Orsai Número 2

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MUJICA, EL PRESIDENTE IMPOSIBLE las plantas, por supuesto que no estoy diciendo que realmente hable con ellas, sino que trato de interpretarlas. Hay una multitud de lenguajes, de señales, que naturalmente a partir del momento que los conozco me despiertan admiración. Son todas formas organizadas por la naturaleza para mantener la lucha por la vida. Un terrón debe ser un laboratorio entero, tan complicado que el hombre no está ni en condiciones de remedarlo. Se puede ser religioso por analfabeto. Pero también se puede tener una actitud religiosa cuando se empieza a saber y se comprende que no se sabe nada. El catorce de marzo de 1985, cuando cayó la dictadura y Julio María Sanguinetti asumió la presidencia de Uruguay, los nueve rehenes fueron amnistiados y puestos en libertad. Mujica salió del penal con la pelela en la mano, florecida de caléndulas. Un hombre llega en moto Vespa al Parlamento. Tiene el pelo alborotado por el viento, un pantalón de jean, campera negra, bigote. Deja la moto estacionada en la entrada. —¿Cuánto piensa quedarse? —le dice el guardia.

© Leo Barizzoni & Galería de Busqueda

—Si no me rajan antes, cinco años —contesta el hombre. Esto —dice una leyenda que nadie niega con mucho énfasis— habría sucedido el primer día en que José Mujica, primer tupamaro diputado, llegó al Parlamento. Era 1995 y en esa misma jornada —transmitida por cadena nacional— tomaba juramento como presidente por segunda vez Julio María Sanguinetti, por lo que el precinto estaba lleno de embajadores, mandatarios invitados, jerarquías de la iglesia y solemnidades varias. Pero Mujica entró así: pelos revueltos, jeans, ninguna corbata. —Yo pensé: van a creer que es una maniobra publicitaria —dijo Huidobro en el bar, días atrás—. Ellos no saben, como yo sé, que la campera es nueva. Que el vaquero es nuevo. Que se peinó. Y que nunca más volverá a estar tan arreglado. Como le decía Sancho al Quijote: “Cada quien es como Dios lo hizo, y aún peor muchas veces”. Aún peor. La llegada de Mujica al Congreso significó un cambio para la política uruguaya. Primero, porque se modificaron los usos y costumbres de la Cámara —por ejemplo, llegó el mate a las sesiones legislativas—, y en segundo lugar


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