Revista 424 febrero 2016 apertura

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REVISTA CREA - N.ยบ 424 Febrero 2016 - Ejemplar en la Argentina $35-

N.ยบ 424 Febrero 2016 - Ejemplar en la Argentina $35-


Sumario 08

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La generación Y en el agro Jóvenes protagonistas en el Movimiento CREA.

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Pasar de turismo carretera a fórmula 1 Impacto de la agricultura por ambientes en la región CREA Santa Fe Centro.

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Una receta exitosa Alentadores resultados agrícolas tras 23 años de siembra directa y mantenimiento estricto de la rotación.

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noticias de empresas

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La búsqueda de nuevas metas Los precios ganaderos superan el promedio histórico y posibilitan el desarrollo de planteos productivos más ambiciosos. La visión de Juan Pablo Garat.

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Parasitosis gastrointestinal en bovinos Una visión sistémica para desarrollar estrategias de control.

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Gestión de envases vacíos de fitosanitarios Guía para productores agropecuarios.

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Silajes de sorgo para la ganadería del norte Una herramienta útil para intensificar la actividad en regiones con limitaciones hídricas o edáficas

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La producción de leche a pasto no tiene techo Avances y desafíos en la producción forrajera permiten avizorar un futuro prometedor para la actividad.

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El factor humano Aspectos por considerar para desarrollar empresas rentables, sostenibles y atractivas para las personas.

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La metodología CREA se extiende entre los municipios Una iniciativa que se consolida.

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SECCIÓN ECONÓMICA 76 78 82

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El precio de la tierra LO AYUDAMOS A PRESUPUESTAR APUNTES


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La generaci贸n Y en el agro J贸venes protagonistas en el Movimiento CREA


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En las nuevas generaciones renace el optimismo que tenían sus abuelos. Cuando consultamos a los jóvenes que trabajan en el campo acerca de las cosas que menos les gustan de la actividad agropecuaria, una de las respuestas más habituales es “la cultura de la queja”. Ellos entienden que es uno quien debe ocuparse de los problemas; no avalan la queja sin una acción tendiente a resolverlos. Pero esto no es algo que se observe únicamente en el campo: está presente en muchos otros ámbitos. Hay quienes se preguntan si ese optimismo se sostendrá cuando estos jóvenes alcancen la edad de 60 años. No lo sabemos; pero es significativo el hecho de que esta generación sea mucho más optimista que la precedente. Muchas transformaciones van a poder concretarse a partir de este cambio de actitud. La cuestión ambiental está muy presente en los jóvenes que trabajan en el sector agropecuario. Las empresas del siglo XX se focalizaban sólo en el resultado económico, mientras que las empresas valoradas por los jóvenes en el presente siglo son aquellas que buscan resultados tanto en el plano económico como en el ámbito social y ambiental. No sólo tienen un qué, sino también un para qué. Y este es un cambio sustancial con respecto a las generaciones anteriores. Empresas muy exitosas del pasado, como las tabacaleras, ya no resultan atractivas para la mayor parte de la gente joven precisamente por ese motivo, incluso cuando otorguen muchos beneficios laborales. Nueve de cada diez jóvenes aseguran que no están interesados en trabajar en una empresa tabacalera. La denominada Generación Y tiene en común el hecho de haberse habituado desde la niñez a operar dispositivos digitales que transformaron la manera de trabajar y de comunicarnos. Todas las demás generaciones suelen mostrar mayores dificultades para adaptarse al cambio tecnológico constante. Los jóvenes son agentes de cambio porque el hecho de ser nativos tecnológicos les permite entender hacia dónde se dirige el mundo. Los cambios que vamos a experimentar en la sociedad son grandes y profundos. El avance tecnológico va a transformar muchos modelos de negocios y pautas culturales. Es más: los cambios se producen tan rápidamente que muchos de los adolescentes que hoy están en el colegio secundario probablemente tendrán trabajos que no existen en la actualidad (¿alguien se imaginaba 10 años atrás el rol del community manager?).

