Atelier Fashion & Shopping nº9

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series o programas, todas ellas auspiciadas por las marcas de ropa. Para las productoras, resulta más rápido y cómodo escoger entre las prendas de las firmas. Por un lado, les permite tener una mayor flexibilidad a la hora de escoger el cásting (no tienen que contratar con mucha previsión a los actores ya que las firmas tienen todas las tallas). Por otro lado, se ahorran numerosas horas de preproducción. Esta reducción supone una rebaja clara en los costes de producción, ya que las horas de los diseñadores se reducen y no hay que preocuparse por las telas, sastres, modistas, complementos… Pero, sin duda, la clave está en que muchas firmas ceden el vestuario para darse publicidad, por lo que la productora ahorra toda la partida de vestuario. Sin embargo, hubo un tiempo en que las cosas no fueron así.

El mimo del artista Una de las mayores diseñadoras de vestuario de todos los tiempos, Edith Head, contaba en su libro “El Hollywood de Edith Head” el frenético trabajo que realizó como jefa de diseño de Paramount durante más de treinta años.

En la época dorada de Hollywood, Head llegó a diseñar y supervisar el vestuario de más de 50 películas al año. Obviamente, contaba con un buen número de ayudantes y modistas, solían reciclar vestidos y prendas de otros filmes y en ocasiones llegaban a acuerdos con otros estudios. Edith Head, al igual que sus colegas diseñadores, vestía con mimo a las estrellas, cuidaba de ellas, debatía cada estilismo con los directores, buscaba inspiración en distintas culturas. De hecho, solía realizar viajes a Europa para ver tendencias y encargar telas increíbles con las que vestir a los personajes. El saber hacer de los diseñadores de la generación de Head les llevó a ser sumamente famosos en su época. Howard Greer, el predecesor de Edith, dejó su labor en Paramount para abrir su propio salón de modas, que fue un éxito. Las estrellas de cine solían acudir a los diseñadores de vestuario para que les diseñasen sus prendas más especiales: vestidos de novia, trajes para los bautizos de sus hijos, los vestidos para la promoción de la película. La propia Head intervino durante años en un conocido programa de radio y lanzó incluso su propia colección para unos grandes almacenes. Y es que, en esa época, sus diseños eran copiados por las mujeres “de a pie”. Este trabajo, más artesanal y detallista, más minucioso y con más alma, fue quedando en la sombra a medida que el prêt-a-porter ganaba terreno. En su libro, Edith explica que la aparición en escena de Jacqueline Kennedy supuso toda una revolución: su estilo era más minimalista, más sobrio que el que acostumbraban a llevar las estrellas del celuloide y los personajes de las películas. Y las mujeres cambiaron sus ídolos: dejaron de buscar referencias en las pantallas de cine para prestar más atención a las portadas de las revistas de moda.

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