Latinarab5

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REVISTA DE CINE | FESTIVALES | LATINARAB5 | NOVIEMBRE | 2015

LatinArab5 5 al 10 de noviembre Buenos Aires Argentina 2015


PEZ DORADO Editor responsable Francisco Abelenda Directores Soledad Bianchi Rosario Salinas

Email: redaccion.pezdorado@gmail.com

Redactores Soledad Bianchi Silvia Italiano John Lake Jorge Montanari Rosario Salinas

Decir que el mundo árabe es complejo no es ninguna novedad, ni tampoco es una mentira. La falacia quizás esté en imaginar que nuestro lado del mundo es el normal, aun ante la avanzada de un capitalismo salvaje que subyuga a Grecia o a España, que eleva a un Trump racista y sexista en EE.UU., o donde se pone en jaque a nivel vernáculo la continuidad de un modelo de Estado que priorizó la dotación de derechos a los otrora excluídos de siempre. En ese lado del mundo al que solemos llamar Oriente –con la paupérrima legitimidad que otorga un planeta cuya forma se parece demasiado a una esfera– este año se han acentuado y continuado una serie de problemas que, en mayor o menor grado, llegan como nunca antes a nuestro conocimiento. Además de la visibilización masiva del éxodo de los refugiados sirios (que comenzó mucho antes de la tragedia del niño Aylan en el Mar Egeo), el Estado Islámico ha avanzado sobre ciudades de histórico renombre. Los kurdos han entrado en el parlamento turco por primera vez en la historia,

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pero a la vez el gobierno central de derecha está a las puertas de concentrar poder como nunca antes. Israel ha continuado y recrudecido sus ataques contra los palestinos. Europa ha fluctuado entre la construcción de muros, las razias y las patadas a los migrantes, para luego abrirse un poco a su acogida, no sin diseminar la paranoia de la probable entrada de terroristas. Fue el año también de la masacre de Charlie Hebdo (aunque por otro lado, fue también el de la mayor violencia policial en décadas contra el colectivo afrodescendiente en la nación dominante). Ante estas complejas realidades, deviene necesario deshacer la otredad de los pueblos de Oriente, arteramente construída entre aquellos que necesitan excusas para que su gente los vea como el sanguinario enemigo (y que, pese a que nosotros no tenemos que mandar hijos a esas guerras, recibimos el paquete de identikits, permeados por su mainstream cultural). Latinarab viene a llenar parte de ese cometido: el transformar estereotipos básicos y monotemáticos » continua en página 4


Contenido LatinArab5

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Kahlil Gibran’s the Prophet por Jorge Montanari

8 Theeb por Silvia Italiano 10 Theeb por Jorge Montanari 12 Dégradé por Silvia Italiano 14 Recollection por Silvia Italiano 16 Bastardo por Jorge Montanari 18 Mother of the unborn por Silvia Italiano

Vamos a ir subiendo notas todos los días y actualizando este archivo.

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en una diversidad de cuestiones que subyacen dentro del paradigma que genera la propia cosmovisión del mundo árabe. Y a la vez, humanizar a esos árabes genéricos para que veamos en ellos y en ellas a nuestros reflejos (tanto por la universalidad de lo humano, como por la particular y enorme influencia de su mundo en el nuestro, a través de la inmigración a nuestras tierras pero también antes de ella, por medio de la estela cultural que la medialuna de las tierras fértiles supo imprimir en Europa en sus épocas de máxima expansión). Por eso, como se dijo en la apertura de esta edición, Latinarab llega una vez más para quebrar el relato hegemónico. Es así como este festival, muy consolidado, viene a tocar las cuerdas precisas en la frecuencia exacta para que se genere una empatía mágica que transforma imágenes en emociones. Y una vez presente esa empatía, quizás el espectador que entra al cine salga siendo otro; uno que ya no quiera escaparle a la complejidad de los conflictos sino que pueda empezar a comprenderlos,

