MEXICO A TRAVÉS DE 200 AÑOS / No. 16 Sep - Oct 2010

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DÍSERES

Para que el conocimiento nos lleve al autodescubrimiento

Contenido

Director general: Rosendo Arróniz Martínez Edición y redacción: Adriana Erandi Irene Guijosa Corrección de estilo y redacción: Sergio Miranda Bonilla Diseño editorial e ilustración: Juan Pablo García Pulido Fotografia y auxiliar de diseño: Daniel Arróniz Rábago, David Sánchez Cartón: David Herrerías Guerra Administración: Carlos Arróniz Rábago Relaciones públicas: Miguel Ángel Sánchez A. Pilar Silis García Juan Martín Trujillo López Ventas: Francisco Zepeda Monroy Ciro Nájera Contreras Distribución: Christopher Chávez Comité editorial: Ciro Nájera Contreras, David Herrerías Guerra, David Martínez Mendizábal, German Estrada Laredo, Guillermo González Hernández, Isabel Montes Del Valle, Jorge Olmos Fuentes, Libertad Castro Muñoz, Ma. Teresa González Pacheco, Pablo Campos Macías. Colaboraciones especiales: Adriana Ortega Zenteno, José Luis Palacios Blanco, German Estrada Laredo, Margarita López Mondragón, José Luis García-Galeano Robles, Christian Nájera Jiménez. Acércate a nostros: diseres.posdata@gmail.com visita nuestra web: WWW.DISERES.COM.MX (477) 7-13-21-76 DÍSERES® es una publicación bimestral, gratuita, de contenido original y genuino. Los artículos, así como la publicidad, son respon­ sabilidad de su autor o de la empresa anun­ciante, según corresponda.Se autoriza la reproducción del Tema Central para beneficio social. El uso no autorizado de los artículos escritos por los colaboradores especiales queda prohibido. Impresa en los Talleres de Gesta Gráfica Impresores: Blvd. Nicaragua 506 Col. Arbide, C.P. 37360. Tel. 7-13-21-76 Nextel 72*793087*2. Tiraje: 5000 ejemplares. León, Gto., México.

EDITORIAL ................................................. 5

EL TEMA México: manifestaciones de identidad cultural en 200 años ...........................7 Adriana Ortega Zenteno REFLEXIONES SOBRE EL MÉXICO ACTUAL Situación política y social actual de México ¿A quién le interesa el Bicentenario? José Luis Palacios Blanco...................12 Relación actual entre México y EE.UU. Bicentenario y paisano, ¿qué y cómo celebrar? .........................................14 German Estrada Laredo América Latina y sus luces de Independencia ..................................16 Margarita López Mondragón ILUSTRADO Profirio ya queremos jugar a la democracia ......................................19 David Herrerías Guerra

JOLGORIO DE CULTURA E IDENTIDADES Sondeo. Los leoneses entre cultura y tradición de las fiestas patrias (primera parte) ..............................................21 La invención de México ....................23 José Luis García-Galeano Robles Riqueza mexicana ...........................25 Margarita López Mondragón Sobre piedra ....................................28 Christian Nájera Jiménez

Agradecemos el apoyo de las siguientes instituciones:

LA PIZARRA ...............................................27





editorial Como todos sabemos, durante este 2010 los mexicanos conmemoramos 200 años del inicio de la Independencia de México y 100 de la Revolución Mexicana. Casi a diario nos lo han recordado por radio, televisión o internet, se han llevado a cabo eventos en todo el país, programas de televisión, documentales, series… En Díseres, conociendo la relevancia de dicha ce­ lebración, abordaremos el tema no desde los festejos, la alegría o el orgullo de ser mexicano, temas por demás ya explotados en los medios masivos de comunicación. En esta edición especial, Díseres presenta tres seccio­nes. La primera nos introduce a la Independencia y a la Revolución Mexicana, donde paralelamente recorremos la generación y manifestación de la cultura mexicana a través de diferentes disci­ plinas artísticas, con el texto de la historiadora Adria­na Ortega. En la segunda parte nos detenemos en dos re­ flexiones sobre el acontecer actual de México. Por un lado, la situación política y social que vivimos y el posible significado del Bicentenario para los mexicanos. Por el otro, presentamos una reflexión de los diferentes ángulos de la migración de latinoamericanos y de nuestros compatriotas al país del norte, y nos detenemos en lo que significa para México una ley como la de Arizona justo en esta coyuntura.

manifestaciones artísticas y culturales que nutrieron al país y que ahora son parte de la identidad mexicana, y concluimos con un texto del joven guanajuatense, realizador del documental “Minero de Piedra” acerca de su experiencia al dirigir este trabajo, enfocado en el personaje histórico del Pípila; el cual gano el concurso del Documental Universitario “Identidad y Pertenencia“ del Festival Internacional de Cine Expresión en Corto. Así es como Díseres, en esta edición, muestra un panorama de México a través de sus 200 años trans­curridos. Haciendo retrospectiva. Mirando hacia atrás para poder hablar del presente y aventu­ rarnos a tocar el futuro. Que estos 200 años como país independiente sean una cuestión de alegría y de festejo, sí. Pero que, de la mano, también sirvan para el debate, la construcción y realización de una democracia madura, plural e incluyente donde se propicie una ciudadanía crítica y se refleje una mejoría de la clase política y el aumento de la cali­ dad de vida del mexicano. Así sí vale el festejo completo. Los que dieron la vida hace años, los que la están dando, pero sobre todo los que están por venir, seguro nos lo agradecerán.

Complementamos abordando el contexto de Mé­xico a través de sus 200 años con un sondeo a 120 leoneses para conocer la rela­ ción que existe entre cultura y tradición, y cómo invariablemente esto forma parte del imaginario social que nos identifica como mexicanos. También revisamos las relaciones estrechas entre los diferentes movimientos de independencia que hubo en América Latina. En la tercera parte, José Luis García Galeano aborda las

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México: manifestaciones de identidad cultural en 200 años Adriana Ortega Zenteno*

Así festejamos el Bicentenario Las expresiones y obras artísticas constituyen un elemento fundamental de la riqueza cultural de un pueblo. Además del goce estético que proporcionan, permiten conocer parte de la historia y cosmovisión del grupo en que son creadas, su percepción del mundo, sus formas de interpretar la realidad, sus valores y aspiraciones cambiantes.

