El Valle Marzo 20

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OPINIÓN

EL VALLE MARTES 20 DE MARZO DE 2012

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

CUESTIONES Y ENFOQUES | Martín Holguín

Catón

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¿Sabe usted follar?". Doña Gelidia se quedó atónita, pasmada, estupefacta, aturdida, patidifusa y turulata cuando al abrir la puerta de su casa un individuo le espetó esa pregunta al mismo tiempo insólita y procaz. No contestó doña Gelidia. Le dio al sujeto con la puerta en las narices. Pero no había pasado ni un minuto cuando otra vez sonó el timbre. Abrió la puerta la señora, y de nuevo aquel tipo le soltó la misma túrpida interrogación. (Vuelvo a decir que la palabra "túrpido" no existe; lo sé bien. Pero su sonoridad esdrújula la hace muy apta para ser usada en mis relatos. A más de eso los escritores gozan de libertad para crear su propio vocabulario, según han demostrado liróforos insignes como Darío, Huidobro, Barba Jacob, Guillén y muchos más. Aun sin ser liróforo ni insigne seguiré empleando ese vocablo de mi propia invención, "túrpido", aunque no esté consagrado por la Academia. La lengua no la hacen los académicos; la hace Su Majestad el Pueblo, al cual me honro en pertenecer en mi modesta condición de escribidor artesanal). Pero por causa de esta perorata ya se me olvidó de qué estaba hablando. Ah sí: me ocupaba el relato de doña Gelidia y el tipo que le preguntó en la puerta: "¿Sabe usted follar?". Tampoco la segunda vez contestó la señora esa incivil cuestión. Volvió a darle un portazo al hombre aquel. Pero de nuevo sonó el timbre, y por tercera ocasión, cuando doña Gelidia abrió la puerta, inquirió el tipo: "¿Sabe usted follar?". Harta ya del sujeto, y por ver si se lo quitaba así de encima, doña Gelidia respondió, furiosa: "¡Sí, sí sé follar! ¿Por qué?". "Entonces -contestó el individuofolle de vez en cuando con su esposo, a ver si así deja en paz a mi mujer"... Yo me pregunto si mis cuatro lectores recuerdan aquella narración según la cual el secretario particular del Presidente de un cierto país de América Latina -aclaro que no es México- le anunció al mandatario: "Señor: en la antesala esperan el embajador de Estados Unidos y el nuncio de Su Santidad el Papa. ¿A quién hago pasar primero?". "Al nuncio -dijo el Presidente-. A él lo único que le tengo que besar es el anillo". (Con más propiedad debió haber dicho "la esposa", pues el nuncio era un obispo, y aunque parezca raro así se llama, "esposa", el

anillo que los obispos usan. Así, no caerá en insinuante equívoco ni en equivocación aquel que diga que todos los obispos tienen esposa). Pero otra vez por hacer una inane digresión me alejé del asunto que trataba. Ah, sí: recordé un cuentecillo que me sirve para ilustrar la idea de que resulta muy difícil alterar los protocolos, es decir las formas ceremoniales a que se sujetan las visitas que hacen los dignatarios de un país a otro. Entre los actos que habrá aquí con motivo de la presencia de Benedicto XVI no figura una reunión del Pontífice con quienes sufrieron los abusos sexuales cometidos por Marcial Maciel. En otros países el Papa ha tenido encuentros con las víctimas de excesos semejantes, y les ha pedido perdón por el sufrimiento que les causó la conducta pecaminosa y criminal de malos religiosos, y por la actitud de la jerarquía ante esos hechos: no solamente no los denunció, sino los toleró, y aun en ocasiones se hizo cómplice de los victimarios al darles protección. No ha habido en América Latina un caso de esa especie que haya provocado mayor escándalo que el de Marcial Maciel. Sus inmoralidades fueron conocidas y reconocidas; existe un grupo de víctimas de sus abusos que en forma constante y consistente han denunciado las infamias de ese hombre, y han pedido que se les escuche. Juan Pablo II, falto quizá de información, trató con paternal solicitud al rico y poderoso dignatario mexicano. Por causa de los crímenes de Maciel, y de la benevolente actitud oficial que la alta jerarquía de la Iglesia tuvo en relación con su persona, el catolicismo en México sufrió considerable daño. No es posible que al visitar este país Benedicto cierre los ojos otra vez y haga como que nada sucedió. El asunto no es de menor cuantía, y tiene que ver con la credibilidad de la Iglesia. Quizá todavía sea tiempo de que se incluya en el programa de la visita papal un encuentro del Pontífice con quienes padecieron esos abusos sexuales que les han provocado humillación y sufrimientos. Por encima de los protocolos están la caridad y la justicia. ¿O es que las víctimas mexicanas no merecen lo mismo que las de Estados Unidos o Europa?... FIN.