a apoyar sus causas, quizás. Recíprocamente, los árabes que filmaron, actuaron, narraron, y los que dejaron que estos filmaran, actuaran y narraran sus historias, dejan atrás la invisibilidad. Qué mejor finalidad para la Cultura entonces que la de empoderar personas, a uno y otro lado de los meridianos. Recuerdo la comedia alemana “Almanya” (2011), en la que los hijitos de una familia turca recién llegada a la tierra germánica para ser albañiles de postguerra experimentan un miedo muy fuerte a lo desconocido: las tradiciones del mundo cristiano. Así, sabiendo del rumor de que los alemanes veneran a la figura de un hombre muerto clavado en una cruz, la concreción de su encuentro con un crucifijo les provoca un ataque de pánico, hilarante para el espectador que lo ve desde este lado del mundo, quizás sin caer en cuenta de que el planeta cuenta con siete mil millones de personas, y que la mayoría de ellas viven en una Asia que venera a otros dioses. La oferta de este año es tan variada como la

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de ediciones anteriores. El interesantísimo cine tunecino es el invitado de honor, que a lo largo de toda la semana se podrá conocer a través de las proyecciones en la Alianza Francesa, una de las sedes habituales del Latinarab. Además, esta vez, el festival cuenta con una presencia descollante: Hiam Abbass, la increible actriz de éxitos que han sabido llegar a esta parte del globo como Lemontree, Paradise now, Rock the casbah, La novia siria, e incluso la norteamericana The visitor, nos visita para dar una clase magistral y presentar Dégradé, su nueva película, que sin dudas es uno de los platos fuertes de esta edición. Jorge Montanari


»Jorge Montanari«

Kahlil Gibran’s the Prophet Director: Roger Allers País de origen: Canadá | Francia | Libano | Catar | EE.UU. Duración: 84’ Año: 2014

El profeta que se puede dibujar

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rrancó un nuevo Latinarab, el quinto ya de esta propuesta cuyo éxito y trascendencia demuestran un constante ascenso en nuestra escena. Esta vez, la película elegida para la apertura fue El profeta, de Kahlil Gibran. El año pasado, la apertura fue una apuesta muy fuerte a ganador con Rock the casbah, que reunía a los actores de mayor trayectoria y reconocimiento del mundo árabe encabezados por Omar Sharif, en su postrera actuación. Quedó gente afuera en el gigante Gaumont. Esta vez, la apuesta fue más jugada: abrir el festival con una película animada, que si bien dejó algunas buta-

cas sin completar, enamoró a todos los que se animaron a la propuesta. Y no está nada mal que los programadores hayan elegido este punto de partida en este festival que busca, en palabras de su director Bechara ElKhoury, quebrar relatos hegemónicos una vez más. Uno de los mayores prejuicios que debe soportar el mundo de [lo que aquellos que se consideran centrales ubican en el] Oriente, es la visión simplista de un vivir signado por la violencia, el machismo salvaje en reemplazo del amor, un constante estado de guerra santa, o en el mejor de los casos un sufrimiento sin fin que no deja lugar para la belleza.

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Pero las plumas de Oriente tienen otra historia para contar, plena de enseñanzas, de poesía, de una filosofía que no espera un karma ni un golpe de la suerte, sino que busca entender lo ocurrido a fuerza de introspección, y prever el

pañan al poeta Mustafá (cuya voz es nada menos que la de ¡Liam Neeson!), recluido en prisión domiciliaria por escribir sobre la libertad y la felicidad a un pueblo que conviene mantener en un perenne statuo quo. Mustafá recibe la noticia de que va

planeta que vemos como nunca lo habíamos percibido. Y cada capítulo, cada pilar de sabiduría (como llamó Lawrence de Arabia a cada uno de sus corpus sobre el Conocimiento), da lugar en la película a que otro director tome el lápiz y los

futuro como consecuencia de las decisiones en nuestras manos. El máximo exponente quizás de este riquísimo mundo literario oriental haya sido Kahlil Gibran, libanés, que vivió a caballo de los siglos XIX y XX, y a caballo de Oriente y Occidente también. El profeta es su obra maestra. Con Salma Hayek como productora, la película tiene como eje la historia de Kamila (a quien Salma aporta su voz) y su hija Almitra, quienes acom-