En este sentido, la riqueza cultural de México tiene profundas raíces en el pasado y es producto de las múltiples influencias e intercambios que a lo largo de su historia lo han nutrido y enriquecido. ¿Pero cómo exponer y clarificar qué es la nación mexicana en términos de producción de cultura, arte, ciencia y pensamiento propios? ¿Cómo se conforma y cómo se construye? Es importante reconocer las manifestaciones de identidad cultural que nos definen a lo largo del tiempo. Lo que nos distingue, lo que tendríamos que gritar y festejar, de lo que pocas veces se habla y de lo que nos podemos sentir profundamente orgullosos en el curso de estos doscientos años de historia nacional, es de la producción de México en términos de cultura: creación artística y arquitectónica, innovación de ideas y pensamiento propio, literatura y arte popular, generación de conocimiento científico, avances tecnológicos, relaciones y vínculos internacionales, nuevos esquemas e ideas de expresión periodística, arte, ciencia, cine, salud. Para festejar nuestros doscientos años de historia, resulta interesante revisar la producción cultural, de creatividad y pensamiento en el tiempo trans­ currido. Como veremos más adelante, nos detendremos brevemente en disciplinas como la arquitectura, escultura, arte popular, música y cine, cuyas producciones constituyen símbolos compartidos de cultura, unidad e identidad en diversos contextos históricos de la vida nacional, siendo éstas también manifestaciones portadoras de demandas sociales y expectativas del país. México ha señalado héroes en su historia y, a la par, siempre ha producido arte y diversas manifestaciones culturales valiosas, aún en períodos de crisis. Desde los hombres del neolítico, seguidos de las diversas culturas indígenas que supieron crear un conjunto de manifestaciones artísticas comparables a las de Grecia, Egipto o India, hasta nuestros tiempos actua­les, existe un esfuerzo creador, una imagi­ nación plástica que constituye una de las características básicas de este pueblo. Proponemos la historia del arte y la producción cultural como un instrumento seguro para apreciar el desarrollo de este surgir nacional, en el que los artistas, en sus obras, escriben la historia. De esta

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manera, a partir del arte y la cultura y de sus huellas en el tiempo, podemos seguir paso a paso la formación de México como país; podremos entender un camino para lograr individualizar su personalidad; diferenciarla, no ya de España, sino de sus propios hermanos de América. Para comprender la génesis de los proyectos de nación en nuestro país, comenzaremos por precisar dónde y cuándo aparece el concepto de la nación mexicana. “La invención de México”, como Héctor Aguilar Camín llama al proceso de formación de nuestra nación, se caracteriza por una trayectoria bien definida: como idea, México se origina con el patriotismo de los criollos del siglo XVIII; como proceso secular, es el resultado de la lucha de los libera­ les decimonónicos para contrarrestar las tradiciones comunales y corporativas heredadas de la Nueva España, incluidas la iglesia católica y las comunidades indígenas y campesinas; como forma política y te­ rritorial, es el producto de la guerra perdida contra Estados Unidos en 1848 y la guerra ganada contra Francia y el Imperio de Maximiliano de Habsburgo en 1867. Los liberales en el s. XIX, por ejemplo, construyeron otro tipo de proyecto de nación, sobre todo durante el Porfiriato, que fue cuestionado en 1910 con nuevas exigencias y demandas sociales del país. Un nuevo contexto con nuevos planteamientos. Entre 1876 y 1910 imperaron las dimensiones institucionales, socia­les y económicas, pues una vez que los liberales ganaron la guerra y el país estaba relativamente pacificado, pudieron echar a andar su proyecto de nación sin mayor competencia. Fue un tiempo de nuevas producciones culturales. La Revolución de 1910 replantea y reestructura otro y distinto concepto de nación y las expectativas de país se modifican. México produce nuevas y vivas formas culturales a lo largo del siglo XX. Hoy, en el siglo XXI, preguntémonos: ¿Qué tiene México en términos de cultura, creación de arte y ciencia para ofrecer al mundo? ¿De qué nos podemos sentir orgullosos? Las nuevas luces mexicanas en las nuevas propuestas culturales se siguen cosechando en nues­ tro país. Es así como a lo largo de nuestra historia, criollos, liberales, conservadores, revolucionarios, priístas, neopanistas y muchos otros mexicanos, algunos apartidistas o en movimientos sociales, en su momento se han propuesto poner en práctica un proyecto

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de nación alterno, provocando fricciones, numerosos conflictos y, a veces, guerras sangrientas en que la dimensión cultural, pervive, paralela a ello. La producción cultural, luces de México, sigue presente construyendo identidades, construyendo un nuevo proyecto de país y signos creativos de los cuales nos podemos sentir orgullosos. A continuación presentamos una breve semblanza de algunas disciplinas que han construido parte de la identidad nacional en estos 200 años.

Arquitectura La arquitectura es una expresión de la conciencia histórica de cada época. Es una herencia clarísima y viva en nuestros días de la correlación de una cultura propia y de un contexto específico. La historia nacional puede ser contada a partir de nuestros edificios y de sus arquitectos, quienes definieron una mirada cultural y un estado de creación. En sus inicios, la arquitectura novohispana estuvo impregnada de elementos formales propios del acervo histórico de la producción europea. Poco a poco, y adaptándose a las características y a los insumos autóctonos, esta arquitectura comenzó a teñirse con los colores, las formas y las estructuras que le proporcionó la personalidad indígena, llegando finalmente a las figuras del barroco, a un auténtico mestizaje artístico y arquitectónico que ocupó un espacio propio en el nacimiento de un nuevo orden social. El XVIII fue el siglo del refinamiento, de la crítica y de la Ilustración, y como fruto de ésta, de las academias de bellas artes. En 1783 se fundó la Academia de San Carlos en Nueva España, que tuvo el orgullo de ser la primera en el continente americano. Se presentaba ya un ambiente proclive a los cánones y esquemas en las artes por el pensamiento ilustrado de los criollos, que sustentaban en él la afirmación de una nacionalidad emergente. Las expresiones arquitectónicas en la historia de Méxi­co independiente son múltiples y variadas. Cada una con sus épocas, sus formas y soluciones regiona­ les propias, aunque vinculadas y matizadas sucesivamente por múltiples influencias.

Escultura En México tanto la tradición escultórica como la activi­ dad artística y expresiva provienen desde antes de la

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época prehispánica. Su auge lo tenemos presente desde el arte del retablo, los repujados y las cruces atriales de la época de la Colonia. No mucho tiempo después y a la par del flore­cimiento de la nación mexicana, llegó la escultura académica, en su mayoría bajo el estilo neoclásico. Durante la primera mitad del siglo XX, la escultura mexicana no manifestó una continuidad determinada, aunque muchas plazas y parques públicos demuestren lo contrario, contando con al menos una efigie de algún héroe nacional, la mayoría en bronce, piedra, o mármol y con patrones y materiales muy similares. Esto se debió a que la generalidad de sus autores había nacido en el mismo siglo o eran exponentes neoclasicistas del siglo anterior. La estrecha relación con la arquitectura durante este período de postguerra generó la escultura pública. Los expertos adjudican este fenómeno a la transfe­ rencia de patrones prototípicos que cancelaron la posibilidad de una propia experimentación. Además de señalizaciones urbanas, ámbitos universitarios y modernidades, sus rasgos característicos provienen de los escultores franceses Maillol y Bourdelle. Esto ocasionó que la escuela de escultura repitiera continuamente temas como el campesino con su machete, la madre con su hijo vivo o difunto (tema que deriva, desde luego, de la iconografía mariana), la hermosa y robusta mujer tropical meciéndose en su hamaca, obreros con el puño en alto y otros por el estilo. Pero la escultura intimista subsistió por cuenta propia, y en esta corriente sí se ensayan distintos modos de hacer y se logran proposiciones que conjugan los recursos del arte abstracto con la tendencia figurativa predominante. Después de la Revolución, la arquitectura cobró fuer­ za con la llegada del art déco, que en México fue mucho más que una moda. La pintura, en cambio, fue la corriente representativa de los héroes nacionales, aunque la escultura no admite la escenificación, salvo excepciones como el del altorrelieve. Por tal razón, el ­escultor y crítico Guillermo Ruiz, respondiendo a una encuesta, declaró abiertamente que “no existe aún la escultura que represente nuestro periodo revolucionario”.

