Euritmia 3

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Editores Dara Rivera @Cocainelil Raul Ramos @Raultheworst Colaboradores Pavel Andrade Mario Cornejo Oscar Esquivel Gastelum

Euritmia, es una publicación trimestral, electrónica e independiente, de creación literaria. El contenido de las colaboraciones no representan el punto de vista de los editores ni refleja necesariamente la política editorial de Euritmia. Todos los derechos son propiedad de sus autores y se permite la reproducción parcial o total del material de esta publicación siempre que se cite la fuente.

Karla Flores Carlos L. M. Gustavo Macedo Pérez Eleazar Martínez César Omar Moreno Miguel Noriega Saúl Sánchez Lovera

Arte en portada Cecilia Chavira

Contacto revistaeuritmia@gmail.com @RevistaEuritmia

C


Fucilazione alla Kalsa 1960 Enzo Sellerio


Editorial C u e n t a n q u e u n a ve z A l f r e d H i t c h c o c k t e l e f o n e ó a G e o r g e Simenon y cuando al fin le respondieron dijeron que el señor Simenon no podía atender la llamada porque acababa de e m p e z a r u n a n u e va n ove l a . E l c i n e a s t a r e s p o n d i ó : “ B u e n o , espero”.

Ta r d a m o s s e m a n a s e n e n c o n t r a r e s t a a n é c d o t a e i n t e n t a r j u s t i f i c a r a s í l a demora al publicar nuestro tercer número. Gracias por la espera.


6| S i e m p r e

Contenido amigos

Gustavo Macedo Pérez

8| Por no faltar a la seriedad del juego Pavel Andrade

11| Las luciérnagas Eleazar Martínez

15| V es pa 70

Oscar Esquivel Gastelum

23| Los bandidos de los caballos de palo Saúl Sánchez Lovera

26| L a s

c u eva s

Carlos L. M.

31| Los hijos de Dios César Omar Moreno

34| Colores

Miguel Noriega

37| Avenida La Plata Karla Flores

42| Microbús

Mario Cornejo



À bas la république des lâches! Paul M a s c u l i n , f é m i n i n , 1966 Jean-Luc Godard


Siempre

amigos Gustavo Macedo Pérez

H

oy me voy a morir. Pocos

nos matamos uno al otro? Aunque

hombres

nunca

tenemos

la

que

moriríamos.

ventura de saberlo con

Fue muchos años después, aquella

certeza, amigo. Hace apenas unos

mañana del aguardiente, cuando tú

días tú me decías lo mismo: “Hoy

me lo dijiste primero. Hoy te lo digo

me voy a morir”, brindabas. El

yo.

aguardiente me parecía fuera de

Teníamos diez años cuando

lugar a las once de la mañana,

fundamos la pandilla. Una pandilla

pero tú brindabas, no por tu muerte

con dos capitanes: tú y yo, dos jefes

inminente sino por la certidumbre

que juntos asentaban las reglas,

de saberla. “Hoy me voy a morir,

dos líderes que el resto seguía con

hermano del alma... Hoy mismo me

fe y disciplina. No importaba qué

asesinan”, decías entre carcajadas.

les ordenáramos, los muchachos

¿Recuerdas que cuando éramos

confiaban en que todo lo hacíamos

niños moríamos y resucitábamos Euritmia | 6

dijimos

por un fin que sirviera a todos.

todos los días? El patio del templo era

Nunca volviste a mencionarlo,

un campo de batalla y cualquier palo

pero jamás me perdoné aquella

nos servía de fusil. ¿Cuántas veces

traición . Teníamos o n c e años, tú


estabas bañado en sangre y yo

“Hoy me voy a morir, hermano”,

en lágrimas cuando te confesé lo

celebrabas

que había hecho. Ni siquiera tuve

aguardiente. Luego me dijiste que

que pedirte perdón; tú me lo diste

ibas al patio a orinar y fui contigo.

cuando te dije la verdad. Reuniste a

Te sacaste el pito y yo saqué mi

la pandilla y armaste un pelotón de

revólver.

fusilamiento; cinco niños armados

corrieron al patio, te encontraron

con palos me ajusticiaron bajo tus

tirado con dos agujeros en la cabeza

órdenes. Fue todo.

y a mí parado a tu lado. Ni siquiera

¿Recuerdas cuando nos metimos

mientras

Nuestros

bebías

compañeros

intenté huir.

a la rebelión? Teníamos poco más

Esta

tarde

nos

volveremos

de veinte años y los palos ya no

a ver, amigo. De nueva cuenta

nos servían de nada: arreglábamos

me pararé frente al pelotón de

las cosas con fusiles de verdad y la

fusilamiento y de nueva cuenta será

pandilla nos seguía fielmente. En

por haberte traicionado. Sólo que

diez minutos les explicamos lo que

esta vez mis verdugos no traerán

queríamos, lo que creíamos; y como

palos, sino fusiles de verdad. Hoy

siempre estuvieron con nosotros.

me voy a morir.

C

Gustavo Macedo Pérez (Chihuahua, México. 1978). Muy lector, poquito escritor. las tardes, cuentista.

Euritmia | 7

Obstinado usuario de la Internet, aficionado de la bicicleta urbana, locutor de radio y, por


Por no faltar a la seriedad

del juego Pavel Andrade

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A

l fondo hay un portón

sentadas, no parecen interesadas

grabado,

altura

en el ejecutado, miran allá, con

se

la vista perdida en algún paisaje

compara con las figuras que a sus

fuera del cuadro. A un costado un

pies descansan, que encuadra el

grupo de viejos se ha reunido como

plano más alejado de la fotografía.

probablemente se reunieron ayer

Se podría pensar que una entrada

y como probablemente se reunirán

de estas dimensiones pertenece

mañana. Una mujer atraviesa la

a algún convento o santo recinto,

puerta contigua, de menor tamaño.

que buenas muestras han dado

Se marcha, que es quizá ya hora

tales construcciones de ostentación

de calentar la sopa para matar

y

de

el hambre que ha comenzado a

los tiempos. En el umbral de la

acumularse en la boca del estómago.

puerta, cuatro niños descansan el

Entre los viejos, la mujer de mayor

cuerpo y la vista. Una niña, con

edad, o eso podemos decir por la

las manos sobre la cintura, viste

silla que ocupa para sostener su

una falda blanca y se apoya contra

cuerpo cansado, se mece el cabello

el alféizar. Las otras tres figuras,

con la mano derecha. Hablan ellos,

de

considerable

firmeza

desde

el

si

inicio


viejos,

sin

percatarse

que

al menos los que están ya postrados

la misma conversación se está

sobre el piso y apuntan las armas

repitiendo

hacia

entre

el

grupo

de

el

condenado.

Uno

más

niños bajo el portón, una plática

parece inclinarse en este preciso

de

rostros

momento para conseguir un lugar

palabras,

entre los tiradores. Tras el pelotón,

hecha de alientos y resuellos que

en el papel de teniente coronel, un

se pierden con la ventolera que

pequeño da la orden para cumplir

pasa silbando sobre las paredes

con la sumaria ejecución. Sólo la

de la vieja Kalsa, pues este es el

niña del alféizar es testigo de la

nombre que la ciudad heredó de

escena. De espaldas a la cámara

su pasado árabe, al Khalesa, la

y dirigiéndose al pelotón, un niño

elegida, levantada en el centro

levanta la voz. Su mano izquierda,

del territorio de Bal’harm, hoy

rígida,

Palermo. Estas son las paredes de

mientras su cuerpo se inclina hacia

la Kalsa, que al paso del tiempo han

el frente. Grita, aun si lo hace en

visto desfilar hombres y mujeres

voz baja, pidiendo que las armas

de nombres distintos buscando un

sean desviadas de su objetivo,

poco de calma para disfrutar la

pero ninguno de los ejecutores

tarde. Paredes que vieron también

parece percatarse. Casi sobre las

pasar

estos

puntas de los pies, trata de llamar

viejos cuerpos que llevan aún los

la atención. Tiene sólo la voz, pues

estallidos resonando en la cabeza.

llegar más allá, dar otro paso,

Un palmo después el muro se

significaría meterse en la línea de

recorta y continúa acercándose a

tiro y condenarse al mismo destino

la lente de la cámara, dando forma

de

a un atrio cuyos confines yacen

pared, hace las veces de fusilado.