Jesús Silva-Herzog Márquez

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El castigo y la civilización

os gobernantes no eligen sus crisis. No suelen tener la libertad para definir sus problemas, para optar de entre una baraja de dificultades, la que mejor se acomoda a sus aptitudes o sus proyectos. Su margen está en la estrategia para encarar la emergencia involuntaria que les estalla en las manos. Su juicio reside en la manera de encarar la urgencia. Detrás de cada apuro hay un engaño y una oportunidad. El engaño es creer que la crisis es lo visible y que el éxito es el aplauso; la oportunidad es advertir sus causas subterráneas y aprovechar la conmoción para resolver los problemas más añejos. Es difícil hablar de la crisis de seguridad como una oportunidad histórica, pero lo es. No hay forma de exagerar el costo de esta ola de sangre: el dolor que ha provocado en todo el país, los costos humanos y económicos, el peligro político, las secuelas familiares de tanta muerte. Pero, en efecto, la crisis exhibe con extraordinario dramatismo, una ausencia secular, una carencia antigua y gravosa: un orden estatal capaz de garantizar paz y, al mismo tiempo, seguir sus reglas. Ese es el núcleo del argumento del ministro Zaldívar al tratar el caso de Florence Cassez: el deber del Estado de castigar a los delincuentes sólo puede justificarse cuando el poder público respeta cabalmente los derechos humanos. La gravedad de los delitos, la perversidad de los criminales no exime a los representantes del Estado de cuidar escrupulosamente las formas legales, esos rigores a los que Benjamin Constant no dudó en considerar sagrados pues de ellos dependía la convivencia. Divinidades tutelares, las llamaba, porque sin su protección, nos avasallaría la arbitrariedad. El proyecto del ministro Zaldívar puede leerse como el argumento jurídico que, al demostrar las graves irregularidades en un proceso penal, pide la liberación inmediata de una acusada. La actuación de un juez que pondera de modo distinto las mismas reglas y los mismos argumentos. Las gravísimas irregularidades del caso han sido exhibidas en trabajos periodísticos como el de Guillermo Osorno o Héctor de Mauleón, pero no habían encontrado el tratamiento legal que merecen. Los enredos del caso impiden conocer la verdad. Lo que sí puede documentarse fuera de toda duda es el abuso: la actuación de un poder dedicado a cautivar a la opinión pública antes que a probar su acusación ante los jueces. Como bien demuestra el estudio del ministro de la Suprema Corte de

Justicia, la policía federal escenificó una captura para las cámaras. Pero el teatro no fue un entretenimiento inocente: la "escenificación fuera de la realidad" pervirtió irreversiblemente el proceso. No solamente se vulneró el principio de presunción de inocencia sino que tuvo un "efecto corruptor" en el juicio, viciando toda la evidencia incriminatoria. Que el caso haya sido un proceso tan mediático es parte de su perversión. Desde el inicio, la televisión y la prensa fueron protagonistas -no testigos- del proceso. Pero la relevancia del caso trasciende el revuelo periodístico y diplomático que ha generado. El caso es emblemático. En el proyecto que este miércoles discutirá la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia se lee un argumento que no puede trivializarse como pretenden los críticos del ministro Zaldívar. La crisis de seguridad puede llevarnos a creer en los atajos de la ilegalidad, en las ventajas de una arbitrariedad justiciera. El miedo puede hacernos pensar que los procedimientos y las formas son legalismos de los que se sirven los delincuentes para escapar de la justicia con la ayuda de un abogado. Como sostiene el proyecto a discusión, el proceso penal con todos sus rigores es el único medio civilizado para perseguir y reprimir a los delincuentes. El proyecto se cuida de no cuestionar a los medios de comunicación que difundieron el montaje de la Policía Federal y aceptaron acríticamente la versión gubernamental. El proyecto no quiere aparecer como censor e insiste que fueron representantes del Estado quienes cometieron los excesos. Sin embargo, del proyecto se desprende que el abuso encuentra complicidad en la glotonería de los medios, dispuestos a condenar velozmente. El proyecto asigna tarea al gobierno y también a la prensa. Podría pensarse que la crisis que vivimos no es buen momento para preocuparse en los derechos. Se dirá que no estamos para cuidar a los malos y que, frente a tanta inseguridad, no se puede ser tan escrupuloso. Creo en lo contrario. Precisamente hoy que padecemos la violencia, la crueldad, la barbarie de los criminales, debemos afirmar los derechos de todos y los deberes del Estado. Lo único peor a la violencia que padecemos sería que, a la violencia de los delincuentes, sumemos la venganza arbitraria del poder público. La crisis de seguridad nos reta: podemos continuar la herencia de ilegalidad o inaugurar la vía de la ley para perseguir el delito. Twitter: @jshm00

