Revista Gente Colombia

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Detrás de cámaras 1. Los tres protagonistas tratando de llegar al lugar donde está el balón nuevo de Manuel. ¡Es un campo minado! 2. Todo el elenco, aterrado, después de ver a un cerdo explotar por los aires. 3. Carlos César, el director, dándole las instrucciones del día a Hernán Mauricio.

interpreta a una niña que lleva su mismo nombre, es seguidora de la Mujer Maravilla, Tinkerbell, baila reggaeton y quisiera ver más a su papá, Genaro de Jesús, quien “trabaja muy duro, de las 4 de la mañana hasta las 11 de la noche”. Si hay un punto de unión, por lo menos entre los tres chicos, es el fútbol (igual que en la película, en la que intentan recuperar un balón nuevo que cayó en un campo minado). El sábado en la noche, mientras en el Festival se entregaban los premios India Catalina de televisión, Luis Nolberto seguía el empate 3-3 entre Millonarios y su equipo del alma, el Medellín. No terminó de ver el partido, salió de la habitación muy bravo diciendo: “es que no sudan la camiseta”. Hernán y Genaro no se preocuparon porque ellos son hinchas del Nacional.

Una terapia colectiva 1.

2. 3.

42 GENTE

Después de las fotos, ‘Poca Luz’ se va a su habitación porque tiene un fuerte ardor en el cuerpo. Su hermana se queda un rato más en la piscina en la que juegan a la pelota Hernán, Luis y un niño francés (jugar no tiene idioma). A lado y lado de la alberca, Berenice y Claudio vigilan a sus hijos. Durante los días siguientes seguirán repitiéndose los encuentros piscineros con GENTE. Los medios nacionales dejan de seguir a los niños quienes empiezan a atender a los periodistas internacionales. Casi todos buscan a Hernán Mauricio, quien tiene un talento especial. Cuesta creer que esta película fue su primera experiencia actoral. El ‘sumo pontífice’ de los guionistas, el estadounidense Robert McKee, le decía a un diario colombiano: “¿Dónde lo consiguieron? ¡Es un genio! Puede ser un actor natural, pero tiene una tremenda intuición”. Más que una simple historia de ficción, Los colores... representa un punto de quiebre en las vidas de los protagonistas de este artículo. Todos han tenido que enfrentar grandes cambios después del rodaje. Para Hernán Mauricio, por ejemplo, el filme representa “el comienzo de una etapa, yo siento que he prosperado un poquito”, pero también le queda el recuerdo amargo de que, ocho días después del final de la filmación, su padre, Claudio Ocampo, sufrió una parálisis del lado izquierdo del cuerpo. Un efecto tardío de la cirugía que le habían practicado tiempo atrás para extraerle un tumor cerebral. El papá, quien trabajaba como electricista, ahora no puede ejercer su oficio. La que tiene la carga laboral en la casa es Adriana Posada, su esposa (quien se quedó en Medellín y vio la película hasta hace pocos días, en la premiere paisa). Claudio ya no revisa cables y voltajes, pero está siempre pendiente de su hijo: “¿Ya te cepillaste los dientes? ¡Vení te pongo el bloqueador! ¿Qué te vas al centro de Cartagena a buscar a la niña de ayer? Esperame, pues”. Los dos se han acercado mucho más ahora. “Ay, mi papá”, dice Hernán.


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