Jesuitas nº 100

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Director: Vicente Marqués Consejo de Redacción José María Bernal David Guindulain Carlos Moraza Vicente Pascual Angel A. Pérez Gómez Wenceslao Soto Redacción: INFORSI ARAGÓN La Cenia 10 46001 Valencia. Tel 96–3916104 96–3916105 Fax 96–3920754 E–mail: jmbernal@jesuitas.es Edita: INFORSI Av. Moncloa 6 28003. Madrid Tel 91–5344810 Fax 91–5335596 E–mail: jesuitas@jesuitas.es Depósito legal: B. 8.068–1960. Diseño: Laura de la Iglesia María José Casanova Imprenta: Grafman, Bilbao

Jesuitas nº 100 – Primavera 2009

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Malos espíritus

Esta revista quiere ser un lazo de unión de la Compañia de Jesús España con familiares, amigos y colaboradores.

- NO QUIEREN ENTERARSE.


100 nĂşmeros

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100 números

Gracias

por compartir numeración, director y lugar de edición. Una publicación viva, cambiante, que pretende adaptarse a cada momento para cumplir su objetivo de compartir la vida de los jesuitas españoles entre sí y con los amigos, familiares uestra revista Jesuitas ha llegado al y colaboradores. número 100 de una serie iniciada, en su Es una satisfacción haber llegado a ese segunda época, en enero-marzo de 1984. Una hito, conquista que sólo se explica por el conportada en blanco y negro con un diseño absocurso de muchas personas, cuya lista sería lutamente austero mostraba al recién estrenainterminable, a las que es justo agradecer su do superior General P. Kolvenbach. En su intelabor. rior, el director Cristòbal Sàrrias, arropado por Ahí están los superiores jesuitas que desde un magnífico equipo de redacción (Norberto sus inicios han apoyado el proyecto; los adminisAlcover, José L. Blanco Vega, José A. García, tradores y secretarios; los consejos de redacción Juan Lorente y Ángel A. Pérez Gómez) ofreen sus distintas composiciones; los sufridos colacía el fruto de su trabajo, iniciando la serie un boradores que pergeñan sus escritos, unos con saludo de bienvenida del Provincial de España, más trabajo que otros, pero todos con mucho Ignacio Iglesias. cariño; y los familiares, amigos y colaboradores, La cabecera Jesuitas había empezasin cuyo aplauso y acompañamiento no se mando a utilizarse en una publicación bimestral tendría esta empresa, que al acoger la revista de 1948-1955 para familiares y bienhechoentre sus manos transmiten su calor a todos los res, como “Suplemento de las Noticias de la que participan en su elaboración. Provincia Tarraconense”. Tras una breve inteUn recuerdo especial merecen los direcrrupción, a los dos años iniciaría su rumbo la tores, por su constancia y entrega: Enric Rifà, considerada como primera época de la revista José Luis Urrutia, Cristòbal Sàrrias y Vicente Jesuitas (1957Marqués. 1983), ahora Gracias a esa con un ritmo extensa y entregatrimestral, que da familia podemos llegó hasta mantener este signo el número de fraternidad cuyos 105. Desde 15.000 ejemplares el número 49 inician un viaje con (1969) aparecada nueva estación ce como una desde la editorial publicación Mensajero para surconjunta de car los cuatro puntos las provincias cardinales de nuestra españolas, geografía más inmedesde Madrid, diata, para renovar bajo la direcy reanimar nuestra ción de José amistad. Luis Urrutia. Deseamos que Los avaJesuitas pueda seguir tares de esta siendo lazo de unión publicación de la familia jesuise aprecian ta, y más ahora, en en sus tres la perspectiva de la etapas, y en única Provincia de los cambios España que se perfila Consejo de redacción: Pérez Gómez, Soto, Marqués, Bernal, de formato, para 2016.■ Pascual, Guindulain y Moraza (hizo la foto). Equipo de redacción

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100 números

El porqué y el para qué de esta revista Jesuitas Wenceslao Soto, SJ

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l llegar el número 100 de la segunda etapa de nuestra revista Jesuitas queremos reafirmar sus objetivos, que percibimos en continuidad con las llamadas “cartas edificantes”. Siguiendo el principio ignaciano de aplicar los grandes objetivos a la diversidad de personas, lugares y tiempos, la revista Jesuitas pretende concretar para el ámbito hispano las mismas intenciones de las Cartas Edificantes y del Anuario SJ. Pero, además de hacerlo más a menudo (cuatro veces al año), amplía el horizonte de destinatarios queriendo abrazar a familiares, amigos y colaboradores, para profundizar nuestra amistad y agradecimiento, dándonos a conocer más, e informando de lo que somos y hacemos, con la ilusión de contagiarles nuestra identidad jesuita e involucrarlos cada vez más en la misión de la Compañía. Ignacio de Loyola veía en la comunicación epistolar no sólo un instrumento para un gobierno muy centralizado de “comunidades para la dispersión”, sino también un factor de unidad. Uno de los tipos de cartas prescritos por el fundador son las cartas cuatrimestrales, relaciones que se debían enviar cada cuatro meses por duplicado al Provincial, para que éste hiciera llegar un ejemplar al General. Tienen forma de compendio histórico de la actividad realizada por los jesuitas de la casa durante ese periodo, en estilo ejemplarizante. Según el secretario de San Ignacio, Juan Alfonso de Polanco, se debían enviar a principios de enero, mayo y septiembre y, desde Roma, una vez corregidas por él, se hacían circular por las provincias. Su objetivo primario era comunicar a las demás casas los progresos de la Compañía y así ofrecer aliento a los otros y ayudar a la mutua “edificación” y crecimiento espiritual. Hoy hablaríamos de reforzar la propia identidad corporativa. En 1564, el sucesor de San Ignacio, Diego Laínez, redujo a dos veces por año el envío de estas cartas a Roma, pasando así a ser semestrales.

La Congregación General II (1565), que eligió general a Francisco de Borja, decretó que fuesen anuales, y la Congregación General IV (1581) las redujo a una sola carta por Provincia. Con este mecanismo se explica la gran difusión de la figura de San Francisco Javier y su gesta misionera realizada en un rincón de la tierra entonces muy desconocido y aislado. Al leer sus narraciones, muchos jóvenes europeos se sentían llamados a imitar su opción de vida atraídos por su arrojo heroico. Lo mismo sucedía con la misión de la Compañía especialmente en América y Asia. Se imprimieron las de algunos años, pero, después de algunas interrupciones, en 1651, cesó su publicación definitivamente. En los siglos XIX y XX, los jesuitas de España, como los de otros lugares, editaron sus Cartas Edificantes por provincias. En 1920 la curia general empezó a publicar varias veces al año Memorabilia S.I., que procuraba completar, más que substituir, las cartas anuales, y desde 1960 se publica, en su lugar, el Anuario de la Compañía de Jesús. La intención de todos estos escritos es, pues, proclamar y agradecer la grandeza y la bondad de Dios en lo que hace a través de la Compañía y sus colaboradores, meros instrumentos en sus manos, y no tanto vanagloriarse de ellos mismos, aunque a veces se peca de gloriosismo. Pero, por otro lado, el otro extremo de no proclamarlas, incluso movidos por una verdadera humildad, puede considerarse una tentación, si priva a los demás de los frutos que pueden recibir al conocer la acción de Dios a través de sus mediaciones. ■ 5