Entonces, incorporar a los jóvenes con roles activos en nuestras empresas nos brinda una ventaja comparativa frente a otros. Y también nos permite estar atentos a las señales de los cambios que se avecinan. Por primera vez en la historia de la civilización, los jóvenes saben más que los grandes respecto de ciertos temas, lo que no invalida el conocimiento de los adultos, sino que se suma al que ellos poseen. Pero es necesario darles un espacio a los más jóvenes. Muchos modelos de negocios desaparecerán para ser reemplazados por otros. Por esta razón, en la medida en que tengamos mayor diversidad generacional en nuestras empresas, más sólidas serán para hacerles frente a los cambios. Una empresa de servicios que –por ejemplo– les hace perder horas a las personas para realizar un simple trámite es algo que no va a existir más cuando los nativos tecnológicos lleguen a las posiciones de poder. Eso ocurre actualmente por una cuestión de mentalidad, no porque no haya otra manera de hacerlo. La cuestión es que muchos jóvenes, cuando entran a trabajar a una empresa, sienten precisamente eso: que deben esperar detrás de una larga fila durante horas de manera innecesaria. Eso es lo que hay que evitar; porque si ello sucede, si ellos consideran que no son escuchados o tenidos en cuenta, si perciben que su trabajo no tiene relevancia, entonces los jóvenes se van. Antes la gente aguantaba; hoy no sucede así. Trabajar con jóvenes exige ofrecer espacios adecuados para que puedan demostrar lo que son capaces de hacer. Una empresa sin jóvenes pierde la posibilidad de integrar a los intérpretes del futuro.

Paula Molinari Presidente de Whalecom Síntesis de una conferencia ofrecida en el Congreso Regional CREA Oeste Arenoso 2015.

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Sofía

Todos los viernes, Sofía Corina (26) hace su aparición en Canal Rural para comentar el informe semanal de evolución de cultivos elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). “Al principio me ponía nerviosa, pero fui perdiendo el pánico escénico al tomar clases de teatro y fonoaudiología”, explica. Sofía comenzó a trabajar en el equipo de Guía Estratégica del Agro (GEA) de la BCR dos años atrás. Integra un equipo de técnicos –ella es agrónoma recibida en la Universidad Nacional de Rosario– que emplea una importante red de colaboradores a partir de la cual se obtienen los datos necesarios para seguir la evolución de los principales cultivos en la zona núcleo pampeana, además de estimar el

área sembrada y la producción a nivel nacional. Su padre es miembro del CREA Armstrong-Montes de Oca. Sofía tenía 19 años cuando participó por primera vez de una reunión en ese grupo. “Esa experiencia me ayudó mucho en mi carrera y si bien ya no me resulta tan sencillo participar por las obligaciones que tengo en la Bolsa de Comercio de Rosario, intento ir la mayor cantidad de veces posible”. La firma familiar es 100% agrícola y se dedica a la producción de trigo, cebada, maíz y soja. “Mi rol en la empresa se focaliza en la gestión de la información productiva y económica; me gusta que todo esté organizado”. Para fortalecer sus conocimientos en materia de finanzas, está cursando actualmente una especialización en agronegocios. “En los grupos CREA se realiza el análisis de una empresa o de diferentes empresas de un grupo o de una zona. Y eso es precisamente lo que hacemos en el GEA, sólo que a nivel regional o nacional”.


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Lucas

Durante el último año de la facultad, Lucas Gandolfi (29) integró un pequeño pool de siembra del cual participaban miembros y asesores CREA. “Cada vez que nos reuníamos, ellos hablaban del grupo”, recuerda. Su familia no se dedica al negocio agropecuario, pero tiene un campo en Rojas como inversión. Cuando tenía apenas 20 años –estudiaba Administración en Agronegocios–, el administrador del establecimiento se fue. Entonces le ofrecieron hacerse cargo del campo, que alquilarían si

él se negaba. “Tardé dos minutos en decidirme”, explica. “Fue una experiencia interesante, pero sacrificada, con viajes constantes entre Rojas y Buenos Aires hasta recibirme”. El campo desarrolla agricultura en secano, producción de semilla comercial con pivote de riego y ciclo completo de ganadería (con unas 800 vacas, invernada y corral de engorde). Un 10% del área agrícola está destinada a la actividad pecuaria. Cuatro años atrás, decidió sumar la empresa al CREA Pergamino (el más cercano a su campo). “El CREA me dio la contención que necesitaba. Hoy no me imagino ser empresario agropecuario sin estar en un CREA; me faltaría algo”. Si bien el planteo ganadero es superintensivo –durante el verano, la carga animal se ubica en 7 a 8 vacas/ha en alfalfas con suplementación–, el campo comenzó a quedarles chico. Por eso está evaluando alquilar otro campo para llevar allí los vientres, concentrando la recría y la terminación en el establecimiento de Rojas. “No va a resultar sencillo porque estoy acostumbrado a tener a mis vacas con un excelente estado corporal durante todo el año”. “Lo que tiene el Movimiento CREA es que en cada lugar al que uno va se siente escuchado y valorado, además de tener la posibilidad de ampliar el campo de acción de la propia empresa. El año pasado participé de la organización del congreso zonal y también integro el grupo de afinidad ganadera de la zona CREA Norte de Buenos Aires”.


