CASCABEL 18 CUADERNO DEL CERESO

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Cascabel Revista de literatura

numero

18

EN ESTE NÚMERO: CUADERNO DEL CERESO José Miguel Pineda Jaime Nahara Francisco N. Arreola S. Renato Avilés Rosas LA PAZ, B.C.S. MEXICO

ABRIL DEL 2013


EDITORIAL CUADERNO DEL CERESO.

¿Cómo llamaríamos a esta producción que hoy entregamos al lector? ¿Literatura carcelaria?, ¿Literatura en reclusión?, ¿Cuaderno de la cárcel?, ¿Escritura en cautiverio?, ¿Libertad de la imaginación?, o, como dijera O. Paz, ¿Libertad bajo palabra? Como quiera que sea, existe aquí una preocupación por expresarse (ex –presar, dejar de estar , o de ser, preso, aunque sea sólo en el instante de escribir o de leer. Bienvenidos…

Raúl Antonio Cota – Coordinador del Taller de Creación Literaria en el CERESO de La Paz, B.C.S. Raúl Cota Álvarez – Director de Revista Cascabel


P

O

E S

Í

A.

Golpea el mar con sus puños de espuma, Cálidas playas de arena blanca, fina, Una y otra vez en mis recuerdos; Como una eterna letanía. Siempre lejano, siempre distante, inalcanzable, El mar de mis recuerdos.

José Miguel Pineda.


Estas paredes que ves, Que al pasar se ven distantes, No imaginan lo que encierran, Ni lo piensas ni pensaste, Porque estar dentro de ellas Nunca te lo imaginaste.

Estas paredes que ves, Infranqueables fortalezas, Encierran almas que no Pueden vivir insertadas Dentro de una sociedad, Muy bien no son portadas.

Estas paredes que ves, Y me tienen prisionero, Donde se viene a parar, Por error o por dinero, Seas culpable o inocente, O

por algo de la mente.

Estas paredes que ves, Y que miro con espanto, Me separan de la vida, A la que ya extraño tanto. ¿Cuánto tiempo me tendrán? ¿Cuánto tiempo, cuánto, cuánto?

José Miguel Pineda.


I El aire que pasa entre las ramas Trae luz y refuerzo A mi entereza.

Pienso y recapacito En esta vida cautiva Y no encuentro salida ni lloro merecido.

II ¡Deja que el dolor me embriague! Tal vez te pueda odiar. No existe un momento de mi vida Y cada día te extraño más. Te

escapaste de mis manos Dejando una sed abismal.

Sólo hay callejones inciertos. No vislumbro un horizonte lejano. Sólo queda lo deseado… ¡Maldita libertad!

Jaime Nahara.


Demos al fuego Lo que pide a voces. Tu piel se junta con la mĂ­a, En un despertar de sensaciones.

A los huesos del reloj Le ladran mis sentidos. Ya no puedo abrazar Tu cuerpo tan prohibido.

ÂĄQuĂŠ enorme mantel de arena! De oro y plata bordado, Postrado de hinojos, Ante su majestad, El mar.

Jaime Nahara.


I

Para lugares oscuros Dentro de un penal, Con nuestro actuar Dejemos rastros de luz.

II Demos al fuego lo que pide a voces… Su lugar y su espacio entre nosotros Bocanadas y exhalaciones: Su poder y energía Trasmitiendo.

III Golpea el mar con sus puños de espuma, Una inmensa paz que al mundo deslumbra. Entre Mar de Cortés y Mar Pacífico Llenos de ballenas incesantes. A la orilla siento su majestuosa furia.

Francisco N. Arreola S.


N A R R A T I V A.

Nostalgia en segunda persona.

Cruzaste como una sombra, cuando los párpados están cerrados, por ese pasillo arrastrado por tus cancerberos. Mientras tanto, te daban la bienvenida amenazadores gritos y voces, para abandonarte a lo que menos te esperas. Y, de pronto, en un instante, te quedas indeciso y vacilante, en el más terrible lugar, y ahí te quedaste: abandonado y triste. Lo único que te viene a la cabeza es pedirle a Dios que se apiade de ti. Que se compadezca de ti y de aquellos seres que se perdieron en algún lugar por el camino, siguiendo señuelos que los condujeron hacia amplias avenidas, pero que desembocaron en sórdidos, desérticos y desesperantes lugares que se conservan en la memoria o que se perdieron en la razón. Lugares que te agotan, te castigan, te merman poco a poco… después, te parece más que imposible regresar. Te quedas atrapado, sin esperanza de volver. Sin esperanza de nada. Vas a evocar el sabor de tus platillos favoritos, los cuerpos de las mujeres que conociste, el sabor inolvidable de una fruta fresca, que te la comes despacito, disfrutando su esencia que te transporta, que te eleva hasta hacerte sentir que tocas el cielo y alcanzas la gloria. También te vas a acordar de aquellos momentos en que te sentiste henchido de orgullo por haber alcanzado una meta o por haber realizado un vehemente deseo. Recordarás las sonrisas de las personas amadas. Serán tus compañeros estos recuerdos, Ahora que la soledad te abraza. Conserva los buenos recuerdos, consérvalos como un preciado tesoro, que, a fin de cuentas, son los que importan. Y los malos lánzalos al más profundo pozo del olvido, donde a nadie puedan herir. Y, si te sirve de consuelo, te diré que todos, en algún momento, y de una u otra manera, nos hemos extraviado, por motivos de la carne o por problemas en el alma, y hemos estado o nos hemos sentido también como tú.