El ser de la Compañía Toni Catalá, SJ

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… egún nuestra vocación, tenemos que estar frecuentemente ocupados, aparte de otros oficios indispensables, durante gran parte del día e incluso de la noche, en consolar a los enfermos de cuerpo y alma… (Primera versión del documento fundacional de la Compañía, 1539). Las criaturas de Dios sufren en sus cuerpos y sus almas, sufren la injusticia del hambre, del desarraigo provocado por las migraciones y desplazamientos forzados, sufren la enfermedad sin posibilidad de alivio, pues la salud hoy es una industria; sufren la falta de sentido, pues cuando el cuerpo sufre el alma se resiente y queda herida en su dignidad de criatura. Los sufrimientos del cuerpo son siempre sufrimientos de cuerpos contextualizados en estructuras de injusticia y desprecio, cuerpos abocados a la soledad y a la exclusión. Ignacio y sus compañeros quieren implicarse en el mundo de cuerpos y almas heridos, quieren “consolar”, acompañar a los solitarios, tejer relaciones de fraternidad, “tender puentes”… La experiencia más genuina del Dios de la Vida siempre lleva a intentar “redimir lo humano”. Cuando Ignacio se experimenta en el ámbito compasivo de la Trinidad Santa sabe que no queda otra cosa que “hacer redención del género humano”. 6

Hechos compañeros Habiendo pues sabido con anterioridad por nuestro predecesor de feliz memoria el papa Paulo III, que los queridos hijos Ignacio de Loyola y Pedro Fabro y Diego Laynez, (y) también Claudio Jayo y Pascacio Broet y Francisco Javier, (y) también Alfonso Salmerón y Simón Rodríguez y Juan Coduri, y Nicolás Bobadilla presbíteros…, Maestros en Artes, graduados en la Universidad de París, y ejercitados muchos años en los estudios teológicos, inspirados por el Espíritu Santo, hace ya tiempo que, venidos de distintas partes del mundo, se habían reunido; y, dejando los deleites de este siglo, hechos compañeros de una vida ejemplar y religiosa... (Formula Instituti aprobada por Julio III en 1550). “El oficio de consolar”, de acompañar soledades no se puede hacer en “solitario”, sería una contradicción no sólo de términos, sino una pretensión narcisista e inhumana. Sólo se puede hacer en compañía unos de otros. Los primeros jesuitas han sido “hechos compañeros” por el Señor que los convoca, han experimentado el cuidado y la preocupación de unos por otros, han experimentado que es posible desde la profunda diversidad tejer una “compañía de amor”. El ser compañeros les hace más sensibles ante los que no viven la cercanía del otro, o que viven al otro, otro personal, social y cultural, como una amenaza destructiva. Los “maestros en Artes graduados en la universidad de París” han sido inspirados por el Espíritu, el mismo Espíritu que empujo a Jesús al desierto, para no caer en la trampa mortal del vano honor del mundo, de la soberbia y el


engreimiento y el afán de riquezas, sino consolar a los abatidos en humildad, asumiendo el riesgo de la falta de aprecio por lo poderes de este mundo y en pobreza que es desear ser recibidos en el ámbito del Crucificado, crucificado que no es otro que el que amó hasta el extremo. Para anunciar y curar … una Compañía fundada ante todo para atender principalmente a la defensa y propagación de la fe y al provecho de las almas en la vida y doctrina cristiana por medio de predicaciones públicas, lecciones, y todo otro ministerio de la palabra de Dios, de ejercicios espirituales, y de la educación en el Cristianismo de los niños e ignorantes, y de la consolación espiritual de los fieles cristianos, oyendo sus confesiones, y administrándoles los demás sacramentos. Y también manifiéstese preparado para reconciliar a los desavenidos, socorrer misericordiosamente y servir a los que se encuentran en las cárceles o en los hospitales, y a ejercitar todas las demás obras de caridad, según que parecerá conveniente para la gloria de Dios y el bien común, haciéndolas totalmente gratis, y sin recibir ninguna remuneración por su trabajo, en nada de lo anteriormente dicho… (Formula Instituti) Ignacio y sus compañeros quieren “empalabrar” la realidad desde la Buena Noticia de Jesús, saben que vienen de muy atrás, que su acceso a la Buena Noticia pasa por la fe de la Iglesia, que están en la corriente de una gran nube de testigos, por eso quieren y necesitan “saber” de la gran tradición, quieren proclamar, anunciar, escrutar e investigar lo que aconteció en el ámbito de la eclesialidad y saber lo que su mundo necesita para poder escuchar con sentido la Palabra. Ignacio y sus compañeros saben que lo que tienen que “saber” no es para hincharse, sino para la espiritual consolación de los fieles cristianos. Por eso el saber para proclamar es inseparable de las prácticas de alivio y de justicia. Ignacio y sus compañeros siguen al que pasó proclamando por los caminos de Galilea la Buena Noticia del Reino y curando todo achaque y enfermedad del pueblo. Ignacio sabe que no se puede separar lo que el Cristo vino a unir.

la misión se viva desde la libertad del Evangelio y la “edificación de los próximos”. Ignacio ha experimentado que todo “desciende de arriba”, por eso pide conocimiento interno de tanto bien recibido, para que yo enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir. La gratuidad es la expresión de la sinceridad en la misión: ...no se debe entrar en obligaciones o partidos que perjudiquen a la sinceridad en nuestro modo de proceder, que es dar gratis lo que gratis hemos recibido (Constituciones 398). Sólo cuando hay un profundo des-interés por lo propio, y los únicos intereses, quereres y amores son los del Evangelio, se hace verdad y vida la misión de la Compañía. La Compañía no ha podido menos que volver a hacer propia en la CG 35, la voz de las anteriores que traducen los profundos deseos de los primeros compañeros: El fin de nuestra misión (el servicio de la fe) y su principio integrador (la fe dirigida hacia la justicia del Reino) están así dinámicamente relacionados con la proclamación inculturada del Evangelio y el diálogo con otras tradiciones religiosas como dimensiones de la evangelización. ■

En sinceridad y libertad Esta misión y “prácticas del Reino” se han de llevar a cabo “haciéndolas totalmente gratis, y sin recibir ninguna remuneración por su trabajo”. La gratuidad, el reconocer que todo es don y es gracia, es condición indispensable para que

Libro de las Constituciones y primeros compañeros jesuitas.

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Entre los pobres y con los pobres Darío Mollá Llácer, SJ

Fe y justicia, misión de la Compañía

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na de las páginas centrales del libro de los Ejercicios de San Ignacio es la que presenta la mirada compasiva y comprometida de la Trinidad sobre un mundo roto y necesitado de reconciliación y salvación. Esa mirada subyace al propósito de San Ignacio y sus compañeros de fundar la Compañía de Jesús. Al describir su misión incluyen en ella el reconciliar a los desavenidos, socorrer misericordiosamente y servir a los que se encuentran en las cárceles o en los hospitales, y ejercitar todas las demás obras de caridad (Fórmula Instituti, aprobada por Julio III en 1550). A lo largo de la historia ha ido variando y madurando el conocimiento y la comprensión sobre las causas de tantas injusticias y sufrimientos como padecen millones de personas, así como de las posibles acciones y respuestas ante ellos. También ha cambiando, obviamente, el modo como la Compañía de Jesús ha ido “re-formulando” su misión apostólica, y, dentro de ella, la predilección evangélica por los pobres. La Congregación General 32, celebrada en 1975, encontró una formulación decisiva: … la misión de la Compañía de Jesús hoy es el servicio de la fe, del que la promoción de la justicia constituye una exigencia absolu8

ta, en cuanto forma parte de la reconciliación de los hombres exigida por la reconciliación de ellos mismos con Dios. Las Congregaciones Generales siguientes han confirmado esa opción, añadiendo cada una de ellas sus propios matices de desarrollo, en función de la evolución de las circunstancias históricas y del pensamiento humano, pero sin alterar la definición de fondo. Todas ellas han entendido que el servicio evangelizador de la Compañía no es plenamente tal sin la acción por la justicia. Y el Papa Benedicto XVI lo reiteró manifiestamente a la Compañía: De ahí que resulte natural que quien quiera ser verdadero compañero de Jesús comparta realmente su amor a los pobres. Nuestra opción por los pobres no es ideológica, sino que nace del Evangelio. Una definición polémica Dicho todo esto, hay que reconocer, sin embargo, que la afirmación de la misión de la Compañía en términos de “servicio de la fe y promoción de la justicia” ha resultado una afirmación polémica y discutida desde sus comienzos. El divorcio entre fe y vida, entre culto y vida, esa separación que tanto deploramos, es tan antigua como la religiosidad (Cardenal Martini). La promoción de la justicia sigue siendo algo “adjetivo” a la espiritualidad corriente. Un vínculo tan estrecho como el que quiere establecer esta definición de la misión de la Compañía, sigue sorprendiendo y levantando sospechas.


