Salir de Viaje - Verano 2007

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Tranquilidad Mediterrรกnea

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Turismo de Costa

• Texto: Salir de Viaje. • Fotografías: Salir de Viaje / TouristInfo Dénia / Agencia Valenciana de Turismo C.V.

Situada a medio camino entre las rocosas y abruptas sierras marinas del sur de la provincia de Valencia y los arenales de la Costa Blanca, Dénia ha sido tradicionalmente, y continúa siendo, un destino muy valorado por los turistas de toda Europa. Una perfecta alternativa para disfrutar de su tiempo de ocio. énia, ¿Qué tiene que tanto nos gusta? ¿Será el azul limpio y sereno de su cielo? ¿Será acaso el brillante resplandor que destilan sus mañanas? ¿O quizá la tranquilidad de sus playas y la quietud de sus aguas? Posiblemente sean todas ellas, unas y otras características, las que otorgan a la capital de la Marina Alta ese encanto tan especial que la hace ser uno de los mejores regalos que la Comunitat Valenciana ofrece a sus visitantes. Dénia se despierta cada mañana como sólo los más bellos lugares de Europa saben hacerlo, con ese toque mágico tantas veces repetido en fotografías y postales, con las señas de identidad de su tierra muy claramente marcadas. Dénia es valenciana, y presume de serlo. Atrapada entre montes y el mar Mediterráneo al que tanto debe su historia, la localidad alicantina ha sabido crear un microespacio en el que el bienestar habla con mayúsculas, y del que el turista sale encantado para volver en fechas próximas.

Por lo tanto, una visita a las tierras de Dénia supone para el viajero apostar sobre seguro, bien en la confección de sus vacaciones, bien en una simple escapada diaria o de fin de semana. Rotas y marinas, importantes vestigios del pasado, deliciosos lugares típicamente valencianos, una gastronomía llena de matices y sabores... ¿a qué está esperando para coger las maletas y encaminarse a la Costa Blanca? Dénia y sus gentes aguardan su visita.

Su Historia Los historiadores sitúan los orígenes de la actual Dénia en un poblado ibérico conocido como Diniu, aunque no será hasta la época romana cuando se produzca el despegue de la población. Dianium, nombre que recibió el asentamiento romano, cobró especial importancia gracias a la instalación, en el siglo I antes de Cristo, de una base naval por parte de las tropas de Sertorio. El emplazamiento de la ciudad romana se situaba al norte de la actual Dénia, justo en

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Pueblo de pescadores frente del antiguo puerto. Evidentemente, la ubicación de la ciudad no estaba elegida al azar. Las abruptas costas y accidentes geográficos, además del Montgó, servían como perfecta defensa natural para los ataques navales que azotaban las costas del Mare Nostrum. Durante los años del Imperio Romano, Dénia consolidó su importancia al ser elevada a la categoría de municipio, una distinción que se vería ampliada con el paso de los siglos y que continuó reforzando el poder de la localidad. No en vano, entre los años 636 y 693, ya en la época visigoda, Dénia fue elevada a sede episcopal dependiente de la de Toledo. Pero si hay un momento histórico en el que Dénia despunta, éste es, sin duda, el de la larga etapa musulmana, que se extendió durante cinco siglos, y que tuvo su punto culminante en el siglo XI. Las zonas de la Península Ibérica controladas por los árabes habían adoptado los taifas (reinos independientes entre sí) como

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estructura política, y las ciudades más importantes se convirtieron en capitales de esos pequeños estados. Daniyya (denominación musulmana de Dénia) se convirtió en la cabeza de la taifa creada en 1010 por Muyahid al-Amiri al-Muwaffaq. El reino de Dénia llegó a alcanzar una extensión territorial considerable, gracias a la anexión de las islas Baleares, y se transformó en un centro marítimo y comercial de gran pujanza, que llegó a acuñar su propia moneda, y que albergó una esplendorosa escena cultural. Sin embargo, la taifa perdería su independencia el 1076, cuando Al-Muqtadir, rey de Zaragoza, ocupó las tierras de Dénia y las anexionó a sus dominios, de los cuales dependería hasta la invasión de los almorávides, en los albores del siglo XII. La Reconquista de la localidad en 1244 por parte de las tropas catalanoaragonesas abrió un nuevo escenario en el juego. Dénia pasaba a ser una ciudad cristiana, perteneciente a la Corona de Aragón, pero poblada mayoritariamente por musulmanes, que no habían sido expulsados, además de varios cientos de repobladores llegados de todos los territorios del reino aragonés. Dénia y sus territorios colindantes se transformaron, sucesivamente, en señorío, condado y marquesado, y mantuvieron


su vigor económico y comercial hasta la expulsión de los moriscos en el siglo XVII, cuando la zona quedó prácticamente despoblada. Dénia trató de recuperar el prestigio perdido en los siglos posteriores, se topó con la mala suerte. Partidaria del Archiduque Carlos en la Guerra de la Sucesión, corrió la misma suerte que el resto de tierras de la Corona de Aragón, y fue desprovista de sus fueros, privilegios y libertades. No fue hasta mediados del siglo XIX cuando, gracias al esplendor del comercio de la Pasa y su transporte marítimo, Dénia experimentó un considerable aumento de población y se situó como una de las poblaciones más ricas de la provincia de Alicante. Con el despegue del turismo en los años 60, la fisonomía de Dénia cambió de manera radical. El que fuera pueblo de pescadores y centrado en las actividades marítimas pasó a depender del sector terciario, y atrajo a cientos de miles de visitantes que, maravillados por su belleza natural y sus playas, lo convirtieron en un punto de veraneo muy destacado, aspecto que se mantiene hoy en día como reclamo más importante de la localidad entre los turistas de todo el mundo. La actual Dénia mantiene una atractiva mezcolanza entre el pasado y el futuro. La configuración

de la ciudad debe mucho a su peripecia histórica, con su Castillo, de estructura islámica, como elemento central. Situado sobre una suave colina en el mismo centro de la ciudad, fue remodelado en épocas posteriores, y es la construcción más característica de la localidad. Las laderas de la colina, además, son testigos mudos del paso de diferentes culturas y civilizaciones por la ciudad, ya que en ellas se han descubierto diversos restos pertenecientes a los asentamientos romanos y musulmanes. Junto al castillo destacan, como monumentos de interés, la Iglesia de la Asunción, levantada en el solar que dejaron la ermita de San Roque y el hospital, y que sufrió daños muy severos en el transcurso de la Guerra de la Independencia; el conjunto formado por la Iglesia de San Antonio de Padua y la plaza del Convento (del siglo XVII), y los Museos Arqueológico, Etnológico y del Juguete, que

El Castillo situado sobre una suave colina en el mismo centro de la ciudad, fue remodelado en épocas posteriores, y es la construcción más característica de la localidad.

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ofrecen interesantes testimonios de la historia, la cultura y la industria dianenses. Además, la visita es obligada al Centro de Arte L’Estació, sede de exposiciones temporales, ubicado en la antigua estación de la localidad, a las ermitas “de conquista” situadas en las laderas del Montgó: la de San Juan, Santa Paula y Santa Lucía, construida en el tránsito del Renacimiento al Barroco, y la del Pare Pere, del siglo XIX, y al Convento e Iglesia de Nuestra Señora de Loreto, una fundación de monjas agustinas descalzas de clausura, de principios del siglo XVII. Buscaremos las hondas raíces de la historia dianense en los barrios antiguos de Baix la Mar y Les Roques. El primero es una típica barriada mediterránea de pescadores, surgida en el siglo XIX, de calles estrechas y casas de pocas altura, con la placeta de la Creu como elemento más significativo. El segundo se emplaza sobre la que fuera medina árabe, muy cerca ya del Castillo.

