Misioneras de la Caridad

dre Teresa con De la íntima unión de Ma para extender Dios surgiría la fuerza o entero. En los su obra por el mundría respuesta a las países más pobres dales; en los países necesidades materia ofundas carencias más ricos, a las prs de una sociedad afectivas y humana ocultaba la vida en la que la soledaden la oscuridad del de muchas personas no. “No ser nada olvido y del abando labras de la Madre para nadie es — en palas pobrezas”. Teresa— la peor de

preguntaba a las Cuando la gente de su presencia en misioneras la razón dos Unidos o Gran lugares como Esta e n una reflexión sobr Bretaña, ellas hacía a id rg su lla ue ante, aq la pobreza más lacer o ism ial er at m el mo y allí donde el capitalis e qu miles de personas habían marginado a ”. do o “cuarto mun constituían el llamad 70, Madre Teresa 19 Así, en la década de Europa, América r po extendió su obra Central y Oriente ica ér del Norte, Am as tableció las primer Medio. También es es en m gí re r po rnados casas en países gobe su y ia) ac ro (C greb comunistas, como Za ia). on ed ac (M l ta Skopje na sa abrió una casa en En 1970 Madre Tere vó a sus hermanas Londres; en 1971 lle x de Nueva York, on al barrio de South Br cia y peligrosidad en ol vi de cuyo nivel a la policía se atrevier hacía que ni siquiera a acercarse.

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las hermanas En ese mismo año s ciudad en la que lo llegaron a Belfast, la n licos marcaba enfrentamientos bé n en permanente ió ac vida de una pobl instalaron en Gaza, se 73 conflicto. En 19 es los refugiados árab donde asistirían a la en os lad ra o acor que habían quedad ciudad. a 1980 llegó a Áfric En la década de o nd za l y siguió avan Central y Occidenta te Es de ia ista: Aleman en el bloque comun 1991. En estos años en a ni en 1981 y Alba cibida por líderes de Madre Teresa fue re , como Sudán, Cuba numerosos países Irak y Mongolia.

ie es d a n a r a p a d a n “no selarbras de la Madre Teresa— —en pa zas” e r b o p s la e d r la peo


Las DeRamas Su

sed santos

Obra

“yo no hago nada, es Él quien

lo hace”

A lo largo de su vida, la san ta fundaría un total de 594 casas repartidas por 120 países del mundo. Su gra n desilusión fue no recibir autorización para abrir una casa en China. En todo este proceso de expans ión Madre Teresa constituyó un ma gnífico eje mplo de fe y confianza en Di os. Consciente de que su obra no le pertenecí a, animaba a sus hermanas de manera constante a buscar el Reino de Dios y su justicia y confiar en que todo lo demás les sería dado por añadidura (cf r. Mt 6, 33). Y así, las misioner as recibieron de la Providencia, en innumerable s ocasiones, los medios ma teriales para llevar a cabo su misión asistencial entre los más pobres. La pre sencia de Dios en la obra de Teresa de Calcuta alcanza expresiones en las que posible es “milagro”. la única palabra Basten como ejemplo las sig uientes anécdotas que no son cuentas de un rosario infinit sino dos únicas o: en cierta ocasión, Madre Teresa recibió la llamada de una de sus misio neras destinada en Agra (In dia). La hermana le comunicaba la urgente necesi dad de un asilo para niños en aquella localidad, para lo cual se requerían cin cuenta mil rupias. Ante la ausencia de dicha cantidad, la Madre Teresa se vio obligada a responderl e que el proyecto era imposible de afrontar. Al cabo de un rato sonó de nuevo el teléfono, pero esta vez para comunicar le que en Filipinas acababa de serle otorgado el premio Ma gsaysay dotad o con cincuenta mil rupias . Inmediatamente Madre Teresa llamó a la her mana para decirle que Dios deseba que en Agra hubiera un asilo para niños. En otra ocasión, esta vez en la casa de Calcuta, se necesi taba comida para alimentar a un grupo de sie te mil personas durante dos días. Como siempre hacía la Madre Teresa cada vez que se veía ante una nec esidad acuciante, se retiró a hacer oración. De manera imprevista, aqu el día el Gobierno decidió cerrar durante dos jor nadas las escuelas y todo el pan alumnos fue entregado a las Misioneras de la Caridad, que destinado a los entre las siete mil personas lo distribuyeron que tenían a su cuidado.

en la década de 1970

extend

por Europa, América delióNosu obra América Central y Oriente rte, Medio 97


sed santos

los sarmientos de la Vid La Madre Teresa vivió sie mp en absoluta dependencia re de Dios. Las palabras del Se ñor en el Evangelio: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” (cfr. Mt 7,7) alcan zan pleno significado en ella. La oración le unía de un modo tan íntimo a Dios, que tod o lo esperaba de Él y todo lo encontraba en Él. Y de est a estrecha unión surgieron todos los frutos de su ob ra en la que progresivamen te fueron creciendo nueva s ramas. Así, consciente de la necesidad de los pobres de hermanos religiosos y del deseo de muchos jóven es de compartir su objetivo y forma de vida, Madre Teres a fundó, en la festividad de la Anunciación de 1963, la ord en de los Hermanos Misionero s de la Caridad, que oficialm ente sería considerada congreg ación diocesana de Calcuta en 196 7. Para entonces ya contaba con tre inta y tres hermanos. por la salvación y la santifi cación de los más pobres entre Años más tarde, en 1976, los el de la festividad del Sa día pobres a través de la adoración grado eucarística, la contemplación, el Corazón, fundaría también la rama silencio la sol ed ad y la penitencia. contemplativa de las Mision eras de Además, duran te dos o tres horas, la Caridad. La misión especí fica de acompañaban dia estas hermanas era entregar su vida más necesitado riamente a los s.

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uesta Igualmente, y en resp os un a la vocación de alg una ir hombres de segu al contemplativa vida bres, servicio de los po los ó Madre Teresa fund ativos pl Hermanos Contem ridad Misioneros de la Ca 79. 19 el 19 de marzo de igida er , ón La congregaci a en m en la diócesis de Ro y os 1993, incluía herman sacerdotes.

En 1984, Madre Teresa emprendería la fundación de los Padres Misioneros de la Caridad que dedican su vida al servicio sacerdotal de los pobres; ofrecen asistencia espiritual a la familia de los Misioneros de la Caridad y dan a conocer la espiritualidad y el mensaje propio de la orden. Los Padres Misioneros se convirtieron en congregación con derecho diocesano en Tijuana, México, en 1992.

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dolor ofrecido con vocación misionera Pero la llamada del Señ or y la “La verdad es que usted puede hacer respuesta de Madre Teresa marcaron mucho más en su lecho de dolor que la vida de muchas más person as. Desde yo corriendo de aqu í para allá. Juntas comienzos de los años cincue nta, Madre podemos hacer que yo disponga de las Teresa empezó a pedir a los enfermos fuerzas que vienen de católicos que ofrecieran su Aquel que puede sufrimiento dármelas”, le esc ribió Madre Teresa. y oraciones por ella y su misión. “El Jacqueline promo vió el movimiento de sufrimiento en sí mismo no es nada, Colaboradores En fermos y Sufrientes, pero el sufrimiento com partido con del que sería titu lar hasta la década la pasión de Cristo es un don divino. de 1990. Este mo vimiento dio sentido Cuando el sufrimiento se acepta y se a la vida de mu chas personas que soporta en comunión con los demás, se encontraron en sus padecimientos un convierte en alegría” explica ba. camino de unión a Dios. La vida de un cristiano se fundamenta, Por otro lado, la obra de Madre de manera insoslayable, en la experiencia Teresa, abierta des de sus comienzos a de la cruz y es la aceptació n de nuestra la colaboración de personas de todos cruz y el hallazgo de su má s profundo los credos, consol idó en 1969 una sentido lo que nos pueden conducir a asociación para reu nir específicamente las más altas cimas espiritual es. a todos sus colaboradore s bajo el nom bre de “Asociación Internaci La idea de Madre Teresa onal de consistía en Colaboradores de Madre Teresa”. Además, que el ofrecimiento del dolor y las en 1981 se empre ndería el Movimiento dificultades de los que sufría n sustentara Corpus Ch rist i la labor de las misioneras. para sacerdotes Así en 1953, diocesanos, con el fin de que también Jacqueline de Decker, enf ermera y estos pudieran com partir el carisma de asistente social belga que , en su día, la congregación. Y para sostener a los deseara ingresar en la ord en como sacerdotes en todas misionera de la caridad, sus dificultades y se convirtió soledades, fundó en 1987 el Movimiento en “colaboradora enferma y sufriente de Intercesores Ver ónica destinado a la de Madre Teresa” a petició n de esta. adopción espiritual de sacerdotes. Al igual La grave enfermedad que padecía que Verónica en el cam Jacqueline y que la había ino al Calvario, obligado a las hermanas mis ioneras de la Caridad abandonar su vocación prime ra significó y de otras órdene s ayudarían, mediante así su gran aportación a una misión este movimiento, a para la que había que ofr ecer mucho. sacrificios y oracio sus sacerdotes con nes.