fuera de la fotografía. En el centro

Que estos niños no conocen la

de este terreno, un grupo de niños

guerra queda claro por la postura

con pantaloncillos cortos simula un

que contra la pared guarda quien

pelotón de fusilamiento. Son cinco

ha sido o será pronto ejecutado,

miradas

ensimismados,

la

fijas sin

guerra

y

sobre

ciñe

quien,

el

pantaloncillo

recostado

contra

la

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los


levantando las manos, la cabeza

sido

inclinada. Si la ejecución se hubiera

y sentenciado a morir contra el

ya

no

paredón, aunque, se nos podrá

podrían sostenerse en alto, ni las

argumentar, esta práctica de justicia

rodillas podrían ya con el peso del

sumaria no ha sido vista aún por

cuerpo. Si la ejecución estuviese a

estos rincones del mundo. Es, sin

punto de consumarse sería probable

embargo, la destreza infantil en el

que las manos del supliciado, en

manejo de las armas lo que causaría

vez de hallarse levantadas como se

asombro si no se tratara de un juego

ordena a quien ha sido capturado

y no las causas del fusilamiento. Si

cometiendo un crimen, buscaran

hoy los niños tuvieran cuarenta y

algún lugar del cuerpo que por

cincuenta años más y la fotografía

instinto reclama ser protegido ante

se marchitara. Si, finalmente, el

la inminencia del golpe. Un juego

juego inmortalizado por la lente de

al fin, el fusilado tiene los brazos

Enzo Sellerio imitara la desnuda

en alto y la cabeza, como ya se

violencia que forma parte de un

ha señalado, inclinada sobre el

fusilamiento mayor, el que día a

hombro izquierdo, las palmas de las

día lleva la vida al matadero, el

manos abiertas hacia al cielo, como

juego puntual que en Darfur, en el

aguardando alguna lluvia ligera

Congo, en Angola, en Guatemala,

pronta a caer para lavar la sangre

pone armas en manos de niños

que no correrá esta vez sobre la

como estos que ahora en la Kalsa

tierra y los guijarros que, día con

apuntan tratando de arrebatar la

día, han ido desprendiéndose de los

vida. Orgullosamente, responderían

muros milenarios. Puede ser que,

quizá si se les interrogara, por no

en esta ejecución, el fusilado haya

faltar a la seriedad del juego.

consumado,

los

brazos

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C

Pavel Andrade (Ciudad de México, 1985)

señalado

como

camorrano


Las

luciérnagas Eleazar Martínez Los zapatos se le cubrían de polvo

el trayecto, tomando la

y aunque el sol se ocultaba ya tras

mochila con una mano y con

la montaña como una moneda en

la otra aferrándose al pasamanos en

el orificio de una alcancía, el clima

las curvas más marcadas. Descendió

se resistía a abandonar la violencia

en Cárdenas esquina con Camino

propia del mes de mayo. El rostro

Nacional y el microbús se despidió

del Rulo le comenzó a brillar como

con una apestosa nube grisácea. A

madera barnizada, notándosele el

lo lejos, en las faldas del cerro, se

cebo en las sienes y en las entradas

veían las luces encendidas de las

del cabello a rape, que eran como

casas que se hacían notar entre el

las orillas de una playa deshabitada.

atardecer. Después de quince años,

En

la

mochila

cargaba

sus

el Rulo había regresado al barrio

pertenencias. Poca ropa. Dos o tres

donde creció.

cambios. Los únicos zapatos que tenía

Avanzó por la calle en pendiente

los llevaba puestos. En donde había

que subía hasta la colonia. Una

estado no necesitaba de nada más. Ahí

calle terregosa como extraída cual

se sobrevivía no a base de objetos sino

rebanada de un desierto solitario.

a base de rabia y desvergüenza.

Euritmia | 11

V

iajó de pie durante todo


Rememoró la ocasión en la

entonces a la Mary, al Leo, a

que el Loro entró a su celda y hurtó

la Chabela, al Monky, al Pepsi.

los Alas sin filtro que guardaba

Aparecieron en su cabeza con las

con recelo dentro de la funda de

playeras sucias y los pantalones

la almohada. Se desató una gresca

rotos. En su mente se disparó

que los envió a ambos a las celdas

también el rostro del Maca y aquella

de castigo por tres días. Al salir,

mirada vacía que tenía debido a que

se encontraron en los pasillos y

inhalaba

cruzaron miradas incisivas como

Hacían bromas acerca de sus ojos:

herramientas de carnicero. Aquella

le decían que parecían de vidrio.

había sido la primera pelea de muchas.

Al Maca no parecía importarle.

El

se

encontraba

Entre

pegamento.

aquellas

extrañas

ensimismado recordando aquello

imágenes que parecían pender del

que no advirtió el punto en el que

techo de su mente y balancearse con

Camino Nacional dejó de estar

lentitud, el Rulo recordó el muro,

pavimentado. Caminar acalorado

el estruendo, la sangre en la pared

sobre la calle deforme, llena de

descendiendo hacia la acera como

baches, se convertía en una tarea

un telón enunciando el final de algo.

aún

Faltaban

Ingresó al barrio por la calle que

todavía unas cuadras para llegar

lo dividía en dos. Le parecía al Rulo

a Las Luciérnagas, aquel barrio

que esa era la más importante de Las

de paredes rayadas con aerosol,

Luciérnagas, al menos hasta los días

casas derruidas y callejones sin

en que la había conocido. Transitaban

luz en los que borrachos orinaban

por ahí camionetas desvencijadas

y

y madres solteras, mujeres con

con

Euritmia | 12

Rulo

demasiado

más

extenuante.

mendigos mezcal

se de

embriagaban pocos

pesos.

hambre

y

perros

sin

dueño.

Se preguntó si el barrio se

El rostro del Rulo parecía haber

encontraría tal como él lo había

sido sumergido en una cubeta de

dejado, tal como aquella última vez

sudor. En la parte frontal de la playera

lo vio, demacrado y sucio como

se le dibujaba un mapa húmedo que

un anciano sin fuerzas. Recordó

escurría hasta la zona del abdomen.


Una panza flácida y protuberante

que se marchó, edad en la que se lo

se asomaba como deseando darle

llevaron.

forma terráquea a aquél mapa. Se

limpió con la mano el sudor de la

instante

cara y la pasó por el cabello corto

que había en los techos de las

como el de un soldado. En las

casas, a los perros con rastas de

arrugas contiguas a los ojos se le

mugre y suciedad en el pelaje, a

adivinaba el cansancio de años.

los chicos inhalando thinner en

Los chicos en la calle lo

botes maltrechos de Coca-Cola o de

observaron. Rulo también los miró

agua purificada; le supo a los niños

como buscando a alguien conocido.

pateando en la calle un balón con

Se concentró en un joven que tenía

el logotipo de un partido político, a

una mirada que le pareció familiar,

los viejos bebiendo cervezas tibias

aunque no adivinó de qué lugar

y enormes afuera de los tendajos.

La libertad le supo en ese aquellas

mecedoras

o de qué época. Sintió la mirada

Paladeó el polvo que se le

alarmada del chico, quien hasta ese

adhería a los labios. Olisqueó el

momento había estado sentado en

aroma de la basura amontonada

la banqueta, para luego ponerse de

en las esquinas. Le pareció todo

pie, avanzar unos metros e ingresar

familiar y propio. Tuvo la sensación

a una de las casas sin perder de

de estar regresando por algo que le

vista al Rulo.

pertenecía y que desde hacía mucho

debió tener.

Con el rostro caliente como el

cofre de los coches estacionados,

Un par de calles antes de

el Rulo continuó en dirección hacia

llegar a casa, sintió estrellarse de

donde se encontraba su casa. Ese día

lleno contra una pared. Y es que

por la mañana había realizado una

ahí estaba. El muro de pie, frente

llamada avisando que regresaría,

a él, estoico e imponente como un

que por fin se encontraría con la

pistolero a punto de desenfundar su

abuela que lo había criado y con los

Smith & Wesson.

primos con los que había crecido

Observó el muro y en el muro

hasta los trece años, edad en la

la sangre y en la sangre el pasado.

Euritmia | 13

a


Fue como si todo sucediera de nuevo

lo recordó, como si una venda que

y apenas se enterara de lo que el

le cubriera los ojos hubiese sido

Maca le hizo a Mary, su hermana

arrancada con agresividad.

menor; como si apenas abriera el

cajón y empuñara la pistola de su

Rulo no, el chico pareció esconderse

primo el Chango para luego correr

tras un poste de luz en cuyos cables

con los pulmones inflándose y

colgaba una docena de tenis viejos.

desinflándose como la bolsa de

Un

papel estraza al inhalar resistol;

recorrió las calles muertas del

como si justo ahora alcanzara al

barrio. Las luces amarillentas de

Maca y lo tuviera entre la pistola

las casas continuaron encendidas

y la pared, aquella misma pared; y

y un telón de sangre cubrió el

después, el estruendo y un telón de

pavimento justo frente a la enorme

tinta roja como poniéndole punto

pared.

final a aquel acto.

Escuchó ruidos tras él y

el sol. Parecía la coronilla de

volteó. Vio al chico cuya mirada le

alguien que lo había visto todo y

había resultado conocida y por fin

no deseaba ver más.

Como si supiera algo que el

violento

estruendo

Tras la montaña desaparecía

C

Eleazar Martínez (Monterrey, México, 1983). Publicista e hiperrealista pop. Cursi

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de clóset. Rockstar de regadera. Egresado del Diplomado en Creación Literaria Xavier Villaurrutia, del INBA. Actualmente reside en la Ciudad de México, desde donde colabora para diversas revistas literarias. A veces escribe en Como quiera no. A veces no.


