El arte es basura
Hace un año, caminando por el centro histórico de Barcelona, encontré una instalación de cajas apiladas formando una vistosa figura humana, a un lado aparecía escrito el siguiente lema: “El arte es basura’. Reflexioné ante la acción aislada, preguntándome qué era, y quien había reunido esas cajas de basura para darles un nuevo uso. Olvidé. Meses después encontré otra instalación con el mismo lema. Me percaté que aquello no había sido una acción aislada, sino que formaba parte de una reivindicación más amplia, ¿una reivindicación por el arte en la calle? Cosas del destino, días más tarde una amiga me habló de Francisco de Pájaro y me dio el link de su página web. Era él. Por fin, podía poner nombre al autor de aquellas intervenciones formadas por un montón de cajas apiladas, sacos de escombros, colchones, espejos, lavadoras, retretes, pantallas de ordenador, estanterías, tablas de planchar, etc. Todo aquello ‘desechado’ era digno de ser ‘transformado’. Toda aquella basura era ‘apta’ para convertirse en arte. Y si convertimos la basura en arte, ¿el arte, por ende, es basura? A mí no me importa si sus pinturas tienen perspectiva o usa el color adecuado, ni siquiera si me da placer estético. Me importa lo que plantea, lo que dice, lo que reivindica, los por qués que cuestiona y las norespuestas que espera. Me interesa lo crítico y lo obsceno, el juego y la seriedad de su mensaje. Todo un conjunto de acciones que se devienen demoledoras contra el arte y la sociedad que las acoge, mostrando cómo se siente ante el mundo que le rodea, inconformismo visceral. Un controvertido, rotundo, elocuente y luchador personaje. Un no encasillable que siente decepción política. Un obrero decepcionado que pinta por angustia y por desahogo personal. Un autodidacta que respira convirtiendo escombros inútiles en arte y que muere cuando llega el camión de la basura y convierte su arte en basura. Ese arte de mierda, muerto y mezclado con la basura de la calle de arriba. Un arte que él mismo define como un cúmulo de mierda descriptiblemente sensible, dolorosa e ignorante, pero que liberado del cubo blanco sale a la calle en forma de piezas que podríamos calificar de ‘auténticas mierdas’. Francisco no se declara artista pero lo afirma en cada una de sus acciones, donde se hace eco de temas como el imposible precio de la vivienda en Barcelona, el civismo incívico, los robos, el arte, los desechos, etc. Reivindica el arte en la calle, y su protesta la materializa en muchas ocasiones dejando su intervención delante de alguna galería para mostrar su descontento ante el hermético mundo de las galerías de arte. Él lanza gritos. Avisa y como un adivino dictamina ‘El arte es basura’, ¿esta equivocado? Pilar Delgado Mesonero
eldadodelarte.blogspot.com
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