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Asimismo es muy recomendable el paseo por la zona de la calle Marqués de Campo, arteria principal de la ciudad, y centro del comercio de Dénia. La fuerte urbanización de finales del siglo XIX y la necesidad de crear una conexión directa entre el núcleo urbano y el barrio de pescadores supuso la apertura en 1917 de esta avenida, que alberga algunos de los restaurantes y cafeterías con más encanto de la localidad. La calle recibe el nombre del patricio y terrateniente valenciano José Campo, uno de los impulsores del crecimiento de la localidad, que instaló en Dénia una fábrica de gas para posibilitar el alumbrado de las calles, que impulsó la línea ferroviaria que unió la localidad con Carcaixent, y que fue uno de los “padres” del moderno puerto de Dénia al participar de manera decisiva en la constitución de la Sociedad de Obras del Puerto. El desarrollo turístico experimentado por Dénia en los últimos cincuenta años ha contribuido a la creación de todo un sinfín de hoteles, campings y zonas de ocio y playa perfectamente equipadas para el descanso, así como una zona portuaria que es la envidia de las localidades colindantes, en cuanto a belleza e importancia. Y es que Dénia es un puerto clave en el tránsito marítimo hacia las Islas Baleares. Su escasa distancia con Ibiza (55 millas), la ha convertido en una sensacional zona de embarque, sin duda la óptima, por su proximidad, hacia el vecino archipiélago.


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Donde descansa la historia

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Los sabores mediterráneos impregnan los platos de la riquísima gastronomía de Dénia. Abundantes y deliciosas, las especialidades culinarias que se cultivan en la localidad han otorgado a Dénia el honorífico título de capital gastronómica de la Costa Blanca. No es para menos. La cocina dianense conjuga experimentación con tradición y ofrece suculentos manjares que es necesario probar en su visita a la ciudad. Como en prácticamente toda la Comunitat Valenciana, el arroz es el elemento más utilizado en los más de doscientos setenta restaurantes y establecimientos de que dispone la localidad. Desde la tradicional paella, realizada al estilo marinero, hasta los arroces con espinacas y boquerones, y los arroces

con verduras, existe todo un sinfín de posibilidades para disfrutar con el arroz en la localidad. Mención especial merece, por supuesto, el arroz a banda, que es el protagonista destacadísimo del Concurso Internacional que se celebra anualmente, y en el que el visitante podrá ser testigo de las diferentes variaciones con las que se prepara este plato tan apreciado en toda la geografía valenciana en general, y en Dénia en particular. Sin embargo, quedarnos únicamente con el arroz supondría no reparar en algunos de los platos más deliciosos que nos ofrece la gastronomía de la tierra. Así, las parrilladas de marisco, las gambes amb bleda, el suquet de peix o les picaetes (platos típicos que incluyen diversas especialidades culinarias todo tipo de salazones, mariscos, espencat, albóndigas de carne, de bacalao o polp sec) merecen ser degustados con calma. Como también los guisos elaborados con pescado fresco recién subastado en la Lonja marinera y los aderezos y condimentos locales: el alli-oli y los embutidos que produce la comarca. Como colofón perfecto para el magnífico y abundante ágape que le proponemos, no deje de probar los innumerables postres autóctonos, desde las coques d’ametlla, los buñuelos de calabaza y los higos con crema de almendra hasta los productos de la fértil huerta dianense. Repetirá.

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Las Fiestas Si en algo destaca Dénia es en la abundancia de fiestas que celebran sus gentes. Y es que la excelente situación geográfica de la ciudad, a mitad camino entre Valencia y Alicante, le hace poseedora de las festividades propias de cada lugar. Entre las celebraciones más destacadas que se llevan a cabo en las calles de Dénia encontramos las Fallas, que ponen el ingrediente pirotécnico y musical; les Fogueres de Sant Joan, que marcan el inicio del verano y que, junto a las Fallas, plantan monumentos de gran valor artístico y satírico en casi cada esquina de la ciudad; las Fiestas Mayores de la Santíssima Sang, que tienen lugar en la primera quincena de julio y que incluyen en su programa a los Bous a la Mar, tradicional celebración veraniega que ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional; los Moros y Cristianos, recuerdo vivo del pasado musulmán de la localidad, lleno de colorido y de tradicion, y cómo no, las romerías hacia las

diferentes ermitas de Dénia. Todas ellas se completan con otros eventos de carácter lúdico como las proyecciones de cine en la playa de la Marineta Casiana, llamadas “Cine voramar” o los conciertos “Música al castell” que tienen lugar en el castillo. Todas estas celebraciones y muchas más conforman el calendario festivo y cultural anual de Dénia. Citas prácticamente ineludibles e indispensables para conocer el modus vivendi de los dianenses.


Las Rotas

Las Rotas se hallan inmersas, casi en su totalidad, en la Reserva Marina del Cabo de San Antonio, una extensión protegida de casi tres kilómetros de longitud.

Las Marinas

Las Marinas se compone de seis playas sin estribaciones ni accidentes geográficos siendo una zona de aguas cálidas y poco profundas 14 • Salir de Viaje

Busquemos ahora la aventura y la diversión de unas costas escarpadas, diferentes a los habituales arenales, y dotadas de una belleza singular. En la zona de Las Rotas, al sur del puerto de Dénia, el aventurero encontrará la horma de su zapato, al poder disfrutar de una vegetación curiosa y de unas condiciones naturales típicas del norte de la provincia de Alicante. Las costas de Las Rotas se hallan inmersas, casi en su totalidad, en la Reserva Marina del Cabo de San Antonio, una extensión protegida de casi tres kilómetros de longitud. Las Rotas es, por lo tanto, una zona para admirar y preservar, en la que las posibilidades de hallarse con la quietud y el silencio son superiores a las de los arenales del norte, que habitualmente congregan a un mayor número de bañistas. Una de las posibilidades más atractivas que ofrece la zona de Las Rotas es el buceo en sus aguas. La extraordinaria riqueza del fondo

marino de la costa dianense y la variedad de especies existentes tanto en flora como en fauna marina hacen que practicar el submarinismo se transforme en una verdadera delicia, podrá observar un gran número de especies de flora y fauna marina, así como amplias praderas de posidonia, esenciales para la riqueza medio ambiental de los fondos marinos. En el litoral podremos observar las numerosas Micro-Reservas de Flora, además de la Reserva Marina del Cabo de San Antonio. Estas zonas han sido catalogadas como LICS (Lugares de Interés Comunitario) y pueden ser visitadas previa solicitud de un permiso especial. El viajero puede encontrar en las Rotas dos tipos de playas: La Playa de la Marineta Casiana, de arena, y la playa de Las Rotas, compuesta de calas rocosas. En la playa de las Rotas hallamos diversas áreas: El trampolí (1,5 kms), La Punta Negra (1,4 kms), Arenetes (0,5 kms) y la Cala de uso naturista (0,18 kms).