Vespa 70 Oscar Esquivel Gastelum A Pamela, con amor tuerto

unos

Mar del Norte. Si no hubiera sido por

cuantos metros a través del

las especificaciones del anuncio, jamás

luminoso andador adoquinado

habría podido imaginar que aquella

antes de vislumbrar entre el humo del

belleza tenía más de cuarenta años a

tabaco la delicada y exquisita figura

cuestas. Me detuve a contemplarla

de la máquina estacionada junto a

un

la entrada del café. Parecía estar

terminaba de fumar mi cigarrillo.

momento,

extasiado,

mientras

esperando, en un estado de animación

El café lucía previsiblemente

suspendida, la aparición de una pareja

desolado para un martes a las cinco de

de adolescentes enamorados que la

la tarde bajo un cielo encapotado. Un

montaran y le devolvieran la vida. Era

hombre maduro y corpulento me miraba

una deslumbrante Vespa azul cobalto

atentamente a través de su único ojo,

que, por su estilizada línea futurista y

de un azul tan intenso que resaltaba

su gélido color metálico me recordó la

aún en la obscuridad y a la distancia.

imaginería de las películas de ciencia

Su hirsuta cabellera, completamente

ficción de principios del siglo pasado y

encanecida, contrastaba con el negro

la ominosa opacidad de las aguas del

parche que cubría el lugar donde alguna

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S

ólo tuve que avanzar


vez estuvo su ojo izquierdo. Le advertí

sus armas de juguete contra un chico

por teléfono que se iba a enamorar,

solitario que, con los ojos vendados y

dijo por fin en tono ufano y con un leve

las manos en alto, esperaba fingiendo

pero evidente acento italiano, mientras

terror la lluvia de balas imaginarias,

terminaba de limpiar la larga barra

recargado contra la pared de lo que

forrada de madera que ocupaba el ala

parecía una vieja iglesia.

izquierda del local y sobre la cual atisbé

necesito

preguntarle

qué

una botella de brandy sin abrir y dos

le pareció, lo veo en sus ojos, dijo el

pequeños vasos vacíos. Siéntese por

viejo satisfecho mientras rellenaba

favor, permítame cerrar la puerta y las

nuevamente mi vaso. Si yo le contara la

persianas, sería una pena que un cliente

importancia que este brandy coterráneo

inoportuno interrumpiera el importante

tuvo en mi vida, no lo creería. La

negocio que vamos a tratar.

moto que viene a comprar es parte

Me acomodé en un taburete

fundamental de esa misma historia

frente a la botella y esperé a que el

y ahora veo que la vieja fotografía

viejo volviera a ocupar su lugar detrás

de Sellerio también le ha llamado

de la barra. Es una edición especial,

la atención. Un trío de objetos que

dijo al tiempo que vertía el tibio líquido

encapsulan a la perfección la médula

ambarino en los diminutos vasos de

de mi trágica y dilatada existencia.

finísimo

Euritmia | 16

No

cristal

cortado.

Mientras

Siempre me ha perturbado ver

degustaba el fuerte sabor afrutado

a los niños jugando con armas o

de aquel añejo brandy italiano bajo

fingiendo escenas violentas, dije antes

la atenta y curiosa mirada del viejo,

de vaciar de un solo trago mi segundo

reparé en una enorme fotografía en

vaso de brandy. Una acogedora ola de

blanco y negro que dominaba el café

calor relajó los músculos de mi rostro,

desde su ubicación privilegiada en lo

cuello y espalda. Es inevitable, dijo el

más alto de la pared detrás de la barra,

viejo, el hombre lleva la violencia en

justo arriba de la cabeza de mi anfitrión.

las entrañas desde el momento en que

En la imagen, un pequeño general

nace y nada lo demuestra mejor que

daba órdenes enérgicas a un pelotón

la crueldad de los niños. Hoy en día

de fusilamiento infantil que apuntaba

los intelectuales lloriquean desde las


páginas editoriales de los diarios y

otro afecto que haya conocido en este

escriben sesudos ensayos académicos

mundo. Le diría que hubiera sido capaz

culpando a la cultura popular de un

de matar o morir por él si no fuera

aumento en la violencia que sólo existe

porque hice lo primero y estuve a punto

en sus pequeños cerebros envenenados

de hacer lo segundo…

ideas.

Menudo

disparate,

en

Aquella inesperada y reveladora

aquellos tiempos, dijo señalando la foto,

digresión tensaba peligrosamente mi

ninguno de nosotros tenía televisión y

itinerario, pero estaba tan intrigado

el cine era un lujo misterioso que pocos

que fui incapaz de interrumpir al viejo e

podíamos darnos.

incluso decidí relajar un poco mi actitud

Yo no estuve aquella tarde en

y correr el riesgo de beber otro trago.

esa plaza de Palermo, dijo volviendo a

Cogí yo mismo la botella mientras

señalar la fotografía mientras blandía

aquel hombre inmenso y súbitamente

enérgicamente la botella, presto a

melancólico

servir otra ronda. Atravesé mi mano

en su relato. De los juegos infantiles

sobre el vaso y agradecí cortésmente,

pasamos al amor por las chicas y por

el rostro del viejo se contrajo en una

la literatura, y hasta el último momento

mueca de decepción pero se recuperó

de nuestra amistad intercambiamos

rápidamente. Lo entiendo, dijo, pero

hallazgos literarios. A él le apasionaba

supongo que no le molestará que yo

Montale, yo estaba obsesionado con

continúe bebiendo. Le decía que yo

Pavese y Quasimodo. Durante los

no estuve en esa plaza aquella tarde,

primeros años de nuestra adolescencia

continuó

después

pude protegerlo de la organización.

de que asentí sonriendo, pero pude

A los doce años comencé a trabajar

haber estado. Todos esos chicos que

en la finca de naranjos de uno de los

ve fueron mis conocidos y uno de ellos,

hombres más ricos de Palermo. Mi

el que da las órdenes al pelotón, fue el

patrón era un buen hombre al que la

más querido de mis amigos, el único.

vida decidió bendecir con tres hijas y

Crecimos juntos y a pesar de que yo le

que muy pronto vio en mí al primogénito

llevaba un par de años, la amistad que

que nunca tuvo. Mantenía relaciones

forjamos fue más fuerte que cualquier

cordiales

inmediatamente

continuaba

pero

distantes

embebido

con

la

Euritmia | 17

de


Euritmia | 18

organización y pagaba sus cuotas

en el ejército y que al volver a la isla se

puntualmente. Gracias a esto, los

convirtió en policía, me obsequió el viejo

jóvenes jefes no me molestaban ni

revólver que le había decomisado a un

trataban de reclutarme y le extendían

ladrón de poca monta que solía robar

la misma tirante cortesía a mi amigo.

a sus víctimas con el arma descargada.

Al cumplir 18 años tuve que partir

Planeé pacientemente el golpe durante

a hacer el servicio militar a Nápoles,

meses y me familiaricé con la idea de

fue entonces cuando un miserable, un

mi propia muerte. De alguna enfermiza

pobre diablo al que el parentesco lejano

manera, la certeza de la venganza

con uno de los dones más poderosos

inminente aplacaba el dolor provocado

de la isla elevó a capo, se obsesionó

por la pérdida irreparable.

con doblegar la orgullosa indiferencia

Decidí robar de la finca vecina la

que mi amigo siempre mostró por la

moto de la que acaba de enamorarse

organización y el estúpido estilo de

y que nos ha puesto frente a frente

vida de sus miembros más jóvenes.

esta tarde. Era el flamante tesoro de

La obsesión tomó tintes violentos muy

un mozalbete arrogante y pendenciero

pronto y unas semanas antes de que

al que siempre detesté. Jamás me

terminara mi servicio de dos años y

arrepentí de esa modesta expropiación.

volviera a casa, el cadáver mutilado

Revisé cuidadosamente las rutas de

del muchacho más noble y brillante

los barcos que partían del puerto

de Palermo, dos cualidades que los

semanalmente rumbo a Inglaterra

estúpidos y los resentidos jamás

cargados con naranjas y limones, y

perdonan, apareció en esa misma plaza

memoricé la rutina de mi enemigo, sus

de la fotografía, sin orejas, torturado,

costumbres, los bares y prostíbulos

con cinco tiros en la espalda y uno en

que frecuentaba, los domicilios de sus

la cabeza.

queridas y el número de soldados, en

Es posible que no me lo vaya usted

realidad no eran más que una pandilla

a creer pero, en una ciudad llena de

de inútiles y vividores a la altura de su

maleantes y asesinos, lo que me costó

jefe, que solían rodearlo.

más trabajo fue conseguir una pistola.

