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30/3/11
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EMPRESA GERENCIAMIENTO
Tolerancia cero J
uan Martín Millet timonea el planteo agronómico de Las Martinetas, un campo de 3.000 hectáreas ubicado en el Departamento Colón, provincia de Buenos Aires, perteneciente al CREA Arroyo del Medio. La experiencia le ha enseñado que la suma de pequeños grandes ajustes puede hacer la diferencia. Todo se trabaja en directa y mediante contratistas. “Teníamos nuestros equipos, pero llegamos a la conclusión de que a pesar de la superficie propia (la empresa es dueña, además, de un campo en Hughes, provincia de Santa Fe) no estábamos usando toda la capacidad de las máquinas, de modo que tercerizamos la tarea. Salvo en el caso de las pulverizaciones –la idea es no tener que esperar–, todo lo demás quedó a cargo del contratista”, explica Millet. Claro, el cambio no se hizo a la buena de Dios. “En el caso de maíz hemos pactado con el contratista una tarifa fija, y de acuerdo con el tipo de siembra que realice se le reconoce un plus –avisa Juan Martín–. Eso está medido, de modo que según el coeficiente de distribución logrado percibe algo más o directamente cobra el monto básico. El tema es ir instalando la idea de que es muy importante lograr una siembra de calidad, y que quien lo entienda resulte premiado”. Es que la uniformidad de emergencia –vinculada con la profundidad de siembra– es determinada por Millet, pero la velocidad de siembra en que se incurre o la correcta elección de la placa son responsabilidad del contratista, y ambas resultan decisivas para lograr implantar adecuadamente el cultivo.
No ser complacientes con las pérdidas que puede generar el sistema lleva a aniquilar una serie de costos ocultos que desmerecen el resultado final. El saldo para este productor CREA es ampliamente positivo. Juan Martín Millet
Los controles se implementaron sin ningún tipo de ambages, y por cierto funcionaron. “Esto de medir en maíz un coeficiente de variación respecto de la cantidad de plantas logradas y estar encima del contratista en cuanto a chequear la placa que utiliza, cambió mucho la siembra en este campo –advierte Millet–. Ahora es habitual observar cómo el maquinista tra-
El azar ni cuenta En Las Martinetas pocas cosas quedan libradas a la voluntad de la diosa fortuna. Todos los años se mide materia orgánica –oscila entre 3,2 y 3,4%– utilizando muestras georreferenciadas, que además sirven para determinar la evolución de la dotación de nutrientes en el perfil. “Con el CREA probamos zinc en maíz; si bien ob8 • CHACRA
tuvimos alguna respuesta, por ahora no es para adoptarlo masivamente. También hicimos un ensayo con micronutrientes midiendo la cantidad de calcio en hoja. En cuanto a fertilización foliar, hasta acá no hemos encontrado nada concreto, quizá arroje resultados en el caso de lotes más chacareados”, explica Millet.
baja en la regulación del equipo, y cómo el tractor va despacio. Ellos mismos te muestran anticipadamente lo que piensan hacer, porque en eso les va la paga”. La historia se repite con la cosecha, en que se contrata personal para que efectúe los chequeos necesarios. “Simplemente se trata de una persona en una moto que va detrás de la máquina, verificando pérdidas con un aro –explica nuestro entrevistado–. En general son estudiantes de Agronomía. Llevan una planilla y la máquina que tiene problemas se para inmediatamente y se regula como correponde. El gasto es mínimo al lado de lo que podés estar dejando en el terreno. Te puedo asegurar que todos ponen la mayor atención posible y se cuidan de generar pérdidas importantes en términos de volumen”. Y en la aplicación de agroquímicos y