Es verdad que la puesta en práctica de esta misión comportó en ocasiones actuaciones inadecuadas, posicionamientos marcados por la ideología, juicios y enfrentamientos de unos con otros, reduccionismos en el modo de entender y vivir la vocación sacerdotal del jesuita… Las Congregaciones Generales 33 y 34 lo reconocen. Pero, sin embargo y pese a ello, también ponen de manifiesto los bienes y gracias que el compromiso con los pobres y la cercanía a ellos ha reportado a la Compañía: nuestro servicio, especialmente el de los pobres, ha hecho más honda nuestra vida de fe, tanto individual como corporativamente: nuestra fe se ha hecho más pascual, más compasiva, más tierna, más evangélica en su sencillez (Congregación General 34). Una comprensión de la “justicia” en términos exclusivamente económicos o ideológicos, ha parecido siempre limitada a quienes han entendido y defendido, con razón, que la justicia del evangelio, o la “justicia del Reino”, representa una realidad mucho mas compleja y rica, que, si bien es verdad que encuentra términos de coincidencia con la “justicia” a la que aspiran proyectos humanos sociales o políticos, la desborda.

llo que nuestra fe aporta al compromiso por la justicia. ¿Qué subrayados y qué acentos son inherentes a quien se implica “entre los pobres y con los pobres” desde el evangelio, y desde la contemplación de la persona de Jesús como fuente de luz y de transformación personal? Mencionaré sólo algunos de ellos. La atención a la persona concreta y la valoración de la dignidad suprema de cada una de las personas, de la dignidad de hijos/as de Dios, por encima de cualquier otra consideración. Para el seguidor de Jesús, la persona nunca puede ser escondida o sepultada detrás o debajo de consideraciones o estructuras de ningún tipo. Y toda persona, cada persona, es merecedora de todo nuestro esfuerzo. Esto no supone la negación de las luchas “estructurales” necesarias para la transformación de la sociedad, pero recuerda que ningún precio personal se debe pagar por ellas. Y que el “vaso de agua” dado al pequeño sigue teniendo un valor divino, y por ello infinito. La gratuidad como actitud de fondo. Una gratuidad que no busca compensaciones efectivas ni afectivas en el compromiso con los demás; que no genera dependencias sino autonomía y libertad; que no hace de los pobres ni del compromiso con ellos pedestal, mérito o ganancia y que, al estilo de Jesús, procura suscitar en las personas las fuerzas que, desde el interior de ellas mismas, les liberen, más que aportar salvaciones “milagrosas” (y, a la larga, inconsistentes) desde fuera.

Tampoco seríamos del todo sinceros si no reconociéramos que ese estar “entre los pobres y con los pobres”, al que nos invita Benedicto XVI, es humanamente difícil y supone renuncias y costos, personales e institucionales, a los que muchas veces nos resistimos. Ya los Ejercicios de San Ignacio nos avisan de las dificultades de vivir y asumir la “pobreza con Cristo pobre” y de las escapatorias por las que tendemos a evitar, con autojustificaciones y coartadas diversas, ese camino de vida. El P. Kolvenbach nos recordaba que tomar en serio la promoción de la justicia supone también hoy asumir costos y consecuencias que nos pueden ser muy dolorosos. La fe en la lucha por la justicia Nos podemos preguntar, finalmente, por aque-

Hay muchas formas de estar a favor de y con los pobres

Y la esperanza. La profunda esperanza en la promesa del Dios que derriba del trono a los poderosos y exalta a los humildes. Una esperanza que va mucho más allá de lo que nosotros podemos considerar éxitos o fracasos; que trasciende nuestro tiempo, el tiempo concreto que nos limita a cada uno de nosotros y a nuestros proyectos y que radica en algo que desborda nuestra capacidad de entender y de asombrarnos: el cariño de la Trinidad Santa por cada persona humana. ■ 9


Diagnóstico del

Fernando F. Franco, SJ Secretario de Justicia Social. Roma

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e me pregunta por la situación del apostolado social de la Compañía en el mundo. La respuesta no es única y aplicable a todos los contextos por igual. Depende también desde la perspectiva, tanto cultural como geográfica, de la que queramos dar cuenta. Aceptando desde el comienzo esta

dificultad quiero responder a la pregunta con algunos ejemplos y siguiendo un esquema sencillo. Confieso desde el comienzo que el diagnóstico de la situación del apostolado social es bueno. Soy optimista, no porque creo que los jesuitas nos hemos convertido en algo así como supermanes sociales, sino porque nos vamos dando cada vez más cuenta de que el Señor trabaja activamente dentro de este mundo y que nosotros somos solamente sus instrumentos y no agentes poderosos de un cambio social milagroso. Es posible que hayamos salido de un bache que se acentuó durante la última década del siglo pasado. La Compañía trabaja por la justicia del Reino de tres modos complementarios. El primer modo de trabajar por la justicia del Reino es vivir acompañando a los más

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vulnerables. Acompañar es escuchar y vivir cerca de los excluidos. No se trata de enseñarles el camino, sino de valorar su dignidad y saber dialogar sobre el sentido del presente y aprender a soñar con ellos sobre las oportunidades del futuro. El Bañado Sur, como lo llaman sus propios pobladores, es una barriada pobrísima en las afueras de Asunción, Paraguay. Visitaba la parroquia que unos pocos jesuitas llevan desde hace muchos años en medio de la violencia y del creciente desempleo de los jóvenes. Les pregunté cuál era su trabajo y uno me respondió sonriendo; “Acompañar a esta gente abandonada de todos”. Cuando estábamos hablando llegó una mujer joven llorando a decirnos, que entre la basura que se acumulaba en la parte de la Bañada Sur cercana al río, habían encontrado el cuerpecito muerto de un niño abandonado. Nos quedamos en silencio sin palabras, sintiendo las lágrimas que corrían por la cara de la joven y del párroco jesuita. Acompañar es compartir el misterio de un dolor que no entendemos, pero también aprender de un pueblo que sabe inexplicablemente gozar y alegrarse de la vida. No quisiera olvidarme de la situación que vivimos el pasado julio en el encuentro de los jesuitas latinoamericanos que trabajan en la pastoral social de los pueblos indígenas. Teníamos programada la reunión en la parroquia de Santa María de Nieva, en medio de la selva amazónica peruana. No pudimos llegar a la parroquia porque la población indígena hizo un levantamiento y bloquearon todas las carreteras y el paso por el río. Luchaban para que el gobierno respetara sus tierras ancestrales frente a la invasión de compañías petroleras extranjeras. La reunión se tuvo en la ciudad de Jaén. Al segundo día unas hermanas que participaban en la reunión recibieron una llamada de los indígenas pidiendo comida para poder continuar bloqueando la carretera. Esa noche dos hermanas cargaron una camioneta vieja con todo el maíz y fríjoles que pudieron. Al volver la hermana me dijo: “¡Qué alegría el encontrar que mi gente y, sobre todo las mujeres, están bien!”