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Por los objetos dedicados a la ritualidad, nos aproximamos al intenso mundo de las creencias profundas de los diversos pueblos de Mé­ xico, relacionándose sin fin lo religioso y sus sincretismos, así como sus yuxtaposiciones. Todo ello nos habla de un pueblo firme en sus convicciones, pero flexible ante las rea­lidades cambiantes que el mundo impone o a las que el mundo invita.

Música Entre la tradición y la ruptura, entre la muy rica heren­cia de siglos y la imperiosa necesidad de cambio, la música mexicana ha ido proponiendo nuevos lenguajes para adaptarse a su tiempo.

Arte popular El arte popular de México es una de las facetas de nuestra cultura con mayores significados de identidad, motivo de orgullo para la mayoría de los mexicanos y del que nos sentimos satisfechos al compararla con la presente en otras naciones y culturas. Acercarse a este tema es calar profundo en las más sensibles fibras de la idiosincrasia mexicana, pero es también la base de una sólida reflexión sobre lo que significa nuestro pasado y nuestro presente cultural. Para los artesanos de México y para quienes entre ­ellos destacan como autores de las piezas maestras de este arte ancestral, la productividad artística es sustancial, porque de ella viven sus familias y las comunidades de las que forman parte y donde, además, cada artista interpreta la realidad a su mane­ra y afirma su pertenencia a una cultura mediante su expresión, ya que es en el arte popular donde mejor se han sintetizado los rasgos del mestizaje. A través de la obra artesanal en la que priva la función utilitaria podemos acercarnos a las formas de vida del México de siempre y a las múltiples manifestaciones regionales que caracterizan cada rumbo del país. Nos acercamos a la manera en que los mexicanos hemos dado carácter propio a actividades humanas tan universales como las costumbres alimentarias o la elaboración de vestuarios.

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Estas transformaciones musicales siempre han estado ligadas a procesos culturales mucho más amplios y se identifican con el activo ámbito general de la sociedad y de la cultura mexicana a lo largo de toda nuestra historia. “Existe una música de México”, escribió en 1930 el gran compositor Carlos Chávez, “dispersa en la historia y en lugares diversos del país, con carácter y vigor propios. Toda ella nos entrega la tradición musical mexicana”. Carlos Chávez como destacado compositor, que tanto hizo por divulgar y promover el patrimonio musical de México y que dedicó una buena parte de su tiempo al ejercicio teórico, reconocía tres grandes etapas que, a su juicio, remitían a un modo inelu­ dible a la secuencia misma de nuestra historia cultu­ ral. Primero, la música de los antiguos mexicanos que llega hasta la conquista española y que se fusiona con nuevos elementos de la cultura occidental. Lue­go, la música mestiza que se produce a lo largo de nuestro siglo XIX y que llega hasta la Revolución de 1910 con exponentes como Aniceto Ortega, Felipe Villanueva y Ricardo Castro. Finalmente, la música moderna, que con su acento nacionalista y su revaloración de lo autóctono tuvo en Manuel M. Ponce a uno de sus protagonistas a partir de la segunda década del siglo XX. En esta modernidad se inserta precisamente la obra del propio Chávez y los frutos del quehacer musical de

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compositores como Candelario Huízar, Silvestre Revueltas, Julián Carrillo, José Pablo Moncayo, Miguel Bernal Jiménez y muchos más a quienes debemos la modernidad musical de nuestro país.

El género rural sería principalmente destacado por el director coahuilense Emilio “El Indio” Fernández en sus filmes Bugambilia, La Perla y María Candelaria, entre decenas de películas realizadas.

Fueron ellos los que asentaron las bases para una cuarta etapa, la de nuestra música contemporánea, cuyo nacimiento puede documentarse hacia los años cincuenta y sesenta con personalidades artísticas como Leonardo Velázquez, Guillermo Noriega o Mario Kuri Aldana.

Durante la misma década, las películas mexicanas gozaron una gran difusión en todo el mundo de habla hispana, gracias en gran medida a la presencia de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.

Cine Como una de las artes más atractivas y con una gran espectacularidad escénica y estética, el cine es también una muestra clara de nuestra manera de representar al mundo y de contar nuestra cultura y nuestra historia. A México, el cinematógrafo llegó un 6 de agosto de 1986 con la autorización de los hermanos Lumière, sólo ocho meses después de su aparición en París. El México de Porfirio Díaz fue el primer país de América en recibir el nuevo invento. Durante la Revolución se produjeron películas documentales que relataron el conflicto armado. Pancho Villa financió parcialmente a sus fuerzas por medio de productores estadounidenses que filmaron sus batallas. La primera cinta sonorizada por el laboratorio de los hermanos Rodríguez Ruelas fue Santa, obra producida por Federico Gamboa en 1932. Durante la era post-revolucionaria no fue posible que la industria avanzara, pero durante los años treinta, una vez que la paz y la estabilidad regresaron al país, diversos directores comenzaron a dirigir películas de valía. Al transcurrir el tiempo, los directores cinematográficos se centraron en temas rurales, y podemos nombrar como la mejor obra de este género al filme Allá en el Rancho Grande, estelarizada por Tito Guízar y Esther Fernández. Con el apoyo norteamericano de la época postguerra,­a través de sus grandes estudios cinematográficos, se dio un auge sin precedentes al desarrollo del cine nacional. En la década de los cuarenta, dos géneros se alternan para deleitar al público espectador, el melodrama y el cine cómico, del cual nacen dos talentos: Cantinflas y Manuel Medel.

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Los años entre 1940 a 1958 son conocidos como la “época de oro” del cine mexicano, con el Cine Colonial como el más importante foro de reunión de cinéfilos en la Ciudad de México, y abanderada por artistas como Dolores del Río, Pedro Infante, María Félix, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz, Silvia Pinal, Cantinflas, Evita Muñoz “Chachita”; entre los directores que destacan está el mismo Emilio ‘El Indio’ Fernández, Juan Bustillo, Luis Buñuel, así como el cinefotógrafo Gabriel Figueroa.

Conclusión Una nación es, ante todo, una idea compartida, un proyecto de futuro colectivo, una visión común de lo que fuimos y somos en función de lo que podremos llegar a ser. Se trata, por tanto, de una idea simbólica que se construye en el tiempo. A pesar de lo difícil que es definir una nación, la dimensión cultural es determinante como hilo conductor para entender México, pues como señala Carlos Fuen­tes, “…el resultado de nuestra experiencia histórica ha sido una cultura contenida dentro de los límites de la nación, pero no por ello monolítica. Hemos dado cabida a policulturas indígenas, europeas, negras y sobre todo mestizas, mulatas... Nuestra identidad se refiere a esta producción cultural contenida en la génesis de los diversos proyectos de nación que hemos vivido a lo largo de nuestra historia”. *Historiadora. Académica e Investigadora de proyectos como: “Veinte años de la Universidad Iberoamericana en León”, “Tecnologías tradicionales en León, Guanajuato. Curtiduría y calzado”. Entre sus publicaciones: León Ciudad en Movimiento. El transporte urbano en León siglo XX, CIATEC: Haciendo camino al andar. Treinta años de historia. Contacto: adrianaoz@hotmail.com

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Reflexiones sobre el México actual Situación política y social actual de México. ¿A quién le interesa el Bicentenario? José Luis Palacios Blanco*

Ante los festejos del Bicentenario, muchos (¿o sólo algunos?) adultos contamos entre nuestros dilemas si tiene o no trascendencia la fecha. Si segmentamos a la población, comprobaremos que las expectativas sobre las celebraciones son muy diferentes entre los mexicanos al dividirlos por edades y nivel socio económico.

