La Voz De Dios, Cindy Jacobs

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A veces malinterpretará lo que Dios podría estar diciéndole (por eso sugiero no hablar en primera persona). Si eso le sucede, pida perdón y reconozca que tal vez no ha escuchado correctamente. Esto lo mantendrá claro con el Señor y con sus relaciones; no le permita al orgullo meterse en su camino. Hace poco, una persona anunció una profecía respecto a un acontecimiento y fecha específicos, y malinterpretó lo que Dios estaba diciendo. Muchos en el cuerpo de Cristo habían escuchado su profecía. Como hombre de Dios, sin embargo, tuvo la integridad de imprimir una disculpa en una importante revista cristiana. Lo respeto verdaderamente por eso y creo que Dios lo bendecirá. Somos responsables por lo que anunciamos a otros como profecía. «Cindy», podría preguntarme, «¿has malinterpretado alguna vez un mensaje profético?» Si, lo he hecho. Una profecía puede no llegar a suceder por varias razones. He aquí dos de ellas:

1. La persona a la que se profetiza no reúne las condiciones que el Señor da en la profecía o cae en pecado (véanse 1 Samuel 10.1; 13.13, 14). 2. La persona que profetiza lo hizo en la carne o tuvo sólo un entendimiento parcial de lo que Dios estaba diciendo, que afecta a lo que anuncia como procedente del Señor. El amor humano puede tentar un mensaje. Soy muy cuidadosa al profetizar a mis familiares o amigos íntimos, porque mi amor personal por ellos o mis emociones pueden interferir lo que Dios está diciendo verdaderamente. Casi siempre digo: «Siento que estoy escuchando este mensaje profético del Señor, pero me gustaría hacerlo confirmar por alguien que no te conozca tan bien» (o que no tenga intereses en lo que sucede). Algunas veces el amor ciega al profeta, ocasionando que dé un buen mensaje profético cuando lo que el Señor quiere es que anuncie uno de corrección. David y Natán Un pasaje que podría iluminar esto es 1 Crónicas 17.1-4: Aconteció que morando David en su casa, dijo David al profeta Natán: He aquí yo habito en casa de cedro, y el arca del pacto de Jehová debajo de cortinas. Y Natán dijo a David: Haz todo lo que está en tu corazón, porque Dios está contigo. En aquella misma noche vino palabra de Dios a Natán, diciendo: Ve y di a David mi siervo: Así ha dicho Jehová: Tú no me edificarás casa en que habite. más tarde sería su trabajo: preparar los materiales para construir el templo. David cavilaba en eso, y Natán hizo algunas presunciones. Quizás Natán había estado pensando lo mismo y por eso llegó a la conclusión de que Dios había ordenado a David construir un templo para Él. Cualquiera que fuera el caso, Natán habló inadecuadamente, dio la impresión de que no fue bien interpretado, y malinterpretó el mensaje de Dios. Recibió entonces un mensaje profético del Señor y tuvo que ir a corregir la impresión que había dejado antes al rey David. El Señor quería que el hijo de David construyera el templo en vez de David mismo (véanse vv. 11,12). Pablo y Agabo Agabo es otro caso del Nuevo Testamento en el cual un profeta puede no ser cien por ciento exacto, pero el meollo básico del mensaje profético era correcto. Agabo era evidentemente un profeta probado por la manera en que la Iglesia respondió a la profecía


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