a ser liberado, y el pueblo viene a reunirse con él para celebrarlo. Pero algo raro flota en el aire y quizás todo sea sólo una trampa de las autoridades. En medio de todo ello, el poeta habla, y al hablar, dice los versos de esos capítulos preciosos en los que Gibran legó toda su cosmovisión, compasiva y esperanzadora, reveladora, examinando las emociones humanas corriendo el punto de vista como lo hace de otro modo también Zizek para explicarnos el

pinceles y convierta esta obra en una celebración de la diversidad estética. Sí, en un cine global en el que ya sorprendieron, pero también ya no sorprenden a nadie, las películas multidirector, El profeta llega a aportarle aire fresco a la convivencia de estilos en el carrete. Desde deliciosas secuencias psicodélicas con una impronta fortísima de diseños arabescos, pasando por trazos que evocan al impresionismo francés, técnicas que similan acuarelas,

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y otros dibujos simples con Faber-Castell que cobran vida, todo el conjunto es un estímulo visual para cada célula de la retina, estirando cada vez más los límites de nuestra sorpresa. Por momentos, las parábolas se vuelven canción, y

que este Latinarab interpreta perfectamente y por eso combate desde el arte, desde ejercer sus derechos de mostrar su belleza y sacarnos de nuestra ignorancia. Gibran dice que sólo se puede ser libre cuando se deja de hablar de la

la belleza que los pueblos no están dispuestos a perder ni aún en el más desfavorable de los contextos, sobre todo porque vivirla es una forma de empezar a ganar. Y para nuestra distancia geográfica que nos sitúa lejos de estos mismos

notamos una reminiscencia de la Hedwig de John Cameron Mitchell, que nos proponía seguir mitos y leyendas en forma de dibujos al compás de la música. Y así, este profeta que se puede dibujar, y que vino de un Oriente que sufre y lucha por su libertad, nos pasa su mensaje, el

libertad, no cuando el dolor desaparezca (porque probablemente no lo haga ni hoy, ni mañana, ni pasado), sino cuando pése a ese dolor se decida y se quiera y se pueda volar igual como los pájaros. Porque esta forma de mostrar lo bello de la vida también es una forma de resistencia;

nosotros del Oriente, queda la esperanza de que algún fan de Coelho no pueda volver a comer con cuchillos de plástico luego de conocer, al menos a través de esta película, el magnánime banquete de bellezas y verdades simples que ha sabido servirle al mundo Kahlil Gibran.

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»Silvia Italiano«

Theeb Director: Naji Abu Nowar País de origen: Jordania | RU | EAU | Catar Duración: 100’ Año: 2014

De lobezno a lobo en el grandioso desamparo del desierto

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heeb es una película de iniciación, muerte, supervivencia, traición, lealtad, venganza. “Iniciación” es la palabra clave: si no se tratara del viaje iniciático de un niño que se ve obligado a convertirse de pronto en adulto para sobrevivir solo en el desierto, el film podría pasar por un western (irónicamente ambientado en el Medio Oriente). Pero Abu Nowar ha añadido a la dimensión épica, una conmovedora dimensión humana. Theeb (Lobo en árabe) es un niño beduino a quien la curiosidad y la fascinación por lo desconocido (representado por un oficial inglés que llega al campamento en busca

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de un baquiano que lo acompañe a un destino remoto) impulsan a emprender una peligrosa travesía durante la cual se ve involucrado en un enfrentamiento con un grupo de asaltantes del que solo él sale indemne: en la oscuridad de la noche cae en un pozo y lo dan por muerto. A la mañana siguiente, su penoso ascenso por las paredes enlodadas del pozo simboliza claramente un nuevo nacimiento, y el que ve la luz esta vez ya no puede ser un niño. El desierto (aquí el magnífico Wadi Rum en el sur de Jordania) no es una madre nutricia y protectora. Para sobrevivir es necesario bastarse a sí mismo, ser capaz de valerse


