A nuestro querido amigo de la montaña Germán Uribe

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A nuestro querido amigo de la montaña Germán Uribe Palabras de los Amigos de la Montaña al iniciar la Misa de Celebración por Germán Uribe Londoño ofrecida en la Capilla de las Facultades Eclesiásticas de los Jesuitas. Fragmentos aportados por varios Amigos de la Montaña. Recopilación y edición de Andrés Plazas. Quebrada La Vieja, Bogotá D.C., Febrero 16 de 2011.



En estos días comentábamos en la montaña que nuestros mejores amigos de infancia fueron aquellos con quienes compartimos los recreos en el colegio. Pues resulta que durante los últimos 10 o 20 años la montaña ha sido nuestro recreo, el mejor de los recreos. Y Germán fue uno de esos grandes amigos con quien compartimos todos los días, ese mejor momento del día.


Germán, sin ser consciente de ello fue por muchos años el mejor guardián de nuestra montaña. Su labor comenzaba cuando ponía la señal en el poste de abajo, desde muy temprano, como si quisiera estar seguro, antes que nadie, que ella seguía ahí para recibirnos. El camino al Peñasco era para él su ilusión y su reto. Creo no equivocarme al pensar que Germán sentía que si no había subido no podía empezar lo cotidiano. Muchas veces lo oímos repetir su necesidad de ver asomar el sol por encima del cerro, y de sentir la húmeda caricia del agua, el sonido de la quebrada, el concierto matutino de los pájaros, el aroma del eucalipto, el rojo de la flora silvestre y la sombra de las rocas. Pero sobretodo necesitaba el encuentro con sus amigos. Nos conocía a todos los caminantes, y sus risas y ocurrencias amables y divertidas eran para muchos la promesa de una buena mañana y el aliciente para seguir subiendo… Y tal vez describiendo algunas de esas divertidas ocurrencias es como mejor lo podemos recordar en esa relación con sus amigos: Como olvidar hace tres meses cuando Elsie por equivocación tomo el bordón que Germán había dejado recostado contra un árbol en El Túnel y se lo llevó hasta Monserrate. Ese bordón que lo acompañaba hacía tantos años y que todos nos habíamos acostumbrado a verlo como una parte de él. La furia de Germán con el posible ladrón de su palo al día siguiente se convirtió en fiesta cuando Elsie se lo devolvió con un turrón para compensar el abuso cometido. Y a todo el que pasaba Germán le contaba la historia y le regalaba un pedazo de turrón, y como era de esperarse hubo turrón para todos, menos para Germán.


El día del cumpleaños de Francesco en la montaña, después de treparnos por el camino de los gatos y sentarnos alrededor de la piedra de los desayunos, al final de la celebración, cuando se llegó el momento de apagar las velitas y repartir la torta, resultó que a esta le faltaba un pedazo. La sonrisa y la mirada pícaras de niño de 9 años lo delataron. Germán, aprovechándose de que estábamos distraídos echando cuentos, no se aguantó las ganas de meterle mano a la torta, le quitó su tajada, y mirando para otro lado, haciendo sombra para que nadie lo viera, se la comió.


No estamos seguros si Helenita sabe que las uvas que ella infaltablemente incluía todas las semanas en el mercado no eran para Germán. Éramos sus amigos de la montaña quienes las disfrutábamos. Cuando uno se lo encontraba en alguna curva del camino, después de su cálido y afectuoso saludo, Germán apoyaba el bordón de forma que el camino quedara bloqueado. Y antes de que uno pudiera molestarse, pues a veces subimos con afán, él mágicamente metía la mano en el bolsillo de la sudadera y sacaba envuelta en una servilleta una manotada de uvas con las que nos dejaba completamente desarmados.


