La Voz De Dios, Cindy Jacobs

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78 el carácter de Dios o con las fortalezas de los temores y placeres humanos. No todos los mensajes proféticos son agradables, pero cuando están en el tiempo apropiado y tenemos el corazón, la actitud y las palabras correctas, la gracia es la cucharada de azúcar que ayuda a tragar la medicina. Recuerdo, hace años, cuando temía tanto a la gente, que temblaba con sólo hacer una pregunta a mi pastor en nuestra enorme iglesia. Se había desatado positivamente en mí la idea de anunciar en público un mensaje profético. Aun después de que tuviera la experiencia de hablar con nuestro pastor me agitaba por dentro y ensayaba una y otra vez lo que iba a decir. Parecía que lo que decía se volvía en mi contra. Básicamente, había experimentado algunas heridas de otros pastores y temía serlo otra vez, lo que me causaba un tremendo temor a las personas. Al fin fui confrontada por la verdad en un período de oración. ¡Me importaba más lo que dijera el pastor que lo que pensara Dios! Eso fue demasiado fuerte. Si Dios no me hubiera mostrado esta falla, la hubiera negado acaloradamente. Puse también a los líderes en tal pedestal que dejaron de ser simples seres humanos. Preocuparse demasiado de cada nimiedad que alguien le dice es agobiante. Nunca será libre para ser usted mismo. El otro extremo del péndulo es no preocuparse de lo que piensan los demás, y en consecuencia los herirá. Algunos jóvenes profetas son demasiado severos y otros demasiado tímidos. Es triste, pero es difícil encontrar el equilibrio entre esos dos extremos. Una vez que descubrí que estaba desequilibrada en mi temor humano, me enfoqué en «no mantener impedimentos» hasta que aprendí acerca de lo que escribo en este libro, y estuve en capacidad de avanzar en un equilibrio apropiado.

LA INFERIORIDAD La inferioridad es pariente cercano de la inseguridad. Revise, en quienes instruye, si tienen señales de inferioridad. La gente con este compiejo casi siempre se esconde detrás del «talante hostil». Cortan a otros para edificarse a sí mismos. Esta es también una señal de espíritu de crítica. Si la persona con quien está trabajando tiende a hacer comentarios ásperos, de los que ríe después como si fueran bromas, tiene un problema de personalidad. Los aprendices de humildad no se ofenden cuando se trae esto a su atención. El talante hostil apunta a menudo a sentimientos de inferioridad, en tal caso el tutor debe orar con el aprendiz para ayudarlo a descubrir las raíces y lograr la sanidad. Otro indicador de inferioridad es la jactancia. No pienso que esto sea hablar de testimonios sobre los lugares donde hemos ministrado. Todos debemos ser capaces de hablar y escuchar lo que Dios ha hecho en, y a través de, nosotros. Es un testimonio de la bondad de Dios. Me gusta escuchar anécdotas de los viajes ministeriales de mis amigos. La Biblia dice: «Gózaos con los que se gozan» (Romanos 12.15). Sin embargo, algunas personas siempre tienen que sobrepasar las anécdotas de los demás. Sinceramente, encuentro esto demasiado odioso. Los líderes tienen que ser cuidadosos para no caer en excesiva jactancia cuando los que se están iniciando les hablan de las hazañas que Dios hace a través de ellos. La mayoría de las personas que han estado en el ministerio por mucho tiempo podrían aventajar cualquier historia que un joven cristiano le pudiera contar. También es posible el peligro de que los líderes más experimentados se aburran en cuanto a lo que Dios hace a través de los jóvenes. Uno de los atributos de los buenos instructores es que guardan silencio, respecto a lo que Dios hizo con ellos en el pasado, en el momento en que los aprendices le hablan de cómo Dios los está usando hoy en día. También deben regocijarse con el aprendiz como si fuera lo mejor que ha sucedido, porque así es para él.


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