El segundo modo de trabajar es preguntarse por las últimas causas de las injusticias de este mundo. Los jesuitas y colaboradores no solo ofrecen acompañamiento y servicios sociales a los más vulnerables, sino que reflexionan sobre las causas que están detrás de estas situaciones de violencia, exclusión y pobreza. La investigación social que analiza lo más objetivamente posible las causas de la pobreza, la falta de educación de calidad, y el continuo desprecio de los derechos de tantas personas es una característica del apostolado social jesuita. El centro CINEP de Bogotá, Colombia, lleva muchos años trabajando por el desarrollo y la paz de los campesinos afectados por la violencia terrible de los guerrilleros y los paramilitares. Junto con ese trabajo de acompañamiento han montado un centro de documentación y de investigación muy importante. Recientemente el centro se ha hecho famoso por el caso de los “falsos positivos”, es decir,

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algo que el gobierno consideraba como positivo en su lucha contra la guerrilla, como es que el número de guerrilleros muertos fuera en aumento, se convirtiera de repente en algo falso. En colaboración con otras organizaciones el CINEP descubrió que militares colombianos recogían por las calles de las ciudades vagabundos, drogadictos y borrachos, los metían en un vehículo y los asesinaban en lugares donde actuaba la guerrilla. Estos asesinatos de inocentes, los contaban como cadáveres de guerrilleros muertos a manos de militares. La investigación cuidadosa, objetiva y con un riesgo muy alto descubrió la verdadera causa detrás de más de mil muertes de desaparecidos. El gobierno y la nación se afanan en este momento por enfrentarse a todas las consecuencias terribles de estas muertes injustas de inocentes. El tercer y último modo de luchar por la justicia es el esfuerzo por influenciar las políticas públicas y las estructuras que determinan el futuro de los pobres. La seguridad alimenticia de muchas comunidades en América Latina o India depende de factores internacionales como la política de aranceles que se decide en Bruselas o Washington.

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El trabajo por el Reino supone el esfuerzo de muchos jesuitas y colaboradores que trabajan en grandes redes y plataformas para que esas decisiones favorezcan a los más vulnerables. Hace ya tiempo que la Compañía Investigar y reflexionar trabaja en es trabajar por la justicia la educación popular en América Latina a través de la red de escuelas de Fe y Alegría. Lo que quizás no sabemos es que, con la ayuda de instituciones españolas, se está trabajando con los gobiernos latinoamericanos para que se acepte el derecho de todos los ciudadanos a una educación de calidad. De este modo Fe y Alegría no sólo atiende directamente a los estudiantes pobres de sus escuelas, sino que quiere cambiar las políticas educacionales que afectan a toda la población. Los jesuitas participan también en muchas campañas, como por ejemplo la famosa campaña mundial contra las minas antipersonales. Es un trabajo que requiere una coordinación precisa entre los que acompañan, los que investigan y los que se encargan de influenciar la opinión pública y los centros de decisión públicos. Para terminar este breve diagnóstico convendría añadir que necesitamos asimilar internamente el fundamento teológico de nuestro compromiso con la justicia. En la tarea de luchar por la justicia del Reino somos sólo instrumento y no actores principales. La última Congregación General nos ha recordado a todos que la justicia que nace de la fe se alimenta de humildad y transparencia, de pasión por la justicia y de una sana indiferencia ignaciana. Si no creemos en liderazgos personales y en transformaciones milagrosas es porque sabemos que somos servidores de la misión de Jesús. ■


Ser misionero es ser vigía... Capaz de avizorar los náufragos de nuestro mundo que los ordenadores no detectan, porque son pequeños e insignificantes. Capaz de auxiliar a los marginados de la sociedad que la economía neoliberal ignora, porque no son productores ni consumidores. Capaz de henchirse de compasión ante el dolor de un drogadicto, de un canceroso o alcohólico que las estadísticas cuentan, pero que representan apenas números y no personas. Capaz de convertirse en caja de resonancia de cada sufriente herido en su dignidad que no cuenta para la política, porque no significa voto útil en las elecciones. Capaz de rastrear cada día en el mundo millares de signos de vida, de solidaridad, amor gratuito, respeto, libertad y alegría que pocos perciben, porque estas señales no interesan a muchos. Ser misionero es ser vigía, como los Pastores y Magos de Oriente que se desinstalaron, caminaron juntos, y así encontraron el camino cierto, para encontrar a Jesús en un establo. Que seamos vigías permanentes, y así encontremos a Jesús cada día sufriendo y resucitando entre los pobres y sufrientes.

Paco Almenar, SJ (Mozambique)

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A Dios lo encontré

entre los

drogodependientes Ángel González Martínez, SJ

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n día, un muchacho, que desde muy niño ha vivido en la calle, con ojos saltones, con sus dieciocho años y dogradicto desde los siete que empezó fumando porros, me dijo: ¿A qué viene usted aquí, si somos unos drogadictos y delincuentes, y yo, además, en fase terminal del SIDA?. Me quedé mirándole aquella cara de niño y casi sin saberle responder me quedé un rato pensativo y le dije: Javier, aunque creas que es imposible, yo veo a Dios sonreír a través de ti. Mi experiencia después de tantos años de enseñanza y formando personas, es que a Dios, ciertamente, se le encuentra entre las personas que más sufren y lo necesitan. Porque vemos sonreír a Dios a través de ellos, cuando se pasan los meses y nadie viene a verles.

Mi labor es muy sencilla: es estar con ellos, escucharles, animarles, aconsejarles y cuando les dices: Me marcho, que es la hora del tren, su frase es siempre la misma: No dejes de venir la semana que viene. Y mi respuesta es la siguiente: No os olvidéis que yo siempre busco a Dios y le encuentro sonriendo a través de vosotros. Casi siempre la frase que me dicen: Gracias, Ángel, por haber venido. Un ejemplo reciente: me avisaron que un muchacho, Antonio, de veinticinco años, había fallecido porque tenía el SIDA en fase terminal. Él me decía que le hablase de Dios y yo le decía que Dios estaba en él. Fue drogadicto desde los dieciocho años y en su mesilla de noche tenía la última jeringuilla con la que se había pinchado. Yo le decía que quitase eso de allí que lo malo había que olvidarlo y él me decía que recordando aquello le daban ganas de luchar para vivir. Me gustaría acabar citando el salmo: Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres. ■

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Ser apóstol

manejando dinero Vicente Durá, SJ

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uscar y administrar dinero, a lo que yo estoy destinado ahora, ¿es trabajar por el reino de Dios? El P. Manuel Godinho, administrador o ecónomo del colegio de Coimbra, tenía sus dudas –¿o nostalgia de un apostolado directo?– y san Ignacio le escribió desde Roma el 31 de enero 1552 tranquilizándole sobre el sentido de su trabajo: No dudo que vuestra santa intención y dirección de todo lo que tratáis a la gloria divina lo haga espiritual y muy grato a su infinita bondad. Si el apostolado necesita medios económicos, confío que el Señor proveerá, porque es para su servicio. Se sirve de mí para eso, pero no me ahorra el trabajo y las preocupaciones y dificultades. Mi trabajo es parecido al del cocinero: ambos hemos de tenerlo todo a punto en el momento oportuno: la comida en la mesa a su hora y las nóminas de los trabajadores a punto a fin de mes.

Esa tarea exige, no sólo conocimientos y habilidades técnicas, sino seguir las orientaciones del Provincial sobre las necesidades de las distintas obras y prioridades apostólicas... ¡y confiar en Dios! Los jesuitas vivimos de nuestro trabajo y de limosnas, pero no somos una empresa lucrativa. Por eso para mí, administrador jesuita, es gratificante el servir de puente entre los cristianos que dan de lo suyo, por ejemplo a los misioneros que trabajan en las fronteras de la pobreza, llámense Mozambique, Haití o Kyabé, donde anuncian el Evangelio con la Palabra y con la misericordia, o a obras de mucha gloria de Dios y caridad fraterna, insostenibles sin base económica. Como administrador estoy trabajando con la única intención de sostener el apostolado de la Compañía. San Ignacio tenía razón: la tarea económica, tan material, se convierte en espiritual y “muy grata a Dios” si se hace así. Por eso me sé apóstol ¡manejando dinero! ■ 17