La primera zona costera con que Dénia obsequia a sus visitantes es la larga extensión que conforman Las Marinas. Bajo esta denominación global se conoce a las extensas playas de fina arena blanca que se sitúan al norte del puerto de la localidad, y que suponen una perfecta elección para el amante de la playa como habitualmente la conocemos: un largo arenal en el que las opciones más recomendables son, además de tomar el necesario baño, descansar al sol y pasear. Las Marinas se compone de seis playas sin estribaciones ni accidentes geográficos y es una zona de aguas cálidas y poco profundas, lo que la convierte en la zona más indicada si viaja con niños. Las playas se extienden a lo largo de más de 16 kilómetros, ofreciendo un tapiz de arenas tranquilas. De norte a sur podemos encontrar Les Deveses (2,95 km), L’Almadrava (2’9 km), Els Molins (2,7

km), Les Bovetes (1,8 km), Les Marines (3,2 km) y la Punta del Raset (0’6 km), que linda con el puerto de Dénia. Además, las perfectas condiciones de la zona de Las Marinas permiten a sus visitantes realizar todo tipo de deportes y actividades. Desde el mini-fútbol hasta el voley-playa, pasando por actividades recreativas para los más pequeños, los servicios de ocio se multiplican cada año. Caso aparte es el del windsurf. La peculiar configuración geográfica de Dénia convierte a sus playas, en especial Las Marinas, en puntos espléndidos para disfrutar de este deporte. La playa de Les Deveses (a lo largo de unos 600 metros) y la Punta del Raset (en su zona del Espigón Norte) son, si los vientos de Garbí y Llebeig lo permiten, las pistas por las que fluyen los amantes de esta modalidad deportiva.


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Puerta del Mediterraneo

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La cocina turolense tiene un protagonista destacadísimo: el jam n. Producto estrella de la gastronomía ibérica, el jam n de Teruel ha sido galardonado en diversas ocasiones y premiado con el distintivo de Denominación de Origen, que lo valora como uno de los más importantes de España. Su delicioso sabor tiene una incidencia importante en gran parte de los platos turolenses. Pero la gastronomía de Teruel no sólo se compone del jamón. El cordero es otro de los elementos cárnicos más usados. En concreto destaca el cordero asado, pilar clave de la cocina turolense. Además, en su visita a la ciudad es obligatorio degustar las chuletillas de cordero a la brasa o a la teja, las patas rellenas, las chiretas o la longaniza de punta de pecho (rellena de carne picada, lomo de cerdo y jamón cocido en salsa de cebolla). Podrá sumar al menú productos provenientes de la caza, muy extendida en Teruel, como la perdiz en escabeche, la codorniz, el conejo, la liebre o el jabal , y acabar su comida con un excelente postre autóctono. Pruebe los melocotones de Calanda (con Denominación de Origen) y también las pastas artesanas tradicionales: mantecados, almendrados, magdalenas, casquetas o coca garrapi ada. Para regar el manjar, nada mejor que los vinos de Calaceite y Valderrobles.

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• Texto: Salir de Viaje. • Fotografías: Archivo del OAL Turismo Rías Baixas

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....y esas sensaciones son cuatro, cada una de las cuales se fundamenta que fue declarada de interés turístico nacional en 1966. En invierno, el fuego en un recurso activo de los cuatro más importantes de los que de las hogueras y los desfiles con las tortas de pan bendito, o las típicas “parás” son los principales protagonistas de las fiestas de San Sebastián en disponemos:

Las Peñas y de San Antón en la Villa. Además, Requena y sus diferentes Nuestro patrimonio monumental produce la primera sensación, pedanías celebran a lo largo de todo el año fiestas patronales. Mención aparte el encanto. Un encanto que rezuma el barrio de La Villa con las piedras merece la Semana Santa requenense o los recuperados cantos de los mayos centenarias de sus iglesias góticas y neoclásica, su sistema defensivo amurallado, y los junios al inicio de la primavera. su arquitectura civil, sus tortuosas calles repletas de historias y de leyendas y su misterioso subsuelo horadado por un laberinto de cuevas, que han sido El cuarto fundamento de nuestro producto turístico lo forma despensa, lagar, refugio y hasta lugar de enterramiento. Si todo esto nos sabe nuestro patrimonio medioambiental. a poco, nos podemos desplazar hasta el barrio de Las Peñas y admirar la Las sensaciones se multiplican y el visitante tiene donde elegir: desde la arquitectura mudéjar de la Iglesia de San Sebastián o acercarnos hasta el barrio tranquilidad que pueden dar los recorridos a pie o a caballo por los diferentes del Arrabal y disfrutar de la Iglesia del Carmen y del Claustro del antiguo senderos y parajes del municipio, el sobrevuelo en avioneta desde el aeródromo convento carmelitano, sede del actual museo municipal. de El Rebollar sobre el Parque de Las Hoces, La Muela o el Pico del Tejo, o las curas de salud en el balneario de Fuentepodrida, hasta las impresiones Nuestro segundo activo es la gastronomía, con el sabor como más fuertes que nos pueden provocar el descenso en piragua por el Cabriel, protagonista. Y es que las papilas gustativas del visitante se ven desbordadas las excursiones en bicicleta de montaña o la contemplación en vivo de la por los sabores que son capaces de generar nuestros embutidos, nuestros vinos fauna ibérica en el Parque de la Naturaleza junto al Rebollar. Actividades y nuestros cavas. todas ellas altamente recomendables, que nos ayudan a desconectar de nuestros quehaceres diarios y que además, nos descubren las maravillas naturales de El tercer pilar de Requena lo constituyen nuestras fiestas y tradiciones Requena. populares, que nos producen la sensación de la alegría. Alegría que se desborda cuando llega la última semana de agosto y las calles de Requena se convierten Si todo este cóctel de buenos ingredientes se combina convenientemente en el escenario de los pasacalles, los desfiles vendimiales, el rallye humorístico obtenemos el producto turístico “Requena”, palabra cuyo eco, después de o la ofrenda de flores, actos de la Fiesta de la Vendimia más antigua de España, haberla visitado, se transforma en un suave.....

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• Texto: Salir de Viaje. • Fotografías: Salir de Viaje / Tourist Info Cullera Agencia Valenciana de Turismo

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adrid es, en muchos aspectos, la ciudad soñada por el amante de la historia y del arte. Amplias avenidas y extensos y bellos jardines sirven como marco y protección al viejo casco histórico, al Madrid de los Austrias que devino en capital del (entonces) gran Imperio Espa ol liderado por Felipe II, y en el que no se ponía el sol. Los palacios de los nobles y potentados de la época suponen extraordinarias muestras de las diferentes tendencias arquitectónicas, y sirven como contenedores culturales para algunas de las colecciones artísticas más importantes del mundo, como el Museo del Prado o la colecci n Thyssen. No obstante, Madrid no sólo es apto para el enamorado del arte antañón. Y es que la capital de Espa a es, a comienzos del siglo XXI, una metrópoli vibrante y moderna, dotada de unas excelentes infraestructuras y con vocación de seguir creciendo mucho más. El desarrollo económico experimentado por Espa a en las últimas décadas no ha hecho sino elevar el prestigio y aumentar el desarrollo

de Madrid hasta convertir la ciudad en un referente a nivel europeo, que habitualmente es sede de simposios, congresos, y epicentro de una animada vida social. El visitante que desee pasar sus días de asueto en Madrid descubrirá, por lo tanto, una capital moderna y plenamente actual, que alcanza los tres millones de habitantes, pero que sigue llena del encanto histórico del Siglo de Oro español. Una ciudad que merece la pena conocer, y de la que Salir de Viaje le muestra, en las siguientes

páginas, su historia, rincones y atractivos más significativos.

