Liahona Mayo 2010

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El enseñar a los miembros y a nuestra familia en cuanto a las cosas concernientes a la rectitud es esencial en el proceso de lograr una conversión duradera, ya que puede llevarlos a obtener un conocimiento correcto de los mandamientos del Señor, los principios y las doctrinas del Evangelio, y los requisitos y las ordenanzas que debemos cumplir a fin de lograr la salvación en el reino del Señor. Existen muchos ejemplos en las Escrituras que confirman la importancia de enseñar las “cosas concernientes a la rectitud” para ayudar a obtener una conversión duradera. En la relación que se da de Ammón y sus hermanos mientras predicaban el Evangelio entre los lamanitas, leemos: “Y Ammón predicó al pueblo del rey Lamoni; y aconteció que les enseñó todas las cosas concernientes a la rectitud” (Alma 21:23). Observamos los resultados de la enseñanza diligente de todas las cosas concernientes a la rectitud al seguir leyendo este relato en el capítulo 23, donde dice: “…cuantos creyeron, o sea, cuantos llegaron al conocimiento de la verdad… fueron convertidos al Señor [y] nunca más se desviaron” (Alma 23:6). Cuando Alma, padre, estableció la Iglesia, consagró a hombres dignos como sacerdotes y maestros que “velaban por su pueblo, y lo sustentaban con cosas pertenecientes a la rectitud” (Mosíah 23:18). Los padres desempeñan una función esencial en ayudar a sus hijos a comprender las cosas concernientes a la rectitud. En el Libro de Mormón encontramos que Alma, hijo, apesadumbrado por la iniquidad, las guerras y las contenciones que existían, y afligido por la dureza de corazón de su pueblo, “hizo que sus hijos se reunieran para dar a cada uno de ellos su encargo, separadamente, respecto de las cosas concernientes a la rectitud” (Alma 35:16; cursiva agregada). Es interesante observar que enseñó y dio su encargo a sus hijos separadamente, y adaptó sus instrucciones a cada hijo, de acuerdo con sus necesidades respectivas. Les testificó y les

enseñó doctrina y principios, y los preparó para predicar esos mismos principios a los demás. En una época en que las fuerzas del mal atacan a la familia y en que las condiciones en que vivimos no son tan diferentes de las que Alma experimentó, la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce han expuesto en “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” lo siguiente: “Los padres tienen el deber sagrado de criar a sus hijos con amor y rectitud” (véase Liahona, octubre de 2004, pág. 49). Esto implica criar a los hijos con amor, apoyarlos y enseñarles en cuanto a todas las cosas concernientes a la rectitud para que se mantengan firmes, con los lomos ceñidos con la verdad, “llevando puesta la coraza de la rectitud y calzados [los] pies con la

preparación del evangelio de paz” (D. y C. 27:16). Tal como en la época de Alma, nuestros líderes también velan por los miembros de la Iglesia y los nutren con las cosas concernientes a la rectitud, las cuales nos ayudarán a obtener una conversión duradera. En el documento “Énfasis en la Capacitación de Líderes”, que se revisó el 10 de diciembre de 2009, la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce piden a los líderes tanto del sacerdocio como de las organizaciones auxiliares que “insten a todos los miembros de la familia, a padres e hijos, a estudiar las Escrituras, a orar con regularidad y a vivir el evangelio de Jesucristo” (Carta de la Primera Presidencia, 15 de diciembre de 2009). Estudiar las Escrituras, orar con regularidad y vivir el evangelio de Mayo de 2010

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