el movimiento de Colabo

Enfermos y Sufrientes dio sentido a laraviddaoderes muchas personas que encontraron en sus padeci mientos un camino de unión a Dios 100


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Madre Teresa vio Y, por último, la obra de otra rama más no crecer pronto en su se n fundamental, sió mi a un ría za que reali nefactores de la los voluntarios y be re Teresa atrajo ad orden. La labor de M s, especialmente a muchas persona entes de todos jóvenes, que, proced o se unían en el los lugares del mund a los más pobres. servicio y la entrega convertido en un ”Nuestra labor se ha

oneses, europeos, medio de unidad. Jap tan maravilloso estadounidenses… Es s. Cada día vienen verlos trabajar junto cipan en la santa a la Casa Madre. Parti Nuestro hogar ha misa, la adoración. chos han tocado unido a la gente. Allí mu sidad Madre nero a Dios”. En su ge sión que guarda mi a un a a vid o Teresa di nosotros, fiel de o un sitio para cada un os. reflejo del deseo de Di

o, las i r a v l a C amino al s sacerdotes c l e n e ica d ayudan a su n ó r e V e u s q rida a l C a a u l g e i d l a as misioneras fIcios y oracione herman on sacri

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El adolescente Texto: Jerónimo Barrio Ilustraciones: Patricia Guerrero Padrón

Misión de Santa María, Puerto Maldonado. Departamento de Madre de Dios (Perú)

—Acuérdate, Marcos, que mañana a las 6:00 voy a la ciudad a recoger al muchacho. —¿Qué muchacho? —¡Pero si te lo expliqué hace tres días! El hijo de Don Felipe, uno de nuestros mejores benefactores de España. Ha puesto mucho interés en organizar este viaje a su hijo. —¡Ya me acuerdo! El adolescente díscolo, hijo de papá rico… No sé yo cómo resultará la idea de venir a estos parajes de vacaciones. —No viene de vacaciones, sino a ayudarnos y cambiar de aires. D. Felipe cree que así se le quitarán los pájaros de la cabeza. —¿Los pájaros de la cabeza? ¡Curiosa forma de llamar ahora al hachís! —Por favor, Marcos, no seas tan cruel. Tú no has sido un santito en tu vida pasada, precisamente. Al día siguiente, el Padre Javier llegaba a la Misión con el joven. Daniel era un muchacho de diecisiete años, de mirada fugaz y gestos inquietos. Marcos le enseñó todas las dependencias del complejo parroquial. El chico no mostraba mucho interés. ¡Ni siquiera cuando se le mostraban los proyectos puestos en marcha gracias a los generosos donativos de su padre! Por la tarde, el Padre Javier aprovechó para proponerle algunas tareas durante su estancia en la Misión —Podrías ayudarnos en la escuela a dar clase de matemáticas a los chicos. —No cuente conmigo, Padre, para esto. No tengo paciencia para enseñar. —Pues, podrías ayudar a Marcos en el comedor. Ahí nos hacen falta muchas manos. Son 150 personas las que acuden a diario. Otro sitio muy interesante, si te gusta el mundo sanitario, es el dispensario de salud. —Bueno, ya veremos —contestó con desdén el muchacho—. Por cierto, ¿hay por aquí cerca algún bareto o algo parecido en el que desconectar un poco de este “rollo solidario”?

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Un poco sorprendido por la notoria frialdad del chico, el Padre Javier, con rostro serio, le contestó: —¿No te parece que antes de desconectar del “rollo solidario” podrías conectarte un poco primero? Tu padre me dijo que venías a trabajar y no te veo con mucho interés por hacerlo. —Mi padre siempre intenta organizarme la vida. Sobre todo desde que murió mi madre. “Estudia esto…”, “no vayas con esos…”, “vuelve a casa a tal hora…”, “no te pongas esa ropa…”, “quita esa música horrible…”. Todo son siempre prohibiciones y mandatos. Si algo bueno tiene estar aquí es que no le tengo cerca para oír sus monsergas. Con rostro insolente salió de la habitación. Era evidente que el muchacho estaba mucho peor de lo que se lo había pintado su padre. Pasaron las semanas y a duras penas consiguió el Padre Javier que Daniel diese alguna clase a los chicos. En el comedor sirvió la comida dos días y el dispensario le daba asco porque curar heridas de los campesinos no lo soportaba. Casi todo lo hacía de mala gana. La mayor parte del tiempo permanecía en su habitación embobado con sus cascos de música. Una tarde, tras enfrentarse con Marcos por intentar que hiciese algo de utilidad entabló una fuerte discusión con él: —¡Estoy harto de este sitio! ¡Esto es una mierda! ¡Perdidos en el culo del mundo! Me estoy volviendo loco entre tanta miseria. Os creéis muy buenos por lo que hacéis, pero esto no sirve para nada. ¡Para nada! No podéis cambiar la miseria de esta gente. —¿Y a donde irás, Daniel? —le preguntaba Marcos con su habitual ironía—: ¿A fumar porros con tus amiguitos de Madrid? ¿A emborracharte un fin de semana tras otro? ¿Esa es tu maravillosa vida? ¿Tu vida repleta de sentido? —¡Dejame en paz, imbécil! ¡Dejadme todos en paz! Y una vez más, enrabietado, se metía en su cuarto, donde lloraba y gritaba hasta que se cansaba. El Padre Javier y Marcos no sabían cómo tratarle. Lo habían intentado todo en esos dos meses. —Ya sé —dijo Marcos con su habitual sorna—: ¡Un exorcismo! Eso podría cambiarle. Al menos, déjame que le eche por encima un bidón de agua bendita a ver qué pasa… —No te burles de estas cosas, Marcos. Intentaré hablar con él por última vez. En cuanto tuvo ocasión, el P. Javier se dirigió a Daniel para cuestionarle su actitud en la misión. —Mire, Padre, usted me cae bien. Sé que intenta ayudarme, pero es que yo no tengo ningún problema. Los problemas los tiene mi padre. Yo estoy muy a gusto conmigo y lo tengo todo claro en la vida.