Madrid: historia y vida La transformación de Madrid se ha intensificado a lo largo de su historia en tres momentos clave. El primero de ellos, evidentemente, se da a partir de su declaración como capital de Espa a por parte de Felipe II a mediados del siglo XVI. La hasta entonces pequeña localidad de la sierra, heredera del asentamiento musulmán Magerit creció en población y belleza gracias al traslado de la corte, y se embelleció con el arte herreriano a la usanza del vecino monasterio de San Lorenzo del Escorial. En los sucesivos años, y como capital del mundo hispánico, los monarcas dotaron a Madrid de modernos y confortables palacios, como el del Buen Retiro, actualmente destruido y del que se conservan varios fragmentos y sus jardines, el popular

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Parque del Retiro, uno de los pulmones y atractivos tradicionales de Madrid. El segundo punto de inflexión en la historia de Madrid lo encontramos avanzado el siglo XVIII, con la subida al trono de Carlos III de Borbón. La actual fisonomía de la ciudad se comenzó a apuntar gracias a las reformas emprendidas por el rey, que ha pasado a la historia con el apelativo de “el mejor alcalde de Madrid”. Las reformas de los monarcas borbónicos se notaron especialmente en la ordenación urbana. Madrid, que hasta el momento había sido una ciudad caótica, repleta de calles estrechas y sin sistema de alcantarillado, adoptó el modelo francés en sus construcciones. La primera de ellas, el Palacio Real, comenzó a construirse en 1734 y es un fiel reflejo del Versalles de Luis XIV. Sin embargo, el impulso reformista no llegó hasta la entronización de Carlos III. Bajo el reinado de este monarca se construyeron todo tipo de servicios sociales, como puentes, jardines, edificios para el uso científico u hospitales, entre otros. Además, se proyectó y llevó a cabo el entorno del entonces Gabinete de Historia Natural (actual Museo del Prado), con logros tan importantes como los paseos del Prado y Recoletos, las fuentes de Neptuno, Cibeles y Apolo, el Real Jardín Botánico o el Observatorio Astronómico. La tercera y última etapa de transformación radical de Madrid la vivimos desde hace aproximadamente medio siglo. A mediados de los años 50 del siglo XX, la capital de España acogió a centenares de miles de inmigrantes llegados de todas partes de España, por lo que la población de la ciudad creció de manera espectacular. Una vez más se hubo de adaptar el dibujo urbano de la ciudad para dar cabida a todos los recién llegados y para, además, anexionar a los poblados cercanos.

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Alcanzamos los años 60 y 70, en la época de la configuración del “Gran Madrid”, de la construcción de las grandes arterias para facilitar la circulación (M-30, M-40)... la etapa, en definitiva, de la consolidación de Madrid como la gran ciudad española y una de las más importantes de Europa. Desde entonces, Madrid se mantiene en un constante estado de cambio, casi diario. Enmarcada por las populosas ciudadesdormitorio del extrarradio, Madrid es hoy en día un importantísimo centro de ocio y negocios, dotado de innumerables opciones para el disfrute y el tiempo libre: Madrid se ha configurado como una gran plaza cultural y recreativa, con un enorme reconocimiento a nivel artístico (acoge cada mes decenas de conciertos, recitales y exposiciones de primeros espadas de la cultura internacional), deportivo (se ha postulado en más de una ocasión como sede de los Juegos Olímpicos y es la casa del Real Madrid Club de Fútbol, una de las instituciones más conocidas del mundo), y social. En resumen, las necesidades de la nueva sociedad contemporánea han hecho que la ciudad de Madrid y sus gentes se amolden al futuro, pero sin perder ninguno de los detalles característicos a lo largo de su historia. Y eso es de agradecer.

Visitar Madrid Ya conoce algo más de la historia de Madrid, así que podemos comenzar nuestro repaso a los puntos más destacados de la capital de España. Tomaremos varios puntos como referencias para el visitante, y arrancaremos por el centro neurálgico de la ciudad, la Puerta del Sol. Famosa entre todos los españoles por ser sede de las campanadas de Fin de Año, la plaza se abre a diez calles


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Eternamente verdes y siempre frescos, llenos de encanto y de una animada vida desde hace infinidad de siglos, los Pirineos son parte inseparable del paisaje del norte de Navarra. Guardianes de las tradiciones y de la mitología de la zona, las altísimas montañas y los frondosos bosques, tantas veces repetidos en películas y postales, destacan por su belleza casi sobrenatural, y por ser el escenario perfecto para el cultivo de las tradiciones populares. Los Pirineos navarros, tradicional territorio de frontera, nos traen a la memoria la imagen rural y recóndita de los pequeños pueblos del norte de España.

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La comunidad autónoma de Navarra...resulta ser una auténtica caja de sorpresas, que destaca por la cantidad de riquezas, tanto naturales como artísticas, con que cuenta. Las tierras del antiguo Reyno ofrecen al visitante todo tipo de paisajes, desde el animado trasiego que encontramos en las tierras del sur hasta la pujanza industrial de la comarca de Pamplona. Si en el número pasado de Salir de Viaje nos acercábamos a la Zona Media, la Navarra monumental, la de los castillos y el esplendor regio, en este caso lo haremos a las tierras que fueron germen de la Reconquista. La zona más sep-

“Los Pirineos navarros, una zona de tradiciones ancestrales y de gentes afables y laboriosas, es aún, en pleno siglo XXI, una de las tierras españolas que conservan su encanto prácticamente intacto.”

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tentrional de la Península Ibérica y, por ende, de la comunidad autónoma: las comarcas situadas al pie de la cordillera de los Pirineos. Y no visitamos esta zona por casualidad. Los Pirineos navarros, una zona de tradiciones ancestrales y de gentes afables y laboriosas, es aún, en pleno siglo XXI, una de las tierras españolas que conservan su encanto prácticamente intacto. La peculiar morfología de las comarcas recayentes a la zona pirenaica, con sus amplios valles y sus bosques cerrados y frondosos, provocó la creación de núcleos de población dispersos en lo geográfico pero tan compactos en lo social que resulta prác-

ticamente imposible imaginar otro lugar de la Península en el que se hayan conservado tan perfectamente modos de vida, costumbres y creencias. Es por ello por lo que la visita a la zona, además de una intencionalidad turística, un importante componente etnográfico. Prepárese, porque un viaje al Pirineo navarro no deja indiferente a nadie. Caminaremos entre bosques de robles y hayas, por caminos transitados desde tiempos inmemoriales, y al final de nuestro viaje podremos probar alguno de los excelentes platos de la gastronomía tradicional de la zona. Nuestro recorrido se desarrolla a partir de las siguientes líneas.


La zona occidental Comenzamos nuestro viaje junto al mar Cantábrico. Es en esta zona donde arranca la cordillera de los Pirineos, donde Navarra sueña con tener puertos que no sean de montaña. Se trata de la comarca en la que nace y por la que discurre el río Bidasoa, conocido en sus primeros kilómetros como Baztán. Una zona en la que la vegetación es la gran protagonista, con enormes prados que han servido como zona de alimento y apaciento del ganado, la principal fuente de riqueza de la zona. Los bosques de robles, castaños y helechos arropan estos prados y otorgan a la comarca un aura de ensoñación, prácticamente de cuento. Abundan en la zona los caseríos, que muestran bien a las claras la composición social de carácter familiar y eminentemente rural de la comarca. Como muestra, un botón: el valle de Cinco Villas, compuesto por Bera/Vera de Bidasoa, Lesaka, Igantzi, Etxalar y Arantza. De todas estas localidades resulta Vera la más interesante. Lugar de trabajo y descanso de la familia Baroja, en ella podemos visitar Itzea, la casa en la que vivieron el escritor Pío Baroja y su sobrino el escritor e historiador Julio Caro. Sin embargo, toda la zona aparece trufada de edificios de gran valor histórico y artístico. Es el caso de la localidad de Lesaka, a seis kilómetros y medio de Vera, que con-

forma un bello conjunto de casas, caseríos y la parroquia de San Martín de Tours, que data del siglo XVI. Asimismo, siempre es recomendable la visita, en Igantzi de la ermita de San Juan Bautista, cuyo interior es una cueva enclavada en la Reserva Natural de San Juan Xar, dotada de una fuente a la que la creencia popular atribuye poderes curativos. Junto a las Cinco Villas se halla la comarca de Malekerra, en la que podemos pulsar las costumbres populares a través de celebraciones como los carnavales o el desfile del “zanpanzar” en Ituren y Zubieta. Las leyendas han acabado otorgando una importancia simbólica a estos porteadores de cencerros, que ahuyentan a los malos espíritus y bendicen y purifican las tierras. Para descansar en Malekerra, nada mejor que disfrutar junto a los embalses de Leurza, levantados a principios del pasado siglo sobre una regata natural. Penetramos sin demora en el Señorío de Bertiz, posiblemente uno de los lugares más conocidos y visitados de la Navarra pirenaica, gracias a su inmenso Parque Natural, que congrega especies vegetales de todo el mundo en sus dos mil hectáreas de bosque y en su jardín botánico anexo. Se trata de la mejor manera posible de caminar entre plantas y árboles pertenecientes a otras latitudes del planeta (secuoyas californianas o nenúfares,

“El Valle de Baztán permite respirar el mismo ambiente rural que en el resto de las zonas pirenaicas que visitaremos, y eso supone una auténtica gozada para el turista.”