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Gustavo

do una maestría en finanzas que espera poder terminar este año. Cuatro años atrás decidió sumarse al CREA 25 de Mayo, luego de extensas conversaciones que mantuvo con un amigo que se desempeña como asesor CREA. “Nuestra visión cambió completamente al participar en el grupo; nos ayudó a replantearnos muchas cosas y es muy valioso que podamos hacer aportes para mejorarnos unos a otros”. Junto con el asesor del CREA, Federico Albina, viene trabajando en manejos agrícolas diferenciados según macroambientes estandarizados en la zona Sudeste. “Los resultados mejoraron mucho con esa metodología”, afirma.

Agustín

En los últimos años, la empresa –integrante del CREA Villa Valeria– en lugar de expandirse mediante campos alquilados, optó por crecer a través de la producción de especialidades agrícolas, tales como maíz pisingallo, girasol confitero y la multiplicación de semillas de soja. “En nuestra zona era necesario contar con un oferente de semilla certificada para evitar sobrecostos y complicaciones logísticas; por ese motivo se decidió invertir en una planta clasificadora”, comenta Agustín. El negocio de la multiplicación de semilla tiene un margen de rentabilidad potencial superior al

En la campaña 2015/16, Gustavo Canal (30) apostó por el trigo y el maíz temprano. Vendió muchas vaquillonas preñadas antes del sinceramiento cambiario para aprovechar el buen precio en dólares que tenía la hacienda por entonces. Y buscó toda la financiación posible para retener la soja hasta la devaluación de diciembre pasado. Es ingeniero en producción agropecuaria. Ingresó a la empresa familiar en 2008 y se fue metiendo de a poco en su cargo actual de administrador. “En los últimos años, la realidad argentina determinó que el trabajo en el campo sea más de escritorio que de otra cosa”, comenta Gustavo. Está cursan-

Desde muy joven, Agustín Recondo (27) comenzó a trabajar en la empresa familiar localizada en la zona de Mattaldi (sur de Córdoba). Antes de recibirse de agrónomo, se hizo cargo de la planta clasificadora de semillas de la firma. En septiembre de 2014 se produjo un hecho trágico: falleció su padre, quien, junto a su esposa y su cuñado, comandaban la empresa. Agustín debió asumir de golpe muchas más responsabilidades. Actualmente trabaja a la par de su madre y de su tío.


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de la agricultura tradicional. Pero con un riesgo bastante más elevado. La multiplicación de una línea fundadora de un cultivar requiere cuidados intensivos en las diferentes etapas productivas. El costo directo es elevado, porque la recolección exige cuidados especiales. Si todo sale bien, alrededor del 80% de lo producido resulta apto para ser comercializado (el 20% restante es merma). “En cada una de las decisiones técnicas que debemos tomar, nos apoyamos mucho en el grupo y en el asesor CREA”, indica.

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Carolina

El primer trabajo de Carolina Williams (28) fue integrar el equipo organizador de un congreso forestal mundial realizado en 2009 por la Secretaria de Agricultura, Ganadería y Pesca. Luego, se desempeñó durante un tiempo en el área forestal del entonces Ministerio de Agricultura (Minagri) para luego pasar al área comercial de una corredora de granos (donde trabajó por más de cinco años). Poco a poco comenzó a ayudar a sus padres en la gestión de la empresa agropecuaria familiar y así fue asumiendo cada vez más responsabilidades. “Ahora ya soy empleada de la firma: me ocupo de la gestión comercial,

de la compra de insumos y del control de labores y de la parte física”, comenta Carolina. Le falta apenas un examen final para recibirse de agrónoma en la Fauba. Pero no deja de sumar desafíos. “Uno de mis abuelos, quien posee un pequeño campo de cría en la zona sudoeste (bonaerense), se retiró. Comencé a administrar esa empresa y lo primero que hice fue integrarla al CREA Benito Juárez; es la mejor decisión que tomé”. Así, pasó a ser la integrante más joven de ese grupo CREA, y también la única mujer. “Cuatro años atrás, si me preguntaban qué prefería, respondía: la agricultura, sin dudar. Pero ahora la ganadería me gusta cada vez más. El año pasado fue la actividad que sacó de apuros a muchas empresas mixtas”.