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mosaico —¿Tienes diecisiete años y lo tienes ya todo claro en la vida? —Sí, veo con claridad las cosas; lo que quiero hacer y lo que no. —Lo que pasa, Daniel, es que vemos en ti todo lo contrario: un chico frágil, inseguro, que oculta tras una aparente frialdad y dureza de corazón un hambre enorme de atención y afecto, un hambre de amor. Probablemente, la ausencia de tu madre y las ocupaciones después de tu padre te han dejado solo y lo estás pagando con todos. —Usted está ciego. Su visión de las cosas es siempre como cura. Yo tengo una visión amplia de la vida. El Padre Javier, que hasta entonces mantenía una actitud cariñosa y paciente con el chico, vió que había que cambiar de estrategia y, levantando la voz con energía, prosiguió: —Mira, Daniel, aquí el único ciego eres tú y no lo sabes. —Yo veo perfectamente. —Eso es lo que te crees, pero no es verdad. Tu ceguera es muy profunda; tanto que ni sabes que la padeces. Por eso estás amargado, resentido y lleno de odio hacia todos. El Padre Javier se sacó del bolsillo de la chaqueta su biblia y, con voz firme y tranquila, le siguió hablando: —Escucha esto, aunque sea el único gesto de humildad que tengas en este lugar. Y le comenzó a leer un pasaje de San Mateo: «Y llegan a Jericó. Y al salir él con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí”. Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: “Hijo de David, ten compasión de mí”. Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo”. Llamaron al ciego, diciéndole: “Ánimo, levántate, que te llama”. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: “¿Qué quieres que te haga?”. El ciego le contestó: “Rabbuni, que recobre la vista”. Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha salvado”. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino, glorificando a Dios» (Mt 10, 46-52). —No pillo nada. —Tú eres un ciego que no sabe que lo está y por eso ni pide limosna ni grita pidiendo a Jesús su curación. Tu padre te ha traido aquí porque, como en el Evangelio, espera que Jesús, en el que confía, pase por tu vida para


mosaico curarte de tus miserias. Pero tú no te has enterado. Llevas casi dos meses aquí y te marchas como has venido: ciego. El ciego de Jericó, cuando oyó que Jesus pasaba, gritaba y nadie le podía parar, porque sabía que en Él estaba su salvación. Tú sigues embobado en ti sin dejar que nadie te ayude, engreído en tus tontas pretensiones y no has gritado ni una sola vez: “Ten piedad de mí”. Nadie puede curarse si no sabe que está enfermo. Tu mayor desgracia no son las drogas sino tu soberbia; esa ceguera para reconocer que necesitas ayuda. Has despreciado todo lo que se te ha ofrecido y ni Dios puede ayudarte si tú no te dejas. Verdaderamente afectado por la dureza de corazón del chico, el Padre Javier salió de la habitación y le dejó solo. Por primera vez en dos meses le había escuchado sin replicarle con sus borderías. A los dos días se despedían en el aeropuerto de la ciudad. No volvió a hablar nada con él. Ya se habían agotado todos los discursos. El chico, al menos, le dio las gracias y le pidió perdón por todas las molestias que había ocasionado. Esta fue la única recompensa a tanto desvelo por ganarse al muchacho. A los dos meses, el Padre Javier recibía una carta de Don Felipe, el padre de Daniel.

“Querido Padre Javier: Muchas gracias por todo. Estoy muy contento. Mi hijo es otra persona. Sabía que ese viaje le cambiaría. Está mucho mas dócil y ha dejado las anteriores amistades. ¡Incluso me acompaña a misa los domingos y se ha confesado! Yo también he tratado de dedicarle más tiempo; creo que no lo estaba haciendo del todo bien. Todo esto ha sido gracias a usted...”. La carta seguía, pero el Padre Javier ya estaba pensando en otra cosa. Después de dos mil años, al igual que en Jericó, Jesús seguía dando la vista a los ciegos. ¡Solo necesita que sepan que lo son!

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TEXTO: MANUEL DEL PINO ILUSTRACIONES: JULIÁN GARCÍA

Aquel infausto día de agosto se presentó el empresario Alonso Robles en el “Centro de mayores Duque de la Victoria”, de Albera, donde Sor Consuelo era voluntaria. ─Se acabaron las construcciones. ¡Estoy en la ruina! Robles era un hombre bien vestido, con la cabeza rapada al cero y aspecto de duro, aunque de cerca menos alto y fornido de lo que parecía. ─¿Y lo que invertimos en sus acciones? ─le dijo Sor Consuelo─ ¡200.000 euros! ─Se lo devolveré en cuanto pueda. De momento me es imposible. Carezco de liquidez y me persiguen los acreedores. Robles volvía de Guinea Ecuatorial. Había instalado allí su compañía inmobiliaria, CONSTRUR S.A., tras el estallido de la burbuja del ladrillo en España, mientras que algunos países africanos seguían ofreciendo algunas posibilidades de crecimiento y negocio. Nigeria era mucho más grande y desarrollada, pero Guinea seguía manteniendo ciertos lazos con su antigua metrópoli, como el importante detalle del idioma, y era menos peligrosa que otros países como Sierra Leona debido a las guerrillas rebeldes. Además, en Guinea estaban las Hermanas Misioneras Teresianas, y Robles consiguió


mosaico la licencia para construirles hace años su nuevo Hospital Residencia San José, en Malabo, gracias a que se había comprometido a construir después en España, entre otros, el nuevo “Centro de Mayores Duque de la Victoria”, en Albera, provincia de Sevilla. La congregación de las Teresianas tenía presencia en 23 países del mundo, la mayoría de Hispanoamérica y algunos de África. Cuando era más joven, la propia Sor Consuelo fue misionera nueve años, primero en Guinea y luego en Honduras. ─¿Pretende que cerremos el centro de un día para otro? ─dijo Sor Consuelo. ─No hay más remedio. Las deudas de esta maldita crisis me han atrapado. Si sigo construyendo sobre la nada, me meterán en la cárcel. Las Teresianas adquirieron hace años esos terrenos baldíos en las afueras de Albera, con el edificio de la vieja fábrica, donde acondicionaron el centro de mayores. Pero el ayuntamiento les dio un ultimátum: los ancianos no podían estar en esas condiciones; o construían una verdadera residencia, o los 175 ancianos abandonados que atendían, procedentes de toda la comarca, se quedarían en la calle. ─Compramos todas esas acciones suyas, con el compromiso de que usted nos construiría cuanto antes el nuevo centro de mayores. ¿No hay solución posible? Al menos, devuélvanos los 200.000 euros que invertimos en sus acciones. ─Ni siquiera tengo para gasolina. Por cierto, deben abonarme el desplazamiento. Fuera verdad o fingido, Robles quería escenificar a la perfección que se acabaron sus prebendas de caridad con los ancianos de Albera. Sor Consuelo rebuscó en su bolsillo del hábito, de donde parecía que podía sacar cualquier cosa que le hubieran pedido por arte de magia, y le dio unos euros. Alonso cogió las monedas, le dio las gracias y se marchó.

***

Sor Consuelo fue al despacho del inspector Leiva, en la comisaría de Albera, para exponerle la genial idea que se le había ocurrido. ─¿Recuerda la moneda de euro especial que le encargué? Tras la mesa de su despacho, Jorge Leiva escuchaba atento con los ojos entrecerrados, acostumbrado ya al espíritu inquieto de la monjita teresiana. ─¿La que tuvo ocupado una semana a mi equipo técnico para incorporarle un pequeño sensor de movimiento inalámbrico de largo alcance? ¡Jamás lo olvidaré, madre! Fueron los días más perdidos en todos mis años de servicio. ─Se equivoca, joven. ¡Alégrese, porque va a tener por fin una loable aplicación! Leiva entrecruzó las manos, dejando que Sor Consuelo le sorprendiese una vez más. La monjita le contó el caso que atravesaba el centro de mayores. El inspector le dijo: ─¿Espera, madre, que ahora viaje a Guinea Ecuatorial?

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mosaico ─¡Nada de eso! Estoy segura de que no habrá que ir tan lejos para hacer el seguimiento del recorrido que hace esa prodigiosa moneda. Jorge Leiva suspiró resignado. ─¡Está bien, madre! Lo intentaré. Todo sea por los ancianitos. ─Por supuesto. ¿No creerá que iba a dejar que se quedaran en la calle abandonados sin luchar por ellos hasta el final? ─De eso estoy seguro. *** Leiva cogió su manojo de llaves y abrió la taquilla donde guardaba el aparato receptor. Salió a la calle, pues su alcance era sólo de 1500 metros. Al encenderlo y comenzar el seguimiento se llevó una buena sorpresa. La moneda no estaba circulando por Guinea ni por Suiza, sino por la misma Albera. Cuando comenzó sus pesquisas, la moneda, y el paquete de dinero al que ahora pertenecía, estaba moviéndose: seguramente en un vehículo utilitario. El dinero se detuvo en Villa Raquel, una de las más importantes casas de campo de Albera, propiedad de Daniel Burgos, un rico ganadero. Allí estuvo toda la noche. Leiva supuso que en la caja fuerte de don Daniel, porque Alonso Robles le debía ese dinero en préstamo, y quizá por otra parte don Daniel le debía algún favor a Robles, como para asumir ese encargo.