¿Hay algo que celebrar como pueblo? Si lo hay, ¿qué es?: ¿La independencia formal, el nacimiento de un país, cuando carecemos del control de nuestra economía y del sistema financiero? ¿La Independencia, cuando el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) depende de la inversión extranjera? ¿La Revolución, ese enorme movimiento social, cuando hoy las mayorías siguen igual de pobres y lejanas de tener las mismas oportunidades? ¿La Revolución, cuando sigue pendiente la construcción de una sociedad más justa? Entre los intelectuales y editorialistas en los medios de comunicación, el Bicentenario es motivo de una reflexión sobre el México profundo del que hablaba Bonfil Batalla, el que tiene por un lado ganas de

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estar más abierto al mundo y el que desea construir sobre sus propias capacidades; el globalizador y el que quiere proteger lo que aún nos queda. Se trata de tres grandes ciclos centenarios: el de 1810, cuando se crea la nación en el sueño de los criollos por construir el futuro, el de 1910, cuando despertamos con la realidad de las clases sociales más pobres convertidas en verdaderos esclavos, y ahora el del 2010, cuando pareciera que no tene­ mos proyecto nacional y las grandes diferencias entre clases sociales se expresan en desacuerdos y conflictos con una sociedad que emerge buscando las soluciones lejana de los partidos políticos con los que no se siente representada. La nueva Revolución, la del 2010, es la de una sociedad que, frente a la violencia organizada y la partidocracia, se encuentra atrapada sin más opciones que recurrir a sus propias fuerzas. Esos son los temas del llamado “círculo rojo”, el de los tomadores de decisiones y líderes de opinión: la falta de confianza de la sociedad en sus líderves y, poco a poco, en sus instituciones. La indefensión frente al crimen organizado y la corrupción de la vida política. Junto a ellos, la necesaria, indispensa­ ble fuerza de la sociedad frente a la partidocracia para lograr candidaturas ciudadanas, reducción de las prerrogativas a los partidos políticos, reducción de los periodos de campañas electorales, obligatoriedad de concluir los periodos de elección popular, todos temas ciudadanos. Para otros –entre ellos los políticos que gobiernan Guanajuato–, el Bicentenario es una oportunidad para crear plataformas políticas y proyectar su imagen a como dé lugar, buscando nuevos cargos y posicionamiento de sus partidos. Para ellos, los cientos de millones de pesos en infraestructura para festejos y esculturas con reducida utilidad pública son despilfarro y opacidad en el uso de los recursos públicos. Hay otro segmento fundamental para interpretar el Bicentenario: los jóvenes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud y la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, ellos se perciben lejanos de la vida política, y los políticos y conceptos como patria, nación, héroes, comienzan a estar distantes y no significan algo en su vida.

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Esta encuesta de cultura política nos ofrece datos importantes sobre las percepciones, el conocimiento, las actitudes y el comportamiento de los mexicanos en torno al funcionamiento del sistema político en México. Sus principales resultados son: • Uno de cada dos ciudadanos mexicanos cree que México vive en una democracia, y uno de cada tres dijo estar insatisfecho con la misma. • Cerca de la mitad de los entrevistados opinaron que en México estamos más cerca de un gobierno que impone, que de uno que consulta. •La gran mayoría de los ciudadanos considera que en el País las personas respetan la ley. • El 60% de los ciudadanos dijo tener poco o nada de interés en la política. Tres de cada cuatro ciudadanos opina que lo que los diputados y senadores toman más en cuenta al elaborar las leyes son sus propios intereses o los de sus partidos. • La mayor parte de los ciudadanos (93%) confía mucho o algo en su familia. Por otro lado, el porcentaje de mexicanos que confían en las instituciones es relativamente bajo. • Las instituciones que gozan de mayor confianza son la Iglesia (72%), el ejército (67%) y el IFE (66%). • Los gobernadores de los Estados y el presidente de la República gozan de la confianza de más de la mitad de los encuestados. •Las instituciones que registraron los menores porcentajes de confianza fueron los sindicatos, la policía y los partidos políticos. Aunque no se incluyen preguntas sobre la percepción que tienen los mexicanos sobre la independencia económica o política, la encuesta ha calculado ya el deterioro de las instituciones políticas, por lo menos en la percepción ciudadana. Para ese otro segmento mayoritario, los 60 millones de mexicanos en condiciones de pobreza, el Bicentenario transcurre entre su cotidianidad y la lucha por sobrevivir. Les interesa, es cierto, el distraerse en medio de tantas desesperanzas y trabajos, y no es difícil concluir que su baja participación en los festejos culturales se debe a que su prioridad es lo inmediato. Por ello, los eventos masivos musicales que con motivo del Bicentenario sean ofertados, atraerán el interés de las mayorías. Independientes o no, con Revolución o sin ella, las mayorías buscan la mejoría en su calidad de vida. Quizá las

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festividades sirvan para recordar nuestra historia en algunos de los segmentos identificados para hacernos más pueblo y nación. Estamos necesitados como nunca de construir esperanza para las siguientes generaciones. En el año del Bicentenario, cuando los jóvenes mejor y peor preparados buscan huir de su patria en busca de mejores oportunidades, quizá la mejor herencia que deberá dejar la actual generación adulta es la confianza en que el País, a pesar de todas sus adversidades, será mejor en el futuro. * Coordinador Académico de la Universidad Meridiano. Ha sido Rector de la Universidad Tecnológica de León, Director de Investigación y Postgrado de la Universidad Iberoamericana León y Director de Investigación de CIATEC. Contacto: www.universidadmeridiano.edu.mx www.aguaybosque.org

Situación actual entre México y EE.UU. Bicentenario y paisano, ¿qué y cómo celebrar? German Estrada Laredo*

No fundamos nuestra ciudad (república) con vistas a la felicidad de una sola clase, sino para que lo sean todos los ciudadanos sin distinción alguna Platón, La República, Libro IV Con gusto o disgusto, hemos alcanzado el Bicentenario y el Centenario. Estamos arribando a la fecha mítica del 16 de Septiembre, cumpliendo 200 años del Grito de Dolores y en el 100º Aniversario del inicio de la Revolución social proclamada por Madero. Cuando se cumplen años es muy frecuente hacer cuentas, reflexionar sobre el camino recorrido, tratar de sacar provecho y, por supuesto si existe motivo, festejar. La gran duda que ronda a muchos mexicanos es si realmente tenemos suficientes motivos para festejar, o al menos festejar con “el gran entusiasmo” que pretende el gobierno, tal vez urgido más por unas fiestas aparatosas que mejoren su decaído prestigio ante tantas fallas. ¿Qué y cómo festejamos en un país que tiene serias dudas sobre la calidad de su democracia?