Un día antes de la fecha elegida,

Finalmente, un compañero al que conocí

mi patrón me llamó a su despacho y


languidecían de tedio y calor frente a un

y que, estoy seguro, revelaba una

par de botellas de vino vacías. El resto

profunda tristeza, me dijo: No voy

del lugar estaba desierto; como usted

a tratar de convencerte de nada,

seguramente se imaginará, este era

comprendo tu dolor y sé bien que esta

uno de esos especímenes que gustan

es una deuda de honor que yo mismo

de regodearse en la ostentación de su

en tu lugar sería incapaz de eludir. Me

miserable poder cerrando los lugares

propuso arreglar un lugar para mi fuga

públicos donde se apersonan.

en uno de sus barcos y asegurarse de

Troté para dar la vuelta a la

que la tripulación estuviera compuesta

manzana y no levantar sospechas

por hombres de su absoluta confianza.

pasando nuevamente frente al negocio.

Acepté conmovido y estreché su mano

Monté en mi motocicleta y avancé

por última vez. Estaba consciente de

hasta estacionarme un par de metros

que lo que planeaba hacer me alejaría

atrás del local. Saqué el revólver

para siempre de todo lo que hasta ese

del compartimento frontal y dejé el

momento había sido mi vida.

motor encendido. Avancé decidido,

Aquella tarde se parecía mucho

empuñando el arma sin que nadie me

a esta, también era verano y una

notara, un hombre con ese nivel de

tormenta se cernía sobre Palermo.

convicción puede transformarse en un

Primero pasé caminando a paso veloz

fantasma.

con la mirada clavada en el suelo

El cretino reía a mandíbula batiente

frente al establecimiento donde aquel

y con la boca llena de pasta cuando me

gusano solía almorzar con una de sus

vio apuntándole a través del ventanal,

amantes los viernes por la tarde. El

alcancé a ver su gesto descompuesto

calor y la humedad eran asfixiantes.

antes de atravesarle la frente de un

Reconocí de reojo su aborrecida figura

tiro casi perfecto. En mi memoria, los

sentada frente al amplio ventanal que

gritos de la muchacha precedieron la

daba a la calle, a su lado una chica

explosión del disparo y del cristal. Volví

flacucha y estridente decía algo sobre

a avanzar con la misma convicción

el clima que entendí a medias. En una

hasta la entrada del lugar. Uno de los

mesa contigua dos de sus soldados

esbirros, parado frente a su mesa con

Euritmia | 19

con una solemnidad que no le conocía


con un sacacorchos en la mano y en

estaba llorando y, créame, si aquellas

la otra una botella recién ordenada,

hubieran sido lágrimas, habrían sido

me veía paralizado de terror, el otro

de felicidad. A bordo del barco, un

se levantó de un salto y antes de que

viejo marinero ex partisano revisó mi

pudiera alcanzar el arma que colgaba

ojo herido y decidió que era imposible

de un perchero dentro de su saco

salvarlo pues estaba infestado de

cortado a la medida, lo cosí a tiros

vidrios y el riesgo de infección era muy

por la espalda. Después me acerqué

alto. Tomó del brazo a un muchacho

lentamente al cobarde del sacacorchos,

de expresivos ojos grises, y que no

¿puede usted creer que, en medio de

podía haber sido mayor que mi amigo

sus lastimosas súplicas, ni siquiera

muerto, y le ordenó con convicción

se atrevió a arrojarme la botella que

bajar de inmediato a una de las

tenía en la mano? Un hombre debería

bodegas y regresar con dos botellas

comportarse con mayor dignidad frente

del finísimo brandy boloñés que

a la muerte. Pero aquellos chacales no

formaba parte del cargamento. Si vas

eran hombres y por eso mismo no me

a morir, lo harás ebrio con buen licor,

tembló la mano antes de meterle la

nada de alcohol barato para ti, me dijo

última bala que quedaba en mi revólver

el anciano sonriendo con serenidad

justo a través de la manzana de Adán;

frente a mi absoluta indiferencia. En

entre los sollozos entrecortados de la

ese momento mi vida me importaba

muchacha, alcancé a escuchar cómo

muy poco, lo único que me interesaba

aquel cretino pusilánime se ahogaba en

de sobrevivir era consumar con ello la

su propia sangre mientras abandonaba

humillación que acababa de infligirle a

lentamente la escena de mi venganza

la organización.

Euritmia | 20

esquivando charcos obscuros.

Así es, lo ha adivinado, dijo el viejo

Apenas había avanzado un par

súbitamente reanimado y con renovado

de calles cuando finalmente sentí una

brillo en los ojos; un líquido idéntico a

súbita punzada de dolor en el ojo y noté

ese que ha estado bebiendo con tanto

mi ceguera parcial. Un líquido tibio y

deleite esta tarde sirvió aquella noche

espeso se deslizaba lentamente por

como un milagroso antiséptico y una

mi mejilla como una lágrima. Pero no

mediocre anestesia. El recuerdo del


estudiantes del turno vespertino, debía

vacío en la cuenca izquierda me

apresurarme… Pero antes, no pude

acompañan hasta el día de hoy, pero

resistir la tentación de hacerle una

ni teniendo el talento de Dante sería

última pregunta: Si no es indiscreción,

capaz de describirlos. No tuve hijos, y

dije poniéndome de pie, ¿por qué

a pesar de que un hombre nunca podrá

vende la Vespa? Uno pensaría que un

experimentar el calvario que sufren las

tesoro con semejante valor sentimental

mujeres al dar a luz, aquella noche en

debería ser intocable, casi sagrado.

altamar parí a un tuerto.

Y lo es, respondió esbozando una

Al llegar a Liverpool, mi salud

enigmática sonrisa, pero hace unas

aún era precaria y no pude descender

semanas los doctores descubrieron que

en la isla. Ya en América, tierra de

la muerte crece en mi interior. Hablan

la libertad y escenario de mis más

de operaciones y tratamientos pero yo

delirantes fantasías adolescentes, tuve

sé bien que lo que quieren realmente

que permanecer varios días oculto en

es transformarme en una piltrafa

el barco, pues si me hubiera atrevido

babeante a cambio de unos meses más

a descender y pisar sus calles habría

de vida y como le dije antes, un hombre

estado más expuesto a la vendetta

debe mostrar dignidad frente a la

que en la misma Sicilia. Quizá ese fue

muerte. Hizo una pausa para servirse

mi castigo, terminar viviendo en este

el enésimo vaso de brandy, apenas

nido de víboras, dónde la violencia y la

entonces noté lo mucho que había

barbarie prosperan con mayor facilidad

disminuido el contenido de la botella,

que en el lugar del que huí.

y en un tono más sombrío, mirándome

Me sentía tan cómodo escuchando

fijamente a los ojos, continuó: Yo sé que

la trágica historia del viejo y bebiendo

a un hombre como usted le importará

su brandy en aquel elegante y obscuro

muy poco saberlo, pues dudo que

café, que tuve que hacer un gran

conozca los remordimientos o la duda,

esfuerzo para interrumpirlo, en unos

pero su misión no es para mí un castigo

minutos, los andadores y las calles

sino una liberación; además, después

de aquel ridículo simulacro de ciudad

de vivir tantos años en este infierno de

comenzarían a llenarse de burócratas y

amnesia, rodeado de gentuza salvaje

Euritmia | 21

dolor y la espantosa sensación de


que se mata por naderías triviales pero

pequeños trozos de cráneo y restos

es incapaz de recordar las incontables

de sesos ensangrentados aterrizaron

e imperdonables afrentas que la casta

en la esquina inferior izquierda de la

parasitaria y corrupta que la gobierna

fotografía. Sorprendido ante mi propio

y explota le inflige ritualmente, me

arranque de sentimentalismo, decidí

consuela la idea de morir de memoria.

cruzar la barra de un salto y limpiar

Hacía rato que le había quitado

cuidadosamente la foto con el pañuelo

el seguro a la Walther PPK que

de seda que llevaba para borrar mis

empuñaba firmemente en la bolsa

huellas. Al salir, me detuve a contemplar

derecha de mi saco, y con la certeza

brevemente la hermosa motocicleta

de que el viejo no tenía nada más que

que, por lo menos en dos ocasiones,

agregar, di un par de pasos atrás, y

sirvió como vehículo de escape a su

tras confirmar verbalmente que la

dueño. La tenue llovizna que caía sobre

organización nunca olvida, le abrí un

la ciudad la había cubierto de pequeñas

hueco en la frente, justo arriba de los

gotas de agua que resaltaban aún más

ojos, muy parecido al que según su

su elegante sencillez. Estuve tentado a

propio relato él mismo le había hecho,

acariciar su suave piel metálica, pero

décadas atrás, a su odiado enemigo.

no lo hice, habría sido una falta de

A pesar de que el tiro fue limpio,

profesionalismo imperdonable…

C

Oscar Esquivel Gastelum Es un filósofo y escritor británico al que una cigüeña

Euritmia | 22

borracha arrojó en México por error hace tres décadas. Actualmente se dedica a combatir la desnutrición infantil, a escribir la primera gran novela del siglo XXI y a documentar sus obsesiones en Twitter bajo el pseudónimo @RockStroke.