Después venían los comentarios sobre la belleza de la montaña, porque Germán se maravillaba todos los días con la belleza de la montaña como si esa fuera la primera vez que subía; o se preguntaba por el estado de salud de la rodilla de alguno de los caminantes; o se manifestaba sorprendido por haber encontrado el camino inexplicablemente más pendiente que la vez anterior. “Es que cuando uno deja de venir un par de días, la montaña se lo cobra,” - anotaba. Y casi siempre la conversación terminaba con un apunte que dejaba en todos una sonora carcajada.


Hoy queremos dar gracias por la vida de Germán, por su afecto sencillo y sabio, por enseñarnos su amor por la naturaleza, por compartir el día a día de la montaña… Lo seguiremos encontrando allá, en cada paso, en cada vuelta, en la sonoridad del viento cuando mueve las hojas, en el canto del agua y de los pájaros, en la luz y el verde que revienta en la mañana, pero sobretodo lo seguiremos encontrando en el corazón de cada uno de los caminantes de la montaña.


Hace unos días, cuando Germán se alistaba para su último viaje a los Estados Unidos nos decía: “Bueno muchachos, yo me voy para los Estados Unidos. Ahí les dejo mi montaña. Me hacen el favor y me la cuidan.” Y claro que la vamos a cuidar. Los caminantes, como esa neblina que sube y baja temprano en las mañanas, la vamos a cuidar. Con tu presencia y tu ayuda desde allá arriba, la vamos a cuidar. ¡Buen camino, amigo de la montaña! ¡Buen camino, querido Germán!



El Tocayo de la montaña Palabras de Germán Hurtado Chujfi en la Misa de Celebración por Germán Uribe Londoño ofrecida por los “Amigos de la Montaña”. Capilla de las Facultades Eclesiásticas de los Jesuitas. Bogotá, Febrero 16 de 2011.



Tocayito: T- Estoy seguro de que a ti no te gustan los discursos y menos cuando son para hablar de ti. Pero…me pidieron que hablara y quiero hablar, porque quiero que todos conozcan lo que me dejaste saber de ti. No sé si todos los que están aquí tengan tiempo, porque creo que me voy a tomar en esta ocasión tres horas y después el resto de mis días, porque sé que siempre serás mi referente en los años que me queden por vivir. T- Me aferro a este papel y a tu alegría, para no llorar. Cuando me preguntan: qué eras tú para mí? Por fortuna otros se anticipan a mi respuesta y responden: “era como un hermano”…yo digo: “más que un hermano…” pero no encontraba las palabras. Por fin encontré la respuesta: “Eres mi hermano… escogido”. T- Hoy les hablo a los amigos de la montaña, para quienes, como bien te definió Felipe, eres: “La alegría de la montaña”. Estoy seguro de que todos seguiremos diciendo “eres la alegría de la montaña” y no “eras”, porque un ser tan grande, tan lleno de anécdotas, que irradiaba solo alegría y ganas de vivir, que demostraste que los años no son la edad, sino que la edad es una actitud frente a la vida, un ser así, nunca será pasado, siempre será presente. A todos los despistaste porque nadie creyó, y muchos todavía no creen, ni creerán, que te fuiste un mes antes de cumplir los 80 años… y eso que no saben que tenias 160 años, porque yo puedo dar fe de que viviste el doble, gracias a que viviste cada minuto de la vida al doble, por tu gran capacidad de disfrutarla y por la pasión que le ponías a todo lo que hacías.


A- El tocayo, un hombre que se hacía, corrijo que se hace querer. T- Tocayo, trasmítenos algo de esa capacidad que tienes para hacerte querer, sin ningún distingo de: edades, sexo, ni “clases sociales”. A- El tocayo, un hombre que nunca se aburría, siempre era alegría, siempre era el apunte acertado, tal vez por esa habilidad que tenía para ver todo lo bueno detrás de los hechos y las personas. El tocayo decía: “es imposible aburrirse en este país, porque siempre están sucediendo cosas”.




