Procesos Urbanos Informales y Territorio

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Procesos

urbanos informales y territorio

Dicho de otra manera, configurar y desarrollar una oferta integral de soluciones adecuadas y asequibles, ante la necesidad de vivienda de los grupos de población de los más bajos ingresos (estratos 1 y 2) –hasta ahora insatisfecha y creciente en aspectos cualitativos y cuantitativos– exige, por una parte, identificar las directrices de política pública y los marcos de gestión en los que se configuren sus características y factibilidad y, por otra, precisar el enfoque o punto de vista acerca de las realidades y de los problemas por abordar, esto es que se reformulen las usuales comprensiones y se busque, con ello, una necesaria reconfiguración de las habituales respuestas, incluidas las urbano-arquitectónicas.

El enfoque Usualmente, el examen que hacen la arquitectura y el urbanismo de las situaciones y de los problemas por abordar en el proyecto de la VIS se ha centrado en forma predominante –y así parece natural– en reflexiones acerca de la conformación y el ordenamiento físico-espacial, morfológico, tipológico y constructivo de los desarrollos123, con lo cual la búsqueda de respuestas adecuadas se ha confinado a la intervención –plástica, técnica y/o financiera, hay que reconocerlo– en las solas estructuras físicas, aislada o desarticulada de acciones integrales que la contextualicen adecuadamente –con el aporte de nuevos sentidos– y, además, la hagan factible. No ha habido el suficiente interés en el conocimiento de los procesos en los cuales se configuran estas formas y espacios objeto de la acción disciplinar124. Reconocer los procesos en los cuales se forman estos productos y sus problemas implica, ante todo, ver la existencia de agentes que interactúan en forma permanente y cambiante, que toman las decisiones que en diferentes fases van definiendo sus características, apoyadas o simplemente legitimadas en las actuaciones profesionales, o al margen de sus propuestas –parecería indiferente– como puede constatarse con crudeza en la actual situación. Esto, de hecho, ha marcado, o mejor, ha legitimado el sentido de nuestras políticas públicas en vivienda en algunas fases de la historia de la intervención estatal en el sector habitacional (políticas higienistas, de planificación, de producción) y persiste más enfáticamente en las políticas nacionales vigentes –no por motivaciones conceptuales precisamente– interesadas casi exclusivamente en configurar y garantizar la producción de nueva vivienda. 124 Lo mismo sucede con otros campos disciplinares (la economía, el derecho, la sociología, por ejemplo) –que se han enfocado en aspectos económicos o sociales, ocupándose predominantemente de problemas como la asequibilidad, la tenencia o el impacto social y cultural de las intervenciones– centrados en las estructuras sociales y casi igualmente desinteresados en los procesos en los cuales los sectores de población de menores ingresos se aprovisionan de un alojamiento. 123

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