José Miguel Pineda.


Carta a dios.

Cuando me encargaron la tarea de escribirte una carta, pensé que sería fácil. Pero, Al momento de empezarla, mi mente se me nubló, cual si fuera un navegante en medio de la más espesa bruma, sin compás y sin ningún punto de referencia, a grado tal que me quedé inmóvil, buscando en algún rincón de mi mente una luz, un destello que pudiera guiarme, orientarme como lo hace el faro al marinero en la negrura de la noche. Pero no, por más que me afané, no pude ni tan siquiera empezar. Lo único que pasó por mi mente fueron solamente. ¿Cómo hablar con alguien que no conozco? ¿Acaso me puedo basar en enseñanzas que me han inculcado, y que en más de una ocasión mi mente se niega a aceptar? ¿O puedo decirlo con hipocresía, como tantas, y tantas personas que he conocido? ¿Podría acaso basarme en algún pasaje de la Biblia?, aunque para mí es solamente un gran libro. Podría hacerlo, aunque no estuviera siendo honesto conmigo. Así que solamente puedo decirte que si tuviera la oportunidad de sostener una plática contigo, te abrumaría con preguntas, que no me alcanzaría la tinta de mil plumas. Tampoco creas que te voy a reprochar nada. Ni tan siquiera por el hecho de estar “más perdido que el cuchillo de la cocina”, en este “hotel de cinco estrellas”. Ni por el hecho de que me tengas en la banca, en el cierre de la séptima entrada, con la serie empatada, en el juego más impresionante de mi vida. En vez de eso, y aunque no te conozco, pero creo dentro del alma que eres real, que existes, aunque nunca te me hayas manifestado, en alguna forma que pudiera identificar fácilmente, como se identifica una persona o una forma conocida, y aclarándote que no creo que lo hagas, ya que no soy “El Santo Padre” ni la “Madre Teresa”, por lo que no me creo merecedor de tal distinción, y aunque bien pudiera estar en un “mar de llanto”, lo único que te podría decir es “gracias”. Y no creas que al hacerlo lo hago “de la lengua hacia afuera”, sino por el hecho de que en esta larga vida, he tenido la oportunidad de conocer personas maravillosas a las que he amado.


He tenido la suerte de vivir la vida intensamente, y aunque he tenido muchos fracasos y muchas caídas más, he sabido aquilatar las veces que me he levantado. La vida se compone de triunfos y derrotas, de alegrías y tristezas, y solamente el que se queda inmóvil, estático, no entendería de lo que te estoy contando. Conozco personas, a quienes se les fue la vida, sin atreverse siquiera a tomar el autobús al pueblo más cercano, y hoy reniegan, te culpan de la vida gris, triste, solitaria que llevan. Por eso te agradezco el que me hayas dado la oportunidad de conocer a mis padres, a mis hijos, a las mujeres que he amado, y tántas cosas buenas que me han ocurrido. ¿Qué me depara el destino? Esa pregunta sólo tú la podrías contestar. Yo, por mi parte trataré de vivir la vida lo mejor que pueda. Y, aunque el futuro no se ve muy prometedor, tengo la fé de que todo va a salir bien. Me siento con la fuerza y la entereza necesarias para seguir adelante. Y si es con tu ayuda, ¡Mucho mejor! ¿Te podría pedir algo? No me digas que no esperabas que te hiciera una petición. ¡Cuida mucho a mis hijos!, ¡Cuida mucho a mi familia!, ¡Cuida mucho a la mujer que adoro! Si puedes, y tienes tiempo, ¡Cuídame a mí también! Y cuídate tú también, ya sabes que el diablo no duerme!

José Miguel Pineda.


Principio de relato:

Le supliqué a Sire que me devolviera mis tonos habituales, los mismos del arcoíris, para demostrarle al señor del Arrecife que soy digno de tener un hogar ahí.

Antes de venir me encontré con Mako. Éste me dijo: “Pargo, tú

no respetas la ley del agua. Tus colores no dan prestigio al arrecife, y el castigo es el destierro…

Renato Avilés Rosas.


ESTOS MATERIALES FUERON PROCESADOS EN EL TALLER DE ANALISIS DE TEXTOS Y CREACIÓN LITERARIA QUE FUNCIONA EN EL CENTRO DE INSERCIÓN SOCIAL DE LA CIUDAD DE LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR , TALLER QUE ES PATROCINADO POR EL CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES Y POR EL GOBIERNO DE BAJA CALIFORNIA SUR, A TRAVÉS DEL INSTITUTO SUDCALIFORNIANO DE CULTURA.

CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES Y PROGRAMA DE DESARROLLO CULTURAL PARA LA ATENCION A PUBLICOS ESPECIFICOS DE B.C.S.

LIC. JESUS S. FABIAN BARAJAS SANDOVAL, COORDINADOR DE LA COMISION DE PLANEACION “FONDO ESPECIAL” Y DIRECTOR DEL INSTITUTO SUDCALIFORNIANO DE CULTURA. LIC. NOE REAL LIZARDI, DIRECTOR DEL CENTRO DE REINSECION SOCIAL DE LA PAZ, B.C.S.

LIC. RAYMUNDO FLORES AGUILAR, SIBDIRECTOR DEL CENTRO DE REINSERCION SOCIAL DE LA PAZ, B.C.S.

C. MIRIAM VARGAS, COORDINADORA DE ATENCION A PUBLICOS ESPECIFICOS DEL INSTITUTO SUDCALIFORNIANO DE CULTURA.

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