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Elba Esther y la dignidad de los maestros mexicanos

o creo que la gran mayoría de los maestros de este País son grandes personas, son responsables, trabajadores, convencidos de su responsabilidad y preocupados por el futuro de México. Cuando decidieron abrazar la carrera magisterial tenían ilusiones, sueños, metas, ganas de ofrecer su esfuerzo para que México avance, de preparar adecuadamente a los niños y jóvenes que años después tomarán las riendas, el destino de esta nación. Desgraciadamente, cuando llegan a la vida profesional, cuando tienen que brindar su esfuerzo diario en las aulas se ven acotados por una mafia nefasta que ha sido alimentada por décadas desde el mismo gobierno federal. Antes fue Carlos Jongitud Barrios, después Elba Esther Gordillo y todo ha sido lucrar con los educadores. La mayoría de los maestros están muy ocupados y preocupados por dar su máximo en las aulas, pero la mafia sindical los frena, los hace quedar mal, los hace aparecer como los villanos de la película. Apenas el viernes pasado, muchos maestros (se supone que eso eran, aunque seguramente la gran mayoría eran los “líderes” vividores) ocasionaron un caos mayúsculo en la Ciudad de México. Prácticamente la paralizaron y las “mentadas” contras los profesores ha estado como “top topic” estos días. Los capítalinos no pueden entender que Elba Esther tenga el poder de arruinarles de esa manera su vida cotidiana. Lo peor es que los calificativos más despectivos se generalizan en contra de los maestros. Los “líderes” tenían su pliego petitorio y es increíble que quienes tienen responsabilidad de educar a los niños y jóvenes de hoy no tengan la serenidad para arreglar sus diferencias sin afectar a terceros, para entablar negociaciones serias con las autoridades. El fondo es patético. La “mano que mece la cuna” está indignada porque les están exigiendo un examen de conocimientos mínimos o no podrán mantener sus plazas como maestros hasta que estén preparados. ¿Qué es lo que argumentan? No lo van a creer, pero aseguran que la mayoría de los maestros no va a aprobar el examen y que, por lo tanto, ellos, el mismo sindicato, deben ser los únicos autorizados a poner pruebas a los profesores. Hagan el favor. Qué tontería más grande están planteando. Por supuesto que los maestros deben ser evaluados y quienes no saquen calificación mínima aprobatoria tienen que ser retirados

de la actividad y exigirles que vayan a prepararse porque su responsabilidad es muy seria y no estamos como para mediocridades en ese rubro. Hace unos años fui a vivir y estudiar en Estados Unidos (en Cambridge, Massachusetts , para ser más exactos). Mis hijos estuvieron en la escuela, en kínder y primaria. La historia es muy diferente a lo que sucede en México. Allá se les exige a los profesores. Al menos en Massachusetts los evalúan cada año y quien no pasa el examen tiene que dejar su puesto al menos un año y regresar a presentar de nuevo el examen. Cuando lo apruebe (con calificación superior a 80, si fuera escala mexicana) puede volver a tomar el puesto como maestro en la misma escuela donde estaba antes. ¿Hay problemas con eso? No, claro que no. Es su obligación y saben que tienen la obligación de garantizar calidad en la enseñanza, así que siempre están ocupados preparándose para el siguiente examen y concentrados en sus labores docentes. No hay marchas de protestas, ni salen con cosas como que les bajen la calificación mínima aprobatoria. Simplemente se disciplinan y a darle. Es la ventaja de que en aquél país no exista Elba Esther y que tampoco haya políticos solapadores de la corrupción, como existe en nuestro País. Acá, desgraciadamente deciden hipotecar el futuro de la educación de los niños mexicanos a cambio de los pocos votos que representan Elba Esther y sus compinches. Me niego a aceptar que los profesores mexicanos son zombies al servicio de la tal Maestra o de su rival, el CNTE. Yo creo en su libertad de pensamiento, en su preparación y no mes los imaginos acudiendo en bola a votar por quien les dice su “sensei”. Si yo fuera maestro mexicano saldría a las calles a protestar contra la nefasta “Maestra” y vividores que la acompañan. La acusaría de golpear la integridad profesional y atentar contra la dignidad de todos los educadores. No es posible que le sigan permitiendo esos excesos. No es posible que las autoridades la sigan solapando y le permitan paralizar la capital del País solo porque ella cree (estúpida y erróneamente) que los maestros que ella “lidera” son unos retrasados incapaces de aprobar un examen de conocimientos mínimos sobre su principal responsabilidad. Pobre México, no merecemos esos “líderes” ni esos “políticos. Pobres niños. Pobre futuro… pobre presente.

PREGUNTAS EN SERIE 1.- ¿Y cuál va a ser el premio o reconocimiento al valiente policía que ayer no dudó en enfrentarse a unos secuestradores? 2.- ¿Habrá aumento de sueldo y de rango o solamente un apretón de manos, el diploma, la

MANGANITAS

consabida porra y la demagogia de siempre? 3.- ¿No creen que es el momento de reconocerle a nuestros policías que su labor es reconocida cuando hacen las cosas y cumplen con su deber?

A.F.A

"... Anota dos goles el Chicharito...". ¡Ah, cuánta felicidad! ¡Qué bella se ve la vida!

¡Con eso se nos olvida lo de la inseguridad!

CARTÓN POLÍTICO | Jaime Sifuentes


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