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Santiago

Poco antes de terminar la carrera de agronomía, Santiago Moro (29) dejó la casa de sus padres en Barrio Norte para ir a trabajar como ayudante de encargado de un campo localizado en Ameghino. No había tiempo para aburrirse porque la empresa desarrollaba agricultura, tambo y ganadería. Al comenzar a interactuar con gente de la zona, conoció al presidente de la Comisión de Lechería de AACREA, pero por entonces no sabía que ocupaba ese cargo; ni siquiera sabía que era parte del Movimiento. De ello se enteró al reconocerlo en una de las tantas entrevistas que le hicieron para ocupar el cargo de técnico de dicha comisión. “Me encontré en un ámbito en el cual la lechería es analizada en el marco de una mirada integral y sistémica”, comenta San-

tiago. Las tareas que desarrolla junto al coordinador técnico de la comisión son muy diversas, pero todas implican gestionar un volumen enorme de datos, relaciones y análisis del sector para generar diagnósticos e iniciativas orientadas a mejorar los diferentes aspectos de la actividad lechera. “Uno de los principales desafíos fue el proyecto Factor Humano, que es inédito tanto en la Argentina como en la región”. Se trata de un emprendimiento orientado a desarrollar una guía de buenas prácticas y condiciones para el trabajo en el tambo (el objetivo es que constituya un protocolo de criterios mínimos para las empresas lecheras de todo el país). El equipo interdisciplinario –integrado por agrónomos, veterinarios, psicólogos, empresarios y consultores– está conformado por AACREA, Aprocal, Caprolecoba, Fundación Valores para Crecer, INTA Rafaela, Universidad Austral, UBA, Universidad Nacional de Lomas de Zamora y Universidad Nacional del Litoral. “Trabajar en el campo tiene un encanto único, pero ser parte de procesos que van a mejorar la vida de mucha gente es una experiencia extraordinaria”, destaca.

La Generación Y en el Movimiento CREA ● Un 15% de los 1537 miembros CREA es Sub-35 ● La mayor parte son hombres (93%)

● Un 75% ya cuenta con título universitario o de posgrado ● La mayor parte de los recibidos son agrónomos (57%) ● Más del 70% se encuentra en la región pampeana

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Salta

21-30 31-35 Más de 36

Córdoba Santa Fe

5 85

Buenos Aires

Mendoza

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Resto del país


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Gonzalo

Cuando promediaba la carrera de agronomía, Gonzalo Albizu (31) se enteró de qué se trataba el trabajo de un asesor CREA. Y se prometió a sí mismo que algún día lograría llegar a ser uno de ellos. “Si bien conocía a los grupos CREA, no tenía en claro cuál era el rol del asesor”, comenta Gonzalo. “Me pareció un trabajo tan desafiante y completo que a los 21 años me lo puse como un objetivo por cumplir”. No bien se recibió, realizó el taller de asesores CREA y se contactó con asesores de la zona Oeste Arenoso –región de la cual es oriundo– para participar de diversas actividades. “Como inicialmente no aparecieron oportunida-

des para ser asesor CREA, comencé a trabajar como responsable agrícola de una empresa que siembra en campos de terceros en la zona este de La Pampa”. Pero un día apareció la posibilidad de cubrir el puesto de asesor del CREA Atreuco, y Gonzalo fue el seleccionado; tenía por entonces 27 años. “Por la calidad y la cantidad de información que recolecta, gestiona y analiza, el asesor CREA se convierte en un referente dentro de la región, y eso constituye un privilegio”. “Otro carácter distintivo del Movimiento CREA es el ejercicio constante de evaluar la empresa agropecuaria de manera integral, además de contar con la perspectiva aportada por los distintos integrantes del grupo”.

Un 17% de los Sub-35 viven en el campo o en pueblos rurales En la explotación

13%

Pueblo de hasta 2000 habitantes

4%

Pueblo o ciudad de 2001 a 10.000 habitantes

11%

Ciudad de 10.001 a 50.000 habitantes

29%

Ciudad de 50.001 a 300.000 habitantes

17%

Ciudad de más de 300.000 habitantes (excepto CABA)

17%

En CABA

8%

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