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Al día siguiente, la moneda volvió a viajar hasta el pub “Dublín” de Albera, donde quedó unas horas en la caja. El dueño del pub, Carmelo Rivera, era también amo de la nave que fabricaba piscinas y todo tipo de productos en poliéster, en el polígono industrial.


mosaico Leiva supuso entonces que don Daniel también tenía negocios con don Carmelo. O quizá eran amigos, a la luz de los acontecimientos posteriores. Porque un par de días después, el rastro de la moneda llevó hasta una casa de la calle Castelar, en el centro de Albera, donde vivía Luis Villegas, el director de la oficina principal de TuBanko en la localidad. Como era de suponer, al cabo de unas jornadas más, la moneda se detuvo en la caja fuerte de las oficinas de TuBanko como depósito. Era evidente que don Luis Villegas estaba acostumbrado a recibir fondos de compadres como Carmelo Rivera. Leiva no podía detenerlos a todos. Carecía de las pruebas que incriminarían a cada eslabón de la cadena, aunque recibió una importante lección de vida. Decidió personarse en la oficina de TuBanko, donde le expuso el problema a don Luis Villegas. Parecía un buen profesional de la banca, siempre vestido de traje y de aspecto impecable. Rapaba muy corta su cabeza calva. Empleaba las palabras con tal veracidad y precisión que denotaba la fiabilidad de un experto. Sin embargo, Villegas fue pillado con las manos en la masa y lo sabía. Colaboró para evitar la cárcel. Mostró al inspector un depósito de más de 300.000 euros, con Carmelo Rivera como usuario. Investigando un poco más, Leiva descubrió que Carmelo era sobrino de Alonso Robles, es decir, hijo de un hermano de su mujer, Yolanda Rivera. Era fácil suponer que ese capital pertenecía en realidad a Robles, que recurría a ese sinuoso camino para evitar que las sospechas cayeran sobre él. Luis Villegas le explicó al inspector de policía lo que sabía. El resto de los cabos los ató Leiva por sí solo. Villegas accedió a colaborar con la policía, así el delito se redujo a una falta, que después quedaría en nada y no arruinaría su futuro profesional.

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mosaico *** En cuanto el inspector Leiva la puso al tanto del dinero, gracias a la moneda prodigiosa, Sor consuelo se hizo la encontradiza con Alonso Robles, cuando este salía de mañana de la oficina central de TuBanko en el centro de Albera. Robles llevaba un paquete envuelto en papel de estraza bajo el brazo y sellado con cinta aislante. Ya sabía que la monjita nunca iba a ningún sitio por casualidad. ─¿Otra vez, madre? ¿Qué quiere? Ya le dije que no tengo dinero. ─Solo quería preguntarte algo, por curiosidad. ¿Qué dirías que es la avaricia? ¿Lo consideras un pecado capital? Como solía ocurrir, ante una pregunta de ese tipo Robles se echó a reír en plena calle, por la ingenuidad de Sor Consuelo, y ante su misma cara. ─Perdone, madre, pero no tengo tiempo para tonterías. He de atender mis asuntos. ─Será un momento nada más. ¿Tú crees en los pecados capitales, como la avaricia? ─Creo que no, hermana. En el siglo XXI todo el mundo procura hacerse rico cuanto antes, y ¿sabe qué le digo?, que hacen bien.

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mosaico ─¿Cómo tú, por ejemplo? ─Bueno, no me considero menos avaricioso que los demás. ─¿Aunque dejes en la calle a 175 ancianos que no tienen a nadie, y a sus cuidadores que confiaron en ti, hasta el punto de que invirtieron 200.000 en acciones de tu empresa? ─Mire, hermana, ya le he dicho que no tengo dinero. Se lo puedo repetir cien veces o mil, pero no puedo añadir otra cosa. ─¿Ah, no? ¿Entonces qué llevas ahí? Sor Consuelo señaló el paquete que Robles disimulaba bajo el brazo. Robles trató de ocultar el paquete aún más. Se puso nervioso. Echó a correr para huir de allí. Pero el inspector Leiva ya le esperaba con sus hombres, poco detrás de Sor Consuelo. Leiva instó a Robles para que le acompañara a la comisaría sin oponer resistencia, para un registro rutinario. Sería su mejor opción, dadas las circunstancias. En el despacho de Leiva en la comisaría, y delante también de Sor Consuelo, Robles no tuvo más remedio que abrir el paquete. Había más de 100.000 euros, en billetes más manejables de 50 y de 100 euros, e incluso bolsas con monedas. Sor Consuelo desparramó las monedas de euro y 2 euros y acercó un pequeño localizador GPS, detector del movimiento. El aro exterior de uno de los euros empezó a brillar y a emitir sonido. Robles bajó la cabeza avergonzado y dijo: ─Ahora entiendo por fin, madre, gracias a usted, la moraleja de una fábula que leíamos en escuela de pequeños: “La avaricia rompe el saco”.

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bendita María

El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo Enrique Solana

odos los años, José y María acudían a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando Jesús cumplió los doce años acudió con ellos, posiblemente para celebrar la Bar Mitzvah, celebración en la que los adolescentes reciben la Torá y son acogidos como adultos en la comunidad creyente. En un descuido desapareció de la vista de sus padres, que no sabiendo su paradero le buscaron angustiosamente durante tres días, para al final dar con él en el Templo. Allí, en medio de los doctores, contestaba todas las preguntas que aquellos le hacían, y cuantos le oían quedaban asombrados de su sabiduría. La escena es muy enigmática, pero lo más chocante de todo es la respuesta que da a su madre a la pregunta: “Hijo ¿por qué nos has hecho esto?” (Lc 2,48). A lo que el muchacho responde: “¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” (Lc 2,49). Este es el primer momento en el que Cristo reivindica ante José que tiene a Dios por Padre, que esa es su verdadera paternidad, la primera toma de conciencia manifestada en público de ser “el Hijo”. A partir de ahí no vuelve a mencionarse a José; su misión está cumplida. Bien mirado, Jesús no se pierde en el Templo. Sencillamente, se ha quedado en él porque es su casa. Por eso les responde a su pregunta con otra: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo…?”. José y María, como padres que son de Jesús, le han enseñado a ser un hijo de Israel, le han entregado el Shemá, el corazón y credo de su fe. Ahora, al llegar a su mayoría de edad, será el Hijo quien comenzará a enseñarles

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a ellos los primeros, a ser hijos de Dios, el corazón de la Buena Nueva que Él nos trajo a todos. He aquí la maravilla: María, es hija de su Hijo; siendo hija de Dios es también su madre. Y para entrar en esa filiación que la llevará a ser la Madre de todos, deberá aprender a hacerse uno con su hijo, a identificarse completamente con Él. El cáliz que Cristo habrá de beber tendrá su equivalente en la espada que en esos momentos atravesará el alma de María. A medida que su misión va acercándose al final, pasados los primeros años junto al lago de Galilea, Jesús comienza a acercarse a Jerusalén, al Templo. Allí tiene su cita final. Al ser interrogado en los momentos previos a su Pasión por el Sumo Sacerdote acerca de su doctrina, Jesús le contestará: “He hablado abiertamente ante todo el mundo, he enseñado en el Templo, no he hablado nada a escondidas, pregúntales a ellos” (Jn 18,20). Cristo se mueve en el Templo como en su casa, y en aquella explanada contigua al Templo enseñará y sanará, hará milagros


bendita María

José y María le han enseñado a ser un hijo de Israel; ahora será el Hijo quien comenzará a enseñarles a ellos a ser hijos de Dios e incluso expulsará de allí a los mercaderes que convierten aquella casa de oración —su casa— en una cueva de bandidos. Hacia allí dirigirá al final sus pasos para llevar a consumación la obra que su Padre le encomendó, la Pascua definitiva. La víspera de aquella Pascua, a la hora nona, dando un fuerte grito, Jesús exclamó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró” (Lc 23,46). Y en ese momento, el velo del santuario se rasgó en dos, y como en aquel día de antaño, Jesús se perdió en aquel Templo y para siempre. El Sancta Sanctorum —el lugar santo por excelencia, donde no podía entrar nadie salvo el Sumo Sacerdote un día al año, entre aromas e inciensos y revestido de la santidad de Dios— dejó de ser el templo de

Dios, el lugar de su presencia. El Espíritu de Dios se elevó a la búsqueda de un nuevo templo y no encontró mejor lugar que aquel

corazón traspasado colgado de la cruz bajo el peso de nuestros pecados. Y al tercer día de vagar perdido en el mundo tenebroso, fue hallado de nuevo en el Templo reconstruido de su cuerpo resucitado. Dios lo habitó con toda su complacencia y puso allí su morada definitiva.