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por ejemplo) sin abandonar las tierras navarras. Con el río Bidasoa como hilo conductor de nuestro recorrido alcanzaremos el Valle de Baztán, nuevo lugar mágico, sacado de cuento, en el que las montañas y los prados son los protagonistas. Toda la comarca, la más extensa del norte de Navarra, repite los mismos ingredientes: caseríos dispersos entre sí, casas señoriales de viejos hidalgos y de indianos, colinas poco pronunciadas, danzas al son del “txistu” y partidas de pelota. El Valle de Baztán permite respirar el mismo ambiente rural que en el resto de las zonas pirenaicas que visitaremos, y eso supone una auténtica gozada para el turista. Resulta muy interesante visitar, en la localidad de Elizondo, la capital del Valle, el Museo Etnográfico Jorge Oteiza, dedicado a la historia y costumbres de la zona desde sus primeros pobladores hasta la actualidad. El museo toma el nombre de uno de los pobladores más importantes de la comarca, el prestigioso escultor que revolucionó el arte español con sus creaciones abstractas, y del que bebieron infinidad de discípulos. Se habla mucho de este rincón de Navarra como una zona dotada de una mitología propia, vinculada fuertemente a las creencias populares. Precisamente uno de los lugares más destacados del Valle de Baztán, las cuevas de Zugarramurdi, fue testigo de los procesamientos de diversos habitantes de la zona por brujería a comienzos del siglo XVII. Junto a estas cuevas destacan, por sus curiosas formaciones rocosas, las de Ikaburu, repletas de estalactitas. Dejando atrás el Valle de Baztán nos adentraremos en un nuevo territorio: la sierra de Aralar. Se trata de una gran cadena montañosa de 208 kilómetros cuadrados que sirve como frontera natural entre el noroeste de Navarra

y el sureste de Guipúzcoa, y que alberga localidades de importancia como Leiza, Lekunberri o Mugiro. La sierra de Aralar, a la que se puede acceder a través del Valle de Larraun o desde la Barranca, resulta el lugar perfecto para practicar el senderismo, a través de sus caminos bordeados por prados y hayas, en los que además encontraremos decenas de dólmenes. Excursiones muy interesantes son las que podremos realizar a través de los valles hasta el nacimiento del río Larraun, la cueva de Astita o

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el Santuario de San Miguel in Excelsis. Este último monumento se levanta sobre el lugar en el que la leyenda sitúa uno de los mitos más extendidos en las tierras navarras: la batalla y posterior victoria de Teodosio de Goñi ante un dragón. Para conmemorar esa gesta se construyó el santuario hace algo más de mil años. En su interior el templo guarda el famoso Retablo de Aralar, del tránsito del siglo XII al XIII, todo un tesoro del arte de la época. Además, se venera una imagen del arcángel San Miguel, del siglo XVIII.

Asimismo, el templo tiene otro atractivo, un extraordinario mirador que permite divisar las cercanas sierras de Urbasa y Andia, así como también las formaciones rocosas tan presentes en la comarca, de carácter kárstico, que nos conducirán al manantial de Arteta y al lugar de nacimiento del río Urederra. Próximo a estos lugares, en el camino a Pamplona, ya en pleno valle de la Ultzama, encontramos el bosque de Orgi, una extensión de ochenta hectáreas poblada por robles milenarios.


La zona central: Roncesvalles Alcanzaremos ahora las comarcas centrales el Pirineo navarro, posiblemente las más conocidas desde el punto de vista histórico gracias al paso por sus tierras de la ruta principal del Camino de Santiago. Este recorrido milenario de peregrinos penetra en tierras españolas a través de Valcarlos, localidad fronteriza con Francia, y el puerto de Ibañeta, para encauzar el rumbo en la histórica Roncesvalles. Este municipio es uno de los hitos más importantes de todo el Camino de Santiago y el más destacado de las tierras navarras debido a su larga tradición histórica, que arranca con la mítica batalla de Roncesvalles, librada en el año 778, y que recoge con poco rigor histórico, el cantar de gesta francés “La Chanson de Roland”. Durante esta escaramuza, las tropas de Carlomagno fueron repelidas y derrotadas por los vascones que habitaban la zona, todo un símbolo que ha pervivido en el pensamiento colectivo de los pobladores de la comarca. Roncesvalles cuenta entre sus atractivos con un centro de acogida de los peregrinos que realizaban el Camino de Santiago, así como también un conjunto monumental perteneciente al siglo XII, con la Colegiata como elemento más destacado. Comezó a construirse a finales del siglo XII y guarda en su interior una talla de madera de Santa María de Roncesvalles perteneciente al siglo XIV. Según relata la tradición, esta imagen revestida con plata apareció de manera milagrosa tras anunciar su presencia un ciervo en cuyas astas brillaban dos luceros. Junto a la Colegiata encontraremos un hospital de peregrinos, la abadía, el claustro (con el sepulcro de Sancho VII el Fuerte) y la Sala Capitular.

La zona oriental Concluiremos nuestro camino por las tierras del Pirineo navarro en las comarcas

situadas al este, cerca de la Comunidad Autónoma de Aragón, que constituyeron la frontera oriental del antiguo Reyno de Navarra durante largos siglos. Al igual que en las estribaciones pirenaicas de las zonas que hemos visitado anteriormente, en las comarcas orientales de Navarra encontraremos frondosos bosques, quizá algo más áridos que los de las comarcas occidentales pero igualmente hermosos. Es el caso, por ejemplo, de la Selva de Irati, que se ha configurado tradicionalmente como uno de los mayores tesoros naturales de los Pirineos. La majestuosa sucesión de abetos y hayas que conforma el bosque se extiende a lo largo de diecisiete mil hectáreas, conformando el pulmón verde formado por estas especies de mayor extensión de Europa. La Selva de Iratí permite, a través de su enorme red de caminos, disfrutar del placer del senderismo como en pocos lugares, y llegar a zonas bellísimas, como el embalse de Irabia o la ermita de la Virgen de las Nieves. En el entorno de la selva de Irati, más concretamente en el valle de Azkoa, encontramos otros lugares cargados de historia, como es el caso de la antigua fábrica de armas de Orbaitzeta, levantada en el siglo XVIII y clausurada en plena segunda guerra carlista, que se desarrolló de manera especial en las tierras navarras, en 1873. También resultará enriquecedora la visita, a través de los pasos y rutas de montaña, a la Reserva Natural de Mendilatz o a Urkulu. En la cima de esta última hallaremos las ruinas de una torre romana que, según la tradición, albergan la tumba de Pyrene, la ninfa de los manantiales que robó el corazón a Hércules. La leyenda cuenta que, tras la muerte de la ninfa, Hércules construyó una pira funeraria para ella apilando grandes cantidades de rocas, dando origen, en la mitología clásica, a los Pirineos, que tomaron el nombre de su fallecida amante. El cercano valle de Salazar, otro punto de acceso a la Selva de Irati, nos ofrece una de

“La Selva de Irati es una majestuosa sucesión de abetos y hayas que conforma el bosque se extiende a lo largo de diecisiete mil hectáreas, conformando el pulmón verde formado por estas especies de mayor extensión de Europa.”