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De acuerdo con datos del Banco Mundial, de los seis indicadores usados para evaluar la calidad de las democracias en los países modernos, en 2006 México sólo alcanzaba la puntuación aprobatoria, o “de panzazo”, en dos de los seis indicadores: Calidad Regulatoria (63%) y Eficiencia de Gobierno (60%). En todos los demás indicadores estamos reprobados: Rendición de Cuentas (52%), Estabilidad Política y Ausencia de Violencia (32%), Estado de Derecho (40%) y Control de la Corrupción (46%). Con estas calificaciones, luego entonces, ¿qué y cómo festejamos? En el tema de la migración, o “movilidad humana”, como ahora le llaman los expertos, nuestras calificaciones son también harto complicadas. En el contexto de estas celebraciones patrias, ¿qué significa para los mexicanos, en términos de consecuencias sociales y políticas, una medida como la Ley Arizona, adoptada por EE.UU.? ¿Cuál es la situación, en términos de calidad de vida, de los más de 25 millo­nes de personas de origen mexicano radicadas en aquellas tierras? ¿Qué dependencia real tiene actualmente la economía mexicana de las remesas (divisas) que envían los “primos” desde el otro lado de la frontera? ¿Qué futuro, riesgos y oportunidades, tenemos en esta vecindad? Y mirando un poco al sur, ¿cómo recibimos a los centroamericanos, migrantes en tránsito, quienes buscando el sueño americano pasan por nuestro territorio, igual de ilegales que nuestros paisanos en el vecino país del norte? ¿Los tratamos con humanidad y respeto a las leyes internacionales? ¿O acaso sólo les aplicamos la Ley General de Población, a veces más terrible que la misma Ley Arizona? ¿Qué y cómo celebramos el Bicentenario en tema de migración? Entre otras cosas, para eso sirven las celebraciones: para compartir reflexiones sobre el camino recorri­ do y así sacar provecho. Comparto algunas sobre nuestros pasos en la migración: La migración mexicana hacia EE.UU. es única en el mundo. De acuerdo con el Dr. Jorge Durán, especialista en estos temas, la migración mexicana es única en el mundo al reunir tres características difíciles de reproducir: es histórica, con más de cien años de migración que lo confirman; ocurre geográficamente en casi 2000 kilómetros de frontera tierra-tierra; y es masiva, pues migran los tra-

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bajadores y poco a poco sus familias, en cantidad muy superior a muchos países en el mundo.

migratoria más acorde con nuestra realidad y con la bien ganada fama de la hospitalidad mexicana.

La migración es multicausal. La migración mexicana al vecino país del norte no sólo ocurre por motivos económicos. Existen causas como la tradición, la cultura, las crisis políticas, la vecindad, la búsqueda de mejores y distintas formas de vida.

Las remesas de los paisanos representan la segunda entrada de divisas al país, sólo después del petróleo y antes del turismo. Irónicamente, ahora resulta que los “primos” son los que mantienen el campo mexicano. Ellos, los paisanos, son quienes ayudan a mantener a México a flote; luego, con orgullo pueden portar la doble nacionalidad, votar en las elecciones de sus representantes y fortalecer su identidad transcultural.

La migración mexicana es una fuerza laboral importante para la economía norteamericana. Le guste o no a los güeros, ellos alientan o desalientan la migración de mano de obra mexicana de acuer­ do con las necesidades de su economía, desde el tristemente célebre reclutamiento forzoso de trabajadores a través de “la cuerda y el enganche” en complicidad con los gobiernos mexicanos de la época porfirista y revolucionaria, pasando por el “el traque”, cuando el gobierno norteamericano ofre­ cía empleo, “papeles”, sueldo y casa a los mexica­ nos que quisieran ir a trabajar en la construcción del ferrocarril, hasta los cultivos de algodón, uva, y betabel del líder Cesar Chávez. Las leyes migratorias de EE.UU. no obedecen a las leyes internacionales sobre trabajadores migrantes sino a las coyunturas de la economía norteamericana. En consecuencia con lo anterior, las adminis­ traciones norteamericanas olvidan fácilmente que son un país hecho por migrantes. La Ley Arizona (SB1090), con claras tendencias xenofóbicas, es un ejemplo de ello. Eso impactará la economía y vida de ese estado sureño, además de traicionar los principios democráticos y de libertad que dieron independencia a esa nación desde la Declaración de Derechos del Pueblo de Virginia en 1767. Las leyes mexicanas sobre migración, como dice el dicho popular, “no cantan mal las rancheras”. Nuestras leyes migratorias son, en general, anacrónicas. Obedecen al diseño de un país de la posguerra, son poco flexibles y su aplicación, en algunos casos, “criminaliza” la migración: el no contar con papeles migratorios es equiparado con delitos de tipo penal, y quienes ayudan a un migrante indocumentado corren el riesgo de ser “cómplices” de un delito. Luego, la famosa Ley Arizona, en algunos casos, no es muy lejana a la regulación migratoria que aplicamos a los centroamericanos indocumentados. Tal vez, los señores del Congreso podrían celebrar el Bicentenario desarrollando una ley

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Reflexiones sobre el México actual

La interdependencia de los países en la globali­ zación es una realidad, es compleja, irremediable e irreversible, no hay marcha atrás. Los conceptos “independencia”, “soberanía”, “Estado de derecho”, entre otros, son términos que debemos resignificar, llenarlos de nuevos contenidos con la finalidad de alejarnos de los discursos demagógicos e irresponsables que no nos llevan a transformar la realidad de la migración hacia relaciones más equitativas, iniciativas ciudadanas participativas, transparentes, creativas y de impacto real en el bien común. Para conmemorar, reflexionemos sobre nuestra historia en la migración, construyamos relaciones que nos permitan fortalecer la comunidad nacional, por el bien de todos y no solo de unos cuantos, eso es una república, ese sería un motivo auténtico para festejar. No dejemos que el país se nos vaya entre las manos. Fuentes: www.worldbank.org * Consultor de Servicios Educativos del Bajío, SEBAJ A.C. y asesor del programa Paisano Zone de la misma asociación. Abogado. Maestro en Derecho Constitucional y Amparo por la Universidad Iberoamericana León. Contacto: consultor@sebaj.org.mx