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cine

Arturo Encinas

Hace pocos meses salió al mercado un libro de Ediciones Encuentro sobre cine y catolicismo que merece mucho la pena: Hathaway, Hitchcock, Stroheim. Directores católicos en el Hollywood clásico. Su autor, Pedro Gutiérrez Recacha, filósofo y gran conocedor del cine clásico, aborda la obra de estos tres grandes directores desde una óptica poco habitual y con un método completo. La premisa del autor es que el cine clásico y la religión están íntimamente unidos por ser experiencias donadoras de sentido. Hemos de considerar que los grandes estudios de cine eran conscientes de que su supervivencia dependía de la buena acogida de sus películas. Por tanto, estas debían entenderse bien y poseer un sentido claro. Por ello puede asociar de tal manera el cine clásico y la religión en sus facetas de donadores de sentido. Este libro, afirma Recacha, defiende la siguiente tesis: «hay una aportación católica a la época dorada de Hollywood que no fue económica ni reglamentaria. Fue creativa». A través del concepto de «imaginación católica» el autor lleva a cabo esa exposición de la aportación católica a las películas hollywoodienses: las historias que se generan desde una cosmovisión católica están empapadas de imágenes que se desprenden de esa forma concreta de entender al hombre, al mundo y a Dios: la católica. Dichas imágenes distan mucho de las propias de una imaginación protestante, budista o pagana. A partir de estas ideas fundamentales Gutiérrez Recacha aborda el estudio de la filmografía de estos directores para esclarecer esa aportación católica al cine. Estos tres hombres no son ejemplos de piedad, pero sus orígenes (en el caso de Stroheim es diferente ya que se trata de un converso) y sus creencias —que les han marcado profundamente— son del ambiente católico.

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cine en las películas y westerns de Hathaway es patente la donación de la propia vida en favor del otro

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La trascendencia no aparece en las películas de Hathaway como alusión directa, pero sí de otras maneras más sutiles. Esto es patente en la comunión existente entre los personajes presentes y los ausentes, que en muchas ocasiones es propiciada por el sacrificio de uno de ellos, es decir, la donación de la propia vida en favor del otro. Estos sacrificios son una forma de trascendencia «en tanto que el personaje por el que el héroe se sacrifica no solo recibe el beneficio de su noble acción, sino, por añadidura, la exigencia moral del agradecimiento». La catolicidad de las películas de Hathaway, según Recacha, también pasa en gran medida por la presencia de elementos católicos (la Virgen, pasajes evangélicos en pintura, vidrieras, etc.) en relación con la puesta en escena o realización cinematográfica de una secuencia determinada y sus vínculos argumentales con el resto de la obra. Recacha acomete dos líneas analíticas para presentar lo que acabamos de decir: por un lado, analiza el filme Yo creo en ti (1948); y, por otro lado, estudia lo religioso en sus westerns.

Yo creo en ti es un magnífico filme basado en hechos reales, cuya producción es muy cercana a lo ocurrido (tiempo, escenarios y personajes). En esta cinta, según Recacha, Hathaway logra dotar a sus imágenes de un doble sentido que sugiere un ambiente religioso. La «imaginación católica» de Yo creo en ti se concreta en la forma de tratar lo que a los ojos del creyente supone un milagro. Existe un momento, avanzada la película, en que ocurre algo que, por la relación que guarda con el resto de la narración (en sus símbolos, hechos y personajes) puede ser interpretado como una intervención divina en forma de milagro, pero también puede considerarse producto de la casualidad. Hathaway no cierra la cuestión, ya que el milagro solo se identifica como tal desde la fe, no se impone ni anula la libertad de la persona. En cuanto a los westerns de Hathaway, Gutiérrez Recacha identifica una cierta convivencia entre los códigos morales del Antiguo Testamento — fundamentalmente, aplicaciones modernas de la ley del Talión— y los del Nuevo Testamento —basado sobre todo en el perdón. La venganza en un marco de ausencia de ley y justicia institucional vendrían a justificar esa primera forma de actuación moral ante el crimen. No obstante, la venganza es presentada de forma ambivalente: por un lado parece el único modo de garantizar la justicia; pero, por otro lado, muy fácilmente conduce al vengador a una situación de perversión. El héroe del western hathawayano es un personaje en proceso de desarrollo, de maduración. Por todo lo dicho, se puede afirmar que «el mecanismo fundamental de desarrollo moral en las películas de Hathaway es el encuentro con el otro». Destacan en este género Del infierno a Texas (1958) Nevada Smith (1966) y Valor de ley (1969).

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Hitchcok fue educado en el catolicismo y durante un tiempo fue consecuente con la práctica que implica la aceptación de la fe. Aunque él nunca fue claro con respecto a su fe en los últimos años de su vida, en opinión de Gutiérrez Recacha podemos decir que algunos de sus filmes son católicos. Para el autor, la idea que se desprende del cine de Hitchcock es moral y trata sobre la noción [ATENCIÓN: “la noción” de qué?], la culpa y la posibilidad de transferencia de la misma. «En las películas de Hitchcock con frecuencia se da cierta equiparación entre el inocente y el culpable». Por ejemplo, observamos que el protagonista hitchcockiano, al enfrentarse a los criminales puede verse obligado a recurrir a los mismos métodos de estos y terminar siendo un criminal. A veces la culpabilidad del protagonista es previa a que se le impute un crimen, pero también existe otro mecanismo de transferencia de la culpa: la confesión. Absolutamente todos podemos ser culpables, todos podemos caer en cualquier momento. Esto tiene mucho que ver con la verdad antropológica —católica— de

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la libertad humana y la doctrina del pecado original. Lo que equipara en el cine de Hitchcock a los personajes entre sí y con el espectador es su naturaleza humana falible. Cuando el héroe hitchcockiano escapa de su hundimiento, con frecuencia se debe a actos aparentemente azarosos que pueden ser leídos como meras casualidades o como acción de la gracia providente (como en el cine de Hathaway). Las dos películas de Hitchcock consideradas católicas son Falso culpable (1956) y Yo confieso (1953). Falso culpable comparte mucho con Yo creo en ti pues en ambos filmes ocurre un hecho sobrenatural abierto a la interpretación del espectador; una oración desesperada y un acto de fe preceden al suceso extraordinario. Es decir, un inocente es falsamente culpado; el protagonista es católico; hay una madre cuyo papel es decisivo; la narrativa es realista y basada en hechos reales; y la intervención de Dios es acorde con la «imaginación católica». En Yo confieso aparece la cuestión de la culpa transferida a un sacerdote a través de la confesión. El filme está lleno de referencias cristianas, desde el protagonista —sacerdote— hasta su entorno. Muchas imágenes equiparan la situación personal que vive este sacerdote, que es erróneamente acusado, con el proceso de la Pasión de Jesucristo. Asegura Gutiérrez Recacha que esta película es tan católica que si no se conoce en profundidad la fe católica o no se vive, la verosimilitud de la obra desaparece.