de todos los recursos –internos y externos– disponibles. La belleza de sus dunas, de sus caprichosas formaciones rocosas, de sus gargantas y cañones y sus cielos estrellados contrasta con la crueldad con que reduce la condición humana a su mínima expresión: la necesidad de satisfacer la sed y el hambre, y, en el caso de Theeb, de no dejarse vencer por el cansancio y mantenerse alerta para poder distinguir entre el murmullo del viento y el rumor del enemigo. Cuando la película empieza, Hussein, el hermano mayor de Theeb, le está enseñando a usar un arma, pero sin balas, pues aún no sabe apuntar bien al blanco. Durante gran parte de la travesía, Theeb viaja montado en las ancas del camello, como un apéndice del jinete (primero su hermano Hussein y luego uno de los bandidos con el que se ve forzado a convivir). Cuando la película termina, Theeb ya puede valerse de un arma cargada y parte solo en su propia cabalgadura, después de haber vengado la muerte del hermano y salvado el honor de su tribu.

La película tiene también una importante dimensión histórica, que podríamos dejar en segundo plano, si nuestra mirada de espectador se identifica con la mirada ingenua del niño: cuando le preguntan a Theeb por qué estaba con el inglés, responde: ¿qué es “el inglés”? Sin embargo, nosotros sabemos más. Sabemos que la acción transcurre en 1916, cuando la guerra hace estragos en gran parte del planeta, incluida esa remota provincia del imperio otomano. Sabemos que ese año, instigada por los británicos con falsas promesas de independencia, comienza la Rebelión árabe, que culminará con la creación de un efímero reino unificado, pronto sustituido por una arbitraria división territorial impuesta por las potencias coloniales, cuyas nefastas consecuencias se sienten aún hoy. Sabemos que la forma de vida tradicional de los beduinos está sufriendo un cambio radical, y que si bien Theeb ha sobrevivido, su pueblo nómade tiene los días contados. Theeb fue rodada en el mismo lugar que sirvió de escenario a Lawrence

de Arabia y transcurre además en la misma época. La comparación se impone. Sin embargo, ahí se acaban las similitudes. Algunas de las importantes diferencias: los beduinos son de verdad (ningún Anthony Queen disfrazado) y el oficial británico no adolece de la hipocresía de Lawrence, pues declara sin ambages que para él la vida de un joven árabe y su hermano no tiene ninguna importancia. Sus múltiples niveles de sentido (épico, histórico y psicológico), las excelentes interpretaciones de los actores no profesionales, el genuino y evidente afecto que une a Theeb y Hussein (primos en la realidad), y una fotografía que saca partido de toda la magnificencia del desierto hacen de Theeb una pequeña joya cinematográfica que merece ampliamente los premios recibidos hasta ahora y sin duda también un reconocimiento especial en el marco de Latinarab.

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»Jorge Montanari«

El niño lobo

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na de las sorpresas mayores que nos brinda este Latinarab, sin lugar a dudas es la increíble Theeb, largometraje debut de Naji Abu Nowar. Tan difícil de clasificar, como de reseñar sin develar los incesantes giros de una historia brillante, que cada vez que parece pasar cerca de caer en lo predecible, avanza hacia una etapa nueva. Con una fotografía envidiable, ayudada por la naturaleza impresionante de los paisajes del desierto montañoso de la región del Hijaz, los ojos no tienen descanso ante un ritmo que sin embargo está lejos de acariciar lo frenético. Pero, pese a los desfiladeros maravillosos 10 Pez dorado noviembre 2015 | Festivales

alternados con espacios infinitos, Naji Abu Nowar se permite jugárselas bastante más y trabajar hasta con las moscas, omnipresentes y por millones, molestando sin molestar, estando sin estar, mordiendo la carne recién muerta en un zoom que hiela el alma. Sin embargo, el éxito principal de la película quizás radique en la actuación perfecta del chico Jacir Eid Al-Hwietat, el no-actor protagonista, de unos diez años, cuya expresividad nos hace creíble cada fotograma. Y junto a él, su hermano encarnado por Hussein Salameh, otro beduino real que debuta en la pantalla para la ocasión. ¿Es una road movie? Es muchas cosas a la vez, y


pese a ello es una unidad totalmente consistente. En sus cien minutos nos hace por momentos pasar miedo, verdadero miedo. Nos sumerge en misterios que no nos dejan pestañear. Pero, más allá de todos los temas de los que se nutre, es básica-

