Participación de los ciudadanos en la defensa

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por Bernardo Echepare Fernández

la participación de los ciudadanos en la defensa

los reservistas Con la demanda actual, y manteniendo las actuales convocatorias, podrían alcanzarse los 10.000 en el año 2025

voluntarIos L

a incorporación de recursos humanos con los que complementar los propios de las FAS para hacer frente a situaciones de crisis ha adquirido una singular importancia durante la última década. En España se están instrumentando sistemas para dar una solución razonable a este problema, complejo como todos los que afectan a personal, mediante ofertas a los ciudadanos de participar voluntariamente en la defensa de su país cuando la gravedad de la situación lo requiera. La Comisión Mixta Congreso-Senado que estudió las consecuencias de la adopción de un modelo de FAS plenamente profesionales recomendaba disponer de un sistema de reserva y movilización para conseguir, de forma progresiva y selectiva, completar las unidades de los Ejércitos o llevar a cabo una eventual generación de fuerzas para hacer frente a las necesidades en el ámbito de la Seguridad y la Defensa. Las recomendaciones de la citada comisión fueron recogidas por los ponentes de la Ley de Régimen de Personal de las FAS que incluyeron un Título en su articulado encabezándolo como ‘Aportación suplementaria de recursos humanos’. Esta Ley vio la luz el 19 de mayo de 1999 y suponía una gran novedad en este campo, puesto que por primera vez se establecían definiciones y clasificaciones que permitieron iniciar la regulación reglamentaria de los distintos tipos de reservistas según

el nuevo modelo requerido por la profesionalización de los Ejércitos. Posteriormente, la Ley de la Carrera Militar (LCM), de noviembre de 2007, además de regular la activación progresiva de reservistas, estableció para ellos una nueva clasificación y determinó su respectivo régimen.

prestar servicio

Los reservistas voluntarios constituyen el grupo de reservistas de mayor interés en la actualidad porque su novedosa implantación ha dado la oportunidad a gran número de ciudadanos de cumplir su deseo de vestir el uniforme militar e incorporarse a las unidades para seguir procesos básicos de formación militar y prepararse para prestar servicio en el caso de que sea requerida su participación. Los principales objetivos que pretendían alcanzarse con la implantación del reservismo voluntario en España podrían resumirse en los siguientes: Crear un instrumento para el ejercicio del derecho de defender a España previsto en el artículo 30 de la Constitución. Contribuir a fomentar y mantener los lazos de unión entre la sociedad y las Fuerzas Armadas. Complementar las capacidades de los Ejércitos en disciplinas, conocimientos y ha-

bilidades de las que carece en sus plantillas de personal y puedan ser precisas en determinadas misiones. Finalmente, suplir carencias de especialistas en determinadas áreas que se manifiesten críticas en determinados momentos. Naturalmente, estos dos últimos objetivos se derivan de necesidades de los Ejércitos surgidas en emergencias, tanto exteriores como interiores, por lo que la activación de reservistas voluntarios para prestar servicio, fuera de las situaciones de crisis contempladas en la LCM, encuentra su plena justificación tanto en las misiones en el exterior como en la Unidad Militar de Emergencias. La previsión inicial que recogía la citada Ley de Régimen de Personal pretendía disponer de reservistas de edades similares a las de los militares profesionales de los empleos que se les ofrecían. Y, por ello, fijó en 40 años la edad máxima de oficiales y suboficiales reservistas y en 38 años, la de la tropa y marinería de la misma condición. Este límite fue cuestionado con cierta reiteración por las asociaciones de antiguos miembros de las milicias universitarias que, casi en su totalidad, superaban estos límites de edad y veían frustradas sus esperanzas de reincorporación al nuevo modelo de relación con las FAS que se ofrecía a los jóvenes.