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las instantáneas más bellas de la Navarra pirenaica, con sus pueblos medievales compuestos de casas dotadas de tejados a dos y cuatro aguas y de calles empedradas. En el valle destaca con fuerza la villa de Ochagavía, señorial como pocas en la zona, que alberga casas blasonadas, palacios del medievo y un curioso puente de la misma época. A una altura superior, dominando el pueblo, se alza el santuario de Muskilda. Es a partir de esta zona cuando las montañas comienzan a hacerse más altas e imponentes, ofreciendo al visitante excelentes vistas. El pico de Ori, en el extremo oriental de Iratí, marca el inicio de las cumbres pirenaicas con sus más de dos mil metros de altura. Una cadena de montañas que prosigue hacia el este con picos cada vez más elevados, entre ellos el conocido como Mesa de los Tres Reyes, de casi dos mil quinientos metros. Bordea a estas montañas el último valle navarro, el Roncal, que da paso al glaciar de Belagua, conocido por los amantes del esquí y los deportes de alta montaña. No podemos olvidarnos tampoco de una de las formaciones geológicas más características de Navarra: las gargantas pirenaicas o foces, que albergan una enorme biodiversidad. Las más destacadas son la Foz de Lubier, con paredes de roca de hasta ciento cincuenta metros de altura, y la de Arbayún, con una

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longitud total de cerca de seis kilómetros y desniveles de trescientos metros. Entre los animales que pueblan la comarca desde tiempos inmemoriales destacan aves como los buitres, los halcones o los quebrantahuesos, animales marinos como las nutrias o terrestres como los zorros, jabalíes y corzos. Finaliza aquí, en las Foces de Lumbier y Arbayún, nuestro recorrido por el Pirineo navarro, un espectacular mosaico de colores, paisajes y sensaciones que es necesario visitar al menos una vez en la vida. Ahora ya conoce los secretos de una tierra cargada de historia y maravillas naturales. Acérquese al Pirineo navarro y disfrute de todas ellas. • Texto: Salir de Viaje. • Fotografías: Salir de Viaje / Archivo fotográfico del departamento de Cultura y Turismo: Institución Príncipe de Viana del Gobierno del Navarra.


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• Texto: Salir de Viaje • Fotografías: The Westin Valencia

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L’ Oceanografic VIVIR LOS OCÉANOS EN LA CIVILIZACIÓN L’Oceanogràfic de Valencia es uno de los complejos dedicados al mundo del mar más completos y destacados del mundo. Emplazado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, consta de unas modernas y muy didácticas instalaciones que hacen las delicias de sus visitantes.

¿Quién no ha querido sentirse alguna vez un moderno Capitán Nemo y surcar el fondo de los océanos como en la novela de Julio Verne Veinte mil leguas de viaje submarino? ¿Quién no ha soñado con realizar excursiones por el fondo del mar y descubrir galeones hundidos, cientos de animales marinos y de plantas y corales de inmensa belleza?. Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha tratado de conocer qué secretos guardan las profundidades del mar y, ha deseado, sin mojarse, observar el tránsito de los peces que moran los diferentes Océanos de la Tierra. Una visita a L’Oceanogràfic de Valencia nos deja más cerca de estos sueños al transportarnos a un mundo en el que nuestras fantasías y ansias por ser marineros o submarinistas cobran realidad. Podremos, claro que sí, observar el modo de vida de las diferentes especies animales y, además, seremos partícipes de sus peripecias diarias. Sin embargo, ver a delfines y tiburones mientras caminamos por un túnel es tan sólo una de las múltiples opciones que nos ofrece el parque. La oferta de animación del parque da la posibilidad al visitante de seguir diversos espectáculos marinos. Además, l’Oceanogràfic cuenta

con una excelente zona dedicada a la restauración, por lo que también es posible degustar un tentempié con el fondo del océano como ambiente. L’Oceanogràfic se extiende a lo largo de ciento diez mil metros cuadrados, con un volumen de cuarenta y dos millones de litros de agua (el equivalente a quince piscinas olímpicas), lo que lo convierte en el oceanario más grande de Europa. Concebido como un espacio para el disfrute de todos los públicos, pero también dedicado a la investigación, L’Oceanogràfic se ha convertido, desde su inauguración, en el hogar perfecto para más de cuarenta y cinco mil ejemplares de quinientas especies diferentes. Un auténtico hito, por todo lo que supone llevar a cabo una reproducción de los distintos fondos marinos de la tierra en un espacio reducido. Si usted es uno de esos románticos enamorados del mar, si le interesa el mundo submarino o incluso si simplemente desea vivir una experiencia diferente en un parque de ocio, L’Oceanogràfic le está esperando. Salir de Viaje le tiende la mano para realizar este fascinante viaje. Adelante.

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EL MUNDO MARINO, AL ALCANCE DE LA MANO L’Oceanogràfic se levantó con una doble intencionalidad. Por un lado, la de crear un centro desde donde se pudiera divulgar e investigar el medio marino a través de la representación de los ecosistemas más importantes del mundo con la fauna y flora que los caracteriza. Por otra parte, la de apoyar la recuperación y rehabilitación de la fauna y flora protegida para, de esta manera, contribuir a la conservación del medio ambiente y de la biodiversidad del planeta, además de fomentar el respeto por la naturaleza. Es por esto por lo que el parque busca reproducir, a través de varios espacios temáticos, las condiciones en las que viven las diferentes especies de todo el mundo. Los más de cien mil metros cuadrados de que dispone L’Oceanogràfic se distribuyen en dos grandes niveles. En el superior se llevan a cabo las diferentes exhibiciones al aire libre, y además cuenta con áreas de esparcimiento, piscinas de mamíferos marinos y tortugas, un aviario, zonas dedicadas a la restauración, distintos edificios educativos, de investigación y administrativos. Por su parte, el nivel inferior dispone de la totalidad de los acuarios y de un aparcamiento con capacidad para ochocientos treinta vehículos. Es en esa zona en la que se realiza el ochenta por ciento de las exposiciones de animales del parque. Como elemento destacadísimo y diferenciador de otros acuarios e instalaciones similares de Europa, encontramos un gran Lago Central, con una superficie de catorce mil metros cuadrados y capacidad para once millones de litros de agua dulce, que arropa a los distintos edificios que conforman el complejo y que dispone de pasarelas de madera a través de las cuales se comunican las diferentes zonas.