En un zaguán, a la sombra

Don y ejercicio de amistad

Antonio J. Ordóñez, SJ

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n griego existen dos maneras de decir tiempo: cronos y kairós. Kronos es el tiempo que transcurre; kairós, el tiempo que se honra, el que se vive de un modo y con una intensidad especial. Hay un kairós, un tiempo precioso en el que la persona se encuentra con algo en su vida que tiene que cuidar, defender y ayudar a crecer. Pero ese tiempo precioso a veces no se encuentra. A lo largo de dos años, durante los veranos y en otros tiempos que fui encontrando, tuve la oportunidad de colaborar en un proyecto en Sevilla, muy vinculado al barrio de las Tres Mil Viviendas. La comunidad salesiana de allí se ha dedicado a trabajar, junto con los laicos, para dar una oportunidad a los más jóvenes. En uno de sus proyectos, un piso de acogida de menores, pasé mi tiempo. Como jesuita ha sido importante colaborar con otros en una misión dentro de la Iglesia. El diálogo y el respeto, que para nosotros son condición para la realización de la misión, me enseñaron que dar una oportunidad es importante para los más desfavorecidos. Pero también que uno puede seguir formándose sin necesidad de pisar un aula. Lo que estos chavales me enseñaron (y me enseñan) tiene que ver con un Dios que es bueno, que respeta y quiere a todos, y que, sobre todo, no entiende de oportunidades, sino de fidelidad. Javier, sentado en el zaguán de la casa, me preguntó un día que por qué estaba con ellos. Le dije que, a lo largo de mi vida, había experimentado muchas veces que el vivir con la gente hace que te vuelvas mejor persona, y que lo necesitaba. Se echó a reír. Hay un kairós, un tiempo precioso, que los chavales no tuvieron. Vivir con ellos es pelearnos juntos para encontrarlo, defenderlo y hacerlo crecer. ■ 18

Patxi Álvarez, SJ

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ue el encuentro personal con el Señor el que me empujó hacia la Compañía, el deseo de profundizar en la amistad con Él y de comunicarla a otras personas. El mejor de los encuentros de mi vida. Tenía yo entonces unos escasos veinte años, pero reconocía el trazo dejado por Jesús, el Amigo, y sus sueños en mi corazón, y deseaba seguirlo. La Compañía me posibilitó conocer a los amigos del Amigo entre inmigrantes y encarcelados, enfermos y refugiados. Dos años en Camboya junto a los desheredados de nuestro mundo me asomó a nuevas dimensiones de la realidad. Viví un desgarro interior al abandonar aquellas tierras. Pero me dejaron un tesoro: el deseo de trabajar por tantos hombres y mujeres que sufren la marginación, la explotación o, sencillamente, el olvido. Como lo decimos hoy los jesuitas, voluntad de trabajar por la justicia del Reino. Hoy la Compañía es mi casa. Hogar donde comparto ilusiones y esperanzas, donde aligero cansancios y miedos, donde se alimenta mi fe y el anhelo de otro mundo, más como Dios lo quiere. Lugar de amigos en el Señor. Tal vez por eso entienda que esta vocación, que es todo un regalo, es un don que procede de una amistad –la del Señor–, que me conduce a trabajar por sus amigos los pobres junto a muchos compañeros jesuitas. Un don y ejercicio de amistad, que genera en mí una profunda alegría. ■


Apostolado con los separados y divorciados Rafael Navarrete, SJ

A

personalmente y, ahora, quiere acompañar a l matrimonio se le ha llamado el coraotros que inician el camino. Cuando juzgamos zón de la familia. Quizás, entre otras razones, que alguien ha terminado ya su tiempo de porque es en la pareja donde, como en el carduelo, le invitamos amistosamente a abandonar diograma, donde mejor se reflejan los tic/tacs el Centro. de la ilusión y del desengaño del amor humano. Manuel de Falla, con su Los separados que ópera La vida breve, ha acuden al Centro pertenelogrado acercarnos al cen a una escala social muy corazón de Salud, -la amplia; los hay creyentes y gitana protagonista-, y no creyentes, con pocos y con nos ha ofrecido la posibimuchos años de matrimonio. lidad de percibir la alegría Un número importante de los infinita de un amor ilusioque vienen a nosotros pidiennado y el dolor sin fondo do ayuda, tiene más de 40 que puede experimentar años de edad. Para ellos, la un corazón humano cuanseparación puede presentar un do descubre el fracaso matiz peculiar que la hace más del amor. Poco a poco, sin dolorosa. Con la experiencia apenas darme cuenta, he de su separación, descubren, a ido centrando mi atención veces, que, en realidad, nunca a los matrimonios en el han sido felices en su matridolor de tantos hombres monio; este descubrimiento y mujeres separados, les hace más difícil la supecuando descubren que ración del duelo y fácilmente han fracasado en un amor caen en una desesperanza que habían soñado para definitiva de ser feliz en el siempre. Del encuentro futuro. con este dolor nació el Centro de Separados y Antes de participar en Hay quien fracasa en el amor que había soDivorciados en Sevilla en las reuniones de los gruñado para siempre 1992. pos, en la acogida primera, evaluamos la situación No es fácil comprender la soledad y la desdel aspirante con el fin de integrarlo en el esperanza que puede sentir el corazón humano grupo más adecuado a su situación personal. cuando ha fracasado en el amor. Nosotros intenCreemos esencial que, antes de pertenecer al tamos acompañar a los separados y ayudarles Centro, consigan una clarificación inicial de los en la noche oscura del duelo de su separación. objetivos que pretendemos. No es un Centro Prácticamente, ese es el principal objetivo, en de “entretenimiento”. Insistimos en la necesinuestro trabajo con los separados. Pensamos dad de aceptar la propia vida, de amarla y de que la raíz de la eficacia del trabajo se debe, en saberla interpretar. Es una actitud previa que gran parte, a la claridad y fidelidad a este objetiles facilita la posibilidad de descubrir nuevos vo primordial del Centro. caminos en su vida. Muchos hombres y mujeres descubren, con el trato mutuo y quizás por El trabajo lo realizamos en grupos de 10 primera vez en sus vidas, que es posible estaa 12 participantes. Cada grupo está coordinado blecer una relación de amistad desinteresada por un separado, que ha recorrido ya el camino con otros hombres y mujeres y que nunca, de la superación del duelo, lo ha integrado hasta entonces, la habían experimentado. ■ 19


En la cárcel Ramón Gómez Martínez, SJ

L

a cárcel es una fábrica de sufrimiento. Cuando un detenido entra en ella por primera vez se encuentra perdido, no sabe dónde está. No conoce a nadie, está sometido a un régimen disciplinario severo. Tiene que aceptar su impotencia. Y está solo. Para cualquier necesidad tiene que recurrir a otros. Se ve marginado de la sociedad que lo aísla, lo condena. Cuántas noches en la celda rumia su soledad, su amargura. A veces es inocente y no puede hacer nada. Todo esto es la “privación de libertad” que es un modo políticamente correcto de nombrar la “cárcel” para que no nos hiera a nosotros, los que estamos fuera.

su problema, les trae un alivio muy grande. Me decía una vez un Jefe de Servicios que muchos funcionarios y aun los voluntarios que van a la cárcel, no son conscientes del bien y la paz que producen no solamente entre aquellos con quienes han compartido sino aun en todo el módulo. La actitud de respeto ante su sufrimiento es lo que más valoran: saben que en la solución de su gran problema poco o nada podemos hacer. Pero se sienten comprendidos, lejos de lo que dice la sociedad al alejarlos: “Algo habrán hecho”. Esa actitud de respeto me ha abierto siempre a aprender de su vida, de sus actitudes, de su paciencia y aun alegría.

Con el tiempo se tiene que ir haciendo. No hay otro remedio, porque no puede estar siempre centrado en su dolor. Sólo le cabe la paciencia. Pero las cosas no han cambiado.

No una sola vez, sino muchas, me ha impresionado la respuesta espontánea, como una cosa que es obvia: “Claro que Dios me ama”, cuando les he preguntado si sentían que Dios los quiere. Debajo de esa respuesta creo que está la realidad que Jesús expresaba cuando dijo que ese preso soy yo.