Hitchcok fue educado en el catolicismo y podemos decir que algunos de sus filmes son católicos, como Falso culpable (1956) y Yo confieso (1953)


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Todo apunta a que Stroheim era una persona de indudables convicciones religiosas pero que en la práctica llevó una vida disoluta y poco acorde con sus creencias. El cine de Stroheim se caracteriza por la presencia argumental de motivos sórdidos, pasiones ilícitas, aventuras extraconyugales y erotismo. Se aprecia en sus filmes un morboso placer a la hora de mostrar lo grotesco, lo desagradable y lo cruel. Se podría clasificar la filmografía de este realizador en dos grupos: las comedias amargas contemporáneas sobre las costumbres sexuales, donde se encuentran Corazón olvidado (1919), The Devil´s Passkey (1920) y Esposas frívolas (1922); y las reconstrucciones viciosas y recargadas del ambiente de la corte centroeuropea, con películas como La viuda alegre (1925), La marcha nupcial (1928) o La reina Kelly (1929). Su obra maestra, Avaricia (1924), quedaría fuera de estos dos grupos. Según Recacha, el de Stroheim es un cine de tinieblas sediento de luz y abierto a lo trascendente. «Lo religioso se hace presente en el cine de Stroheim a través de la presencia de símbolos sagrados». Dichos símbolos, que suelen ser crucifijos, estampas o grabados con motivos marianos, funcionan como hierofanías.

el de Stroheim (Corazón olvidado, La viuda alegre…) es un cine de tinieblas sediento de luz y abierto a lo trascendente Recacha asegura que «la imaginería religiosa cumple habitualmente en Stroheim una doble función: la de admonición y la de protección». En sus películas, Stroheim introduce sutilmente una teoría acerca de la comunicación entre la Providencia y el mundo, que puede desarrollarse en dos direcciones: del mundo hacia lo trascendente y de lo trascendente hacia el mundo. La respuesta de lo trascendente, como es propio de la «imaginación católica», está abierta a la interpretación. Dios interpela a los protagonistas de sus filmes con mucha discreción, tanta que se requiere un esfuerzo especial para percatarse de ella. De esta forma, se enfatiza la opción libre de la persona para hacer el esfuerzo de escuchar y responder.

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a beatificación de Pablo VI el pasado 19 de octubre de 2014 —el mismo año que ha sido canonizado tanto su antecesor San Juan XXIII como su sucesor San Juan Pablo II—marca significativamente un tiempo muy especial en la historia de la Iglesia. Su pontificado se extendió entre 1963 y 1978, años que coincidieron con el periodo de la Guerra Fría, en el que el mundo estaba condicionado por el duro enfrentamiento ideológico y político entre el bloque occidental-capitalista liderado por Estados Unidos, y el oriental-comunista liderado por la Unión Soviética. A pesar del conflicto a escala mundial, Pablo VI fue un incansable defensor de la paz que no escatimó esfuerzos en hacer reales los objetivos de su papado, como fueron el proseguir valientemente con el Concilio Vaticano II — iniciado un año antes por San Juan XXIII— lograr la paz en el mundo y fomentar la unidad de los cristianos. Aparte de las siete encíclicas que escribió y que fueron gran luz para guiar la

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Iglesia —por ejemplo, la “Ecclesiam Suam”, que aborda la presencia de la Iglesia en el mundo; la “Populorum Progressio”, sobre la humanidad y el injusto reparto de los bienes; o la controvertida pero profética “Humanae Vitae”, sobre la defensa de la vida y la familia— también acometió cambios sustanciales en la liturgia y abogó por el diálogo ecuménico. Sin embargo, ha sido la “Humanae Vitae” una de las cruces más duras que le tocó cargar en su pontificado. Su doctrina en contra de la regulación artificial de la natalidad le ocasionó no solo la incomprensión de muchos laicos católicos, sino la violenta oposición de influyentes grupos de teólogos y la ambigua posición de algunas Conferencias Episcopales. Pero Pablo VI se mantuvo fiel hasta el final y no cedió un ápice en su defensa del valor sagrado de la vida humana. Curiosamente, el milagro atribuido a su intercesión y por el que ha sido beatificado es la curación de un niño en el vientre de su


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Buenanueva

madre. Tuvo lugar en Florida (EEUU) en el año 2001, cuando un bebé de veinticuatro semanas de gestación se encontraba en estado muy crítico debido a la ruptura de la vejiga, lo que le ocasionaba presencia de líquido en el abdomen y ausencia de líquido en el saco amniótico. Lo más probable era que el niño muriera dentro del útero o que naciera con una insuficiencia renal grave. El ginecólogo le propuso a la madre la opción del aborto pero esta lo rechazó. Siguiendo el consejo de una religiosa que había conocido al Papa, la abuela del niño colocó en el vientre de la madre una imagen de Pablo VI con una reliquia e imploró su intercesión. A estas oraciones se sucedieron otras muchas en la familia y en la parroquia. A las 34 semanas de embarazo, las ecografías revelaron que la situación del feto había mejorado sustancialmente, pero fue tras el parto por cesárea cuando se comprobó que el bebé se encontraba en perfectas condiciones de salud, lo que demostraba que se trataba de un hecho extraordinario y sobrenatural.

Se ha esperado a que el niño llegara a la adolescencia para comprobar que realmente la curación ha sido completa. Como afirma el Padre Antonio Marrazzo, postulador de la causa de beatificación del Papa Pablo VI, “un milagro acaecido en la vida de un niño dentro del seno materno es algo insólito que nos dice que hay una vida ahí y que Dios la quiere proteger desde la concepción”. No es de extrañar que Pablo VI, defensor a ultranza de la vida, realizara el milagro de la curación de un niño en el vientre materno y siga intercediendo en problemas familiares y de salud.

la Humanae vitae fue uno de los gestos más valientes y difíciles de Pablo VI pues implicó una nube de críticas que todavía no ha terminado 119


luz para el mundo ntre los muchos regalos que nos dejó el Beato Pablo VI no podemos dejar de recordar la encíclica Humanae vitae (25 de julio de 1968). Fue uno de sus gestos más valientes y más difíciles, pues implicó una nube de críticas que todavía no ha terminado. También hoy surgen voces que rechazan la doctrina católica expuesta por Pablo VI, puesto que solamente ven en la Humanae vitae muchos “no”, mientras piensan que la anticoncepción es un “progreso”. Pero la doctrina ofrecida por el Papa Montini no era una opinión personal, ni una idea anticuada (¿puede ser anticuado lo verdadero?), ni el resultado del triunfo de una escuela teológica sobre otra. Era, simplemente, la presentación del plan de Dios sobre el matrimonio y sobre su constitutiva apertura a la vida. Una presentación llena de valor, un gesto profético que solo cabe en corazones grandes. La encíclica Humanae vitae dijo, es verdad, un “no” claro y firme a la anticoncepción y a las ideas de quienes buscan caminos inmorales para evitar la llegada de los hijos en el matrimonio. Pero ese “no” es un “sí” para defender el sentido auténtico y fecundo que es propio del amor entre los esposos.

Ante los participantes de un congreso que se tuvo en Roma para recordar un aniversario de esa encíclica, Benedicto XVI subrayaba el valor de Pablo VI al publicarla. “Cuarenta años después de su publicación, esa doctrina no solo sigue manifestando su verdad; también revela la clarividencia con la que se afrontó el problema” (Benedicto XVI, 10 de mayo de 2008). En ese discurso, Benedicto XVI quiso poner en evidencia el sentido auténtico del amor entre los esposos. “De hecho, el amor conyugal se describe dentro de un proceso global que no se detiene en la división entre alma y cuerpo ni depende solo del sentimiento, a menudo fugaz y precario, sino que implica la unidad de la persona y la total participación de los esposos que, en la acogida recíproca, se entregan a sí mismos en una promesa de amor fiel y exclusivo que brota de una genuina opción de libertad. ¿Cómo podría ese amor permanecer cerrado al don de la vida? La vida es siempre un don inestimable; cada vez que surge, percibimos la potencia de la acción creadora de Dios, que se fía del hombre y, de este modo, lo llama a construir el futuro con la fuerza de la esperanza”.