La insistencia de las asociaciones en la solicitud de modificación de estos límites de edad dio sus frutos y en el año 2003 fueron elevados a 61 y 58 años, respectivamente, con lo que el modelo de reservistas que se pretendía implantar sufrió un notable envejecimiento que condiciona las tareas a desempeñar en las plazas para ellos previstas en las unidades de las Fuerzas Armadas. El resultado de esta decisión se traduce actualmente en que el 60% de los reservistas tiene más de 40 años y sólo un 18% tiene menos de 35 años. Otro aspecto que se consideraba en la implantación del modelo era el cuantitativo. Se

Reservistas voluntarios visitan al Ministro de Defensa (entonces José Bono), tras participar en una misión. En la otra imagen, un helicóptero realizando una operación.

Las reservas actuales son voluntarias selectivas, de alta cualificación y de utilización discrecional permanente desconocía la respuesta que la sociedad española podría dar a esta oferta y el volumen máximo de reservistas que podría alcanzarse a medio y largo plazo. Hoy se dispone de datos estadísticos de los seis años de vida del modelo. Puede afirmarse que, por esta vía y con una convocatoria anual de 1.500 plazas, se apreciará un suave crecimiento de reservistas voluntarios hasta estabilizarse en torno a los 10.000 efectivos, no antes del año 2025. Y


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O R G A N I Z A C I Ó N para ser reservista ¿

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Quién puede ser Reservista Voluntario? Cualquier ciudadano español, hombre o mujer, de edad comprendida entre los 18 y los 55/58 años, que supere unas elementales pruebas. Cómo y cuándo puedo inscribirme? Informándose en la Delegación de Defensa de su provincia de residencia o en la página web soldados.com y solicitando una plaza en la convocatoria anual. La convocatoria se publica en el BOE a finales del primer semestre de cada año. Cómo adquiero la condición de reservista? Tras haber obtenido una de las plazas solicitadas, pasaré un período de formación militar básica en un centro de formación, de entre 15 y 30 días de duración, y posteriormente una fase de formación específica de similar duración en la unidad militar a la que haya sido asignado/a. Al finalizar este proceso de formación militar adquiriré la condición de reservista voluntario. Qué duración tiene y a qué me obliga? Al adquirir la condición de reservista voluntario firmaré un compromiso de disponibilidad por tres años, prorrogables en sucesivos períodos de tres años, durante los cuales me comprometo a incorporarme a mi destino militar en situaciones de crisis y en el caso de que sea requerido.

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Cómo mantengo actualizada mi formación militar? La afortunada ausencia de situaciones de crisis ha evitado la llamada a la incorporación de reservistas voluntarios y, como medida alternativa, para reciclaje de su formación, se les ofrecen anualmente cortos periodos (de entre una y cuatro semanas de duración) para incorporarse a su unidad y asistir a ejercicios, maniobras, cursos de perfeccionamiento y prácticas en el puesto asignado. Percibo alguna compensación económica? Cuando estoy activado en mi unidad, sí, en la cuantía de dos veces, dos y media o tres veces el salario mínimo interprofesional vigente en función de la categoría desempeñada: tropa, suboficial u oficial, respectivamente, durante los periodos de formación o actualización de formación. En los casos de prestación de servicios se percibe el mismo salario que los militares profesionales del mismo empleo y destino. Puedo condicionar mi incorporación? En la firma de mi compromiso puedo manifestar mi voluntariedad para participar en misiones en el exterior en general o para hacerlo únicamente en las misiones de paz o de ayuda humanitaria, así como determinar el tiempo máximo de mi activación para prestar servicio tanto en España como en el exterior (el mínimo siempre es de un mes).