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MÉXICO A TRAVÉS DE 200 AÑOS

América Latina y sus luces de Independencia Margarita López Mondragón* La Independencia mexicana no fue un suceso aislado en el continente americano. Ésta se dio entre una serie de sucesos que acontecieron en el mismo período de tiempo en diferentes naciones latinoamericanas, acompañadas de la efervescencia social y los grandes ideales de libertad propiciados por los recientes acontecimientos europeos, como la Ilustración. La Ilustración, tenía como fundamento la razón humana contra la ignorancia, la superstición y la tiranía, con el fin de mejorar y desarrollar al mundo. Estas ideas comenzaron en Inglaterra y Francia durante el siglo XVII, conocido también como Siglo de las Luces, cuando se cuestionaron todos los quehaceres del ser humano, desde las artes hasta la economía y la política. Aunque nace en Inglaterra, la Ilustración se asienta principalmente en Francia, donde personajes como Voltaire, Montesquieu, Diderot, Rousseau, Bufón y otros forman un cuerpo ideológico que recopila los conocimientos del pensamiento ilustrado en la primera Enciclopedia. Su intención era educar al pueblo, porque sabían que una sociedad culta, que cuenta con su propia forma de pensar, estaría libre del absolutismo y de dictaduras. Esto ocurría en el Viejo Continente mientras se desataban sucesos como las revoluciones de Francia, Inglaterra y, luego, la de Estados Unidos en América. El hambre de libertad y conocimiento se expandía por todas partes. Estas ideas llegan a nuestra tierra a través de las universidades y de algunas órdenes religiosas, entre ellos los jesuitas. México, al igual que la mayoría de los territorios americanos gobernados por la corona española, estaban viviendo un proceso político, militar, económico y social caótico, que se intensificó desde 1808 hasta 1826. La búsqueda de la soberanía de las posesiones coloniales y del dominio español se encuentra entre las causas que motivaron la Guerra de Independencia de México, así como de otros países latinoamericanos que tuvieron sus movimientos independentistas casi todos paralelos o, en algunos casos, en sucesión inmediata. Chile, Nueva Granada y Ecuador fueron algunos de los países que se independizaron, así como Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Uruguay, entre otros. En las luchas que llevaron a cabo estos países resultan fundamentales sus libertadores. Por ejemplo, en Argentina, Bolivia, Colombia, Perú

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y Venezuela, Simón Bolívar y José de San Martín son figuras principales. Otros personajes destacados de estos movimientos son son Francisco de Padua Santander­ en Colombia, José Gervasio Artigas, luchador uruguayo; Fulgencio Yegros, considerado como el padre de la patria de Paraguay; el venezolano Francisco de Miranda, al cual se le reconoce como el creador de la gran Colombia; Bernardo O’Higgins y José Miguel Ca­rrera en Chile; Antonio José de Sucre en Bolivia; Manuel­ Belgrano y Mariano Moreno en Argentina; o Joaquín Olmedo en Ecuador, sin dejar de mencionar a Miguel Hidalgo y José María Morelos en México. El proceso independizador latinoamericano fue largo y complejo, por lo que está lleno de particularidades y recovecos que hasta el día de hoy son motivo de discusión. Aún así, dentro de sus generalidades, podemos analizar este acontecimiento desde sus causas internas y externas.

Causas internas • El deseo de los criollos por independizarse. Ellos manejaban gran parte de la economía dentro de los territorios y solamente estaban regulados por la corona española. Sus intereses no eran propiamente sociales o en beneficio de los indios, sino alcanzar el dominio sobre las actividades económicas y políticas de sus regiones. • La formación de Juntas de Gobierno para cada país, dejando a un lado la lealtad impuesta a la Junta Suprema Central y las cortes de Cádiz. • La influencia de ideas liberales como los principios de soberanía nacional, los derechos individuales y el contrato social de Rousseau, que se difundían en América a través de las universidades, sociedades económicas y academias literarias. • La expulsión de los jesuitas. • El encuentro de los principales líderes libertadores de diferentes territorios y su contacto con los gobiernos exteriores. • El trato inhumano y esclavizante hacia los indios.

Causas externas •La decadencia de España y Portugal ante la invasión francesa de Napoleón. •El ejemplo de las revoluciones de Francia, Inglaterra y Estados Unidos. •El apoyo financiero y material de Gran Bretaña y EE.UU. a las colonias con la intención de poder comercializar libremente con ellas.

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Los movimientos de Independencia, tuvieron también sus consecuencias. Señalo algunas de ellas de manera general: el sueño de Simón Bolívar de unificar a todos los países de Latinoamérica nunca se llevó a cabo y, a la par, el cambio social que se esperaba para las castas como los mestizos, indios, morenos o negros fue casi nulo. Por otro lado, desapareció el monopolio comercial y, por ende, disminuyó la pobreza en muchas regiones que no podían competir con las industrias europeas, lo que propició también un desarrollo más acorde con las necesidades locales y una mayor equidad étnica. No obstante, casi transcurridos quince años de haberse independizado, varias naciones mencionadas enfrentaron severas crisis económicas, políticas y sociales. El estudio de las cusas del movimiento de Independencia puede ayudar a comprender mejor cómo esas luchas han repercutido en estos años en cada país. En este sentido, recomendamos la serie Unidos por la historia, producida por el canal de televisión The History Channel, acerca del bicentenario de las independencias de Latinoamérica, sobre todo el episodio “Las paralelas se cruzan”. Vale la pena conocer la raíz de nuestra historia para aprender de ella, tomar lo bueno y no repetir los erro­ res que parecen cíclicos y sin fin. Podríamos motivarnos a investigar más acerca de nuestra Independencia o crearnos un criterio más amplio al respecto, y refle­ xionar sobre si existen motivos de festejo o no, y cuáles serían.

Cronología de las Independencias de América Latina Haití Bolivia Ecuador Venezuela Argentina Colombia México Chile Paraguay El Salvador

1 de enero 25 de mayo 10 de agosto 19 de abril 25 de mayo 20 de julio 16 de septiembre 18 de septiembre 14 de mayo 5 de noviembre

1804 1809

1810

1811

Fuente: The History Channel *Estudiante del noveno semestre de Antropología Social en la Universidad de Guanajuato. Contacto: mlmondragon8@hotmail.com

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MÉXICO A TRAVÈS DE 200 AÑOS

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Ilustrado

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Los leoneses entre la cultura y tradición de las fiestas patrias (Primera parte) Díseres*

A propósito de los 200 años de la Independencia de México, realizamos un sondeo a 120 leoneses para conocer algunos aspectos propios de estas fiestas patrias. Mostramos la primera parte de los resultados. La primera pregunta y sus respuestas están en la Tabla 1: la gran mayoría festeja el Grito. En la Tabla 2 se encuentran los personajes favoritos de nuestra Independencia. ¿Qué acostumbra celebrar el 15 de septiembre? “El Grito de Independencia”

78

No celebran nada

18

El festejo con cena mexicana

15

Honrar la Bandera

3

No contestaron

3

Ver el Grito por la televisión

1

La Revolución Mexicana

1

Festejar un cumpleaños

1 120

Tabla 1

Después preguntamos, ¿Cuándo se siente más mexicano? 58 personas dijeron que siempre; 26 dijeron que el 15 y 16 de Septiembre; 18 contestaron que en septiembre; 4 que cuando juega la selección mexicana; 4 grupos de 2 personas contestaron “cuando escucho el Himno Nacional, cuando soy más productivo o trabajo, cuando tomo alguna bebida (tequila), cuando ayudo”. Individualmente, 6 personas contestaron “cuando triunfan los mexicanos en el extranjero, cuando como comida mexicana, en el Día de la Bandera, cuando estoy en mi tierra, cuando soy tal cual y casi nunca”. Personaje favorito de la Independencia de México: Miguel Hidalgo

71

José María Morelos

11

Benito Juárez

11

No contestaron

6

Ignacio Allende

5

Emiliano Zapata

4

Josefa Ortiz

3

Vicente Guerrero

2

Francisco Villa

2

Otros: El Pípila, Niños Heroes, Santa Anna, etc.