Además, también podremos visitar uno de los puntos fuertes con que cuenta L’Oceanogràfic, el delfinario. Se trata de uno de los más grandes de Europa, con una capacidad de veintitrés millones de litros de agua, compuesto por un grupo de cinco piscinas (una de exhibición, dos de aislamiento, una central de reproducción y una piscina médica). Pero ya tendremos tiempo para detenernos en él más adelante. Tras esta rápida vista del parque como conjunto, iniciamos nuestro recorrido por L’Oceanogràfic por el mundo submarino. El complejo valenciano dispone de varios espacios en los que se reproduce la diversidad marina del planeta, tanto en flora como en fauna. Así que dispóngase a viajar por los siete mares sin tener que meterse en el agua. Los primeros pasos los damos en las latitudes más frías del planeta. A este efecto, L’Oceanogràfic ha acondicionado varias zonas para recrear los océanos del norte y el sur del globo. Una gran cúpula cons-

truida a semejanza de un iglú gigante acoge la zona del Ártico, que reproduce las condiciones naturales de vida de los grandes mamíferos que habitan las tierras y aguas que conforman el Círculo Polar Ártico. De esta manera, encontraremos acantilados rocosos para las morsas y bloques de hielo para las belugas, las dos grandes atracciones de esta zona. El caso de las belugas representa una experiencia pionera España, ya que permite estudiar a un tipo de mamífero marino de cuya biología se conoce todavía relativamente poco. Esta especie es también conocida por el nombre de “Canarios de Mar” y se caracteriza por uno de los mayores repertorios acústicos entre los odontocetos (grupo al que también pertenecen los delfines o las orcas) que han sido estudiados hasta el momento. Gracias a un proyecto de investigación llevado a cabo en las instalaciones de l’Oceanogràfic se pretende profundizar en el estudio bioacústico en cautividad de este animal. En las antípodas del Ártico encontramos el Círculo Polar Antártico y su océano colindante, cuyas tierras también gozan de un merecido espacio reservado en l’Oceanogràfic. Aquí los protagonistas visten de gala, con el frac como distintivo. Y es que la zona Antártica del parque se encuentra poblada por una colonia de pingüinos de Humboldt, una especie endémica de Sudamérica que se encuentra en peligro de extinción. Se le estima una población total de unos doce mil ejemplares, aunque censos recientes indican que esta cifra posiblemente sea inferior a la real. En L’Oceanogràfic estos pingüinos han conseguido adaptarse rápidamente, gracias al hábitat creado a imagen y semejanza del suyo propio. En concreto, los creadores del parque idearon un acantilado rocoso con zonas de puesta y cría que facilita sobremanera la vida diaria a los pingüinos. El espectador puede observar el vaivén diario de los pingüinos desde una grada situada enfrente del acantilado. Junto a las zonas Ártica y Antártica se encuentra la dedicada a las Islas, otro de los importantes atractivos con que cuenta L’Oceanogràfic. Situada en el recorrido al aire libre, esta zona toma como referencia las islas disgregadas a lo largo de la costa de Sudamérica, que lindan con la Antártica, y que se caracterizan por sus grandes colonias de leones marinos de la Patagonia, una de las especies preferidas por los visitantes más jóvenes del parque, debido a su gran inteligencia y simpatía, así como su gran destreza bajo el agua durante sus viajes submarinos. En 2005 se consiguió un hito en la historia de L’Oceanogràfic, cuando nacieron tres nuevos ejemplares de esta especie, dos machos y una hembra, que aumentaron la numerosa colonia de leones marinos que ha hecho de las Islas su lugar de vida. Una maravilla que se multiplicaría al año siguiente, con el nacimiento de otros siete leones de mar.

Ecosistemas cercanos Pasamos rápidamente y sin perder comba al acuario de mayores dimensiones de que dispone L’Oceanogràfic, destinado al mundo de los Océanos. Dicho espacio es uno de los más grandes del mundo, ya que cuenta con un volumen de siete millones de litros. El edificio se compone de dos zonas submarinas conectadas por el nivel inferior mediante un túnel acrílico de 35 metros de longitud, y en él se representa un viaje simulado a través del Océano Atlántico

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L’Oceanogràfic cuenta con otro espacio tematizado que permita al visitante saber qué pasa entre el oleaje. A través de un túnel, el público accede dentro del acuario de La Rompiente protegido por una campana acrílica desde dónde puede sentir como una ola rompe contra un acantilado rocoso.

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desde la costa Oeste (Islas Bermudas) hasta la costa Este (Islas Canarias). Destacan el impresionante tiburón toro, los tiburones grises y otras especies espectaculares y poco conocidas como el pez guitarra, el pez sierra, la raya violácea, el pez luna, el águila de mar y la barracuda, así como los grandes bancos de peces como los jureles, caballas, carángidos o bonitos y bacoretas. También resulta muy llamativa y especialmente interesante, por estar ubicada justo en su hábitat natural, la zona Mediterránea. Ésta muestra una parte de la enorme riqueza biológica del Mar Mediterráneo mediante la exposición de siete acuarios con distintos formatos adaptados en función del hábitat representado, con cerca de siete mil quinientos ejemplares. En el primero de los acuarios la protagonista es la Posidonia Oceánica, una planta superior con flores, frutos y raíces que ha conseguido adaptarse a la vida en el mar. Forma grandes extensiones de praderas submarinas muy tupidas con una gran importancia ecológica, y se ha convertido en el lugar predilecto de cría y reproducción de infinidad de especies. En las Praderas de Posidonia podremos encontrar diferentes especies de peces como salpas, fredis, tordos y de invertebrados como pepinos de mar, erizos y estrellas. Una de las recreaciones más interesantes la encontramos en el acuario destinado a los Puertos. Un pantalán de madera, una barca hundida y una baliza de señalización ayudan a crear el ambiente en el que viven organismos marinos como bailas, lisas, lubinas, y peces planos, adaptados a vivir en zonas con niveles elevados de contaminación. En la zona infralitoral se reproduce la zona más cercana a la costa, permanentemente sumergida, y en la que la intensa iluminación que permite una importante y densa cobertura de algas. La recreación se basa en grandes bloques de roca artificial entre los que nacen canales, reflejo del fuerte hidrodinamismo derivado del oleaje que caracteriza a estas zonas. En la zona infralitoral encontrará especies tan variadas como rayas, morenas, serranos, castañuelas, salpas e invertebrados como cangrejos ermitaño, erizos y estrellas, que suelen vivir en fondos marinos de escasa profundidad. Pasamos al acuario destinado a la zona mediolitoral,

que muestra la fauna y flora típica adaptada al movimiento periódico de las olas. Se trata de una zona “entre mareas”, habitada por sargos y gobios, entre otras especies de peces, así como una gran diversidad de invertebrados. L’Oceanogràfic ofrece a sus visitantes un privilegio en la piscina de contacto, un acuario en el que el visitante tiene la oportunidad de “tocar” algunos de los animales, como el cohombro de mar, la caracola, la estrella capitán o el erizo violáceo, bajo la supervisión de personal especializado del parque. Hemos hablado anteriormente de las olas y del efecto que tienen en la vida marina. L’Oceanogràfic cuenta con otro espacio tematizado que permita al visitante saber qué pasa entre el oleaje. A través de un túnel, el público accede dentro del acuario de La Rompiente protegido por una campana acrílica desde dónde puede sentir como una ola rompe contra un acantilado rocoso. La Rom-

piente está provista de un micrófono y unos altavoces que reproducen a tiempo real el sonido captado. Los habitantes de esta zona son peces como el sargo, la escórpora la mojarra o el raspallón. Y acabamos nuestro recorrido por las aguas del Mediterráneo prestando atención al acuario Coralígeno. Su escasa intensidad luminosa limita considerablemente la cobertura vegetal, representada principalmente por algas rojas coralinas. Otras especies representativas de este acuario son el congrio, el tres colas, el salmonete real, el chavo, además de organismos invertebrados como el bogavante, centollo o la langosta y grandes grupos de Antias. Busquemos ahora otra de las zonas temáticas de l’Oceanogràfic más estrechamente ligadas con Valencia y su clima, los Humedales. Construida en el interior de una enorme esfera de 26 metros de altura, representa dos de los ambientes de zonas húmedas más curiosas del planeta: el manglar y el marjal.