se sabe lleno de bandidos, que pueden sitiar a personas como animales salvajes a sus presas. ¿Por qué ese camino es tan peligroso, si en realidad ha sido siempre la vía de los peregrinos de la Meca? El tren parece haber llegado para des-

instintos? La supervivencia, el amor, la venganza –tratada con la altura que supieron ofrecer joyas como Daratt (2006), la perla del Chad– y el llegar a esos momentos en los que la adultez se abre paso de modo irreversible, se combinan

mente una película sobre la dignidad. Theeb, el chico, se fascina con la llegada de un inglés a su tienda donde vive con su familia de nómades en el Hijaz bajo dominio otomano en épocas de la Primera Guerra Mundial. Le llama la atención cada cosa de ese hombre que no se parece en nada a los demás. Pronto descubrirá que el rubio esconde algún secreto. Su curiosidad es demasiada como para frenar su deseo de acompañar a su hermano en la escolta del inglés por un camino que

truirlo todo. La línea de tren que unía Damasco con la Meca en ese entonces, permitía hacer en una semana el viaje que en camello suponía un mes entero. Los que pagaron el precio de la industrialización fueron los guías de los peregrinos, ahora devenidos en salteadores de caminos. ¿Cuál es el valor de una vida humana? ¿Por qué es tan delgado el límite entre el animal y el hombre, y por qué dicho límite se estrecha mil veces más cuando las situaciones se extreman y dominan los

en Theeb –la película y el personaje– para dejarnos con la clara impresión de que acabamos de ver cine del muy bueno.

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»Silvia Italiano«

Dégradé Director: Arab Nasser y Tarzan Nasser País de origen: Palestina | Francia | Catar Duración: 84’ Año: 2015

Eros versus Tánatos

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n grupo de mujeres se encuentran encerradas en una peluquería sin poder salir porque en la calle los hombres se enfrentan en una aguerrida lucha y retumban las balas de las kalashnikov. Si esto ocurre en Gaza, el recinto claustrofóbico –de donde la cámara sale apenas unos minutos- puede interpretarse como el microcosmos de la sociedad local en su conjunto, que vive confinada por el muro desde 1994 y soporta la violencia del fundamentalismo de Hamas. La idea es buena. Asimismo, la idea de que los hombres son capaces de matarse por un león robado del zoológico (¡sí, un león!) mientras las

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mujeres tratan de embellecerse y lucir mejor, es decir, están del lado de la vida y no de la muerte y, por lo tanto, serían más aptas para gobernar que su contraparte masculina, también es interesante. De hecho, tiene nobles precedentes (La Asamblea de Mujeres y Lisístrata de Aristófanes). Pero de buenas ideas no salen forzosamente buenas películas (en realidad, Dégradé, más que una película, es teatro filmado). Una buena película requiere buenos díálogos, personajes con densidad, un guión con ritmo y un hilo conductor. Dégradé no cumple ninguno de estos requisitos. Los personajes son cha-


tos, unidimensionales, egoístas. Solo una de ellas manifiesta un interés por algo que no sea su propia persona al aconsejarles a las demás que acumulen víveres porque la próxima guerra será peor que la última. (¿Y qué tal si trataran de evitar la próxima guerra?). Todas adolecen además de una extrema debilidad. Una es drogadicta y víctima de maltratos, otra se acaba de divorciar y no puede admitir que además del marido ha perdido la juventud, otra se somete a los caprichos de una futura suegra que la odia, otra está enceguecida por su extremismo religioso, otra no para de llorar por el amante que no le da lo que quiere, otra está totalmente absorbida por su insuficiencia respiratoria agravada por la falta de aire (para colmo se ha cortado la electricidad y los generadores no dan abasto para encender el ventilador), otra parece a punto de morir dando a luz consolada por la hermana, que solo abre la boca para decir que le han hecho una propuesta de matrimonio… Irónicamente, la única que reuniría ciertas