5

Tabla 2

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Preguntamos sobre la palabra que mejor describe a un mexicano, y éstas fueron las tres principales respuestas: 23 personas dijeron “fiesteros”, 9 “sinceros” y 8 “trabajadores”; “patriotas, valientes, mal hablados-albureros, machistas, luchadores, senci­ll­ os, bondadosos o cabrones” fueron palabras que se repitieron con menor frecuencia, entre otras. Para finalizar esta primera parte, preguntamos sobre algunos aspectos de identidad mexicana, por ejemplo: ¿Con qué comida identificas a México?, la gran mayoría contestó “pozole”, seguido del mole y las enchiladas. Con menor frecuencia se mencionaron los frijoles, los chiles o salsa, las tortas y tacos, entre otros. En la tabla 3 preguntamos sobre los símbolos y en la 4, sobre la canción con la que identifican a México. Símbolo con el que identificaa México Con la Bandera

57

Con el águila

32

Con el Escudo Nacional

23

Otros: sombrero, rebozo o mariachi Tabla 3

8 120

Así encontramos a nuestro México. Con su idiosincrasia al rojo vivo cual bandera mexicana, con res­ puestas que dan risa o incluso coraje, pero que nos pueden llevar a reflexionar sobre el tiempo transcurri­ do y nuestra situación actual. Las respuestas muestran la relación que existe entre cultura, tradición mexicana e imaginario social, que de paso también nos dejan ver cómo andamos en conocimiento gene­ ral de nuestro país a 200 años de su Independencia y en el Centenario de su Revolución. Canción con la que identifica a México: México lindo y querido

34

Cielito lindo

30

Himno Nacional Mexicano

21

Música mexicana ranchera

21

Caminos de Guanajuato

4

Otras

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Tabla 4

*Redacción.

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CENTRO DE ESTUDIOS FILOSÓFICOS TOMÁS DE AQUINO Diplomados CEFTA (octubre 2010 - julio 2011): Filosofía de la comunicación. Perspectivas contemporáneas de la comunicación Horario: Martes, de 17:00 a 20:00 hs. Inicio del diplomado: 5 de octubre de 2010 Cambio social, valores y familia (II) Horario: Miércoles, de 17:00 a 20:30 hs. Inicio del diplomado: 6 de octubre de 2010 Inscripción: 250.00. Mensualidad: 350.00 Géneros cinematográficos (Olvidados, marginales y otras rarezas) Horario: Jueves, de 18:00 a 21:00 hs. Inicio del diplomado: 7 de octubre Doctrina, actualidad y futuro del Segundo Concilio del Vaticano Horario: Jueves, de 17:00 a 20:30 hs. Inicio del diplomado: 7 de octubre de 2010

Chiapas y Palmas, Col. Arbide, León,Gto. Tel: 713 3410. Fax: 714 5824. www.filosofiacefta.com. E-mail: centrocefta@prodigy.net.mx


La invención de México

José Luis García-Galiano Robles*

Ahora que celebramos el aniversario 200 del inicio de la Guerra de Independencia (en la que la sociedad criolla se emancipó del virreinato español) y el inicio de la Revolución Mexicana (el levantamiento de intelectuales y militares que desearon cambiar al gobierno dictatorial por un socialismo militar), ambos periodos que modificaron la composición del poder sin la participación de la gente, comparto mi reflexión a éstos Díseres. ¿A qué nos referimos cuando decimos México? ¿Qué es ser mexicanos? Hay una respuesta breve: un país es la suma de un territorio, un Estado (es decir, una autoridad con un conjunto de normas) y una población. Recientemente se ha hecho público que la identidad es además un derecho cultural, que por un lado se debe proteger, y por otro se debe respetar la libre decisión de querer ser o no querer ser mexicano. El “ser” mexicano, además, es secretamente y, al mismo tiempo, públicamente aceptar una serie de condiciones, como la capacidad para interpretar y practicar una serie de símbolos: por un lado los oficiales, como el Himno Nacional, la Bandera, y el reconocimiento del Escudo Nacional. Pero hay una enorme cantidad de signos no convencionales que la población considera más sólidos: el Jarabe Tapatío, el mariachi, la china poblana, las canciones de moda (en el siglo XX fueron “El Rey” y la “Canción Mixteca”), o piezas musicales (el Huapango de Moncayo y la marcha “Zacatecas”), el mole, los frijoles, el chile, el maíz. Frases como “ojos de papel volando” y “la vida no vale nada”. Y no se diga de nuestras famas, parran­ deros y jugadores, veneradores de la madre, festivos ante la muerte, temerarios, alegres, aferrados, leales, guadalupanos (independien­temente de la religión). Estas conductas las adoptamos en respuesta a la imagen que han usado para describirnos los países que tuvieron colonias en América, intentando seguir considerando a los pueblos que fueron colonias como “inferiores” o “primitivos”

“la Patria”. El progreso se sustentó en signos coloniales como el ferrocarril, que atravesó el territorio nacional, y los elementos estéticos europeos, entre los que sobresalen los teatros neoclásicos en el país y el símbolo de la hegemonía europea: la “victoria alada”, sobre una réplica de una columna emblemática del pueblo de Corinto. La idea moderna del mariachi surge de acuerdo a las necesidades escénicas de Telesistema Mexicano, y las danzas regionales teatralizadas surgen también de la necesidad de la industria cultural de contribuir a la construcción de lo nacional, mientras desde el Instituto Nacional Indigenista se intentó “civilizar” a los pue­ blos indígenas ante la imposibilidad de comprender sus civilizaciones. ¿Qué es lo más representativo de México? No, Mé­ xico no necesita que se le represente: necesita ser, ser plenamente. Los elementos representativos son como máscaras que ocultan su rostro real (belleza a la cual tememos, la diversidad, la libertad, la inasible complejidad) que aún no disfrutamos en plenitud. México se sigue inventando día a día, sumando signos, melodías, rituales, ceremonias e inventando costumbres con las que ocupamos el espacio que corresponde a quienes hemos excluido, a la gente, a los diversos modos negados de manifestar lo mexicano. No olvidemos la frase que nos dijeron indígenas, académicos y ciudadanos a una voz, en 1994: “nunca más un México sin nosotros”. Celebremos pues la oportunidad histórica de conocernos objetivamente. * Director de Fortalecimiento a la Identidad y Patrimonio del Instituto Cultural de León. Periodista y promotor cultural. Contacto: jlgaliano@ hotmail.com

¿Pero de dónde nos viene todo eso? ¿Por qué si, en realidad, no somos así, nos inclinamos a adoptar esas características? ¿Es acaso una reminiscencia de la idea dictatorial de “unidad nacional”? El intento más exitoso de inventar lo mexicano se realizó hace 100 años, cuando el gobierno, que había acumulado demasiado, poder decidió cele­ brar el primer siglo del inicio de la independencia inventando la imagen ideal de “la indiada”, de