En la cárcel, al visitar a estos hermanos, he vivido mucho. Siempre he encontrado una aceptación abierta de los presos. Parece como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo. Necesitan hablar, que alguien les escuche para sentirse alguien, personas. So l ament e el mo s t rarl es interés en esa escucha sincera, porque realmente me interesa

También he aprendido a tener más sensibilidad hacia el otro. Para entrar en el mundo del preso hace falta ponerse en su lugar, sentir con él y como él. Y así he ido constatando que en el fondo de cada corazón humano hay una bondad insospechada, más grande de lo que creemos. He visto una y otra vez la paciencia con que llevan una vida tan dura, una vida tan abrumada por el presente y tan incierta para el porvenir y me he preguntado por la sinrazón de nuestras quejas. Y en mundo tan cerrado, tan propicio para centrarse en sí mismo por los problemas que los agobian, he encontrado rasgos de solidaridad que muchas veces no se encuentran fuera de la cárcel. Personalmente considero como un gran regalo de Dios en mi vida de jesuita el poder haber participado, aunque más bien en pequeña medida, del trato y compañía de estas hermanas y hermanos “privados de libertad”. ■

Monumento al preso en el Puerto de Santa María.


Con una familia de traperos en Calcuta. Joseph Raj, SJ

S

iendo yo novicio, ya hace años, mi Maestro me propuso, como prueba de noviciado, vivir un mes con una familia musulmana de traperos. Pensaba que me daría la oportunidad de experimentar la pobreza tal como la vivía quien se dedica a recoger desperdicios entre la basura. Me sentí ansioso y confuso, no sabiendo lo que significaría eso de vivir con una familia musulmana de traperos por primera vez en mi vida. Mis temores se aliviaron un poco después de hablar con un novicio más antiguo, John Rojerse. Él había vivido con la misma familia para la misma experiencia y compartió conmigo las ventajas de su experiencia y cómo le ayudaron a profundizar su interés por los pobres y los marginados. Decidí lanzarme. El H. Samuel Soren, de los Misioneros de la Caridad, me acompañó a un suburbio empobrecido en Iqbalpur al sur de Calcuta . Me presentó a Akbar Hossain en cuya casa iba a vivir. Akbar, junto con su madre enferma, vivía en una pequeña habitación cerca de un sucio basurero. Para darme la bienvenida a su pequeña choza, Akbar me abrazó fraternalmente y me dijo, “desde este momento tú eres parte de mi familia”. Inmediatamente su madre se puso en movimiento para que me sintiese a gusto. Me impresionó su alegre hospitalidad. Tuve mi primera comida con la familia de Akbar. Consistía meramente de arroz y curry de dal. Lo que hubiera sido apenas suficiente para dos estómagos hambrientos, fue compartido por cuatro de nosotros. Este fue mi primer encuentro con la pobreza y esta comida me obsesionó como una pesadilla. Suelen decir “el pájaro madrugador encuentra el gusano”. Mi vida empezaba a las cuatro de la mañana cada día, cuando Akbar y yo nos aventurábamos en las apenas alumbradas calles de Calcuta para ganarnos la vida a duras penas rebuscando en la basura todo tipo de desechos y objetos abandonados... Esperábamos que lo que encontrásemos nos protegiera del hambre durante el día. Mi primera experiencia de recogida fue muy dura.

Con frecuencia la gente nos miraba con desdén, como si nosotros mismos fuésemos parte de lo que estábamos recogiendo. Algunos nos dirigían comentarios insultantes cuando nosotros nos dedicábamos tranquilamente a buscar algo aprovechable. La manera como nos trataban me hizo pensar que respetaban más a los perros callejeros que a un pobre recogedor de desperdicios. Un día de trabajo nos hacía ganar a cada uno unas 45 rupias (un dólar). A eso de las 3 de la tarde volvíamos a casa a “comer”. La madre de Akbar esperaba con ansiedad nuestra llegada para comprar y cocinar algo con lo que habíamos ganado. Pero, por raro que parezca, cada vez que comía con la familia de Akbar experimentaba un contento y un gozo extraordinario, pues me daba cuenta que era el fruto de mi sudor y mi duro trabajo. Mi estancia en la familia de Akbar me acercó a dos mundos diferentes. El primero fue el mundo de pobreza extrema en el que miles de indios como Akbar viven. El otro mundo –muy significativo– fue el mundo del Islam. Akbar me inició en el Corán y empecé Familia dalit de la casta de los intocables. a apreciar el vasto y profundo océano espiritual que revelaba. Fue muy consolador leer en el libro del Islam que los que no tienen están más cerca de Dios que los que tienen. Akbar, un musulmán profundamente religioso, me llevaba fielmente cada viernes a rezar en la mezquita cercana (Namaz). Y los domingos venía conmigo a la iglesia y me acompañaba en la santa Misa. Mediante Akbar llegué a conocer mejor su gran religión del Islam. Me edificó mucho ver que Akbar no bebía alcohol, ni fumaba y no buscaba con avidez el dinero ni otras cosas materiales. Su mente se centraba en las creencias del Islam. La pobreza extrema con que vivía su vida cotidiana no le impedía de ninguna manera ser un verdadero musulmán. Ahora me doy cuenta de que vivir con él y su familia durante un mes me ha ayudado a ser mejor jesuita, y saber lo que significa ser un indio pobre y un auténtico musulmán. Y sigo dando gracias a Dios, por Akbar y su familia, ahora que estoy estudiando Teología en Delhi. (Publicado en Jivan) ■ 21


Jesuitas en el Foro Social Mundial Como en Foros anteriores, los jesuitas han participado activamente en el IX Foro Social Mundial (27 enero-1 febrero 2009) en Belém do Pará (BrasilAmazonía). En primer lugar realizaron un encuentro previo sobre el tema “Fe religiosa y defensa de la vida en la Amazonía” (2427 enero), que trató de la contribución específica de la fe en el compromiso social y político, tanto a nivel individual como de grupo. Los participantes, jesuitas y sus colaboradores, religiosos, laicos y laicas de todo el mundo, recibieron un poderoso estímulo para sus reflexiones mediante la presentación de algunas experiencias realizadas en América Latina, India y África, Las propuestas y conclusiones de este encuentro se presentaron en un seminario durante el Foro. Finalmente el 30 de enero, ya en plena realización del Foro, tuvo lugar una Jornada Ignaciana de intercambio y discernimiento sobre “Reconciliación y Creación”. <http://preforumfenamazonia. wordpress.com>. Jesuitas centenarios Al llegar al nº 100 de nuestra revista queremos rendir un sencillo homenaje a los venerables miembros del selecto Club de Jesuitas Centenarios, que va creciendo poco a poco. El año pasado aumentó en cuatro. Por el momento lo forman los siguientes: NOMBRE

El pasado mes de mayo tuvo lugar en Myanmar (Birmania) el ciclón Nargis, uno de los desastres naturales más importantes de los últimos tiempos, con ciento cincuenta mil personas fallecidas y dos millones trescientas mil personas afectadas de un modo u otro. Con la ayuda de Alboan, las tres comunidades de jesuitas presentes en el país han estado dedicando todos sus esfuerzos a asistir, de la manera más eficaz posible, a los damnificados tanto en Rangún como en las áreas afectadas del delta. Se comenzó con ayuda de emergencia (ropa, mantas, medicamentos y cobijo). En la siguiente fase se trabajó en la reparación de las casas y la ayuda al retorno de los niños y niñas a las escuelas. En total se está llegando a más de 50.000 personas afectadas. La vida está volviendo poco a poco a la normalidad. Pero falta mucho por hacer, todavía. Los jesuitas defienden públicamente a los migrantes Con ocasión de la Jornada Mundial del Migrante, 18 diciembre, los jesuitas de Europa, Latinoamérica y el Caribe han publicado una declaración que condena “la deriva de las políticas europeas de inmigración y asilo”. Al mismo tiempo denuncian algunas medidas que se encuentran “al borde de la ilegalidad”, y anteponen la seguridad a la libertad y la justicia en relación con los inmigrantes. Entre estas medidas destacan el retorno

PAÍS DONDE VIVE

Eusebio Reyna Raymond H. Reis Florentino del Valle Jos Gadiot Charles Jacquet Marcelino Zalba Joseph Neuner 22