A- El Tocayo, un hombre que diferencia lo importante, de lo accidental. Siendo un ejecutivo exitoso en el culmen de su carrera, cuando, con toda la razón, Julio Mario Santodomingo no lo quería perder como ejecutivo de su organización, porque sin lugar a dudas como ejecutivo era irrepetible, le ofreció el “oro y el moro”, para que se arrepintiera de jubilarse a los 52 años… Pero se jubiló, porque su decisión era tan simple como profunda. Como siempre, tenía que hacer tantas cosas y muchas antes de casarse, él daba esta razón para explicar el por qué de su jubilación: “me casé tarde y quiero poder disfrutar mis hijos y mi familia”. T- Tenías razón, Toca: Helena, Juan Manuel y Marcela merecían tu decisión y también los que vendrían después a ser parte de tu familia. A- El Tocayo se jubiló de verdad, como, creo yo, es la verdadera jubilación: “Uno sólo se jubila cuando es capaz de jubilarse de los símbolos del poder”. Y el Tocayo se jubiló a esos símbolos, pero nunca a su grandeza, no porque él la hiciera sentir, sino por la grandeza que todos veíamos y vemos en él. Nunca la impuso y por eso era grandeza. T- Tocayo, lamento decirte que nunca te podrás jubilar, porque “caminante son tus huellas el camino” y dejaste una huella tatuada en todos los que tuvimos la inmensa fortuna de conocerte y continuamente recurriremos a ti. A- Les dije al comienzo que en esta ocasión me iba a tomar apenas tres horas,



T- pero como te aburren los discursos y estamos reunidos aquí en tu honor voy pronto a terminar. A- Sé que queremos dar nuestros sentimientos de condolencia a Helena su esposa, a Juan Manuel y Marcela sus hijos, a Fernando su yerno, a Lucas, Luisa y Tomás sus nietos y a Leanne la prometida de Juan Manuel, pero todos…todos los que estamos aquí, sentimos que a nosotros también nos deberían dar el pésame, gracias a que Germán Uribe Londoño es un pariente de todos, es tocayo de todos y para todos, porque con su calidad de ser humano, así nos lo hizo sentir. Entonces no nos demos el pésame, sino que brindemos con él y por su vida: SALUD.


Perdón…perdón…me acaba de llegar un mail y dice así: Para: Mis amigos de la montaña. “Así como Jesús no nos dijo como hizo la multiplicación de los panes, yo tampoco les voy a decir como hacía todos los días la multiplicación de las uvas y las mandarinas”. Germán Uribe Londoño “El Tocayo de todos” Bogotá, Febrero 16 de 2011.



Palabras de Germán Hurtado Chujfi en la Misa de la Capilla del Gimnasio Moderno en memoria de Germán Uribe Londoño. Bogota, Febrero 18 de 2011.

Tocayito: T- En qué quedamos?...No me digas: “quedamos en eso”, como siempre me respondías... T- “Mi hermano escogido” quedamos en que me ibas a ayudar a hablar sin llorar. T- No te gustaban los discursos y menos que hablaran de ti, pero aquí me tienes de nuevo hablando y hablando de ti. Pero me diste tanta enseñanza de vida, que harán que por el resto de mis días, seas mi referente. T- No te gustaba que supieran de ninguna enfermedad, ni dolencia alguna, pero querías morirte “sanito” en la montaña caminando y así lo hiciste, “cuesta abajo”, en frente de todos los caminantes para quienes como bien lo dijo alguien: eras y seguirás siendo “la alegría de la montaña”… Aunque no lo quieras…Nunca vas a morir. T- Pero, para tu tranquilidad, como te conté y te lo repito, tal vez ya sin darte cuenta, lograste bajar caminando tan pronto te recuperaste del primer impacto… Siempre quisiste valerte por ti mismo. T- Además querías estar con Helena y tus hijos reunidos, familia a la que tanto amaste, entonces tenías que darles tiempo para que llegaran.


Eres “un grande” y por eso Dios te permitió hasta el último momento hacer lo que querías. Sé que quisieras pasar desapercibido, pero mira toda la gente que hoy está aquí, para agradecerte la alegría, humor, generosidad, amor por la vida, vitalidad, honorabilidad, respeto por los demás…que nos diste a todos. A- Me piden que hable del Tocayo, pero me preocupa que ustedes no tengan el tiempo que necesito para hacerlo. En honor al hombre, seré breve, porque sé que se ruboriza.