Los padres, colaboradores de Dios Muy distinto es el panorama cuando los esposos se abren, con generosidad responsable y llena de esperanza, a la llegada de los hijos. Si viven así, se convierten en colaboradores de Dios. Lo recordaba Benedicto XVI: “Con la fecundidad del amor conyugal el hombre y la mujer participan en el acto creador del Padre y ponen de manifiesto que en el origen de su vida matrimonial hay un ‘sí’ genuino que se pronuncia y se vive realmente en la reciprocidad, permaneciendo siempre abierto a la vida”. Es cierto que pueden darse, como explicaba Pablo VI, serios motivos para que unos esposos eviten por un tiempo la llegada de un nuevo hijo. En esos casos, nunca se puede falsear la naturaleza del acto conyugal, que conserva su auténtico sentido cuando los esposos se dan mutuamente desde el amor y con una actitud de apertura a la vida. En cambio, los

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esposos sí pueden, por esos motivos serios, recurrir a los así llamados “métodos naturales”, es decir, “tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio solo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar” (Humanae vitae, n. 16). Sabemos que muchos esposos han dado la espalda a estas enseñanzas, han usado métodos anticonceptivos, o se han esterilizado. En no pocos casos, los esposos han optado por la injusticia del aborto cuando se encontraron ante la llegada de un hijo no deseado, no amado. A causa del uso y abuso de métodos anticonceptivos, millones de esposos han llegado a destruir el propio matrimonio. ¿No será precisamente porque cuando falta respeto hacia el sentido auténtico de la relación


luz para el mundo conyugal, poco a poco el amor se marchita y se destruye? ¿No serán tantos miles de divorcios la consecuencia del triunfo de una cultura que busca “tener” y “disfrutar”, en vez de avanzar por el camino de la verdadera realización humana: el amor generoso? La cultura anticonceptiva ha llevado a los siguientes resultados: trivialización del sexo, vida matrimonial en crisis, retraso excesivo en la llegada del primer hijo, fuerte disminución de la natalidad (en algunos países se ha llegado ya al “invierno demográfico” y ha empezado a ser visible la disminución de la población), daños reales sobre todo en la mujer (que no consigue tener hijos cuando lo desea, bien por lo avanzado de su edad, bien como

consecuencia de todo el arsenal de sustancias y de técnicas anticonceptivas usadas durante años y años). Las profecías de Pablo VI en la encíclica Humanae vitae se han hecho, tristemente, realidad. Existen otras consecuencias dañinas del uso de los anticonceptivos en la vida esponsal, y que ya habían sido señaladas por el beato Pablo VI en su encíclica.

Fernando Pascual L.C.

Amor fecundo y generoso En resumen, la píldora anticonceptiva, cuando entra en la vida familiar, provoca tensiones y conflictos entre los esposos si no hay un mutuo acuerdo respecto de la disponibilidad a la llegada de un nuevo hijo, y en no pocas ocasiones también cuando ha habido acuerdo pero han sido heridos valores importantes del matrimonio (por ejemplo, la apertura a la vida que es parte integrante de la relación sexual). Igualmente, la píldora fomenta una visión negativa respecto de cada nuevo embarazo con el riesgo de recurrir (cosa que muchos hacen) al aborto cuando la píldora no

ha dado el resultado esperado. Junto a lo anterior, el recurso a la anticoncepción encierra el peligro de ver la sexualidad en clave egoística, y a considerar al otro cónyuge simplemente como un objeto de placer a disposición de los propios deseos.

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luz para el mundo

El mejor dique frente a estos peligros radica en el reconocimiento de la dimensión fecunda y generosa del amor conyugal y en la actitud de disponibilidad cariñosa hacia el inicio de cada nueva vida. Es decir, hay que abrir los ojos a la verdad. Pablo VI lo subrayaba con estas palabras dirigidas a los sacerdotes en esa misma encíclica: “No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas. Pero esto debe ir acompañado siempre de la paciencia y de la bondad de que el mismo Señor dio ejemplo en su trato con los hombres. Venido no para juzgar sino para salvar (Jn 3,17), Él fue ciertamente intransigente con el mal, pero misericordioso con las personas. Que en medio de sus dificultades encuentren siempre los cónyuges en las palabras y en el corazón del sacerdote el eco de la voz y del amor del Redentor. Hablad además con confianza,

amados hijos, seguros de que el Espíritu de Dios que asiste al Magisterio en el proponer la doctrina, ilumina internamente los corazones de los fieles, invitándolos a prestar su asentimiento. Enseñad a los esposos el camino necesario de la oración, preparadlos a que acudan con frecuencia y con fe a los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia, sin que se dejen nunca desalentar por su debilidad” (Humanae vitae n. 29). Enseñar íntegramente la doctrina cristiana es una “forma de caridad eminente”. Por eso la comunidad católica necesita releer, meditar, acoger, con esperanza y generosidad, la Humanae vitae del beato Pablo VI, para redescubrir una doctrina exigente pero hermosa. Una doctrina que nace del Evangelio, que enseña el camino que lleva a la verdad, que genera confianza y que, en el seno del amor entre los esposos, permite el nacimiento de cada uno de los hijos.

¿no serán tantos miles de divorcios la consecuencia del triunfo de una cultura que busca “tener” y “disfrutar”, en vez de avanzar por el camino del amor generoso? 122


comunicación

Carta abierta al Sr. Rajoy Sr. Presidente: En REDMADRE hemos recibido como un mazazo su abandono del compromiso del Gobierno de sustituir la actual ley del aborto por una ley de protección de la vida y la mujer embarazada. Le puedo asegurar que miles de mujeres tenían puesta su confianza en usted y su Gobierno para acabar con —o, al menos, disminuir— el drama del aborto y las embarazadas en dificultades en nuestra sociedad. Su decisión me parece gravísima y de consecuencias dramáticas para muchas mujeres y sus hijos aún por nacer, pero no quiero ahora detenerme en la crítica de algo que no puedo entender. Sí quiero recordarle que existe absoluto consenso —y este parece ser para usted el criterio para legislar— en torno al apoyo que debe darse a las mujeres para poder llevar a término libremente sus embarazos sin verse coaccionadas a abortar por las presiones económicas, laborales, afectivas y sociales a que se ven sometidas con toda frecuencia. Estas presiones, en más del 80% de los casos, son las que hacen abortar según comprobamos a diario en REDMADRE. Por eso y en nombre de esas madres a las que la legislación del aborto que usted renuncia a derogar deja solas ante sus problemas y a las que ayudan instituciones como REDMADRE, le insto a que, con carácter de urgencia, someta a aprobación un proyecto de ley de medidas concretas y eficaces de apoyo a la maternidad. Ley que debe venir acompañada de serios compromisos presupuestarios, perfectamente posibles aun en épocas de ajuste como la presente. No hay disculpa para negar apoyo a las embarazadas que necesitan apoyo para ser madres: si hay recursos para sostener guerras en lugares lejanos —y no discuto ese gasto— no podemos decir que no los hay para las embarazadas que en nuestro entorno se ven abandonadas y solas. Apoyados en la experiencia del trato directo de nuestras voluntarias con las madres embarazadas en situaciones de riesgo de exclusión por toda España, le haremos llegar una propuesta de medidas concretas que pueden ayudar a su Gobierno a elaborar un anteproyecto de ley eficaz que consiga rescatarlas de la situación de abandono a las que las somete el Estado con una “ley del aborto” (la que usted no quiere cambiar) que les paga el aborto si optan por él, pero les niega toda ayuda si optan por continuar el embarazo. No quiero perder la esperanza, a pesar de su incomprensible decisión sobre la “ley del aborto”, en que mis palabras, en nombre de las miles de madres que nuestros voluntarios atienden a diario, no caerán otra vez en saco roto. Sr. Rajoy, no entiendo su decisión sobre “la ley del aborto”, pero demuéstrenos con una buena ley de protección a la maternidad generosamente soportada presupuestariamente, que no subyace a la misma un desprecio explícito a la mujer embarazada y su hijo. Si atiende mi petición, seguiré pensando que ha tomado usted la decisión más injusta de su mandato, pero, al menos, constataré que no ha sido porque las madres en dificultades y los niños que llevan en su seno no le importen. Antonio Torres Presidente Fundación REDMADRE

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fuerza en la mirada

Josué Villalón

El P. Luis Montes es un sacerdote misionero del Instituto del Verbo Encarnado en la Comunidad “Cristo Rey” de Bagdad, la capital de Irak. Llegó a Oriente Medio desde su Argentina natal hace casi veinte años. Después de ser provincial de su congregación en Egipto, se le encomendó formar parte de la comunidad misionera de Irak hace cuatro años. Su respuesta a esta nueva misión fue un gran sí, a pesar de las dificultades de un país que acababa de salir de la guerra y donde los cristianos son una minoría perseguida. La irrupción del grupo terrorista Estado Islámico (EI) en Irak ha empeorado la situación de los cristianos, muchos de los cuales han empezado a llegar a Bagdad, donde recurren a las iglesias —entre ellas la catedral latina donde está el P. Luis— en busca de ayuda.