que, mejorando las condiciones de las convocatorias mediante la aplicación de programas de publicidad e incrementando el número de plazas, el máximo de efectivos alcanzables de esta condición no rebasará los 20.000. En cuanto al aspecto cualitativo, se ha observado que las plazas de oficiales y suboficiales tienen una alta demanda y las de tropa y marinería quedan reiteradamente sin cubrir por falta de peticionarios suficientes. Puede afirmarse que esta oferta ha tenido muy buena acogida entre los hombres y mujeres de medio y alto nivel académico, que les da opción a puestos de oficial y suboficial, y resulta poco atractiva para niveles inferiores. A lo largo de los últimos cinco años, más del 55% de los aspirantes han acreditado ser licenciados o diplomados universitarios. Esta circunstancia ha condicionado el perfil del conjunto hacia proporciones de oficiales (43%), suboficiales (33%) y tropa y marinería (24%), que encajan mal con las iniciales previsiones y demandas de las unidades. Merece también destacarse la respuesta que ha dado la mujer española a las ofertas de colaboración con sus Fuerzas Armadas como reservistas voluntarias. Tal como ocurre con las militares de carrera, son las plazas de oficiales de Cuerpos Comunes las que han atraído de forma significativa la atención de las mujeres. Es también notable la aceptación femenina de las plazas de tropa del Ejército de Tierra. Teniendo en cuenta que la proporción de mujeres en el total de nuestras Fuerzas Armadas profesionales se sitúa en torno al 12%, parece destacable que esta proporción supere el 22% en el grupo de reservistas voluntarios.

UTILIDAD

A pesar de que a los militares profesionales españoles les era familiar la presencia de reservistas de Ejércitos de otros países en funciones de intérpretes o auxiliares de estados mayores y planas mayores, en los frecuentes ejercicios combinados que con ellos realizaban, no sintieron la necesidad de incorporar

esta práctica a sus respectivas unidades y, por ello, inicialmente recibieron con poco entusiasmo la implantación del nuevo modelo de reserva de voluntarios en nuestras FAS. Sin embargo, la progresiva presencia de nuestros ejércitos en misiones en el exterior y, sobre todo, las características de este tipo de misiones, ha requerido un esfuerzo adicional de determinados especialistas que, como los del área sanitaria, están demandando relevos exteriores por fatiga de los recursos profesionales propios y sugieren la conveniencia de iniciar la incorporación de médicos y enfermeros reservistas para aliviar sus reiterados turnos de rotación. La aceptación de esta práctica supondría un comienzo esperanzador que debería continuarse con la activación de reservistas voluntarios de otras especialidades críticas de similar desgaste en las unidades desplazadas. Si se asumen las previsiones del Mando de Doctrina del Ejército de Tierra, que para el primer tercio de este siglo considera como misiones más probables de las FAS las de estabilización, crecerá la demanda de reservistas voluntarios que acrediten capacidades apropiadas para el desarrollo de las tareas concretas que requieren este tipo de misiones. Define esas misiones como las que contribuyen a establecer un ambiente seguro y fiable, a proporcionar los servicios fundamentales para el gobierno de la población (gobernabilidad, Fuerzas Armadas y de seguridad, sistema judicial y de prisiones, etc.), a apoyar el desarrollo económico y social (sistema sanitario, de educación), a reconstruir o construir la infraestructura de emergencia (electricidad, agua, vías de comunicación) y a proporcionar ayuda humanitaria. Hay reservistas voluntarios que aportan experiencias y titulaciones que no encajan con claridad en los puestos que se requieren y podrían ser idóneos para desarrollar tareas en estados mayores y planas mayores de unidades. O bien en actividades logísticas, cuyo funcionamiento en régimen continuo precisará de apoyos que podrán satisfacerse con

personal de estas características previamente formado, de la misma manera que lo hacen la mayor parte de los Ejércitos de los países integrados en la OTAN y que los militares españoles pueden comprobar en su paso por cuarteles generales multinacionales. Las características de determinados reservistas pueden encajar mal con los empleos militares que ostentan, habida cuenta de que por su edad, desarrollo profesional civil, relevancia social de su actividad, se encuentran más cerca de los mandos militares de su edad que de los de su empleo. Aunque esta circunstancia no debe ser óbice para un correcto desempeño de su trabajo circunstancial en las FAS, pueden presentarse situaciones excepcionales en las que resulte aconsejable la asignación, con carácter eventual, de un empleo proporcionado al puesto desempeñado en su activación. La figura del ‘militar comisionado’, perfilada en el Anteproyecto de la LCM y rechazada en el proceso de su elaboración, podría haber ofrecido alguna solución a esta cuestión. La desaparición, el pasado 30 de junio, de los reservistas temporales ha supuesto para las Fuerzas Armadas Españolas la privación de un recurso de reserva de importancia capital, habida cuenta de que se trataba de personal de formación militar acreditada de inmediata entrada en eficacia en puestos tácticos propios de su especialidad fundamental militar. Constituían, sin duda, un complemento indispensable de los reservistas voluntarios de procedencia civil, aptos para ser utilizados como especialistas en tareas concretas relacionadas con su profesión, habilidades y capacidades, y con una formación militar elemental apropiada al desarrollo de estas tareas. Los reservistas temporales formaban la ‘reserva regular’ de

Un oficial médico reservista voluntario reconoce a un enfermo. Abajo, otro voluntario atiende a unos niños.