A- El tocayo, un hombre que se hacía, corrijo, que se hace querer. T- Tocayo, trasmítenos algo de esa capacidad que tienes para hacerte querer, sin ningún distingo de: edades, sexo, ni “clases sociales”. A- El tocayo, un hombre sin rutina. Todas las mañanas a las 5.30 a.m. salía para “su montaña”. Ustedes dirán… sin rutina? …todos los días?... a la misma hora?...a la misma montaña? Si lo repito…Un hombre sin rutina…porque tenía la capacidad de ver y sentir que todo era distinto todos los días, la montaña era distinta, un pájaro diferente cantaba…las hojas de ayer ya no eran las mismas…la montaña olía diferente…el “canto”, nunca dijo el ruido, de la quebrada era distinto y siempre que se encontraba con sus mismos amigos, su apunte era diferente y los hacía reír en una forma diferente. T- Tocayo: trasmítenos esa capacidad que tenías para ver detrás de lo aparente y a disfrutar y respetar la Naturaleza. A- El tocayo, un hombre “sin tiempo”. A todos nos han dicho que para vivir la vida hay que “vivir el aquí y el ahora”, porque el pasado y el futuro no existen. Voy a contarles una anécdota: A Lucas su nieto, al igual que a los otros nietos, les fascina montar a caballo y como al Tocayo le encanta caminar, un día sacó a Lucas a caballo, llevándolo de cabestro y pasaron las horas… el Tocayo no volvía…Alarma general…Dónde están el Tocayo y Lucas? Se llama a todos los vecinos, al Presidente de la Junta de Acción Comunal, a la Policía, al Alcalde…tal vez a los únicos que no se llamó fue a los


bomberos, porque creo que en Guasca no los hay…El Tocayo estaba paseando a Lucas y, como los dos eran incansables, el paseo duró más de la cuenta, pero sólo en opinión de los demás, porque para los dos paseantes el tiempo no importaba, estaban disfrutando “su momento”. Para colmo, esto también es en opinión de todos los demás, el Toca se había encontrado con unos


amigos y estaba en la Finca de ellos, tomándose un “guarito”, mientras Lucas jugaba feliz a dar “volteretas” en la loma…Sin lugar a dudas disfrutando los dos “su aquí y su ahora.” T- Tocayo: enséñanos “a vivir el aquí y el ahora”. A- Marcela, son las…, pero espero que esta sea la última vez que te dé la hora, porque este reloj, que me heredó muy gentilmente tu familia, también sea para mí, sólo “una linda prenda de vestir”, como estoy seguro, sólo eso fue para su dueño. Me lo pondré orgullosamente todos los días


A- El Tocayo un hombre que diferenció lo importante de lo accidental. Siendo un ejecutivo exitoso en el culmen de su carrera, cuando, con toda la razón, Julio Mario no lo quería perder como ejecutivo de su organización, porque sin lugar a dudas como ejecutivo era irrepetible, le ofreció el “oro y el moro”, para que se arrepintiera de jubilarse a los 52 años… Pero se jubiló, porque su decisión era tan simple como profunda. Como siempre tenía que hacer tantas cosas y muchas antes de casarse, el daba esta razón para explicar el por qué de su jubilación: “me casé tarde y quiero poder disfrutar mis hijos y mi familia”. T- Tenías razón, Toca: Helena, Juan Manuel y Marcela, merecían tu decisión y también los que vendrían después a ser parte de tu familia. Pero también te digo que así como a los niños especiales los mandan a colegios especiales, tenías que tener tu una esposa y una familia muy especial. No todos los méritos son tuyos. A- El Tocayo un hombre que se jubiló de verdad, como creo yo es la verdadera jubilación: “Uno sólo se jubila cuando es capaz de jubilarse de los símbolos del poder”. Y el Tocayo se jubiló a esos símbolos, pero nunca a su grandeza, no porque él la hiciera sentir, sino por la grandeza que todos veíamos y vemos en él. Nunca la impuso y por eso era grandeza. A- El Tocayo… T- Tocayo, podría decir tantas y tantas cosas de ti, pero te voy a dar un poquito del tiempo, para que seas tú y no tus intérpretes quienes hablen de ti…pero déjame ponerlos en contexto:


A- El Tocayo lo último que hizo en forma consciente, fue dejar ver su alma de Bohemio, porque se me olvidaba decir: El Tocayo también es un bohemio, con todo el gozo de vivir. Antes de iniciar su desprendimiento de su vida física empezó a tararear una canción, que gracias al oído de Helena identificamos que era “Cuesta abajo es mi rodada”. Cuando dejamos su cuerpo para proceder a la cremación, nos fuimos a su apartamento y pusimos la canción, yo quiero leerles lo que el Tocayo nos dijo:

“Era para mí la vida entera como un sol de primavera mi esperanza y mi pasión”. “Sabía que en el mundo no cabía toda mi humilde alegría de mi pobre corazón.” “Pero nadie comprendía que si todo yo lo daba en cada vuelta dejaba pedazos de corazón” “Ahora cuesta abajo es mi rodada



las ilusiones pasadas no me las puedo arrancar.” A- Siguiendo con su alma de Bohemio, les cuento que tal vez una de la canciones que más le gustaba era: “My way” (“A mi manera”) y que bien define esta canción al Tocayo: “Mi amigo lo diré sin rodeos. Hablaré de mi caso, del cual estoy seguro: He vivido una vida plena, Viaje por todos y cada uno de los caminos


Y más y mucho más que esto, Lo hice a mi manera.”… “Encuentro tan divertido, pensar que hice todo eso y permítanme decir, sin timidez, yo si lo hice… a mi manera.”


“Pues qué es un hombre, ¿qué es lo que ha conseguido? Si no es a sí mismo, entonces no tiene nada…. Y lo hice a mi manera. Si, fue a mi manera.” T- Gracias Toca por toda tu ayuda en estas palabras. A- Hablar de alguien tan especial, “que lo hicieron y botaron el molde” es algo de nunca acabar. T- Tocayo: déjame contarles, ya por último, tú secreto mejor guardado. A todos nos tenías despistados, porque nadie creyó y muchos todavía no creen, ni creerán que dejaste tu cuerpo un mes antes de cumplir los 80 años… y eso que no saben que tenias 160 años, porque yo puedo dar fe que viviste el doble, gracias a que viviste cada minuto de la vida al doble, por tu gran capacidad de disfrutarla y por la pasión que le ponías a todo lo que hacías. Nos demostraste que los años no son la edad, sino que la edad es una actitud frente a la vida. A- Sé que queremos dar nuestros sentimientos de condolencia a Helena su esposa, a Juan Manuel y Marcela sus hijos, a Fernando su yerno, a Lucas, Luisa y Tomás sus nietos y a Leanne la prometida de Juan Manuel, pero todos…todos los que estamos aquí, sentimos que a nosotros también nos deberían dar el pésame, gracias a que Germán Uribe Londoño es un pariente de todos, es tocayo de todos y para todos, porque con su calidad de ser humano, así nos


lo hizo sentir. Entonces no nos demos el pésame, los invito a alzar una copa imaginaria, llena con todos nuestros mejores sentímientos y deseos y brindemos con él y por su vida: SALUD. A- Perdón…perdón… T- Que me dices Tocayo?.............................Ok yo le digo. Helena que el Tocayo te manda decir: “El último y nos vamos”. A- Traduzco para los que no saben lo que esto significa: “Este Gran Hombre, no se va! se queda con nosotros a raspar fiesta!”


Amigos de la MontaĂąa Quebrada La Vieja, BogotĂĄ D.C. Febrero 14 de 2011


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