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Riqueza mexicana Margarita López Mondragón*

Hace tiempo escuché decir a un maestro de antropología que México era uno de los países más exóticos de todo el mundo, más que la India, incluso más que China. Él mismo decía que esto ya no era perceptible para los mexicanos, ya que estábamos muy acostumbrados pues habíamos nacido viendo esta riqueza patrimonial que es la herencia de nuestra historia, el legado cultural de los pueblos ante­ riores al contemporáneo que se ha conservado y se ha transmitido de generación en generación. En un principio me pareció que su observación era interesante pero exagerada. Al pasar el tiempo, conforme profundicé en el estudio de la cultura mexicana, recordé muchas veces esta reflexión de mi maestro. Tal vez a la mayoría de nosotros ya nos parezca tri­ llado este calificativo, pero sería interesante recordar por qué México es un país singular. De Latinoamérica, México actualmente es la segunda economía más importante, superada por Brasil. En éste país vivimos 107 millones de personas que somos consideradas capital humano, ya que en su ma­yoría, somos jóvenes en edad productiva. La extensión terri­ torial de dos millones de kilómetros cuadrados alberga una de las más grandes variedades de climas del mundo, que incluye la selva tropical Lacandona en Chiapas, el bosque boreal en Sierra de Juárez en Baja California, el desierto de Samalayuca en Chihuahua y los manglares de Palizada en Campeche. Nuestro país es considerado “megadiverso” por sus características climatológicas, siendo hogar del 12% de la biodiversidad del mundo y de un promedio de 12,000 especies que sólo se encuentran en nuestro territorio, como el oso hormiguero, el armadillo, el jaguar, el manatí, el mono araña, el mono aullador, el ocelote, el perrito de la pradera, el teporingo, el tigrillo o la vaquita marina.

Potosí, el otomí del Bajío. Paralelamente, México es considerado un país multicultural y multiétnico, ya que cuenta con un promedio de 62 pueblos indígenas como los nahuas, mayas, zapotecas, mixtecos, totonacas y mazatecos, sólo por mencionar algunos. Por otra parte, según la Asociación Nacional de Ciudades Mexicanas Patrimonio Mundial, México es el tercer país –sólo por debajo de Italia y España– con el mayor número de ciudades inscritas en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, que en total son diez: Ciudad de México, Campeche, Guanajuato, Morelia, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Veracruz, San Miguel de Allende, Gto., y Tlacotlalpan en Veracruz. Hablar de la riqueza mexicana resulta sumamente amplio y en un artículo es imposible abarcarla. Ojalá estas líneas sirvan como una reflexión acerca de todo el patrimonio nacional con el que contamos quienes nacimos en esta tierra, y tengamos presente que de nosotros como pueblo, y de nadie más, depende seguir conservándolo y acrecentándolo. Fuentes: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. *Estudiante del noveno semestre de Antropología Social de la Universidad de Guanajuato. Contacto: mlmondragon8@hotmail.com

Nuestra historia se remonta a las culturas mesoamericanas, las cuales ya contaban con una gran variedad agrícola, dada la riqueza del suelo mexicano. De esas raíces, en la actualidad se reconocen oficialmente un total de 62 lenguas indígenas, siendo la náhuatl la más hablada; el maya, tzotzil y tzeltal del sureste mexicano son lenguas mayas; el mixe se habla en Oaxaca y proviene del zoque; el purépecha de Michoacán, el huasteco de San Luis

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díseres te presenta las siguientes actividades a través de:

LA PIZARRA

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La pizarra

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Sobre la Piedra Christian Nájera Jiménez*

Cuando era niño me gustaba la clase de Historia de México, al menos su primera parte: los pueblos prehispánicos, la mezcla cultural de la Colonia, los héroes de las guerras libertarias. En mi surtía efecto el orgullo nacionalista de aquellos autores de mural que indirectamente ilustraban nuestros libros de texto con imágenes de los próceres como seres sobrehumanos, ojos de fuego, gestos de exacerbado valor. Pronto me di cuenta de que mientras avanzaba en la línea del tiempo la historia se hacía cada vez más aburrida; menos colores y más política, invasiones, crisis y, de pronto, un vacío que me separaba de todos los acontecimientos que venía aprendiendo desde inicio del curso. El libro acababa sin ningún comentario sobre la época actual. ¿Ya no ha pasado nada importante?, me preguntaba ante la última página de mi ejemplar gratuito de la SEP. Y entonces la historia se convirtió en serie de relatos apartados, provenientes de una sola fuente, que a fuerza de ser escuchados una y otra vez dejaron de sorprenderme. En este 2010 y con motivo del Bicentenario de la Independencia surge mi interés por realizar un documental –ese universo audiovisual tan libre en el que las circunstancias tienen papel determinante y el director es tanto generador como retratista e intérprete de las mismas–, titulado Minero de Piedra1. Bajo la mirada de una cámara reconocí al Pípila: el minero trabajador, el héroe de la Alhóndiga, el símbolo estatua. Después, investigando al personaje histórico pude ir más allá del cuento que ya me sabía en primaria, acercándome a una historia más profunda. Como dijo Octavio Paz “todo es presencia, todos los siglos son este presente”.

presenta sagrada y muerta. Así que me acerqué a los académicos, cronistas, historiadores: perspectivas especializadas y distintas que en su confluencia formaron la base del proyecto. También era importante entrar en contacto con la cultura popular, guías de turismo, mineros, niños, ancianos; queríamos conocer el imaginario que prevalece para tener un punto de partida desde el cual construir un discurso vigente que involucrara los hechos de antaño en la vida cotidiana. Adicionalmente, sin dejar que todo fuera entrevistas, hubo un acercamiento al contexto del Pípila, en la medida de las limitaciones. A doscientos años de distancia, conocimos y grabamos una mina en funcionamiento; visitamos Mellado, el supuesto hogar del héroe, con su templo colonial a media restauración. La investigación y la lectura de distintas corrientes de los estudios históricos también formaron parte de nuestra preparación, y aunque tal vez acabamos con más preguntas que respuestas, efectivamente nos acercamos más a la historia nacional, que es historia de nuestros antepasados pero, sobre todo, la de cada uno de nosotros. Hoy le doy gracias al héroe por las preguntas y anhe­los que deja para cualquier mexicano lo suficientemente inquieto. Ganador del Concurso de Documental Universitario Identidad y Pertenencia, Festival Internacional de Cine Expresión en Corto 2010.

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*Director del cortometraje. Estudiante de 7º semestre de ­Diseño Digital Interactivo de la Universidad Iberoamericana León. Contacto: christian_2525@hotmail.com, xztn25@gmail.com

Más que vanagloriarse en el pasado y repetir otra vez los datos más relevantes para el relato, al hacer el documental buscamos nexos que lo unieran al día de hoy. ¿Qué puede simbolizar un minero de piedra en lo alto de una ciudad? ¿Existió el Pípila como tal en el movimiento de 1810? ¿Cuál es su importancia ahora? ¿Quién hace la historia? ¿Qué hay detrás del concepto de un héroe? En lo personal, no estaba en mis posibilidades contestar acertadamente a todas las inquietudes que como ciudadano común quería formularle a una historia que muchas veces se nos

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