LDEos bandidos LOS CABALLOS DE PALO Saúl Sánchez Lovera tajante, la orden maldita: ¡disparen!

lenta, como en la ópera

Relinchan los caballos de palo y

prima de algún cineasta que

el batallón de caballos de palo se

se jacta de posmoderno, o como

pierde en el horizonte. Las risas

en los recuerdos cuando se está

de los niños pueden oírse desde la

al borde de la muerte y entonces

vecindad, donde ahora abundan los

pasan por última vez frente a los

gritos y el llanto descarnado. Un

ojos: por una vecindad ruinosa

cuerpo inerte descansa en el piso,

un batallón de niños montados en

la sangre sale a borbotones y una

caballos de palo persigue a otro

tenue música inunda el ambiente.

infante. La persecución dura poco

Nadie,

ni

los

y los niños capturan a su víctima,

protagonistas

le atan las manos, le vendan los

ejecutores y víctima, conocieron

ojos y la recargan contra una

los motivos de aquella primera

pared. A lo lejos se oyen los gritos

camada de balas.

que ruegan piedad y piden perdón

poeta maldito que se encontraba

entre lágrimas por pecados aún no

de

cometidos. También se oye, fría y

absoluta belleza y que explicarían

paso

del

siquiera

crearía

fusilamiento,

Aunque algún versos

de

Euritmia | 23

L

a escena ocurre en cámara


la escena como una aparición y

acariciaban el arma que colgaba de

milagro de los dioses de la poesía.

sus pantalones roídos.

Euritmia | 24

El poeta, perseguido en sueños

El

líder

del

batallón,

por las risas de los infantes y el

autoproclamado

relincho de los caballos de palo,

libertad, creció para convertirse

se volvería loco y vociferaría en

en

el mismo lugar del fusilamiento

desconocidas. Su presencia era

que los niños eran los jinetes del

suficiente

Apocalipsis y anunciaban el fin del

enteros y cubrir al mundo con una

mundo.

gruesa capa de silencio. Aquél

caudillo

y

para

prócer vengar vaciar

de

un la

causas pueblos

La vieja que los miraba a lo

que se atrevía a pronunciar su

lejos, sorda y medio ciega por la

nombre era desterrado y su alma

edad, creyó ver media docena de

condenada al inframundo. Cuando

auras gráciles que venían a llevarla

los niños se acercaban a él y le

a los cielos. Los niños armados,

pedían un casquillo de bala de

ante sus ojos, parecían ángeles

alguna aventura pasada, él siempre

exterminadores. Muchos así lo

lanzaba un mismo consejo. Su

creyeron: los niños eran enviados

voz se tornaba seria, como quien

por el Altísimo para hacer justicia

exclama alguna verdad absoluta

en la Tierra, acabar con la maldad,

o

regresar el mundo a los justos.

decirles que a los enemigos había

Sólo un grupo de niños podían

que tumbarles todos los dientes

ser eximidos de todo pecado, sólo

y arrancarles ambos ojos antes

ellos podían tener el don de la

de que ellos pudieran conocer su

maldad absoluta y convertirse en

nombre.

una

revelación

divina,

para

justicieros de Dios. Los hombres se

Desde el momento en que se

quitaban el sombrero y miraban al

consumó la primera huída, cuando

piso cuando los niños, montados

el ambiente se inundó con un sutil

en sus caballos de palo, pasaban

aroma a pólvora por vez primera y

junto a ellos, las mujeres rezaban

el relincho de los caballos de palo

padresnuestros

se mezcló con las risas infantiles,

y

los

ancianos


cor r ie r o n lo s r u m o r es d e que

aún acech aban al puebl o. D ice n

por c o r a z ó n t en í a u n a b al a de

l os que vieron aquel corazón de

plomo . El d í a d e su m u er t e f ue

h ermosa feal dad que el músculo

n e ce s a r io ex h i b i r su c o r az ó n en

aún l at ía con furia y l a san g re

un a vit ri na d e c r i st al , a f i n de

bombeaba mel an cól ica porque

calla r la s h ab l ad u r í as y h ac er

l a aven t ura h abía l l eg ado a su

tem e r a la o l a d e b an d i d o s que

fin .

C

Saúl Sánchez Lovera (Ciudad de México, 1994) Estudia el Bachillerato y no quiere Ciencia Política— . Por ahora sólo es un ñoño sin remedio, escribe en This is (not) another blog

Euritmia | 25

que le pregunten por su futuro vocacional —tal vez Estudios Latinoamericanos, Cine o


Las

cuevas Carlos L. M.

Euritmia | 26

S

oy el único que se atreve a

árbol. Me aterraría que alguien no

contestar el teléfono en esta

pudiera comunicarme la noticia. Soy un

casa. Hubo un tiempo en el

adorador de las certezas.

que no era así, en el que podía vivir

Además no todas las llamadas

con tranquilidad. La situación actual

son malas. El otro día habló un tipo.

se puede atribuir a las extorsiones y

Número equivocado. Preguntó por

bromas de adolescentes. Ahora soy

una sastrería. Fue insistente, más de

el encargado de responder cuando

lo que suelen ser quienes pasan por

el aparato suena, el único con los

una situación parecida. Si no hubiera

suficientes nervios para aguantarlo. He

sido porque su voz me causó gracia,

pensando en pedirle a la compañía que

le habría colgado al instante. Le tuve

suspendan el servicio o que cambien el

paciencia. Era un espectáculo. Tenía

número, no es que lo use mucho ni que

una vocecilla parecida a la de un niño.

reciba llamadas importantes a menudo.

De inmediato me recordó a la de Luis,

Lo que me frena es la idea latente

uno de los amigos que tuve cuando era

del nunca se sabe. Tengo familiares

mucho más joven que ahora.

lejanos a los que un día de estos se

Oh, la pandilla. Éramos unos

les podría ocurrir chocar contra un

vagos. Disfruté esos días. Nos llamaban


Era jueves. Llevábamos algunas

Luis, Gustavo, Adrián y yo. Fuimos los

horas paseando por ahí sin que Luis

miembros originales, luego vendrían

apenas dijera una sola palabra. En

otros y se irían algunos. Las primeras

cuanto lo noté le pregunté qué pasaba.

veces, según recuerdo, jugábamos

Me dijo que nada y seguimos andando.

futbol. Horas enteras pateando el

Yo me aburría, él era el más divertido

balón. Después de un tiempo dejó de

de nosotros, así que su falta entusiasmo

ser suficiente. Preferíamos vagar por

era resentido por el resto del grupo.

ahí. Las pláticas eran asombrosas.

Eventualmente el hartazgo se

Gracias a ellas supe que, pese a su

volvió total. Ya quería despedirme e ir

apariencia, Gustavo era un chico lleno

a cenar. En la tele, más o menos a esa

de ternura. Me duele haberle perdido

hora, pasaban un programa encantador.

de vista con el paso de los años. Lo

Trataba sobre las ocupaciones de unos

último que supe fue que estudió para

policías en un pueblo tranquilo. Nada

abogado. Con Adrián más o menos

espectacular. Eso era lo atrayente,

igual. La vida está llena de personas

ver problemas no muy grandes, saber

que parecen imprescindibles y que al

que en algún lugar del mundo era

cabo de unos meses dejas de ver para

seguro vivir. En uno de los episodios

siempre.

el protagonista salvaba a un perro

Con Luis conviví aún menos. Era

atrapado en una casa abandonada.

mayor que nosotros. Para cuando

Fue un detalle que me enganchó. Los

peleamos de manera definitiva, había

animales son mi fascinación. Pronto

cambiado muchísimo en comparación

me convertí en un incondicional de la

al día en que lo conocí. De ser alguien

serie: durante los dos años que estuvo

alegre, casi noble, pasó a ser alguien

en transmisión solo me la perdí una

violento e irritable con el que al final

vez. Fue esa noche, precisamente.

ya no disfrutaba relacionarme. Creo

Tuve la sospecha de que así

que el punto de quiebre llegó en una

sucedería cuando de pronto a Luis le

de esas viejas tardes en las que

dio por abrir la boca.

deambulábamos a la espera de que algo sucediera.

«¿Han ido a las cuevas?», preguntó. Le dijimos que no, que a cuáles cuevas

Euritmia | 27

los topos. A diario salíamos a jugar.


se refería. «Las cuevas donde viven

parecía una mala persona. En varias

los vagabundos», dijo.

ocasiones,

jugábamos

Nos habló de un lugar no muy

futbol, él se ponía a mirar el juego y

lejos del parque. Yo lo había visto

celebraba los goles como si en ello se

varias veces porque era una de las

le fuera la vida.

rutas que mi madre tomaba para

Sobre

sus

compañeros

de

llevarme a la escuela. De lo que no

vivienda no sabía nada. Era normal ver

estaba enterado era de que gente

a otros borrachos en las banquetas o

que lo habitara. Era una zona al fondo

tirados en las puertas de las tiendas,

de un terreno baldío. Demasiada

pero a su lado más bien parecían

tierra, demasiada suciedad. No era

bebedores casuales, de esos que no

un lugar al que apeteciera ir, así que

saben lo que es husmear entre la

cuando surgió la idea que le diéramos

basura para poder encontrar algo de

una vuelta, sonreí para disimular la

comer. El Chaneque era de una clase

desgana.

diferente, un curtido en cuanto a la

Luis dijo que conocía a uno de

Euritmia | 28

mientras

indigencia se refiere.

los vagabundos que vivían ahí. Era el

Así que fuimos. Cuatro niños

Chaneque, famoso en la colonia por

rumbo a unas cuevas apartadas

gritar vulgaridades en medio de la

mientras

calle sin dirigirse a nadie en especial.

