Carlos Enrique González Vicente
cambio de experiencias en los estados de Jalisco, Veracruz y Dis trito Federal, que produjo como resultado la definición y con creción de los elementos necesarios para el programa y de las estrategias para su puesta en marcha. La visita a la región del Cofre de Perote en el estado de Veracruz fue muy fructífera, ya que el Ayuntamiento de Coatepec, que venía realizando accio nes para mejorar y conservar los recursos naturales de la Cuenca del Río Gavilanes y mejorar el servicio de suministro de agua a la población, concretó entonces la que quizá sea la génesis de los pagos por servicios ambientales hidrológicos en México. Con el apoyo de la Conafor y del gobierno del Estado de Veracruz, fue constituido el Fideicomiso Público para la Promoción, Preser vación y Pago de Servicios Ambientales Forestales de la Zona Montañosa de Coatepec, denominado Fidecoagua, instru mento financiero constituido para administrar los recursos eco nómicos para el pago de servicios ambientales hidrológicos. Los recursos del Fidecoagua se vieron fortalecidos con pagos míni mos voluntarios que aportaron los usuarios del agua en el mu nicipio. Los primeros pagos a los beneficiarios del programa se realizaron el 11 de diciembre de 2002 y ascendían a mil pesos por hectárea por año (Guzmán, 2005; Fuentes, 2004). Otro antecedente sobre pago de servicios ambientales en México a nivel local que produjo experiencias positivas, fue el iniciado por el Gobierno del Distrito Federal durante los años 2001 y 2002, conocido como “peso por árbol”. Con re cursos obtenidos de una cuota de dos centavos (mx) por litro de gasolina vendido en el área metropolitana de la Ciudad de México y que fueron incorporados a la Comisión Metropolita na del Medio Ambiente del Valle de México, la Comisión de Recursos Naturales del Distrito Federal (Corena), impulsó el Programa de Retribución por Mantenimiento de los Servicios Ambientales en las áreas reforestadas con especies nativas en el suelo de conservación del sur del Distrito Federal, a través de un amplio proceso de concertación social y el incentivo de pa gar a los dueños de los predios reforestados un peso al año por cada árbol sobreviviente; es decir se les pagó a las comunidades 146