condiciones para tomar el timón es la dueña de la peluquería, que no es palestina sino rusa. Los diálogos (entre ellas y por los celulares) se centran casi exclusivamente en los hombres y, en general, al dirigirse unas a otras destilan tal animosidad y hasta odio, que cuando una (la misma que anuncia la próxima guerra) sugiere que deberían gobernar las mujeres y reparte las distintas carteras del gabinete entre las presentes, resulta imposible imaginar que ese gobierno pueda funcionar durante media hora con la más mínima armonía. El guión no tiene rumbo, las mujeres hablan esperando que el tiempo pase y les llegue el turno o puedan irse a sus casas, y el único hilo conductor (por llamarlo de algún modo) es justamente la historia del león robado del zoológico por el amante de la asistenta de la peluquera, historia inverosímil pero cierta. Por lo visto, el miembro de uno de los poderosos clanes de Gaza robó un león del zoológico, y Hamas, que una vez en el poder se dedicó a liquidar a

todos los que le hicieran sombra, lo tomó como excusa para eliminar a la familia entera. La abierta crítica a Hamas y las buenas intenciones en que se funda la película pueden ganarle a Dégradé algunos aplausos. En todo caso, sus méritos no son cinematográficos. No se puede pasar por alto la excelente actuación de todas las mujeres, que sacan el mayor partido posible de sus magros personajes… Y sí se puede poner en duda que los hermanos Nasser hayan estado alguna vez en una peluquería de mujeres.

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»Silvia Italiano«

Recollection Director: Kamal Aljafari País de origen: Alemania Duración: 70’ Año: 2015

En busca de la ciudad perdida

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urante setenta minutos presenciamos una sucesión de imágenes que han sido claramente trucadas, alteradas, pixeladas. No hay texto explicativo al principio ni luego diálogos o voz en off. La mayor parte del tiempo tampoco hay música ni sonido, salvo un murmullo lejano, el ruido de pasos o el rumor de las olas. Nos parece ser testigos de un interminable sueño que transcurre en una misma ciudad desolada al borde del mar. Al final, un largo texto viene a revelar la importancia autobiográfica de las imágenes, estableciendo posibles relaciones entre ciertos lugares, edificios, calles, personas y la propia historia del director.

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Cuando se encienden las luces presentimos que hemos visto algo más que un interminable sueño en una ciudad devastada. ¿Pero qué? Aljafari es un padre posesivo que no permite la emancipación de su criatura. Si él no nos da un hilo de Ariadna para salir del laberinto, Recollection resulta una película hermética que no revela la finalidad de su complejo proceso de creación. Hay que preguntarle, y entonces responde sin vacilar. Recollection es el producto de la recuperación y reelaboración de cincuenta películas israelíes rodadas en Jaffa entre los 60 y los 90. La primera etapa consistió en proyectar esos films y hacer fo-


tos de escenas y detalles, llegando a reunir más de 20.000 imágenes. En una segunda etapa, Aljafari trabajó el celuloide de las películas israelíes, borró a los actores, introdujo escenas filmadas por él, trajo a primer plano detalles marginales, haciendo

capacidad de filmar el pasado para compilar un álbum de memorias. Una vez que sabemos esto, comprendemos la perfecta adecuación del título. Recollection significa “memoria”, “recuerdos”, pero etimológicamente significa “volver a

da israelí? En sí misma, desde el punto de vista de la producción, Recollection es un rito íntimo de restitución y conjuro, y desde el punto de vista de la recepción, un experimento visual enigmático. Su “verdadero” sentido se nos escapa. Incluso,

zoom sobre un empedrado, el nombre de una calle, personajes –palestinos del barrio– ocultos en el fondo, asomados a una ventana. Finalmente procedió a un nuevo montaje alternando fotos e imágenes animadas. Su intención –manifiesta sobre todo al borrar a los israelíes y hacer aparecer a los palestinos– ha sido recrear un mundo que ya no existe, traer a primer plano a los relegados, restablecer el significado personal e histórico de Jaffa, a través del testimonio de alguien con la mágica

reunir”, “poner junto de nuevo”. Al construir un recuerdo a través de una recomposición del pasado, Aljafari hace un trabajo de “deconstrucción” en el verdadero sentido que esta tiene para Derrida: recurriendo a la memoria y la reconexión de los recuerdos, recrea la historia desde dentro de la historia misma, para tratar de revelar el sentido originario. Sí, pero... ¿Quién puede compartir o siquiera adivinar el placer que sintió el director al borrar a Ben Gurión de un documental de propagan-

algunas escenas –las de personajes que caminan cabeza abajo o las que se repiten una y otra vez como el equivalente visual de un disco rayado– parecen incongruentes con dicho sentido. Sobre todo en momentos en que las tensiones entre israelíes y palestinos se han agravado, Recollection puede resultar decepcionante por su vacío conceptual, y no ser precisamente lo que se esperaría de un director como Aljafari, tan comprometido con la causa palestina.

