El erotismo en la poesia de julia de burgos ~ doel lópez velázquez ~ puerto rico

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Doel López Velázquez (Segundo Premio en Ensayo: Casa del autor puertorriqueño-1985) EL EROTISMO EN LA POESIA DE JULIA DE BURGOS

El erotismo es un tormenta interior de la más íntima provocación de la voluptuosidad sensitiva. Nace de la inconformidad y de la impotencia por armonizar las voliciones interiores. No todo los afectados lo hacen con los mismos elementos provocadores ni el ánimo es tentado por las mismas fuerzas y motivaciones. Las transiciones históricas abruptas y la anarquía social llevan a estas indignaciones interiores que resultan, luego, en los actos exteriores ya sean literarios o civiles. La anarquía social siempre ha traído desajustes que dislocan el orden generando las neurosis individuales y colectivas que llevan a la indignación, la pasión y el erotismo. Todo cambio crea expectativas con cierta carga de rigidez emocional que degenera a menudo en crisis y en neurosis. Como resultado de la invasión norteamericana de 1898, el pueblo de Puerto Rico se carga de indecisiones que le anulan la disposición anímica para la creatividad y le apabullan el ánimo para la disensión y la protesta. En el currículo adrede para la transculturación, la docilidad se enseña como una virtud y la disensión como descortesía y malacrianza. La humildad, no como conocimiento propio, sino como sumisión y apocamiento. A la crisis moral que surge de la ruptura histórica del 98, le sigue la perplejidad del pueblo, sin una voz inmediata, que como la fuerza de la propaganda del invasor creara una contrafuerza militante de denuncia efectiva a la propaganda diluyente extranjera, validando lo autóctono. Surge algún tiempo después, pero delegando en un jíbaro literario el planteamiento de nuestro destino de pueblo. Se fijaron los caracteres definitorios de la personalidad del puertorriqueño: primero en un criollismo costumbrista sanano, casi amanerado y, luego, en el neocriollismo con más virilidad, pero aún desde el espíritu; tanto que Pedreira tiene que apostatar: «Hay que aprender a ser criollos, pero sin petulancia»... y Manrique Cabrera: «Basta ya de jíbaros pintorescos---, hay que ahondar en el pensar y el sentir para sacar a flor de arte la verdadera cultura nuestra». La generación del 3 0 recoge, en el rompecabezas biológico, los pedazos del ser puertorriqueño que se atomizó en el trauma del 98 y a este ser ambiguo, janeano, atrapado entre dos identidades, le negó su parentesco, porque, más que vergüenza, le dio grima la desintegración y la alineación diluyentes de su personalidad. Buscan entonces, no la recreación, sino la reconstrucción y fueron con la tradición a tocar a la tumba del jíbaro, para, con él, recrear los caracteres definitorios de la personalidad puertorriqueña, pero no recrearon; reconstruyeron, reformaron.


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