Estupendo. No era de extrañar que

Su única compañía era un bastón.

me temblara la voz. Gustavo y Adrián

Según don Jaime, el dueño de la tienda

no decían nada. Luis contaba que

de abarrotes, el Chaneque era hijo de

las cuevas estaban llenas de perros,

un general retirado. Las adicciones

que los vagabundos tenían comida

lo apartaron de sus familiares que,

y cobijas robadas de hospitales. Le

después

ya

pregunté que para qué íbamos. Dijo

habían perdido toda esperanza —y

que «para saludar a los muchachos»,

ganas— de rehabilitarlo. Ahora era

nada más. Pese a todo, no quise dar

un hombre de aspecto deprimente

muestras de flaqueza, sabía que si los

que mendigaba para obtener algunas

abandonaba al otro día se burlarían

monedas. De cualquier forma, no

de mí. Me llamarían cobarde. No

de

varios

intentos,

el

cielo

obscurecía.


tenía alternativa. Tuve que seguir su

el piso eran en realidad dos hombres

paso. El orgullo es el promotor de

acostados. Dormidos, según vi. El Chaneque pidió que nos

A falta de unos veinte metros

acercáramos a una de las cajas. Así

para llegar a las cuevas, noté una

lo hicimos, ya más bien tirados a las

figura cerca de un árbol. Al principio

resignación.

nos costó reconocerlo. Ya más cerca

Dentro de la caja vi varios

lo vimos bien, era el Chaneque

objetos: un cortaúñas, varios frascos

orinando. Se alegró de vernos, nos

llenos de líquido negro, un micrófono,

saludó como si fuéramos sus amigos,

unos lentes y lo que parecía ser una

aunque por fortuna no tuvimos que

pistola. La fogata no alumbraba del

darle la mano. Luego de un poco rato,

todo. El Chaneque nos preguntó si

Luis se dirigió a él: «¿Lo ves? Te dije

la queríamos. «Véanla bien», nos

que iban a venir». «Lo sé, ustedes

dijo, «nada más tengan cuidado».

son cuates», respondió el Chaneque.

Pensé que ninguno de los otros había

«Vengan,

una

notado lo del arma. Quise saber si

cosa», agregó para después empezar

era de juguete, así que le pregunté.

a caminar tambaleante. Gustavo y yo

Obtuve unas risas por respuesta. «No

cruzamos miradas llenas miedo. Hice

quiero mucho, me sirve lo que sea,

un movimiento con las manos para

solo llévensela», dijo el Chaneque.

sugerirle que saliéramos corriendo,

Mencioné que no llevaba dinero. «No

pero unos instantes después, Luis

importa, luego me pagas, la encontré

se puso en medio de nosotros y

cerca de donde tú vives», escuché.

quiero

mostrarles

seguimos adelante mientras rodeaba nuestros hombros con sus brazos.

Vi que mi reloj marcaba las nueve y media. Seguro que en casa estaban

Entramos a la cueva de en

preocupados. Tal vez más que yo. Y

medio. El lugar no era tan terrible

ahí estaban mis tres amigos, dos de

por dentro. Una pequeña fogata lo

ellos serios y el otro con una sonrisa.

alumbraba. Vi muchas cajas. Papeles

Adrián empezó a esculcar la caja.

tirados también. Apestaba. Tardé en

Cuando vi que uno de los hombres

caer en cuenta de que los bultos en

tirados se puso de pie y lanzó un

Euritmia | 29

muchas malas decisiones.


gruñido, supe que era hora de irse.

comía a solas en una de las esquinas.

Caminé hacia la salida y, ya afuera,

Pensé en ir y decirle cualquier cosa,

empecé a correr. Todavía escuché

pero él parecía indispuesto. Aunque

a alguien decir: «déjalo». Ya a una

con el paso de los días se portara

distancia considerable, volteé hacia

menos cortante, nuestra relación ya no

atrás. Solo alcancé a ver que Gustavo

volvió a ser la misma. Algunas veces

seguía mi camino.

platicamos. Intercambios verbales de

Al otro día fui a la escuela. Con Adrián y Gustavo no hubo mayor

diez palabras. Se hizo de otros amigos, más grandes que nosotros.

embrollo. Estuvieron un poco serios

Acaso no estuve a la altura

nada más. Cuando le pedí a Adrián

de sus pretensiones. No era lo

que me contara sobre lo que había

suficientemente valiente para las

pasado en la cueva después de mi

aventuras. Ni adinerado para comprar

huida, no me quiso decir nada, solo me

cajas. Yo quería rescatar perros. Solo

reprochó que no me hubiera quedado.

eso. Nunca fui un niño que jugara a las

Lo de Luis fue distinto. No se acercó

pistolas. Lo recordé por una llamada

a nosotros durante el recreo. Vi que

equivocada.

Euritmia | 30

C

Carlos L. M. (Nacido en algún momento de 1988) Estudiante resignado a la espera.


Los hijos de Dios César Omar Moreno las labores, pero siempre puntuales

niños que no alcanzaban los

para jugar a la rayuela, a los

trece años, no alcanzábamos

quemados, al trompo, al balero, a las

a tocar las aldabas en los portones

canicas o a lo que se nos ocurriera

altos para después salir corriendo,

en el momento; nos gustaba inventar

ni alcanzaríamos a comprender lo

juegos y cambiar las reglas cuando

que estaba a punto de suceder en

íbamos perdiendo.

nuestro pequeño pueblo; apenas y

En

las

semanas

anteriores

sabíamos anudarnos los zapatos, y

al inicio de las clases advertimos

nuestra mayor travesura consistía

en nuestros mayores una suerte

en gastarle bromas inocentes a

de preocupación que colmaba sus

Contreras, el borrachito del pueblo,

conciencias. Se reunían en la Casa

y al hijo del tendero, que no salía

Grande para discutir temas que

cuando estaba el sol de mediodía.

nosotros desconocíamos y de los

Nos reuníamos todos los días a las cuatro de la tarde, algunos

cuales ni osábamos preguntar, pues sabíamos a que atenernos.

después de la escuela, otros después

No habíamos oído hablar sobre

de ayudarle al padre o a la madre en

los cristeros, pero en el pueblo ya

Euritmia | 31

E

n 1927 éramos una bola de


habitaba

regimiento

Ejército significaba la posibilidad

algo

que

del reestablecimiento de la santa

provocaba en nosotros una mezcla

paz, de nuestra forma de vida

de exaltación y orgullo difícil de

austera y consuetudinaria, donde

describir. Nos imaginábamos siendo

cada uno de nosotros ejecutaba

parte de ese regimiento, con nuestro

un rol como si tuviéramos un

impecable uniforme verde oliva y

guión perfectamente establecido,

condecoraciones brillantes bajo el

actuando

sol de agosto.

cuidando todos los detalles como

Euritmia | 32

del

todo

Ejército

un

Federal,

monótonamente

y

Entonces no comprendimos que

en una obra teatral, como si el telón

la llegada de aquellos hombres iba

abriera y cerrara en cada día al

a cambiar para siempre nuestras

despertar e ir a dormir.

vidas, que en las cercanías y en

Nosotros, que antes vimos en

nuestro mismo pueblo se desataría

nuestro Ejército a los héroes de

la guerra contra la Iglesia Católica,

la Revolución, ahora veíamos en

la Iglesia del Padre Cipriano, del

los cristeros a los villanos que nos

sacristán Filogonio, a la que algunos

podían hacer justicia, como los

íbamos de monaguillos, a la que

hombres que podían sacar al Padre

acudíamos los domingos antes de

y a su ayudante de la parroquia y

que amaneciera.

darles muerte, la misma muerte

En nuestra casa, mi madre

que nos habían jurado para que

nos confió que estos hombres,

no reveláramos el secreto que se

los cristeros, sacarían al Padre

escondía detrás de la sacristía.

Cipriano de la casa parroquial y lo

Después de contarle a los

fusilarían sin misericordia, lo mismo

militares sobre los eclesiásticos

harían con cualquiera que intentara

no intervinieron a la llegada de

impedirlo, que por esa razón había

los cristeros, que acabaron con

llegado el Ejército Federal, enviado

el Padre y el sacristán antes del

por nuestro presidente el general

amanecer, no sin antes hacer

Plutarco Elías Calles.

lo mismo que ellos hicieron con

Para los grandes, la llegada del

nosotros.


Tanto

a

militares

como

a

referían. Nunca le contamos a nadie

cristeros se les oía decir «No hay

más en el pueblo sobre esos sucesos

justicia divina», «El que a hierro

y no salió nunca de nosotros, los

mata, a hierro muere», sin que

que aparecemos jugando en esta

nadie supiera exactamente a qué se

vieja fotografía.