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»Jorge Montanari«

Bastardo Director: Nejib Belkadhi Intérpretes: Abdel Moneem Chouayat Chedly Arfaoui Lobna Noomene Taoufik El Bahri Lassad Ben Abdallah País de origen: Tunéz | Francia | Qatar Duración: 106’ Año: 2013

Reconocido y legítimo

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astardo es una comedia oscura, con un sabor peculiar que no remite a los clichés habituales del género. Su ritmo, su ambiente, y su desarrollo impactan desde la aparente sencillez de sus distintas capas que, translúcidas como las de una cebolla, conforman una imagen más compleja que se percibe al superponerlas en conjunto. Bastardo es provocadora y mordaz, y hasta intencionadamente disgustante por momentos, sin precisar abrevar en la escatología barata. Muy por el contrario, lo que se cuela entre los personajes que habitan en una suerte de gueto urbano repugnante, es la magia, o mejor dicho, unas bellas pinceladas de

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realismo mágico. Mohsen, a quien todos llaman Bastardo –y quien fuera abandonado al nacer en un tacho de basura– es un antihéroe muy real; con valores nobles, vive una vida en la que nada le sobra y sin quejarse de que le falte nada. En la misma vecindad, su antítesis, Larnouba, es el amo y señor de todos, y a él hay que pagarle un impuesto de protección, para que proteja a los vecinos de nada más ni nada menos que de él mismo. En medio de ambos está la que completara un trío de amigos en la infancia junto con Bastardo y Larnouba: Bent Essengra, la mujer que atrae insectos. Sí, una chica a la que, sin causa aparente alguna, le basta apoyar una mano


en la pared para que las hormigas y las moscas se acerquen y cambien la tierra por su piel. Un buen día, todo cambia: se instala una antena de telefonía celular en la terraza de la casa de Bastardo, quien pasa a cobrar una renta de la noche a la

a ser su alma máter. Pero Mohsen, a quien ahora ya nadie llama Bastardo ya no por cariño sino por mero miedo, no sólo sufrirá del endurecimiento de su alma: su cuerpo empieza a estar cada vez más entumecido, le cuesta respirar, se pone casi

picada cruda de cabezas de carneros a medida que las corta. Con un Larnouba aterrorizante que tiene una obsesión con… ¡conejos! (hasta mira sus documentales mientras mastica zanahorias), y que se pone insecticida en lugar de desodorante para intimar

mañana y por medio de la cual parece dejar de ser un paria. Larnouba pierde terreno y parece que todos van a ser felices hablando por celular gracias a Mohsen, a quien nadie ya quiere llamar Bastardo. Pero el poder corrompe muy rápido, y el micropoder ni les cuento. Cuando Mohsen se da cuenta de que puede vigilar a todos desde su terraza como en un panóptico, y castigarlos apagando la antena, su carácter muta a la vez que ese resentimiento que parecía ser el sentir más débil de sus emociones pasa

ciego… y si bien jamás se explica nada al respecto, el motivo resulta claro: la antena bajo la que vive noche y día, de a poco lo está matando. Si hasta la chica de los insectos ya no quiere visitarlo porque se le mueren las hormigas de su cara cuando va a su casa. Si hasta el gato ya no prueba la comida. Con muertos que hablan en versión fantasma; con muertos que reviven; con una carnicera que, como las reposteras de la tele cuando se chupan los dedos preparando una torta, va probando carne

con la mujer de los insectos. Bastardo está lleno de toques magistrales de acupuntura que pinchan en el lugar exacto para dejar salir una risa que no teníamos en cuenta. Y acusando en la balanza el peso adecuado para convertirse en comedia de culto entre los que tengan la suerte de encontrarla en la pantalla.