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O R G A N I Z A C I Ó N nuestras FAS, un conjunto de más de 20.000 efectivos - fundamentalmente jóvenes de la categoría de tropa y marinería- al que nunca fue necesario recurrir para complementar los efectivos disponibles y que nuestra creciente participación en misiones en el exterior ha puesto en considerable valor. La opción de paso a la condición de reservista voluntario que la LCM concede a los antiguos reservistas temporales y a los militares profesionales que finalizan sus compromisos temporales con las FAS, debería compensarse o primarse para hacerla más atractiva.

EL FUTURO

En el inicio del nuevo siglo se observa en los países europeos una evolución notable en el concepto de reservas de personal susceptible de ser incorporado a las FAS. Las reservas masivas designadas de oficio se reducen considerablemente y dan paso a unas reservas de incorporación voluntaria, selectiva, de alta cualificación y de utilización discrecional permanente. Se mantiene con cierta prioridad la ‘reserva regular’, integrada por militares profesionales cesantes por fin de sus compromisos temporales, de formación militar acreditada; susceptibles de ser empleados tras breves períodos de reciclaje y ambientación. En Es-

La reserva voluntaria tiene muy buena acogida entre personas de medio y alto nivel académico paña, disponer de una reserva de personal de estas características, debe tener cierta prioridad y a este objetivo convendría dedicarle atención preferente. La desaparición, de hecho, del servicio militar obligatorio ha provocado el nacimiento de opciones de colaboración en la defensa de sus respectivos países de los ciudadanos que, sin formación militar previa o con ella ya caducada, manifiestan su deseo de aceptar la oportunidad que se les brinda. Quienes en

España hacen uso de esta opción adquieren la condición de reservistas voluntarios. Nuestros reservistas voluntarios constituyen una verdadera ‘reserva de especialistas’ dispuestos a aportar a las FAS lo que mejor saben hacer, lo que hacen cada día en el ejercicio de su profesión, cuando estas aptitudes sean precisas para el cumplimiento de determinadas misiones asignadas a aquéllas. Si el área de Sanidad requiere actualmente el apoyo de reservistas para participar en misiones en el exterior deben ponerse en marcha los procedimientos para hacerlo posible. Esta práctica, que ya se utilizó en la operación de ayuda humanitaria a Indonesia por la catástrofe producida por el tsunami del 2004, aparte de evidenciar la utilidad de los reservistas, provocaría en ellos una gran autoestima. Para mejorar el encaje de determinadas profesiones y aptitudes de los reservistas en tareas propias de los puestos adecuados a sus características, en estados mayores, planas mayores, logística, resulta conveniente insistir en su formación y asignar esta responsabilidad a determinados centros que se constituyan en referentes de formación de los reservistas. Trascurridos más de cinco años de vida desde su nacimiento, nuestros reservistas voluntarios se han ganado la aceptación y el reconocimiento de los militares profesionales y sus cortos periodos de presencia en las unidades han dejado de ser una anécdota. La ausencia de cultura de empleo de reservistas en nuestras fuerzas armadas en situaciones de normalidad debe superarse mediante el conocimiento preciso de las capacidades que pueden aportar aquellos para satisfacer necesidades coyunturales concretas de las unidades en determinadas misiones. La voluntariedad de participación de los reservistas, en cualquier misión, está fuera de toda duda. Ya lo han demostrado en la Unidad Militar de Emergencias a lo largo de los tres últimos años y se encuentran a la espera de una oportunidad para hacerlo en el exterior. Se la han ganado. n


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