C

pública estatal. Sueña con emigrar a un mundo imaginario o viajar en el tiempo. No le gustan las playas. Sibarita. [Pluck].

Euritmia | 33

César Omar Moreno (Monterrey, 1982) Estudió Comunicación en la universidad


Colores Miguel Noriega

Euritmia | 34

H

ace ya algún tiempo, no

de vivir en este pueblo me había

recuerdo cuanto en realidad

percatado de que existiera. Me

me

más

asusté un poco porque de repente

curiosa. A veces me da la impresión

todo se veía más nublado que

de que sigue pasando.

de costumbre, como si las nubes

pasó

la

cosa

Era una mañana particularmente

hubiesen absorbido el color de lo que

nublada de sábado. Había salido a

estaba observando, sin embargo mi

comprar víveres y esas cosas que

chaqueta seguía siendo café y mis

uno necesita para mantener la vida

viejos tenis seguían teniendo esas

dentro de los límites de «vivible».

rayas claramente azules, pero me

Sin embargo, cuando me disponía

inquietaba que por la calle no podía

a regresar a casa tuve la brillante,

distinguir un color. Seguí caminando

o quizá estúpida, idea de tomar una

—admito que la curiosidad que me

ruta distinta, aprovechar que, para

daba el lugar me había hecho perder

variar, no tenía al sol quemándome

un poco el sentido de que tenía que

el poco cabello que me quedaba en

regresar a casa y poner la leche

la cabeza. Tomé una callecita muy

en la alacena y la mostaza en el

«pintoresca»; jamás en mis años

refrigerador—. Llegue a una especie


vida eterna en la iglesia.

a ver fue a un grupo de gente mayor

Ni siquiera parecía interesado

alrededor de una puerta de madera

en defenderse. Era como si tuviera

de un edificio claramente antiguo.

todo el sentido de la justicia dentro

Aunque no parecía una iglesia, el

de él y no necesitase de un jurado

hecho de ver a los ancianos ahí

de todos modos. Conocía su culpa y

reunidos me hizo deducir, sin dudar

estaba dispuesto a aceptarla. Solo

un segundo, que se trataba de una.

esperaba

Supongo que es porque los viejos se

del castigo, ese que no puede ser

la viven rezando por no morir.

autoimpuesto

conocer

la

porque

severidad ¿quiénes

Seguía sin poder distinguir color

somos para reconocer lo severo

alguno, pero qué colores se ven en

de nuestros actos?, ¿realmente

las canas. Los de la experiencia

sabemos

solamente. Son blancos porque es

merecemos? Empecé a tener mucho

la combinación de muchas de ellas,

miedo. Un miedo terrible que me

como la luz blanca es la combinación

impedía avanzar en mi camino y

de los demás colores.

salir de esa extraña plazoleta en

qué

es

lo

que

nos

Más allá alcancé a ver un

la que me había metido sin saber

grupo de niños jugando. Todos los

por qué. Sentí la necesidad de

días veo la imagen en mi cabeza.

acercarme a ellos y defender al

Uno de ellos estaba siendo juzgado

acusado, alguien con semejante

severamente. Uno a uno presentaban

valor moral no podía haber hecho

pruebas, argumentaban lo terrible

algo tan malo. Al mismo tiempo

de sus acciones y él no podía más

quise alejarme y no saber qué era

que agachar la cabeza y asentir,

lo que pasaba. ¿Y si realmente

aceptando su responsabilidad. «Yo

había hecho un acto tan ruin que

nunca fui tan valiente cuando niño»,

ni

pensé. Y bueno, nunca lo he sido en

demasiado para mi pobre y cansado

ningún momento de mi vida, seré

cerebro. El detalle final que me

uno de usos viejos temerosos de la

hizo huir fue que aún no veía color

muerte que se la vivirán buscando

alguno en ninguno de los pequeños.

él

podía

perdonárselo?

Era

Euritmia | 35

de parroquia. Lo primero que alcancé


¿Qué clase de pesadilla era esta?

pasaje para llegar a la calle, algunas

¿Por qué no había despertado?

veces doy con él y otras veces no.

Cuando al fin pude salir de mi

Pero la escena sigue repitiéndose.

ensimismamiento, el desgraciado

Siempre los mismos colores que no

ya estaba colocado en el paredón

son colores. Siempre los mismos

y sus jueces y jurados serían ahora

viejos, siempre los mismos niños y

sus ejecutores. Los viejos y unos

siempre el mismo acusado. Muchas

niños más pequeños estaban cerca

veces quiero ir e interactuar con

pero nadie prestó atención. «¡BANG,

alguno de ellos, pero temo que

BANG, BANG!» fue lo siguiente que

no sean reales y eso me asusta

se escuchó, después unas risas.

sobremanera. Sigo sin saber que ha

Todo parecía ser un juego. Un

hecho el chico, por cierto.

juego cruel si me lo preguntan. Quizá

De algún modo logré salir de la

ya no entiendo lo que significa ser

calle y volver a mi casa. Mis peces

un niño. Quizás nunca fui uno.

siguen siendo de colores y eso me

De cuando en cuando busco el

alivia.

C

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Miguel Noriega (San Luis Potosí, México, 1990) Estudio medicina pero odio que lo digan cuando me presentan. Pensaba en los ochenta como la peor década de la música hasta que escuché a R.E.M. y a The Smiths.


ALvenida a Plata E

l

problema,

dijo

Marcelo

me pediría que nos marcháramos,

al acercar su vaso a la

que lo llevara a su casa o fuéramos

boca, es que aquél día no

a la mía, después de todo, si lo

debió ocurrir nunca. Todo fue muy

había citado esa tarde era porque

confuso, lo recuerdo como si fuera

quería que nos reconciliáramos. Lo

una película que vi hace mucho

extrañaba muchísimo. El día que se

tiempo, la cinta está borrosa, los

fue, o más bien, el día que le pedí

colores están pálidos, las figuras

que se fuera, lloré toda la noche,

son casi sombras. Estábamos en

y al día siguiente, y al siguiente.

un café cerca de Avenida La Plata,

Fueron días muy duros, ni siquiera

eran cerca de las seis de la tarde y

quise ver a Manuela, que por esos

Marcelo hablaba como si lleváramos

días se encontraba de visita en la

tres horas bebiendo en algún bar; su

ciudad. Solo pensaba en Marcelo, en

actitud cambió totalmente cuando le

los buenos tiempos, en los primeros

comenté acerca de aquella llamada.

años. Éramos muy felices, no sé qué

Yo me quedé mirándolo fijamente,

pasó. Todo sería más fácil si la razón

temiendo que en cualquier momento

de nuestro distanciamiento tuviera

se echara a llorar o a reír. Pensé que

nombre y forma, pero la distancia

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Karla Flores


Euritmia | 38

entre nosotros la había abierto algo

a Carlos y a su hermano las fotos

invisible, estaba habitada por un

que teníamos en la sala, estaban

fantasma. Se le veía más grande,

mamá y papá el día de su boda, ella

incluso me parece que tenía dos o

llevaba un vestido que le tapaba

tres arrugas nuevas al lado de los

todo, no se veía nada de piel además

ojos, pero le sentaban bien, lo vi más

de su rostro, la tela cubría su cuello,

atractivo y más triste que nunca,

adornado con pequeñas piedras, en

quería abrazarlo, estaba tan fuera

las manos llevaba unos guantes de

de sí…

encaje blanco. Guapísima. Y al lado

Estaba a punto de decirle que

estaba el viejo, serio, como si no le

saliéramos de ahí, pero entonces

importara en absoluto ese día, con

hizo un gesto que no supe interpretar

el ceño fruncido y la boca hecha una

y comenzó a hablar.

línea. Fuerte y alto. Los dos niños,

Luciana nos lo advirtió, nos

huérfanos igual que nosotros pero

dijo que el arma estaba maldita,

pobres, nunca habían conocido a sus

que no era un simple juguete, pero

padres y estaban sorprendidísimos,

todos los demás ya tenían la suya

pude ver la envidia en sus ojos, y

y quedarnos fuera sería terrible.

sonreí. Les mostramos los otros

Necesitábamos usar el juguete, daba

cuartos de la casa y al llegar a

igual que Luciana dijera que tenía una

nuestro cuarto de juegos se les

maldición, además pensamos que

escapó un grito. José estaba harto,

estaba mintiendo, como siempre.

quería que saliéramos ya a jugar.

Carlos y Julián llegaron primero, los

Unos cuantos minutos después sonó

demás estaban terminando de comer

la campana de la entrada y Luciana

en sus casas después de haber ido

fue abrir. Regresó acompañada de

a la misa. José y yo nunca íbamos,

Leo y Franco. Estábamos todos, y

la abuela nos lo pedía siempre, pero

aunque yo pretendía demorarnos un

fingíamos no escucharla cuando nos

poco más para enseñarles la casa y

llamaba por la mañana y Luciana se

las fotos a los recién llegados, pero

quedaba a prepararnos el desayuno.

