Procesos Urbanos Informales y Territorio

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Procesos

urbanos informales y territorio

Sabemos que las características del producto arquitectónico y urbano se definen con las decisiones tomadas por la cadena de actores y agentes vinculados a los procesos productivos, desde la formulación de la política pública misma, hasta la gestión, la planeación, la producción y la distribución. En estos procesos las decisiones de diseño constituyen un campo restringido y dependiente de decisiones anteriores de política, de gestión y planeación y posteriores de producción y mercadeo, además de que, hay que reconocerlo, muchas veces no son tomadas por arquitectos. De esta manera, es claro que las condiciones de calidad de la vivienda social y su entorno son la materialización de esta toma de diversas decisiones y que es allí en donde se encuentra la raíz de los problemas, no en el producto mismo. No tiene sentido intentar avanzar en una acción disciplinar interesada en la solución de los problemas de calidad y asequibilidad, con la sola reconfiguración de los productos, sin abordar antes la intervención en los procesos en los que se concibe, diseña, produce y distribuye la vivienda y su entorno, con la previa reconfiguración de buena parte de las decisiones tomadas en cada una de dichas fases, basada, a su vez, en la revisión de los modelos de gestión en los que se desarrollan sus actores y motivaciones –intereses y valores– e interrelaciones. Interesarse en el proyecto de lo físico-espacial, ahora centrado enfática e insistentemente en el producto arquitectónico –el “módulo de vivienda”– descontextualizado de un marco de gestión, consolida la visión, tradicional pero equivocada, que –implícita o explícitamente– le ha otorgado al proyecto urbano-arquitectónico potencialidades que no tiene para cambiar las motivaciones y las relaciones en el mercado, que son las que en la práctica están definiendo las características de la vivienda y su entorno (ante las que la incidencia de una participación profesional eficaz del arquitecto sigue disminuyendo). Las decisiones tomadas allí135, interesadas solo en darle “realismo” técnico-financiero a la producción, han dejado de lado el necesario debate sobre los modelos de gestión de la llamada “vivienda de interés social” y la posibilidad de que el desarrollo de esos modelos alimente y cree condiciones para la concepción, el diseño y la producción de vivienda y entorno con un nuevo “realismo”136. Resguardadas en el hecho de que esta pretensión equivocada acerca del valor de la reconfiguración de los productos, propia de la labor profesional –que se asume como natural y con mucho interés e intensidad en los discursos académicos, profesionales, gremiales– distrae de la pertinencia de abordar, con ópticas renovadas, la transformación de los procesos. 136 Cabe referirse aquí a algunas reflexiones surgidas del juzgamiento del concurso universitario Convive (SCA, ACFA, CNPA, Revista Escala, Metrovivienda, Bogotá, 2006). Las bases del concurso convocaron a “proponer soluciones realistas” orientadas a mejorar las condiciones de calidad de la usual oferta de vivienda de interés social producida en el marco del modelo de gestión acuñado por 135

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