Vuelve la vida después del ciclón

México Estados Unidos España Holanda Francia. España India

NACIMIENTO

14-08-1903 25-3-1905 27-9-1907 23-1-1908 29-3-1908 5-6-1908 19-9-1908

EDAD

105 103 101 101 100 100 100

años años años años años años años


“voluntario”, los plazos fijados para el retorno voluntario (de 7 a 30 días), con posibilidad de internamiento hasta 18 meses si no se respetan el plazo fijado. En Italia esta jornada estuvo marcada por manifestaciones que se oponían a un nuevo “paquete de seguridad” de leyes que el gobierno quiere pasar, y que si es aprobado, contraviene las normas internacionales de derechos humanos y la Constitución misma. El Centro Astalli (JRS Italia) fue uno de los organizadores de las manifestaciones. Mensaje de la Red Jesuita Africana contra el SIDA El 1 de diciembre, con ocasión de la celebración del Día Mundial del SIDA, los jesuitas que luchan en África contra esta enfermedad recordaron en un mensaje, que 22 millones de africanos (dos tercios de la población de este continendte) son sero-positivos y que la cuestión del VIH-SIDA está perdiendo importancia en la sociedad. En su mensaje, Fratern Masawe SJ, Moderador de los Superiores Jesuitas de África y Madagascar reafirma que esta pandemia es una máxima prioridad para la Compañía en África. Desde la creación de la Red jesuita africana contra el SIDA (AJAN) en 2002, los jesuitas trabajan en 30 países subsaharianos, proporcionando sensibilización en comunidades, colegios, universidades, parroquias y familias; apoyo integral y cuidado pastoral; educación para huérfanos; asesoramiento jurídico para conseguir acceso universal a los tratamientos; una educación moral como base sólida de prevención; investigación social, cultural y teológica. Todo ello siendo conscientes que es un compromiso a largo plazo. Jesuitas en el episcopado Aunque los jesuitas hacen un voto de no buscar, ni pretender “cargo alguno de gobierno o dignidad”, a veces, por necesidades

circunstanciales, la Iglesia les pide asumir este servicio eclesial. Actualmente hay 92 jesuitas que tienen una responsabilidad episcopal, o equivalente, incluyendo 7 que no han recibido la ordenación episcopal (4 de los 9 cardenales jesuitas y 3 prefectos apostólicos en Islas Marshall, Camboya y Chad). Por lugares de trabajo o residencia, los 92 están repartidos en 44 países: • 16 en la India; • 6 en las casas de Roma; • 5 en el Perú; • 4 en cada uno de esos países: Argentina, Brasil y Filipinas; • 3 en cada uno de los siguientes: China, Eslovaquia, Madagascar y USA; • 2 en: Canadá, Guatemala, Indonesia, Jamaica, Japón, Letonia y el Chad; • y 1 en: Argelia, Australia, Bélgica, Camboya, Camerún, Colombia, Corea, Croacia, Cuba, Dinamarca, Ecuador, España, Etiopía, Islas Marshall, Seychelles, Kirgizstan, Malasia, Mozambique, Nepal, Rep. Dominicana, Rusia, Ruanda, Siria, Suiza, Uruguay, Vietnam y Zimbabue. Servicio de la Compañía en la Europa oriental El CardenalPatriarca de Ucrania invitó a los jesuitas, residentes en ese país, a dar una tanda de Ejercicios a sus obispos de rito bizantino. Por otra parte el Pontificio Colegio Ruso de Roma, fundado por la Compañía para la formación de los futuros responsables de las varias iglesias de Europa oriental, ha celebrado el 80 aniversario de su fundación. En un encuentro con profesores y estudiantes del Colegio, el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, transmitió el mensaje de agradecimiento del Papa por la labor hecha en todos estos años para fomentar la colaboración pastoral y cultural y el deseo de la unidad eclesial. 23


AMDG Wenceslao Soto Artuñedo, SJ

A

d Maiorem Dei gloriam (“A mayor gloria de Dios”) se toma comúnmente como el lema de la Compañía de Jesús por el frecuente uso que de este concepto hace Ignacio de Loyola, tanto de esta expresión como de otras similares. Además de su uso en los clásicos latinos, la inspiración parece venir de San Pablo, quien emplea en diversas ocasiones la sentencia “in gloriam Dei”, por ejemplo: Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios (1 Cor 10, 31). La frase literal ad maiorem Dei gloriam aparece por primera vez en el siglo VI, de la mano de San Gregorio Magno. La idea es central en la espiritualidad ignaciana y anima las Constituciones y la legislación de la Compañía, como fin propio de la orden. Ya en los Ejercicios Espirituales escribe Ignacio que el ejercitante debe seguir aquello que sintiere ser más en gloria y alabanza de Dios nuestro Señor y

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“Si alguna vez lees en las Constituciones ad Dei gloriam simplemente, debes entender ad maiorem, porque esta fue la mente del P. San Ignacio” (Jerónimo Nadal, SJ). “La gloria de Dios es que el hombre viva y la vida del hombre es la visión de Dios” (S. Ireneo). salvación de mi alma (EE 179). Sólo en las Constituciones la expresión “mayor gloria de Dios”, aparece más de 170 veces, sola o combinada con otros conceptos: “gloria y alabanza”, “gloria y servicio”; “servicio, alabanza y gloria”, etc. Y con frecuencia con el “magis” ignaciano: más o mayor gloria. Es la norma que Ignacio quiere que el jesuita oriente las decisiones personales y apostólicas. El superlativo relativo “mayor” hay que relacionarlo con aquel “más” propuesto ya como norma desde el Principio y fundamento de los Ejercicios: solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados (EE 23). Se repite en los Ejercicios y en las Constituciones y llega a ser una característica de la generosidad típica de la espiritualidad ignaciana, que introduce un elemento dinámico que hace que no nos quedemos instalados en el nivel conseguido y nos mantengamos en una superación utópica permanente. Sólo bastantes años después de la muerte de Ignacio aparece por primera vez impreso el acrónimo AMDG como lema de la Compañía de Jesús. Hasta

entonces, solía verse en las publicaciones de la Compañía sólo el monograma del nombre de Jesús, IHS. En la edición de las Constituciones de 1606 se lee aún el lema íntegro, “Ad maiorem Dei gloriam”, con la imagen de Ignacio. Una iconografía muy habitual de San Ignacio es la que lo presenta con un libro abierto, apoyado en su brazo izquierdo, mientras su mano derecha señala las palabras que en él se leen como ideal de su vida: “Ad maiorem Dei gloriam”. AMDG ha sido también empleado por muchos artistas. También sirvió de título para una polémica novela de Ramón Pérez de Ayala (adaptada posteriormente al teatro por el propio autor). ■

“El hombre ha sido creado por Dios para participar en su ser y vida divina. A esa realidad divina, participada por el hombre, la Biblia la llama “gloria de Dios”. De ella vivimos y por ella somos”. “Dar gloria a Dios es agradecer y anunciar lo que recibimos de Dios y así caminar con el mundo entero hacia Él, que es nuestra meta porque es nuestro origen” (Olegario González de Cardedal).