José tomó la pistola, la metió en su

Entonces esperamos, le enseñamos

bolsillo trasero y se paró en la puerta.


Salimos en fila. Ya en la puerta

me había gustado, incluso recordaba

Luciana nos dijo que no volviéramos

algunas frases y lugares, así que le

tarde. La abuela, después de misa,

dije que me había gustado. Siempre

siempre iba a casa de doña Carmen

has tenido mal gusto Luisa, por eso

y se quedaba ahí por horas, así que

te casaste conmigo.

volveríamos un poco antes de que

qué tenía que ver esa película, hasta

El día estaba nublado.

olvidé en qué parte de la historia se

Marcelo hizo una pausa sin

había quedado, cuando de pronto

razón

aparente,

pues

ningún

empezó a hablar de nuevo, casi sin

ruido fuera de lo normal se había

respirar, mucho más a prisa que

escuchado en el café. Llevaba varios

antes.

minutos hablando sin parar. Después

Llegamos a la parroquia y

del súbito silencio, clavó sus ojos en

ahí estaban Gil y Esteban, con

los míos. Había algo muy extraño en

sus hermanas y una prima, con la

su mirada, no pude sostenerla y tosí

ropa vieja y sucia, como siempre.

para desviar su atención.

Carlos, Julián, Leo, Franco, Gil,

¿Recuerdas

película

Esteban, José y yo. Éramos ocho.

apartamento

Ese día éramos ocho; cuando volví

cuando éramos novios? Me costó

a ver a la abuela solo éramos siete.

trabajo darme cuenta de que estaba

Fuimos siete algunos años. Luego

haciéndome esa pregunta a mí. Le

seis. Cinco. Cuatro. Tres. Y hasta

dije que habíamos visto muchas

ayer, que recibiste esa llamada de

películas cuando éramos novios.

la que hablas, éramos dos. Ya solo

Aquella de la que no entendiste el

quedábamos Franco y yo. Hoy soy

final, la del chico que se acostaba

uno, Luisa. Uno.

que

vimos

en

aquella mi

con su madre en esa clínica a donde

Comprendí

de

qué

hablaba.

iban porque él estaba malo del

Nunca supe exactamente qué había

corazón. Una porquería, debo decir,

sucedido pero Luciana, la misma

¿a ti te gustó? Me había gustado. No

chica que aparecía en la historia que

la entendí, estaba en lo cierto, pero

Marcelo acababa de contar y que

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ella regresara.

No entendí nada. No entendí


hasta hace unos años aún trabajaba

cinco y tuvimos que turnarlas. En la

con su familia, me había contado que

primera ronda a José le tocó ser el

José, el hermano de mi esposo, había

delincuente desarmado y a Julián

muerto de niño en un accidente. No

le tocó usar, junto con otros cuatro,

me atreví jamás a hablar de eso con

el arma. Era José, Luisa, siempre

Marcelo, y la abuela estaba más

fue él, nos vino a buscar a todos.

sorda que un muro, era un milagro

Me dejó al último, no como acto de

que recordara respirar, así que ella

buena fe sino para torturarme, para

tampoco podía darme información.

recordarme que yo estaba vivo y él

Luciana solo se limitaba a sollozar

muerto, que no cuidé a mi hermano

cada que le preguntaba algo, así que

menor.

desistí y dejé en paz la historia del

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cuñado.

Intenté tranquilizarlo, le dije que

se

equivocaba,

que

todo

José Cortés murió esa tarde en

era un terrible malentendido, un

la que ocho niños salieron a jugar a

desafortunado accidente. Nada es

los vaqueros. El arma maldita de la

un accidente, mujer, pero tú no

que hablaba Luciana era la pistola

entiendes nada, como no entendiste

con la que el padre de Marcelo se

aquella película; porque el final no

había suicidado.

tiene sentido y no lo vas a entender.

¿Te das cuenta?, preguntó en

Se levantó de la mesa y puso su

tono muy bajo, se cubría la cara con

mano sobre mi cabeza, me acarició

las manos. Entre sus dedos pude

como si fuera un gato, alguien que

ver que algunas lágrimas caían por

había

sus mejillas. Se veía tan pequeño,

pero que jamás lo había entendido.

como si nuevamente fuera ese niño

Intenté decir algo pero de mi boca

que vio morir a su hermano. Todos

no salió palabra. Me quedé ahí,

murieron en un accidente. Todos. El

escuché cómo sus pasos se alejaban

primero fue Julián, él disparó el arma

y después me quedé pensando en

que nosotros llevamos, creímos que

la carta que traía en la bolsa y que

todos habían conseguido una, pero

no tuve oportunidad de darle. Había

al llegar a la parroquia solo teníamos

escrito algunos reclamos y otras

estado

para

acompañarlo


tantas cursilerías, le hablaba de

arma que los dos hermanos habían

nuestro noviazgo, esos años que yo

llevado esa tarde en el bolsillo para

recordaba con tanto cariño y por

jugar con sus amigos.

los que creí que deberíamos seguir juntos.

Pagué la cuenta y salí de ese lugar, caminé hasta la estación y me

Le di un trago más a mi café, estaba frío y era bastante malo.

acerqué a la taquilla. Una horrible idea llegó a mí. Mientras la empleada

Traté de entender algo de las

me entregaba el boleto, entendí

últimas palabras que Marcelo me

que Marcelo siempre supo que esa

dijo, pero solo podía ver, sin tener

pistola no era un juguete.

que cerrar los ojos, la imagen del

Karla Flores Estudiante de Letras que hace dibujitos en servilletas y ama a Glenn Gould. @tristecomoella y Limpiador de Estrellas.

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Microbús Mario Cornejo

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levaban ya quince minutos.

el microbús además de Francisco

Francisco podía ver la realidad

y el conductor— le habló. Se

desde aquella cápsula que era

llamaba Ana, tenía veintiún años

el microbús; podía ver a los niños

y era de Salomón. Pasaron un par

jugar a los soldaditos al final del

de

horas

pasaje « y pensar que un día estos

de

conversaciones

niños van a dejar las pistolas de

trabajo, el clima, el alto costo de la

plástico para agarrar las de metal

vida) hasta que Francisco se quedó

y matarse », a los pobres siendo

repentinamente callado. Francisco

pobres y a las clases trabajadoras

utilizó ese momento para anotar

trabajando. Buena parte de esos

en su cabeza la imagen de Ana —

quince minutos había pasado viendo

lo hacía con todas las personas

la nuca de la muchacha que iba en

que

el asiento frente a él. Una bonita

y

nuca.

pequeña; tez blanca y amarillenta;

escondiéndose

conocía—.

corto;

sonrisa

detrás

triviales

« Pelo

(el

castaño

amplia;

nariz

Luego de una hora de silencio,

senos pequeños... ». Terminada la

la muchacha que iba en el asiento

anotación, Francisco se sentó a

de enfrente —la única persona en

la par de ella. Al nomás sentarse,


Francisco comenzó a sentir una

dos, en la parte trasera de la cápsula

piedra húmeda y fría en el pecho.

azul. Sólo existían Ana y Francisco.

La conversación continuó hasta que

El tiempo había dejado de existir

Francisco logró reunir valor para

y ambos dirigían la conversación de

preguntarle a Ana si la podía tratar de

una manera casi ensayada. Habían

vos. Tratarla de usted era artificial.

pasado unas horas (del mundo fuera

«—A mí nunca me ha gustado

de la cápsula) cuando Ana descubrió

esto de viajar en medios de transporte

que quería desnudarse ante Francisco;

terrestres, se avanza demasiado lento.

le quería decir cómo era sin tanta

En barco se me hace mejor. Imagínate

mierda. Lo hizo y lloró. Le contó del

lo bello de ir en un contenedor sobre

suicidio de su padre y Francisco la

el mar.

abrazó por un momento. Francisco,

«—No me vengas con eso, Ana.

con los ojos llorosos, le contó de la

Por tierra es la mejor manera de

muerte de su hija. Lloraron juntos. Ya

viajar. Sólo imaginá que este microbús

estaban desnudos cuando se quedaron

se ha convertido en una cápsula (azul

dormidos.

y marca Nissan) que nos lleva a través

El conductor los despertó. Habían

de la realidad, de la mierda, sin que nos

llegado a Ciudad Germán. Ana sintió

toque y sin que nosotros la toquemos

miedo de salir de la cápsula, de tocar

a ella. Es hermoso».

la mierda. Vio a Francisco levantarse

La conversación los había llevado

del asiento en el que estaban, tomar

ya por la música, el cine, la literatura,

su maleta y salir. Horrorizada, hizo

la poesía —y algún otro tema del

lo mismo. La cápsula azul ya no

que suelen hablar los intelectuales—

los protegía. Ya no existían Ana y

cuando comenzaron a existir sólo ellos

Francisco, todo era la mierda.

Mario Cornejo Nació en 1996 y empezó a escribir cosas que guarda en un gaveta desde 2009. A veces se le escapan. Escribe en Cuentos Piratas.

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