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fuerza en la mirada

¿Cuál es la situación que están viviendo ante la crisis humanitaria que afecta a Irak?

¿Cómo es la misión en un país de mayoría musulmana y donde los cristianos tienen dificultades para vivir su fe?

La situación en Bagdad no ha cambiado demasiado a pesar de la irrupción de este grupo terrorista en el país. En cuanto el Estado Islámico tomó Mosul, miles de milicias chiíes llegaron a la capital para defenderla, por lo que los terroristas no han podido llegar hasta aquí. Por supuesto que hay algo más de miedo, menos gente en la calle y es más difícil moverse de un lado a otro. Pero confían en que los yihadistas no van a poder entrar en Bagdad y en ese sentido nuestra vida no ha cambiado tanto. Recientemente está llegando una ola de refugiados que son recibidos en conventos y escuelas. Es aquí donde estamos viendo un cambio en el día a día de nuestras comunidades y nos están llegando historias terribles de lo que han sufrido.

Ciertamente que es todo un desafío y muy diferente a lo que nosotros conocemos en Occidente. Es todo más a cuenta gotas: no se pueden realizar actividades pastorales fuera de la iglesia, como por ejemplo procesiones. Todo nuestro apostolado es dentro del templo, más reducido, con menos fieles y con mucha gente hostil al Cristianismo. Y se suma, además, el tema de la inseguridad, que ya era un grave problema antes de que llegasen los terroristas. Desde hace años se calcula que hay unos veinte atentados diarios en Irak. En Bagdad hay casi todos los días atentados en las calles. Esto crea un escenario muy peligroso. Estamos en un lugar donde los cristianos no pueden vivir su fe libremente, son minoría y están discriminados en la práctica. Hasta los

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niños sufren discriminación en las escuelas. Esto, sumado a la situación de inseguridad y violencia de un país que vive la posguerra es un desafío grande para nosotros hacer que el Evangelio siga vivo.

¿Qué medidas han tomado para ayudar a los refugiados? Tratamos de hacer de todo. Seguimos realizando la misma acción pastoral de siempre para ofrecer un sostenimiento espiritual, solo que con mayor dificultad para llegar a todo. En cuanto a la ayuda humanitaria, estamos tratando de conseguir ayuda para cubrir las necesidades básicas y también coordinamos su distribución. Este es nuestro día a día. Las primeras familias que acaban de llegar están siendo atendidas en las parroquias pero muchos están ya pidiendo refugio para muchas más personas, por lo que esperamos la llegada inminente de miles de nuevos refugiados porque no saben qué hacer con ellos en el norte. Hay mucha gente todavía en la calle.

los cristianos no pueden vivir su fe libremente, son minoría y hasta los niños sufren discriminación en las escuelas 127


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La esperanza no quedará defraudada ¿Qué le llama la atención de la Iglesia de Irak? ¿Qué ha aprendido de ella en este tiempo?

sabe qué querrá de nosotros en el futuro pero a mí me gustaría servir en esta zona toda mi vida.

¿Cuál es el testimonio que más le ha impactado?

La frase que siempre digo es “yo no soy digno de servir a este pueblo”. Irak es un país con el que soñaba ir para fundar una misión. Así que me alegré mucho cuando me mandaron aquí. Este pueblo está dando mártires. Casi todas las personas que conozco en Irak y en otros países

El caso más terrible que he escuchado es el de una señora que tiene a su madre, a su hermano y a su cuñada en la ciudad de Qaraqosh, que no habían podido huir porque la madre era mayor

de Oriente Medio tienen algún asesinado en su familia por odio a la fe. Otros han sufrido persecución o discriminación directa. Para nosotros es un honor poder servir a este pueblo y lo considero una gracia especial de Dios. La cantidad de mártires que está dando Oriente Medio al mundo es impresionante. Ahora se conoce muy poco pero dentro de unos años se hablará de ellos como en las actas de los mártires de los primeros años del Cristianismo. Me sorprende mucho la devoción tan grande que sienten por la Virgen. La fe que tienen a pesar de la persecución es conmovedora, así como su sensibilidad hacia el prójimo. Dios

y se quedaron para ayudarla. Los terroristas los presionan todos los días para que se conviertan al Islam. Los propios vecinos los insultan y los tratan con desprecio, sin que ni siquiera puedan salir de su casa para comprar comida, que ya se les está acabando. Tienen miedo de que maten a la madre. Un día entraron y directamente le dijeron que se iban a llevar a su esposa para entregarla como esclava a algún soldado. Son realidades espantosas y terribles que estas personas viven y que a pesar de eso se mantienen firmes en su fe. Es un ejemplo para todos nosotros y es una gracia poder colaborar con ellos, aunque sea tan poco lo que podemos hacer.

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¿Cuál sería una rápida solución a esta situación? La solución es fácil, pero nadie quiere ponerla en práctica. En primer lugar, habría que hacer un envío de ayuda humanitaria de gran escala. La ayuda está llegando, pero muy poca en comparación con lo que se necesita. En segundo lugar, hace falta presión internacional sobre los grupos y gobiernos que apoyan a estos grupos terroristas por intereses particulares y que han alimentado a un monstruo que amenaza a este país y a otros. Si esto no se hace urgentemente, la crueldad, los asesinatos y las muertes se van a extender durante mucho tiempo. Y en tercer lugar, hace falta que la comunidad internacional se reúna y vea el modo de frenar el avance de los terroristas. El Papa ha dicho que es legítimo defenderse, lo cual está recogido en el Catecismo de la Iglesia. Francisco quiere que salga una respuesta del seno de la ONU que tenga legitimidad, pero desgraciadamente vemos que no pasa nada, nadie se mueve, nadie intenta unir una fuerza legítima. No hay condena uniforme a este grupo terrorista. Por tanto, las esperanzas vistas desde aquí son muy pocas.

El Santo Padre dijo que le hubiese gustado ir a Irak. ¿Qué le parecen estos gestos del Papa? El Santo Padre muestra su cercanía con el pueblo de Irak por todos los medios que tiene disponible: televisión, radio, redes sociales. Esto para los cristianos de Irak es muy importante. El haber enviado personalmente a una persona para visitar el país, que ha visto con sus propios ojos el sufrimiento de este pueblo y que ha informado personalmente al Papa es algo que valoramos mucho. Su cercanía con este pueblo y con nosotros es un gran consuelo. Rezamos por él.

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oración Señor: Yo que siempre busqué el ser amado; yo que he querido sentirme importante; yo que no he dudado en luchar para destacar sobre los otros; yo que para todo esto he usado y abusado de cuanto ofrece el mundo; yo…, únicamente he logrado soledad y amargura, decepción y un inmenso vacío en el alma. Ahora, débil y arrepentido, te suplico que infundas en mi corazón la luz de la esperanza; esperanza en el nacimiento del Pequeño Dios en lo hondo del pesebre de mi corazón de pecador. Muéstrame tu rostro en los que tuve por competidores, en los que sufren, en los pobres, en definitiva, en todo hombre y mujer por ti creados, a quienes deseo amar incondicionalmente con toda la fuerza que tu Espíritu me conceda. Señor: que por tu inmensa misericordia para conmigo pueda convertirme, evangelizar y dar mi vida para atraer a mis hermanos hacia ti. Te lo pido con absoluta sinceridad, confiando plenamente en la ayuda e intercesión de tu Santísima Madre, postrado ante la inmensidad de tu humanidad naciente. Amén

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