Ambas suelen ocupar una estrecha franja costera a modo de frontera de transición entre los ecosistemas terrestre y marino, y constituyen uno de los ambientes con mayor valor ecológico del planeta. El primero de estos ambientes nos sitúa de lleno en las tierras del Mangle, áreas confinadas y de aguas poco profundas, localizadas en las zonas tropicales y subtropicales, que se caracterizan por una enorme diversidad biológica. Su característica más curiosa son las formaciones de bosques de gran altura. Sus especies más destacadas son peces como el blackbass y la perca sol, el cuatro ojos y aves como la espátula rosada o el ibis escarlata, además de reptiles como la tortuga de Florida. Por su parte, la marjal mediterránea representa un ecosistema típicamente valenciano como es la Albufera de Valencia. Estos humedales acogen numerosas especies autóctonas y constituyen una pieza clave en la conservación y sostenibilidad de la avifauna europea, con aves como el martinete, la garcilla, la garceta, reptiles como el galápago leproso y peces como la anguila europea, el barbo de río y la carpa común. Y terminamos con los diferentes ecosistemas con

uno de los más espectaculares: la instalación de Templados y Tropicales. En ella podemos realizar un viaje desde las regiones oceánicas de aguas templadas hasta las cálidas aguas del trópico, a través de exhibiciones conectadas mediante un extraordinario túnel submarino de setenta metros de longitud, el más largo de Europa. La abundancia de especies animales y vegetales es una de las señas de identidad de esta zona temática. Así, podemos encontrar una exhibición destinada a la recuperación de la tortuga Caretta caretta (la tortuga boba), constituida por una piscina y una amplia playa de arena, que representa una zona costera típica del litoral Mediterráneo, donde se puede observar el comportamiento y recuperación de esta valiosa especie característica de nuestras aguas. Comparten la exhibición con las tortugas rayas pastinacas y una colonia de avocetas y ostreros las cuales aprovechan la playa y las pequeñas lagunas presentes en la misma. Sin embargo, no debe perderse otros ecosistemas inmersos en las zonas Templadas y Tropicales. Los bosques de algas de Kelp, de hasta los 50 metros de altura, dan cobijo a especies como el garibaldi, la vieja de California, el tiburón cornudo y el tiburón leopardo, la anémona verde gigante y la estrella de girasol. La península de Izú, exhibición dedicada a las escarpadas costas de Japón, reproduce las condiciones de esta zona, situada en una de las mayores fallas tectónicas del planeta, sobre la que converge una mezcla de aguas frías y calientes, que unido a la irregular topografía submarina, permite la aparición de especies con unas adaptaciones morfológicas y

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La superficie y otros servicios

El delfinario tiene capacidad para albergar más de una veintena de ejemplares y está destinado a la exhibición, mantenimiento y reproducción de una escuela de delfines mulares.

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enormes dimensiones, como el cangrejo gigante japonés, que alcanza un tamaño adulto de más de 4 metros de longitud y un peso de entre 16 a 20 kilos de los individuos adultos. Otras especies tan interesantes como el tiburón moteado japonés, la morena, el tres colas sacura, el microcantus y los trompeteros conviven en este acuario. Busque también en esta zona las exhibiciones de focas, leones y elefantes marinos, el Acuario de los Sentidos, que consta de una cueva submarina podemos a través de la cual podremos descubrir los secretos del mar gracias a elementos interactivos que estimulan los cinco sentidos, y que se encuentra adaptada para personas con algún grado de discapacidad. Tampoco debe perderse los cuatro acuarios dedicados a la exhibición de medusas, caballitos de mar y dragones de mar. Todo ello inmerso en el viaje entre latitudes que permite el largo túnel., y a través del cual podremos observar especies como el borriquete, la hurta, la caballa, el pez guitarra, el jorobado vomer, la castañuela azul y crustáceos como el camarón limpiador y el cangrejo cacerola, además de grandes bancos de seriolas. Al otro lado del túnel submarino, una nueva sala (la Sala Oval) representa el conjunto de las Zonas Tropicales. Dotada con dos grandes exhibiciones panorámicas, con ventanas de visión de 24 metros de longitud, esta zona recrea los arrecifes más característicos del mundo oceánico: el Indopacífico y el Caribeño.

Sin embargo, la historia no acaba aquí. L'Oceanogràfic cuenta con otros muchos atractivos, dispersados a lo largo de sus instalaciones, para hacer más agradable y entretenida su visita. Si hablamos de mamíferos inteligentes, inmediatamente nos vendrá a la cabeza el delfín. Cualquier complejo relacionado con el mundo marino que se precie guarda un espacio a estos simpáticos e interesantes animales, y L'Oceanogràfic no podía quedarse atrás. El delfinario tiene capacidad para albergar más de una veintena de ejemplares y está destinado a la exhibición, mantenimiento y reproducción de una escuela de delfines mulares. Con un total de cinco piscinas, el delfinario se perfila como el más importante del continente europeo. La piscina de exhibición tiene las mayores dimensiones, con un volumen de veinticuatro millones de litros y diez metros y media metros de profundidad. Justo enfrente se levanta un graderío de público con una capacidad de más de mil quinientos espectadores, que siguen atentamente los juegos y espectáculos preparados por los cuidadores de los delfines. El diseño del complejo en el que viven los delfines está concebido bajo las directrices de los delfinarios de nueva generación, ya que integra funcionalidad con una estética muy cuidada, en consonancia con el resto de los edificios de L'Oceanogràfic, diseñados por el prestigioso arquitecto Félix Candela. Además, L'Oceanogràfic nos ofrece la posibilidad de adentrarnos en el Mar Rojo, otro curiosísimo eocsistema, gracias al Auditorio Submarino, una auténtica maravilla rematada con una cubierta en forma de "concha de peregrino" El Auditorio cuenta con una capacidad para casi quinientas personas, y su telón de fondo es un espectacular acuario que representa el fondo Mar Rojo, donde podremos observar a especies como el pez cirujano sohal, el pez mariposa semi-enmascarado y el pez napoleón.


Y si después de pasear y observar de cerca la vida de los animales marinos, le apremia el hambre, debe saber que L'Oceanogràfic dispone de una amplia oferta gastronómica que es conveniente no perderse. Entre los diferentes establecimentos con que cuenta L'Oceanogràfic destaca el Restaurante Submarino. Ubicado en el centro del parque, se alza como su edificio más emblemático. La planta superior, que se sitúa al mismo nivel que los accesos al público, es el espacio destinado al consumo de aperitivos. El restaurante queda situado en la planta inferior, rodeado por ocho acrílicos que albergan diez mil peces pelágicos. Cuenta con una capacidad de trescientas cincuenta personas y con una merecidísima fama por sus exquisitos platos. El Restaurante Submarino es el edificio más emblemático del Oceanográfico debido a la peculiaridad de su cubierta, que fue diseñada por Félix Candela, y que evoca una figura de paraboloide similar a un nenúfar, y la disposición en la planta inferior de un gran acuario perfectamente integrado en todo su perímetro. Sobre la cubierta de Océanos encontrará el restaurante del mismo nombre. Cuenta con una única planta y una terraza que se proyecta sobre la superficie del lago, perfecta para tertuliar mientras degusta sus carnes y productos mediterráneos. La capacidad del salón es de ciento noventa personas, mientras que la terraza permite que otras ciento cincuenta disfruten de sus comodidades. Por su parte, los clientes también pueden optar por la comodidad del Autoservicio La Lonja. Situado frente a las gradas del Delfinario y con una capacidad superior a las cuatrocientas personas, se especializa en el servicio rápido de todo tipo de comidas. Y si lo que desea es disfrutar de la comida rápida, la pizzería

y heladería Mediterráneo es su lugar. Situada junto al área temática mediterránea, en el establecimiento degustaremos pizzas recién hechas. La heladería es el complemento perfecto cualquiera que sea nuestra elección a la hora de parar a comer. También podremos elegir la Hamburguesería Tabarca, situada bajo las gradas del teatro-delfinario. • Texto: Salir de Viaje. • Fotografías: Salir de Viaje / Archivo fotográfico Ciudad de las Artes y las Ciencias. © Javier Yaya Tur (CACSA).

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