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Los antiguos alumnos de jesuitas, preocupados por la Inmigración Los antiguos alumnos de los colegios de jesuitas de España abordaron, en su última Congreso Nacional (Málaga, 21-23 noviembre), el tema de la inmigración. Una carta del P. General y una introducción del Provincial

de España les animaron a plantearse qué pueden hacer como personas y como asociaciones para mejorar la situación de los inmigrantes, colaborando en su integración social y en la sensibilización sobre esta realidad. Las ponencias y una mesa redonda trataron de iluminar los diversos aspectos de este tema tan complejo que es actualmente una prioridad apostólica en la Compañía. En el próximo Congreso Mundial (Burundi, julio 2009) abordarán otra prioridad apostólica: la solidaridad con África. 26

Centenario del Sanatorio de Fontilles El domingo 17 de enero de 1909 fueron hospitalizados los primeros enfermos en el Sanatorio San Francisco de Borja de Fontilles. Fueron recibidos por la primera comunidad de tres jesuitas, junto con tres religiosas Franciscanas. La inauguración fue discreta y sin publi-

cidad, a petición de las autoridades de Alicante, que temían protestas y dificultades por parte de los pueblos vecinos. Ahora se celebra, mucho más pública y ampliamente, el trabajo de Fontilles en sus primeros cien años. El sábado 17 de enero tuvo lugar una celebración familiar en el Sanatorio, con una eucaristía presidida por el Provincial y una comida, a la que estaban invitados todos los amigos de Fontilles. Otras actividades son las siguientes: proyección del documental Detrás de la Piel, Simposio Internacional de Leprología, Exposición

Fontilles, 100 años trabajando por un mundo sin lepra, y la presentación de los libros: Franciscanas de la Inmaculada, Fontilles 1909-2009 de Purificación Simón, HFI, y Cuidados y consuelos. Cien Años de Fontilles”, de Vicent Comes. Proceso de unificación de Provincias Por medio de una carta fechada el 14 de noviembre y dirigida al Provincial de España y a los cinco Provinciales territoriales, el P. General ha aprobado el plan de reestructuración de las provincias de España. Se trata de una disposición tomada desde la esperanza y desde el deseo de lograr un mayor y mejor servicio a la Iglesia y la sociedad. En dicha carta, subraya que, acogiendo la petición que se le hace después del laborioso itinerario que han seguido en estos últimos años, encaminado a reforzar todo lo posible la coordinación apostólica interprovincia”, y habida cuenta de la disminución del número de jesuitas que se producirá en los próximos años, ha decidido que en el 2016 se pueda erigir una sola Provincia que abarque todo el territorio del Estado. Por último, el P. General dice a los jesuitas que la tarea y misión que van a emprender no es fácil, pero es apasionante y coincide con el momento en

que la Compañía se dispone a llevar adelante los decretos y recomendaciones de la Congregación General 35, una Compañía que no se resigna a dejar de sentirse enviada a nuevas fronteras en medio de una humanidad herida. El proceso se ha puesto en marcha con los objetivos de elaborar un Proyecto Apostólico único y una adecuada estructura de gobierno. Juicio a los asesinos de los jesuitas en El Salvador Ante la admisión de la querella presentada por la asociación pro Derechos Humanos de España y el Centro de Justicia y Responsabilidad, contra los autores del asesinato de los jesuitas en la UCA (Universidad Centroamericana de El Salvador), los jesuitas españoles, de acuerdo con los jesuitas de El Salvador, afirman que, sin duda, sería preferible que la justicia se hiciera dentro del país donde ocurrieron los hechos. El comunicado añade que no les parece oportuno que la apertura del caso se haga en un tribunal de España… Sin embargo, si las familias de las víctimas (cinco de las cuales tienen ascendencia española) quieren iniciar el proceso en un tribunal de Madrid, consideran legítimo su deseo y, en este caso, están dispuestos a ofrecer la ayuda necesaria.


Ejercicios espirituales de San Ignacio. Historía y análisis Santiago Arzubialde, SJ Mensajero - Sal Terrae, Bilbao-Santander 2009, 997 págs. ◆

Edición corregida y muy aumentada de este magno estudio sobre los Ejercicios ignacianos, publicado por su autor en 1991, pronto agotado y ahora de nuevo impreso incluyendo las aportaciones e investigaciones de los dieciocho últimos años. Son casi doscientas páginas más que el anterior volumen, pues se ha añadido una parte enteramente nueva, una reflexión conclusiva tratando de descubrir y describir las claves de la teología que subyace al texto mismo de la obra de Ignacio. Una reedición que se ha hecho esperar, pero cuyo contenido colma las expectativas de quienes la aguardaban. Ignacio de Loyola. La enfermedad en su vida y en su espiritualidad José María Marín Sevilla Publicaciones U. Pontificia de Salamanca, Salamanca 2006, 268 págs. ◆

En el fondo es una tesis doctoral sobre las enfermedades de S. Ignacio. Aquí se resume lo que el enfermo Ignacio aprendió de sus enfermedades y que puede constituir una preciosa lección para la sociedad de hoy. La enfermedad es incapacidad, pero a su vez es ocasión de riqueza y plenitud personal. Cristo en lo cotidiano. Ejercicios en la vida ordinaria André de Jaer, SJ Sal Terrae, Santander 2007, 245 págs. ◆

El autor y su equipo parten de la idea de que se pueden vivir los Ejercicios Espirituales sin retirarse a una casa de ejercicios o a un monasterio. Se pueden hacer sin salir de la propia casa. Ellos nos ofrecen una guía para los que emprenden este camino y para los que acompañen su andadura. Los Ejercicios de San Ignacio a la luz del evangelio de Mateo Carlo Maria Martín, SJ Desclée de Brouwer, Bilbao 2008, 283 págs. ◆

Como ha hecho otras veces Martini, cardenal y biblista, tambíen ahora adapta el ritmo de los Ejercicios a la mirada específica de Mateo, al que presenta como evangelio del catequista y evangelio eclesial. Agradecer tanto bien recibido, Ejercicios de San Ignacio Antonio Guillén, SJ Instituto Teológico de Vida Religiosa, Vitoria 2006, 93 págs. ◆

Es un cuaderno lleno de guiones y sugerencias para poder hacer, solo o en grupo, los Ejercicios sin necesidad de ejercitador. No es libro para leer sino para contemplar y orar. El Padre Arnáiz Vicente Luque, SJ Edibesa, Madrid 2008, 819 págs. ◆

Se presenta una bien documentada vida del siervo de Dios P. Arnáiz, jesuita vallisoletano afincado en Málaga. Pasó haciendo el bien especialmente con sus predicaciones y misiones populares por Murcia y Andalucía. Fundó las Misioneras de las Doctrinas Rurales. 27 27


M

e gusta servir

Adolfo Nicolás, SJ Superior General de la Compañía de Jesús

M

e conmueven mucho los textos de la Biblia que se refieren a tres aspectos: el primero el servicio. Por ejemplo cuando el siervo al final de la jornada no espera que el señor venga y le sirva, sino que dice sencillamente: He hecho lo que debía hacer. Eso es todo. Eso es lo normal en nuestra vocación. Por ello todas las parábolas que tratan del significado del servicio, de la sencillez del servicio, siempre me han tocado. Creo en el servicio, y en mi vocación como una vocación de servicio. Me gusta servir y creo que es nuestra espiritualidad. Si llegamos a gozar de ser servidores tendremos alegría permanente. Quien verdaderamente quiere entregarse sirviendo no tiene competencia. Me conmueven los textos que hablan de la vida en el Espíritu. Creo que Asia me ha ayudado a descubrir esto. La insistencia de la espiritualidad asiática, tanto la hindú como la budista, en la interioridad, en la paz que viene de dentro, que rebosa, que te rodea... Esto suscita en mí una intensa imagen del Espíritu como respuesta. No entenderlo como

alguien hablándome al oído, sino como el Espíritu de Dios que me llena, me inspira, me alienta. Me gustan todas esas canciones sobre el Espíritu como consolador, proveedor de aliento, descanso. De verdad siento que el Espíritu es inspirador para mí, para todos nosotros. Me conmueven los textos de la Biblia que hablan de la indiferencia. Me han inspirado desde el Noviciado: El que quiera ganar su vida, la perderá, o ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo? Ahí veo una total confluencia con el budismo. El núcleo de la espiritualidad budista es la indiferencia ante los resultados de tu esfuerzo. Esto está lleno de sentido. Uno ha de estar indiferente ante lo que pase. Sería lo de una frase atribuida a San Ignacio: Trabaja como si todo dependiera de ti, sabiendo que todo depende de Dios. Se trata de la indiferencia: haz las cosas lo mejor que puedas, pero recuerda que eres sólo un servidor, así que deja que las cosas fructifiquen por sí mismas. Deja a Dios hacer su trabajo. ■ (Extracto de una entrevista)


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