Revista Salvo el crespúsculo No.3

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vienen por nosotros”. La melodía sale de la flauta. Ya no temo. Es la madrugada de mayo. Mi puerta no soporta los golpes. Siento un sabor dulce en la boca al tocar la flauta. Me veo encerrado en esa historia antigua. Veo una antorcha que cruza el cielo hasta el centro del patio. Soy feliz. La yegua suplica que me calle, es tarde. La gente irrumpe. Yo monto a la yegua y ella brinca la cerca. Salimos a trote, las flamas no nos alcanzan. No percibo más que un olor a azufre y odio. Seguimos de frente hasta que ella se desploma. Me caigo. “Es hora”, dice desde el suelo. Ella sonríe y cede, herida. “Ya no toques”. Se yergue intentando ponerse de pie; la gente

salvo el crepúsculo marzo - junio 2013 - No.3

miguel tonhatiu

viene a lo lejos. Veo a la yegua cerrar los ojos. “Qué música tan linda”, resuella por vez última. Yo la miro con la compasión humana. No pienso. Espero que sus ojos terminen de mirarme. La percibo sola y feliz. La gente llega a insultarme. Yo tomo fuerte la flauta, noto que algunas de sus perforaciones han perdido la forma y comienzo la nueva melodía. Ellos golpean con ira al suelo. Vienen de las pesadillas. Llegan hambrientos a despedazarnos. Toco la melodía que ella ama: “El cóndor pasa”. Veo que echada, desde el otro mundo, baila sin mí. La turba va muriendo al acercarse a la música. Y no me detengo.

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par de piezas


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