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»Silvia Italiano«

Mother of the unborn Director: Nadine Salib País de origen: Egipto | EAU Duración: 85’ Año: 2014

Yerma en el valle fértil del Nilo

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n el mundo árabe, el trato de respeto hacia las mujeres y los hombres es “madre de…” y “padre de…” seguido del nombre del hijo varón mayor: Um-Mohamed y Abu-Mohamed, por ejemplo (¡esto no ocurre si la descendencia es solo femenina, sin embargo!). Nadine Salib explica en su página de Facebook que recorriendo la región del sur de Egipto escuchó reiteradamente que a algunas mujeres las llamaban “Um Ghayeb”: Madre del Ausente. Al principio pensó que se trataba de un nombre de pila, pero le pareció extraño que alguien le pusiera semejante nombre a su hijo. De sus intentos de develar el misterio, nació este do-

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cumental que se adentra en un mundo dominado por ritos, supersticiones y creencias atávicas y donde la mujer solo encuentra su razón de ser en la maternidad. Con un indudable talento para inspirar confianza en su interlocurora, Nadine Salib logra que Hanan, una enternecedora Um-Ghayeb de grandes ojos azules que contrapone a la infertilidad de su vientre la fecundidad de su imaginación y una capacidad notable de introspección y cuestionamiento, se abra ante la cámara y comparta con nosotros su intimidad más profunda. Debido a su infertilidad, que la tortura desde hace doce años, Hanan lleva


una vida aislada y marginal en un pueblo en sí mismo aislado y marginal, y llena sus días “vacíos” por la falta de hijos con interminables elucubraciones y reflexiones acerca de las posibles causas de su desgracia. Con toda candidez y naturalidad

un hijo. Por momentos quiere irse lejos, donde nadie la conozca, perderse en el desierto. Cuando el demonio toma posesión de su cabeza desea abrir la bombona de gas y poner fin a su martirio. Sus pocos instantes de paz transcurren en el ce-

llegada de un hijo. Se sometió a tres operaciones del útero y, sobre todo, no omitió ninguno de los ritos de fecundidad que le han sido transmitidos por Um-Mansoura, la comadrona del pueblo, y otras mujeres de la comarca, y que son practicados por

Hanan expone sus ideas sobre el sentido de la vida, la muerte y el amor, sus contradicciones, su tristeza y sus pasajeros momentos de optimismo, o recuerdos de su época de soltera convertidos en claves cruciales para explicar el castigo que Dios le ha impuesto o para mantener las esperanzas y creer que un día será madre. Algunas veces tiene la tentación de lavar y poner a secar ropita de bebé para que las demás mujeres (unas la compadecen y otras la desprecian) crean que ha tenido

menterio, en compañía de sus muertos. Su tono es melancólico y lánguido, su relato mezcla realidad con ensoñaciones y a veces está al borde de la alucinación. Es como si, libre de los múltiples quehaceres que impone la maternidad y reducida a los gestos rutinarios de buscar agua del pozo, separar el grano para hacer el pan y preparar la comida, se hubiera instalado en un limbo donde los límites entre la fantasía y la realidad son borrosos. Hanan no ha estado esperando pasivamente la

todas aquellas que no pueden tener hijos. Ha pisado una enorme serpiente, se ha introducido en la vagina pócimas y ungüentos que la llevaron al borde de la muerte, se ha sometido cuatro veces a la Kahrota, rito que consiste en rodar en un terreno pedregoso hasta quedar extenuada por el dolor y el mareo… Nosotros somos testigos de una de esas veces y la imagen no se olvida fácilmente. El documental de Nadine Salib va más a allá del problema de infertilidad de Hanan y su manera

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particular de vivirlo y nos permite adentrarnos en un universo y un orden social y humano totalmente ajeno al nuestro y al que rara vez tenemos acceso. La presencia de la directora es siempre respetuosa y discreta y la cámara nos hace partícipes de la vida de los hombres y mujeres de esa aldea, cuyo único y tenue contacto con el resto del mundo es un viejo televisor, poniendo de relieve – con una impecable fotografía - la desolación del entorno pero sin emitir nunca juicios de valor.

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